alisevv
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| Tema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 3. Revelaciones Sáb Jun 27, 2009 8:48 pm | |
| —Harry, sé racional. Tienes que ver una medibruja para asegurarte que todo está bien. No querrás poner en peligro a tu bebé, ¿verdad? Y, definitivamente, necesitas conseguir algo contra esas náuseas matutinas —la voz de Hermine era suave como si estuviera hablando con un niño. Suprimió un suspiro cuando vio la expresión obstinada en el rostro de Harry.
—No —fue todo lo que dijo, cruzando los brazos frente a su pecho. Pero Hermione no desistió. Siguió sentada ahí, en la cama junto a él, sin apartar los ojos de su amigo.
Ron, por su parte, no era tan paciente. El comportamiento infantil de Harry lo ponía furioso. Dejó de caminar a través de la habitación y gritó:
—Deja de actuar como un completo idiota, Harry. Primero, mezclaste poción contra la gripe y alcohol, y te sorprende haberte enfermado, cuando deberías haber conocido bien los efectos de esa mezcla. Luego, logras quedarte embarazado de un completo extraño. Después, nos dices que quieres estar con un cretino grasiento como Snape, y ahora, pones en peligro tu salud, actuando como un testarudo niño de tres años. ¿Qué está pasando contigo, compañero?
Antes que Hermione pudiera reaccionar, Harry se levanto de la cama, taladrando a Ron con una furiosa mirada.
—¿Quieres saber lo que está pasando conmigo? —gritó, sus manos cerradas en puños—. Te diré lo que está pasando conmigo. Toda mi vida he hecho lo que otros esperaban que hiciera: luchar contra Voldemort. Mi ‘misión en la vida’, desde que recibí la maldita cicatriz. ¿Crees que es divertido ser enemigo personal del peor mago oscuro existente? En caso de que no lo sepas, te lo diré: No, no lo es. Y luego, después que cumplí con mis deberes, completé mi tarea y lo destruí; después que mucha gente murió en la batalla, y una vez que yo volví a vivir, hubo esa gran celebración —la voz de Harry destilaba sarcasmo; sólo su labio inferior, ligeramente tembloroso, indicaba cuan herido estaba en realidad.
Respirando profundamente, continuó, hablando más para si mismo que para sus amigos.
>>Yo no quería ir. No quería que me miraran como un animal raro en el zoológico, o como a un trofeo digno de ser ganado. Me sentía enfermo y lo único que quería era estar solo. Pero, ey, a quién le importa lo que yo quiero, ¿cierto? —sonaba tan derrotado que Hermione sintió deseos de llorar. Alargó la mano para tocarlo, pero él no la dejó. En lugar de eso, comenzó a vagar alrededor de la habitación.
>>Tienes que participar, Harry. Tú derrotaste a Voldemort. Nos salvaste. La gente quiere agradecerte por eso. Seguramente no querrás decepcionarlos, ¿verdad? —su imitación de McGonagall era asombrosamente parecida—. Así que me tomé la poción contra la gripe, me dije a mi mismo que sería la última vez que tendría que hacer algo así, y esperé que todo terminara pronto. Y cuando comencé a sentirme peor, busqué un lugar para acostarme. No esperaba nada más que unas pocas horas de sueño. Tonto de mí, esperar que mi vida pudiera ser normal, para variar. Pero luego —el tono de voz de Harry se elevó de nuevo mientras enfrentaba a Ron —luego, el estúpido Potter, criado entre muggles, logró embarazarse de un completo extraño. ¡Oops! ¿Quién hubiera creído que los hombres podían quedarse embarazados? ¡Yo no, eso es seguro! —su voz había crecido en volumen durante su diatriba, al punto que ahora estaba gritando a Ron.
Canalizando su furia en otra forma más física, levantó una almohada de la cama y la lanzó contra la pared más cercana. Necesitaba controlar su ira, o perdería el control de su magia una vez más.
Sus dos amigos lo miraban horrorizados.
Entonces, como si repentinamente hubiera perdido toda su energía, Harry se derrumbó sobre la cama, llorando. Entre sollozos, consiguió decir:
>>¿No comprenden? No quiero estar embarazado. No quiero ser padre soltero. Ahora, Severus nunca me querrá. ¡Merlín, tengo diecisiete años! Todo lo que deseaba era enseñar, tener alguien a quien amar y vivir una vida en paz. ¿Acaso es tan inusual desear eso?
—No —lo tranquilizó Hermione, abrazando apretadamente su temblorosa figura—, es perfectamente normal. Y tú te lo merecerías. Pero me temo que negar los hechos no los va a cambiar. Tendrás que llevar tu embarazo hasta el fin, Harry, a menos que decidas… —ella se detuvo, sin querer terminar lo que iba a decir.
Pero Harry comprendió a qué se refería. La miró, horrorizado, y sacudió la cabeza, declarando:
—No. Voy a tener este bebé. No mataré a mi niño. Me prometí a mi mismo que nadie más tendría que morir nuevamente por mi causa; nunca. No si puedo evitarlo.
Hermione sonrió ante sus palabras, y Ron, que había estado observando toda la escena en silencio, comentó:
—Bien, entonces supongo que tenemos que ir a hacerle una visita a Poppy.
Alrededor de treinta minutos más tarde, los tres entraban en el ala de la enfermería de Hogwarts. Se habían aparecido en Hogsmeade y caminado lentamente hasta el castillo, no deseando estresar a Harry en modo alguno. Ya había tenido suficientes disgustos por un día.
Cuando Poppy Pomfrey los vio llegar, se mostró encantada.
—¡Harry, Ron, Hermione! Que agradable sorpresa. ¿Qué los trae por aquí en vacaciones? ¿Visitando a Hagrid? —indagó, alegre. Entonces, notó lo cansado que lucía Harry y su tono se hizo más serio—. Harry, querido, ¿qué te sucede? ¿Quieres acostarte? Parece que te fueras a desmayar —afirmó la medibruja, asiendo su brazo para evitar que se cayera.
—Sí, por favor —contestó Harry con voz débil, mientras la habitación comenzaba a girar en torno a él. Segundos después, suspiró con alivio al encontrarse acostado en una de las camas de la enfermería.
Decidiendo que era mejor darle algo de tiempo para recuperarse, Poppy tomó su varita y se volvió hacia el resto de los invitados.
—Creo que me deben una explicación. ¿Por qué están aquí y por qué Harry luce como si tuviera gripe?
Ron quiso contestar algo, pero Hermione le dio un codazo en las costillas.
—Perdone, pero no somos quienes para decirle lo que está pasando con Harry —se disculpó la chica.
—Bien, entonces tendré que preguntarle a él —la medibruja estaba definitivamente enojada. Se giró hacia el hombre de cabello oscuro que yacía sobre las sábanas limpias, su piel casi tan blanca como la funda de la almohada—. Vale, Harry, voy a hacerte una revisión rápida y luego… —comenzó, pero fue interrumpida con energía.
—¡No! —exclamó el joven mago.
Mirándolo con sospecha, Poppy preguntó:
—Harry Potter, ¿de qué se trata todo esto? No seas chiquillo. Has pasado aquí más tiempo que cualquier otro estudiante, por mucho. Entonces, dime, ¿qué te trae por aquí esta vez?
Tragando con fuerza y enderezándose lentamente, Harry reunió todo su coraje y miró a la medibruja a los ojos.
—Necesito estar seguro que guardará en secreto todo lo que le voy a decir. No tiene permiso para contarle a nadie los resultados de las pruebas que va a hacer. Si no está de acuerdo, encontraré a alguien más —el tono de Harry no dejaba dudas de que estaba hablando en serio.
—Por supuesto, mantendré tus resultados bajo llave si así lo deseas —la bruja mayor sonaba definitivamente ofendida—. Ahora, ¿vas a decirme de qué se trata todo este comportamiento reservado?
Tomando una profunda bocanada de aire, Harry contestó.
—¡Me temo que estoy embarazado. | |
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