[Jaula de mariposas] Capítulo 10

Capítulo 10

Sentado en la silla tras su escritorio y con un vaso de whisky de fuego en la mano, Severus intenta poner en orden sus ideas, sus emociones, antes de que lo que lleva dos años consumiéndolo acabe con la poca cordura que le queda.

Potter lo reconoció, le llamó por su nombre y lo miró directamente. A él.

Pero no le escuchó. No le entendió, pudo ver en sus ojos que no queda nada, que no hay nada que salvar, que no recordaba la última pregunta que le había hecho ni probablemente quién era o cual había sido su vida.

Y, sin embargo, no puede rendirse, porque pronunció su nombre.

Los sanadores están encantados con sus reacciones y Lupin y Black lo miran tan esperanzados, como si pudieran recuperarlo con tan poco.

Eso le desquicia, sabiendo como sabe que no se puede y no le queda más remedio que llevarse el vaso a la boca y beber el fuerte y amargo líquido hasta perder la consciencia.

—Profesor Snape —llamó el joven, mirándolo tumbado en la pesada alfombra de su despacho con un libro en la mano, leyendo como solía durante las tardes—. ¿Siempre duerme tan poco?

Bufó en respuesta, desde el sillón en donde había estado ojeando El Profeta de ese día. Ese mocoso insolente se atrevía a invadir la privacidad de sus estancias con su molesta presencia sin pedir permiso y ahora, al parecer, también a cuestionar sus hábitos de vida.

—¿Siempre se tiene que meter donde no lo llaman? —preguntó a su vez, dedicándole una mirada de total irritación.

—¿Siempre tiene que ser tan antipático? —rebatió Potter, atreviéndose a sonreír como si no estuviera a muy poco de recibir una dolorosa maldición por parte del pocionista.

—Potter, actualmente no estoy ejerciendo como su profesor, así que le recomiendo que no ponga a prueba mi paciencia y regrese a su probablemente estúpida lectura.

Harry se encogió de hombros, indiferente.

—Es sobre quidditch y es muy interesante —comentó, como si a él le importase—. Debería probar a hacer algo que le guste de vez en cuando, así estaría menos amargado.

—Potter, ¡¿cómo se atreve a..!? —estaba a punto de gritarle un par de verdades, cuando el retrato que daba paso a sus estancias se abrió y Remus Lupin entró.

—¿A que vienen esos gritos? —quiso saber, mirándolos alternativamente a uno y otro—. Se os escucha desde la otra punta del pasillo.

—No es asunto tuyo, Lupin —dijo secamente, volviendo sus ojos de nuevo al periódico, poco dispuesto a llevar a debate sus estúpidas conversaciones con el muchacho. Mientras, Potter sonreía y negaba con la cabeza, como si no fuera nada, para regresar también a la lectura de su libro.

Lupin se quedó parado en la entrada y suspiró frustrado.

—A veces sois peores que Sirius, ¿sabéis?

Despierta de golpe, con el vaso y la botella vacíos sobre la mesa.

El reloj marca las cinco, así que en tres horas tiene que estar listo para sus clases, para los niños idiotas que no comprenden ni aprecian las pociones, para las reuniones cansadas y repetitivas con el resto de profesores, para las quejas habituales de sus alumnos de Slytherin sobre como los tratan el resto de casas del colegio.

Rutina. La misma de siempre, de todas las mañanas.

Y después,  irá por flú a San Mungo y verá al tozudo joven que se empeñó en convertirse en su sombra las semanas posteriores al final de la guerra, para asegurarse de que nadie se lo llevaba a Azkaban o no le trataba con el debido respeto (cuando él hubiera preferido cualquiera de las dos cosas a tener a Potter veinticuatro horas al día a su lado). Para defenderlo de aquellos que no confiaban en él y, con la ayuda de un amable Lupin y un cabreado Black, para evitar que cualquiera lo atacase a traición.

Ese chico, que tanto había luchado y que probablemente nunca volvería, perdido en su propio mundo de fantasía por culpa de aquellos que tendrían que haberlo protegido.

pobre sev pobre harry ahhhh que sera de sev cuando lo inevitable tenga que pasar...oh sensei habra algun milagro¡? ojala y si..u_u