Capítulo 6
-Solo he encontrado este.
Nos encontramos en nuestro apartamento. Percy acaba de llegar y nos muestra el libro que ha localizado en el ministerio. Es un libro bastante viejo, como de hace unos trescientos años, y en su portada el título “Tipos de enlaces” se encuentra bastante borrado y apenas es legible.
-Me recorrí la biblioteca entera varias veces, pero de enlaces solo había este libro.
-Muchas gracias Percy, has sido de gran ayuda. En seguida se lo comunicaré a Snape. Intentaré que me cuente de que va todo esto, y si lo consigo te informare al respecto.
Se marcha y yo salgo corriendo a ponerme una chaqueta por encima. En el salón Ginny se encuentra riéndose a carcajadas.
-Corre, corre, no se te vaya a escapar tu amado.
Podría responderle con un “vete tú a buscar al tuyo que hace tiempo que no lo ves”, pero no lo hago, por dos motivos principalmente. El primero, por qué no sé que le ocurre con Dean, pero no tiene muy buena pinta, y el segundo porque tengo ganas de ver a mi exprofesor de una vez por todas. Y eso que lo vi ayer.
Entro en Hogwarts como un ráfaga y me dirijo a las mazmorras, esquivando a Minerva, que me pregunta que adónde voy con tanta prisa. Parece que estaba esperándome, porque cuando llego a la puerta ya está él en el umbral, mirándome correr. Cuando llego donde está mi profesor, me paro y respiro un poco antes de hablar.
-Señor, Percy ha encontrado un libro. Solo uno, pero algo es algo.
Snape me mira fijamente antes de dirigir su vista hacia la portada. Alarga el brazo y lo coge, rozando en el proceso sus dedos con los míos. Me siento enrojecer e intento pensar en otra cosa.
-Bueno, este podrá valer. Gracias señor Potter.
Esta a punto de cerrarme la puerta en las narices pero yo soy más rápido que él y consigo sujetarla con la pierna.
-Potter, ¿qué te crees que estás haciendo?
-Snape, te he ayudado primero contándote quién tenía el anillo, y después buscando el libro. Creo que merezco que me cuente, aunque sea solo un poco, lo que está buscando, por si le puedo echar una mano. Además si vamos a colaborar juntos, ya es hora de que me empiece a llamar Harry y empecemos a tutearnos.
-Esta bien Harry. -Que bien suena mi nombre pronunciado por su boca. -Es una historia un poco larga.
-Sin problema, Severus. Tengo tiempo de sobra.
Por un momento me da la sensación de que a él también le ha gustado mi boca pronunciando su nombre.
-Todo empezó hace muchísimo tiempo.-Su voz tan profunda narrando la historia hace que no pueda dejar de prestarle atención ni por un momento.- Un tatarabuelo mío se enamoró de una muchacha que pasaba todos los días por enfrente de su casa. Ella era una joven muy bella, unos cinco años menor que él, con porte elegante y bien vestida. Pero solo era apariencia, porque pertenecía a una familia de magos que había perdido todo su dinero y honor por ser amigos de muggles. A mi tatarabuelo esto no le importaba, pero sus padres le prohibieron cualquier tipo de relación con ella, porque había que conservar la honra familiar. Entonces él, que era muy bueno en pociones y hechizos, creo un par de anillos, cuyo poder hacía que aquellos que se los pusieran, estuvieran obligados a casarse y a tener por lo menos un hijo para poder romper el enlace. Se lo explicó a su enamorada y le regaló el anillo, por lo que su familia no los pudo separar, y así consiguió una vida feliz con la chica que él quería. Estos anillos han ido pasando de generación en generación en la familia Prince hasta nuestros días, y siguen conservando su poder, por lo que en el momento que alguien ajeno a los Prince se ponga el anillo, estará obligado a casarse con el último heredero de la familia, aunque éste no lo lleve puesto.
-Caramba, que historia más bonita, pero, ¿por qué llevaba Malfoy uno de esos anillos?-Me empiezo a agobiar, porque según la historia que me ha contado Severus, eso significa que él se tendrá que casar con Malfoy y tener al menos un hijo con él, y eso significa que no se podrá casar conmigo.
-Yo los tenía guardados en mi cámara de Gringotts, por si algún día me hacían falta, pero alguien logró entrar y robó uno de los anillos. Al principio no sabía quién era, y tuve la esperanza de que hubiera ido a venderlo a alguna tienda de antigüedades, aunque cuando me dijiste que había sido Malfoy lo único que pude hacer es buscar un libro donde aparezca algún hechizo para anular el enlace.
-¿Y por qué quiere Malfoy enlazarse contigo?¿Y cómo conocía el poder del anillo?
-Los anillos de este tipo se pusieron de moda hace tiempo entre las familias de magos, por lo que en su familia habría algunos parecidos.
-Mmm, ¿y lo de enlazarse contigo?
-Cuando íbamos a Hogwarts, él y yo estuvimos saliendo un tiempo. Lo dejamos porque él se tenía que casar con Narcissa y yo no quería ser solo su amante, ya que yo realmente lo amaba. Él se enfado cuando decidí romper la relación, y ahora que su esposa ha muerto ha decidido volver a empezarla, aunque sea sin mi consentimiento.
-Entonces ¿tú ya no lo amas?-Rezo para que me diga que no.
-Por supuesto que no, me di cuenta de que no merecía la pena hace bastante tiempo.
-¿Y no te has enamorado nunca de otra persona?
-Nunca, pero puede que eso esté cambiando.
No soporto pensar que pueda estar enamorado de otro así que sin pensarlo, rompo la distancia que nos separa y me lanzo a besarlo. Él al principio parece un poco sorprendido, pero enseguida me corresponde. Nuestras lenguas comienzan una danza que ninguno de los dos queremos frenar, pero cuando trato de desabotonar su túnica, él me detiene.
-Harry, esto no está bien. Ahora estoy comprometido con Malfoy, y si no encuentra ninguna solución al hechizo de los anillos tendré que casarme con él y tener un hijo. Te amo y no quiero que sufras lo mismo que yo cuando Lucius se casó con Narcissa.
-De verdad que no me importa Severus, por favor, déjame permanecer a tu lado. Te necesito.-Las lágrimas ya estaban comenzando a derramarse por mis mejillas. No lo puedo creer, cuando me entero de que soy correspondido, nuestra relación es imposible.
-Lo siento Harry.
-¡Te ayudaré! Mañana volveré y entre los dos encontraremos la solución.
Tras darle un pequeño beso en los labios, salgo corriendo del despacho. Las lágrimas se han transformado en lágrimas de rabia. Eliminaré ese enlace cueste lo que cueste. Ahora que por fin he encontrado al amor de mi vida, no permitiré que ese rubio imbécil me lo arrebate.