alisevv
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| Tema: To Heal a Soul. Capítulo 6 Vie Abr 10, 2009 7:28 pm | |
| Harry permaneció acostado los siguientes dos días, demasiado débil para hacer algo más que dormir, tomar pociones y, ocasionalmente, comer ante la presión de Severus. Cuando finalmente emergió de la habitación al tercer día, el profesor de Porciones quedó impactado ante el cambio que se había efectuado en él.
Antes del ‘Episodio’, como Severus lo denominaba en su mente, Harry parecía contento y pasaba la mayor parte de su tiempo arrastrándolo a conversaciones y debates, sacándolo de su comportamiento habitualmente reservado. Ahora, los papeles se habían cambiado.
El joven permanecía en silencio la mayor parte del tiempo, pareciendo más bien una sombra de si mismo. Si Severus se había sorprendido ante los cambios en el enfermo la primera vez que llegara a su casa, nunca hubiera reconocido a la criatura que ahora tomaba su lugar.
En su sitio habitual del sofá, Harry se sentaba decaído, rehuyendo la mirada de Severus.
—¿Estás seguro que te sientes bien para salir de la cama?—preguntó el hombre, tratando de evitar que su preocupación se convirtiera en pánico.
—Sí—contestó débilmente.
—Bien, ¿qué te gustaría hacer?—lo animó.
—Eso no importa realmente.
Severus suspiró con cansancio, deseando que hubiera algo más que pudiera hacer. Estirando la mano al lado de su silla, alcanzó el libro que Harry había elegido previamente. El Gryffindor lo notó y miro al profesor inquisitivamente.
—Esto es la nueva tontería que querías leer, ¿no?—preguntó, sonriendo ligeramente cuando una chispa de interés apareció en el rostro del joven—. Entonces, ¿vas a leerlo?
Harry estiró la mano para tomar el libro y Severus se impresionó al ver los fuertes temblores que lo arruinaban. Debió mostrarlo en su rostro, pues el otro retiró rápidamente la mano y hundió los ojos en el piso.
>>¿Cuan malos son los temblores, Harry?—preguntó suavemente.
El Gryffindor se encogió de hombros, pero Severus notó un espasmo en el movimiento que no debería estar ahí.
>>Harry—comenzó, no muy seguro de lo que quería decir.
—No—lo interrumpió—. Sólo… no.
—¿Qué puedo hacer?—preguntó, sentándose a su lado en el sofá.
Apretó la quijada y, resuelto, mantuvo los ojos apartados del hombre.
—No se puede hacer nada, Severus. Ambos lo sabemos.
El mayor alargó el brazo y atrajo a un sobresaltado Harry contra su pecho, estrechando apretadamente el débil cuerpo entre sus brazos. El Gryffindor forcejeó por un momento, pero su debilidad y los crecientes temblores hicieron que cediera al fin y cayera contra el cuerpo de Severus.
—Yo no lo sé, Harry. Me rehúso a saberlo. No me voy a dar por vencido, y desearía que tú tampoco lo hicieras.
—¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto?—exigió el joven, sus emociones finalmente emergiendo a la superficie.
—Porque… porque de alguna forma, en algún momento durante los últimos dos meses, me enamoré de ti—susurró, apretando su abrazo por temor a que comenzara a luchar de nuevo contra él.
Sin embargo, en lugar de luchar, el enfermo se paralizó por completo. Severus pudo sentir todos los músculos en tensión en el frágil cuerpo.
—Tú no quisiste decir eso—susurró Harry—. ¿Cómo podrías… Por qué lo harías?
—No sé cómo paso—apretó el delicado cuerpo contra su pecho—. Sólo sé que rehúso darme por vencido y dejarte ir ahora que te tengo.
—Aunque, tú no me tienes—la juvenil voz estaba temblorosa.
Severus se tensó, su corazón golpeando con dolor ante esas palabras.
—Eso… no importa. Incluso si todavía me odiaras, Harry. ¿Acaso no lo ves? Me bastaría con que estuvieras sano otra vez.
El joven se giró repentinamente en su pecho, pasando sus brazos apretadamente por la nuca del Slytherin y sollozando contra ese fuerte cuello. El profesor lo sostuvo, susurrándole palabras cariñosas para tratar de tranquilizarlo. No comprendía el motivo de ese arrebato, pero por el momento no necesitaba hacerlo.
Los temblores todavía estaban sacudiendo el delgado cuerpo, pero Severus no estaba seguro de si eran a causa de la enfermedad o el resultado de los sollozos. Pronto, las lágrimas disminuyeron y sólo quedó un suave resuello contra su cuello. Luego de un rato, los temblores también decrecieron un tanto y Harry se apartó, secando sus mejillas y frotándose los ojos.
—Lo siento—dijo, con ojos abatidos.
—No tienes nada de que disculparte, Harry—contestó, frotando su espalda en tranquilizadores círculos.
—Es sólo que… Yo estaba preparado, antes. Y ahora…—bufó con frustración y frotó sus ojos nuevamente.
—¿Para qué estabas preparado?
—Para morir—musitó, encontrando finalmente la mirada de Severus—. Era definitivo… inapelable. Todos mis esquemas estaban en su lugar y yo lo había aceptado. Estaba enfermo e iba a morir, y eso era todo. Pero entonces apareciste y… ¡Demonios! Ya no estoy listo.
Severus lo miró con recelo, sabiendo que el muchacho necesitaba descargar, pero sin estar exactamente seguro hacia dónde se dirigía esa descarga.
>>No estoy listo para morir, Severus. No quiero… no ahora—estiró la mano y trazó tentativamente la línea de la mandíbula del hombre—. Nunca pensé que tuviera oportunidad de tener algo con alguien. Ni siquiera pensé sobre esto… no en realidad. Nadie podría quererme por mi mismo, ¿sabes?
El hombre levantó su mano y la unió con la de Harry, apretando suavemente.
>>Y entonces apareciste en mi umbral, exudando desdén y sarcasmo… y me trataste justo como lo habías hecho siempre. No me consentiste porque estaba enfermo—en su voz se evidenciaba un toque de asombro—. Simplemente, entraste en medio de mi vida y empezaste a hacerte cargo. Y lo siguiente que supe fue que ansiaba verte en las mañanas, con o sin pociones. Y que estaba feliz de verte en mi salita todos los días, esperando para conversar o discutir conmigo sobre cosas que nada tenían que ver con mi enfermedad, o la guerra, o… ninguna cosa, en realidad.
>>Y luego me besaste—los ojos de Harry se cerraron y una pequeña sonrisa jugueteó en sus labios, como si estuviera recreando ese momento en su mente—. E hiciste imposible para mí aceptar morir.
Se sentaron en silencio durante unos instantes, Severus todavía sosteniendo a Harry, todavía frotando tranquilizadores círculos en su espalda. El hombre observó al enfermo mientras se hundía en si mismo, agotado por todas las revelaciones de los últimos minutos.
—Harry, ¿qué es lo que quieres?—preguntó, consciente de que, sin importar lo que fuera, trataría de dárselo.
—Quiero esto, Severus. Quiero explorar lo que sea que esté pasando entre nosotros—contestó, sonando cansado—. Sólo temo no tener tiempo para que eso pase—abrió los ojos y lo miró con tristeza.
—Te lo dije, Harry, no me voy a dar por vencido—le aseguró Severus.
—Lo sé—esbozó nuevamente esa triste sonrisa—. Y te agradezco por todo. Pero, espero que me perdones si tengo dificultad para mantener la esperanza.
—Está bien, yo tengo suficiente esperanza para ambos—Severus lo acercó más dentro de su abrazo. Pudo sentir como los ligeros temblores seguían corriendo por el frágil cuerpo y maldijo su falta de habilidad para encontrar la solución.
—Deberías ser cuidadoso, Severus—el tono de Harry era más ligero que un momento antes—. Si otros te escucharan hablando con tanta seriedad de esperanza y amor eterno… me atrevo a decir que tu reputación podría quedar destrozada.
El hombre rió entre dientes ante la tentativa del joven para aligerar la atmósfera.
—Puede que tengas razón—dijo—. Me esforzaré en ser más cuidadoso acerca de proclamar tan frívolas trivialidades—declaró alejándose.
Alisó el cabello de la frente de Harry, feliz de ver que los peores temblores habían pasado y se veía mucho mejor.
>>Deberías llamar a tus amigos por la chimenea—le recordó—. Si dejas pasar mucho tiempo, seguro invadirán este lugar y me declararán la guerra por haberte mantenido prisionero.
Harry sonrió un momento, pero dejó de hacerlo mientras bajaba la vista a sus todavía temblorosas manos.
—No quiero que me vean con estos temblores. ¿Podrías darme algo? ¿Cualquier cosa que los redujera de forma que no fueran tan notorios?
—A tus amigos no les importarán tus temblores, Harry—le aseguró.
—Pero harían que se preocuparan innecesariamente. No necesitan saber cuan graves están ahora las cosas por aquí. Sabes lo que siento sobre este tema, Severus. No los quiero por aquí, merodeando y comportándose maternalmente conmigo, que es exactamente lo que harán si descubren lo que ha sucedido.
Severus sabía cuan importante era para el joven manejar su enfermedad en sus propios términos, así que, de inmediato, comenzó a catalogar mentalmente las diferentes pociones que podrían servir para lo que Harry deseaba.
—Hay una que podría preparar… Tengo los ingredientes a mano, así que sólo me tomaría un par de horas más o menos. Atenuarían los temblores casi completamente por unas pocas horas—explicó, alegre al ver que Harry suspiraba con alivio.
—¿Es una poción que pudiera tomar de forma continua?—preguntó, esperanzado.
—Me temo que no, Harry. Si se tomara con mucha frecuencia, se volvería ineficaz. Además, tiene un efecto colateral; podrías empezar a perder la sensibilidad de tus extremidades. Podrías perder la habilidad para sentir dolor, calor, frío… Sería demasiado perjudicial. Podrías llegar a dañarte a ti mismo y no darte cuenta, debido a la falta de respuesta de los nervios.
El rostro del joven se nublo, pero asintió, comprendiendo.
—Vale. Pero la prepararás para mí hoy, ¿verdad?
—Sí, lo haré—contestó, comenzando a liberarse del enredo de brazos y piernas que lo rodeaban—. Y no veo problema en que lo tomes con moderación… Quiero decir, una vez a la semana para una corta conversación por chimenea—dijo, logrando que Harry sonriera una vez más. Él sonrió en respuesta y se encaminó a su laboratorio a elaborar la nueva poción.
Tarde esa noche, una vez que Harry hubo regresado a su cama, Severus volvió con sus libros. Había agotado casi todos los recursos que había encontrado hasta ahora, y todavía no había descubierto nada que pudiera ayudar a Harry. Sólo le quedaban tres libros por investigar. Todos ellos, parte de su colección personal.
Esos libros contenían magia y rituales muy oscuros. Normalmente, nunca los hubiera sacado de su casa, por temor a que cayeran en las manos equivocadas. Se podían consumar cosas terribles con los hechizos enumerados en sus páginas. Sin embargo, él se estaba comenzando a desesperar.
Los siguientes días fueron el infierno para Severus. Aunque Harry no experimentó más ataques, los temblores continuaban casi constantes, y la debilidad y agotamiento parecía permanecer sin importar cuantas horas de sueño obtuviera.
Llegó al punto que Harry había pedido a Dobby que le ayudara a lavarse y vestirse. Severus sabía que al joven le mortificaba necesitar esta ayuda. Varias veces, había estado a punto de ofrecerle su propia ayuda, pero sabía que obtener esa clase de asistencia personal de él, sólo haría que se avergonzara más aún.
Para el fin de semana, Harry comenzó a olvidar las cosas.
El corazón de Severus se encogía, mientras los pequeños lapsus parecían aumentar de frecuencia con rapidez. Harry olvidaba si había tomado o no sus pociones o le hacía repetidamente la misma pregunta. Si no estaba cerca de una ventana o un reloj, frecuente perdía la pista de la hora del día que era.
Severus sabía que eso frustraba enormemente al joven. Todas esas pequeñas cosas servían para recordarle, una y otra vez, el poco tiempo que le quedaba.
Una noche, mientras Severus estaba administrándole sus pociones, Harry rompió a llorar. El hombre se impacto al verlo tan angustiado, de forma tan repentina. Hundiéndose a su lado en la cama, lo atrajo a sus brazos y lo acunó, tratando de tranquilizarlo lo suficiente como para que pudiera contarle lo que le preocupaba tanto.
—Está bien, Harry. Estoy aquí—lo arrulló, frotando su espalda.
—Lo… lo siento—sollozó sobre su cuello.
—Shh, Harry. ¿Quieres hablar sobre esto?
El joven se apartó y limpió sus mejillas un poco antes de tomar el pañuelo que Severus le ofrecía. Arrugándolo entre sus temblorosas manos, se veía tan perdido.
—Es sólo que es… tan frustrante—tartamudeó—. No puedo hacer nada… No puedo recordar nada… Yo sólo… sólo desearía que hubiera terminado.
El corazón del hombre saltó dolorosamente ante la afirmación del enfermo.
—¿Es eso lo que realmente quieres, Harry?—preguntó, sabiendo que sin importar cuanto le doliera, haría cualquier cosa que el joven deseara.
Éste levantó la mirada hacia él, parpadeando con esos inmensos ojos verdes.
—A veces sí—contestó sin dudar—. Pero luego me despierto y tú estás sentado ahí con mis pociones. O sosteniéndome en mis peores temblores. Entonces… Entonces no lo quiero. Sólo te quiero a ti.
Severus estrechó su abrazo, respirando con dificultad en medio del alivio.
—Harry, estoy tratando, lo prometo. Sé que esto es difícil para ti. ¿Puedes aguantar… sólo un poco más? ¿Por favor?—suplicó.
—Puedo aguantar si estás aquí para sostenerme—declaró, sus palabras amortiguadas contra el hombro de Severus.
Luego lanzó una risita y el profesor se apartó, mirándolo intrigado.
>>Es realmente gracioso—comentó, sacudiendo la cabeza—. Al principio, cuando los sanadores me dijeron que no había nada que pudieran hacer, pensé que sería mejor si perdía la razón. Así no sería capaz de pensar sobre lo que me estaba pasando. No tendría que sentarme aquí y pensar conscientemente en el hecho de que me estaba muriendo.
>>Ahora, he llegado a la comprensión de que perder la razón no es lo mejor. Estoy asustado, Severus—aferró un poco más fuerte el brazo del hombre—. No quiero olvidar. No quiero perder mis recuerdos… No quiero olvidarme de ti.
—Lo sé, amor—musitó, besándolo en la frente—. Voy a hacer todo lo que esté en mi poder para tratar de detener lo que está pasando.
Harry bostezó extensamente, nuevamente atrapado por el agotamiento. Severus lo acostó suavemente y colocó la cobija sobre su cuerpo.
—Duerme un rato, Harry—dijo, inclinándose y besándolo suavemente en los labios.
—Severus—aferró su brazo, deteniéndolo justo cuando iba a apartarse—. En caso que algo pase… Sólo quiero que sepas que también te amo.
Severus no tuvo palabras para expresar lo que oír eso significaba para él, así que simplemente lo besó de nuevo y se sentó a su lado hasta que se quedó dormido.
Luego de recuperar el último libro que estaba revisando de su habitación, se sentó cómodamente en un sillón al lado de la cama de Harry. De toda la investigación que había hecho, la cosa más cercana que había encontrado a una posible solución parecía ser cierta clase de enlace. Los enlaces eran asuntos sagrados para los magos, y sólo se ejecutaban en las ocasiones más solemnes y graves; el enlace matrimonial era un ejemplo.
Sin embargo, en otras épocas, se había sabido de magos poderosos que habían forzado enlaces sobre otros para ganar más poder, extrayendo el de ellos. De hecho, la Marca Oscura de Voldemort era una variación de ese tipo de enlaces. Él era capaz de extraer poder de aquellos a los que había marcado, para ayudar en su propia sanación cuando lo necesitaba.
Todos esos pensamientos corrían por su mente mientras leía el último libro. Sabía que existía una forma. Sólo tenía que encontrarla.
Última edición por alisevv el Vie Abr 22, 2016 11:20 am, editado 4 veces | |
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