La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry

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Pescadora de Estigia
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Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry Empty
MensajeTema: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeDom Jun 10, 2012 11:44 pm

Escritora: Majo

Beta: Pescadora de Estigia

Ilustradoras: Magic_Lilac y Kuree_M&Me_S&S

Clasificación: PG.

Resumen: Harry y Severus al fin pueden estar juntos, pero la vida les vuelve a poner trabas para eso ... por fin en paz. Un nuevo trabajo, una nueva vida, y una tragedia que hará que todo termine. Esta vez no hay vuelta atrás.

Advertencias: Ninguna.


Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry 532734_4097023785395_626777847_n


Abrió los ojos y toda la habitación le dio vueltas. Su cabeza dolía como si hubiera estado bebiendo toda la noche y las ganas de vomitar no faltaron, pero no fueron suficientes para hacerle salir de la cama. Tanteó a su lado, sintiendo ese fuerte brazo sosteniéndolo por la cintura. Buscó a lo largo de la cama y luego recordó que lo que buscaba estaba sobre el velador junto a la cama. Tomó sus gafas y se las puso con pereza. Por fin, pudo ver bien el lugar en el que se encontraba. Su habitación. La habitación que compartía con su esposo. El mismo hombre que lo sostenía con posesividad y que apoyaba la frente en su espalada.

Harry no era capaz de recordar cuantas veces hicieron el amor luego de volver del salón de pociones, pero si sabía que no habían sido pocas. Mucho menos si tomaba en cuenta que su ano escocía como mil demonios y que aun podía sentir la esencia de Severus en sus entrañas. Era la sensación más extraña y maravillosa que podía sentir.

Se volteó con cuidado, tratando en lo posible de no despertar a su hombre y se quedó contemplándolo por largos minutos. Su rostro pálido ahora estaba saludablemente sonrojado. Su frente lisa estaba bañada por diminutas gotas de sudor, que se encargó de quitar con el dedo índice de su mano izquierda, acariciando la piel que iba abarcando, mientras apartaba un rebelde mechón que le impedía ver su rostro a la perfección.

Amaba tanto a Severus que era incapaz de ver imperfecciones en él. Tenía la sensación de que, cuando le miraba, todo lo que estaba alrededor dejaba de existir, sólo el ir y venir de los pequeños vellos de su nariz. El sutil movimiento de su pecho que le indicaba que aún respiraba y esa calma que le adormecía y lo invitaba a seguir durmiendo.

Apoyó su cabeza más cerca del hombre con el que se enlazó y suspiró lo más despacio posible para no despertarlo. Era fin de semana y podrían darse el lujo de dormir todo el día si es que querían, u ocuparlo en actividades mucho más placenteras para ambos. Ya vería mas tarde.

º0º0º0º0º0º0º0º0º0º

Harry caminaba nervioso, sin poder ver nada y guiándose sólo por las palabras de su esposo, que le iban indicando por donde caminar.

—¿Falta mucho, Severus? —Preguntó por quizás que vez.

Severus rodó los ojos, preguntándose si de verdad Harry entendía lo que era una sorpresa, que debía seguir en silencio a quien le guiaba, ya que ésta era quinta vez que le hacía la misma pregunta en sólo cuatro minutos.

—Guarda silencio, Harry —le reiteró—. No falta mucho.

Harry no entendía por que tenía que ir con los ojos vendados por Hogsmeade, mucho menos si eran casi las once de la noche, y no podía ver mucho de todas maneras.

Severus le había dicho que no se cambiara de ropa después de volver al dormitorio. Le dijo que le tenía una sorpresa, pero que tendría que esperar durante un rato antes de revelarle que es lo que harían. Claro que nunca le dijo que tendría que ponerse una venda, sino hasta que salieron del castillo y se encaminaron a los carruajes. Ya en el lugar, y amparados por la oscuridad, Severus le besó con ansias, dando a Harry una idea diferente de lo que harían. Obviamente, se asustó un poco cuando sintió en medio del beso que su esposo le vendaba y le decía que no podría quitársela hasta que él le dijera.

Era así como llegaban a esta situación, con un Harry completamente nervioso y expectante, esperando poder saber pronto de que se trataba toda esa sorpresa por parte de Severus, cosa que muy pocas veces hacía su hombre. El chico tenía que admitir que su esposo no era el hombre mas detallista que existiera en el mundo mágico. ¡Qué mágico, en el mundo entero! Por que las contadas veces que le daba una sorpresa, eran de las que disfrutaba mucho más él, y que involucraban indirectamente una cama o algún lugar cómodo donde hacer el amor. Cosa que, Harry no negaría, era completamente delicioso. No era un hipócrita después de todo.

—Hemos llegado.

Harry sintió su corazón palpitar con más velocidad. La sangre en su espalda recorrió su camino completo y le congeló por un momento. Además del frío en el ambiente, aducido a la hora y época del año, que no era la más cálida.

Severus quitó la venda de los ojos de su esposo y éste metió los dedos bajo las gafas para apretarse un poco el puente de la nariz. Restregó sus ojos un poco para poder ver con mayor claridad. Fue cuando abrió los ojos que la recompensa de Severus se vio completa. El rostro de su pareja lo decía todo.

Harry no podía creer lo que veía, y mucho menos lo que su mente empezaba a procesar. Estaban parados frente a una casa. Pequeña, de ladrillos de color rojo con los bordes superiores e inferiores de color blanco. Una puerta sutilmente decorada de color cereza, con un picaporte en tono verdoso que hacía juego con el marco de la puerta. A cada lado de la puerta habían dos ventanas, no muy grandes y las cuales estaban cerradas con persianas de maderas, de de las que deben abrirse con un sistema de bolea por la parte interior de al casa. Afuera, en el jardín, un camino de piedra caliza les daba la bienvenida, mientras que lo demás estaba cubierto de un espeso colchón de nieve. Toda la orilla de la casa estaba sembrada de rosas que aún no florecían y, en medio del pasto, antes de llegar al cerco de madera blanca que rodeaba la casa, había un hermoso limonero que ya mostraba sus primeros frutos.

—Esto es… —Trató de decir anonadado, sin tomar conciencia siquiera del lugar en el que estaban. Para él el mundo dejó de existir cuando vio la hermosa casita frente a ellos.

—Es nuestra casa, Harry —le dijo Severus, mientras lo abrazaba por detrás, pasando las manos alrededor de su cintura—, pensé que sería lo mejor: que tuviéramos una casa aquí, y no tener que depender de las paredes del colegio.

Harry sabía que tenía que hablar, que decirle que era hermosa y que lo hacía muy feliz con esta gran sorpresa, pero era incapaz de pronunciar una sola palabra. Creía que si abría la boca de ésta no saldría nada, y prefirió darse vuelta y besar a Severus, como si su alma estuviera en ello.

Severus se dejó besar. Él sabía que Harry quedaría atónito, pero no imaginó que tanto. Obviamente, le daría tiempo la nueva perspectiva de hogar que le proponía. Tenía claro, también, que para Harry lo más importante y el único lugar que reconocía como un verdadero hogar era Hogwarts.

La decisión no había sido fácil, había tenido que recorrer muchos lugares antes de decidirse por éste, uno que estuviera lo suficientemente alejado de todo el mundo, pero a la vez cerca del colegio. Que tuviera una fácil llegada y que Harry adoraba, como sabía que lo haría.

—Es maravilloso, Severus —le dijo al terminar el beso—, pero… no sé, ¿Cómo se te ocurrió algo como esto? —le preguntó abrazándolo con fuerza.

—No fue fácil, evidentemente —le dijo abriendo la cerca y entrando con el joven aún abrazado a él. Caminaron un par de metros y llegaron a la entrada—. Es tu casa. Tu nuevo hogar.

Harry le miró con los ojos muy abiertos, cuando el hombre dejó caer en su mano un juego de llaves. Tres llaves de metal, sin mayor decoración. Harry sabía que eran unas llaves cualquiera, pero le parecieron las más hermosas del universo.

Con manos temblorosas, llevó el juego de llaves a la cerradura, eligiendo la que Severus le indicara. El sonido del seguro desprendiéndose le llenó de dicha. No es que no creyera en la palabra de Severus, pero se le hacía increíble todo lo que estaba pasando.

Cuando entró a la casa, ésta le recibió con demasiada calidez. Conocía a su esposo, lo conocía demasiado como para saber que no la había decorado él sólo.

—Es hermosa, de verdad que sí —le dijo dándose vuelta y mirándole a los ojos— ¿Quién te ayudó? —preguntó dando la vuelta y entrando al comedor.

—No sé a que te refieres —dijo haciéndose el desentendido.

Harry se dedicó a mirar la sala. No demasiada grande, pintada con un tono damasco claro, muy suave. Una chimenea decorada en madera estaba empotrada en la muralla principal, con un candelabro de tres velas en su parte superior. El fuego crepitaba en su interior y le deba un aire hogareño que ninguna otra cosa decoración podría haber dado. Un sillón de tres cuerpos de cuero café estaba frente a la chimenea y una mesita de centro ponía fin la decoración, dejando espacio para que el mismo Harry metiera mano en ella.

—Me encanta —dijo dándose la vuelta y mirándolo a los ojos— ¡De verdad que lo amo!

Severus alcanzó a atraparlo antes de sostenerlo en brazos y que Harry pasara sus piernas por su cintura.

—Creo que ahora si puedo llamarte de otra forma, Potter —le dijo poniendo sus manos bajo las rodillas del joven para que no cayera—, eres la perfecta representación de un koala.

—E igual de mimoso —le dijo besándolo fugazmente—. ¿Será que me puedes mostrar nuestro dormitorio?

La sonrisa rapaz de Severus le dijo que í antes de que éste lo transportara a su nueva habitación.


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—Algo pasa contigo, Severus —le dijo Harry a su esposo, al ver cómo se sentaba a los pies de la cama, con una toalla en el cuello y su cabello escurriendo agua después de la ducha.

Severus ni se inmutó. Ni tampoco lo hizo cuando Harry se acercó por su espalda, desnudo, gateando hasta llegar a su lado y sostener la toalla entre sus manos para secar su cabello. Lo amaba demasiado, pero a veces era incapaz de demostrárselo de la mejor manera.

—Nada muy importante —dijo cerrando los ojos y relajándose. Había tantas cosas que rodaban en su cabeza y no sabía como empezar, por lo menos, no de la manera que sabía que Harry esperaba.

—Cualquiera cosa que te preocupe, lo que sea…. Sabes que puedes contar conmigo.

—No seguiré a la dirección de Hogwarts —dijo de golpe, pudo sentir como las manos de Harry dejaban de masajear su cuero cabelludo, pero luego de un par de segundos, estos volvían a moverse en movimientos circulares—, puede que sea algo repentino…

—No es que pueda. Lo es, Severus —dijo Harry, tratando de encontrar las razones por las que su esposo haría algo como eso—, pero me gustaría saber ¿por qué?

—Bien —dejó salir el aire de sus pulmones, mientras se volteaba y sostenía las manos de Harry, para que este le mirara de frente, tratando de no tomar atención del cuerpo desnudo de su marido—. Me ofrecieron una plaza en un hospital especialista en Toronto.

—¿Toronto? —preguntó reteniendo el aire —Bien, digo… —estaba tan confundido con esto que no era capaz de entenderlo bien.

—Sí —dijo mirándolo fijamente —. Es una oportunidad única. Quieren que haga las pociones que se necesitan en toda la facultad.

—Wow —dijo arrugando un poco el entrecejo —, pero eso es… eso significa… yo…

—No quiero que entres en conflicto por esto.

—Es que… no sé, es todo tan… sorprendente, creo.

—Lo sé, también lo es para mí. Créeme que nunca esperé recibir una oferta como ésta, pero quiero aceptarla, lo necesito… es un paso más adelante.

Harry miró al hombre que amaba, con el que iba a compartir el resto de la vida, y se dio cuenta de que, a su lado, estaba limitándose en muchos ámbitos. No podía permitirse que Severus siguiera sacrificándose por él.

Tomó el rostro de su esposo entre sus manos y depositó un beso casto sobre sus labios, para luego juntar sus frentes y cerrar los ojos.

—Como te dije antes, cuantas conmigo para lo que sea, Severus. Sea aquí o en el fin del mundo.

—Tendremos que pasar muchas cosas este año. Me tengo que adaptar a sus tiempos y todo lo que significa trabajar con ellos.

—No te preocupes por eso, mi amor, sabes que eso no podrá con nosotros.

—Pasaremos menos tiempos juntos.

—Yo seguiré estudiando, no es como si antes tuviéramos mucho tiempo entre mis estudios y tu trabajo.

—Sé que dirás esto en este momento, pero ten en cuenta que será durante un año, no es un compromiso que pueda dejar de lado de un momento al otro.

—No podrá con nosotros, Severus —le dijo serio, viéndolo a los ojos y apretando sus manos con mucha más fuerza —. No trates de que me revele.

—No lo busco, de hecho, sé que en algún momento te tendré haciendo una rabieta en la sala de la casa, y no quiero que eso pase.

—¿Entonces qué? —le dijo molesto— ¿Quieres que te haga una escena infantil como siempre me criticas?

—Claro que no, pero sé que lo harás.

—Deja eso de lado, Severus —le dijo besándolo en la boca—. Ahora tenemos que celebrar.

—Esa parte me gustó —dijo con una sonrisa de lado, mientras iba colocando su cuerpo sobre el de su esposo, logrando que sus pieles se rosaran.

—A propósito —le dijo, obnubilado por las caricias — ¿Quién se quedará a la cabeza del colegio?

—Oh, eso te encantará —le dijo besando su cuello, mientras subía —. Se lo pedí a Lucius. —Besó a Harry antes de que pudiera reclamar. Sabía que aquí se venía otra discusión por el tema, pero esta vez sabía muy bien lo que hacía.

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Harry no había estado bien, lo admitía, pero sus nauseas cada vez que veía a Lucius ocupando el lugar del director en el comedor, o en el despacho, no se debían precisamente a él. No había querido decirle nada a Severus porque no quería molestarlo en los pocos momentos que estaban juntos. Que ya de por si no eran muchos.

Por eso mismo se encontraba ahí. En un frío pasillo esperando que su medico personal, uno de medimagia general, le pudiera revisar. Estaba solo. Aprovechó un fin de semana fuera del colegio, el que ocupaba regularmente para ir a su casa y limpiarla, o estar en su habitación recordando buenos momentos, a la espera de que su marido llegara y pasaran unas horas juntos. Si tenían suerte, podían pasar el día completo juntos, si es que ambos horarios libres concordaban. Este día Severus no llegaría, había tenido que quedarse para ver las reacciones quizás que planta o poción, de verdad no había puesto mucha atención a la escusa que le dio Severus.

—¿Señor Harry Potter? —preguntó una enfermera que salía de la puerta blanca que estaba frene a él.

Harry se puso de pie. Las piernas le temblaban y durante unos segundos no fue capaz de dar un solo paso. Apretó los puños, dándose fuerzas él mismo, y caminó con seguridad, una que sólo llevaba por fuera, porque por dentro…. Por dentro la cosa era muy diferente.

Un hombre de unos cuarenta años lo recibió detrás de un escritorio, vestido con las típicas túnicas blancas que ocupaban los medimago y las vuelaplumas de las que desconfiaba completamente. El médico lo miró por encima de las gafas y, después de analizarlo durante un par de segundos, miró a la enfermera que seguía en la puerta, abrazando un expediente con el cual llevaba el orden de todos los pacientes que iban entrando en la consulta.

—Puedes dejarnos solos, Catherine —le dijo el hombre mientras firmaba un par de documentos y se los entregaba a la mujer que, después de un asentimiento, salió de la habitación, dejando el lugar en un silencio incómodo.

Harry tenía las manos húmedas, no podía dejar de sentir en sus oídos el latir de su propio corazón.

El médico se puso de pie y empezó a revisar los análisis que hacía una semana le mandó a hacer a Harry. No era la primera vez que lo veía: además de conocerlo por ser Harry Potter, lo conocía como su médico de cabecera.

—¿Qué es lo que tengo, doctor Cigarrett? —preguntó a un paso del colapso.

—No es nada para alarmarte, si es lo que pienso, será una buena nueva.

Harry sintió como si la respiración se le trabara en la base de la garganta, tenía angustia y muchas ganas de gritar. No podía entender como fue a aparecer solo en un lugar como éste.

>> Estas esperando un bebé, Harry —le dijo a quemarropa, notando como la duda se pintaba en la cara del menor—. Estas embarazado.

Harry no reaccionaba, no tomaba conciencia de las palabras del medico. De hecho, era la cosa más ridícula que le podían haber dicho. Un bebé. Él embarazado. Él, siendo un hombre, trayendo al mundo un hijo suyo y de Severus.

Severus.

Se llevó una mano a la boca, impresionado por lo que le acababa de decir el cuarentón de cabello castaño y ojos cafés que estaba sentado frente a él, sosteniendo su mano libre, dándole fuerza en este acto.

—¿Es verdad? —preguntó de repente, tomando el peso a la realidad.

—No te mentiría con algo como esto, Harry.

Harry salió de la consulta del doctor Cigarrett. Con un montón de papeles bajo el brazo y otro tanto de recomendaciones dando vueltas por la cabeza. Mucho descanso. Buena alimentación. Alejarse de situaciones tensas y lugares peligrosos.

Pero así todo no podía dejar de pensar en su esposo. En como se lo tomaría, en como se lo diría, en como haría ahora para seguir con su vida y Severus con su plaza. No le diría nada, no ahora que estaba tan entusiasmado por su nuevo empleo. No ahora que estaban pasando tan poco tiempo juntos.

Eso era otra cosa que también le afectaba. No veía a Severus desde hace más de dos semanas. Como mínimo esperaba que después de casarse pudiera pasar más tiempo con él. Más tiempo compartiendo como un verdadero matrimonio. La verdad era que ahora pasaban menos tiempo junto, que cuando Severus empezó su trabajo. Al parecer cada vez que era menos, y no quería ni pensar en cuando el tiempo siguiera avanzando.

—Tendremos que aguantar los dos solo, bebé —le dijo a su hijo, mientras se acariciaba su vientre con parsimonia, viendo a un par de niños jugar en la plaza en la que estaba pasando el rato.

Esto sería difícil, pero lo haría por Severus, por su hijo y por él mismo. Podía con esto. O eso esperaba.


Un mes más pasó. Severus ya casi no llegaba a la casa los fines de semana. Que decir de ir al colegio a visitar a su esposo. Si no fuera por las cartas que se mandaban mutuamente, y todo eso por que era Harry quien insistía en hacerlo.

El embarazo iba bien, por lo menos es lo que él quería creer, por que no había querido ir a ver al médico en sus consultas, eso sería sospechoso si Severus lo iba a ver. Pero ahora, luego de cuatro semanas de “soltería” no era mucho lo que tenía que ocultar.

Cuando llegó a la casa, después de haber recorrido Hogsmeade por completo y de haber esquivado preguntas y demás saludos de conocidos y extraños, ya eran pasadas las ocho de la noche. Era sábado y nuevamente estaría solo.

—¿Harry?

O eso creía.

La voz de Severus lo asustó, mucho más tomando en cuenta que se supone que no estaría en casa.

—¿Severus? —preguntó llegando a la sala, donde su esposo lo esperaba en el sillón. —¿Qué haces aquí?

—Tuve tiempo para salir de la facultad y vine a pasar un tiempo contigo, pero no esperé que no estuvieras.

El tono molesto en la voz de Severus enojó a Harry. Era él quien insistía en permanecer en contacto con su esposo.

—Pues se supone que no estarías en casa.

—Eso noto —dijo poniéndose de pie y caminando por la habitación—. Vine por unas cosas que dejé aquí. Unos ingredientes importantes.

—¿Ingredientes? —preguntó extrañado —¿Cuándo los dejaste aquí?

—Hace un par de semanas.

—¿Cuántas? ¿Cuatro? Por que es más o menos el tiempo por el que dejaste de aparecer por aquí.

—Y ahí vamos —dijo rodando los ojos.

Harry hirvió en rabia. Ahora se suponía que la culpa la tenía él. Y eso que tenía claro lo que quería decir Severus.

—¿Sabes qué? Prefiero no discutir por hoy, no después de no haberte visto por tanto tiempo.

—Sabía que empezarías con esto.


—Pero si es verdad, Severus —dijo caminando tras él. Mientras, Severus se dirigía a una de las habitaciones, una que mantenía cerrada con llave y Harry tenía la cautela de no irrumpir en ella. Sabía que los ingredientes más importantes de su esposo estaban ahí—. ¡Si no es por las cartas que YO te mando, no sabría de ti!

— ¡¿Y tú crees que yo estoy jugando?! —le preguntó molesto, mientras corría cosas a las malaa, tratando de encontrar lo mas rápido posible lo que estaba buscando.

—¡Claro que sé que no juegas! —Estaba perdiendo el norte, lo sabía, pero no podía parar ahora—. ¡Pero tampoco tienes tiempo para mí!

—Olvidaba lo dependiente que eres de la atención de todo el mundo.

Harry abrió la boca para reclamarle, pero la rabia fue mayor y se descargó botando una redoma que empezó a expulsar humo verde.

Severus se maldijo internamente cuando soltó esa estupidez, pero ya lo había hecho y no podía volver atrás. Había tenido un maldito mes, lleno de tiempos límites de entrega, donde sus superiores le exigían al máximo, y aun así le gustaba. Estaba trabajando con lo mejores materiales del mundo, y era una oportunidad que no se repetiría nunca.

Claro que extrañaba a Harry, era algo que lo torturaba, mucho más en las noches que añoraba su calor a su lado, verlo dormir y acariciar su rostro cuando aún estaba sumido en un sueño profundo. Pero cuando sintió el estrellarse de los cristales contra el suelo, se volteó con rapidez, sosteniendo en su mano lo que andaba buscando, y sin poder creer lo que veía.

Harry nunca había hecho algo por el estilo, era algo que no iba con él. Destruir la propiedad ajena iba contra todas sus creencias y eso es lo que más amaba de él. Y que a pesar de que le sacara en cara su vena heróica, amaba el que se preocupara por todo y por todos. Por eso mismo no podía dar crédito a lo que se mostraba frente a sus ojos.

—¡Detesto que me digas eso! —gritó Harry, apretando las manos con fuerza, sin importarle que el líquido de los viales estuviera ensuciando sus ropas.

—¿Cómo te atreves?

—¡Uy! Claro, arruiné tus maravillosas pociones —dijo burlesco—. Pues me importan una mierda tus pociones.

—Harry…

—¡No quiero escucharte, Severus!

—Harry…

—No me toques —le dijo con rabia, al ver que trataba de alcanzarlo, dando un paso atrás, cuando Severus estiró la mano —. No tienes ni la más remota idea de lo que he vivido todo este tiempo. De todo lo que he sufrido estando solo. No tienes idea…

Un fuerte dolor en el vientre le hizo doblarse sobre sí mismo. Su primer pensamiento fue su hijo. No dijo nada cuando Severus lo abrazó y le trató de levantar.

—Estas sangrando —le susurró al oído. Había tratado de hablarle antes, cuando vio que el pantalón claro de su esposo se empezaba a teñir de carmín—. Seguramente te cortaste con un vidrio…

—Mi bebé —dijo agónico, sosteniéndose el vientre con fuerza, mientras era trasladado por la sala—. Mi bebé. —Volvió a repetir, cuando sintió que era trasladado.

Severus no dijo nada. No era capaz de hacerlo, de todas formas. Un hijo. Harry estaba esperando un hijo. Un hijo de ambos, estaba seguro, no había que preguntar, pero entonces… ¿Por qué no se lo había dicho?

Cuando Harry llegó a San Mungo, un par de médicos le quitaron de los brazos de Severus y lo trasladaron a una habitación. Afuera, en el pasillo, una enfermera se encargaba de hacerle las preguntas de rigor a Severus, pero éste no sabía nada. No tenía idea de todo lo que tenía su esposo. Y fue cuando un médico se acercó corriendo seguido de una enfermera, preguntando donde se encontraba Harry, y anunciando que era su médico y que estaba siguiendo su embarazo.

Severus tuvo ganas de dejarlo todo, de no escuchar a nadie y entrar en esa habitación a darle fuerzas a su esposo, a decirle que todo estaría bien y que las cosas cambiarían, de preguntarle por que no se lo dijo antes y desde cuando lo sabía.

Pero no lo hizo.


º0º0º0º0º0º0º0º0º0º


Harry estaba adormecido cuando pudo ver a Severus a su lado, no podía distinguir bien el lugar donde estaban, pero el sólo hecho de encontrarse junto a Severus le daba ánimo. En ese momento no recordaba nada de lo que habían vivido en la casa, ni de la pelea ni mucho menos del motivo por el que se encontraban en esa desconocida habitación.

—¿Cómo estas? —le preguntó Severus, acomodando un mechón de su cabello tras la oreja, y acariciando sutilmente su mejilla.

—Relajado —le dijo sofriendo—. ¿Qué tienes? —preguntó al ver los ojos rojos de su esposo—. ¿Estuviste llorando?

Severus abrió la boca para contestar, pero en ese momento el doctor Cigarrett entró en la habitación, y fue cuando un flash de entendimiento llegó a la mente desorientada de Harry. La discusión, él mismo tirando las cosas de Severus, reclamándole su falta de tiempo y atención. La sangre. Su hijo.

—Mi bebé —dijo llevándose una mano al vientre y sintiendo su sangre enfriarse.

—Hay algo importante que debo decirte, Harry —le dijo el doctor.

Harry no lo necesitaba. Negó con la cabeza mientras sentía como sus ojos se calentaban. La mano de Severus apretaba la suya con más fuerza y la que estaba en su vientre apretaba las sabanas que le cubrían. El llanto de un niño rondaba su cabeza y se hacía cada vez más lejano. Cerró los ojos y vio la sonriente cara de un niño que le sonreía, pero que soltaba su mano y corría lejos. El llanto ya no era de un niño, ahora era él quien lloraba, quien trataba de gritar y no podía. Se balanceaba en la camilla y Severus trataba de abrazarlo para contenerlo, pero poco o nada podía hacer, cuando sus propios ojos demostraban un sentimiento que nunca antes había experimentado. El dolor que sentían ahora era tan inmenso que no los dejaba respirar. Harry sabía que moriría. Que no podría con esto, que este era el mayor golpe que le podía dar la vida.

Entonces un grito desgarrador se escuchó por lo pasillos del hospital. El grito de alguien que vivía en carne propia lo que era perder un ser amado. Un ser que sin conocer era el más importante en su vida, porque si bien no lo alcanzó a ver o a tomar entre sus brazos, Harry sabía que ese amor era aun más grande que el que sentía por Severus.


º0º0º0º0º0º0º0º0º0º


Dos semanas en reposo, dijo el médico a cargo de la salud del chico que vivió. Dos semanas en las que Harry se convirtió en un zombie, en un ser sin vida, sin alegría, sin fuerzas. Dos semanas en las que Severus se desvivía por atenderlo, por cuidarlo, por darle fuerzas que ni él mismo tenía. Durante ese tiempo nadie tuvo idea del paradero de Harry Potter y Severus Snape.

El maestro se ocupó de adecuar todo en una clínica privada para que atendieran a su esposo. Pidió permiso en su nuevo trabajo para ausentarse y apoyar a Harry.

Hoy volvían a casa.

Harry caminó hasta su habitación, subió las escaleras sosteniéndose del pasamano, mientras Severus le seguía desde atrás cargando una maleta de ropa. La cara de Harry se contorsionó de dolor cuando vio la habitación a su derecha, a unos metros de llegar a la suya: la habitación que había elegido para que fuera la de su hijo seguía vacía.

Había tenido la romántica idea de que esa habitación la decoraría con Severus, el día que le dijera que sería padre, que en su vientre crecía el fruto de su amor. Aunque la frase en sí le resultaba tediosa y trillada.

—Harry.

Sintió el llamado de Severus, pero no puso atención a sus palabras, como lo había venido haciendo desde hacía días. No quería hablar, ya no le quedaban fuerzas. Mucho menos para seguir discutiendo.

Severus había escuchado del mismo Harry, durante sus pocas horas de sueño, que tuvo la culpa de la muerte de su hijo, que al no haber tenido cuidado y pensar las cosas bien, había matado a su hijo. Severus lo despertaba en esos momentos y le abrazaba, mientras Harry lloraba en su hombro. Ausente de todo lo que pasaba a su alrededor.


º0º0º0º0º0º0º0º0º0º


Severus debía volver a trabajar en algún momento, pero Harry no se dio cuenta de eso. No conscientemente, por lo menos. Hermione, que se enteró de todo por boca del mismo Severus, fue quien le acompañó, alimentó, y cuidó cuando el hombre se tuvo que alejar nuevamente.

Harry poco o nada hacía en el día. Sólo pensaba en cómo sería su hijo. En cómo jugaría con él. Cuando lo llevara por primera vez al andén para que hiciera su primer año en Hogwarts, cuando le contara de sus amigos y novias. Cuando le diera la dicha de llamarlo papá.

Hermione sabía que la depresión lo tenía en ese estado de demencia momentánea, pero confiaba que sabría salir de esta tarde o temprano. Y por el bien de su amigo, esperaba que fuera temprano.


º0º0º0º0º0º0º0º0º0º


—Es importante que hablemos, Harry —le dijo el doctor Cigarrett cuando le vio después de un mes.

—Ya no quiero nada, doctor —dijo ausente nuevamente, mientras dejaba que Hermione sostuviera su mano a su lado.

—Esperaba que el señor Snape se encontrara en esta sección.

—Severus está trabajando —dijo el menor como si nada —. Ya dígame lo que decirme para que me pueda ir. No me siento bien.

—Es sobre la autopsia al feto, a tu bebé.

—No quiero saber nada —dijo poniéndose de pie. El tema era demasiado doloroso para revivirlo, mucho mas si su marido no estaba cerca.

—Es por eso que necesitaba hablar con el señor Snape —dijo sin tomar en cuenta que su paciente no le escuchaba, y dirigiéndose a la chica que lo acompañaba—. Se encontraron altos índices de radiación en el feto, una muy poco conocida por mucha gente, pero que es fácilmente encontrable en plantas y químicos utilizados en pociones.

—Trata de decir que la muerte del bebé… —apuró la chica, mientras sostenía a un impresionado Harry Potter para que este no cayera.

—Que lo mas probable es que la alta exposición a dichas fuentes de químicos, hayan ayudado a que el Harry tuviera un aborto involuntario.

Las palabras del doctor daban vueltas en la cabeza de Harry, como un torbellino que no le dejaba tranquilo. Fue así como lo encontró Severus cuando le fue a ver a la casa. Hermione trató de advertirle que no viera a Harry en ese momento, no por él, sino por el estado anímico de su amigo. Severus no le tomó en cuenta.

Cuando Harry vio a Severus en la puerta de su habitación, fue como si todo o que había vivido los últimos dos meses volvieran a su memoria de manera alarmantemente rápida. Su matrimonio, el cambio de casa, el nuevo trabajo de Severus, su bebé, el aborto, el abandono de Severus… todo junto en su cabeza para torturarle.

Y explotó.

— ¡Asesino! —Le gritó con rabia.

— ¿Qué demonios...? —Preguntó sin entender lo que pasaba.

— ¡Eres un puto asesino que no tiene corazón! —Se dio vuelta para ir a su mesa de noche y sacar de esta su varita para blandirla frente al que era su esposo — ¡Monstruo sin corazón!

—Harry detente —le dijo tratando de acercarse, sabiendo del delicado estado mental que estaba viviendo su marido.

— ¡No te me acerques!

Una gran fuerza mágica se vio expulsada desde el cuerpo de Harry, mientras que Severus se sostenía del marco de la puerta para no salir eyectado contra la pared del final del pasillo.

>>Nunca debí de creer en ti, Snape —le dijo apuntándole y acercándose con furia —. Todo lo que todas lo destruyes.

—Harry no entiendo…

—Mataste a mi hijo, maldito desgraciado. Mataste a tu propio hijo con esa asquerosidad que llamas pociones.

Severus no podía dar crédito a lo que escuchaba. No podía ser cierto. Nada en el mundo lo podría ayudar si lo que decía Harry era verdad.

—Es cierto, profesor Snape —dijo una voz a su espalda y al voltearse vio a una aavergonzada Hermione, que le miraba con pena—. El doctor lo confirmó. Fueron los químicos de las pociones los que lo hicieron abortar. El cuerpo de un hombre no esta adaptado para llevar una carga como eso. Sumado a su mal cuidado…

—Te quiero fuera de mi vida, Snape —dijo Harry, llamando la atención de su esposo—. Fuera de mi casa.

Severus no lo podía creer.

—Es mejor que se vaya por ahora, profesor —le dijo con tono suave. Mientras lo guiaba a la salida de la casa.

Cuando estuvieron afuera, vieron como una lluvia de ropa caía sobre sus cabezas y se dieron cuenta de que era Harry quien lo había hecho. Había tirado las cosas de Snape por la venta.

—No quiero volver a verte, Snape. Para mí, estás muerto. Tanto como el hijo que me arrebataste.

El odio en las palabras de su esposo le dijeron a Severus que todo estaba perdido. Y si en algún momento quiso decirle algo, ya no podría, Harry selló la casa, sin siquiera dejar entrar a la que era su amiga y cerrando las cortinas de su habitación.

Por primera vez en mucho tiempo, Severus sintió que se moría.

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Última edición por Pescadora de Estigia el Mar Jun 12, 2012 7:38 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeLun Jun 11, 2012 1:57 am

Hola n.n pues primero que nada estuvo interesante este capitulo... aunque... yo afortunadamente nunca eh sabido lo que es perder a un hijo, conozco a muchos que si y de la peor manera posible, me da un poco de grima pensar en eso...

Y pues si es bastante traumatico para mi... porque yo estuve a punto de perder a la mia u.u

Pero mmm las cosas pasan u.u y si me gustaria dar mi opinión que tal vez los demás no lo consideren así, no se. Pero si es algo exagerado llamar asesino a Snape, cuando el no sabía que había tal hijo... gracias a que Harry no lo dijo.

Pero en ocasiones el odio nos ciega a todos XD

Muchas gracias por este capitulo Nos vemos.
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeLun Jun 11, 2012 5:50 pm

Ya eliminé el posteo duplicado. Les dejé éste porque tiene el comentario de Dealizardi y el otro no tenía comentarios sobre la historia.

Saludos
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeLun Jun 11, 2012 7:59 pm

Sin dudas, un capítulo emo, me dió mucha tristeza la idea de matar un ser humano.
Pero, veo que se ha lucido majo al escribirlo y Pescadora al betearlo! También el dibujo maravilloso de Magic!
Saludos!



KUre
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeLun Jun 11, 2012 9:52 pm

Hola Chicas

mmm creo que Harry esta deprimido y por eso ha dicho esas terribles cosas, bueno, lo cierto es que estuvo muy bien llevado, me ha gustado mucho, chicas.
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeMar Jun 12, 2012 7:39 pm

Ali, muchas gracias por eliminar el otro post.

Por cierto, he editado el tema, para incluir las imágenes y a las ilustradoras.
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeMar Jun 12, 2012 10:17 pm

Me gustaron mucho las imágenes n.n excelente trabajo n.n
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeMiér Jun 13, 2012 5:35 pm

woahh chicas son malassssssssssssss...pero me enantoooooo..>.< k sufran aajajaj ahora solo espero la parte en k se reconcilian..>.< love siiiiiiiii jaja soy una pervertida..>.< esas partees son tannnn inteeresantes...*o*
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeMiér Jun 13, 2012 9:16 pm

que tristeza me dio... malas lloro1 malas..... muy bien escrito, nos la pusieron difícil... lindos dibujitos, me gustan mucho... bien, nos leemos... saludos....
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeSáb Jun 16, 2012 11:00 pm

Pobre Harry, entiendo que sufra por lo del bebé, pero sí se sobrepasó con Severus, aunque éste tampoco tiene mucho cómo defenderse, le dejó solo demasiado tiempo, ahora hay que esperar a ver cómo se soluciona este gran disgusto, no quisiera que Harry terminara haciéndole compañía a gilderoy XDD



Besos!
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitimeMar Sep 08, 2015 4:08 pm

Pobre Harry, perdió a su bebe como es posible que eso pasara, Y Severus, creo que Harry se paso con el, bueno el perder a un hijo te puede volver loco, pero es que esto es muy triste, me siento muy mal por ambos estoy triste muy triste.
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MensajeTema: Re: Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry   Capítulo 5 - Grupo Anti-Snarry I_icon_minitime

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