Capitulo 4
Escritoras: Snarry Love 20 y Helen Black
Beta: Dea Lizardi
Ilustradora: Dea Lizardi
Clasificación: NC-17
Palabras: 8391
Advertencias: Ninguna.
Resumen: Todo lo que conocieron está desmoronándose. No encuentran una salida y les retienen contra su voluntad, pero aún les quedan aliados; y la esperanza de encontrar la felicidad.
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Había pasado por muchas cosas en la vida, pero al parecer la infelicidad no quería apartarse de su lado. Durante muchos años, creyó que nunca encontraría alguien que le amase y no le importaba. Tras la muerte de su querida Lily no quería encontrar a nadie capaz de sanar su destrozado corazón, se sentía tan responsable por todo, que se había convencido que su dolor le acompañaría hasta la muerte. Se volvió desconfiado, huraño, sarcástico, amargado y solitario. ¿Quién en su sano juicio querría tenerlo a su lado? Todo cambio cuando el hijo de su desaparecida amiga llego a su vida: Harry Potter llegó a Hogwarts para poner su vida patas arriba, durante mucho tiempo pensó que era una especie de venganza de James Potter desde el más allá, y que se estaba divirtiendo mucho viendo como el pequeño Potter le sacaba literalmente de quicio. Al principio no eran más que leves sorpresas y muchos dolores de cabeza; después fue pánico y una pizquita de simpatía, un aura de cariño necesitado cubría a ese niño. Más tarde se maravilló de su valor y lealtad, más propias de su madre que del idiota de James Potter; le gustaba provocarlo y verlo tan apasionado defendiendo sus convicciones. No pudo evitar enamorarse de él, fue algo paulatino e inevitable, pero las cosas buenas tienen tiempo de liquidación. Solo pasaron tres meses... tres maravillosos meses, antes de que su maldito pasado volviera para fastidiarlo logrando separarlo de nuevo de su felicidad. Durante la guerra temió no volver más a su lado, por la promesa que le hiciese al Director más chiflado y perspicaz que Hogwarts tuvo jamás. Nuevamente se sintió atontado cuando todo acabo y su reputación se vio limpia y libre de toda culpa, eso significaba que podía estar con Harry. ¡Oh Salazar bendito! Qué realizado se sintió cuando Harry y él se fueron a vivir juntos, tras el rechazo de los Weasley. Algo por lo que Harry sufrió mucho, pero él logro distraerlo y así pasaron un tiempo… hasta que otra vez las cosas se complicaron: los Mortífagos renegados se alzaron para joderlo y vengarse de Harry, y de su traición.
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<i>Un fuerte empujón que casi lo tira al suelo por parte de uno de los Aurores, lo hizo salir bruscamente de los recuerdos en los que estaba sumido en que se había sumido mientras era trasladado al Ministerio y también mientras recorría sus pasillos. Aún estaba dolorido por la paliza que le habían dado, aparte de maldecirlo con Cruciatus, le habían golpeado a lo muggle , limitándose a la zona del torso ya que sería desastroso para el Ministerio, que un Mago desarmado llegara con golpes visibles sobre todo teniendo en cuenta que su arresto sería más comentado aún que el cese del anterior Ministro: Cornelius Fudge.
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La sentencia tras el juicio resonaba una y otra vez en su cabeza, torturándolo. Pero una extraña sensación lo mantenía en constante alarma. ¿Qué diablos estaba pasando allí? La respuesta le llego al mirar los ojos del jefe de Aurores: la maldición Imperius. Estaban siendo manipulados por alguien… y él tenía una ligera idea de quién podía ser el posible responsable: Parkinson, ya que él sobre todos los demás Mortífagos había jurado venganza sobre él y todos aquellos que ayudaron a Potter a vencer al Lord Oscuro.
Cuando los Aurores lo escoltaban camino a su celda, sintió como uno de ellos le deslizaba una varita en el bolsillo, aunque no fuera la suya, le sería de gran utilidad, pero quién era ese hombre... no lo reconocía, además ese Auror no fue de los que lo apresaron en el bosque, se había unido después al grupo de Aurores que lo conducía al que seria, supuestamente, su próximo hogar durante quince años si nadie lo evitaba. Esperaba que, efectivamente fuese un aliado... pero quien?, después de ya no quedaba nadie para defender su honor. Dumbledore y no estaba, lo habían separado de Harry y para colmo la orden ya no estaba tampoco ahí para él, ya que estaba seguro de que no le perdonarían haber tenido a Harry como amante, aunque para él era mucho más que eso, le amaba, pero eso no parecía importarle a nadie.
Pero…le estaba ayudando ese sujeto, no le reconocía, seguramente porque usaba la Poción Multijugos.
Por fin llegaron a la celda, y no era para alegrarse, se quería deshacer ¡ya! de los Aurores que le rodeaban, pero justo en ese momento el Auror que tenía al lado, lanzaba un Imperius a otro sin que los demás lo notaran, y éste a su vez dejaba inconscientes a todos los demás. Severus ya era libre pero sopesó la situación, podía ser una trampa.
Recordaba que los Aurores tuvieron que limitar a Harry para poder apresarlo. Esto no andaba nada bien y Snape sabía que todo era más complicado de lo que parecía.
Sin dudarlo más saco la varita que el otro Auror, frente a él le había dado y lo apuntó con ella, habían pasado veinte minutos aproximadamente desde que lo vio por primera vez y aunque Snape sabía que no tenía escapatoria, también sabía perfectamente que nada podría ser tan malo. Confiaba ciegamente en Harry, aunque esto no iba con su actitud de espía, pero no sólo lo libero del Señor Oscuro, sino que también le debía la vida y su nueva libertad, sabía perfectamente que lo común no se aplicaba al joven... así que solo le quedaba confiar en él y tratar de sobrevivir una vez más. El Auror al que apuntaba no levanto la varita, se quedó en silencio... hasta que por fin le dio la espalda. Snape observo como de uno de los bolsillos sacaba una pequeña botellita con un liquido parecido al lodo, aun con la escasa luz logro reconocerla era Poción Multijugos, la reconocería en cualquier lugar, entonces entendió el plan. Severus se arrancó unos pocos de sus cabellos negros, y los dejó caer en el frasco que el otro acababa de acercarle, posteriormente arrancaron unos cuantos de los cabellos del Auror y los colocaron en otra redoma de la que bebió Severus, mientras el Auror bajo el Imperius comenzaba a beber la poción que había tomado un increíble color esmeralda obscuro.
Para que finalizar el fraude Severus convirtió su ropa en la que traía el Auror hechizado convertido ahora en su doble y le ordenaron permanecer en la celda pasara lo que pasara. Para asegurarse usaron un Desmaius y finalmente le lanzaron un pequeño Oblíviate, borrando el último suceso de las mentes de los demás Aurores. Al terminar con el trabajo los dos hombres que le estaban ayudando y que seguían bajo los efectos de la Poción Multijugos, despertaron a los otros tres con varios Enérvate, los Aurores se retiraron. No se darían cuenta de lo sucedido, hasta la próxima ronda de los Aurores que lo custodiaban en Azkaban.
Una vez regresaron al Ministerio uno de ellos dio la falsa información del encarcelado. Snape siguió al Auror por un pasillo hasta un salón vacio. Aunque lo había ayudado Severus seguía sin tenerlas todas consigo... una vez estuvieron solos y relativamente a salvo... el Auror parecía muy tranquilo, pero eso a ojos de Snape resultaba alarmante. Apretó su varita cuando su acompañante insonorizó la habitación con un hechizo, Severus ya apuntaba al otro con la varita, tenía en mente la peor maldición que recordaba, era especialmente bueno en conjuros no verbales… no se dejaría engañar, así que harto, amenazo al hombre frente a él exigiendo conocer su identidad y lo que pretendía hacer.
No esperaba encontrarse con Malfoy, ¡increíble! Lucius Malfoy…, el cuál dejo al descubierto su identidad cuando le dijo con su inconfundible voz:
—Me entere de tu precaria situación querido amigo, cuando me encontraba en el Ministerio atendiendo unos cuantos asuntos pendientes sobre mis posesiones que Potter tan generosamente logró que nos devolvieran. Aunque no cuento con el mismo prestigio que antes después de tu escandalosa aparición en el Atrio...
>>No podía ser nada bueno para ti y por ende, para mí tampoco puede que lo sea, ya que el chico dorado... "nuestro salvador" fue el que nos dio una segunda y tercera en tu caso oportunidades de ser libres, por lo que moví unos cuantos hilos y pagué algunos galeones a la gente adecuada. Fue suficiente para enterarme de todo lo que necesitaba respecto a tu juicio y tuve el tiempo preciso para encontrar una solución y dejarte en libertad, ya que los que participamos en el asalto a Azkabán recordamos bien sus fallos de seguridad, que por lo general son siempre atribuidas a los Dementores...
Snape lo escuchó sin perder detalle, ni siquiera notó que aún no había bajado la varita. Lucius Malfoy era un Mortifago declarado y aunque fuera un viejo amigo lo conocía mucho, demasiado. Su desconfianza continuaba.
—Severus ¿podrías ser tan amable de hacer a un lado la varita?
—Aun no, dime que sabes acerca de Potter el llego antes que yo ¿dónde está?
—¡Vaya…! así que fue por eso.
—¿Fue por eso qué? —preguntó Severus irritado.
—Vine acompañado por Draco y sus compañeros, dijeron que querían aprender de un profesional de los negocios y cuando te vieron en el Atrio echaron a correr, los perdí de vista pero con esto podremos encontrarlos —dijo mostrando una especie de brújula con dos manecillas una en color plata y otra en oro.
—Y quien esta detrás de esto... ¿es Parkinson?
—No podría asegurarte ese dato pero, supongo que pueden ser unos cuantos fanáticos de los que lograron escapar.
Abandonaron el salón para dirigirse a El Atrio, ese era el lugar que indicaba la saeta plateada de la brújula.
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—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó el pelirrojo por enésima vez en media hora, eran las once y media de la mañana y parecía que Ron no resistiría más en esa incómoda posición.
—Ron lo hemos intentado todo pero no podemos con esta barrera – respondía también por enésima vez la joven castaña, intentando serenar a su novio.
—De hecho Hermione no lo he intentado todo, quedare algo debilitado después de eso chicos así que tendrán que ayudarme a salir de aquí —dijo Harry acercándose a una puerta de roble tallada justo enfrente de la burbuja.
Comenzó a recitar una serie de palabras, con los ojos cerrados, muy concentrado y extendiendo las manos en una lengua extraña que Hermione reconoció como una mezcla entre latín y celta, algo muy raro, apenas entendió nada de lo que decía. En la manos de Harry algo comenzó a tomar forma…era como una ligera hoja metálica que fue tomando forma hasta…¡Era la espada de Godric Gryffindor!, pero… ¿Cómo había hecho Harry para traerla desde el despacho de McGonagall? Hacia unas dos horas que habían estado allí con el padre de Ron, desarmando a un par de Mortífagos prófugos y quitando las maldiciones Imperio a la Directora y el señor Linopeus. Cuando se enteraron de lo que había sucedió a Harry y Snape supieron que no debían perder ni un minuto para ayudar a su amigo. Por esa razón estaban ahora allí.
Una vez terminado el conjuro, Harry se hizo un corte en el brazo con la dejando correr su sangre sobre la maldita esfera que los tenia prisioneros, ésta estalló en una bola de luz intensa. Justo en ese momento mientras un grupo de Slytherin comandado por Draco Malfoy entraba en el cuarto.
—¡Hasta que los encontramos! —exclamó Pansy Parkinson.
—Creo que esto les pertenece —dijo el heredero Malfoy entregándoles las varitas— estos tontos Aurores no resisten la Maldición Imperius.
—Gracias Draco… ¿Cómo has sabido que estábamos aquí? — preguntó Harry con voz cansada, cada vez estaba más débil. La espada empezó a desvanecerse.
—Eso es un poco complicado, nos perdimos cuando los tortolitos desaparecieron al cruzar una de las puertas del Departamento de Misterios, ¡como odio este lugar! —dijo Blaise Zabinni apareciendo detrás de Draco que vigilaba la puerta,—debemos irnos.
—¡Oh si! claro y nosotros los seguimos —ironizó Ron— cuando nos expliquéis porque nos ayudáis y por qué hemos de creer en tí.
—Por el momento somos lo único que tienen, además tenemos una deuda que saldar con Potter —respondió Theodore Nott acercándose y haciendo pasar un brazo de Harry por su cuello, cosa que Ron imitó.
—Bien es hora de salir de aquí, espero que no encontremos contratiempos antes de llegar al...
Blaise no pudo terminar la frase ya que un grupo de Aurores, Medimagos, y por si fuera poco, la cara de sapo de Dolores Umbridge, entraban a la sala empujando al chico, ¡Merlin! esa escena solo podía ser peor en el caso de que Voldemort siguiese con vida.
—Señor Potter... es hora de revisarlo lo revisen para asegurarnos que usted está libre de la influencia de hechizos o pociones que le pudieron haber sido administradas por el Mortifago Severus Snape. No lo hagan más difícil será mejor que todos cooperen —advirtió con la estridente y molesta voz que la caracterizaba.
—No pienso dejar que ninguno de ustedes me toque, nunca podrán lograr que cambie de opinión, además que la única lección que aprendí de usted fue la de no decir mentiras —dijo mostrando las cicatrices aun visibles en su piel—. Digo la verdad, siempre lo he hecho así que…¡MUERASE MALDITA BRUJA!
Al segundo siguiente Harry desplegaba un Protego sobre todos sus compañeros ya que las maldiciones comenzaron a volar por todo el lugar, los jóvenes comenzaron a contraatacar una vez dejaron a Draco y a Hermione cuidando del cada vez más debilitado Potter. Los Slytherin junto con Ron se lanzaron a la lucha logrando desmayar a todos los Aurores esquivando y rechazando las maldiciones.
Al final solo quedo Umbridge que era combatida por Pansy, la cual intentaba quitar el Imperius a Umbridge pero no funcionaba. Harry le gritó que ella no estaba manipulada, que lo hacía por voluntad propia. Eso fue suficiente para que Blaise Zabinni hechizase a la malvada mujer, por fin, con un certero Desmaius y un Incarcerus.
Abandonaron el lugar para dirigirse rápidamente a las escaleras y acceder a los ascensores que conducían a El Atrio.
—Y díganme... ¿que pasara ahora... tenemos refuerzos o qué? — pregunto Pansy con un flato de campeonato.
—Papá y Minerva traerán a la orden además de al ED. Están en activo desde que escapaste con Snape, así que si tenemos gente... seguro que ya están arriba —dijo con gran orgullo Ron.
—Pero…¿que paso con Severus?, ¡Tenemos que encontrarlo! estábamos a punto de casarnos —dijo Harry mostrando la alianza que Severus le había puesto en el bosque.
La exclamación que soltaron los chicos resonó en medio de la pelea en la que Severus participaba en la centro de la misma.
Unos cuantos minutos de lucha y todos los que habían caído bajo el Imperius estaban ya encadenados y siendo liberados del hechizo.
Gracias a la ayuda de todos, los últimos Mortífagos fueron apresados y Severus se libró de ir a hacerles compañía, ya que a pesar de las acusaciones coherentes que tenían en su contra, se pudo mostrar que durante su relación clandestina con el chico, Harry estaba en sus cabales y no fue forzado a nada; él era virgen en aquel entonces y como la primera vez entre ambos, fue siendo adulto legal no tenían con que acusarlo de nada. Los cargos y su legajo se limpiaron, así como su reputación de Héroe de Guerra. Pero lo que sorprendió a todos fue cuando Snape preocupado hasta los huesos de las heridas de su pareja, dejo entrever su amor por él al escapar su amor llevándolo a la enfermería de Hogwarts para que Madame Pomfrey lo atendiera. Eso calmó las aguas con los amigos de Harry, esos a los que su bello muchacho consideraba su familia… </i>
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Y ahora dos años después, con todo en su lugar y las cosas solucionadas… Él como el nuevo Director de Hogwarts tras la baja de Minerva, con su amado hombre de bellos ojos verdes siendo el Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras… ¡Tenían que pelear por la tontería del matrimonio! Pensó afligido. ¡Cómo no sacara el retrato de Albus de su despacho, Harry se volvería como el anciano come-caramelos de limón! ¿Es que de verdad el hombre con quien compartía su vida necesitaba de nuevo la intervención del molesto Ministerio de la Magia? ¿No tuvieron demasiado ya para una vida entera? ¡Y todo por un sueño con unas hadas! Salazar y Merlín le ampararan…
Su atención regreso entonces a los papeles de su escritorio, los que esperaban a ser firmados. Entre ellos encontró unos que indicaban la cantidad exacta de piel de serpiente arbórea africana que debía ser repuesta. Eso le saco una sonrisa, recordando un episodio de cuando daba clases como Profesor de Defensa de las Artes Oscuras.
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<i>Eran las últimas horas antes del comienzo del receso de las vacaciones y trabajaban con repeler ataques de criaturas oscuras, entre ellas las famosas serpientes que el Señor Oscuro se deleitaba en tener bajo su mando. Los alumnos más torpes solo conseguían escudarse con un Protego, mientras sus compañeros, unos pocos, lanzaban embrujos para mantenerlas a raya. Paseando entre ellos, llegue hasta mi joven pareja. Potter tenía a la serpiente en sus hombros, sin ninguna intención de atacarla dejando a sus amigos con sendas miradas reprobatorias y aterradas.
—Señor Potter ¿acaso es demasiado exigirle al Elegido que participe en la clase? —cuestioné destilando sarcasmo.
—Profesor, no necesito atacarla. Yo creo que con mi orden de obedecerme es más que suficiente. —Lo reto el joven.
—¿Eso cree? —le dije burlón.
—Baja al suelo y acércate al hombre enfrente de mí, pero no lo ataques. —Le dijo a la serpiente en pársel.
¡Morgana mía! Es delicioso oírte hablar así, mi exquisito tesoro. Pensé con lujuria para mis adentros… Vi como la serpiente dejaba tus hombros bajando, para luego acercárseme pero sin necesidad de rozarme. Lo cual me dejo un poco sorprendido.
—¿Puedo saber qué piensa hacer? —pregunté alzando una ceja. No tenia porque asustarme, mi joven amante no se arriesgaría a que lo deje sin besos por todo un mes.
—Yo solo quería probarle que puedo dominar a las serpientes—Me dijo mirándome directo a los ojos, remarcando que me había hecho caer a sus pies.
¡Oh, sí que puedes! Háblame siempre así, pequeño demonio angelical. Me derrito al oírte hablar pársel…</i>
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Severus aún tenía el recuerdo fresco en su mente…
Era una lástima que Harry hubiese perdido esa facultad después que el horcrux desapareciese de su interior al derrotar al Señor Oscuro, no iba a quejarse de las habilidades amatorias de su pareja, ni mucho menos…pero oírle hablar en parsel era una de las experiencias más excitantes que había experimentado Severus jamás.
<i>Severus, estas caliente… solo por recordar ya estas así… ¿Dónde dejaste tu autocontrol</i>
Pero es que era tan difícil el controlarse al pensar en Harry, y más ahora que estaba molesto con él; tenía muy buenas ideas para que dejara su disgusto a un lado, el problema es que no lo podría ver hasta la noche cuando terminaran sus actividades.
Podía pensar en tantas cosas para que su chico se calmara pero una parte de él no podía dejar de pensar en el tema de la boda, ¿en verdad era tan necesario dar ese paso, no podían considerarse ya como una pareja? ya llevaban más de dos años juntos.
Tenía que hablar con alguien y solo se le ocurrió su viejo amigo Lucius, desde que lo había ayudado en el Ministerio habían vuelto a retomar su amistad, si se le podía llamar así, por lo que le mando una carta citándolo en un restaurante de Londres. Tenía que hacer unos encargos de la escuela por lo que podría desviarse un rato sin que nadie se diera por enterado.
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Lucius estaba en trámites de sus negocios cuando vio una lechuza entrar a su oficina, la cual le tendió la carta, fue una sorpresa ver que era de Snape, ya que no era normal que le escribiera y al terminar de leerla supo que algo estaba afectando a su amigo. Sin más contesto diciéndole que lo vería, al fin los problemas que tenían no se solucionarían antes, así que si se podía dar unas horas, pasó a dejar las cosas encargadas a su secretaria y salió para ir a Londres y ver al nuevo Director de Hogwarts.
Las cosas habían cambiado tanto, pensó que nunca superaría fue el ver a Potter con Severus, ciertamente no entendía cómo es que habían logrado estar juntos pero si podía ver como el carácter de su compañero de escuela era modificado por el chico, y en parte le gustaba el nuevo Severus era mucho más fácil de tratar. Al entrar al café vio a Severus y su gesto taciturno le confirmó que algo andaba mal.
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Severus vio entrar a Lucius siempre con su porte tan elegante, se sentó enfrente de él y se lo quedo mirando, sabía que él tenía que empezar la plática pero ahora ya no sabía cómo hablar de su pequeño inconveniente.
Lucius al ver que el otro no decía nada solo se le ocurrió hacer un comentario.
—¿El paraíso se convierte en infierno? —dijo burlándose sabia que eso no era del todo cierto pero tenía que hacer que Severus empezara a hablar.
—No para nada…es solo que… —Severus no sabía cómo decirlo, ¿desde cuándo estaba así?, no podía seguir en ese estado, ni que tuviera quince años.—Harry quiere casarse y yo en el momento no quise por lo que él se molesto.
Directo al grano.
—¿Y el problema es? —preguntó Lucius sin saber muy bien a qué punto quería llegar
—Que no se si sea una buena idea, ya no quiero saber nada del Ministerio.
—Severus es solo eso ¿O es miedo al compromiso…? lo cual sería ridículo si me lo preguntas ya que estas viviendo con él desde hace ya dos años, si mal no recuerdo.
Severus no había considerado ese opción sería miedo lo que tenia, pero eso era imposible o ¿no?, como Malfoy lo había dicho su relación ya era muy seria
—Severus no veo el problema al fin y al cabo ya viven juntos, tu lo amas y él te ama es normal que quiera formar una familia.
—¡Pero ya somos una familia!
—Tal vez lo sean pero no hay nada que lo diga y te recuerdo que los Gryffindor son románticos y quieren un noviazgo de cuento de hadas.
La tarde siguió con ambos platicando de más temas, ya era bastante tarde para cuando se despidieron y Severus tenía nuevas ideas y una solución al problema con Harry.
Llego justo a tiempo para la cena. Harry ya estaba en la mesa de profesores y se veía algo serio, pero aun así estaba esa chispa en sus ojos. Por lo que sólo le sonrió y tomó su lugar en el centro de la mesa, los alumnos estaba tranquilos, eso era bueno, así tendría a Harry para él solito en la noche, auún tenía el recuerdo de Harry hablando pársel girando en su mente.
Al llegar a su habitación noto como Harry seguía serio por lo que lo tomó por detrás pegándolo a su cuerpo y respirando de su cuello sabía que eso le gustaba a su chico, antes de jugar un poco con el lóbulo, vio como Harry se dejaba mimar.
Sin más lo volteo para besarlo y sintiendo como Harry se relajaba, poco a poco lo guio hasta la cama, donde lo depositó para subirse encima. Poco a poco lo fue desvistiendo mientras besaba cada parte que quedaba descubierta, podía sentir como Harry se empezaba a excitar, Harry después de dejarse consentir un rato empezó a desvestir a su vez a Severus.
En poco tiempo ambos estaban desnudos, Severus sentía las manos de Harry en su miembro, notó como su niño le daba vuelta para estar encima y como descendía dejando un camino de besos y saliva en su pecho hasta su miembro sintió la lengua de Harry jugar con la punta antes de introducirlo todo, el ya no podía pensar en nada solo quería sentir más, sentir a Harry.
Cuando sintió que estaba a punto de venirse en la boca del chico noto como este se detenía.
—Creo que hoy no será Severus amor, aun estoy molesto.—Dijo el chico haciendo como que se levantaba de la cama Harry sabia que eso estaba mal pero en verdad quería casarse con Severus.
—¿Qué? ¡No puedes! —Dijo Snape entre jadeos y vio como su amante trataba de irse, eso no podía quedar así y sin más se levanto, para regresarlo a la cama.
—¡Claro que puedo!— respondió el chico sonriendo, solo sintió los brazos de Severus atrayéndolo de nuevo a la cama, y no puso ninguna objeción cuando Severus se puso encima de él para eevitar que se fuera.
Los besos regresaron y pudo sentir como Severus lo preparaba para penetrarlo, pudo sentir el primer dedo invadiéndolo, posteriormente dos y tres, el solo podía suspirar y pedirle más a su pareja quería de una vez sentirse unido a Severus.
Le encantaba ver a Harry excitado pidiendo por él, sin más preámbulos lo penetró, vio como la espalda de Harry se curvaba, como el suspiro se volvía más como un grito de placer, pero la voz era mucho más ronca de lo que normalmente la tenia; después de esperar a que Harry se acostumbrara lo empezó a embestir, primero lento y cuando Harry movió su delicioso culo hacia atrás aceleró el ritmo.
—Mas rápido Sev, necesito mas,—pedía entre jadeos, Severus le hizo caso penetrándolo más rápido, cuando sintió que estaba por terminar tomo el pene de Harry para que los dos terminaran juntos, movía su mano a la misma velocidad con la que lo estaba penetrando y en eso sintió como su miembro era aprisionado por Harry cuando se corrió haciendo que Severus terminara también.
Se dejo caer junto a Harry y sintió como su pareja se acurrucaba en él y poco a poco el sueño los invadió.
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Harry estaba en su última clase de ese viernes; sentía a Severus muy raro en los últimos días, empezaba a creer que no era buena idea decirle lo de la boda, tal vez el recuerdo del intento de la primera boda era algo que no había podido superar, pensó con tristeza, habían estado a punto de hacerlo, y en verdad quería dar ese paso, quería poder sentir que estaba formando una familia, así como lo habían hecho sus padres.
Solo esperaba que terminara, ya que en la noche saldría con Ron y Hermione, no estaba muy seguro de los planes pero quería estar un rato con sus amigos, las cosas habían mejorado mucho desde lo del Ministerio, al punto de que Draco de repente los acompañaba a tomar algo a menudo, junto con algunos Slytherin, vio a los chicos tomar sus cosas y salir del aula solo tenía que esperar la hora, para ir a verlos.
Caminó a sus aposentos para cambiarse, todo pasó sin contratiempos y en menos de una hora estaba enfrente al Caldero Chorreante. Vio a Draco y se acercó a saludarlo, el chico había resultado ser una buena compañía.
—¡Vaya cara rajada! llegas temprano, al menos mi padrino ha sido buena influencia para ti. —dijo Draco adelantándose a cualquier comentario de Harry.
—Al menos dime hola,—respondió el chico de ojos verdes, la verdad había cosas que nunca cambiarían.—A mí también me da gusto verte.
Draco sólo lo miro y se hizo un silencio entre ambos pero ya no era incomodo. Después de unos minutos llegó Hermione diciendo que más tarde verían a Ron por que el chico había tenido que arreglar unas cosas y saldría tarde de su trabajo. Sin decir más Draco se marcho.
Primero fueron a un restaurante donde cenaron algo ligero mientras platicaban de las cosas que habían pasado en los últimos días, y por fin llegó Ron.
Hermione les conto de ciertas irregularidades en unos papeleos que estaba manejando, pero que no era nada de qué preocuparse, Harry les habló de su problema con Severus, les comentó como le había pedio que se casaran y como su pareja no había aceptado
—Harry no te desanimes vas a ver que el profesor Snape te va a dar el sí. —dijo Ron para evitar que Harry estuviese triste, además no quería que se alejara de Severus ya que desde que los había visto juntos había notada ciertos cambios en ambos, para empezar Snape ya no lo trataba tan mal.
—Es que de verdad quiero casarme con el…—insistió su amigo—…quiero tener mi propia familia pero tampoco quiero obligarlo.
—Creo que una vez ante el altar Severus aceptaría.—Dijo Ron como comentario pero no notó la chispa en la mirada de la castaña que tenían a un lado.
La noche siguió y más tarde se les unió Neville después de unas horas Harry se despidió para volver con Severus, cuando llegó lo encontró muy entretenido realizando varias pociones. Harry sabía que era mejor no interrumpirlo aun no le tenía mucha paciencia con eso de sus amadas pociones por lo que se recostó en la cama, aun tenía muchas cosas en la cabeza.
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Después de casi un mes la vida de ambos casi había vuelto a la normalidad, Harry había evitado el tema, al menos por el momento. Después de desayunar fue a dar sus clases como siempre, y antes del almuerzo le sorprendió ver entrar a Hermione a su oficina, la chica solo lo saludo antes de tomar asiento frente a su escritorio.
—¿Que necesitas Hermione?—pregunto Harry, era tan raro verla sin una cita previa.
Harry te quería avisar que van a celebrar una boda en la Madriguera; pero como va todo muy rápido les dije que yo te avisaba. —explicó su amiga sonriendo. A Harry aquello no le parecía demasiado normal.
—¿Boda? ¿De quién?—Preguntó, no recordaba que ninguno de los chicos estuviera a punto de casarse.
—Es como una segunda boda de los señores Weasley, algo así como una confirmación de votos.
—¡Ah! entiendo… —aunque en realidad no entendía nada.
—La boda será en dos semanas así que cómprate una hermosa túnica negra que tenga adornos dorados, por favor, es que quieren que estés enfrente, junto al altar.
Harry podía notar que su amiga estaba muy feliz esa chispa en sus ojos era un claro indicio por lo que dijo que no habría problema pero después de unos minutos de platica Harry se vio envuelto en el punto de que Hermione lo acompañaría a comprar el traje porque Arthur quería a todos vestidos de etiqueta, así que la chica se haría cargo de ayudarlo.
Sólo tenía otro problema y era el convencer a Severus de acompañarlo, por suerte, él no tenía que ir con los colores que habían escogido para él. No se imaginaba a su adusto amante con adornos dorados en la túnica.
Lo que nunca se imaginó cuando por fin pudo ir a ver Severus fue que éste no estaría solo, Draco estaba con él.
—Entonces será dentro de quince días.—Decía el chico sonriendo cuando vio a Harry. —Estaba invitando a Severus a una conferencia es importante sólo le quitare parte del día y más tarde llegaremos a la boda.
Harry sólo pudo mover la cabeza asintiendo pue antes de que pudiera contestar, el rubio había salido de la oficina, Severus estaba mirando a su pareja sabía que aún le costaba entender a Draco.
—Creo que Malfoy ya organizo nuestro día.—Comentó Harry de malas pulgas.
—Sabes cómo es, no te alteres ¿quieres?—le pidió Severus, sabía que en ciertos puntos Harry no soportaba al heredero de los Malfoy por que tendía a ordenar, Draco no estaba acostumbrado a que le negaran las cosas y Harry eso le molestaba, porque siempre tomaba decisiones por ellos.
—¡Es que siempre es lo mismo! —Harry parecía a punto de gritar.— ¡Yo quiero ir a la ceremonia contigo! y tu vas a estar con Malfoy.
—Hay que ver bien a qué hora va a ser, te prometo llegar a tiempo—contestó el de ojos negros sin darle mucho énfasis al asunto, le interesaba ir a la Conferencia, le habían invitado por ser uno de los mejores Maestros de Pociones del Mundo Mágico.
—Como quieras —puntualizo Harry resentido, pero sabía que Severus no rompería su promesa.
Los siguientes días fueron muy raros para él; Hermione se había empeñado mucho con la túnica habían ido a varias tiendas y no estaba conforme con nada, lo que más le llamo la atención fue que al final su amiga parecía dispuesta que no hubiera ningún error con su ropa.
La chica estaba demasiado emocionada pensó Harry al ver como entraba a otra tienda donde encontró una túnica con adornos en las empuñaduras con dorado y plateado. Hermione se entusiasmó al verla y al ver que a Harry se le sentaba a la perfección la compraron.
—Hermione ¡no crees que exageraste?, la túnica es muy cara. —Se quejo Harry a la hora de la comida.
—Para nada Harry, tú te mereces eso y más. —Dijo la chica otra vez con esa chispa en sus ojos.
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El gran día por fin había llegado, Harry se vio rodeao no sólo por Hermione sino que también estaba, junto a él Ron y Blaise amigo de Draco, le estaban poniendo nervioso ya que todos estaban muy atentos a su aspecto.
—¿Se puede saber qué pasa? —preguntó Harry cuando vio como Blaise empezaba a acomodar su cabello.
—Nada Harry… sólo confía en nosotros.Dijo Ron algo nervioso.
—Es que esto es demasiado. —contestó Harry tratando de alejarse de ellos.
—Harry hazlo por mí, te prometo que todo esto tiene un buen motivo, por favor coopera. —Dijo la castaña poniendo una flor roja en el pecho de Harry.
Harry solo sintió como entre ellos tres lo arreglaban y como Blaise, aunque nunca se habían hablado, ponía mucho empeño en su aspecto, él era el que estaba dando un porte que sabía que nunca lograría él solo
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Severus se quedó muy sorprendido cuando llego a la Mansión Malfoy y se encontró con los el padre y el hijo para recibirlo.
—Antes que nada Severus tienes que cambiarte no podemos llevarte en esa facha. —Comento Lucius.
Le tendió una túnica negra con colores verdes, Severus protesto bastante pero al final se la puso. Se veía demasiado elegante, para solo ir a una conferencia y a una fiesta, pero sabía que los otros no dejarían que se cambiara, se miro al espejo y noto que la túnica era muy entallada y hacia que se notara su cuerpo que aun lo tenía en bastante buena forma.
Draco entró y se le quedó mirando se veía claramente que lo estaba evaluando, sin más se acercó y tomó su cabello para amarrarlo en una coleta con un listón verde del mismo color que los adornos de la túnica y le puso una flor en el pecho, ésto llamo su atención y mas por que el chico no llevaba una.
—Te ves de maravilla.—Comento Lucius en la puerta. —Es hora de irnos. —Dijo tomando a Severus por un brazo. —Espero que no nos odies amigo. —Dijo antes de desaparecer para aparecerse en la Madriguera. Decir que Severus estaba asombrado, era decir muy poco.
—Este es nuestro regalo.—explicó Draco—.Por todo el apoyo y cariño que nos diste cuando fuimos tus alumnos.
—Profesor Snape todos nos esforzamos para que este día saliera a la perfección. —Dijo una chica de un año menor que Draco.
Severus lo entendió cundo vio que estaba enfrente del altar y vio a los Weasley en la sillas de invitados, esa boda no era para ellos era para él, una parte quería gritarles por haberse metido de esa forma en su vida pero cuando vio a su pareja salir de la casa, simplemente su mundo cambio. Harry se veía hermoso, y entendió que era un regalo para ambos que por fin lo estaban aceptando como la pareja del chico que por fin las personas más importantes para Harry aceptaba que ellos dos se amaban.
Severus espero a Harry en el altar, cuando entro un ministro para efectuar la boda, lo conocía muy bien era un buen amigo de Lucius el cual ya estaba sentado y sonriéndole con su característica sonrisa de te gané.
Harry se sentía morir no sabía qué hacer, a ciencia cierta, esa fiesta era su fiesta y Severus lo estaba esperando en el altar para unir sus vidas, volteo a ver a Hermione.
—Este es nuestro regalo —dijo la chica respondiendo la muda pregunta muda en su rostro.
—Así es hermano, es por lo injusto que fuimos contigo y con él, queremos que sepas que siempre te apoyaremos, que somos tu familia.—Dijo el pelirrojo que también caminaba a su lado, los dos lo iban a entregar, tal vez no fuera lo más común, pero ambos querían estar en ese momento.
—No sé qué decir. —Harry tenía ganas de abrazarlos, sabía que ellos eran los mejores amigos que podía pedir.
—Disfrútalo Harry, es tu fiesta. –Dijo su amiga cuando terminaron de llegar al altar, fue Ron el que tomo la mano de Harry y la unió a Severus. —Lo lastimas y te juro que sufrirás mucho Snape. —Dijo el pelirrojo antes de alejarse, al darse la vuelta estaba más pálido que un fantasma.
Harry sonrió era muy raro ver a Ron amenazar a alguien, se preguntó si era consciente de que acababa de amenazar nada menos que a Severus y le dio la risa, pero era un gran gesto de todas formas; la ceremonia paso sin contratiempos y Draco les entregó los anillos, eran de oro blanco con sus nombres grabados en el interior, ambos dieron sus votos, los cuales fueron improvisados pero no por eso dejaban de ser sinceros ya que en ellos se juraban amor y comprensión Severus veía a su pareja, era tan perfecto, en su mirada había alegría y eso lo hizo darse cuenta que no cometía ningún error, entendía la felicidad de Harry se estaban enlazando y estaban presentes todas las personas más importantes para él, las que consideraba como familia.
Después de la ceremonia empezó la comida había una gran variedad. Severus vio su platillo favorito en cuanto se lo sirvieron, lo más seguro es que fuera petición de los Malfoy, podía notar a todos tranquilos y contentos, fue Harry quien lo saco de sus pensamiento cuando se apoyó en su hombro. Severus acaricio su barbilla para robarle un beso.
—¿Eres feliz? —le Preguntó justo cuando apenas se separaron.
—Mucho. Gracias por todo. —Susurro Harry en sus labios.
—Yo no organicé nada.
—Entonces ¿cómo es que aceptaste? —Pregunto Harry bastante sorprendido.
—Porque cuando te vi salir de la casa, supe lo importante que esto era para ti. Para mi eres mi pareja desde el primer día Harry. No necesito ningún voto que lo confirme, pero sé que es lo que quería y si a ti te hace feliz a mí también. —Dijo Severus, en eso escucho el sonido de una copa de cristal, era Draco que estaba pidiendo la palabra.
—Potter y Severus este es un regalo de todos nosotros, para que sepan que los apoyamos y que queremos su felicidad.
Casi todos hablaron a la vez dando sus puntos de vista; más tarde empezó el baile que abrieron Severus y Harry. Muy a su pesar Snape nuevamente fue obligado a dar una muestra de afecto publica en el día, y eso decir mucho, la primera fue después de la boda cuando todos pidieron un beso, aunque al final Ron se desmayo y Neville le hizo segundas. Si siempre iba a producir esas reacciones tenía que besar más seguido a Harry en público.
—Pareces un príncipe—susurró en su oído pegándolo más a su cuerpo.
—Muchas gracias. —respondió sonrojado el más joven —Tú te ves increíble.
Después de unas horas todos empezaron a despedir a la pareja los cuales fueron a Hogwarts para terminar con la noche. Pues la luna de miel no estaba prevista ya que estaban en curso escolar.
OoOoOoOoO
—¡Al fin en casa! —suspiró Severus que estaba agotado tras la boda.
—Y en nuestras habitaciones… —le respondió Harry.
La pareja recién casada se despojo de sus túnicas y se tiraron a la cama. Quedaron frente a frente, Severus del costado derecho y Harry del izquierdo. La mano del mayor se posó en las caderas del más joven, mientras los brazos de este se enredaron en el cuello del mayor. Se fueron acercando poco a poco, sin dejar de mirarse y cuando solo estuvieron a escasos centímetros, a Harry se le ocurrió algo mejor.
—Severus, mi vida… —le sonrió travieso.
—¿Mm? —le dijo descolocado por el brusco cambio.
—¿Draco no va a usar el aula por hoy, verdad? —Le preguntó con cara de inocencia.
—No, es fin de semana. Se queda con Lucius… —Le respondió entrecerrando los ojos con cautela. —¿Por?
—Bueno… Yo quería saber… -—Le dio vueltas a las manos—si no te gustaría ir a recordar viejos tiempos… —Le miro sonriendo sinceramente.
—¿Para qué? Mejor tengamos nuestra luna de miel con un buen polvo. —Sentencio el hombre.
—¡Severus Snape…! ¡Ya mismo te me vistes con la túnica negra y te vas para el aula de Pociones! —Le grito con ojos al borde del llanto.
—¡Carajo! —Maldijo incapaz de negarle al león su deseo. —Pero que conste que lo hago para que no te me largues a llorar como becerro.
—¿Por qué? ¿Tienes cargo de conciencia? —Le escupió.
—¡Sí! —Y le cerró la puerta en la cara, sumamente molesto. “Y porque no me gusta verte triste”
El hombre caminó molesto todo el trayecto, los pobres alumnos que se toparon con él recibieron bajas en sus conteos. Otros que intentaron cargarlo, se llevaron castigos extremos y unos pocos tuvieron que ser llevados a la enfermería a que les despegaran la lengua de su paladar. Ese desquite le sirvió para tranquilizarse, cuando llego a la que fuera su aula y área de trabajo en el pasado, su pareja ya esperaba en la puerta. Solo que en vez del traje que uso en la boda, traía puesto el uniforme de Gryffindor.
Entonces el hombre entendió que es lo que se proponía su joven amante. Y no pudo más que aplaudir su idea y gozar con ella. Verificó que su atuendo estuviera en su lugar, su cara se torno inexpresiva para finalmente cerciorarse que nadie rondaba por allí. Una vez chequeado, camino hacia el joven.
—¿Dígame una cosa, señor Potter? —escupió, pronunciando su apellido con veneno y odio. —¿Acaso no le funcionan las pocas neuronas que tiene? ¿O es que espera que lo castigue por mirar el pomo de la puerta en vez de entrar al aula?
—Y-yo… no… —Harry siguió el juego, volviendo a ser el estudiante que fuese en el pasado. —¡No, señor!
—¡Entonces entre de una vez! —le ordeno. El otro obedeció. —Y Gryffindor perderá diez puntos por usted, Potter. —Sacó su varita y apunto la pizarra. —La poción es sencilla, así que más vale no haya accidentes o la expulsión será solo una nimiedad.
Harry saco unos polvos y copos de masa del interior de los bolsillos de su túnica, se acercó al caldero, y simulo cortar y preparar los ingredientes. A medida que lo tuvo listo, los agrego al caldero. El profesor cuando vio la incorrecta forma de revolver, se le acerco, poniéndose a la espalda del chico y lo tomo de la muñeca para guiarlo.
—Señor Potter, lo hace mal… Así es como se hace en realidad… —le susurro al oído, su aliento chocándose con este, su voz entonando sensualidad, su lengua rozando apenas el lóbulo. Harry se estremeció de placer. —Debe ser con calma, de un lado a otro… Sutilmente al principio, para más tarde ser enérgico… De derecha a izquierda…
—Profesor Snape… Usted sabe mucho… ¿Cómo es que debo cortar? — retrocedió un poco, haciendo chocar su trasero con la entrepierna del profesor. Un jadeo de sorpresa se escapo del de ojos negros. — ¿Así le gusta, señor? —Harry volvió a restregarse gimiendo cual gatito.
—Creo que lo hace muy bien… ¿le gustaría que le enseñara como se mide? le acarició las nalgas con las manos, animado por la osadía del otro.
—Me encantaría… —ronroneó.
El profesor con la mano desocupada tomo la balanza y la llevo al bulto de los pantalones de Harry. Como pudo, trato de apoyar la prominencia del joven en el objeto para friccionar el miembro.
—¿Y, señor Potter? —le carraspeo en su oreja. —¿Ya aprendió?
—Sí, pero sigo sin entender cómo se recolecta esa planta para la poción… —le dijo sugerente.
—Entonces, deje que le enseñe… —Severus coló las manos entre sus nalgas, para acariciar la entrada con las yemas de los dedos.
—¡Ah, ah, ah… ¡—gimió extasiado Harry. — ¡Profesor Snape!—grito con placer. — ¡Enséñeme más! —rogó.
—Me alegra que quiera aprender… —susurró meloso al oído.
Severus llevo al chico al frente del salón, directo al escritorio sin dejar de tocar a Harry. Al tiempo que besaba su cuello, mordiendo y lamiendo sin descanso, atacando también los pezones por encima de la ropa. Harry jadeaba, temblaba y gemía lleno de placer por las caricias de las que era presa; sentía que cada roce lo volvía loco, haciéndole perder poco a poco la cordura.
Apurando las cosas, el profesor le quito la túnica a su “alumno” dejándolo solo con la camisa; también consiguió sacarle el pantalón y la ropa interior, cuando Harry se volteó para besarlo. La corbata y los zapatos los desapareció con un simple pase de varita, al igual que su capa negra y el abrigo que tenía debajo quedando en camisa.
Harry se desabrocho la camisa, tomo la mano derecha del hombre y se llevo los dedos a su boca. Lamio goloso y, cuando estuvieron lo suficientemente mojados, los llevo a los pezones. Un sonoro gemido y la electrizante corriente que recorrió su columna, excitaron a Severus de sobremanera.
—Señor Potter, veo que es muy sensible… ¿Qué pasaría si yo hiciera algo como esto? — y le soplo las tetillas.
—¡Aaaah! —fue el único sonido que salió de la boca del otro. —¡Mnnnn!
El adulto intentó entonces voltearlo, pero el de ojos verdes no quería ser el inactivo, así que con todas sus fuerzas sentó al de ojos negros en el escritorio al tiempo de que se arrodillo en el suelo y se acercó a su pene aún aprisionado por el pantalón.
—¿Dígame una cosa, señor? —le miró travieso y hambriento. — ¿Gusta una “orientación bucal”? —y se relamió los labios.
—Pues la verdad es que sí…
Harry restregó el rostro entre las piernas de Severus antes de sacar el duro miembro escondido entre telas. Lamió entonces desde la base hasta la punta dejando besos y un camino de saliva, masajeando de arriba abajo lo que dejo atrás. Severus no podía ni quería evitar gemir por las atenciones de las que era protagonista, maravillado por las sensaciones que el otro hacia despertar en él.
—Suficiente, señor Potter… veo que ya probó con creses que sabe usar la boca para algo muy útil. —dijo tomando a su amante del brazo para recostarlo en el escritorio.
—¿Entonces, piensa pasar a enseñarme?
—¡No le enseñare nada!, lo voy a follar hasta la locura. ¡Abra las piernas! —ordenó.
Harry obedeció al instante, lleno de placer y lujuria.
Severus vio con satisfacción la entrada expuesta y anhelante de su amante, se relamió los labios con gula y llevo dos de sus dedos a la boca del de ojos verdes. Al instante eran lamidos con anhelo y desespero; unos minutos después los llevo a la entrada, penetrando de una sola estocada. El grito del gryffindor no se hizo esperar, mezcla de gusto y dolor. Al rato los movió con frenesí, dilatando al joven con depravados y pervertidos movimientos.
—¡Sí, mi Sev! ¡Así, dale más duro, más fuerte! ¡Ah! ¡Joder, Severus! — exclamó con deleite.
—Yo sé que te gusta mucho, mi gatito lujurioso… —le respondió con la voz ronca del deseo.
Cuando Harry ya estuvo listo, el de ojos negros retiro sus dedos y poco a poco, fue metiendo su miembro. Harry jadeó de placer y dolor, escapándosele unas lagrimillas solitarias. Severus beso su cuerpo y rostro para distraerlo de la incomodidad, hasta que estuvo acostumbrado y con ganas de seguir.
A partir del momento siguiente, solo se oyeron gritos de placer. Severus metió y saco su poderoso mástil del interior del joven profesor, con fuerza y velocidad bestial. Harry alentó a su hombre a que lo penetrara duro y certero, lo cual no fue difícil.
—¡Aaaaaah! ¡Si, si, si! ¡Así, así…! ¡JODER!
—¡Mmhh!... ¡Ah!... ¡Ah!
Adentro y afuera, adentro y afuera. Rápido y con fuerza. Duro y certero. Severus embistió contra su pareja una vez tras otra. Harry solo gimió y gritó, incapaz de pronunciar nada más. Sus únicas palabras “¡Ah! ¡Si, si, si! ¡Así, así…! ¡JODER! ¡Sí, mi Sev! ¡Así, dale más duro, más fuerte! ¡Ah! ¡Joder, Severus!” eran el único sonido del aula de Pociones.
Arriba y abajo, el miembro del más joven era masajeado por la mano de su pareja con maestría. Severus demostró a su reciente esposo que las pociones no eran lo único terreno en el que era bueno. El adusto hombre de ojos negros jadeó soltando gemidos apenas contenidos, susurrándolos en el oído de su pareja. Su cuerpo se estremeció de placer cuando Harry lamio su cuello para después morderlo y chuparlo, al tiempo que su grito se alzó como rugido.
—¡Aaaaaaah! —De pronto, Harry no pudo más: con un fuerte empujón de Severus, se corrió sobre el escritorio mientras su pareja lo hacía en su interior. —¡Ah! Severus ¡SOY TUYO! —exclamó.
—¡HARRY! —fue lo que grito el ex profesor de Pociones. —¡Te amo!— gritó, y cayó estremecido al suelo de la mazmorra.
La temperatura caliente, los cuerpos sudorosos, las respiraciones cortadas, los pulsos acelerados, los gemidos y gritos, los jadeos y las corrientes eléctricas de placer. Todo unificado en dos seres que se volvieron una, dos vidas unidas, un alma en dos cuerpos, un destino compartido. Harry y Severus no podían pensar en eso con claridad por el momento, pero en su interior lo sabían. Se amarían hasta el final y lucharían por el otro con sus vidas.
Continuara...
N/beta: Editado por ortografía.