Capítulo 15
Llegamos a la casa de Jeff y Sara bastante temprano, pero ellos ya están despiertos y esperándonos. Podríamos haber llegado aún más temprano, ya que nos hemos levantado a las siete, pero cuando estábamos dispuestos a salir, he tenido que ir al baño a vomitar el desayuno. Sev me ha dado una poción para las nauseas causadas con el embarazo, pero me sigo encontrando igual de mal. Él y el rubio querían que, como el otro día, Ginny y yo nos quedáramos en casa mientras ellos buscaban el ingrediente, pero esta vez no se lo hemos permitido, por lo que la única solución alternativa era aplazar la excursión para otro día, pero como queremos acabar con esto lo antes posible, hemos decidido que no. Aunque de todas formas, para poder venir, le he tenido que prometer a Severus que volveré a casa si me encuentro demasiado mal, cosa que no cumpliré.
Entramos en la casa y Sara nos ofrece algo de comer. Con solo oír la mención de comida, vuelven a mi las ganas de vomitar, por lo que me dirijo rápido al baño. Cuando salgo veo como Severus me mira, dispuesto a dejarme allí con Sara.
-Ni lo pienses, voy con vosotros.
-Pero Harry, si estás fatal, es mejor que te quedes aquí, con Sara. Ella te cuidará mientras tanto.-Me dispongo a replicar a mi pareja, pero en ese momento habla Jeff.
-Opino lo mismo que Severus, Harry. Hoy seguramente no encontraremos el ingrediente porque tendremos que investigar la zona. Lo mejor será que te quedes aquí, porque vamos a andar mucho, y ya mañana, cuando estemos seguros de donde se encuentra el ingrediente, vienes con nosotros.
Como, al parecer, todo el mundo está de acuerdo con la idea y nadie me apoya, ni siquiera mi mejor amiga, me quedo casi obligado en la casa. Se marchan casi enseguida y Sev se dispone a darme un beso de despedida, pero yo giro la cara y ni siquiera lo despido. Me fijo en que Draco y Ginny tienen sendas sonrisas divertidas en sus caras.
-Tranquilo Severus, solo son las hormonas del embarazo,-Le dice mi amiga pelirroja.-Verás como en cuanto volvamos ya se le ha pasado el berrinche.
Yo le dirijo a todos una mirada de odio y no abro la boca hasta que se han marchado. Yo no sé para que tengo amigos. Sara se acerca a mi con una manta en los brazos.
-Ha sido la mejor decisión que has podido tomar. Te he preparado el sofá para que te tumbes, seguro que estás cansado. A mi me pasaba en el embarazo de Daniel.-Una mirada triste surca su rostro, pero en seguida se recompone y vuelve a tener su sonrisa alegre de siempre.-Si quieres te preparo una cama, pero pensé que preferirías estar en el salón.
-Sí, muchas gracias Sara.-Le dirijo una sonrisa alegre y ella me corresponde. Me gustaría indagar más en la vida de Sara y su hijo Daniel, pero no sé si es correcto, viendo la tristeza que le causa hablar del tema. Decido empezar dando un rodeo, preguntándole por el embarazo en general.
-Tengo nauseas durante casi todo el día. ¿Es normal?
-Sí, yo también las tenía durante los primeros meses de embarazo, pero fueron menguando con el tiempo. Después de eso, apenas tuve problemas, solo cansancio durante el día.
-¿Y duele mucho el parto?
-Duele, pero creo que en parte porque vas bastante nervioso. Tú solo relájate cuando llegue el momento, y verás como no es para tanto. Pero deja de preocuparte por eso, todavía falta mucho.¿Ya habéis pensado el nombre?
-No. Sev y yo lo hemos discutido, pero no conseguimos ponernos de acuerdo. Además, aún no sabemos si será niño o niña.
-El otro día dije que sería niño y hoy lo confirmo de nuevo. Tengo como un sexto sentido para estas cosas, la mayoría de veces acierto.
Ahora que hemos entablado una conversación y he confirmado lo amable que es, decido lanzarme y preguntarle.
-Sara, ¿te importaría contarme un poco de tu historia? Ya sabes, de Daniel y eso. Solo si no te importa, claro.-Se queda pensativa mirando a través de la ventana del salón. Tras unos segundos, gira la cabeza hacia mí y me responde.
-Claro, no me importa.-Se acomoda en la silla que está sentada y yo aprovecho para colocarme mejor en el sofá.- Todo empezó hace unos treinta y cinco años. Yo vivía en Inglaterra, en una pequeña casita situada en una granja. Allí vivía yo con mis hermanas, mis padres y mi abuelo desde pequeña. Por aquél entonces yo tenía veintiséis años, no tenía novio ni intención de tenerlo. Mi familia me criticaba porque decían que iba a quedar soltera y me iban a tener que mantener toda la vida. Me decían que aprendiera de mis dos hermanas pequeñas, comprometidas con dos jóvenes del pueblo. A mí no me gustaba ninguno de los jóvenes del pueblo, ya que no podía tener una conversación inteligente con ninguno de ellos. “¿Qué importa la conversación?”Me decía mi abuelo.”Lo único que tienes que hacer es casarte, tener hijos y marcharte.”Pero yo no estaba de acuerdo con él, y siempre me ponía de mal humor cuando lo escuchaba.
En verano de ese mismo año, llegó al pueblo un matrimonio, con un hijo, llamado Jeff. La familia venía a pasar las vacaciones al pueblo, a una casa al lado de nuestra granja, por lo que mi familia les dio la bienvenida y los ayudamos a instalarse. Durante los siguientes días, me toco a mí enseñarles el pueblo, y poco a poco me fui acercando a Jeff. Era la primera vez que podía mantener una conversación decente e inteligente con una persona. Él era un chico con bastante cultura, había leído y aprendido bastante, y yo apenas había ido al colegio, por lo que me enamoré de él casi al instante. Lo más sorprendente fue cuando me enteré de que era mago, no me lo creí y tuvo que hacer varios hechizos para que me lo creyera finalmente.
-¿Así qué tu no eres bruja?
-No. Ni siquiera me había planteado que existieran, por eso me costó tanto trabajo creerlo.
Bueno, cada vez fuimos haciéndonos más cercanos, hasta que llegamos a ser amantes, y entonces sucedió. Me quedé embarazada. Se lo conté a mi familia, pero como en esa época estaba muy mal visto el quedarse embarazada sin estar casada, mi familia me repudió, y me tuve que marchar con los padres de Jeff. No sé que fue de ellos. Creo que al año siguiente hubo una gran epidemia de gripe imposible de controlar y murieron todos. No lo he confirmado, pero la verdad, no me importa. Ellos me abandonaron sin cuestionárselo un momento.
Cuando por fin nació nuestro hijo, todos estábamos muy contentos, pero cuando éste tenía apenas un mes de vida, le diagnosticaron una enfermedad terminal imposible de curar. Estábamos bastante tristes, sentíamos que nuestra alegría se nos marchaba tan pronto como había llegado. Durante los cinco primeros años de vida de Daniel, buscamos ayuda sin cesar, preguntamos a todos los médicos, pero ninguno hallaba la solución del problema, por lo que decidimos venirnos a vivir aquí, para que nuestro hijo pudiera disfrutar de un cambio de aire y de clima, y disfrutara lo poco que le quedaba de vida. Solo duró dos años, ni siquiera pudimos saber si iba a ser un mago como su padre o si no poseía magia ninguna.
Me doy cuenta de que las lágrimas están rodando por mis mejillas y Sara se encuentra en la misma situación. Entonces ella continúa hablando.
-Cuando murió quedé tan afectada que ni siquiera tenía fuerzas para tener otro hijo. Sentía que el espacio que había dejado Daniel no se iba a poder volver a llenar en la vida.
-Lo siento muchísimo Sara. Tuvo que ser muy duro para ambos semejante pérdida.-Ella se calma un poco y me contesta.
-Bueno, eso pasó hace demasiado tiempo. Ahora, aunque lo sigo echando de menos, tengo muy buenos recuerdos de Daniel. Era un chico muy curioso, siempre estaba tratando de descubrir cosas nuevas, por lo que no paraba de preguntar. También era muy alegre y sociable, y a pesar de los dolores por la enfermedad, nunca dejaba de sonreír. Seguro que de adulto hubiera sido una persona maravillosa.-Deja de hablar y se queda mirando por la ventana un momento.-Lo que más me duele ahora es el no tener nietos a los que leer cuentos, o a los que coser ropa y cuidar.
En ese momento tomo una decisión repentina. Espero que Severus no se moleste por lo que voy a proponer.
-¡Mi hijo puede ser como una especie de nieto! Seríais como unos abuelos adoptivos. Os podéis venir a vivir cerca de nosotros y ayudarnos en todo lo que haga falta.
Ella se muestra sorprendida.-De verdad Harry, no es necesario.
-Claro que lo es. Yo quiero que seáis los abuelos de mi hijo, y ustedes queréis tener un nieto. A mi me parece una buena idea, ¿a ti no?
En ese momento se lanza a llorar a mi hombro, y yo la abrazo y también me pongo a llorar sin saber por qué. Creo que son las hormonas. En esta postura nos encuentran los demás cuando regresan. Deciden no hacer preguntas y nos informan de que ya han localizado el ingrediente. Vamos a ir a buscarlo mañana y por fin podremos hacer la poción para romper el enlace. A mí eso no me importa mucho ahora. Lo único que ronda ahora mismo mi cabeza es el haber sido capaz de poder hacer feliz a una persona con algo tan sencillo como dejarle cuidar de mi hijo.
Volvemos a casa, y en la cama me abrazo fuertemente a Severus, aún afectado con la historia de Sara, y sin acordarme del enfado de esta mañana. Él me devuelve el abrazo y me besa dulcemente. Me quedo dormido casi al instante, y esa noche sueño con mi futura familia, y en ella están incluidos Jeff y Sara, dos de las personas más buenas que he conocido en la vida.