alisevv
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| Tema: To Heal a Soul. Capítulo 9 Dom Abr 12, 2009 5:03 pm | |
| Severus fue sacado lentamente de la inconsciencia por un jaleo. Al principio, no fue capaz de identificar de dónde provenía el ruido. Mientras sacudía lentamente la bruma del sueño, se dio cuenta que eran voces. Voces airadas. ¿Por qué se escuchaban voces airadas? No podía lograr que su mente funcionara apropiadamente.
Abriendo lo ojos arenosos por el sueño, miró alrededor. Una vez que reconoció su entorno como la habitación de Harry, los eventos del día anterior fluyeron hacia él. En ese momento, sintió un cálido cuerpo presionando detrás de él y un brazo rodeando su cintura. Cuidadosamente, se giró tratando de no molestar a su compañero de cama, y sonrió al ver que Harry seguía placidamente dormido. Se veía ligeramente mejor de lo que había estado antes de ejecutar el rito, y esperaba que su enlace ya estuviera ayudándolo a sanar.
Fue regresado al presente por un fuerte gritó más allá de la puerta de la habitación. Frunciendo el ceño por la interrupción, llamó a Dobby para tratar de averiguar qué demonios estaba pasando. El diminuto elfo doméstico se apareció en la habitación, luciendo claramente agotado.
—Profesor Snape, señor, Dobby lo siente mucho—balbuceó, moviendo sus manos.
—Dobby, cálmate—dijo Severus—. Por favor, sólo dime qué está pasando ahí afuera.
—Es el asmático (*) de Harry Potter, señor—dijo, mirando preocupado a la puerta mientras los gritos comenzaban nuevamente.
—¿Su qué?
—Su asmático, señor—repitió Dobby—. Y los dobles, y la pelo tupido del asmático. Vinieron a la casa aunque Dobby les dijo que no. Ellos no escucharon a Dobby y están formando un escándalo, y Dobby no sabe qué hacer, señor.
Severus pellizcó el puente de su nariz con irritación. De las incoherencias del elfo doméstico, asumió que los amigos de Harry habían invadido la casa. Bufó indignado ante la intrusión mientras más gritos llegaban a través de la puerta. No podía imaginar porqué sentían la necesidad de causar tal tumulto.
—Dobby, ¿te dieron alguna razón de por qué no siguieron tus instrucciones y permanecieron alejados?
—Dicen que están preocupados por el señor Harry Potter, señor. Se preocuparon cuando no los llamó por la chimenea, perdiendo su reunión habitual—explicó, mirando la puerta nerviosamente.
—Pero, usualmente hablan los miércoles por la noche—objetó Severus, bastante confundido—. ¿Por qué se preocuparon?
Dobby lo miró con cautela mientras jalaba su extremadamente largo chaleco.
—Profesor Snape, señor, usted y el señor Harry Potter han dormido mucho tiempo. Extrañaron su charla del miércoles.
El hombre parpadeó, sorprendido. Habían realizado el hechizo el lunes por la tarde, y según sus cálculos, habían caído dormidos en la noche. Ciertamente, no se sentía como si hubiera dormido más de una noche.
—Dobby, ¿qué día es hoy?
—Viernes en la tarde, profesor Snape, señor—contestó el elfo doméstico.
Severus jadeó, completamente desprevenido para el reconocimiento de que había dormido durante casi cuatro días.
—¿Nos has estado vigilando por cuatro días?—preguntó, casi sabiendo la respuesta.
—Por supuesto, profesor Snape, señor—contestó Dobby, parándose más derecho en su orgullo—. Dobby cuidó al señor Harry Potter y al profesor Snape. Dobby ha estado usando magia para asegurarse que ambos se alimentaran y eliminaran sus desechos.
El maestro hizo una mueca al darse cuenta que en esos detalles había estado sometido al cuidado del elfo doméstico, pero regresó rápidamente al asunto que tenía entre manos.
—Y los Weasley y Granger rehusaron permaneces alejados, ¿es eso?
—Sí, señor—dijo Dobby, luciendo nuevamente preocupado—. Dobby ha estado diciéndoles que el señor Harry Potter y el profesor Snape estaban durmiendo, pero se negaron a permanecer lejos después del segundo día.
—Está bien, Dobby—lo tranquilizó Severus, esperando mantener el dramatismo del elfo al mínimo—. Lo hiciste muy bien. Ahora voy a ir a lidiar con las masas, ¿vale?
Dobby sonrió ampliamente, haciendo que el mago se estremeciera ligeramente, y le prometió quedarse vigilando a Harry. Saliendo de la cama, hizo una mueca ante el agarrotamiento que sentía. Estirándose ligeramente para aflojar los músculos, levantó su varita y alisó su túnica y cabello antes de dejar salir un pesado suspiro. A regañadientes, se encaminó hacia la puerta y al irritante grupo que esperaba más allá.
—Algo no está bien, Hermione—el más joven de los Weasley estaba bramando, algo muy poco atractivo en opinión de Severus—. Snape le hizo algo, lo sé.
—¿Y qué es, ruego me lo diga, lo que piensa que le he hecho?—preguntó Severus, entrando a la habitación, complacido por la forma en que su túnica ondeaba tras él.
—¿Dónde está Harry?—preguntó Granger, colocándose sabiamente frente a su muy excitado novio.
—Está dormido, como les dijo Dobby.
—Llevamos días intentando hablar con él—siguió la chica; obviamente, no tenía intención de desistir en su búsqueda de conocimiento.
—Él, como yo, ha estado durmiendo por días. Entramos en una cura de sueño después de un tratamiento muy agotador—explicó Severus.
—¿Qué clase de tratamiento?—preguntó uno de los gemelos. Severus no sabía cuál, pero no podía importarle menos.
—Eso no es algo que yo deba informar. Cuando Harry despierte, decidirá si desea o no contarles sobre su salud.
—Pero, señor—interpuso Granger, todavía manteniendo a raya su beligerancia.
—No, señorita Granger—Severus detuvo el cuestionamiento de la chica—. Harry ha dejado sus deseos bastante claros. Encuentro muy molesto que después de todo lo que han pasado con él, todavía le tengan tan poca confianza.
—¿Señor?—ella se mostró molesta por la implicación.
—¿Realmente creen que Harry no haría planes para informarles si fuera necesario? ¿Lo valoran tan poco como para creer que no haría los arreglos oportunos?—preguntó, sonriendo al notar que los cuatro Gryffindor tenían la inteligencia de lucir un poco avergonzados.
>>Su desconsiderado alboroto ya me ha despertado de mi muy necesitado descanso y apreciaría que se contuvieran de cometer con Harry semejante injusticia. Ahora, si por favor pudieran retirarse, estoy seguro que Harry se pondrá en contacto con ustedes cuando considere que deba hacerlo.
Para darles crédito, todos los jóvenes se fueron sin mayores protestas. En cuanto hubieron partido, Severus se permitió suspirar con cansancio antes de regresar a la habitación, con el todavía dormido Harry. Tomando nuevamente su varita, lanzó unas pruebas de diagnóstico sobre el enfermo y le complació notar que, aunque el daño existente en el cuerpo no había comenzado a sanar, sus reservas mágicas parecían haber mejorado mucho. Hundiéndose agradecido en la cama, se acurrucó alrededor del joven y quedó plácidamente dormido.
La siguiente vez que despertó, un sonriente Harry lo estaba mirando.
—Hola—saludó Severus, tratando de sacudir los últimos vestigios de sueño—. ¿Cómo te sientes?
—Mejor de lo que estaba—contestó, estirando una mano y recorriendo el cabello del hombre—. ¿Y tú?
—Aliviado—se inclinó contra el toque de Harry—. Necesitaremos empezar a experimentar con nuestra conexión. Tomará un poco de ensayo y error, imagino, conseguir el flujo correcto para no drenar mis reservas con demasiada rapidez y dar un tiempo para que me recupere. Además, debemos ser cuidadosos de no saturar tu sistema.
—Severus—argumentó Harry, sonriendo suavemente—. ¿Podemos tomar un tiempo sólo para relajarnos? Sólo quiero estar aquí, acostado junto a ti por un rato. ¿Está bien?
Sonriendo a su vez, el mayor se acomodó contra las almohadas, feliz de rodear a Harry con sus brazos cuando éste se recostó contra su pecho. Permanecieron acostados juntos por un rato, ambos perdidos en sus pensamientos.
—¿Crees que realmente va a funcionar?—preguntó Harry suavemente, su cabeza descansando bajo la barbilla de Severus.
—Creo que lo hará—contestó, estrechando su abrazo alrededor del joven mago—. Ya hemos llegado hasta aquí, Harry. Tienes que tener fe en que podremos hacer que funcione.
El Gryffindor rió bajito sobre su cuello, haciendo que fuertes estremecimientos recorrieran su espina dorsal.
—¿Estás hablando acerca de que yo mejore de salud o sobre nosotros?—levantó la vista y Severus contuvo el aliento ante la esperanzada mirada que brillaba en los ojos verdes.
—Quizás un poco de ambos, supongo—contestó, incapaz de apartar sus ojos de los de Harry.
—Gracias—susurró, levantando la cabeza y juntando sus labios brevemente.
Severus jadeó, sorprendido, al no haber esperado la reiterada gratitud ni el suave beso. Recobrando su equilibrio, bajó un poco la cabeza y atrapó nuevamente los tibios labios, delineando el beso esta vez. Un momento después, sintió que la lengua de Harry salía y lamía a lo largo de su labio inferior. Concediendo la entrada, quedó abrumado por la cuidadosa, amorosa, minuciosa exploración de cada pedazo de su boca, y sacó también su lengua para que pudieran entrelazarse y danzar juntas.
No había experimentado jamás un beso tan dulce y satisfactorio. Cuando se apartaron finalmente, no pudo evitar sonreír ante el rubor que coloreaba las mejillas de Harry. Encontró su mirada por un instante, atrapado, como siempre, por el verde intenso de esos ojos. Inclinándose hacia delante para dejar un beso en la nariz del joven, lo atrajo nuevamente contra su cuerpo, feliz con el simple hecho de sostenerlo en sus brazos.
—Muy bien, Harry—dijo Severus, mientras sentía que el joven aflojaba suavemente el tirón de la magia de su cuerpo.
Habían pasado dos semanas desde el enlace y finalmente empezaban a ver una mejoría en la salud del Gryffindor. Cada día pasaban mayor cantidad de tiempo explorando la conexión entre ellos, aprendiendo a controlar el flujo de magia de Severus hacia Harry. Realmente, había sido un proceso de ensayo y error.
El primer día, aunque ligeramente mejor, el centro mágico de Harry aún estaba debilitado y se cubrió con demasiada rapidez, haciendo que perdiera el conocimiento y el control de la conexión. Afortunadamente, el sanador Applewhite había llegado justo a tiempo de impedir que Dobby destrozara la casa en su pánico, y de detener el drenaje de la magia de Severus antes que resultara irreparablemente dañado en el proceso.
Una vez que ambos hombres hubieron sido estabilizados y recibido un Enervate, el sanador había aguardado pacientemente por una explicación a los extraños resultados que había recibido de sus pruebas de diagnóstico. Así, el sanador Applewhite se convirtió en la única persona en saber lo que sucedía entre Severus y Harry.
Asombrado por la conexión emocional, y ahora mágica, entre ambos hombres, el sanador insistió en estar presente en las ‘sesiones’ diarias para prevenir otra oleada accidental. Fiel a su palabra, llegaba cada día y monitoreaba la transferencia de poder, ayudando cuando era necesario y tomando innumerables pruebas de diagnóstico para registrar cualquier cambio en la salud de Harry.
Severus estaba feliz por el control que había alcanzado Harry al dirigir el flujo. Era capaz de mantener la conexión por largos periodos de tiempo sin drenar a Severus de manera incómoda. Eso, por si mismo, era prueba del fortalecimiento de su núcleo mágico.
Habían estado conscientes de que lo primero que tenían que sanar era ese núcleo mágico. Sin eso, Harry sería incapaz de mantener los niveles de magia necesarios para curar su cuerpo. El sanador Applewhite estaba pletórico cuando les mostró los resultados de la última revisión.
—Simplemente, no puedo creerlo—estaba diciendo, casi vibrando de excitación—. Este escáner prueba que la mutación ha sido erradicada casi por completo de tu cuerpo.
—¿Qué significa eso, exactamente, para mi prognosis?—preguntó Harry, sudando ligeramente mientras su cuerpo se ajustaba a un nuevo flujo de poder de Severus.
—Significa que esta loca maniobra de ustedes dos ha funcionado realmente—exclamó, dejando caer una mano sobre el hombro de Severus en una extraña muestra de camaradería.
El profesor de Pociones tuvo el extraviado pensamiento de que si ese sanador no hubiera sido responsable de la salud de Harry por tanto tiempo, hubiera disfrutado arrancando dolorosamente esa mano del cuerpo del medimago. Pero, dadas las circunstancias, y en vista de que finalmente habían recibido la noticia por la que habían estado rezando, Severus pasó por alto el descuido. De hecho, también aferró al alto hombre en un abrazo de oso y lo hizo girar por la habitación. Esto había conseguido el beneficio adicional de hacer reír a Harry.
>>Ahora que la mutación se fue, o casi, el cuerpo de Harry será capaz de responder a las prácticas normales de curación para sus órganos y sistemas dañados—explicó el sanador, tratando de recuperar el aliento luego del improvisado paseo.
Severus estaba riendo como loco, pero no parecía preocupado en detener una exhibición tan impropia. Harry… su Harry… iba a estar bien.
Observando la alegre mirada verde sobre él, cruzó la habitación apresuradamente y tomó al pequeño mago en un apretado abrazo, sin preocuparse por las lágrimas de felicidad que inundaban sus ojos. Después de todo, había notado una humedad semejante en los ojos de Harry.
—Lo logramos, amor—exclamó, enterrando la nariz en su cuello.
Alejándose, el Gryffindor extendió una mano y acarició la mejilla de Severus.
—No… tú lo hiciste. Me salvaste, como dijiste que harías—se inclinó y capturó los labios del hombre en un beso profundo y lleno de emoción.
Severus habría estado feliz de vivir ese momento, ese beso, por siempre. Sin embargo, pronto regresaron al presente ante el sonido de alguien aclarándose la garganta. Levantando la vista, sin vergüenza alguna, Severus vio que el sanador Applewhite todavía estaba en la habitación… y más que un poco avergonzado por la exhibición.
——Bien, er… yo… recomendaría que continuara la, er, transferencia mágica por los próximos dos días—sugirió el sanador, tropezando con sus palabras mientras intentaba evitar mirar a los dos hombres—. Estaré a la distancia de la chimenea si me necesitan. Yo sólo… es decir… regresaré en dos días para aplicar el nuevo tratamiento. Descansen lo más posible.
El sanador se retiró de la habitación, todavía luciendo terriblemente incómodo. Severus no pudo evitar reír entre dientes ante la escena. Regresando la mirada a Harry, se sobrecogió ante la expresión de felicidad pura en su rostro. Sin embargo, fue evidente que estaba exhausto después de la última transferencia. Haciendo repaso de su propio cuerpo, tuvo que admitir que él también estaba bastante fatigado.
Tomando una mano de Harry, lo condujo a la habitación y lo acomodó en la cama. Llamando a Dobby, le pidió que les trajera una cena ligera, caldo para Harry y pasta para él, y una muy necesitada dosis de Poción Fortalecedora para cada uno.
Una vez que comieron, Severus se sentó y observó mientras su chico se alistaba para ir a la cama. Aunque aún tenían un largo camino que recorrer para lograr su meta de recuperar completamente la salud de Harry, éste se veía mucho mejor. No pudo evitar observar como los pantalones del joven colgaban de sus estrechas caderas. Levantando la vista, encontró que su pareja lo estaba mirando.
—¿Cómo te sientes?—le preguntó, adelantándose para abrazarlo.
—Cansado y un poco adolorido—contestó, retrocediendo un paso y encogiendo los hombros.
La acción hizo que su camiseta se levantara un poco y los ojos del hombre quedaran pegados en la pequeña franja de piel expuesta en su cintura.
—Justo estaba pensando lo mismo—contestó, apartando finalmente sus ojos y regresándolos hacia el rostro de Harry—. Y anhelando mucho un baño caliente.
—Eso suena agradable—replicó el joven.
—En ese caso, ¿te gustaría acompañarme?
Harry quedó clavado en el sitio, mirando al mayor con incredulidad. Severus observó como emociones encontradas batallaban en su rostro, mientras reflexionaba sobre su proposición.
—No puedes hablar en serio—dijo finalmente, un poco ruborizado por la vergüenza.
—¿Me has visto alguna vez bromear con algo así?—argumentó el profesor, acercándose un paso.
—Pero… no puedo… Severus—suplicó, incapaz de expresar sus preocupaciones.
El hombre lo atrajo en un abrazo.
—No estoy esperando nada de tipo sexual, Harry—lo tranquilizó—. Se que aún estás muy débil y no estás preparado para esa clase de experiencia en este momento. Nunca te presionaría, Harry. Sólo quería estar cerca de ti.
El joven tembló ligeramente en sus brazos; si era por vergüenza, miedo o deseo, Severus no tenía idea. Así, continuó abrazándolo, esperando que decidiera lo que deseaba.
—Yo no quiero decepcionarte—susurró Harry.
—Nunca podrías decepcionarme—contestó, juntando sus labios en un beso suave y significativo. Cuando se alejó, el joven estaba sonriendo de nuevo.
Aferrando la mano de Severus, el Gryffindor lo condujo al interior de su cuarto y al baño. Desnudándose primero, Severus colgó su ropa detrás de la puerta y entró en la tina, acomodándose mientras aguardaba a que Harry se sintiera lo bastante cómodo como para unirse a él.
Finalmente, sin mucha gracia, Harry se quitó los pantalones y la camisa, completamente ruborizado. Cuando estuvo desnudo, se paró con torpeza bajo la suave luz del baño, cambiando intranquilo de un pie a otro.
—Lo siento—susurró.
—¿Por qué, amor?
—Lamento que tengas que verme luciendo así. Sé que me veo horrible—confesó, mirando a todas partes menos a Severus.
—Déjame explicarte algo, Harry—alargó la mano para tomar la del joven y acercarlo más—. Nunca me importaría como luces en el exterior. Estoy enamorado de quien eres como persona, no de tu apariencia o de alguna creencia equivocada de como deberías verte. Para mí, eres y siempre serás exquisito.
Sonriendo ampliamente ante la confirmación, Harry entró en la tina y se ubicó entre las piernas de Severus, feliz de descansar contra el pecho del mago mayor.
Se lavaron tranquilamente uno al otro, compartiendo la esponja. Las manos acariciaban y los labios robaban castos y rápidos besos mientras se relajaban y charlaban serenamente.
Aunque Severus sabía que Harry era incapaz de excitarse físicamente debido al daño de sus órganos, él no tenía tal impedimento. Mientras corría lenta y amorosamente la esponja por el cuerpo de su pareja, el suyo comenzó a reaccionar ante la sensualidad de la situación. Harry se congeló al sentir la pronunciada erección contra su trasero.
—Lo siento, Harry—dijo el hombre suavemente, arrepintiéndose de su incapacidad para controlar las funciones básicas de su cuerpo—. Dejaré que te bañes en paz. No quiero que te sientas incómodo.
Harry se giró para poder enfrentar a Severus.
—No estoy incómodo—musitó, bajando la vista hacia la dureza del hombre—. Sólo quisiera que tú también pudieras ver cuanto te deseo. Dado que no puedes, sencillamente, tendré que demostrártelo.
El profesor estaba a punto de preguntarle a qué se refería cuando Harry colocó una mano en su pecho. Mirándolo a los ojos, lentamente arrastró su mano hacia abajo, hasta descansar sobre la llena y palpitante erección. Su primer toque hizo que saltara y diera un tirón, y cerró su mano firmemente alrededor.
Jadeando con sorpresa y placer, Severus dejó que su cabeza cayera hacia un lado de la bañera, obligándose a mantener los ojos abiertos y fijos en los de Harry. Éste comenzó una lenta pero firme caricia, enviando oleadas de placer a través de todo el cuerpo del mayor.
Había pasado mucho tiempo desde que Severus había cedido a los placeres de la carne con otra persona, así que apenas tomó unos minutos para que el clímax corriera por él, surgiendo al exterior y cubriendo la mano de Harry. Gritando su nombre mientras se corría, se sumergió en la bañera, rodeando a su pareja con los brazos y acurrucándolo contra él.
—Te amo—murmuró Harry mientras el hombre luchaba por recuperar el aliento—. No puedo aguardar a estar sano de nuevo y poderte demostrar cuanto te amo.
—Gracias, Harry—contestó, besando su cabeza—. Prometo que cuando estés bien, me esforzaré en demostrarte cuanto te amo… en muchas más formas de las que puedes imaginar.
Luego de besarse lánguidamente por unos momentos, finalmente se apartaron, levantándose para salir de la tina. Esa noche, acurrucados juntos en la cama de Harry, se durmieron felices, uno en brazos del otro.
Última edición por alisevv el Vie Abr 22, 2016 5:31 pm, editado 4 veces | |
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