Dame tu mano.
Epilogo.
6 años después.Harry se encontraba recostado sobre el fresco pasto en el parque mas cercano a Grimmauld Place, con la cabeza apoyada en el regazo de Snape mientras jugueteaba con los dedos del mayor. El hombre tenía un viejo libro recargado en la frente de Harry, sosteniéndolo con la mano libre mientras leía atentamente cada una de las palabras. Aun podían recordar como si hubieran pasado ayer todas aquellas cosas que habían padecido justos, los años de Hogwarts, sus constantes encontronazos, las demostraciones de orgullo de cada uno de ellos, los días de guerra, los momentos que tuvieron que ser enemigos y el día que Harry había forjado su propio destino.
Ahora que lo recordaba con más calma el momento, ahora que se ponía a pensar las cosas teniendo en cuenta lo que tenia, lo que había logrado obtener con aquella precipitada decisión, no se arrepentía en lo mas mínimo. Aquel día había salvado la vida del hombre al que amaría con todo su ser, al que le ayudaría a entender cada cosa de su vida, el hombre que se enseñaría a amar, a ser madre, amigo y amante, ese hombre con el que pasaría los mejores momentos de su vida. Snape le había enseñado demasiadas cosas y le estaba agradecido por cada una de ellas. Agradecía que lo hubiera regañado, que lo hubiera cuidado desde las sombras, que le hubiera hecho entender que no todas las personas eran lo que aparentaban y que no hubiera que juzgarlas por ello. Gracias a él ahora tenía a su lado a la preciosa niña que algún día pensó arruinaría su vida.
El chico se sentó de golpe, abrazando a su esposo por el cuello y mandando a volar el libro que este leía.
—Oye, estaba leyendo eso, ¿Sabes? —gruñó Snape sosteniéndolo por la cadera.
—Lo sé… pero no me importa —sonrió Harry tranquilamente, cubriendo al mayor con cortos besos por toda la cara.
—Por el amor de dios, no seas tan cursi, Potter.
—Te encanta, acéptalo, Snape.
Al hombre se le curvaron ligeramente los labios.
—Al menos no en público.
Harry soltó una ligera risita, ignorando olímpicamente a los Muggle que pasaban cerca de ellos y se les quedaban mirando fijamente, como su fueran un par de bichos raros. Harry estaba seguro que cada una de esas personas pensarían que Snape era su padre o que lo había alquilado por un par de horas, pero sinceramente no le importaba en lo más mínimo. Había aprendido a vivir con esas miradas y con la gente juzgando cada una de las cosas que había con su vida, así que ahora le parecía más normal que nada.
Snape rozó sus labios con los de Harry, atrayéndolo más a su cuerpo para poderlo besar con toda tranquilidad. Sin embargo una pequeña niña aprecio corriendo de nada, y fue a aterrizar a la espalda de Snape.
—¡Papi! —chilló la pequeña.
Tenía los ojos en un esmeralda destellante que ahora se veían opacados por el enrojecimiento del llanto y las cristalinas lagrimas que se derrapaban por sus mejillas, las cuales estaban completamente negras por la suciedad de las manitas de la pequeña al momento de intentar limpiarse.
Harry se enderezo, sentándose bien al lado de Severus y pasándole una mano por el pelo a la pequeña. Tenía el pelo negro, notablemente más domable que el suyo y la piel un tono más clara que la de él. Harry era consciente de que en ocasiones su pequeña hija tenia aquella mirada que el pequeño Tom ponía cuando fingía no haber hecho algo que lo señalaba completamente como culpable o cuando trataba de convencer a las personas para que le dieran lo que quería. Pero, en su pequeña, no se veía rastro alguno de aquella maldad de Tom denotaba, ella tenía siempre una sonrisita traviesa en los labios y era tan jodidamente cariñosa con Snape que algunas veces era difícil soportar el ego que el hombre cargaba por ello.
—¿Qué te pasa, Lilián? —preguntó Harry por lo bajo— ¿Por qué lloras?
—U-Una señora me dijo que tú no me querías… y que mi Papi Severus no es mi Papi —dijo la pequeña entrecortadamente.
—¿Quién dijo eso? —preguntó serio Snape, atrayendo a la pequeña en un abrazo.
—Una señora de San Mungo… el tío Ron y la tío Mione fueron a verla y yo fui también, y ella señora me dijo que mi Papi Harry no me quería, que me quería matar cuando estaba en su pancita… y que tu no eras mi papi, que yo era hija de un señor malo y que era igual que él.
Harry pudo escuchar a la perfección como Snape rechinaba los dientes, pensando, al igual que él en Ginny. Pensó muy seria mente en reprender a Ron y a Hermione por haber llevado a su hija a ese lugar, sabiendo cómo era Ginny, aunque luego recordó cómo se ponía su pequeña si el consentidor tío Ron no le daba algo. Pero de cualquier forma nos iba a regañar, y seguramente Snape también.
Suspiro profundamente para calmarse un poco y centrarse en su pequeña.
—Lilián, linda, ven aquí —la llamo suave— . Dame tu mano, ¿quieres?
La niña se separo un poco del abrazo de Snape y tomo la mano que su Papá le ofrecía. Harry le sonrió, le impío las lagrimas con un extremo de la capa de Snape y dijo:
—Algunas personas cometen errores por desesperación, hija, pero luego rectifican. Yo te quiero mucho, mi niña, ¿lo sabes verdad?
La pequeña sintió levemente.
—¿Me querías sacar de tu pancita?
Harry miro a Severus y el hombre volvió a abrazar a su pequeña.
—Ya te dije que cuando crezcas un poquito más te lo diré todo —dijo Snape—, pero ya sabes que tu mama se sentía mal cuando te estaba esperando, aunque de cierta forma jamás quiso que tu murieras, mi amor.
—¿Tu no eres mi papi? —preguntó la pequeña— La gente dice que no me parezco a ti.
—Yo siempre seré tu padre… —aseguró Snape.
—Pero… —insistió la niña.
Harry le dio un beso en la mejilla a su hija, asiéndole cosquillas hasta hacerla sentar en las piernas de Snape con una risita en los labios y cubriéndose con la capa del mayor como si fuera una de invisibilidad.
—No me puedes ver, papi —canturreo la niña.
Snape soltó una ligera sonrisa y Harry dijo melancólico.
-¡Oh! ¿Dónde se metió mi Lilián? Y yo que iba a contarle una historia de aquel mago…
La pequeña asomo un ojo entre la tela y preguntó:
—¿De Tom?
—Si, ¿quieres oírla?
La niña sonrió, agitando la cabeza enérgicamente mientras se sentaba en medio de sus dos padres, atenta a lo que Harry se iba a contar. El chico no había encontrado una mejor forma de ir preparando a su pequeña para el día en que tuviera que decirle toda la verdad, y esperaba que si le contaba la vida de Voldemort, a manera de un cuento de hadas, la pequeña lo tomara de una mejor manera.
Harry se aclaro la garganta mientras Snape le pasaba un caramelo de limón a Lilián y comenzó a relatar la siguiente parte de la historia del pequeño Tom.
—Pues bien, Tom había quedado fascinado con el hombre de larga barba blanca y llamativas vestimentas que había hecho que ya no se sintiera como el negrito en el arroz, así que tomo las tomo el saquito de galeones que el hombre le ofrecía y se dirigió al callejón Diagón a por sus materiales…..
FIN
Anterior.N/A
No sé cómo empezar a despedirme. Este es el ultimo capitulo, el final de una historia que al principio no había pensado hacer y de la que hoy me siento orgullosa de haber realizado.
Cuando leí sobre el reto lanzado en la mazmorra para festejar el día internacional del Snarry me emocione por la idea de ir a leer las historias que los demás escribirían, pero no tenía pensado hacer algo yo misma. Cuando al fin surgió la idea y comencé a escribir los primeros dos capítulos seguía pensando que no sería capaz de terminarla en un mes —y no me equivocaba, me he pasado por dos horas y fracción—. Aun ahora no sé lo que pensaba cuando subí el primer capítulo, pero no me arrepiento de ello. Estoy satisfecha con lo que he logrado, aunque sé que podía haberlo hecho mejor y más extenso, me siento orgullosa de mi misma por haberlo sacado hasta el final, por no dejarlo varado y más un respetando mi idea original.
Agradezco a cada uno de ustedes por haber estado leyendo capitulo por capitulo, esperando paciente o impacientemente por la continuación. Agradezco también a todos los que en cada uno de los capítulos e estuvieron dejando comentarios y animándome a seguir adelante, ya saben que no los nombro por temor de olvidar a alguno, pero ustedes saben quiénes son. Le doy las gracias también a Prince Katze y en especial a Mishima Reika por apresurarme a escribir, sin ella creo que no lo habría logrado y si, Mishi, sigo esperándote para que les des una repasada a los que faltan xDD
Para no hacer el testamento largo, solo me queda desear que hayan pasado un excelente mes celebrando el día internacional de Snarry leyendo Dame tu mano. Los invito a que lean también mi confesión final —escrito también para el reto— y cada una de las respuestas que l@s demás publicaron, seguro les gustan.
Me despido y espero leerlos más adelante. Búsquenme en facebook si quieren el link esta por alguna parte de mi perfil (slaheaven).
Besos.
Mei~