Luna Llena de Nieve
Cuando sentí su aroma, algo golpeó mi mente. Fue como un derechazo o una ráfaga fría que te hiela la sangre. Estábamos cenando en el gran comedor, Luna había entrado en Slytherin hacía unos meses y desde la mesa de mi propia casa, pude ver que también lo sintió. Aquella noche hacía luna llena, o al menos eso creo porque el cielo estaba nublado por la nevada.
Ambas nos pusimos de pie, Toby se dio cuenta porque estaba justo a un lado de Luna y ella me miraba a mí. Caminamos decididamente por el pasillo, papá advirtió el movimiento y frunció el ceño. Nadie más se preguntó a dónde íbamos, mi hermana y yo éramos misteriosas en sí mismas… quizá pensaran que íbamos a los servicios.
En el hall, ambas confirmamos lo que ya sabíamos y ella dijo que debíamos enfrentarlo. Era nuestra misión, después de todo.
Pero para mí, que me sentía más humana que lobo, fue difícil aceptarlo. «Quizá debamos quedarnos todos dentro» le sugerí «quizá debamos decirle a papá y no dejar que nadie salga». Siendo honesta, tenía mucho miedo.
—Sabes que eso no lo detendrá —Sentenció Luna—. Sabes que merodeará hasta encontrar a alguien, puedes sentirlo.
Era cierto, mis sentidos me decían que este hombre lobo no venía de paso. Él quería algo.
—Pero…
—Iré yo, entonces.
—No, espera… —Le detuve—. No te dejaré ir sola.
Salimos a la fría noche y pude sentir la adrenalina empezando en la base de mi estómago. Lo sentí venir, olernos. Nuestro olor era tan fuerte para él, que se amedrentó solo un momento pero luego sintió lo jóvenes que éramos y su instinto voló.
Nos acercamos al linde del bosque y sus ojos brillaron entre la ventisca. Me transformé en un segundo, dejando a mi pelaje cobrizo surgir y gruñí amenazadoramente. Vete, vete, quería gritar.
Pero se abalanzó sobre mí, aullando fríamente. Sentí la primera mordida en mi costado y el zarpazo en mi pata. Chillé un poco y arremetí, no sabía lo que estaba haciendo pero mi instinto no lograba doblegar a mi mente.
Escuché a papá llamarnos en el linde y vi la mirada mortal del hombre lobo brillando hacía él. En un instante ya no estaba, iba contra él y sentía el corazón detenerse. Luna saltó de la nada, empujándolo lejos. Mis ojos no podían creer cuán grande se había vuelto mi hermanita. Era un lobo negro mucho más prominente que yo, salvaje. Lo mordisqueó como a un pequeño hueso y lo lanzó contra los árboles innumerables veces.
El licántropo chilló y el gruñido de Luna no le dio opción a quedarse. Ella estaba diciéndole, que si no se marchaba, iba a matarlo.
Cuando papá me abrazó, fui consciente de que no era más un lobo. Las heridas escocieron en contraste con el frío que punzó mi piel. No sabía cuándo había vuelto a mi forma original pero aún no estaba completamente segura de lo que había pasado hacía un momento. Ambos vimos a Luna transformarse también, en comparación conmigo, solo tenía un par de rasguños.
También estaba desnuda y papá nos abrazó a ambas, cubriéndonos con su túnica que alcanzaba para taparnos bien. De vuelta al castillo, me pareció ver huellas que no eran de ninguno de nosotros tres en el hall y alcancé a distinguir la presencia de alguien detrás de una columna.
Esa noche estaba tan exhausta que, aunque estaba en la enfermería, dormí como un bebé.
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