Capítulo 3
Aparezco en Hogsmeade y camino hacia la verja de Hogwarts. Todo sigue igual que en mi época de estudiante. Imagino que él también sigue trabajando aquí, aunque no estoy completamente seguro. Tras el episodio del otro día, Ginny y yo llegamos a la conclusión de que lo mejor era decirle a Snape que Malfoy tiene el anillo. Entro en el castillo, me imagino que el está en las mazmorras, pero decido hacer antes una visita a Mcgonagall. Subo hacia el ex-despacho de Dumbledore, también anterior despacho de Snape, y me quedo mirando a la gárgola. Cuando me empiezo a plantear que ha sido una mala idea venir hasta aquí sin saber la contraseña, aparece la directora por las escaleras.
-¿Harry?, ¡Harry!- viene corriendo a abrazarme-Harry, cuánto tiempo sin dejarte caer por aquí, dime, ¿andas buscando algo o solo vienes ha hacer una pequeña visita a tu profesora de transformaciones?
-Sinceramente, he venido aquí por la primera opción, pero de paso he decidido hacer la visita.
Bueno pasa, pasa.-Dice la contraseña y la gárgola se abre dejándonos entrar.
Cuando llegamos al despacho el único cuadro despierto es el de Dumbledore. Los otros están, o fingen estar, dormidos.
-¿Bueno, y, ¿cómo te ha ido durante todo este tiempo?.- Tras relatarle a Minerva toda mi vida desde la batalla, le pregunto por Snape.
-Severus sigue trabajando aquí. Le ofrecí el puesto de profesor de DCAO pero lo rechazó, así que continúa como profesor de pociones. Su despacho y aposentos se encuentran en la mazmorra, como siempre.
-Muchas gracias profesora, intentaré venir más a menudo.
Adiós Harry, y llámame Minerva, ya no soy tu profesora.
De camino a las mazmorras me encuentro con alumnos que se me quedan mirando fijamente. Ya no salgo en la prensa, pero todo el mundo me sigue conociendo. Por lo menos ya no tengo que soportar falsos rumores sobre mí o artículos dónde se me trata de demente.
Por fin llego a la puerta del despacho de Snape y golpeo tres veces. La puerta se abre lentamente y aparece él, con su habitual capa y túnica negras, y su mirada penetrante clavada en la mía.
-Caramba señor Potter, ¿a que debo su, digamos, inesperada presencia, en mi despacho?- Sigue teniendo esa habilidad para hacerme pensar que estoy haciendo algo malo, cuando estoy intentando ayudarlo.
-Buenos días a usted también, señor. He venido a hablar sobre el anillo que me mostró el otro día. Ya sé quién lo tiene, es Lucius Malfoy.
-¿Malfoy? ¿estás seguro?
-Completamente señor.
Se queda pensativo y tras unos minutos a la espera de que dijera algo, me cierra la puerta en las narices tras un “Gracias por la información señor Potter”. Me marcho, otra vez sin agradecerle nada, y sin haber tenido tiempo de hablar con él, y lo peor es que no sé en que momento he pasado de querer evitarlo a toda costa a casi rogar porque me dedique unas palabras.
Cuando regreso a la tienda Ginny está esperándome con los brazos cruzados. Como hoy es domingo no hemos abierto la tienda. Le explico todo lo que he hecho en Hogwarts y ella llama a Snape maleducado, porque ni siquiera me dejó hablar. Sin saber por qué, eso me molesta mucho. No soporto que lo insulte, así que sin dirigirle la palabra, me voy a mi habitación, y de allí no salgo hasta la hora de la cena.