alisevv
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| Tema: To Heal a Soul. Capítulo 10 Jue Abr 23, 2009 12:59 am | |
| —¿Pero por qué tengo que ir a San Mungo para el tratamiento?—estaba preguntando Harry al sanador.
Ahora que las exploraciones estaban mostrando que la mutación había sido completamente erradicada, el sanador Applewhite estaba listo para empezar a curar el extenso daño originado en los órganos y sistemas del joven. Severus no comprendía su renuencia a sufrir esta etapa final para curarse completamente, pero estaba determinado a descubrirlo.
—Harry—le dijo, tranquilizador, alargando su mano y tomando la de él—. El sanador Applewhite ya te ha explicado que el proceso de sanación será demasiado extenso de tratar para sufrirlo bajo la base de paciente no internado. Estaré contigo todo el tiempo, lo prometo.
—No deberían ser más de dos semanas, Harry—le aseguró el medimago—. Tendré que consultar con otros sanadores para asegurar que nosotros tengamos un completo éxito.
—¿Nosotros?—interpuso Harry, sin importarle, obviamente, qué sentimientos hería—. Nosotros no hicieron nada. Severus lo hizo. Nosotros ya tenían mi funeral planeado. Y no quiero más sanadores involucrados. No quiero un montón de personas en esto… Ésa siempre ha sido mi principal preocupación, lo sabe.
—Harry, por favor, escucha lo que te está diciendo el sanador Applewhite—imploró Severus, sorprendido por su exabrupto.
—Entiendo tu preocupación, Harry—dijo el medimago—. Sin embargo, yo no estoy cualificado para tratar algunas de tus heridas. Por ejemplo, el daño neurológico que has soportado requerirá un cuidado muy especial para revertir cualquier discapacidad permanente. Tengo la persona perfecta para que se encargue de eso… De verdad, creo que ella te gustará.
Fue evidente que Harry estaba comenzando a entrar en pánico y Severus estaba tratando de calmarlo frenéticamente. Había experimentado una marcada mejora en su condición, pero todavía tenía un largo camino por seguir y su stress no estaba ayudando. Justo cuando el profesor de Pociones iba a sugerir que fuera a acostarse unos minutos, el infierno se desató.
La piel de Harry se volvió repentinamente cenicienta y sus ojos se pusieron en blanco, mientras caía en el sofá en que había estado sentado. Estaba temblando violentamente y su respiración se estaba transformando en difíciles jadeos. El sanador Applewhite juró en voz alta y, saltando sobre la mesita de centro, alcanzó rápidamente a Harry y lo giró hacia un lado.
Severus se sintió impotente mientras observaba como el joven vomitaba fuertemente en medio de las sacudidas. Una vez que hubo vaciado completamente el contenido de su estómago, el medimago desapareció el desorden y comenzó a correr rápidamente pruebas de diagnóstico, tratando de establecer las causas del ataque.
—Severus, necesito una Droga Tranquilizante… Si no tiene una, consígame una Droga para Dormir sin Sueños. Necesito forzarlo a relajarse antes que caiga en un verdadero ataque.
Corriendo fuera de la habitación incluso antes que el sanador hubiera dejado de hablar, Severus busco la Droga Calmante y un relajante muscular y se apresuró a regresar a la salita. Al ver las pociones, el medimago asintió en señal de aprobación e hizo que Harry tomara ambas pociones. Mientras los violentos temblores se detenían y la respiración del enfermo se estabilizaba, Severus notó que había estado conteniendo la respiración y la dejó salir con un fuerte estertor. El sanador Applewhite dejó el ahora relajado cuerpo del joven en el sofá antes de girarse hacia Severus.
—¿Qué pasó?—indagó el profesor, incapaz de apartar los ojos de la figura dormida boca abajo.
—Parece que fue un severo ataque de pánico. Su cuerpo resultó mucho más afectado porque todavía está muy débil—explicó—. ¿Sabe por qué le preocupa tanto el pensamiento de ir a San Mungo?
—No—contestó—. Pero voy a averiguarlo.
El medimago asintió y se dispuso partir, recordándole que, como siempre, estaría a sólo una llamada de chimenea.
Sentándose al lado del sofá, Severus se mantuvo vigilante sobre Harry, mientras dormía por efectos de la poción. En tanto aguardaba, empezó a repasar en su mente todas las conversaciones que había tenido últimamente con Harry. Debía haber habido alguna señal, alguna pista del porqué le molestaba tanto la sola mención de ir a San Mungo.
Después de una hora, no estaba más cerca de encontrar una respuesta, pero Harry comenzó a despertar de su sueño por agotamiento. Parpadeó lentamente, mirando aturdido lo que le rodeaba.
—¿Severus?—preguntó—. ¿Qué ocurrió?
—Tuviste un ataque de pánico y perdiste el sentido. El sanador Applewhite te medicó para relajar tu cuerpo antes que pudieras dañarte más a ti mismo—explicó, tomando su mano—. ¿Hay algo que desees hablar conmigo, Harry?
Luciendo avergonzado, los ojos del joven pasearon alrededor de la habitación brevemente, como si buscara una respuesta. Severus alargó la otra mano y tomó su barbilla, haciendo que lo mirara.
>>Harry, no hay nada que no puedas decirme; lo sabes, ¿verdad?
Severus observó, impactado, como el joven comenzaba a llorar suavemente, ocultando el rostro entre sus manos.
—Oh, Merlín… Harry, ¿qué sucede?—interrogó, apartando sus manos de su rostro lloroso.
—Es sólo que es demasiado—sollozó, secándose furiosamente las mejillas—. ¿Y si no pueden arreglarme? ¿Y si todo esto fue para nada?
—Ellos van a sanarte, amor—le aseguró el hombre, atrayéndolo en un abrazo y meciéndolo suavemente—. Van a arreglar todo y vas a estar bien. Y recuerda que ahora también me tienes a mí y a mi magia para ayudarte.
Harry se acurrucó contra el pecho de Severus, recostando su cabeza bajo su barbilla.
—Sólo desearía estar tan seguro de eso como tú.
—Harry, mírame—pidió, girando su rostro para encontrarse con sus ojos—. Te prometí que encontraría la forma, ¿no?
—Sí.
—Encontré la forma de salvarte y nada, y quiero decir NADA, evitará que recobres completamente la salud, ¿vale?
Harry le ofreció una llorosa sonrisa y volvió a acurrucarse contra su pecho. Severus frotó su espalda con tranquilizadores movimientos circulares mientras continuaba sosteniéndolo.
>>¿Hay algo más que te esté preocupando?—preguntó.
Suspirando profundamente, el joven asintió.
—Si tengo que ir a San Mungo por tanto tiempo, la gente va a descubrirlo.
—San Mungo no dirá a nadie que estás allí. Puedo pedirle a Kingsley que suministre unos guardias si eso te haces sentir mejor. Te prometo que la prensa no se va a acercar a ti.
—No es la prensa lo que me preocupa—murmuró.
Severus detuvo su movimiento de acunarlo un momento, confundido.
—¿Entonces qué es lo que te inquieta?
—Mis amigos—contestó suavemente.
—¿Por qué demonios no querrías que tus amigos supieran que estás mejor?—indagó, completamente confundido por el giro de la conversación.
Harry guardó silencio unos instantes, y Severus aguardó pacientemente. Era obvio que algo le estaba preocupando demasiado, pero no lo apresuraría. Si algo había aprendido de Harry a lo largo de los años era que siempre se explicaba, pero a su propio tiempo.
—Me preocupa como reaccionarán a lo nuestro—respondió finalmente, su voz apenas audible.
Severus se tensó un poco, esta última confesión golpeándolo dolorosamente.
—¿Te avergüenza que se haga público que estás relacionado conmigo?—preguntó, apenas manteniendo su serenidad.
—¡Merlín, no!—replicó Harry rápidamente, levantando la vista y encontrando la mirada negra—. Nunca podría avergonzarme de mis sentimientos hacia ti. ¿Después de todo lo que has hecho por mí? Por todos. Te amo, Severus. ¡Nada, y ciertamente ninguna opinion, cambiarán eso!
Suspirando con alivio, Severus acomodó al joven contra su pecho.
—¿Entonces qué pasa?
—Una vez que averigüen que estoy bien, van a hacer un montón de preguntas. Después de todo, yo estaba al borde de la muerte. Los mejores medimagos, todos, declararon que no había nada que hacer. ¿Cómo lo explicaremos?
—Les diremos la verdad, Harry—dijo Severus, comenzando a entender finalmente.
—¿Cómo?—exigió el joven, empezando a agitarse nuevamente.
—Harry, debes tranquilizarte. Hoy ya colapsaste una vez a causa del estres.
—Lo siento—contestó, respirando profundamente un par de veces antes de recostarse nuevamente—. Es sólo que temo cómo van a reaccionar cuando descubran que utilice un Ritual de Enlace Oscuro sobre ti para drenar tu magia hacia mí. Me preocupa que me odien o empiecen a temerme.
—Son tus amigos—le recordó Severus—. Ellos han pasado muchas cosas junto a ti y por ti para que te abandonen a causa de esto. Puede que en primera instancia se disgusten o se preocupen, pero entenderán.
—Espero que tengas razón.
—¿Todavía hay algo que te moleste?
—No—contestó Harry con una suave risa—. Supongo que debería recordar con quien estoy tratando.
—Deberías—convino Severus, consiguiendo otra risita de Harry—. Pero ahora, tienes que comer algo y descansar. Necesitamos estar mañana temprano en San Mungo para empezar tu tratamiento.
—¿Prometes que te quedarás conmigo todo el tiempo?—preguntó, lanzando una mirada preocupada hacia el hombre.
—Con todo lo que soy.
—Te lo pienso hacer cumplir, que sepas.
—No esperaba más de ti, mocoso.
—Y ésta, Harry, es la sanadora Laura Lee. Es la Sanadora Jefe de la Sala de Cuidados Intensivos del Janice Thickey.
El sanador Applewhite estaba caminando alrededor de la habitación y señaló a varios magos y brujas, vestidos con las túnicas color verde lima distintivas del personal médico de San Mungo. Severus estaba poniendo mucha atención a los diferentes nombres y especialidades, pues necesitaba saber a quien maldecir en caso de que fallara alguna parte del tratamiento de Harry.
>>La sanadora Lee ha hecho grandes avances en el tratamiento de las enfermedades del sistema neurológico, tanto por maldiciones infligidas como por causas naturales—continuó el sanador Applewhite. Harry estrechó su mano, al igual que con los demás sanadores.
>>Ahora, como te estaba explicando, Harry—dijo el medimago—, trabajaremos en un sistema a la vez, para no presionar a tu cuerpo. Empezaremos con el sistema genito-urinario para conseguir el correcto funcionamiento de los riñones. De ahí nos moveremos al sistema gastrointestinal. En cuanto consigamos que los conductos funcionen, seremos capaces de comenzar a trabajar en tu sistema digestivo. Con suerte, para finales de la primera semana, estarás comiendo y eliminando normalmente de nuevo.
Severus observó mientras la expresión del joven se llenaba de esperanza. Sabía que una de las cosas que más extrañaba era ser capaz de comer sus platos favoritos.
—Eso suena bien—comentó Harry, sonriéndole al grupo.
—Entonces, dado que yo supervisaré este pequeño proyecto—comentó el sanador Applewhite con una sonrisa—, esta semana pasarás la mayor parte del tiempo con los sanadores Smythe, Baddock y Miles. ¿Tienes alguna pregunta?
Harry miró nervioso a Severus, pero se relajó visiblemente cuando éste le lanzó una sonrisa tranquilizadora.
—No, no creo—contestó.
—Estupendo—dijo el medimago, aplaudiendo con excitación—. Ahora, vamos a necesitar que llenes estos formularios y luego te instalaremos en tu habitación.
Los saladores abandonaron el recinto, dejando solos a Harry, Severus y el sanador Applewhite, con una enorme pila de formas médicas. El Gryffindor gimió levemente mientras alzaba el primer pergamino, haciendo que los otros dos magos rieran entre dientes.
—En realidad, no es tan malo, Harry—comentó el medimago—. Estoy seguro que Severus estará encantado de ayudarte con algunos de esos.
El aludido lanzó a Applewhite una de sus miradas de furia, marca Snape, pero ello no hizo efecto en el jovial mago. Aparentemente, se había dado cuenta de que, tratándose de Harry, Severus haría cualquier cosa… incluso llenar innumerables formularios, por triplicado.
>>Antes que se dediquen a esos formularios, quisiera conversar un momento con ambos—pidió el medimago, atrayendo su atención.
—¿Qué sucede?—Severus intentó asegurarse de mantener la calma y su inexpresividad, por el bien de Harry.
—No es nada negativo, lo prometo—aseguró, notando el evidente nerviosismo de los otros—. Sólo quería informarles que hice arreglos para que pueda permanecer en la habitación de Harry—se dirigió a Severus—. Les he dado una rápida visión general a los demás sanadores involucrados en el caso. Nada específico, no se preocupen—aclaró, al ver que el más joven estaba a punto de interrumpirlo—. Sólo he dicho que ambos han iniciado un enlace que requiere que permanezcan lo más cerca posible.
Severus arqueó una ceja ante el sanador, con toda la desconfianza Slytherin.
—¿Y no hicieron preguntas adicionales?^—indagó.
—Bien, Severus—el sanador sonrió—. ¿Cree que hubiera llegado tan lejos como para ser asignado a casos de tan alto perfil como el de Harry sin tener la habilidad de reconducir la atención cuando se requiera?
El profesor de Pociones inclinó la cabeza en respuesta antes de girarse hacia Harry y levantar varios formularios por completar.
—Bueno, mocoso—dijo cálidamente, mientras el sanador los dejaba con su trabajo—. Por lo que parece, ambos estamos en buenas manos.
Harry sonrió ampliamente y se inclinó sobre su propio mini montón de formularios. Un momento después, sin embargo, Severus sintió que el joven tomaba su mano y la apretaba. Al mirarlo, su pareja lo recibió con otra sonrisa.
—Gracias, Severus.
—¿Por qué?
—¿Por qué?—repitió Harry, ampliando la sonrisa—. Oh… por ser tú, por no rendirte, por saber exactamente lo que necesito y cuándo lo necesito… Por un millón de cosas, en realidad.
Severus se inclinó y lo besó suavemente, disfrutando el tener la oportunidad de hacerlo.
—En ese caso, supongo que yo también debería agradecerte—musitó.
—¿Y tú por qué vas a agradecerme?—preguntó juguetonamente.
—Por permitirme hacer ese millón de cosas.
Durante un largo rato, compartieron una cálida mirada, para luego regresar a los pesados formularios. Ni siquiera la obscena naturaleza de la vasta cantidad de papeleo burocrático pudo aguar el ánimo de Severus. No podía estar nada menos que perfectamente feliz, sentado en la pequeña y deprimente habitación de hospital, con la mano de Harry descansando cómodamente sobre su pierna mientras las plumas de ambos garabateaban sin cesar.
Última edición por alisevv el Vie Abr 22, 2016 5:49 pm, editado 4 veces | |
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