La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 39. El inmenso poder del amor

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 39. El inmenso poder del amor   The Marked Man. Capítulo 39. El inmenso poder del amor I_icon_minitimeJue Jun 28, 2012 5:23 pm

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Harry cocinó esa noche, puesto que Severus había pasado más tiempo lanzando hechizos y se sentía más drenado. El joven cocinaba muy bien, pero sus preparaciones carecían de imaginación. Comieron espagueti a la boloñesa, con melocotones enlatados con nata de postre. Para terminar, hizo café y fueron a sentarse junto al fuego.

—¿Ahora crees que es sólo cuestión de práctica, Severus?

—¿Hmm? Bien, parece que tenemos que descubrir el método correcto, así que sí, la práctica hace la perfección.

Miró a Harry, cuya barbilla sobrealía hacia adelante con determinación. Sabía lo que significaba esa expresión. Realmente, Voldemort no sabía lo que se le vendría encima. Y eso era algo bueno: la sorpresa era una importante estrategia de batalla. Admiraba a Harry; incluso la parte Gryffindor de su naturaleza era perfecta, porque era parte del paquete total que era su esposo. Él nunca podía haber previsto el pasar su vida con alguien de esa Casa, pero no tenía objeto negar que su relación se estaba haciendo cada vez más cómoda. Eran genuinamente compatibles. Esperaba que Harry sintiera del mismo modo, pues estaba consciente de que no deseaba que el matrimonio se disolviera luego que lograran su objetivo de matar a Voldemort. Y sí, ahora creía que lo iban a conseguir, y gran parte de esa certeza se debía a su pareja. Había redactado el contrato con un resquicio para que Harry pudiera recuperar su vida luego que todo terminara; nunca soñó que su esposo quisiera quedarse con él después de eso.

—Creo que tienes razón, Harry —aceptó, y fue recompensado por una radiante sonrisa.

—¡En ese caso, es definitivo! —saltó de su silla, lleno de entusiasmo—. Venga, vamos a conseguir que esto se afirme aún más —propuso, extendiendo su mano.

Severus se levantó y tomó su mano, completamente feliz al descubrir que estaba siendo conducido hacia la habitación.

Tan pronto como alcanzaron la cama, Harry se giró y atrajo a Severus hacia él para darle un beso apasionado. El cuerpo juvenil se sentía como si estuviera chamuscado con el ardor. La sangre latía en sus venas, y la sentía caliente y fiera. De inmediato, profundizó el beso, siendo cada vez más insistente y esperando que Severus pudiera sentir su necesidad y disculpara su brusquedad. Con urgencia, le empujó sobre la cama, escarbando para quitarle la ropa. No era lo bastante rápido.

>>¡Disvestio! —musitó Harry con voz ronca.

Ahora completamente desnudos, comenzaron a besarse incluso con más urgencia. Severus deslizó sus piernas a cada lado de Harry, aceptando feliz que su esposo le poseyera. Harry hervía de necesidad, y Severus estaba encantado de permitirle que fuera dominante. Ya que había estado en esa posición previamente, el joven sabía lo que estaba haciendo. El antiguo maestro de Pociones nunca había considerado ser el sumiso, pero al estar en la cama con Harry Potter lo volvía natural y cómodo; Severus confiaba completamente en él. En su opinión, su esposo era el más poderoso de los magos vivos. Apartó el pensamiento de que la confianza en esa creencia sería puesta a prueba en muy poco tiempo.

Los labios de Harry comenzaron a viajar por el cuerpo de su pareja, probando, lamiendo, gimiendo su aprobación ante el gusto de la deliciosa piel. No se habían duchado desde la mañana. Ambos habían trabajado duro ese día y Severus sabía a su propio sudor. Era abrumadoramente salado, pero tenía un fondo al que Harry no podría dar nombre… era simplemente Severus. Harry nunca podría cansarse de ese sabor. Lamió el pecho de Sev, jugueteando brevemente con sus pezones, tironeando un poco con los dientes de los pocos vellos que los rodeaban.

Severus siseó. El tirón al vello había sido brusco, pero su amante calmó la ligera herida con un giro de su lengua. La polla del hombre pareció dar su aprobación, estaba más duro que nunca antes. Gimió en voz alta su necesidad.

Harry lanzó un accio hacia el lubricante, sin varita y sin palabras. Severus apenas lo notó, su mente inundada con una miríada de sensaciones brotando sobre y bajo su piel. Dedos, lengua, dientes; una constante avalancha de sensaciones. Y todo empeoro cuando Harry deslizó sus dedos aceitosos alrededor de las bolas de Severus antes de ir hacia atrás, donde jugueteó con la sensible área del perineo.

El joven sonrió mientras su esposo gemía. Los sonidos de Severus salían uno tras otro; estaba perdido en un mundo de sensaciones, claramente incapaz de pensar en otra cosa que lo que le estaba diciendo su cuerpo. Harry sintió una sobrecarga de orgullo y logro masculino al ser capaz de reducir a su hombre a la impotente criatura que se retorcía bajo él. Deslizó sus dedos en la entrada de su esposo y jugó un rato con el rígido anillo de músculo, consciente de que estaba jugueteando.

—Por favor… —logró suplicar Severus.

Los dedos se deslizaron al interior, dos de una vez. Aunque se notaba apretado y rígido, Harry tanteó con confianza en el interior del trasero de su pareja, terminando sus caricias en la próstata. Los músculos se relajaron y el joven estuvo seguro que ya podía entrar, ya que él no era tan grande como su pareja. Y ya había esperado suficiente; el poder surgía a través de su cuerpo, y el deseo y la urgencia se hicieron uno cuando su amante le pidió que no esperara más. Sacó sus dedos y deslizó su polla.

>>Sí, Harry… —le animó, inclinando su pelvis para ofrecerle un mejor ángulo de penetración—. Tómame.

Entró sin mayor dilación. Apenas habían pasado unos minutos desde que entraran en la habitación, pero esa noche Harry no tenía paciencia para sutilezas. Necesitaba estar dentro de Severus, y suspiró de placer cuando hubo entrado por completo. Los apretados músculos rodeando su pene era algo que se sentía tan correcto; ahí era donde se sentía completo, unido con la otra mitad de su ser. Su enlace de almas estaba controlando todo el tiempo. Ambos eran capaces de decir lo que el otro estaba pensando sin ningún esfuerzo. Harry sabía que Severus quería ser tomado así. Empezó a embestir sin más demora.

Severus se había ubicado para facilitar las cosas a Harry, con las piernas abiertas y alzadas, descansando sus pantorrillas sobre los hombros de su esposo. Su erección estaba presionando contra el abdomen de su pareja, y el placer de la fricción con cada embestida era casi tan agudo como el que se generaba en su trasero. Se sentía tan cálido, tan cercano, tan parte de Harry.

Harry sabía que no duraría mucho; sería imposible. Sus cuerpos estaban unidos y no era sólo desde el punto de vista físico. Sus mentes eran una. Cada uno podía sentir el placer del otro y eso, añadido a sus propias emociones y sensaciones físicas, era tan intenso que hasta el amante más controlado se perdería. Harry no tenía el poder de contenerse, ni siquiera si Severus hubiera dominado el arte. Y esa noche, Severus ni siquiera estaba intentándolo.

Giraban en una espiral de placer y ambos sabían que estaban a punto de explotar.

—Siiii —susurró Harry roncamente, aunque si hablaba en inglés o parsel era algo que no podía decir.

—Harry… —suplicó Severus, y sonaba desesperado.

El joven sabía lo que su pareja estaba pidiendo… lo que necesitaba.

—Severus —gritó, mientras embestía con fuerza y comenzaba a correrse—. Te amo.

Las últimas palabras se escucharon crudas y desesperadas. Severus sintió como si la habitación temblara con la fiereza de la declaración de su esposo. Mientras las lágrimas se deslizaban de sus ojos, humedeciendo su cabello, gritó a su vez:

—¡Sí, sí! Harry… ¡TE AMO!

Pareció como si la habitación girara en espiral. Sus orgasmos les inundaron y las pulsaciones de su liberación se sintieron como las ondas de un terremoto, y ninguno de ellos hubiera negado que la casa de Spinner’s End tembló bajo la fiera arremetida de magia y amor.

—¡Ayyyyy! —chilló Harry. Su liberación había sido tan intensa como la de Severus, pero su grito fue tanto de dolor como de pasión. Severus se obligó a abrir los ojos, parpadeando para desechar las lágrimas, e investigó el rostro de su pareja para averiguar la razón de su grito.

Los ojos de Harry estaban arrugados de dolor. El hombre le abrazó y le sostuvo estrechamente contra él.

—¿Qué pasa?

—Ahhh —gritó Harry de nuevo—. Ya está pasando, gracias a Dios.

El mayor siguió mirándole con preocupación.

—¿Qué sucede, amor?

—Mi cabeza… mi cicatriz —jadeó.

Severus le apartó el flequillo, revelando su sudorosa ceja.

—Tu cicatriz se ve plateada —musitó, asombrado.

Harry se alejó de su esposo y se sentó.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, con voz indecisa. Corrió la mano sobre su húmeda frente pero eso no le dijo nada. Se levantó y se encaminó al baño.

Severus lanzó un rápido hechizo de limpieza y le siguió, apresurándose al escuchar la exclamación de Harry. Mientras entraba en el recinto, el joven se giró hacia él con el rostro pálido.

>>Severus… es completamente diferente. Mi cicatriz ha cambiado. Acostumbraba estar roja y dolía cuando la rozaba. Ahora es plateada y no duele en absoluto —presionó con fuerza con su dedo como si estuviera probando sus palabras—. ¿Qué significa esto?

—Significa que necesitamos hablar con Remus —replicó el otro—. Vamos a vestirnos.



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—Si la cicatriz fue formada junto al Horcrux, como pensamos —reflexionó Remus—, creo que cualquier cambio es significativo.

—Sí que valió la pena venir hasta aquí para escuchar eso —ironizó Severus—. Un alumno de primero hubiera podido descubrir eso.

Harry puso los ojos en blanco pero decidió ignorar el sarcasmo de su pareja. Ron frunció el ceño pero refrenó su comentario. Hermione lució ligeramente molesta, pero Remus continuó sin inmutarse.

—Entonces, ¿cuándo la cicatriz cambió, dolió?

—Sí —contestó Harry—. Fue un dolor más fuerte que el que tuve ahí jamás. Un dolor agudo, fiero; pensé que mi cabeza iba a estallar en llamas. Gradualmente se enfrió y el dolor cesó.

—¿Se sintió caliente ante el toque?

—No —respondió Severus. Él había sido el primero en examinar ese punto mientras todavía estaban unidos—. La piel de Harry no se calentó.

—Se siente diferente —insistió el joven—. Ya no le puedo sentir. Sé que él ha estado mejorando su Oclumancia y yo ya no podía leerle, pero siempre estuve consciente de que seguía allí. Hasta ahora.

Remus miró a Severus con entendimiento.

—Destruir un Horcrux requiere un proceso mágico. Hemos estado utilizando la poción Exanimae, pero hay hechizos que también funcionan, sólo que habitualmente implican un gran riesgo para quien lo lanza. ¿Estaban haciendo algo que pudiera ser considerado un ritual? —indagó Remus.

Harry enrojeció. Severus contestó por él.

—Sí. Estábamos teniendo sexo.

Ron se puso verde y apartó la mirada, haciendo una mueca. Hermione lució interesada y sonrió ante el rubor de Harry.

—¿Y dijeron algunas palabras significativas? —insistió Remus con una sonrisa. Una vez más, Harry notó un brillo en los ojos de su mentor. Últimamente, Remus le recordaba a Dumbledore con mucha frecuencia.

Esta vez fue Severus quien se vio avergonzado, así que su esposo tomó la iniciativa.

—Sí, utilizamos las palabras mágicas —confesó, sonriendo.

La sonrisa de Remus se ensanchó. Asintió.

—Las palabras más ponderosas del mundo, creo.

Hermione aplaudió y exclamó:

—¡Sí!

Ron todavía sacudía la cabeza en negación. Severus parecía estar estudiando la mesa, pero habló suavemente:

“¿El corazón sabe, cuando, lleno hasta el borde
El mínimo rápido latido, un himno expiatorio
A un gran dios que desprecia el ceño fruncido de Júpiter,
Aquí encuentra el terrible poder del amor?"


Remus le miró.

—Eso es apropiado, ¿de quién es?

—Pertenece a un poema llamado Does the Pearl Know?, de la escritora americana Helen Hay. Es un poema hermoso que yo apreciaba por su lenguaje, pero hasta hace poco no por su sentimiento.

Ahora Ron observaba a Severus completamente impactado, como si estuviera viendo una versión Multijugos de Snape. Por su parte, Hermione parecía que no podía dejar de sonreír.

De repente, Severus siseó y aferró su antebrazo. Harry sabía lo que eso significaba; apretó el hombro de su esposo.

—Creo que él ya lo notó —dijo suavemente.

El hombre asintió y se levantó.

—Debo ir. Les veré más tarde —y con esa despedida, desapareció.



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—Severus, necesito tu consejo.

Voldemort se mostraba muy extraño. Tenía una expresión que Severus no había visto en los rasgos de serpiente desde hacía bastante tiempo. No era enojo, ni placer lascivo, ni cruel deleite… Voldemort se veía preocupado. Internamente, el antiguo maestro de Pociones sonrió, bajo las capas protectoras de su Oclumancia.

—Por supuesto, mi Amo, ése es mi papel en la vida —dijo llanamente, inclinando la cabeza en aquiescencia.

—Algo drástico ha sucedido con Potter —continuó Voldemort mientras caminaba por la suite que estaba ocupando en la mansión Malfoy, moviendo sus brazos con agitación.

—¿Mi Amo? No he escuchado nada. De lo que sé, Potter no está activo.

—Dondequiera que esté, Severus, ha encontrado la manera de destruir el lazo entre nosotros.

Severus alzó las cejas en un fingido gesto de asombro. Voldemort lo tomó como un gesto para que continuara.

>>El enlace ya no está ahí. Sentí como algo cortante… quemante… lo que fuera, resultó doloroso. Él ha hecho algo, te lo aseguro. ¡Debes encontrarle!

—Mi Amo, trataré. Pero para ser franco, no tengo idea por dónde empezar. Sus amigos también han desaparecido del mapa. Nadie sabe dónde está ninguno de ellos.

—El chico Weasley tiene familia, ellos lo sabrán. Es hora de enviar a alguien a hacerles algunas preguntas —siseó Voldemort con brutalidad. Severus hubiera hecho una mueca de desagrado si no hubiera poseído un nivel tan fuerte de control. Por mucho que apenas tolerara a Ron Weasley por deferencia a Harry, los miembros de la familia eran incondicionales a la Orden del Fénix. Era inevitable que ellos se convirtieran el blancos de Voldemort, pero Severus había esperado que no pasara hasta que pudieran destruir al Señor Oscuro.

Voldemort continuó sus reflexiones.

>>La chica Granger es muggle, ellos no sabrán nada. Criaturas inútiles. Y el hombre lobo no ha sido visto hace un buen rato, desde que Greyback le expulsó de su manada. ¿No puedes pensar en algo? —espetó.

—Mi Amo, ya se lo he dicho en numerosas ocasiones; sin Dumbledore, Potter es una fuerza gastada.

—¡Entonces, estás equivocado! —chilló Voldemort, su voz rugiendo de furia—. ¡Las fuerzas gastadas no interfieren con mis planes! ¿Qué más puede estar haciendo? —comenzó su paseo una vez más.

Severus comenzó a sentirse como un mensajero romano, temiendo por su vida al llevar malas noticias. Era una situación en la que se había encontrado en numerosas oportunidades en presencia del Señor Oscuro, aunque no últimamente.

Voldemort estaba farfullando, y Severus no sabía si seguía hablando con él.

—Mis Horcruxes… ya no los siento… seguramente están a salvo. Pero yo los sentiría si así fuera, ¿verdad? Seguramente Potter no es lo bastante inteligente como para destruir Horcruxes; probablemente, ni siquiera sepa que tales cosas existen… Tú le enseñaste, Severus —giró su rostro hacia Snape—. No habrás sido lo bastante tonto como para enseñar al mocoso sobre los Horcruxes, ¿verdad?

—Nunca enseñé a Potter ni a ninguno de sus amigos sobre esas cosas, puedo asegurárselo —contestó sinceramente—. Pero él fue un alumno excepcional en Defensa Contra las Artes Oscuras, era su mejor materia —agregó, mostrando arrepentimiento y acumulando incomodidad ante su descontento Amo.

—Entonces tendré que sacar tiempo para revisarlos —musitó Voldemort—. ¿Y no puedes decirme nada más?

—Mi Amo, no tengo nada que decirle —afirmó Severus con sinceridad.

El otro movió su mano.

—En ese caso, vete. Para mí eres inútil esta noche.

Severus partió, mostrando en sus rasgos una expresión de arrepentimiento, incluso mientras su corazón se disparaba de emoción. El final estaba a la vista. Sólo quedaban dos Horcruxes: Naguini y su maestro. Y él tenía bastante poción para ambos.




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