alisevv
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| Tema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 4. Frustrado Dom Jul 12, 2009 3:37 pm | |
| Luego de la declaración de Harry, el silencio cayó en la habitación. Apretando los labios en señal de desaprobación, Poppy alzó la varita y lanzó un hechizo al chico. Era similar al que Hermione había ejecutado antes, y el resultado fue, por supuesto, el mismo. Harry estaba embarazado.
Aunque el Gryffindor le había informado sobre su condición, la medibruja lució ligeramente impactada. Hermione y Ron fueron lo bastante precavidos para no decir ni una palabra. Poppy se dedicó a hacer una completa revisión, y cuando terminó, informó:
—Tienes anemia, necesitas vitaminas y no tienes suficiente peso. ¿De esto, supongo que has tenido náuseas matutinas? —su tono era casi áspero y Harry se apresuró a asentir. Ante eso, la bruja mayor dio la vuelta y fue hacia un gabinete, de donde sacó algunos viales. Mostrándoselos uno por uno, explicó—: Esta ayudará con la anemia, ésta es vitamínica y altamente nutritiva, y ésta… —puso el último vial en sus manos —hará que paren las náuseas. Te conseguiré algunas más después. Bebe ésta primero, o sino, no podrás retener las otras dos.
Harry hizo lo que le decía, tragando la poción, obediente.
—Bien. Espera unos minutos para que la poción funcione, luego bébete las demás. Haré que un elfo doméstico te traiga algo de comer. Te quedarás aquí esta noche, así que le diré al Director que pescaste un inofensivo virus estomacal —enfatizó la última palabra fuertemente, dejando claro su punto.
A mitad de camino hacia la puerta, ella dio vuelta para enfrentarlo.
>>¿Cómo pudiste, Harry —preguntó—. ¿Cómo pudiste ser tan descuidado y quedarte embarazado, cuando todo estudiante de primer año es capaz de preparar una poción para evitarlo? Hubiera pensado que tú, de todas las personas, no desearías nuevas responsabilidades.
—¿Quizás porque ni siquiera sabía que los hombres podían quedar embarazados? —contestó con sarcasmo. Su furia creció de nuevo. Poppy lució totalmente impactada.
—Pero tu pareja seguramente debe haberlo sabido —argumento en vano, sin querer admitir que eso era algo que Harry debería haber aprendido en la escuela—. Y por cierto, ¿quien es el otro padre? ¿Ya le dijiste?
Harry suspiró y explicó:
—No sé quien es el otro padre. Pasó la noche de la fiesta; yo había tomado una poción contra la gripe y alguien me dio una bebida. Me sentí mal y utilicé una de las habitaciones de invitados para acostarme, porque no era capaz de subir a mi dormitorio. Le lancé un hechizo a la puerta, me quite los lentes y la ropa, y me acosté. Alguien debe haberme encontrado de todas formas, aunque yo pensaba que había tenido un sueño muy real. Honestamente, no tengo idea de quién, en el nombre de Merlín, me folló esa noche, ¿vale? No lo hubiera sabido ni aunque mi cabeza hubiera estado clara. No llevaba mis lentes. Y ahora, preferiría no seguir hablando de eso.
Si la medibruja había lucido impactada antes, ahora se veía completamente horrorizada.
—Harry, ¿me estás diciendo que el niño es producto de un abuso sexual? ¿Una violación? —preguntó.
Hermione y Ron jadearon ante la palabra, Harry palideció más aún.
—¡No! —gritó—. Nadie me violó. Le acabo de decir que pensaba que lo había soñado. En realidad, se sintió bien… como un sueño. Creo que incluso se lo dije a él, que me gustaba —las últimas palabras sonaron definitivamente culpables.
—Harry —el tono de Poppy era suave—, no importa si le dijiste que te gustaba. Estabas durmiendo en una habitación cerrada por un hechizo, y estabas drogado. Quienquiera que te hiciera esto, tomó ventaja de la situación. No fue tu culpa. Aunque, debo decírtelo, deberías saber que las pociones y el alcohol no deben ser mezclados —hizo una breve pausa y agregó—: Ahora, descansa —suspiró, cortando cualquier protesta de su parte—. Hermione, Ron, por favor, váyanse ahora. Pueden venirlo a ver mañana en la mañana —y con eso, salió de la enfermería, llevándose a los dos amigos de Harry con ella.
Severus Snape dio vueltas en la cama una vez más, tratando de encontrar un posición más cómoda. Pasaba la medianoche y ya llevaba bastante tiempo tratando de conciliar el sueño. El problema era que, desde la noche con Potter, vivía cachondo como el demonio, y ya ni siquiera las duchas frías eran capaces de aliviar su problema. Era tan ridículo. Su auto control era prácticamente inexistente.
Alargando la mano hacia el punto entre sus piernas, tocó su casi dolorosa erección. Con un gemido apenas contenido, comenzó a frotar lentamente su pulsante polla, corriendo su pulgar por la sensible punta, imaginando que era Harry quien lo tocaba. Imágenes de aquella noche, regresaron a él una vez más.
Como el joven se había arqueado cuando él había tocado el interior de sus muslos. Su aroma rodeándolo, cuando había corrido su lengua por su hermoso mástil, chupando la cabeza que brillaba con las primeras gotas de semen. El modo en que lo había probado cuando lo había tomado en su garganta. Los pequeños gemidos de éxtasis que Harry había lanzado. Y aún más, el modo en que había colocado sus fuertes y musculosas piernas a su alrededor, cruzándolas en su espalda, acercándolos aún más.
Murmurando un hechizo de lubricación, Severus tomó su pene más apretadamente y aceleró sus movimientos. Recordó el instante en que había entrado en el joven mago. Cuan caliente se había sentido, cuan apretado. Sólo eso lo había llevado casi al límite. Eventualmente, había empezado a moverse, y los gemidos guturales y la expresión de puro placer en el rostro de Harry, lo habían excitado más aún. Algo que no había pensado fuera posible.
No habían durado mucho. Harry, cerca del clímax, sólo había necesitado unas pocas embestidas más sobre su próstata para perder completamente el control. La contracción de sus músculos, había sido la perdición de Severus. Enterrándose en Harry una última vez, había llenado con su semilla el ardiente cuerpo bajo él.
Su corazón estaba acelerado, y se sintió saciado y feliz, hasta que abrió los ojos y se dio cuenta que todo había estado en su mente. Harry no estaba ahí con él. Estaba solo. Y lo peor de todo, se sentía solo. Era algo que no había sentido hacía mucho tiempo. Y no le gustaba lo más mínimo.
Severus suspiró y se lanzó un rápido hechizo de limpieza, aún sin estar seguro de si sería capaz de dormir.
Finalmente, Harry se había quedado dormido. Gracias a la poción, había sido capaz de retener la cena en el estómago, y se sintió completamente exhausto luego de ese día lleno de eventos. Paro su subconsciente permaneció fijo en un tema: la noche que se había quedado embarazado. El misterioso hombre que había tomado ventaja de él. Su mente hizo un gran esfuerzo por recordarlo, pero sin éxito. El rostro de la persona que lo había tocado esa noche permaneció en la oscuridad.
La voz tampoco era reconocible. Su cerebro nublado la había convertido en algo irreal. Pero aún así, esa voz destilaba pasión y amabilidad, una extraña mezcla de deseo y protección. Si sólo pudiera ver quién era el que lo había tratado con tanto cuidado.
Moviéndose en su agitado sueño, se enredó aún más en las sábanas. Su cerebro seguía trabajando todo el tiempo, arreglándoselas con la información que había recibido ese día.
Embarazo. Los hombres podían quedarse embarazados… no fue un sueño, había sido real. Estaba embarazado de alguien que no conocía. Poppy lo había llamado abuso.
“¡No! ¡Abuso no! No fui abusado. Abusado no. Abusado no. Se sintió bien. Me sentí protegido. Me sentí querido. No abusado.
Un padre soltero. Todos en la escuela lo sabrán: se burlarán de mí. La prensa lo averiguará. Albus conseguirá descubrirlo. Severus lo sabrá. Severus nunca me querrá, Severus no me querrá si estoy gestando el bebé de un extraño. A él no le gustan los niños, no disfruta enseñarles. Nunca me aceptará con el niño de un extraño.
MI niño. Mi niño que me amará. Mi niño. Tendré un niño. Lo amaré con todo mi corazón. Me sentiré amado. Conoceré lo que es ser amado. Y querido. Quiero a este niño. Es mi niño. Sólo mío.
Ese último pensamiento pareció tranquilizar algo en su interior, y finalmente se hundió en un sueño sin pesadillas, un sueño tranquilo.
—¿Director?
El profesor de Pociones casi chocó contra Albus Dumbledore, la mañana siguiente. Sorprendentemente, el mago mayor parecía ir camino a la enfermería, también.
—Ah, Severus, mi muchacho —saludó con una sonrisa, sus ojos brillando tras sus gafas de media luna—. Hermosa mañana, ¿no lo crees? —preguntó, sonriendo como un tonto.
El otro hombre dejó la pregunta sin respuesta. Estaba de mal humor; no había dormido nada bien la pasada noche.
—¿Puedo preguntar qué lo trae por aquí tan temprano, Director? —indagó en su lugar.
—Por supuesto, Severus, te lo diré. Poppy me informó que el señor Potter había contraído un virus estomacal inofensivo, pero desagradablemente persistente, como ella señaló muy bien. Él pasó la noche en la enfermería, pero partirá pronto. Pensé que sería agradable saludarlo —parpadeó con inocencia. Snape se congeló. Harry estaba allí. Estaba en la enfermería—. ¿Y tú, Severus? ¿Por qué vas camino de la enfermería? —escuchó preguntar al anciano.
—Madame Pomfrey me pidió que le preparara algo de poción contra las náuseas. Imagino que también está destinada para el señor Potter —contestó Snape, con sinceridad. Sus pensamientos seguían en el hecho de que Harry estaba allí. Quizás podría hablarle por un minuto. Podría hacerle algunas preguntas, tal vez averiguar lo que se suponía había significado su obsequio y aquella noche.
El director continuaba sonriéndole.
—Bien, en ese caso creo que no debemos permitir que esperen más, ¿cierto? —comentó, y continuó caminando rumbo a la enfermería. | |
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