alisevv
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| Tema: To Heal a Soul. Capítulo 5 Vie Abr 10, 2009 7:23 pm | |
| Habiendo tomado varios libros de la biblioteca de Hogwarts, Severus hizo una rápida parada en su casa de Spinner’s End y recogió unos cuantos libros cuestionables que guardaba en su biblioteca privada. Por mucho que detestara tener que volver a utilizar alguna clase de magia oscura, si había algo que pudiera salvar a Harry, lo haría en un latido.
Regresó a la casa y acudió presuroso a la cabecera de Harry, confirmando con Dobby que había permanecido dormido todo el tiempo. Depositando el enorme alijo de libros en una silla, se acercó al joven y, suavemente, retiró de su frente un mustio mechón de cabello.
Aunque le preocupaba que todavía siguiera inconsciente, se sentía aliviado al ver que su palidez había mejorado. Incapaz de detenerse, se inclinó y colocó un ligero beso en la decolorada cicatriz en forma de rayo. Inhalando profundamente, conservó la esencia de Harry antes de enderezarse, acomodándose en la butaca y levantando el primero de los muchos libros para comenzar su investigación.
Poco después, escuchó los primeros sonidos del despertar del enfermo. Al levantar la vista, preocupado, encontró la cansada y confusa mirada del joven que le había llegado a importar más de lo que quería admitir.
—Harry—dijo suavemente—, ¿cómo te sientes?—marcando la página, cerró el libro y lo colocó encima de los otros antes de levantarse y acercarse a la cama.
El muchacho miró alrededor de la habitación, aceptando agradecido los lentes que Severus colocó en su mano.
—Realmente, me siento bastante agotado—dijo, una arruga mancillando su frente—. ¿Qué ocurrió?
—¿Qué es lo último que recuerdas?—indagó Severus, regresando a su asiento, necesitando colocar algo de distancia entre ellos para lo que iba a venir.
Harry cerró los ojos y pensó por un momento, todavía luciendo un tanto aturdido y confundido.
—Recuerdo que desayunamos y te fuiste al laboratorio. Empecé a curiosear los nuevos libros que acababa de recibir de la librería y elegí uno para leer en la tarde—explicó, corriendo una mano temblorosa a través de su pelo—. Eso es todo.
Severus suspiró pesadamente, deseando poder evitar contarle al joven los eventos que habían sucedido desde entonces.
—Terminé mi trabajo de la mañana y me reuní contigo en el saloncito para almorzar. Apenas comenzabas a mostrarme el libro que habías elegido cuando caíste y comenzaste a convulsionar. Dobby trajo al sanador Applewhite, quien permaneció con nosotros hasta que el ataque cesó y luego realizó pruebas de diagnóstico.
La expresión en el rostro de Harry cambió de la confusión a la tristeza, y con rapidez a una resignada aceptación. A Severus le dolió ver aparecer esa expresión con tanta facilidad.
—Entonces, ¿cuál es la prognosis?—preguntó terminante.
—El sanador cree que fue un punto crucial. Tu sistema nervioso ha comenzado a deteriorarse. Piensa que, incluso con las pociones personalizadas que te preparo, apenas será cuestión de un par de meses antes que tus órganos comiencen a apagarse.
—Ya veo—musito—. Eso no es todo lo que dijo, ¿verdad?
—No—contestó, fortaleciéndose para transmitir el resto de las noticias—. Con el daño extendiéndose nuevamente por tu sistema neurológico, piensa que pueden presentarse más temblores y ataques, pérdida de conciencia, y posiblemente pérdida de memoria y demencia.
Harry cerró los ojos, respirando profundamente por un momento. Severus deseó que hubiera algo que pudiera hacer para ayudar, pero, dada su poca experiencia en consolar a otros, estaba inseguro acerca de cómo proceder. Se sentó rígidamente en su silla, aguardando a que el joven procesara la nueva información.
—Bien, sabíamos que sólo era cuestión de tiempo—dijo Harry estoicamente, una triste sonrisa adornando su rostro—. De hecho, he durado mucho más de lo que el sanador creía inicialmente.
—Harry…—comenzó Severus, no muy seguro de lo que deseaba decir.
—Severus, no te preocupes. Es algo para lo que me he estado preparando por… Todo está en su sitio y he hecho las paces con esto.
El hombre cerró los ojos con cansancio, odiando la calma en el tono de voz de Harry.
>>Me siento bastante exhausto—continuó el joven, acomodándose en la cama—. Me temo que no soy buena compañía esta noche.
—¿Te importaría mucho si me quedo un rato?—preguntó el profesor, necesitando permanecer cerca, donde pudiera ver a Harry.
Sonriendo intrigado, el enfermo susurró.
—Si realmente lo deseas, no veo la razón por la que no lo hagas.
Asintió y rescató su libro, regresando al lugar que había dejado.
>>Severus—musitó el Gryffindor suavemente, momentos más tarde.
—¿Si, Harry?
—Gracias… por quedarte y cuidarme—. Esto… significa mucho para mí que lo hagas.
—De nada, Harry.
—Y, ¿Severus?
—¿Hmmm?
—Tú… er… lo que quiero decir es… Pensé que…—se quedó sin saber qué decir.
—¿Qué, Harry?—lo animó.
—Cuando me estaba despertando, creí… creí sentir que alguien besaba mi frente—lo miró con recelo y estrujó la cobija entre sus dedos.
Severus enrojeció, por primera vez en lo que tenía memoria.
—Lo lamento, Harry. Estaba bastante… abrumado por los sucesos de hoy.
Harry lo analizó por un momento, luciendo como si estuviera buscando algo que decir.
—¿Lo harías de nuevo?
El hombre dejó de respirar, los ojos abiertos de par en par. No era posible que Harry estuviera pidiéndole que lo besara… de nuevo. Jadeando en una brusca respiración, se encontró con que no podía hallar la voz. Podía sentir el temblor de sus manos mientras sujetaba el libro, apenas ligeramente.
>>Quiero decir, si no te importa—se apresuró a agregar Harry—. Es sólo que… fue tan agradable. Pensé que era un sueño—declaró con una voz que apenas era más que un susurro. Severus se encontró levantándose y caminando hasta la cama de Harry. La habitación parecía sobrenaturalmente silenciosa y estaba seguro que incluso el joven podría escuchar los latidos de su corazón. Agachándose, observó como los ojos verdes se cerraban y su boca se abría ligeramente mientras su respiración se aceleraba. Tomando otro instante para respirar en el aroma de Harry, presionó sus labios contra la fresca y seca piel de su frente.
Escuchó como el joven suspiraba ante el contacto y sus propios ojos se cerraron ante el sonido. Después de un momento, se alejó a regañadientes, abriendo los ojos y encontrándose con la mirada verde.
>>Gracias—susurró el Gryffindor.
—De nada—vino el susurró de vuelta.
Esa triste y resignada sonrisa acudió a los labios del enfermo una vez más.
—Era de esperarse—musitó, todavía en un tono bajo.
—¿El qué, Harry?
—Es apenas parte de la maldición de mi vida. Justo cuando encuentro alguien a quien quiero verdaderamente, está fuera de mi alcance.
—No me voy a dar por vencido todavía—replicó Severus, su voz todavía muy baja mientras se sentaba en la cama, a su lado—. Voy a encontrar un modo de detener esto.
—¿Por qué?—preguntó, alargando una mano y colocando un mechón de cabello del hombre tras su oreja.
—Porque es muy raro que yo encuentre a alguien que verdaderamente quiera.
Harry sonrió radiante ante su respuesta y Severus no pudo evitar contestar a su sonrisa.
—Bien, eso es absolutamente una declaración, Profesor.
Severus alargó la mano y cubrió la mejilla de Harry, asombrándose cuando éste cerró los ojos y si inclinó sobre su diestra.
—A estas alturas, ya deberías saber que no digo nada a menos que quiera hacerlo, mocoso—dijo con voz cálida.
—Bueno, entonces supongo que tendré que aceptarlo—replicó, todavía sonriendo—. Pero, dado que algo así es tan extraño, ¿no crees que deberías hacer algo al respecto?
Severus retrocedió por un momento, no muy seguro de lo que el otro quería decir. Los brillantes ojos verdes se abrieron y atraparon su mirada una vez más antes que Harry sonriera y se inclinara hacia delante, demostrándole su punto. Sin terminar de creer que eso era real y no algún desesperado y enfebrecido sueño, Severus se inclinó y presionó sus labios contra los de Harry.
Aunque fue suave y tranquilo debido a la débil condición del joven, Severus estaba asombrado de la profunda intensidad del beso. Nunca antes había experimentado nada tan perfecto ni tan irresistible. Cuando se alejaron, luchó contra la urgencia de pellizcarse para comprobar que lo que acababa de pasar era cierto.
—Bueno, debo de decir—bromeó Harry—que esto es muy inesperado.
—Harry, te lo prometo, voy a encontrar algo—aseguró Severus seriamente, necesitando que el joven comprendiera.
El aludido simplemente sonrió antes de recostarse sobre la almohada. Extendiendo el brazo, aferró la mano de Severus; se quitó los lentes con cansancio y cerró los ojos, su agotamiento lo vencía rápidamente.
El Profesor permaneció sentado a su lado, sosteniendo su mano, hasta que su respiración se tranquilizó y confirmó que estaba profundamente dormido. Teniendo ahora aún más razones que antes, regresó a sus libros con renovado vigor, determinado a no perder este regalo que había sido puesto ante él.
Después de unas cuantas horas revisando viejos, polvorientos, y en su mayoría inútiles tomos, verificó que Harry estuviera cómodamente dormido y luego dejó la habitación. Estaba retrasado y necesitaba organizar una cena sencilla y la siguiente tanda de pociones para el joven.
Mientras atravesaba la salita de estar de camino a la cocina, se sobresaltó con el destello verde proveniente de la chimenea y la voz que rompió la tranquilidad de la casa.
—¿Harry? ¿Estás ahí?—llamó la voz, y Severus se giró para ver la cabeza de Ron Weasley en medio de las llamas verdes—. Oh, hola, er, Profesor—dijo el pelirrojo, luciendo algo incómodo.
—Hola, señor Weasley—contestó, recuperando rápidamente la compostura.
—Er, ¿Harry está ahí?—preguntó de nuevo antes de girarse y murmurar algo a una persona desconocida, probablemente la chica Granger.
—Me temo que el señor Potter no está disponible para su charla semanal—explicó, inseguro de cuánto debería comunicar. Sabía que Harry no deseaba ser adulado o sofocado por la bien intencionada atención de sus dos mejores amigos.
—¿Él está bien?—preguntó Weasley, sonando un tanto desesperado. De repente, una segunda cabeza se metió a su lado en el fuego; al hombre le divirtió ver que, en efecto, era Hermione Granger.
—¿Profesor?—preguntó, preocupada.
—Él está bien—le aseguró, suavizando sus palabras—. Hoy tuvo un retroceso menor pero ya ha sido revisado por el sanador. Ahora está durmiendo.
Un par de rostros con idéntica preocupación lo miraban y, por un momento, consideró contarles toda la historia. Pero, cuando pensó en la horda de pelirrojos que invadirían la casa de Harry, lo reconsideró.
—¿Está seguro que él está bien, señor?—preguntó Hermione.
Severus asintió brevemente.
—Le informaré que ustedes se comunicaron y estoy seguro que les contactará en cuanto se sienta mejor.
—Gracias, señor—dijo la chica, alejándose del fuego para ser seguida poco después por un cauteloso Ron Weasley.
Después que la conexión fue rota suspiró, apretando el puente de su nariz y recuperando su equilibrio, una vez más.
—Dobby—llamó, ya no se sentía con ánimos para preparar la cena.
—¿Si, amo Snape, señor?—preguntó el elfo doméstico, apareciendo en la habitación.
—¿Por favor, podrías conseguir algo de caldo para Harry? Deberá tomar su poción muy pronto.
—Por supuesto, señor. Dobby lo traerá en un momento—contestó, desapareciendo.
De regreso a la habitación, vio al joven sentado y frotándose los ojos. Se tomó unos momentos para embeberse de la visión del Gryffindor mientras trataba de apartar los últimos vestigios del sueño.
—¿Cómo te sientes, Harry?—preguntó, acercándose nuevamente al lado de la cama.
—Débil, mayormente—contestó, colocándose sus anteojos y sonriéndole una vez que giró la mirada hacia él.
—Dobby te va a traer algo de caldo. Deberías tratar de comer un poco antes de tomar las pociones de la noche.
Asintió con cansancio, la sonrisa ligeramente vacilante.
—¿Y tú? ¿Cómo te sientes, Severus?—indagó, mirándolo directamente a los ojos.
—Determinado—replicó, estirando su mano para tomar la del joven y apretarla suavemente.
Harry bajó la vista a sus manos unidas y volvió a sonreír.
—Entonces, ¿esto es real?—cuestionó, esperanzado.
—Sí. Siempre y cuando tú también lo desees.
—Lo hago.
—Bien. Tus amigos llamaron por la red flu, les dije que estabas descansando luego de una recaída menor. Espero que no te importe.
—Gracias.
Severus asintió, sintiendo que el joven apretaba su mano un poco más.
Dobby llegó con el caldo, posando la bandeja sobre la mesilla al lado de la cama de Harry. Junto con el caldo, había varios emparedados de jamón y algunas galletas de almendra. Elevando una ceja interrogante ante el elfo doméstico, el profesor de Pociones aguardó una explicación.
—Dobby continuará acatando los deseos del amo Harry Potter y asegurándose de que usted coma, amo Snape, señor—declaró, irguiéndose derecho y mirándolo desafiante.
Sonriendo a pesar de si mismo, Severus intercambió una mirada con Harry, viendo como una sonrisa parecida surgía en su cara.
—Gracias, Dobby—dijo al fin, tomando uno de los emparedados al tiempo que entregaba su caldo a Harry.
El elfo domestico sonrió ampliamente, una visión ligeramente perturbadora en opinión de Severus, y desapareció, dejando a ambos hombres cenando.
>>Come, Harry—lo animó—. Necesitas recuperar tus fuerzas. No dejaré que te marchites… no ahora.
La sonrisa del enfermo se debilitó un poco, pero de todas formas empezó a comer. Severus deseaba tranquilizarlo de algún modo pero no sabía cómo. Sin importar el costo, estaba determinado a encontrar una forma, cualquier forma, para salvar a Harry.
Última edición por alisevv el Vie Abr 22, 2016 10:58 am, editado 5 veces | |
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