La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 14. Despedazándose

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 14. Despedazándose   Hangover and other secondary effects. Capítulo 14. Despedazándose I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 11:45 am

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—No estoy muy segura de que hayamos hecho lo correcto —murmuró Hermione. Ella y el resto de los invitados a la fiesta seguían en el Gran Comedor, comiendo, hablando y disfrutando de la compañía. Severus y Harry habían abandonado el lugar ya hacía un rato.

—¿Qué quieres decir, Mione? —preguntó Ron, con una expresión de confusión en el rostro.

—Lo que quiero decir es que no estoy muy segura de que haya sido buena idea hacer trampa a Harry y Severus para que se enlazaran —contestó—. No se veían felices en absoluto, y de verdad que tengo un mal presentimiento acerca de esto.

Se interrumpió cuando Ron le lanzó una mirada de pura incredulidad.

—¿Tú tienes un mal presentimiento acerca de esto? ¿No te parece un poco tarde para eso? Estuviste de acuerdo con el plan, ¿recuerdas?

Poniendo los ojos en blanco en un gesto de impaciencia, la chica trató de nuevo.

—Vale, ahora pienso que no deberíamos haber hecho esto en primer lugar. ¿Has pensado en lo que podría suceder si Harry lo averiguara? ¿Si descubre que nosotros fuimos quienes violamos deliberadamente su privacidad? ¿Qué planeamos esto para obligarles a enlazarse cuando, claramente, no lo habían deseado hasta entonces? Eso podría ser el fin de nuestra amistad, lo sabes.

—Oh, por favor, Hermione, no seas tan pesimista. Verás que todo terminará bien. El profesor Dumbledore también lo cree. Juraría que Snape y Harry están disfrutando, follando hasta la inconsciencia para completar el enlace —entonces, como si acabara de darse cuenta de lo que estaba diciendo y las imágenes que estaba creando, se estremeció visiblemente. Eso le ganó una mirada de desaprobación de su novia, por lo que se apresuró a añadir—: Creo que ahora debería callarme —declaró, girando su atención al plato de comida frente a él.

Hermione suspiró. Tenía un mal presentimiento sobre cómo iban a marchar las cosas, y por esta vez, esperaba estar equivocada.



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¿Cómo podía ser?

Decidiendo que los cómo y por porqué podían esperar, Harry se concentró en la maravillosa sensación que los dedos de Severus creaban en su piel mientras comenzaba a tocar todo su cuerpo. Se sentía arder. Su respiración estaba acelerada y jadeaba en tanto las puntas de los dedos rozaban su sensible tetilla. Parecía como si su esposo estuviera disfrutando al tocarle, tanto como él estaba disfrutando de sus caricias.

Harry estaba tan atrapado en las abrumadoras sensaciones que ni siquiera notó cuándo el resto de las ropas fueron removidas, ni a Severus arrodillado frente a él, hasta que sintió una húmeda calidez tragando su pulsante dureza. Un gemido gutural escapó de sus labios y alargó las manos para enredarlas en los sedosos mechones del cabello de su esposo, acercándole más en el proceso. Harry sintió que una mano cubría suavemente sus bolas. La otra mano de Severus acarició sus muslos internos, mientras su boca y lengua estaban trabajando en la goteante dureza. Las sensaciones eran sobrecogedoras, y pronto fueron demasiado para que el joven lo pudiera soportar.

Al mismo tiempo, Severus estaba completamente perdido en la sensación de succionar la maravillosa polla de Harry. Su sabor era exactamente como lo recordaba y su esencia hacía que su cabeza diera vueltas de tanto deseo. Le deseaba tan intensamente. No estaba seguro de cómo había soportado sin esto por tanto tiempo, o cómo se suponía que viviría los próximos diecisiete años sabiendo lo que había perdido. Estaba a punto de hundir la lengua en la pequeña raja de la polla de Harry cuando éste se separó de repente.

Harry empujó a su amante cuidadosamente cuando sintió que sus rodillas se debilitaban, y cayó sobre la cama, que, afortunadamente, se encontraba detrás de él. Su piel estaba en llamas y su erección era casi dolorosa. Lo que Severus le estaba haciendo era al mismo tiempo tortura y placer. Tenía que admitirlo, estaba disfrutando más de lo que había creído posible. Sí, había estado consciente de que sería placentero, pero nunca había soñado siquiera las sensaciones que Severus provocaría en él. Aunque estaba más excitado de lo que había estado jamás, de lo que podía recordar, una ligera inquietud giraba en el hoyo de su estómago. Era como si algo estuviera mal. No podría señalarlo, no podría nombrarlo. Era como si algo importante estuviera faltando… algo que el sentía como si se debiera saber, o hacer, o decir.

No podía ser el deseo de decirle a Severus sus verdaderos sentimientos, ¿verdad?

Lo que había dicho a Severus sobre sólo sentir atracción física por él era lo que tenía que creer su esposo que estaba sintiendo y esperar oír; después de todo, éste era un matrimonio basado en un contrato. Después de experimentar los placeres de la talentosa boca de Severus ya no estaba tan seguro. Esto era diferente; esto era más. Había algo más, algo que Harry no era capaz de identificar, algo que no podía nombrar. Era casi como…

“¡No! ¡Détente!”, se dijo Harry antes que sus pensamientos pudieran continuar derivando hacia una dirección malsana. Severus no le amaba y nunca lo haría. Necesitaba recordarse a sí mismo que su compañero de enlace había aceptado por responsabilidad y necesidad. Era lo lógico por hacer… ni más, ni menos.

Para distraerse de sus desagradables pensamientos, se concentró en el cuerpo desnudo de su esposo, quien estaba ahora frente a la cama, observándole. La expresión en su rostro era indescifrable. Su piel pálida se veía casi traslúcida bajo la luz de las velas, y su magro y musculoso cuerpo era sencillamente hermoso a los ojos de Harry.

El mismo pensamiento cruzaba por la mente de Severus mientras miraba los ojos verdes de su pareja. Hermoso. Simplemente hermoso. El maestro de Pociones permaneció allí parado, admirando cómo se veía el hombre que amaba acostado en la cama, esperando por él. Fue como si su sueño más profundo se hiciera realidad, aunque sabía que no duraría. En poco tiempo, habrían completado el enlace y su joven esposo dormiría solo, o lo que era peor, buscaría a alguien más para compartir su cama. El sólo pensamiento hacía que su corazón doliera. Harry era suyo, y sólo suyo. A nadie debería permitírsele tocar a su esposo, su compañero, la única persona a la que verdaderamente amaba. Desafortunadamente, el joven no parecía estar de acuerdo con eso, ya que había traído a colación el asunto de los otros amantes.

Desde su posición en la cama, Harry observó la extraña mirada que de repente cruzó el rostro de su esposo, para desvanecerse casi instantáneamente. Se preguntó qué habría sido. ¿Se habría dado cuenta Severus de lo que acababa de hacer? ¿Habría internalizado finalmente los acontecimientos del día? ¿Se estaría arrepintiendo? No podía ser eso. Extendiendo la mano a su recién adquirido marido, ronroneó en voz baja.

—Ven aquí. Quiero tocarte.

Un gruñido ronco emergió de la garganta del otro hombre, mientras se hundía en la cama y cubría el cuerpo de Harry con el propio. Era puro éxtasis. Piel sobre piel, erección frotando contra erección. El muchacho pensó que moriría de pura excitación, pero las cosas podían mejorar.

Lentamente, Severus se movió a lo largo del cuerpo del Harry. Besando, succionando y mordisqueando suavemente las sensibles tetillas. Tomando uno de esos capullos rosados entre sus dientes, lo mordió ligeramente, lamiéndolo dulcemente mientras su amante contenía la respiración. Después de tratar el otro pezón con idéntico esmero, Severus se movió hacia abajo. Cuando hundió la lengua en el ombligo de Harry, casi esperando que su hija se moviera de nuevo, el cuerpo juvenil se arqueó. Mirando hacia arriba, Severus observó que aferraba con fuerza el cabecero de madera de la cama, tanto que sus nudillos estaban blancos

Severus cubrió el redondeado vientre con más besos suaves, corriendo con cariño sus dedos sobre la piel caliente. Finalmente, se movió más abajo para concentrarse en el objeto de su deseo: la goteante polla. Con un rápido movimiento la tomó en su boca hasta la base. Harry jadeó y de nuevo intentó arquearse, pero esta vez Severus tenía sus caderas clavadas con sus manos. Acariciando la goteante polla con su lengua para paladear el sabor de su joven esposo, el maestro de Pociones se deleitó con la forma en que Harry reaccionaba a sus atenciones. Sabía que el Gryffindor estaba cerca del límite, y ese pensamiento le excitó más aún.

Controlando su propia pulsante erección, extendió la mano entre las piernas abiertas del Gryffindor y acarició sus testículos y la sensible piel detrás de ellos. Después de succionar y lamer su asta un poco más, tarareo experimentalmente con la deliciosa polla en su boca y Harry se corrió en su garganta con un grito estrangulado.

Severus lamió y succionó un poco más, antes de liberar finalmente la carne flácida, moviéndose hacia arriba en la cama para ubicarse al lado de su jadeante amante. Sudorosos mechones de cabello se aferraban a su piel, su rostro rojo y caliente; definitivamente, Harry lucía delicioso. El corazón de Severus dolió ante el pensamiento de que alguien más pudiera ver a su esposo así. Haciendo a un lado el desagradable pensamiento, escuchó el salvaje golpeteo del corazón del chico, yaciendo a su lado.

El silencio cayó en la habitación.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Harry después de recuperar el aliento. Había sido una de las más asombrosas experiencias de toda su vida, pero no comprendía porqué Severus lo había hecho. Después de todo, se suponía que debían follar para complater el enlace. Estaba muy seguro que una mamada no sería suficiente. Luego de un momento, su esposo contestó.

—Porque quiero que resistas cuando finalmente te tenga en mi interior —declaró como si fuera lo más natural. ¿Por qué había tenido que preguntar y romper el cómodo silencio que estaban compartiendo? Suspirando ligeramente, explicó—: Estabas demasiado cerca del límite para completar la tarea. Pero dado que eres un joven de dieciocho años con las hormonas alborotadas, dudo que te lleve mucho tiempo estar listo de nuevo.

El comentario hizo que Harry le mirara, confundido. Había pensado que sería como la otra vez…, que Severus le poseería. Simplemente, no imaginaba al hombre como la parte receptora en este pequeño juego de dos. Rodó de lado y se apoyó en un codo para alzarse. Frunciendo el ceño, miró directo a los ojos negros y preguntó:

—¿Yo? ¿Dentro de ti? Pero pensé…

—¿Qué pensaste? —le interrumpió el hombre. Le molestaba que Harry pareciera verle como una persona extremadamente dominante. Él, de toda la gente, debería conocerle. En voz fría, continuo—: ¿Asumiste que yo sería quien te tomaría? Ni hablar. Si piensas que arriesgaré la vida de nuestra hija por follarte hasta la inconsciencia, entonces eres un tonto. Piensa otra vez.

Severus había tenido razón, no tomó mucho tiempo para que Harry estuviera nuevamente excitado. Con besos, mordiscos y caricias, el hombre había logrado encender el fuego nuevamente en un santiamén. Sin embargo, a diferencia de la cariñosa atención que Severus había prestado a su esposo al principio, ahora toda la experiencia parecía tomar la cualidad de un negocio.

Harry no podría señalar qué, pero algo en Severus se sentía mal. Era como si mientras más se acercaban al momento de follar, más parecía aislarse. Harry no podía pensar en otra razón más que su esposo tenía un claro problema para ceder el control. No sería la primera vez que tuvieran sexo y el hombre había insistido en estar abajo.

Finalmente, Harry decidió que era posible que los nervios le hicieran ver cosas que no eran. Severus se había comportado muy apasionado toda la noche, y de los pedacitos que podía recordar, la noche de la fiesta de la victoria también. Quizás el enlace le ponía tan nervioso como a él y esa fuera la razón por la que ahora actuaba diferente. Después de todo, iban a completar el enlace y sellar sus destinos por los próximos diecisiete años. Salió de sus reflexiones cuando Severus aferró su hombro apretadamente y trató de conseguir su atención.

—¿Cómo quieres que me ponga? —preguntó el Slytherin en tono neutro.

Harry contuvo un gemido ante la pregunta. Imágenes de su amado en diversas posiciones cruzaron por su mente antes que consiguiera recuperar el control. Después de pensarlo un momento, tuvo un ligero ataque de pánico. ¿Cómo se suponía que haría esto? No podía mirar a la cara de Severus mientras le hacía el amor. Era imposible. Se sentía demasiado asustado de que pudiera ver… o no ver, AMOR. Su decision fue rápidamente tomada.

—¡Sobre tus manos y rodillas! —exigió, en el mismo tono que Severus había utilizado.

Su esposo obedeció al instante. Alejándose un poco, se acomodó para Harry, abriendo las piernas un poco más.

Quizás las cosas hubieran sido diferentes si Harry hubiera notado la mirada dolida y levemente aterrada en los ojos negros.

No lo hizo. En vez de eso, alargó la mano y comenzó a acariciar y masajear su espalda y sus nalgas, deslizando un dedo entre ellas de vez en cuando, intentando excitar aún más a su esposo.

De alguna forma, eso todavía se sentía incorrecto.

Respirando profundamente, Severus trató en lo posible de no tensarse ni retirarse del toque de Harry. Había pensado que sería más fácil, había pensado que podría hacerlo. Había esperado poder ver el rostro de Harry mientras lo hacía, pero parecía que el destino estaba en su contra. De forma lenta pero constante, un frío reptó para establecerse en su estómago. Su mente, su intelecto sabía que era Harry quien le estaba tocando; su esposo, la persona que más amaba en todo el mundo. Pero su cuerpo le estaba traicionando. Recuerdos profundamente enterrados en su interior cobraron vida; manos rudas tocándole, deteniéndole, hiriéndole.

Su vida como Mortífago y espía no había sido fácil, y el dolor había sido una constante en su vida. Después de algún tiempo se había acostumbrado a ser maldecido con el Cruciatus, y al hecho de que Voldemort disfrutara observando cuando sus Mortífagos lo ‘ejecutaban’ para él -rehusarse significaba la muerte- Pero eso no atenuaba el dolor, ni evitaba las pesadillas. Había asumido que podría manejar la parte sexual de su enlace, habiendo pasado ya una noche con Harry y siendo éste la persona que amaba. Había esperado que la certeza de que Harry nunca le haría daño fuera suficiente para mantener los recuerdos bajo control. Estaba comprobando que estaba equivocado.

Harry sintió a Severus temblar y supo que no tenía nada que ver con la excitación. Conociendo sus problemas para ceder el control, pero ignorando lo profundo del daño hecho, comenzó a frotar su espalda para tranquilizarle.

—Relájate, Severus. Todo está bien… no te voy a hacer daño, lo prometo. Tú todavía tienes el control, puedes decirme que me detenga cuando quieras. Severus, ¿escuchas lo que estoy diciendo? Todo va a salir bien.

Al escuchar a Harry musitando palabras de consuelo, Severus se sintió muy avergonzado por haber mostrado señales de debilidad. Haciendo esfuerzos por conseguir un tono neutral, declaró:

—Estoy bien, Harry, no te preocupes. Es sólo que la situación es inusual para mí, pero nada realmente importante. Sabes muy bien que no podemos darnos el lujo de esperar para acostumbrarnos mejor a esta situación. Así que, por favor, no te preocupes más por mí; creo que estabas a punto de ‘seducirme’.

Por un momento, sonó como la persona que Harry había conocido antes de la guerra, el hombre que había sido antes de permitir que él viera detrás de su máscara.

—Si tú lo dices —musitó, y a regañadientes comenzó a acariciar nuevamente las nalgas del hombre.

Cubriendo sus dedos con el lubricante que Severus había dejado sobre la mesita de noche, comenzó a trazar círculos alrededor de su entrada. El Slytherin jadeo al sentir que Harry introducía un dedo a través del apretado anillo de músculo. Sorprendido, notó que se sentía diferente a cómo había anticipado; muy diferente. En primer lugar, estaba el hecho de que estaba siendo completamente preparado. Por supuesto, sabía como se hacía, después de todo se lo había hecho a Harry ‘esa noche’; era simplemente que nunca antes se lo habían hecho a él. Era una de esas cosas que su mente conocía, pero que nunca había experimentado.

Teniendo cuidado de no ocasionar a Severus ninguna clase de dolor, Harry empujó otro dedo en su apretada abertura y buscó su próstata. Al momento en que la rozó, el otro siseó con deleite.

—¿Te gusta? —musitó Harry, la sonrisa que no pudo ocultar fue evidente en su voz.

Oh, si, era agradable. Muy agradable, de hecho. Si Harry seguía provocándole esas sensaciones, no le importaría estar abajo; en absoluto. En realidad, no sabía que podía sentirse tan bien.

Para cuando Harry decidió que Snape estaba listo para él, su esposo estaba retorciéndose de placer. Rápidamente, cubrió su pulsante erección con lubricante, antes de preguntar quedamente:

—¿Estás listo, Severus?

—Sí, adelante —logró decir con voz ahogada.

A pesar de que Harry le había hecho sentir tan bien, se aterró cuando sintió la punta de su polla en su entrada. Una vez más, el joven pareció sentirlo y volvió a frotar su espalda en un movimiento tranquilizador.

—Relájate para mí, Severus, respira. Va a estar bien, confía en mí —su voz era cálida, amable y tranquilizadora.

Severus apretó los ojos cuando finalmente sintió a Harry entrar en él, pero el dolor que había esperado nunca llegó. Todo lo que sintió fue un ligero ardor y una conocida sensación de extenderse. Esto no era malo; no era malo en absoluto.

Harry continuo hundiéndose en el apretado calor de Severus, proponiéndose ir lentamente para no herir a su amor.

Cuando al fin estuvo completamente enfundado en Severus, Harry todavía se contuvo y dio tiempo a su esposo para ajustarse a su intrusión. Respirando profundamente, trató de mantener su excitación bajo control; entrar en Severus le había llevado nuevamente al límite. En ese momento, el hombre movió sus caderas. El Gryffindor jadeó, aferró esas caderas y un sonido estrangulado emergió de su garganta.

—¡Demonios, Harry, muévete, me estás matando! —Severus jadeó, tratando de conseguir que Harry embistiera en su interior, sin mucho éxito. Se sentía mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado.

Con una pequeña sonrisa malvada, que afortunadamente el Slytherin no pudo ver, Harry comenzó a retirarse con agonizante lentitud. Severus maldijo, dándose cuenta que no era capaz de hacer que el joven acelerara sus movimientos, pues Harry tenía sus caderas fuertemente aferradas. El Gryffindor cambió un poco el ángulo de sus propias caderas, asegurándose de golpear la próstata de Severus cuando finalmente embistió en su interior. Esta vez, el hombre de ojos negros gimió con placer.

>>¡Más! —exigió Severus con voz ronca, y Harry obedeció de muy buen grado. Sí, sabía que esto se sentía demasiado bien y él mismo había suplicado por ‘más’ la noche de la fiesta de la victoria. Oh, sí; ciertamente, había cosas que ya recordaba.

Mientras embestía en el interior del cuerpo que estaba bien dispuesto bajo él, Harry tomó la pulsante erección de Severus y comenzó a bombearla al mismo ritmo de sus embestidas. Ahora, el maestro de Pociones estaba murmurando incoherencias y tratando de reunirse con el joven en cada empuje. Harry sabía que su amado estaba tan cerca del límite como él mismo.

—Eso es, Severus… —murmuró al sentir que su esposo estaba cerca del orgasmo. Embistiendo con más fuerza inclusive, fue totalmente inconsciente de la magia que se filtraba a través de sus cuerpos.

Entonces, ante la sensación de tener a Severus apretándole, y su caliente semilla cubriendo su mano, Harry embistió una última vez y se corrió con un grito ahogado.

Severus se dejó caer sobre la cama, sintiendo como sus huesos se habían vuelto gelatina.

Harry cayó encima de él, todavía en su interior. Jadeando pesadamente, beso la húmeda pieza de piel que era la nuca del hombre y susurró somnoliento:

—¡Te amo, Sev!

El Profesor se congeló. ¿Habría escuchado bien? ¿Realmente Harry había murmurado algo sobre el ‘amor’, o era todo producto de una quimera? Necesitaba saber si había sido real o no. Moviéndose lentamente debajo de su esposo, quien todavía estaba acostado sobre él, luchó por liberarse y mirar sus ojos… sin éxito. Estaba atrapado entre Harry y las ahora pegajosas sábanas.

Conteniendo el aliento, finalmente preguntó con voz apagada:

—¿Qué acabas de decir?

Esta vez, fue Harry el que se congeló. ¿Cómo había permitido que se le escapara algo así? ¿Realmente había sido tan descuidado como para decirlo en voz alta? Oh, Merlín, que lío. Severus nunca debería saber sobre los sentimientos que estaba tratando de ocultar tan desesperadamente. Pensando rápido, dijo lo primero que le vino a la mente en ese momento.

—Dije que amo follarte.




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Una buena follada. Un polvo casual. Eso era todo lo que era o sería para su joven y atractivo esposo.

Parecía que había pasado una eternidad desde que Harry le dijera esas palabras y todavía el dolor no desaparecía. Lenta pero inexorablemente, Severus se convirtió en el hombre que había sido. El hombre que había sido antes que la guerra hubiera terminado; antes que la amistad de un agobiado joven le hubiera transformado tanto.

Ahora, el viejo Snape había regresado.

El mismo hombre sarcástico, quitador de puntos, dador de detenciones, que ninguno de sus estudiantes hubiera deseado volver a ver jamás. Todavía, cuando estaba con Harry en público, seguían actuando como una pareja felizmente casada. Pronto, corrieron los rumores de que Snape regresaría a su yo ‘balanceado’ cuando su joven esposo diera a luz y pudieran compartir la cama nuevamente. De hecho, el profesor de Pociones no había tocado al joven desde la noche de bodas; algo que no tenía nada que ver con el embarazo ni con las indicaciones de Poppy, sino con la puerta cerrada de Harry.

Como esperaba, el Gryffindor empezó a cerrar la puerta de su cuarto después de la noche de bodas, y el tema de compartir la cama no había vuelto a ser discutido. Harry no parecía en absoluto interesado por tener sexo con su esposo, y Severus nunca hubiera admitido que pensaba diferente.

Aunque se mostraban como una pareja feliz ante el mundo, detrás de la puerta cerrada de sus aposentos era el puro infierno.

Después de terminar las clases del día y cenar en el Gran Comedor, pasaban algo de tiempo leyendo frente a la chimenea, corrigiendo trabajos o preparando lecciones. De vez en cuando jugaban una partida de ajedrez, que habitualmente ganaba Severus. Todo era mera cortesía; la tranquila amistad, las charlas, la época en que simplemente podían relajarse uno en compañía del otro…ese tiempo se había ido. A veces sentían como si su cercanía nunca hubiera existido.

Lentamente, esta tensión estaba pasando su factura a Harry.



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Quienes lo notaron, además de Severus, pensaban que eran los efectos secundarios del embarazo, aunque unos cuantos sabían la razón real del porqué, últimamente, Harry estaba triste y cansado todo el tiempo. Era su farsa de matrimonio.

Los ojos verdes habían perdido su brillo y se le veía con los hombros hundidos, como si tuviera un gran peso sobre ellos. Lucía peor que antes de la batalla final. El ‘brillo’ que le había rodeado al comienzo de su embarazo se había esfumado; ahora se veía siempre pálido.

De alguna forma, parecía apropiado que su primera gran pelea ocurriera el día de Navidad...



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Un furioso Severus entró como tromba en la salita de estar donde Harry estaba sentado frente a un hermoso árbol de Navidad, leyendo.

—¿Cuándo, exactamente, habías planeado decirme que madam Pomfrey está preocupada por tu salud? Dice que estás deprimido y que te pidió que redujeras tus horas de clase hasta que naciera Ebony, pero rehusaste hacerlo. Además, me contó que te ordenó descansar al menos una hora después del almuerzo. Poppy sólo me preguntó si estabas siguiendo sus instrucciones. No puedo recordar haberte visto acostado durante el día, y la mayoría de las veces ni siquiera vienes a nuestros aposentos durante el descanso del almuerzo. ¿En qué demonios estás pensando? ¿Acaso piensas en absoluto? ¿Estás tratando de dañar a nuestra hija o simplemente es que no te importa? ¡Ebony es mi hija también!

Harry, que se había sobresaltado cuando Severus irrumpió en la habitación, se veía definitivamente furioso.

—Oh, ¿cómo pude olvidar ese pequeño hecho? Por eso es que nos encontramos en esta situación en primer lugar, ¿cierto? Sé muy bien que te preocupas por el bienestar de Ebony. ¿Temes que la ‘yegua de cría’ pueda dañar a tu preciosa heredera? —siseó Harry con sarcasmo—. Oh, olvidé que ella no es tu heredera, ¿verdad?

El joven se levantó, lanzando puñales por los ojos. De repente, el aire que le rodeaba comenzó a girar y un aura le rodeó, brillando intensamente con un color verde enojado.

Severus trató de decir algo pero su esposo le interrumpió.

>>¡No! ¡Ahora tú me vas a escuchar! Algo ha cambiado. ¿No te das cuenta que sólo hablamos sobre las clases o de mi salud? Hubo un tiempo en que yo era tu amigo, no sólo alguien que está gestando tu hija por un simple accidente —gritó a su asombrado esposo—. Estar juntos es como caminar sobre cáscaras de huevo y me está conduciendo a la locura. No quiero tener que seguir haciéndolo.

Al pronunciar la última palabra, todos los adornos de cristal del árbol de Navidad estallaron, enviando pequeñas piezas de vidrio por toda la habitación.

Harry no parecía darse cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Entonces, una repentina expresión de pánico cruzó su rostro, y Severus observó con horror que una oleada de energía mágica blanca emergía de su cuerpo. El poder del arrebato hizo que los muebles se sacudieran, y casi envió al maestro de Pociones volando hacia la pared más cercana. El profesor de Pociones observó sin poder hacer nada mientras, como si sucediera en cámara lenta, su esposo caía al suelo, inconsciente.



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Severus observaba en silencio mientras la medibruja lanzaba hechizo tras hechizo sobre su inconsciente pareja. Ella no había dicho una sola palabra desde que el Profesor llevara a Harry a la enfermería, contándole lo que había pasado. Finalmente, después de lo que al hombre le pareció una eternidad, Poppy se dirigió hacia él, con expresión confundida.

—Severus, ¿estás seguro que sucedió exactamente como me contaste? ¿No se te olvidaría algo, o lo has ‘cambiado’ para ahorrarle un problema a Harry?

El aludido la miró con incredulidad.

—¿Hablas en serio, mujer? ¿Por qué te mentiría, cuando esto involucra la salud de mi esposo y mi hija? ¿Por qué haría algo tan estúpido? Por supuesto que todo sucedió exactamente como te lo conté. ¿Por qué lo preguntas? ¡Habla ya! ¿Cuál es el problema?

—Bien, Severus, los resultados de Harry son muy inusuales. Parece como si de alguna forma estuvieran mezclados con los de Ebony. Es la única explicación que encuentro para lo que encontré en mi revisión. Los poderes mágicos de Harry y Ebony combinados son un tanto difíciles de manejar. Supongo que cuando Harry se enojó, la bebé también lo hizo. Esto ocasionó que Harry perdiera el control de su propia magia y disparara la de la criatura, que también fluyó. Fue demasiada para que él la manejara y se liberó de la única manera posible: dejándola ir completamente. Es todo lo que puedo discernir en este momento. Es casi imposible que todo ese poder mágico pertenezca a Harry —explicó, mientras prensaba—: “Si fuera suya, nunca habrías podido embarazarle”

—¿Qué significa esto para él? —preguntó Severus, preocupado de que Harry o Ebony pudieran haber sido lastimados de algún modo durante la discusión.

—Significa —comenzó, palmeando ligeramente la mano del hombre —que tu esposo está agotado porque drenó una gran cantidad de su magia, y algo de la de Ebony. Pero no es nada grave. Ahora necesita dormir, y mucho descanso durante unos pocos días, pero no se ha producido ningún daño permanente, ni en él ni a tu hija. Ve a sentarte con él, debería despertar pronto —y con eso dejó solo a Severus.



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—Lo lamento —murmuró Harry tan pronto como despertó.

Severus, que había pasado la última hora junto a su cama, sosteniendo su mano, sonrió al ver que se movía.

—No, tú tenías razón —contestó suavemente. Necesitaba decir lo que tenía en mente; necesitaba asegurarse que Harry no se alteraría de nuevo. Después de todo, tenía parte de culpa de que el joven fuera infeliz, así que musitó—: Debí haber puesto más interés en ti y en tus preocupaciones. Es sólo… —se interrumpió, incapaz de decir lo que deseaba decir.

—¿Es sólo qué? —indagó, observando cuidadosamente al profesor de Pociones.

—Es sólo que…

“no puedo soportar tenerte cerca y no poder tocarte o abrazarte; demostrarte cuánto te amo”, pensó

>>… no estoy acostumbrado a tener a alguien alrededor todo el tiempo. Trataré de cambiar mi comportamiento. No es como si necesitáramos apurar nada —dijo, acariciando su anillo de boda con aire ausente mientras terminaba—. Tenemos varios años para acostumbrarnos a vivir juntos.





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Última edición por alisevv el Jue Abr 28, 2016 3:11 pm, editado 8 veces
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MensajeTema: Re: Hangover and other secondary effects. Capítulo 14. Despedazándose   Hangover and other secondary effects. Capítulo 14. Despedazándose I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 8:48 pm

no se pero realmente que harry este mal es solo y unicamente su culpa...por terco y por no creer en sev...si le hubiera escuchado como se debe se hubiera ahorrado todaaa esta situacion..u_u...hummm harrry onegai recapacita.. :s
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