La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus

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alisevv

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MensajeTema: Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus   Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus I_icon_minitimeVie Abr 03, 2009 7:48 pm

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Un cambio notorio en la velocidad del carruaje sacó a Severus de sus reflexiones. Asomándose por la ventanilla del vehículo, notó que atravesaban una muralla arbolada y rodaban por el camino que conducía hacia la Mansión Black. Inclinándose sobre Harry, lo sacudió suavemente, mientras susurraba.

—Harry… Harry, despierta.

El joven murmuró algo entre sueños pero no despertó.

>>Harry, despierta, ya estamos llegando— llamó Severus de nuevo, esta vez en un tono más alto.

El hombre sintió una oleada de ternura cuando vio que su pupilo se desperezaba, llevaba su puño a la cara y se restregaba los ojos como para espantar el sueño, antes de fijar sus confundidas pupilas en él.

—¿Llegamos?— repitió, aturdido.

—Sí, y a menos que quieras lucir ante el Duque de Black y su prometido como un niño dormido, es mejor que espabiles— se burló Severus, al tiempo que le entregaba sus anteojos.

Harry reaccionó de inmediato y con tanta precipitación que se golpeó la pierna herida y lanzó un quejido de dolor.

>>Ey, cuidado con esa herida— advirtió el Duque, ayudándolo a enderezarse. Harry se sacudió la ropa y trató de peinarse con las manos, en un vano intento por verse más presentable.

>>Creo que pierdes tu tiempo— se rió Severus al ver su gesto—. Heredaste el cabello de tu padre, absolutamente indomable.

El joven frunció la nariz, molesto, pero la protesta que pensaba expresar se vio interrumpida cuando el carruaje se detuvo repentinamente.

—Ya llegamos— declaró el mayor, antes de abrir la portezuela del vehículo y salir. Una vez fuera, se giró hacia Harry y le tendió la mano—. Vamos, nos están esperando.

No sin algo de esfuerzo, el joven se incorporó, tomó la mano que se le ofrecía y bajó los escalones del carruaje. Antes de descender del todo, se vio alzado una vez más.

—Señor, por favor— suplicó, abochornado, aunque deleitado ante el cuidadoso trato que le ofrecía su tutor—. Puedo caminar.

—Por supuesto que no— Severus desoyó las protestas—. El doctor te lo prohibió terminantemente.

Severus caminó por una larga vereda empedrada, a cuyos lados se extendían los jardines, iluminados por la luna llena, y que terminaba en una serie de escalinatas de mármol que conducían a la entrada principal de la edificación. Al llegar, Harry notó que en la puerta se encontraban parados sus anfitriones, acompañados por una bonita muchacha que tendría aproximadamente su edad.

—Así que era cierto— se escuchó una bronca voz en cuanto alcanzaron la entrada—. Cuando el hombre que enviaste por delante me dijo que venías en camino y con compañía, no lo podía creer— en la cara del Duque de Black se evidenciaba la sorpresa—. ¿Qué demonios haces aquí y acompañado de…cómo era que te llamabas, muchacho?

—Sirius, esa no es forma de recibir a Severus y su invitado— lo regañó Remus, sonriéndole a Harry para tranquilizarlo.

—No te preocupes, Remus— dijo Severus con una sonrisa burlona—. Este salvaje y yo nos conocemos hace años, ya me sé sus modos.

—Tú sí pero HARRY no, y parece que Sirius piensa que sigue en el ejército y se le olvidaron sus buenos modales — replicó Remus, enfatizando el nombre de Harry mientras miraba a su prometido con el ceño fruncido.

—Vale, ofrezco mis sinceras disculpas— aceptó el dueño de casa, mientras Severus reía internamente. El gran Duque de Black siempre cedía como cera moldeable cuando de su novio se trataba; bastaba con que Remus elevara apenas un poco el tono de voz y ya estaba hecho—. Señor Duque, Harry, sean bienvenidos a la Mansión Black.

Esta vez, Severus casi rió en voz alta al escuchar el tono irónico de Sirius al llamarlo por su título. El hombre cedía, pero no sin protestar.

—Se le agradece, señor Duque— replicó Severus en el mismo tono, mientras Harry musitaba un suave ‘gracias’. Luego, se giró hacia la chica que acompañaba a los hombres—. Milady, es un placer saludarla.

—El placer es mío, Milord— contestó ella con una sonrisa.

—Harry— dijo Remus, mirando al chico—, te presento a mi prima, Hermione Lupin.

La chica le sonrió sinceramente y Harry sintió una simpatía inmediata hacia ella, por lo que le sonrió a su vez.

—Bueno, ya nos conocemos todos, ahora cuéntame qué pasó— insistió Sirius.

—Les contaré todo pero primero me gustaría dejar instalado a Harry— pidió Severus—. Ha sido un día muy duro para él y está herido— al ver la expresión expectante de sus anfitriones, supo que tendría que explicarles un poco más para que entendieran la situación—. El padre de Harry fue enterrado esta mañana; dejó una carta notariada cediéndome su tutela— dudó un segundo y agregó—: Harry es fértil.

—Oh, por Dios— musito Remus, mirando a Harry con simpatía—. No sabes cuánto lamento lo de tu padre.

—Y yo— agregó Sirius, luciendo contrariado—. Debo disculparme contigo. Después que te encontramos el otro día, Remus insistió en que deberíamos ir a la vicaría a ver cómo seguía tu padre, pero no pensé que fuera tan grave.

—No se preocupe, Milord, lo comprendo— Harry les sonrió a ambos para tranquilizarlos.

—Podemos instalarte en la habitación violeta— decidió Remus, tomando atribuciones como lo que ya prácticamente era, el Amo de la Mansión—. No es tan espaciosa como la de Severus pero tiene una hermosa vista de la terraza y los jardines. Te va a gustar.

—Gracias, Milord.

—Y no me llames Milord. Eres el pupilo de Severus, ya eres parte de la familia— Remus miró a Severus—. Puedes subirlo y dejarlo instalado; más tarde buscaré a mi valet y entre los dos podemos ayudarlo a cambiarse y ponerse cómodo.

—No, Milord…— al ver la mirada del otro, Harry corrigió—… Remus, no tienes que molestarte, con un valet es suficiente.

—Estás herido y Godric es anciano, le va a ser imposible atenderte solo. Además, lo haré con mucho gusto.

—Pero puede ayudarlo otro empleado— argumentó el chico.

—Godric es el único anciano en la casa.

—¿Y qué con eso?

Remus lo miró, asombrado.

—¿No conoces todas las implicaciones de ser fértil?

—Pues padre me explicó algunas cosas—musitó Harry, vacilante.

—Creo que vas a tener que hablar con el chico largo y tendido— sugirió Sirius.

—Lo mismo pensé yo— convino Severus.

—Milores— intervino Hermione, con una sonrisa—, les recuerdo que seguimos parados en la entrada de la casa.

—Sí, entremos— dijo Sirius—. Severus, lleva a Harry a su cuarto y nosotros te esperamos en el estudio— miró a su amigo, sus ojos azules brillando con curiosidad mal contenida—. Y te esperamos pronto.

—Yo me quedaré a hacer compañía a Harry mientras ustedes conversan— propuso Hermione.

—Me parece magnífica idea— aceptó Remus—. Luego que hablemos subiré con Godric.

Todos entraron en la casa, y mientras Remus y Sirius se dirigían al estudio, Severus, precedido por Hermione, subió rumbo a las habitaciones correspondientes a la familia y los amigos de confianza.



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—¿Estás cómodo?— preguntó Hermione, mientras acomodaba las almohadas detrás de Harry.

—Sí, gracias, es usted muy amable, Milady.

—Oh, vamos, deja la formalidad— dijo la chica, riendo—. Llámame Hermione, al fin y al cabo yo te llamé Harry y no Milord.

—Yo no tengo título— argumentó el chico.

—Ni yo, recuerda que soy mujer y las mujeres no heredamos títulos.

—Ni los hijos segundos— agregó Harry con una sonrisa.

—¿De eso concluyo que tu padre era hijo segundo?— preguntó la chica, curiosa—. Lo digo porque si eres fértil por obligación debes descender de familia noble, pero Remus habló de ir a la vicaría a ver a tu padre.

—Muy perceptiva, jovencita— rió Harry—. Mi padre era vicario de la villa cercana— contestó el joven, sonriendo con nostalgia al recordar a su progenitor—. Su nombre era James Potter, hijo menor del Conde de Potter.

—¿El Conde de Potter?— repitió la chica, frunciendo el ceño.

—Por tu cara veo que la fama de mi tío me precede.

—Perdona, yo…

—No tienes que disculparte— la interrumpió Harry, sonriendo—. De hecho, la herida de la pierna fue por su causa.

—¿Qué?— ella lo miró espantada—. ¿Por qué?

—Digamos que sus ideas respecto a mi futuro no coincidían con las mías. Pretendía casarme con el Vizconde Filch.

—¿Con ese apestoso? Puaggg.

—Yo pensé exactamente lo mismo, por eso me escapé. Me persiguieron con perros y ya ves el resultado. Por suerte, el Duque llegó a tiempo para ayudarme.

Unos suaves toques en la puerta interrumpieron su conversación.

—Adelante— musitó Hermione, y entró una guapa muchacha con una bandeja.

—Buenas noches— dijo la joven, respetuosa—. Lord Remus me envió con algo de cena, pensó que a Milady le gustaría cenar con el joven lord.

—Perfecto, mi primo siempre tiene buenas ideas— comentó Hermione, mientras la chica acercaba una mesita y colocaba encima la bandeja con comida y bebida—. Hummm, sándwich de pavo, que delicia, ¿te gustan?

—Mucho— Harry aceptó con una sonrisa el emparedado que le entregó Hermione y lo atacó con apetito. Luego tomó un sorbo del vino que habían llevado para acompañar la comida—. Vaya, vino de la región— comentó con deleite—, y si no me equivoco, de las bodegas Weasley.

Hermione levantó la botella, leyó la etiqueta y luego miró a su nuevo amigo, asombrada.

—Vale, entiendo que hayas identificado el vino de la región, pero ¿cómo supiste de qué bodega era? Mira que si a tu edad empiezas así no te auguro buen fin— lo miró enarcando una ceja

Harry lanzó una carcajada

—No es la gran cosa— desestimó, divertido—. Lo que ocurre es que el señor Weasley es el padre de mi mejor amigo. Digamos que el vino Weasley es, casi, casi, la única bebida que conozco.

—Uff, me tranquilizas— Hermione, burlona, puso una mano sobre su corazón y fingió respirar nuevamente. Luego, alzó su copa de vino—. Entonces, brindemos con el vino de papá Weasley por el comienzo de una buena amistad. ¡Salud!

—¡Salud!



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—Mierda, menuda coincidencia— soltó Sirius, cuando Severus terminó de contarles todo lo sucedido ese asombroso día—, que el chico que te gustó tanto terminara siendo el hijo de tu amigo de la infancia.

—Y que lo digas— el Duque de Snape clavó su oscura mirada en el ambarino líquido que, danzando en su copa de coñac, se calentaba en su mano—. Todavía me cuesta creerlo. Y eso que, ahora que lo pienso, tiene varias semejanzas con su padre. James tenía su nariz, su mismo pelo rebelde, y también usaba anteojos.

—¿Será por eso que te atrajo el chico? ¿Por qué inconscientemente te recordaba al padre?

—¿Qué tonterías dices, Sirius?— lo regañó Remus.

—No son tonterías. Es posible que Severus estuviera enamorado de James y…

—Yo quería a James como al hermano que nunca tuve— lo cortó Severus, frunciendo el ceño—. Nunca hubo ningún vínculo romántico entre los dos, éramos casi unos niños la última vez que nos vimos.

—En todo caso, eres un maldito bastardo afortunado— declaró Sirius, acomodándose mejor en el sofá al lado de Remus y posando las piernas sobre la mesita cercana.

—¿Qué quieres decir?— preguntó su amigo, elevando una ceja en clara señal de interrogación.

—¿Qué va a ser? Ahora resulta que el chico que te gusta es fértil, así que tu mayor problema para tener una relación con él quedó eliminado.

—No es tan fácil— musitó Severus, tomando un sorbo de su bebida y disfrutando la quemante sensación del líquido al bajar por su garganta.

—¿Por qué no? Déjame decirte que es bastante evidente que tú le gustas

—Puede ser que le atraiga— razonó Severus—, al fin y al cabo yo le ayudé a librarse de su tío y se siente seguro conmigo. Además, no tiene patrones con qué comparar. Pero qué pasará cuando conozca Londres y la vida de la Corte; cuando conozca… otros hombres, probablemente más jóvenes y divertidos que yo. Le llevo veinte años, por Dios, y soy sedentario, prefiero mil veces el campo que la vida en Londres

—Esos no son problemas y lo sabes, Severus. Yo le llevo a Rem quince años y aquí nos tienes, tan felices. Y yo también huyo de la vida cortesana como de la plaga.

—Pero la diferencia estriba en que Remus se crió en el medio de la Corte. Conoce como es ese mundo y lo que puede encontrar en él y no le gusta. Te eligió consciente de todo lo que dejaba a un lado.

—Tienes miedo de enamorarte y que luego Harry elija a otro, ¿verdad?— intervino Remus por primera vez.

Severus enrojeció ligeramente pero no contestó. Sirius se le quedó viendo, atónito.

—No, no, no, me niego a creer que el Duque de Snape, el gran conquistador, tenga miedo a ser rechazado. Eso no es posible.

—Sirius— dijo Remus con tono firme, mirando a su novio fijamente—, CIERRA EL PICO— luego se volvió nuevamente a su amigo—. Severus, entiendo que quieras proteger tus sentimientos— musitó, sonriéndole con aprecio— y pienso que tienes razón.

—¿Que qué?— exclamó Sirius, pero su pareja lo silenció con una mirada.

—Sirius, con su habilidad típica— señaló con ironía—te está intentando poner contra la pared. Pero está bien que quieras que Harry conozca Londres y la vida de la Corte antes de pensar en una posible relación con él. Sólo te pido que no te cierres en banda a las diferentes posibilidades, de lo poco que conozco de Harry, pienso que puede darte una gran sorpresa.

Severus se limitó a sonreírle, agradecido.

—Me está empezando a preocupar que últimamente ustedes dos se están dedicando a confabularse contra mí— se quejó Sirius, con cara de perrito apaleado.

—¿Por qué será?— se burló Remus, y se inclinó para dar un tierno beso a su pareja.

—Eso mismo me pregunto yo— convino Severus.

—¿Lo ven? Ya lo están haciendo de nuevo— se quejó el Duque de Black, y los otros dos lanzaron una carcajada—. Vale, cuando terminen de reírse, ¿nos contarías qué piensas hacer entonces con el chico?

—Pues en cuanto se recupere me lo llevaré a casa. Allí tendré que conseguirle un profesor para que lo adiestre en las costumbres de la Corte y lo que será su posición como Consorte de un noble; espero que esté listo para cuando empiece la nueva temporada social.

—Apenas faltan cuatro meses para eso— argumentó Sirius—. ¿No es muy poco tiempo para prepararlo?

—Espero que no.

—Yo estoy seguro que no— comentó Remus—. Harry es un chico inteligente, aprenderá pronto— se levantó de su acogedor refugio al lado de Sirius—. Y hablando de Harry, los dejo, debo buscar a Godric para que me ayude con él, debe estar cansado y dolorido y con ganas de irse a dormir.

—Muchas gracias, Remus— musitó Severus.

—No tienes por qué darlas— contestó su amigo con una sonrisa—. Además, no lo hago sólo por ti; Harry me cae realmente bien.



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—Adelante— dijo Harry, al sentir unos discretos toques. La puerta se abrió y tras ella apareció el rostro sonriente de Remus, acompañado de un estirado anciano.

—¿Estás solo?— preguntó Remus con una sonrisa.

—Sí, Hermione se fue cuando vinieron a preparar el agua de la bañera, dijo que tú probablemente estabas al llegar y ella se encontraba algo cansada. Me dejo dicho que te diera las buenas noches.

—¿Qué te pareció mi prima?— Remus se acercó a la cama de Harry, mientras el anciano valet entraba en el baño a verificar que todo estuviera en orden.

—Encantadora— contestó Harry, sonriendo—. Es muy amable y simpática.

—Sí, es la dama de compañía ideal.

—¿Dama de compañía?

—Sí— contestó Remus, pensando que mientras Godric terminaba de preparar el baño, podría conversar con Harry sobre su condición de noble fértil—. Como debes saber, nuestra Reina es una mujer de extrema moralidad.

—Sí, la Reina Victoria sí que sabe ser extremista— replicó Harry, y ambos hombres rieron divertidos.

—Bueno, en vista de dicha moralidad, digamos que los hombres fértiles debemos contar constantemente con la presencia de una dama de compañía que garantice nuestra respetabilidad.

—Es una broma, ¿cierto?— preguntó Harry, con los ojos abiertos como platos.

No— contestó Remus, a punto de lanzar una carcajada ante la expresión de Harry.

—¿Y todo ese asunto del valet?

—La Corte exige que el valet de un hombre fértil soltero tenga al menos setenta años. Sólo a alguien mayor de esa edad o a otro hombre fértil le está permitido ayudarte en estos menesteres.

Harry no sabía si reírse o indignarse. Al fin, se decidió por seguir averiguando.

—¿Qué otras limitaciones tenemos?

—Bien, en Londres no podemos salir sin la dama de compañía, especialmente si vamos con nuestra pareja.

—¿Quiere decir que tú y el Duque tienen que ir con Hermione a todas partes?— preguntó Harry, horrorizado.

—En realidad, Hermione es mi dama de compañía en el campo, y digamos que yo funjo como su caballero de compañía, aquí las cosas son más relajadas. En Londres la situación es diferente; Hermione tiene su propia dama de compañía y yo la mía, y ninguna de las dos es joven— terminó con cara de frustración.

—Pero no tiene lógica— argumentó Harry—. En el campo tienen mucha más oportunidad de… enrojeció hasta la raíz del pelo—… bueno, ya sabes.

Remus se echó a reír.

—Sí, en el campo tenemos más oportunidad de ‘ya sabes’. Pero qué quieres que te diga, son las reglas de la Corte.

—Demonios, cada vez me gusta menos esto de ser fértil.

—Pero tiene sus compensaciones— comentó Remus, entendiendo perfectamente la frustración de Harry, él mismo había pasado por esa etapa—. La principal de ellas, la posibilidad de traer una pequeña vida al mundo. ¿No te gusta la idea?

Harry se quedó un buen rato pensativo.

—Sí, creo que sí— dijo al fin. Le gustaba el pensamiento de una vida pequeñita creciendo dentro de sí, un bebé con los negros ojos de…Enrojeció fuertemente y sacudió la cabeza para desechar ese pensamiento.

—Bien, aquí llega Godric— dijo Remus, sin hacer ninguna alusión ante el rubor de Harry—, ¿crees poder llegar al baño apoyándote sólo en mí o prefieres que él nos ayude?

—Contigo será suficiente— dijo Harry, temiendo que si se apoyaba demasiado en ese anciano endeble le partiría todos los huesos, y tratando de apartar de sus pensamientos la imagen de un pequeño niño con los ojos negros del Duque de Snape.



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Al mediodía siguiente, estaban Harry y Hermione conversando sobre un libro publicado recientemente y que ambos habían leído, cuando Severus entró en la habitación.

—Buenos días— saludó a ambos jóvenes, que se quedaron un poco cortados.

—Buenos días, señor— contestó Harry.

—Buenos días, Milord— respondió Hermione.

—Me enviaron de emisario a buscarlos, los esperan para almorzar— informó Severus, mientras se dirigía a Harry y lo alzaba en brazos; esta vez, el chico ni se tomó la molestia de empezar a protestar, sabía que no iba a servirle de nada. Sin una palabra más, el Duque cedió el paso a Hermione y salió detrás de ella, rumbo al pequeño y acogedor recinto que usaban en las comidas familiares.



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Harry y Hermione apenas podían contener la risa al ver la mirada estupefacta con que los otros tres ocupantes de la mesa miraban a Harry mientras éste se comportaba con perfecta corrección, siguiendo al dedillo la estricta etiqueta de la Corte Victoriana.

Al finalizar los postres, el joven miró a los tres hombres con una sonrisa, y les dijo con un tono que no pudo impedir sonara indudablemente satisfecho.

—¿Realmente pensaban que no me iba a conducir correctamente en la mesa?

La confusión y la vergüenza de saberse atrapados se plasmó en los tres rostros. Al final, fue Remus el que se animó a hablar.

—Supongo que puede decirse que estamos algo sorprendidos.

—No entiendo por qué— replicó Harry, sin perder la sonrisa—. A pesar de vivir como un sencillo vicario, mi padre era hijo de un Conde, él me transmitió todo lo que le había enseñado su madre. No sólo sé comer siguiendo la más estricta etiqueta, también sé todo lo referente al comportamiento hacia la nobleza, como conducirme correctamente en una conversación dependiendo de la jerarquía de quienes intervienen en ella, conozco los bailes, los juegos y la moda que impera en la Corte, y todo lo que implica el manejo interno de una Mansión. Mi padre también me inculcó el amor a los libros, así que tengo conocimientos básicos sobre Ciencias, Filosofía, Política, Economía, Literatura, Artes; no son conocimientos profundos pero si los suficientes como para seguir una conversación social sin avergonzarme ni avergonzar a nadie. En cuanto a la música, estudié teoría y solfeo, toco violín y flauta, y conozco bastante de música de orquesta, música de cámara y ópera.

Los otros seguían sus palabras sin reaccionar.

>>De lo único que no me habló mi padre demasiado extensamente fue de mi condición de hombre fértil, supongo que porque él tampoco conocía demasiado del tema.

Luego de un largo rato en que todos lo miraron atónitos, mientras Hermione lucía una orgullosa sonrisa pensando en su amigo, Sirius atinó a hablar.

—Demonios, Severus, creo que te acabas de ahorrar el profesor para Harry. Este chico sabe más que yo.



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Harry miraba pensativo a través de la ventana, observando la gente que en la terraza charlaba y reía. Sirius y Remus habían recibido en la Mansión la visita improvisada de unos amigos de Londres, y se habían visto obligados a realizar una pequeña fiesta a la que él, de nuevo por la dichosa fertilidad, no había podido asistir.

‘No está permitido que aparezcas en ninguna reunión pública hasta que hagas tu debut en sociedad’, le había explicado Remus, apenado por no poderlo invitar.

No que a Harry le importara demasiado asistir a la reunión; de hecho, no estaba de ánimo para fiestas. Llevaba quince días viviendo en la Mansión, y durante ese tiempo todos se habían portado muy bien con él, Hermione, Remus, incluso el Duque de Black con su carácter un tanto peculiar. Sin embargo, había ido notando con desconsuelo como su tutor se alejaba cada día más de él, al punto que los últimos días apenas se limitaba a darle los buenos días o las buenas noches las escasas veces que se cruzaba en su camino.

Ahora, miraba con nostalgia como Severus sonreía a una dama por aquí, le servía una bebida a otra por allá, en resumidas cuentas, se comportaba como se había comportado con él los primeros días.

Entonces, su corazón se estremeció de congoja. Daba vueltas y vueltas tratando de entender el cambio del Duque y todo le conducía a una única explicación posible: estaba arrepentido de haber aceptado ser su tutor.

Estaba convencido de que el Duque se había sentido presionado por la promesa hecha a su padre, pero con el paso de los días, se había dado cuenta que él sólo era una enorme molestia. Harry no podía seguir imponiéndole su presencia. Lo había decidido, se iría al día siguiente.

—¿Harry?— escuchó una dulce voz a sus espaldas. Limpió precipitadamente una lágrima que se deslizaba por su mejilla y se giró hacia su amiga, forzando una sonrisa.

—Hermione, ¿qué haces aquí?— le preguntó, extrañado—. ¿No deberías estar allá abajo disfrutando de la fiesta?

—No es lo mismo sin ti— contestó ella, sentándose sobre la cama—. Esa estúpida norma, no sabes cuántas fiestas me perdí por eso hasta que hice mi presentación el año pasado.

—Lo imagino— le dijo Harry con simpatía—. Pero no me pareció que estuvieras tan aburrida, había un caballero que te seguía a todas partes.

—Ni me hables, es un patán fastidiosísimo, no sabes lo que me costó librarme de él.

—Es decir, que estás aquí escondiéndote del patán— concluyó Harry alzando un ceja, irónico.

—También—aceptó la chica— , pero en serio, te extrañaba— se levantó y se dirigió a un rincón, donde se encontraba el violín de Harry apoyado en una silla—. Anda, Harry, toca un poco.

—¿Ahora?—preguntó el joven, tomando el instrumento—. ¿No prefieres regresar a la fiesta?

—En este momento, no hay nada en absoluto que desee más que escucharte tocar.

Sonriendo a su amiga, Harry apoyó el violín en su cuello, tomó el arco, y empezó a tocar.



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—¿Qué es eso que suena?— preguntó una matrona que conversaba animadamente con su esposo, Sirius y Remus—. ¿Es un violín?

—Eso parece— dijo el marido, un Marques amigo de Sirius.

—Suena hermoso— dijo nuevamente la mujer, al tiempo que Severus se acercaba—. Señor Duque, ¿tiene idea de quién está tocando?

Por supuesto que Severus sabía quien tocaba. Todas esas noches, Harry se había sentado junto a la ventana a tocar melodías nostálgicas, esas que hablan de anhelos y sueños, y él, allá abajo en la terraza, había escuchado embelesado sin que el ejecutante detectara su presencia.

Pero quien respondió no fue Severus sino Sirius.

—Es el pupilo de Severus, Harry Potter.

—¿Milord tiene un pupilo?— preguntó la dama, interesada.

—¿Es familia del Conde Potter?— indagó su marido.

—Sí, el hermano del actual Conde murió y designó a Severus tutor de su hijo—explicó Remus.

—Es un joven fértil— aclaró Sirius.

Severus frunció el ceño sin entender por qué Sirius y Remus estaban dando tantas explicaciones.

—Un nuevo joven fértil en la Corte, que bien— replicó la Marquesa, entusiasmada.

—Pues mientras no sea como todos los adefesios fértiles que pululan en la Corte— comentó un atildado hombre que se unió en ese momento a la conversación—, salvando lo presente, por supuesto— aclaró, mirando a Remus.

El ceño de Severus se frunció aún más.

—Por el contrario, es un chico muy hermoso— comentó Sirius, mirando de reojo a Severus.

—Y muy dulce— agregó Remus, que había entendido las intenciones de su pareja.

—En ese caso se lo van a pelear en Londres— volvió a decir el hombre atildado—. Habrá que esperar a ver quién se lo gana.

—Mi pupilo no es ningún premio que se va a disputar en una feria, caballero— habló Severus con tono contarte, mientras el violín desgajaba sus últimas notas—. Él va a poder elegir libremente a su pareja, sin importar cuan rico o importante sea; va a poder elegir con su corazón. De eso me voy a encargar yo.

Y sin otro comentario, dio media vuelta y se alejó del lugar, dejando a los invitados con una mirada perpleja y a Sirius y a Remus con una sonrisa en los labios.



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—¿Qué demonios estaban pensando al hacer todos esos comentarios sobre Harry?— bramó Severus la tarde siguiente, mientras sus amigos lo miraban sin inmutarse. Severus había pasado una mañana fatal, despotricando contra la Corte y todas las generaciones de lores y ladies de Gran Bretaña, hasta que al fin, un poco más tranquilo, había decidido reclamarle a sus amigos y sacarse eso del pecho.

—Queríamos hacerte reaccionar— replicó Sirius con tranquilidad.

—¿Reaccionar?

—Severus, te juro que me costó, pero al fin tengo que admitir que eres un completo imbécil.

El aludido lo miró perplejo y luego fijo la vista en Remus.

—Lo siento, esta vez tengo que coincidir con Sirius— dijo el hombre de ojos color miel.

—¿De qué demonios hablan?

—Hablamos de tu comportamiento hacia Harry— dijo Sirius—. Cuando explicaste todo aquello de permitirle elegir y Rem estuvo de acuerdo, tuve que admitir que quizás tuvieran razón. Pero una cosa es darle libertad de elección y otra muy diferente preparar las condiciones para que se lance en brazos del primero que pase. Demonios, Severus, te has portado como un patán con el chico.

El hombre se dejó caer en un sillón, con la vista perdida en un punto inexistente de la pared.

—Severus— Remus se agachó hasta quedar a la altura de su amigo y fijó su comprensiva mirada en los insondables ojos negros—, ¿te has enamorado de Harry, verdad? ¿Por eso decidiste alejarte lo más posible de él?

El hombre lo miró aturdido y sólo atino a mover la cabeza, asintiendo.

—Sev, amigo, no se puede luchar de esa forma contra los sentimientos— comentó Sirius.

—Pero no sé qué hacer. No puedo demostrarle lo que siento— dijo el hombre con tristeza y miró a Remus—. Tú mismo dijiste que era buena idea darle espacio, y yo…

—Escucha, Severus— dijo Remus con voz suave, frotando el hombro de su amigo—, si sigues por ese camino lo vas a perder definitivamente. Está bien que le permitas elegir, pero muéstrale de lo que se va a perder si no te elige a ti. Tienes que recomponer tu relación con Harry, volver a ser su amigo antes que sea demasiado tarde.

Lo que iba a responder el Duque de Snape nunca se supo porque se vio interrumpido por unos suaves toques en la puerta del estudio. Remus fue a abrir y encontró a Harry en el umbral, con un bolso de viaje y su violín. El chico caminó en silencio hasta el sillón donde se encontraba Severus y se paro frente a él.

—Milord, vengo a despedirme y agradecerle por todo lo que hizo por mí. Usted ha sido muy amable conmigo pero no puedo continuar a su lado.




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MensajeTema: Re: Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus   Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus I_icon_minitimeSáb Jun 14, 2014 10:25 pm

ahh si sev sera cabezota que no ve que harry se muere por sus huesitos...u_u ah hombres quien los entiende...u_u
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MensajeTema: Re: Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus   Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus I_icon_minitimeSáb Jun 21, 2014 10:45 pm

que triste que Harry no pueda ir a la fiesta, y bueno espero que Severus no se aleje mucho de Harry, espero que le haga caso a Remus Very Happy
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MensajeTema: Re: Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus   Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus I_icon_minitimeVie Jul 04, 2014 3:04 pm

Tenéis razón, hombres. Severus no quiere ver las señales, de puro terco que es
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MensajeTema: Re: Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus   Una promesa trajo el amor. Capítulo 4. Los temores de Severus I_icon_minitime

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