Ron pareció pensar mucho lo que iba a decir, pero sin poder retenerlo le habló:
— ¿No crees que es obvio el motivo de su falta? –evitando mirar a los ojos a Harry.
—Para mi no lo es –dijo Harry sintiendo un nudo en la garganta de solo pensarlo.
Ron se levantó y llegando hasta donde estaba él, colocó una mano en su hombro y le susurró:
—Harry, ese hombre no quiere a nadie, ahora debe estar estrenando a la nueva, como hace con casi todas las que entran a trabajar aquí, todas lo hacen por “amor” pero él, no tiene justificación… No deberías ilusionarte con él, porque él no puede llegarte ni a la suela de los zapatos -ese consuelo tan carente de abrazos o palabras bonitas, llegó dentro de Harry y supo que tal vez… Era verdad, pero debía ir a comprobarlo.
—Gracias… Pero quiero que sepas que no hago ilusiones y… No quiero que lo comentes con nadie, ni mi interés, ni mi fertilidad. ¿Por favor? –Harry pidió con los ojos aguados, no acostumbraba a llorar, pero la idea de que Severus estuviera con esa mujer mientras él corría peligro le hacia hervir la sangre y querer tener el valor de lanzarse de un puente por imbecil.
Ron asintió y volvió a su lugar, Harry se marchó con paso lento, necesitaba ir a comprobar si lo que decía Ron podía ser cierto, pero… Dolería mucho verlo allí con alguien, dolería tanto…que nada volvería a ser lo mismo, porque Severus, si era un sin vergüenza, pero sobre todo un amigo incondicional, cuando alguien le necesitaba, primordialmente, él, nunca fallaba, siempre fuera lo que fuera, estaba allí, y más si estaba en misión, nunca dejaba el departamento si algún auror estaba en algo que podría resultar peligroso, Harry sabia que muchas veces en misiones tranquilas Severus no había ido a dormir por saber de él.
¿Qué había cambiado ahora? se preguntaba sin querer dejar salir las lagrimas de impotencia que amenazaban huir de sus ojos.
Cuando estuvo en la chimenea dijo:
—Departamento Snape, callejon Diagon –sentía que su corazón latía de prisa a medida que pasaba miles de chimeneas por segundo.
Cuando aterrizó, por milagro divino sin caer estrepitosamente, hoy era un día de suerte.
Miró el lugar, la sala estaba en penumbras y estuvo a punto de volver a marcharse cuando escucho una voz femenina decir:
— ¡Ah! Más rápido Severus, más –Harry quiso no ser tan testarudo para marcharse de allí sin importar más, pero no, él tenia que asegurarse, hasta que no le viera con sus propios ojos, no lo creería.
Cuando llegó a la habitación, no tuvo que acercarse mucho porque la puerta estaba abierta, cerró los ojos por un momento y los volvió a abrir, para ver como Severus se movía frenéticamente contra una chica de cabellos marrones rizados que parecía estar en la gloria porque no dejaba de gemir.
Harry se tragó sus lagrimas, su rabia, su frustración y hasta el orgullo, pero lo más duro de tragar fueron sus sentimientos y esas ganas de echarse a llorar.
Carraspeando hizo notar su presencia, tanto Severus como la chica se separaron alarmados, Harry caminó a la habitación mientras decía.
— ¿Esta es la nueva prueba de admisión que debe dar un auror para demostrar si esta calificado? o es que como la chica –espectó con desprecio mirándola. —Es hija de la ministra, debemos darle un trato especial –poniendo énfasis en sus palabras.
La castaña se levantó, trato de abofetearlo pero él no permitió que lo tocara, esta chillo y protestó.
—No te permito que insinúes tal cosa, estoy muy calificada –apuntó molesta la mujer por tan insultante trato.
—Si veo que esta muy bien calificada –mirándola descaradamente, aunque la chica llevaba la sabana enrollada en su cuerpo, se sintió humillada.
>>—Severus… No sabes cuanto has decepcionado a tu equipo, a más a mí –mirando con tristeza al hombre que no le sostenía la mirada más que por fracción de segundo.
>>—Tu te revuelcas con esta señorita mientras nosotros casi morimos en una misión –con voz alta echo en cara al ojí negro.
Severus alzó la mirada sorprendido y balbuceó:
—Ustedes ¿Qué? La misión no era peligrosa, cuando me fui según los reportes... Estaban camino a la fiesta… Estaban bien…. ¿Te ha pasado algo? –preguntó levantándose cubriéndose con una almohada, se notaba realmente preocupado.
Harry retrocedió cuando éste se le acercó y susurró:
—Ni siquiera te atrevas a tocarme, nunca más Severus, me das asco –pronunció dejando notar su dolor.
Severus se apartó sin entender nada, nunca por nada deseó el desprecio de Harry y estaba ocurriendo. La que parecía comprenderlo todo era la castaña quien se mostraba avergonzada y humillada, algo decepcionada de si misma.
Harry le miró y le aseguró:
—No diré nada de esto, pero señor Snape, no es propio de un jefe de departamento llevarse a la cama a las nuevas a su cargo. Tenga ética, tenga moral, tenga algo de sentimientos –dejando un poco de su rencor en cada palabra dicha.
Severus estaba petrificado de la impresión y le dijo sin comprender:
—Harry yo en verdad no sabía, no me avisaron, jamás te hubiera dejado… Nunca me hubiera marchado si supiera que estaba en peligro… Eres lo más importante en mi vida… Eres mi mejor amigo… No puedes alejarte, nada tendría sentido –confesó aun perplejo y molesto por esa situación, se suponía que debían haberle anunciado del ataque, esos incompetentes.
—Corrección, fui tu mejor amigo, y… Yo jamás he sido importante para ti, solo me haces daño –le dio como respuesta, mirándole a los ojos, pero sin mostrar ningún sentimiento.
—Perdóname, Harry, chiquito, no me hagas esto, no dejes de ser amigo de este imbécil, por favor, cometí un error, pero solo ha sido uno. Perdóname –pidió Severus arrodillándose en el piso, bajo la mirada de Harry y Hermione quien les veía sorprendidos.
— ¡Que te jodan Snape! Esto no se trata de mi, no me importa no ser tu “amigo” pero tu gente, tus aurores, son vidas ¿sabes? y te importan muy poco. Recapacita, porque si no, la ministra va a escucharme –dijo señalando con la cabeza a la castaña quien gimió al oírlo, sabiendo lo decepcionada que estaría su tía.
—Pero a mi solo me importas tú, se que los aurores, es algo terrible, pero ellos están bien y el que se esta marchando sin querer volver a saber de mí, eres tu Harry, por favor perdóname –rogó el hombre levantándose mientras le miraba a los ojos.
Harry recordaba cuando ambos se habían prometidos ser amigos por siempre y esta era la segunda vez que esa promesa se veía amenazada, pero esta vez el hombre no le convencería con palabras bonitas y mucho menos con una sesión de sexo maravillosa como la primera vez.
—Ha durado mucho Severus, es hora de romperla, ya no quiero saber nada de ti, solo seré un auror más, uno de esos que no te preocupa, no quiero ser importante por una jodida promesa, esa promesa al igual que a los cinco años, no tiene mucha importancia –dijo caminando rápidamente hacia la chimenea.
Severus intentó seguirle pero pronto escuchó a Harry decir su dirección y supo que el muchacho se había marchado, cuando el ojí verde decidía más que nadie sabía que era de cumplir su palabra.
Se sentó en la cama junto a una enfurruñada castaña; había perdido a lo único que le daba sentido a su vida. Su amigo Harry.
Harry lo era todo para él, sin mentir, cuando quería sentirse en familia iba los domingos a la casa de los padres de Harry y allí la pasaba muy bien, cuando necesitaba consuelo allí estaba su amigo de ojos bonitos apoyándolo, que decir cuando estaba borracho o molesto quien siempre le había soportado era Harry y ahora se había marchado
Se acostó en la cama con aspecto derrotado y sitio ganas de llorar, nunca en 20 años eso había sucedido, así que no se dejaría caer presa de ese tonto impulso.
No fue hasta que escuchó la tranquila voz de Hermione al vestirse que volvió a la realidad.
—Ese amigo tuyo ¿Trabajara conmigo cierto? –preguntó algo triste por la forma apagada de su mirada.
—Si, se llama Harry, es el mejor de los de su rango –anunció sintiéndose orgulloso.
—Creo que es un gran chico, porque estaba aquí para defender a sus compañeros de trabajo a pesar de estar “Celoso” de nosotros –dijo Hermione sorprendida de la capacidad de resistencia del amigo de Severus. Harry.
—Harry no estaba celoso, solo se preocupa por mi, y si es un gran chico –afirmó mirando el techo.
—Si él no estaba celoso, hace media hora yo no estaba excitada, abre los ojos querido. Nos vemos en el trabajo jefe y olvide que esto pasó –pidió apenada marchándose del apartamento.
Severus se quedó pensando en el mismo lugar. No podía pensar en ningún momento que Harry estuviese… Era sencillamente no podía pasar… Porque entonces la vida si que tenia muchas ironías.
Sabia que mañana seria un día largo, tendría que dar y recibir muchas explicación de porque no había sido avisado del ataque. Pero lo cierto era que con esto acabado de suceder, ya eso no tenia importancia, porque lo único que en su mente quería pensar se trataba de Harry y como hacer para recuperar su amistad.
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Harry llegó esa noche a su departamento tirando todo lo que encontraba, no quería pensar en la perfección, porque no existía, era solo una mera ilusión.
Una vez que todo estuvo echo un desastre se sonrió a si mismo un poco, ¿Cómo pretender ser algo que no eres?
Amaba la limpieza, el perfecto orden, y desordenar para luego estar como loco limpiando no tenia sentido. Recogió algunas cosas que había alcanzado a tirar y con tranquilidad le fue devolviendo orden a su apartamento.
Se sentó llorando en silencio en el sofá, encogido como un niño pequeño, no quería volver a sufrir, no quería llorar otra noche más por Severus. Solo quería dejarlo atrás pero su corazón no obedecía.
No deseaba ser más esa persona que solo era querido por su familia y el hombre de ojos negros, no más el Harry que pasa desapercibido a la vista de todos, por su propia decisión, tal vez para olvidar a Severus, él debía darse a conocer, nuevos amigos, nuevas caras que le ayudaran a olvidar.
Caminando decidido fue a su cuarto a darse una ducha. No, nunca, jamás, volvería a ser un estupido enamorado. Aunque aun no pudiera sacarse a Severus del alma, sentía la absurda necesidad de darle una patada de su corazón a ese germen llamado amor.
Capitulo 3