En el momento mismo en que el Profesor Snape apagaba la luz en sus habitaciones privadas Harry cerraba las cortinas en su dormitorio.
La cabeza le martilleaba. Apretó los dientes para no gemir de dolor.
Miró al techo del dosel de su cama, tratando de distraerse. Ahí había cuatro remiendos en el centro y uno en el costado izquierdo. Diligentemente cosidos por los elfos suponía. Aquel patrón de costuras era parte de lo que hacía esta cama tan especial. Tan suya. Cinco años en este mismo dormitorio. En esta misma cama.
Era como llegar a casa. Se sentía confortable. Bien. Eso claro siempre que no tuvieras la cabeza como si alguien le hubiera metido una batidora dentro.
Rodó para ponerse boca abajo. Habría querido avanzar un poco de los deberes, si es que no iba poder dormir otra vez. Pero no creía poder leer si quiera una linea, su dolor de cabeza estaba saliéndose de control.
Justo lo que necesitaba, una noche más en blanco, cortesía de Snape, por supuesto.
¿Que pasaba con ese hombre?
Era un buen profesor de pociones todo había que decirlo. Pero era injusto, e imparcial. Tenía mal caracter, y le gustaba acusarlo a él de todo lo malo que pasaba, o podía pasar.
Bueno, de acuerdo, quizá tuviera algunas razones mínimas... bueno, si en gran parte era su culpa. Pues era verdad que casi siempre estaba saltándose las normas.
Pero las razones por las que lo hacía... No eran como Snape decía ¿De donde sacaba que eran para mortificarle específicamente la existencia? ¿De donde sacaba que era por que se creía por encima de los demás?
Eso demostraba que no lo conocía en absoluto. Que no lo entendía. y que seguía forzando la imagen de su padre en él. ¿Por qué lo haría?
....De golpe Harry se levantó, poniéndose de rodillas e el suave colchón, el cabello aplastándosele contra el techo del dosel. Con una cara de absoluta sorpresa.
Por mucho tiempo se había hecho esa pregunta, una y otra vez al quejarse mentalmente de su maestro, intentando comprender por qué se portaba de ese modo con él, llegaba a esta conclusión, pensando que no había una respuesta.
Al parecer la había... si que la había. Y el la había estado pasando por alto mucho tiempo.
Si lo pensaba con cuidado. Era como si Snape tuviera miedo, como si estuviera protegiéndose de ser herido. Con el odio hacia él, con la agresión el profesor se defendía. Como un animal herido. Que intenta atacar antes de ser atacado.
Las reacciones que tenía su profesor tenían algo de sentido de ese modo. No podía ser verdad. Su padre...
Incluso--tragó saliva con dificultad--incluso en el caso de su padre le hubiera hecho algo tan imperdonable a Snape, como para que lo siguiera lastimando tanto tiempo después... él nunca había pretendido agredirlo, ni humillarlo. Solo quería vivir su vida en paz.
De todos modos, sin enterarse, sin querer enterarse en primer lugar, Snape se vengaba de este modo y la pagaba con él.
¿Tan grave era el dolor que su padre le había causado? Harry se derrumbó en la cama. Temblando.
Así parecía. ¿Que, por Merlín podría ser tan grave?
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Harry reconocía el lugar. Su corazón se aceleró.
Iba caminando por un largo, largo pasillo de piedra. Estaba cerca. Muy cerca. Sin lugar a dudas esta vez lo lograría, iba a conseguirlo.
Ya casi...
Entonces parpadeó. Y ante sus ojos apareció a lo lejos el castillo de Hogwarts.
¿Es que nunca iba a lograr ver lo que había del otro lado?
Si, eran los terrenos y era tarde. Una bonita luz ocre bañaba el lago. Pero por alguna razón a Harry le parecía que esto era un viejo y nostálgico recuerdo.
-- ¿Te gusta?--preguntó una voz, justo detrás de él.
Harry sintió como si alguien le hubiera pegado un pueñetazo en el estómago. Se giró para buscar lo que sabía que encontraría.
Voldemort.
Pero no lo halló del modo que esperaba encontrárselo. A penas una criatura viva. Con un aura siniestra y horrible, rodeado por su serpiente. O como un alto hombre encapuchado. Con esos terribles ojos carmesí y su cara de serpiente.
A su lado estaba una figura que aún después de tantos años seguía provocándole pesadillas. Era Tom Riddle. Idéntico a aquel que había visto salir de las páginas del diario.
--Este es uno de mis recuerdos más preciados--dijo Tom mirando alrededor.
--Voldemort ¿Que quieres? --le preguntó a la defensiva. Habría querido decir ¿Qué haces aquí? No lo podía creer, después de todo quizá Snape si lo quisiera muerto, quizá de verdad estaba haciendo la conexión que tenía con Voldemort, todavía más profunda.
--Hablar.
-- ¿De qué? ¿Que podrías querer tú hablar conmigo?
--Hay tantas cosas que pudiera aprovechar para decir, sin que mi posición se vea comprometida, y sin la presencia incómoda de tu niñera. Las ventajas de este vínculo son asombrosas ¿No te parece? Puedo sentirlo pulsándome en la cabeza ¿Por qué sientes tanto odio últimamente? Dímelo Harry, quizá yo pueda liquidarlo para ti.
--Lárgate--espetó Harry.
--Creo que no. Tal vez no lo hayas notado todavía, Harry, querido. Pero serás mi huésped. Hasta que quiera dejarte libre.
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Severus no podía creerlo. Dos horas. Dos malditas horas llevaba durmiendo cuando fue llamado al despacho del director. Por Fawkes. Que se apareció con un fogonazo que casi le provoca un infarto.
Alguien debía rostizarlo por el amor de Merlín. O dárselo de comer a algún Dragón por ahí. De cualquier modo volvió a vestirse y caminando hecho una furia subió hasta el despacho.
Casi podía ver a Potter frente al escritorio. ¿Que demonios le pasaría ahora? ¿Necesitaba que lo alimentara con papilla? ¿Quizá el biberón?
Fue por ello quizá que le descolocó tanto ver la cabeza pelirroja de Ronald Weasley en su desarrastrado pijama, llorando a lágrima viva.
--Es Harry--le dijo sin verlo--No despierta.