Happy birthday teacher capítulo 1 Empezando desde cero

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Notas de la historia:
Fic escrito para el desafio de La Mazmorra Otro añico más Severus. Dedico esta historia a mis niñas de La Mazmorra, son las mejores y especialmente a Liber y a Row.

Beta: Rowena Prince.
Notas del capítulo:
Esta es sólo la introducción de mi nueva historia, espero que os deje con ganas de más, pues es lo que pretendía al escribirla como lo hice. Actualizaré el domingo que viene. Besos y gracias por leer.
(Introducción)


Hacía ya cinco años que la guerra había terminado y seis meses desde que Ginny y él habían roto. Harry no lo lamentaba, su relación se había convertido en poco menos que una costumbre, donde ninguno de los dos se encontraba a gusto, ella siempre le criticaba y pedía más, más sexo, más fiestas, más regalos, más…en fin, no quería echarle la culpa a Ginny, él también había fallado en múltiples ocasiones, pero creía que las cosas se hacían con ilusión y deseo o si no era mejor no hacerlas y hacía bastante tiempo que no sentía ninguna de esas dos cosas por la pelirroja.

Le había dejado las cosas muy claras a Ginny; tal vez se había excedido en su franqueza, pero Harry creyó que era mejor decir la verdad, pensó que ella le comprendería en cierto modo, pero se equivocó de plano. Lo supo después del “pollo” que Ginny le montó tras contarle que se sentía atraído por los hombres, jamás hubiese creído posible que Ginny conociera tantos adjetivos “calificativo/descalificativos” pero que los sabía estaba claro porque no se olvidó de ninguno a la hora de insultarlo.

Había dejado a Ginny, porque ninguno de los dos era feliz y porque sí, era cierto, le ponían los torsos musculados y lisos, las nalgas duras y las piernas bien torneadas y musculosas de los hombres. Desde que se lo dijo, ella le odiaba.



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Harry seguía siendo tan bien recibido como siempre en La Madriguera. Ron nunca le había dicho nada al respecto, pero Hermione sí; lo hizo cuando él le comentó que su amigo no le había reclamado nada después de dejar a su hermana del modo en que lo había hecho.

—No te dirá nada, Harry. Respeta tu decisión y la de Ginny, ha madurado—explicó con una sonrisa. Hermione tenía razón, Ron había cambiado, todos lo habían hecho, madurando antes de lo debido por las circunstancias que les había tocado vivir, una guerra en la que siendo apenas unos niños se habían visto forzados a tomar decisiones de adultos en demasiadas ocasiones, sobre todo Harry, pero era lo que les había tocado; no obstante, Harry siempre pensó que Ron defendería a Ginny, era su hermana después de todo. Le agradecía enormemente que se mantuviera al margen. Al hacerlo así, daba a entender que no pensaba elegir, porque los dos le importaban. Sabía del enorme afecto que Ron le profesaba pero, aun así, Harry sintió una agradable calidez en el corazón ante la certeza y buscó a su amigo con la mirada. Ron le guiñó un ojo y se encogió de hombros.

—Sí, todos lo hemos hecho, hemos cambiado, pero supongo que es como tiene que ser.

—Sí, yo pienso igual. Harry, dale tiempo a Ginny, se siente humillada—dijo Hermione mientras se colocaba un mechón de pelo tras la oreja.

Hacía mucho viento y bastante frío ese domingo de finales de diciembre. Empezaba a oscurecer, así que decidieron dar por terminado su agradable paseo por los alrededores de la casa y entrar en ella; era hora de preparar la cena y les tocaba arrimar el hombro. En aquella casa todo se hacía entre todos, como siempre había sido. Algunas cosas no cambiaban nunca, afortunadamente.


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Después de cenar, y harto de las miradas asesinas de Ginny, Harry decidió que era el momento de volver a su casa en Godric’s Hollow. Había reconstruido su hogar en el mismo solar de la casa de sus padres, no quería más monumentos tristes que le recordasen la desgracia ocurrida hacía tantos años y eso era en lo que el Ministerio había convertido lo que una fue la casa de los Potter, la casa que Voldemort había reducido a cenizas.

No, Harry necesitaba perdonar y olvidar para poder seguir adelante y lo había hecho de la mejor manera que encontró, construyendo sobre lo destruido y abandonando su trabajo de Auror, que no le satisfacía desde hacía tiempo, para empezar de nuevo con algo que sí le gustaba y en lo que sabía era muy bueno: trabajar con sus manos, modelaba figuritas mágica llenas de magia y movimiento, tanto, que parecían vivas.

Un par de días para ultimar detalles y su tienda en Godric´s Hollow sería una realidad. Sus creaciones eran únicas, no había nada igual en el mundo mágico. Cuando Hermione y los gemelos las vieron quedaron extasiados y le habían augurado un éxito formidable. Harry confesó que se había inspirado en los pequeños dragones del Torneo de los Tres Magos y había experimentado hasta conseguir lo que hoy era una hermosa realidad. Tenía miniaturas de unicornios, elfos, pegasos, hipogrifos, y muchos animales y pequeños habitantes del mundo mágico como las hadas, tan logradas, que parecían de verdad, sus figuritas parecían vivas. Cada una de ellas llevaba algo de la esencia de Harry, pues el joven ponía su alma en cada nueva creación, eran algo muy suyo lo que las convertía en especiales y únicas. Muy pocos magos podían hacer lo que él hacía y desde luego ninguno con la habilidad de Harry.

Era todo un desafío para el joven empezar prácticamente de cero, había invertido mucho tiempo y dinero en su nuevo proyecto de vida, como él lo llamaba, porque era muy importante para él demostrar que podía crear algo que tenía talento más allá del Quidditch o pelear contra magos oscuros, para Harry era como decir he sobrevivido al asesino de Voldemort y tengo mucho que aportar y ahora pienso vivir la vida plenamente y ser lo más feliz que pueda haciendo lo que realmente me gusta.

Así nació Tiny fantasies* el sueño de Harry, una pequeña tienda en Godric´s donde vender sus creaciones y hacer por encargo las que le pidieran. La inauguración fue un éxito, gustó mucho y tuvo muchos pedidos, todo el mundo quería conocer la nueva habilidad de Harry Potter.

Hermione y Ron, que le habían estado ayudando, hacía ya un rato que se habían marchado. Harry estaba cansado, pero también pletórico, estaba muy contento de la aceptación de la gente y tenía mucho trabajo por delante. Era feliz.

Sintió que se abría la puerta, había puesto el cartel de cerrado y estaba a punto de marcharse, pero no quería ser desagradable, así que se dispuso a recibir a su último cliente con su mejor sonrisa. Rápidamente se transformo en una mueca de sorpresa al ver a Severus Snape en su establecimiento. No había vuelto a verle desde que acabó la guerra y estaba cambiado, como más relajado…

—Buenas tardes Potter, quiero esa figura…—dijo a modo de saludo con su inconfundible voz— y señaló la única creación de la tienda que Harry no vendería nunca, y menos a él.

—La creó para mí

—Si, tiene razón—admitió Harry sin mirarle— pero de eso hace mucho tiempo.

—Cinco años…

—En realidad casi seis.





*Significa algo asi como fantasías chiquitas.