alisevv
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| Tema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 11 Jue Ago 06, 2009 12:06 am | |
| Harry terminó su ducha y apartó la toalla húmeda y las ropas sucias. Se detuvo un momento, considerando si ir o no a la habitación de Sev vistiendo sólo boxers, antes de inclinarse sobre su baúl para sacar su bata. Se arrebujó en la suave y gastada franela, atándola a su alrededor, y caminó a través de la sala de baño para tocar en la puerta de Severus.
Después de unos momentos, se escuchó la voz del maestro, al parecer, algo cansada.
—Adelante, Harry.
El joven abrió la puerta lentamente y dio un paso en el interior, los ojos muy abiertos mientras veía en derredor. La chimenea mostraba en ambos laterales unas elegantes tallas de dragones, esculpidos sobre un patrón de hiedra igual al de la sala principal. Sobre la delicada repisa estaban colocados tres portarretratos de plata con fotografías mágicas, una pequeña caja de madera rojiza, y dos palmatorias de plata con altas velas que ardían sin parpadear, emitiendo mayor cantidad de luz que la que habitualmente emitirían. Frente a la chimenea había un viejo sillón cálido y confortable, estampado con la técnica tie-dye* en colores verde y blanco, y una mesita sobre la que estaban una lámpara oscura y un libro.
Contra la pared a un lado del hogar, había un juego de estanterías, en madera negra y altas hasta la cintura, conteniendo libros, una colección de grabaciones de vinilo pasadas de moda, una vitrola, y otra fotografía. En el centro de la habitación se encontraba una cama similar a la de Harry, excepto por el tamaño y por el hecho de que las cortinas de terciopelo oscuro que la rodeaban eran un poco más bellas. A lo largo de la pared del lado más lejano de la habitación, había un armario y varios estantes, con algunos objetos que Harry no alcanzaba a identificar bajo la luz de las velas y más libros. No había tapices, y sólo dos pequeñas zonas alfombradas, una por la cama y otra frente a la chimenea, dejando la habitación, que era más pequeña que la de Harry, asombrosamente desnuda.
Severus estaba sentado a los pies de la cama, vestido con sólo sus pantalones y observando a Harry, para ver su reacción ante la habitación. Cuando finalmente el joven reunió sus ojos con los de él, preguntó suavemente.
—¿Supongo que no era lo que esperabas?
—No realmente —contestó, avanzando otro paso dentro del cuarto y cerrando la puerta tras él. Se encontró con que sus ojos derivaban nuevamente hacia las fotos, mientras continuaba serenamente—. Esperaba algo parecido a mi habitación, con más de esos muebles duros y lujosos que no animan a sentarse durante mucho tiempo. Esto es muy agradable.
Severus rió entre dientes, observándolo mientras contestaba.
—Si gustas, eres bienvenido a mirar las fotos, Harry. De todas formas, estoy seguro que tu curiosidad haría que las miraras, eventualmente —el joven esbozó una pequeña sonrisa avergonzada, al tiempo que se acercaba a la repisa, mientras el profesor agregaba—: Esta habitación tuvo un mobiliario muy diferente una vez, pero tienes razón, era completamente incómodo, especialmente la cama. Creo que ahora todo está en un cuarto de invitados cerca de la torre de Astronomía, pero no podría jurarlo.
—Entonces, ¿por qué te enojaste tanto cuando Dobby cambió la mía? —Harry lo miró brevemente antes de regresar su atención a la fotografía de un larguirucho muchacho de cabello negro, al que le parecía que debía reconocer. El adolescente estaba parado dentro de un sencillo pero elegante marco, con un fondo borroso, con espacios obviamente vacíos a cada lado de él. Parecía tener unos quince años, era alto y esbelto, y vestía una sencilla túnica negra que daba poca indicación de cuántos años tendría la foto. Después que Harry llevaba un rato observándolo, el chico empezó a reír, girando la varita, y, ocasionalmente, volviendo la cabeza a un lado y al otro, mostrando un aro de plata brillando en su oreja derecha.
—A causa de los muebles con los que los reemplazó, por supuesto —contestó como si fuera evidente—. El rojo es un color muy chillón para el mobiliario. Me recuerda el de una casa de citas, y los agregados en dorado o amarillo lo hacen incluso peor. Luego, por supuesto, está el hecho de que demasiado rojo en los antiguos aposentos de Salazar Slytherin, haría que su retrato en la salita de estar echara fuego por la boca en la primera oportunidad que dejaras tu puerta abierta. En realidad, él es un hombre bastante obstinado, incluso siendo una pintura, y se aseguraría de que nunca lo olvidáramos, aunque fuera meticulosamente cortés sobre ello.
Harry se echó a reír.
—No había pensado en eso. Supongo que no le gustaría mucho —volvió su atención a las fotografías, haciendo un gesto hacia la que había estado observando—. ¿Quiénes son las personas en esas fotografías?
—Ése soy yo.
Los ojos de Harry se abrieron con sorpresa mientras el hombre se paraba y caminaba para reunirse con él. Juntos, observaron como el chico apartaba su varita y luego, una atractiva chiquilla, vestida con una brillante blusa campesina, entraba por el lado derecho de la imagen. La chica sonreía al muchacho, radiante, y luego miraba a Harry con curiosidad, mientras Severus explicaba suavemente:
>>Esa foto fue tomada en mi decimotercer cumpleaños, el primer y último cumpleaños que mis padres me permitieron pasar como me gustaba.
—¿Quién es ella? —indagó, mirando al maestro, casi seguro de saber la respuesta.
Severus le sonrió ligeramente antes de regresar su mirada a la chica, sus ojos oscuros con un tinte de tristeza mientras Harry lo observaba.
—Tu madre, Lily. Fue una de las últimas veces que pasamos un día juntos —otra figura entró por el lado izquierdo de la fotografía y posó un brazo sobre los hombros del chico de cabello oscuro, mientras Severus hacia un gesto hacia él, desviando la atención de Harry—. Lucius estuvo sorprendentemente encantador ese día, considerando su baja opinión sobre los hijos de muggles. Fue la única vez que estuve con ambos todo un día sin una sola discusión o cruce de palabras entre ellos.
Harry miró la imagen por un largo tiempo, notando cuan felices se veían Severus y Lily, y la sonrisa satisfecha en el rostro de Lucius. De repente, se dio cuenta que era una imagen muy similar a una que él tenía con Ron y Hermione. Miró nuevamente a Severus, para notar que éste lo estaba observando con una expresión ligeramente curiosa.
—¿Te importaría hablarme sobre mi madre? —pidió.
—No, Harry, claro que no me importa —contestó, ligeramente sorprendido. Había esperado preguntas sobre su relación con Lucius, no acerca de Lily—. ¿Qué te gustaría saber?
El joven miró la foto justo en el momento que Lucius jalaba el cabello de Lily, haciendo que ella lo mirara para escuchar lo que él le decía, algo que la hizo reír. El muchacho de cabello negro ponía los ojos en blanco y decía al rubio algo, obviamente mordaz, pero a éste no pareció perturbarlo en absoluto. Harry volvió a mirar a Severus y preguntó tranquilamente:
—¿Lo que dijo Remus es cierto? ¿Mi madre era tu mejor amiga? Hasta que los Merodeadores se metieron en medio, quiero decir.
Severus asintió, mirando de nuevo la fotografía y atrayendo la mirada del joven hacia ella, en el momento que Lucius se inclinaba hacia la versión más joven del maestro, sonriendo, y le musitaba algo que hacía que él y Lily enrojecieran con fuerza.
—Ella y yo éramos muy cercanos, como tú y Granger, creo, excepto que estábamos en Casas separadas —hizo una pausa, observando mientras Lucius frotaba la nariz contra la oreja del moreno y le decía algo que hizo que el ruborizado joven se acercara un poco más con una pequeña sonrisa; luego agregó, más tranquilo—. Fue a inicios de nuestro tercer año cuando ella se enamoró de James. Él fue siempre un joven gallardo, hasta yo podía ver eso, pero sin importar lo que a tu padrino le guste creer, en realidad, él no era para nada como tú, Harry. Por aquel tiempo, el equipo de quidditch de Gryffindor prácticamente gobernaba la escuela, y James era su jugador estrella. Disfrutaba la notoriedad que le daba eso, y sometía a todos con la ayuda de Sirius Black.
Severus bajó la vista, mirando el fuego mientras continuaba.
>>De todas formas, yo no era popular, así que cuando James y Sirius comenzaron a hacer de mi vida un infierno, nadie estuvo dispuesto a ayudarme, excepto Lucius y la propia Lily. Yo podía manejar a tu padre, o a Sirius, si hubieran estado solos, pero nunca me daban la oportunidad, y si Lily pasaba por allí siempre me ayudaba. A James no le gustaba que ella me apoyara, así que él y sus amigos se desquitaban conmigo a la primera oportunidad, generalmente sin advertencia. No transcurrió mucho tiempo antes que ella empezara a pasar todo el tiempo con James y sus más aceptables amigos, y yo estaba tan disgustado por haber perdido a mi mejor amiga que deje que Lucius me influenciara con la idea que los nacidos de muggle eran desleales y poco confiables.
Harry permaneció callado unos instantes, sólo observando a Severus, quien seguía con la vista clavada en el fuego. Finalmente, musitó suavemente:
—Una vez, Dumbledore me dijo que debía tener en cuenta que los recuerdos de Sirius sobre mi padre eran remembranzas guiadas por el cariño de alguien que lo había amado. En realidad, no comprendí lo que él me había querido decir, pero creo que ahora lo hago —Severus levantó la cabeza, sorprendido—. La forma en que pienso de Ron, es muy distinta de cómo lo hago de alguien como Draco. Me es fácil olvidar las cosas que hace que pueden enojar o herir a otra gente porque es mi mejor amigo, además de Hermione.
Severus miró a Harry por largo rato y luego musitó, suavemente:
—Eres muy sabio para tu edad, Harry.
La esquina de la boca del otro se curvó en una media sonrisa.
—Creo que ya establecimos eso —contestó—. He estado bastante atiborrado para mi edad.
Severus le regresó la sonrisa.
—Lo sé, pero aún así, todavía me sorprendes constantemente.
Harry enrojeció ligeramente, sonriendo mientras bajaba la vista; entonces, tuvo un repentino pensamiento y levantó la mirada de regreso hasta los ojos negros.
—¿Y qué pasó con Remus? Mencionó que ustedes fueron buenos amigos una vez.
El hombre asintió y contestó.
—Durante nuestro primer año, Remus y yo nos sentamos juntos en las clases de Pociones, y, ocasionalmente, estudiamos juntos después de eso. Éramos amigos; posiblemente, algo parecido a tu amistad con Thomas. Pero la primera lealtad de Remus siempre fue para Sirius, y luego para James, a causa de Sirius. En realidad, Remus fue quien presentó a Lily a James.
Harry lo miró a los ojos, comprensivo y un tanto triste.
—Debió ser difícil para ti perderlos a ambos por culpa de que mi padre fuera tan cretino.
Severus estaba tan sorprendido, que contestó sin pensar.
—Hubiera sido más difícil si Lucius no hubiera estado allí para recoger las piezas.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado, recordando lo que el profesor le había dicho sobre él y Lucius asistiendo a fiestas de adolescentes, antes de mirar la fotografía una vez más. Lily había abandonado el marco. Lucius estaba susurrando al oído de la versión juvenil de Severus, que tenía la boca ligeramente abierta y los ojos cerrados, con una expresión de evidente deseo en su rostro. Harry observó como el rubio pasaba una mano por el cabello oscuro, acercándolo hacia sí de una manera que mostraba de manera obvia que eran mucho más que amigos y que Lucius estaba completamente a cargo.
—¿Él era muy distinto en aquella época?
El Profesor sonrió ligeramente, observando la fotografía con expresión indescifrable.
—El Lucius que conocí antes que se uniera a Voldemort era completamente diferente del Mortífago que conociste. Una vez fue un joven hermoso, completamente despreocupado, y siempre dispuesto a una broma o a utilizar su rápido ingenio para conseguir algo o salir de un problema. Él nunca fue un ángel, no más que yo, pero tampoco era completamente malo —se detuvo un segundo, observando a Lucius jalar a la joven versión de si mismo, lanzándole la sonrisa predadora que Severus tan bien conocía, mientras lo guiaba fuera de la foto, dejando el marco vacío—. Era una versión Slytherin de tu padre, supongo; guapo, inteligente y atrevido, y siempre estaba rodeado de gente. La mayor diferencia entre ellos era, probablemente, que Lucius era popular entre los otros porque querían ver lo que podía hacer por ellos, no porque les gustara verdaderamente.
—¿Por qué te gustaba? —preguntó Harry, logrando que Severus lo volviera a mirar.
—No sólo me gustaba, Harry. Yo lo amaba más de lo que debería, e hice muchas cosas de las que no me siento orgulloso por complacerlo, incluyendo aceptar la Marca Oscura y todo lo que eso suponía —esbozó una triste sonrisa de desprecio a si mismo, antes de mirar nuevamente a la chimenea—. Yo estaba tan engatusado por el hecho de que él decía amarme, que nunca pensé cuestionarlo hasta que ya tenía la marca —suspiró, cerrando los ojos por un instante, para luego abrirlos y mirar a Harry. Parecía que ni siquiera había notado que unos mechones de cabello colgaban frente a su rostro mientas continuaba en tono bajo—. Yo era poco más que su juguete, alguien que tenía cerca porque podía usarme, pero no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde.
—Él no era lo suficientemente bueno para ti —murmuró Harry tan pronto como estuvo seguro que Severus había terminado de hablar—. Merecías algo mejor que eso.
El hombre sonrió irónicamente.
—Harry, tienes muy poca idea de las cosas que hice para complacerlo. No soy un hombre agradable.
—Quizás no, a veces, pero eres un hombre bueno —contestó, girándose un poco más hacia él, mientras alzaba una mano y retiraba un mechón de su cara—. Hiciste malas elecciones a causa del amor, pero cuando llegó el momento, escogiste el lado correcto, y sé que te arrepentiste de las cosas malas que hiciste. Eso prueba que eres un buen hombre. Los malvados no se arrepienten de su maldad, sólo continúan hiriendo a la gente hasta que alguien los mata.
Severus lo miró largo rato antes de decir suavemente:
—Aparte de Draco, eres el único estudiante que, en quince años, me ha visto de otra manera que alguien para odiar o temer —se detuvo, para luego preguntar en un tono casi desconcertado—. ¿Por qué? ¿Qué has visto en mí, Harry?
El joven sonrió, su expresión suave y llena de amor.
—Creo que veo las mismas cosas que vio mi madre. No al Maestro de Pociones, o al Profesor, o al antiguo Mortífago, sino al hombre gentil e increíble, quien es un amigo leal y estaría dispuesto a salvar la vida de alguien aunque lo odiara, sólo porque fuera lo correcto —levantó la mano y deslizó los dedos por la fuerte mandíbula, mientras añadía quedamente—. Veo al hombre que amo. El que desearía, más que nada en el mundo, que fuera completa y verdaderamente feliz. Pienso que él ya se há castigando suficiente, sin importar lo que pudiera haber hecho cuando era joven y estúpido.
Severus levantó su mano para cubrir la de Harry, mientras la movía para besar suavemente su palma, para luego mirar sus ojos al tiempo que bajaba las manos, con los dedos entrelazados. Le regalo la sonrisa más sincera que el muchacho hubiera visto jamás en su rostro y susurró:
—Yo también te amo, Harry. No puedo explicar cómo ni porqué, ni siquiera a mi mismo, pero sé que lo hago.
El joven se inclinó y lo besó suavemente, antes de separarse y buscar sus ojos, mientras sonreía y murmuraba:
—Justo ahora, me gustaría mucho ir a la cama contigo.
Severus sonrió, sin importarle el cambio de tema.
—También me gustaría. Dame un minuto.
Asintió, y luego lo besó rápidamente antes de liberar su mano y preguntar:
—¿Tu habitación o la mía?
—La que prefieras —contestó, mientras se giraba para ir hacia el baño, todavía sonriendo—. Mi cama es más grande, pero si la pasada noche es una referencia, no necesitamos mucho.
Harry sonrió, dejando que su mirada vagara sobre el cuerpo de Severus hasta que desapareció en el cuarto de baño; luego, caminó hacia la cama. Quitándose la túnica, la dejó en el pie de la misma, se movió hacia la cabecera y empezaba a retirar las mantas cuando, por el rabillo del ojo, observó movimiento y alzó la mirada, para detenerse y mirar sorprendido la escena de luz de luna sobre su cabeza. Había dos unicornios en un prado, uno de ellos pastando mientras el otro, que era bastante más joven, saltaba y jugaba, persiguiendo un reflejo de luz plateada que, como Harry se dio cuenta un momento después, era una hada.
Estaba tan embelesando observando el pequeño unicornio, y el hada que estaba convenciendo al mayor que jugar, que no escuchó que Severus regresaba del baño. Se sobresaltó, ligeramente sorprendido, cuando el hombre rodeó su cintura con sus brazos, perplejo de que hubiera estado tan extasiado. Besó la nuca de Harry, antes de apoyar la barbilla en su hombro y susurrar:
—Hermoso.
El joven asintió, la calidez recorriendo su cuerpo al sentir la piel desnuda contra su espalda, y giró la cabeza para sonreír al profesor.
—¿Verdad que lo son? Nunca había visto unicornios jugar así.
Los labios de Severus se curvaron en una sonrisa.
—Me refiero a ti —Harry enrojeció, mirando a la cama, y Severus besó su hombro antes de susurrar en su oído—. Eres tan maravilloso que me tientas sin siquiera intentarlo.
Harry tembló y se apoyó contra Severus, levantando las manos para cubrir las del mago mayor, que estaban cubriendo su estómago, al tiempo que contestaba quedamente:
—Eres bienvenido a ceder a la tentación. Soy tuyo siempre que quieras.
Severus gruñó suavemente y lo besó justo debajo de la oreja, antes de susurrar:
—Quiero ir lentamente contigo, Harry. No quiero que te arrepientas de nada de lo que hagamos.
—No lo haré —le aseguró, girando la cabeza para ver los ojos negros—. Lo prometo.
Severus lo miró fijamente unos segundos y preguntó:
—¿Qué deseas, Harry?
—A ti —susurró con una sonrisa, dando vuelta un poco en los brazos del hombre, para poder verlo más cómodamente.
Severus le devolvió la sonrisa y lo besó, antes de mirarlo a los ojos de nuevo.
—Sé más específico.
El chico le acarició el brazo un corto tiempo, para luego girarse por completo y elevar sus brazos para rodear el fuerte cuello, sonriendo suavemente.
—Quiero que hagas lo que sea con lo que te sientas cómodo.
El otro rió ligeramente.
—Tú eres el virgen aquí, Harry, no yo.
El Gryffindor jugueteó con el cabello de Severus.
—Sí, pero yo no tengo ninguna duda.
—Y crees que yo sí —replicó, repentinamente serio.
La sonrisa de Harry no se apagó, mientras asentía levemente.
—Sí. Me alegra que te hayas dado cuenta de que me amas, pero pienso que has decidido que hacerme el amor sería como tomar ventaja sobre mí.
Las cejas del maestro se alzaron con sorpresa; lo miró largamente a los ojos antes de preguntar quedamente:
—¿Cómo has logrado conocerme tan bien?
—No fue fácil —replicó con una risa ligera—. Te he estado observando por años, sin darme realmente cuenta; y más recientemente, lo hice intencionalmente cada vez que pensaba que podía hacerlo sin que lo notaras. Hasta hace pocas semanas, has sido muy bueno ocultando lo que estabas pensando la mayor parte del tiempo —se inclinó a besar sus labios suavemente, antes de sonreír y continuar—. Y adoro que estés lo bastante cómodo como para permitirme ver más cómo te sientes ahora.
Severus le dio una pequeña sonrisa irónica, acariciando suavemente la piel de su espalda.
—Recientemente, ha sido mucho más difícil de ocultar. En estos pocos días, he sonreído más que todo el año previo.
La sonrisa de Harry se amplió, sus ojos repentinamente brillantes.
—¿Y por qué sería eso?
El hombre rió entre dientes.
—¿Hmm, supongo que quieres oírmelo decir? —Harry asintió, intentando no reírse, y Severus esbozó una sonrisa divertida—. Toda la culpa la tiene el bello joven que, con toda tranquilidad, entró en mi vida sin que yo lo notara, y con igual facilidad llegó a mi corazón, mis habitaciones, y mis brazos.
Harry se ruborizó, sacudiendo la cabeza.
—Soy bajito y normalito.
Sonriendo suavemente, replicó:
—Eres hermoso, Harry, por dentro y por fuera. Eres una persona muy especial, y no sólo por las cosas asombrosas que has hecho —levantó una mano para correr los dedos por el alborotado cabello, mirando los ojos verdes—. Minerva tuvo razón, aunque nunca me convencerás que lo admita ante ella. Tú has dado todo por luchar contra Voldemort y salvar a personas que apenas conocías. Mereces ser feliz.
—Tú hiciste lo mismo, Sev —replicó Harry de inmediato, sorprendiéndolo—. Entregaste más que yo, si lo piensas bien. Perdiste a tu familia y amigos, y al hombre que amabas, y te encerraste en una mazmorra por diecisiete años, como una pena auto impuesta. Yo perdí unos padres que nunca conocí, y viví un infierno por quince años. Si merezco ser feliz, también tú, incluso más que yo —sonrió, sus ojos verdes brillando—. Yo no tuve que ceder al hombre que amo; y por alguna insondable razón, él me ama a mí.
Sin poderlo evitar, le regresó la sonrisa y musitó suavemente:
—Con frecuencia, pensé que tenías más suerte de la que tenías derecho, y que se la contagiabas a los que te rodeaban —se inclinó a besarlo, persistiendo por largo rato, mientras emitía un suave sonido de felicidad y se derretía contra él, para apartarse finalmente y descansar su frente contra la de Harry—. Y pienso que, en realidad, deberíamos conseguir más de tres horas de sueño esta noche.
El chico sonrió y lo besó en los labios suavemente, antes de susurrar:
—Dormir de nuevo en tus brazos suena divino.
—Tú eres bastante agradable para abrazar —comentó Severus con ojos brillantes, y lo beso para luego separarse ligeramente—. ¿Hora de dormirse?
Harry lo dejó ir y se alejó para jalar la manta hacia abajo mientras preguntaba:
—¿Dónde conseguiste ese tapiz que está sobre la cama?
Severus resistió la urgencia de atraerlo nuevamente hacia si, dejando que sus ojos recorrieran la espalda musculosa del joven mientras contestaba.
—En una pequeña tienda del Callejón Knockturn.
Harry se giró para verlo, sorprendido, haciendo que el maestro levantara la mirada hasta su rostro al tiempo que explicaba.
>>Fue diseñado para espiar a la gente, pero yo prefiero observar algo un poco más apacible —de improviso, sonrió—. Bueno, habitualmente. El de mi estudio, ha sido usado para mostrar unas pocas prácticas de quidditch.
—¿Unas pocas? —repitió, sonriéndole, mientras se quitaba los lentes y los dejaba en la mesilla, al lado de la varita de Severus.
El maestro bufó suavemente, al observar como el Gryffindor se alejaba de nuevo, acostándose casi en el centro de la cama. Pensó que el joven se veía demasiado rígido ahí, y apenas lo miró un momento antes de admitir:
—La mayoría.
Sonrió, alzándose sobre un codo y amando la manera en que Severus lo estaba mirando
—Hermione insistía en que disfrutabas del quidditch, pero no le creímos mucho.
—Ella es una jovencita muy perceptiva —contestó con una risita, mientras finalmente se deslizaba bajo las sábanas, acostado de lado, frente a Harry—. ¿Cómo prefieres dormir?
—Contigo —contestó de inmediato, sus ojos brillando al tiempo que Severus bufaba suavemente—. Ponte cómodo, y estoy seguro que yo podré hacer lo mismo.
El hombre le lanzó una mirada de desconcierto, y luego se movió para acostarse sobre su espalda, diciendo:
—Estás resultando muy tratable. Me gusta el hecho de que tengas tus propias opiniones, Harry; lo comprendes, ¿verdad?
Harry se sentó y jaló la manta hasta sus cinturas, y se acurrucó contra el lado derecho de Severus, amoldando su cuerpo contra él, y cruzando la pierna sobre los muslos del hombre. Descansó una mano sobre su pecho y apoyó su barbilla en la otra, regalándole una diminuta sonrisa mientras comentaba:
—Sí, pero esta idea me gusta mucho, así que no hay razón para intentar que cambies de opinión.
—Pensé que no ibas a comportarte con descaro —comentó Severus, luciendo divertido, aunque la inconfundible sensación de la erección de Harry contra su cadera, hizo que se volviera a preguntar porqué seguía diciéndole que no.
Sonrió, sus ojos verdes brillando mientras deslizaba lentamente sus dedos por los vellos del pecho de Severus, que eran tan suaves como se veían.
—No estoy siendo descarado, pero podría serlo, si tú quisieras.
Severus sonrió y levantó la mano para cubrir la del joven, manteniéndola allí mientras decía:
—Duerme esta noche, Harry. Prometo que no te haré esperar demasiado tiempo.
—No me importa si necesitas esperar. He estado aguardando un buen tiempo sólo para tocarte, esperar un poco más no me hará daño.
—Puedes discutir conmigo, ¿sabes? —dijo, nuevamente desconcertado.
—¿Por qué? —preguntó, con una pequeña sonrisa—. Estoy en tu cama justo ahora, pero si fuera lo suficientemente estúpido como para discutir contigo, podría liquidarme a mi mismo.
La ronca risa del hombre sonó como un profundo ruido sordo.
—No creo que pudiera obligarme a mi mismo a decirte que te fueras, Harry. No tienes necesidad de temer el tener que dormir solo.
—Bien —replicó, mientras se inclinaba hacia Severus, lo besaba suavemente y se movía para recostar la cabeza en su hombro, acurrucándose incluso más cerca—. Podría acostumbrarme con mucha facilidad a no tener frío cada noche.
El hombre rió entre dientes, dejando ir su mano para alborotar su cabello.
—Diablillo.
Harry sonrió contra el hombro de Severus, moviendo la mano hasta su pecho para cubrir con su brazo el estómago del maestro.
—Soy demasiado alto para ser un diablillo. Aunque George dice que soy un listillo.
El Slytherin bufó suavemente, divertido.
—Vamos a dormir.
—Vale —aceptó, acurrucándose más cerca, con una sonrisa—. Aunque olvidamos apagar las velas.
—Luces.
Las luces parpadearon como si alguien las hubiera soplado, y Harry rió suavemente contra el pecho del profesor.
—Tramposo.
—A veces —contestó quedamente, todavía sonando divertido—. Ahora, a dormir.
Harry sonrió y cerró los ojos, escuchando la respiración del mayor mientras dedos largos y delicados acariciaban su espalda, ayudándolo a relajarse.
Severus observó las nubes que pasaban frente a la luna y trató de determinar exactamente porqué su primer instinto era decir que no siempre que Harry se le ofrecía. Amaba a Harry, estaba muy seguro, aunque no tenía sentido en absoluto para él, y lo deseaba más con cada vez que lo veía, pero aún había algo que le hacía rehuir tener sexo con él.
Pensar en sus encuentros previos era algo que habitualmente evitaba, por la sencilla razón de que, después de Lucius, no había tenido nadie a quien realmente pudiera llamar una relación. Desde la primera vez que el rubio entró en su cama y procedió a mostrarle lo que deseaba hacer, todas sus relaciones se habían basado siempre en el sexo. En su adolescencia, había visitado Amsterdam muchas veces, acompañado de Lucius, y ambos habían tomado el hábito de tomar a cualquier chico que les apeteciera. Después, cuando Lucius termino su relación y él quedó solo, había acudido al apartamento que el rubio le había dado en la conocida ciudad, cada vez que necesitaba algo de compañía. Le gustaba la complicidad de, sin miedo a la censura, poder elegir a un joven atractivo, y tener una follada que no incluía falsas palabras de amor, para luego no volverlo a ver nunca más.
Pero Harry era algo muy diferente. Deseaba que su relación durara, que no fuera una aventura que terminara en pocas semanas. Después de pensarlo bastante, finalmente decidió que su renuencia a tener sexo con Harry se debía a que una pequeña parte de él temía que el joven pudiera cansarse de él como Lucius hiciera. Todavía recordaba vívidamente cuando se despertó una mañana para encontrar al rubio sentado en la orilla de la cama, observándolo con esa mirada fría e impasible que le decía que se iba. Le dijo que Narcissa le había dado un heredero, tal como le había prometido, y que ella deseaba que Severus se fuera. El profesor de Pociones había reaccionado con incredulidad, seguro de que había escuchado mal, mientras le recordaba a Lucius que estaban enamorados. El rubio le había lanzado una mirada de desdén, habitualmente reservada para los muggles, y le había dicho que él era sólo un conveniente culo, y no le valía la pena tener que escuchar las quejas de Narcissa por conservarlo, así que lo deseaba fuera de su vida.
Severus apartó sus recuerdos y llevó su mano libre detrás de su cabeza, bajando la vista al rostro sereno del Griffindor, y tratando de no pensar en lo joven que se veía. De repente, se preguntó cómo podía dudar de él o compararlo con Lucius. Harry ya le había dejado claro que no pensaba que su relación estuviera basada en el sexo, y que estaba dispuesto a vivir sin eso si era lo que él deseaba, así que hacer el amor cuando ambos lo deseaban tan obviamente, no arruinaría los sentimientos que tenían el uno por el otro.
Sabía, con tanta certeza como que el sol salía por el Este, que Harry nunca sería capaz de traicionarlo como Lucius lo había hecho. Simplemente, no era la naturaleza del muchacho. No era otra cosa que honesto y leal, y lo amaba lo suficiente como para desafiar a su padrino por él, y haber soportado quien sabe cuanta vergüenza frente a sus amigos debido a sus sentimientos.
Llevó la mano de la espalda de Harry hasta su cabello, para deslizar sus dedos por él, sorprendiéndose cuando el joven frotó su nariz contra su hombro, murmurando somnoliento contra su piel:
—Te amo, Sev.
El hombre sonrió, y regresó su mano a su espalda, mientras susurraba:
—Yo también te amo, Harry —besó su pelo, cerrando finalmente los ojos para dejar que su cuerpo se relajara completamente mientras despejaba cuidadosamente su mente, permitiendo que lo cómodo y contento que estaba le diera la calma necesaria para dormir. Ya no había miedos. Harry lo amaba y deseaba estar con él, y Severus era demasiado inteligente como para desperdiciar el tiempo que tuvieran juntos.
Última edición por alisevv el Lun Abr 11, 2016 7:15 pm, editado 5 veces | |
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