BlackGSS Explota calderos
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| Tema: Baile de Invierno Inusual. Capítulo 8 Sáb Mayo 30, 2015 5:52 am | |
| Continuación Baile de Invierno Inusual La puerta se abrió de par en par automáticamente en cuanto se posicionó delante de ésta. Sobresaltándolo levemente, estaba demasiado expresivo. Pasó sin más ni necesidad de escuchar su nombre o una acción inmediata que acatar. Tragó saliva con pasos serenos, aparentando la tranquilidad que no tenía.
El profesor se hallaba sentado en el filo de su mesa, en expresión similar a la del día anterior. Incapaz de mirarlo a los ojos más de unos segundos descendió la mirada colocándose en el centro de la estancia. La puerta se cerró
- ¿Ha mandado llamarme Profesor?- Preguntó sin expresión en la cara, así no le notaría su nerviosismo.
- Hoy ha faltado a dos de mis clases.- Se cruzó de brazos sin apartar la mirada de él, ¿por qué no lo miraba?- Por sus faltas, 5 puntos menos por hora para Gryffindor.- Castigó sin inmutarse.
- ¡Pero profesor...!- Se atrevió a levantar la mirada alterado por ese hecho.
Se encontró con sus ojos. Dos esferas negras y profundas que lo taladraban con algo de curiosidad. Dejó que por unos segundos entrase en comunicación con sus esmeraldas y vibrase el aire de entre ellas.
- Si continúa replicando no seré compasivo...- Claro y conciso, sereno y firme, callando sus palabras, investigando las razones que por un momento sus ojos le cedían.
- Lo siento.- Se disculpó entre dientes aún con el valor suficiente para mantenerle la mirada.
- Es propio de un Gryffindor no tomarse sus estudios en serio para un posterior mejor trabajo.- Alzó sus cejas un momento y colocó sus manos tras su espalda.
No hubo respuesta. Simplemente cayó para no agravar la situación. Únicamente frunció el ceño mínimamente, pero quedó impoluto con la mirada en algún punto fijo detrás del profesor, así le era más fácil mirar al frente sin mirarlo a él directamente.
- Mañana por la mañana le espera trabajo en mi despacho como castigo.- Altivo se separó de su apoyo.- Más le vale no faltar.- Un punto de amenaza se cernía sobre su tono.
- Sí Profesor.- Asintió tomando aire con tranquilidad.
- Puede marcharse.- Le concedió aún sin moverse del sitio, observándolo.
Sin tener en cuenta aquello. Cuando Harry volteó lentamente hacia su lado izquierdo, dejó ver en un resquicio oculto un pequeño libro con una esquina dorada que le hizo automáticamente moverse hacia él, ¿cómo demonios...? Lo tomó por la túnica a la altura del brazo y lo volteó violentamente antes de que se acercara a la puerta. Pudo notar cómo lo miró con... ¿Miedo? Confundido, lo observó durante escasos segundos. ¿Le tenía miedo?
- ¿De dónde sacó éste libro?- Preguntó arrebatándole el libro en ése momento de despiste.
- ¡Profesor!- Trató de quitárselo de nuevo, pero una mirada fulminante lo detuvo.- É... Ése libro es mío, bueno, de otro alumno, de pociones, de hace unos años, me tocó éste año, e... es mío.- Mantuvo una mano levantada hacia él a la espera de que le devolviese el libro. El libro, no, no podía perderlo.
- ¿Tuyo?- Alzó las cejas tendiéndoselo por una página abierto.- Filtro de Muertos en Vida. Aplastar el grano Sopophorous con el lado plano del cuchillo de plata, desprende mejor el jugo. Agregar al jugo 13 granos y no 12. Añadir una vuelta a la derecha después de revolver hacia la izquierda en sentido horario siete veces para obtener el color claro con más rapidez.- Recitó al pie de la letra sin equivocarse en una sola palabra.
- E... Espere, ¿cómo sabe todo éso?- Entrecerró los ojos arrugando la nariz anonadado mientras lo seguía comprobando en el libro.
- Porque yo soy el Príncipe Mestizo.- Murmuró suavemente sin apartar su severidad, ni tampoco su cercanía.
Abrió los ojos de par en par, lo que le faltaba. ¿Severus era...? Espera, espera... ¿Cómo...? ¿Él era el Príncipe Mestizo? No le importaba el nombre, pero... No, no era posible. El apego que le tenía a ése libro era tal que acababa de ser un gran golpe saber que su dueño era la persona que más daño le había hecho en aquel colegio, y también el que parecía que...
- Yo lo escribí en mis tiempos en Hogwarts.- Fue la única explicación que le ofreció al ver el rostro tan... Abrumador de Potter, ¿tan raro era de creer?
- Pero profesor... Usted...- No pudo terminar la frase, seguía con la misma expresión y confusión, realmente ahora todo tenía sentido, por éso había visto a Snape conjurar hechizos que había anotados como "No verbales" sin hablarlos, porque... Él era el Príncipe Mestizo.
- ¿Está sordo Potter?- Se acercó aún más a él a ver si así lo escuchaba por lo menos.
No pudo evitar volver a mirarlo directamente. Ahora... Sus ojos verdes eran... Distintos. Podía ver confusión, miedo, tristeza, ilusión, vergüenza... Y todo en unos matices tan pulcros y limpios que cualquiera diría que realmente se aunaban para formar un solo color. Un par de mechones caían cerca de su cicatriz más largos que el resto, probablemente para disimularla, aunque de poco le sirviese. ¿De qué tenía miedo? ¿Por qué huyó despavorido el día anterior? La respuesta era obvia. Él le odiaba más que cualquier otro sentimiento, y, por desgracia, ya no había remedio para mejorarlo. Quizás se había... equivocado.
No pudo evitar volver a mirarlo directamente. Lo escrutaba, trataba de encontrar un resquicio de algo en sus ojos, sabía que era cierto, lo sabía, pero, ¿por qué el calor de su brazo ya no se sentía cómo antes? ¿Por qué había retirado su mano? No conseguía ver nada en sus ojos, solamente notaba alguien queriendo acceder a él. Solo tendría que pedir entrar, no tratar de hacerlo a la fuerza.
De nuevo se encontraba en la misma situación imperiosa de salir corriendo o inclinarse lo debido para quedar junto al profesor. ¿Qué sucedería? ¿Cómo sería besarlo? Si pensaba en la verdad, jamás se hubiese imaginado frente a ése profesor adulto y con signos de edad en su rostro contemplando los daños que hacía el calor que irradiaba en él mismo. Podría sentirse atraído por Roger, era uno de los chicos más sexys que había pisado su salón de Gryffindor, sin embargo, velaba los vientos por un par de mechones azabaches que le superaban en una franja de edad mayor que su propia edad frente a él, ¿cómo había llegado a aquella absurda e imposible situación?
- Profesor... Yo...- Tartamudeó parpadeando con rapidez tratando de responder a su pregunta, guardó el libro muy lentamente dentro de su túnica sin saber qué hacía realmente.- Por favor, no me castigue por ésto.
Avanzó unos centímetros que los separaban para poder rozar sus labios.
Un torrente de energía electromagnética se desató entre ambos, circulando liviana en aquella conexión que forzó uno de ellos. Un león valiente propio de lo que era, y con miedo por lo desconocido y lo desconcertante, desafiando a una serpiente letal y ambiciosa aparentemente sin sentimientos. Automáticamente sintió que el mundo a su alrededor se detenía. Su incertidumbre era tal que no consiguió separarse por su propio pie, acababa de entender lo que había hecho y tenía miedo de su respuesta al separarse.
Dejar de sentir miedo. Comenzar a aceptar todo aquello que siempre había negado. Dejar el pasado atrás. Su amor por Lily fue un problema, sus sentimientos fueron erróneos y mal encarados. Sufrió lo indescifrable por silenciar lo que su corazón quiso gritar un día. Aguardó el momento oportuno para hacerlo. Jamás llegó. Sus últimas palabras fueron de llanto hacia su cuerpo sin vida mientras sostenía ahora a su propio hijo en una acción que antaño hubiese querido hacer con su madre. Ahora. ¿Era el momento de dar una segunda oportunidad al... amor? No imaginó en toda su vida una situación como aquella. Nunca, había tenido el deseo de mirar ésos ojos con tanto anhelo, incluso a través de unas gafas empañadas que no permitían su inspección completa. Rendido ante un mocoso, ante un Gryffindor de principios. Ante... Todo lo que siempre quiso.
Torpemente, ascendió sus brazos hacia su espalda, hasta presionar al moreno contra él e intensificar lo que era una simple unión suave. Era la primera vez que sentía ése tipo de contacto. La inexperiencia no fue problema. Frunció el ceño incrementando la fuerza del beso, sintiéndolo pegado totalmente a él.
Cerró los ojos aún más al notar su agarre algo desesperado a la parte trasera de su vestimenta. Dándose cuenta de que no iba a separarlo, iba a acercarlo más a él. Respiró cómo pudo conteniendo la emoción y el desconcierto de aquella acción que todo lo indicó, propiciado por su aceptación, se atrevió a dejarse guiar por unos brazos ocupados en no soltarlo hasta una de las paredes de su despacho.
Jadeaba. Sentía que aquello no estaba bien. Ambas bocas entreabiertas dejando que el otro individuo infiltrase su lengua a través de ellas para explorarlas, con necesidad y excitación. Respiraba. No conseguía respirar. Severus le proporcionaba todo el oxígeno que necesitaba con cada mili-separación para tomar el poco aire que aquel instante les permitía. Entrelazó su mano atrevido en su graso pelo. Largo. Liso. Fino. Inexperto. Torpe. Lo empujaba más a sí mismo para que no se despegase ni un solo momento. No quería despegarse de él. Ninguno quería pensar. Sintió sus dedos recorriendo cada trozo de sus dorsales. Gemido. Gimió abrumado por la situación. Sobrexcedido. Se encargó él mismo de silenciarlo de nuevo con sus labios. Sensaciones nuevas. Descendió sus manos hasta su rostro, acariciando cada pliegue de sus mejillas, cada signo de experiencia, su peculiar nariz de la cuál más de una vez se había burlado que ahora mismo le parecía de lo más arrebatadora. Sus comisuras. Lo sostuvo por el cuello y su mandíbula con fiereza y firmeza, la que le faltó el día anterior y minutos antes para entrar allí sin titubear. Mordió el labio inferior del maestro escuchando un leve gemido que sin duda fue el placer más inmenso que escuchó en cualquier parte, en cualquier zona, había hecho gemir al inexpugnable Severus Snape. Ya no le tenía miedo. Ya no. Ahora...
Aquello empezó a salir fuera de control. Cuando una piedra es alterada y dividida en dos partes, ambas, vacías de existencia, vagan contra el tiempo en busca de algún siglo en el que se reencuentren para volver a formar una sola unión homogénea. Las perlas negras acababan de alzar el vuelo dando un breve descanso en el que sus esmeraldas acogieron su llegada con buen talante y timidez. Se sentían radiantes, dichosas, llenas de júbilo que, por primera vez, dejó ver tenuemente a su causante, un atisbo de ello.
Quedaron a pocos centímetros, el Profesor trataba de recuperar la respiración normal pero no lo conseguía, no era dueño de ella y aquello le frustraba. Harry lo miraba consternado y mareado al mismo tiempo. Sus manos habían acabado en las muñecas de su alumno, obligándole a colocar sus brazos por encima de su cabeza pegados a la pared, sujetos por su propio agarre. Y así se había quedado mirándolo, contemplándolo en un deleite rápido de sus sentidos que hizo entrar en pudor al moreno prisionero. No sabía cómo reaccionar ahora... ¿Qué pasaría después de aquello? ¿Había cometido un error? Aún sentía su piel erizada, su boca vacía, su tacto acariciándole las mejillas. Descendió una de sus manos dejándolo libre para acomodarse el flequillo que había tomado la delantera por su rostro anteriormente.
- ¿A... Alguna vez...- Tartamudeó lleno de vergüenza y timidez.- Había... Estado con... Alg...?
- No.- Se limitó a responder en el mismo tono severo que dejó descolocado a Harry, no sabía qué esperar, lo había soltado de "sus cadenas" pero seguía allí plantado, delante suya, ¿qué esperaba?
Espera, ¿Snape nunca había...? Una pequeña emoción le entumeció los dedos de la mano. Pensar en ser la única persona que había rozado sus rudos y finos labios era altamente pretencioso, pero era cierto. Él había sido el único en arrancarle un gemido.
Aunque descendió las manos, lo dejó allí encerrado frente a él, sin moverse un ápice. Únicamente podía complacerse en el recuerdo de lo que segundos atrás había sido sus labios explorando cada rincón de su cavidad bucal, cada poro de su cuello bajo sus huellas.
- ¿Y ahora...?- La pregunta más tonta que podía haber hecho, la que más. ¿Por qué mejor no se había quedado callado? Cayó en la cuenta segundos más tarde y estuvo apunto de negarle una respuesta.
- Nadie puede enterarse de lo que ha pasado aquí.- Respondió firme y con algo de preocupación, se había quedado en manos de un adolescente...
No sabía en qué estaba pensando para ello. Jugando con todo lo que había construido hasta el día de hoy, pero... ¿Por qué no podía arrepentirse? Estaba feliz de tener al moreno frente a él tembloroso y lleno de miedo y vergüenza. Quería poder confiar en él y dejar de negar por tanto tiempo hasta la saciedad aquello. Siempre había negado haberle "cogido cariño" o simplemente tener un ápice de afecto por el chico, pero él sabía lo que había realmente, un sentimiento tan fuerte como el que un día le profesó a Lily. Después de 5 años protegiendo y observando a Harry... Se había enamo... rado de él. Vaya problema.
- Pienso lo mismo.- Atisbó a decir tragando saliva, cerca, muy cerca.
- ¿Por qué hizo éso Potter?- Entreabrió un poco la boca para mirarlo mientras sus respuesta llegaba. Su voz sonaba tan grave y fluida como siempre. Le erizó la piel.
Merlín. Nunca pensó tener que pronunciar palabras tan sumamente cuidadosas. Por un momento desistió. Draco. Un sentimiento de bienestar y remordimientos lo atosigaba con fuerza. ¿Cómo iba a ir al baile ahora con él? No. No debía de hacerlo. Cierto era que había sentido su sangre fluir alocada por su cuerpo cuando lo besó y estaba junto a él, pero, sin embargo... ¿No era como Snape? Él había buscado querer besarlo, no como a Draco. Ni falta hizo que le incitase, con su sola presencia lo había... Nunca lo había creído. ¿Siempre había estado enamorado de su profesor? Joder, pero era ya, suficiente maduro, como para armarse de valentía y enfrentarle como siempre había hecho. Sin dudar.
- Creo que estoy enamorado de usted profesor.- Aún después de todo, le seguía hablando con respeto, vaciló en seguir hablando, pero optó por adelantarse y buscar con firmeza sus labios.
¿Era correspondido? Era correspondido. ¿Cómo el joven podía estar enamorado de alguien así? ¿Que le había inducido al odio contra él? ¿Que por no mencionar, le sacaba tantos años? ¿Por qué él? Había muchos alumnos en los que podría elegir... Le sostuvo la mirada en todo momento observando la valentía en la que se había enfundado. Él mismo se había preguntado lo mismo. Sin embargo, no iba a responderle, no podía expresar ésas palabras tan rápido él las había dicho. No sería tan... ¿valiente? Aquello que siempre había querido tener y que él poseía.
Acogió por segunda vez ésos labios, volviendo a sentir como todo a su alrededor se volvía oscuro e inestable. Eran finos y suaves, su cabello castaño entrelazaba perfectamente con sus dedos pálidos y frágiles. Sostuvo la cabeza de Harry con ambas manos a sus lados notando el atrevimiento del muchacho al encontrarse con sus manos ahondando en el misterio de su espalda, entre la capa y la túnica. Se había perdido en una espiral que no quería cesar.
Un estúpido reloj sonó en la estancia, obligándoles a ambos a cesar aquel momento íntimo y privado en el que ninguno creía a ciencia cierta estar haciendo lo que creía. Se separaron un espacio considerable por ello. Severus estuvo apunto de lanzarle un Crucio al inútil objeto que había osado interrumpirlos, pero no pudo evitar volver a quedarse frente a él. Su aliento suave y agitado incidía directamente en los suyos, haciendo una reacción de éxtasis que jamás pensó sentir, ni poder complacer. Al contrario de ello, Harry estaba frente a él embelesado con sus ojos, ¿de dónde había sacado tanto amor por él?
- Creo que debo irme.- El reloj marcaba ya pasado un cuarto de hora en el que debería de haber estado en su cuarto. Gracias a Merlín, Ron era el prefecto aunque durmiese con ellos por petición expresa a Dumbledore. Hoy no había comido ni cenado, pero realmente, no quería hacerlo. Dio un paso hacia él para muy lentamente darle un suave beso que correspondió con dificultad el Profesor, bien, había perdido el miedo por él, y realmente, le gustaba ése hecho.
- Mañana por la mañana le espero aquí para su castigo Señor Potter.- Lo miró desde aquel pequeño espacio que había dejado tras el beso. Ver su sonrisa desde una corta distancia le había hechizado, formaba una sola y delgada línea, sincera y pura.
- No faltaré.- Asintió sin poder borrarla mientras se dirigía hacia la puerta.
- Y omitiré el castigo por toda su osadía.- Al moreno le pareció la única broma que podría esperar de su profesor y estuvo apunto de estallar en carcajadas, pero se contuvo, únicamente mostrando aún la sonrisa.- Buenas noches Potter.- Fue el único detalle que le concedió, él no era de hablar, y Harry se había dado cuenta de ello, saber que había roto todas sus barreras y quería seguir haciéndolo le bastaba.
- Buenas noches Severus.- Se concedió a sí mismo llamarlo por su nombre quedando parado en el umbral de la puerta mientras lo miraba buscando alguna clase de reproche, pero, no llegó. Únicamente le devolvió las gracias por su "broma".
Cerró la puerta tras él y se contuvo de nuevo a dar un grito de júbilo. Por fin. Había descubierto tantas cosas y en un solo atisbo de momento... ¿Cómo podía haberse fijado un profesor de tal clase en él? No era gran cosa, había muchos más alumnos, pero a pesar de todo, dejó probar su primer néctar a él. Otro no fue el privilegiado, fue él. Nunca se había imaginado que, ¿Snape fuera gay? Quizás sus sentimientos iban más allá de aquello, si bien era la primera persona a la que besaba... Sus mejillas le ardieron de actividad. Era totalmente correspondido. Había perdido su cena por... Estar con él.
- ¡Harry! ¡¿Dónde te habías metido?! Estuve preguntando por ti a Hermione, a Draco, a Zabine, a Neville, a Seamus, a Luna... ¡Y nadie lo sabía!- Le reprochó algo enfadado cuando el pelirrojo lo vio entrar en la habitación a oscuras.
- Lo siento.- Se disculpó simplemente aunque en ningún momento lo sentía, escuchó nombrar el nombre de Luna y sonrió tersamente, era una maravillosa persona, le debía dar las gracias en algún momento.
- Dime, ¿dónde estuviste?- Preguntó con un interés creciente al acercarse a él y ver sus mejillas sonrojadas y una estúpida sonrisa.- Ay Harry, ¿con quién estuviste? Draco estaba en la clase, y tú...
- En el despacho de Snape.- Susurró simplemente en el oído de su amigo.
- ¡¿CÓMO HAS DICHO?!- Estuvo apunto de gritar pero el moreno le tapó la boca con la mano a tiempo, no quería despertar a nadie, joder.
- Estuve castigado, me pilló por los pasillos.- Suspiró cansado haciendo una mueca de desagrado lo más conseguida que pudo.
- ¿Y por qué estás tan ruborizado?- Enarcó una ceja en su oído, habían aprendido a entenderse en hilos de voz.
- Me encontré con Draco de camino.- Mintió descaradamente para cubrirse las espaldas.
- Yo mismo acompañé a Zabini, y por ello a Draco a sus cuartos sin que nadie nos viese.- Replicó enfadado, joder, mierda.- Gracias por confiar en mi, tu mejor amigo.- Se levantó estrepitosamente muy enfadado, tenía razón, ¿por qué iba a contarlo? Lo tomó del brazo suavemente.
- Lo siento.- Murmuró tratando de tranquilizarlo.- De veras.- Se volteó para mirarlo sin mucho convencimiento, pero volvió a sentarse junto a él en su cama.
- Yo nunca he contado nada tuyo, ¿y a éstas alturas me mientes?- Parecían un matrimonio de abuelos.
- No.- Inspiró y exhaló lentamente.- Morirás entre terribles sufrimientos, y no por mí, como se te ocurra decir algo Ron.- La piel del pelirrojo se erizó algo pasmado por sus palabras.
Luego las entendió al dedillo. Como la noche anterior tampoco pudo creer todo lo que había sucedido en el día -o parte de él, lo que le asombraba más- de su mejor amigo.
- ¡¿Qué has hecho qué?!- Ron volvía a repetir frase por segunda noche consecutiva. Pero ésta vez era... ¿Miedo? ¿Repulsión? Frunció el ceño ante tales demostraciones, como siguiese en ésa línea iba a sacarlo de la cama a golpe de varita y no le importaba que fuese el prefecto.- Lo siento Harry, pero... ¿cómo has dicho que...? Éso es imposible, tú... Me dijiste que no te gustaba, ¿cómo te puede gustar alguien al que días antes habías insultado de Mierda para arriba, alguien tan... Él? ¿Y Draco?- Lo que le faltaban eran las preguntas de Ron.
- Vale, ya sabes porqué no te dije nada.- Exhaló con un poco más de fuerza por la nariz arrugándola, sin percatarse del rojizo de sus mejillas.- No lo sé Ron... ¿Tú mismo dijiste éso de que del odio al amor solo hay un paso no?- Se dejó caer en la cama mareado por todo lo que había pasado hoy.- Draco me gusta, pero... Creo que... Me en...- No pudo terminar de decir aquello, Ron se decidió a abrazarlo, dejándolo confundido.
- Mira Harry, yo no soy quién para acusarte de tu mal gusto, soy tu mejor amigo, y si éso es lo que quieres, por muy raro, escalofriante, incomprensible, difícil, temible, alarmante, estremecedor..
- Ron, ya he pillado el concepto.- Le dio un tirón de pelo para que dejase de enumerar la repulsión que le ejercía.
- El caso es que, no voy a juzgarte, tu no lo hiciste cuando te conté que me gustaba Zabini aunque tu lo detestases por cómo se comporta con los Muggles, solo quiero que seas feliz.- Lo estrechó aún más entre sus brazos y recibió el mismo apoyo. Era un imbécil por pensar que Ron podría ponerse en su contra, que no estaba a favor, pero le respetaba, y a partir de aquella noche le ayudaría.
- Gracias Ron.- Agradeció de todo corazón.
- Y dime, ¿qué se siente al besar a alguien cuya edad podría estar asociada al inicio de Hogwarts?- Se burló libre de ése abrazo, pero no lo suficiente lejos para esquivar el puñetazo que le acertó en el hombro, produciéndole un leve gemido de dolor.
- Sus gemidos son mejores que los tuyos, sin duda.- Rió suavemente entre dientes recibiendo lo esperado, una mueca de desagrado y algo de molestia.
- "Buenas" noches.- Bufó caminando hacia su cama.
- Buenas noches.- Se despidió suavemente sin más rodando por su cama hacia el otro costado. Miró a través de la ventana unos segundos, la luna había salido creciente aquella noche, tan mágica como siempre.
"El amor sonríe, el odio gruñe. El amor atrae, el odio rechaza. El amor confía, el odio sospecha. El amor enternece, el odio enardece. El amor canta, el odio espanta. El amor tranquiliza, el odio altera. El amor guarda silencio, el odio vocifera. El amor edifica, el odio destruye. El amor espera, el odio desespera. El amor consuela, el odio exaspera. El amor suaviza, el odio irrita. El amor aclara, el odio confunde. El amor perdona, el odio intriga. El amor es dulce, el odio es amargo. El amor es pacífico, el odio es explosivo. El amor es luminoso, el odio es tenebroso. El amor es humilde, el odio es altanero. El amor es sublime, el odio es triste." Siguió mirando a la luna esplendorosa encontrando todas sus respuestas.
"Odiaba todo de él. Odiaba cada instante que había pasado en su presencia." Aquel pensamiento era tan cierto que inspiró con fuerza cerrando los ojos.
"No iba a dejar que el odio matase el amor." Sonrió suavemente dejando que el sueño le inundase.
Mañana... Tenía que hablar con Draco.Capítulo anterior. | |
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