Capítulo 4
La mañana siguiente, Harry despertó pensando en lo ocurrido la noche anterior. Trataba de encontrar alguna respuesta a la reacción de su ex-profesor, aunque no era capaz de hallarla. El pocionista siempre lo había odiado, y jamás había dado muestra alguna de aprecio hacia su persona, por lo que ese beso quedaba completamente fuera de sus pensamientos. Por su parte, Harry había quedado sorprendido por el beso, aunque en el fondo le gustó y se decepcionó cuando fue arrancado a la fuerza de esos labios, así que no iba a dejarlo pasar ni a olvidarse de él. Trataría por todos los medios de averiguar que había llevado a Snape a hacer aquello, aunque sabía que no iba a ser fácil hablar con él.
Giró su cabeza para mirar el reloj y decidió levantarse para comenzar a prepararse, no quería llegar tarde su primer día de clase. Ginny aún estaba dormida a su lado, por lo que salió de la cama despacio para no despertarla. Se quedó un momento observándola, y pensó en todos los momentos que había pasado con ella. Pensó en el momento que volvieron a comenzar su relación, tras terminar la guerra, cuando le propuso matrimonio y ella aceptó, tan feliz como él. Recordó el día de su boda y el día en que la pelirroja le dijo que estaba esperando a Lily, el más feliz de toda su vida. Pero también recordó el día en que llegó a su casa y la encontró en la cama con Dean, su ex-compañero de Gryffindor. Al principio le molestó un poco, pero después pensó que estaba siendo algo egoísta, porque él llevaba varios días quedando con un compañero de la oficina. Estaba engañando a Ginny de la misma forma que ella a él. Ambos lo hablaron y llegaron a un acuerdo, seguirían viviendo juntos y aparentando tener una relación de pareja perfecta por su hija, pero cada uno podría tener los amantes que quisiera. Harry así lo había hecho, había estado saliendo con algunos compañeros de trabajo, pero ahora ya no le interesaban, ya solo le interesaba el profesor moreno que lo había besado tan apasionadamente y después lo echó a patadas de su habitación. Sí, le gustaba Severus Snape, y no lo iba a dejar escapar tan fácilmente.
Llegó a Hogwarts con el tiempo justo para entrar en clase. Por el camino se cruzó a su ex-profesor, al que saludó con respeto, pero el pocionista pasó de largo sin ni siquiera mirarlo. "Conseguiré que seas mío, Snape. Aunque sea lo último que haga.", pensó antes de entrar en el aula.
Observó la sala, que seguía igual que en su época de estudiante. Luego dirigió la vista hacia los estudiantes. Eran alumnos de primer curso, niños de unos once años. La mayoría estaban emocionados mirándolo, probablemente hubieran leído y escuchado en multitud de ocasiones la historia de la batalla de Hogwarts y como él terminó con Voldemort, aunque era algo que el moreno prefería recordar lo menos posible.
-Buenos días, soy Harry Potter, vuestro profesor de Defensa. Comenzaré con la clase, pero antes, ¿alguien tiene alguna pregunta?
-¿Usted es Harry Potter, el Salvador de Mundo Mágico? ¿Podría contarnos cómo terminó con Quien-Tú-Sabes?-Dijo un alumno emocionado.
-¡Sí, por favor!-Rogó un chico rubio.
Harry suspiró, la clase sería larga.
Transcurrió toda la mañana de clase en clase, hasta que por fin llegó la hora de almorzar. Harry se situó al lado del profesor de pociones, quién inmediatamente puso una cara de fastidio, aunque no dijo nada.
-Hoy le he saludado y no me ha respondido.-el pocionista no mostró señal de haberlo escuchado.-No digo que nos tengamos que hacer amigos ni nada de eso, pero podríamos aunque sea intentar tolerarnos un poco. Yo personalmente, no tengo nada contra usted.
-Potter, por qué no se busca otro al que molestar y me deja a mí en paz un rato.
-Vaya, pues-bajó la voz para que solo el moreno lo escuchara-ayer cuando me besó no parecía importarle tanto mi presencia.
El profesor miró a todas partes, comprobando que nadie más lo hubiera oído y susurró muy enfadado,-No quiero hablar de eso, Potter. No quiero hablar de nada con usted, solo quiero que desaparezca de mi vista.
-Qué pena.-Harry sonrió a su ex-profesor.-¿Sabe? Ese beso me gustó, y me hubiera encantado repetirlo, pero como usted no quiere hablar de eso pues...-Y se marchó, dejando al profesor con una expresión indescifrable en el rostro.
Tras terminar las clases de la tarde, decidió dar una vuelta por los jardines antes de marcharse a su casa para cenar. Por el camino se cruzó con Severus, y decidió no desaprovechar la oportunidad de hablar con él otro rato.
-Buenas tardes, Snape.-Pero éste no le respondió y siguió su camino sin mirarlo. Harry decidió intentar otra vez.-Voy a dar una vuelta por los jardines, ¿se apunta?
-¿Cuál cree que va a ser mi respuesta Potter?-respondió mordazmente el profesor.
-¿Que sí?-el otro le dirigió una mirada fulminante.-Vamos Snape, solo quiero pasear un rato con alguien.
¿Y ese alguien tengo que ser yo?
-Bueno, es la única persona que está aquí ahora mismo.
-Si con eso consigo que se calle y me deje en paz, está bien.
Harry sonrió por su triunfo y comenzó a andar con el profesor a su lado. Pensó durante un instante un tema de conversación diferente al del beso, no quería enfadar a su ex-profesor y que dejara de
acompañarlo en su caminata. Por fin dio con otro asunto que también le interesaba.
-¿Cómo logró sobrevivir? Nagini le mordió y su veneno era muy potente.
El profesor pensó un momento antes de contestar.
-La verdad es que no sé muy bien como lo hice. Mi cuerpo resistió un poco más al veneno y conseguí salir a rastras de la Casa de los Gritos y alguien que pasaba por allí me encontró y me dejó en la enfermería. Me trasladaron deprisa a San Mungo y allí me suministraron rápidamente los antídotos. Estuve varias semanas ingresado, hasta que logré recuperarme del todo.
-Lo siento, si hubiera sabido que usted aún no había muerto me hubiera encargado de llevarlo yo mismo a la enfermería.-Dijo Harry muy afectado, y sintiéndose algo culpable por no haber intentado salvar la vida de su profesor por todos los medios.
-No se preocupe, usted tenía cosas más importantes que hacer, no podía perder en tiempo en tonterías como salvar mi vida.
Harry le dio un abrazo, tomando por sorpresa al profesor, quien, cuando pudo reaccionar, lo rodeó también con sus brazos.
-Su vida no es ninguna tontería, es tan valiosa como todas las demás, incluso más que la de algunas personas. Usted arriesgó su vida para salvarme, y siempre le estaré agradecido por ello.
Ambos estuvieron un rato más abrazados, demasiado cómodos para querer separarse el uno del otro, pero ya se estaba haciendo de noche, estaba llegando la hora de marcharse.
-Me ha encantado poder entablar una conversación con usted, pero ahora debo marcharme a casa. Mi hija debe estar deseando verme. Espero que podamos repetir esto otra vez. Buenas noches, Snape.
-Buenas noches, Potter.
Cuando llegó a su casa Lily se lanzó a sus brazos a abrazarlo y Harry la correspondió de igual forma. Charló animadamente con su hija y Ginny durante toda la cena, hasta que llegó la hora de acostarse. Una vez en la cama la pelirroja le preguntó por su estado de ánimo.
-Te noto muy feliz hoy, ¿es por algo en especial?
-No, solo que estoy feliz de haber regresado a Hogwarts.
Y se durmió sonriendo, aún pensando en el rato pasado con su profesor, deseando poder repetirlo pronto.