La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Blesséd Boy. Capítulo 33. La propagación de la alegría

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alisevv

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MensajeTema: The Blesséd Boy. Capítulo 33. La propagación de la alegría   The Blesséd Boy. Capítulo 33. La propagación de la alegría I_icon_minitimeMiér Nov 09, 2011 4:19 pm

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Mientras agosto avanzaba sin tener señales de Malfoy, todos comenzaron a relajarse nuevamente. Estaban en el final de la estación del verano, el mes más caluroso y una etapa de holgazanería relativa. Las cosechas del verano ya habían terminado, y las de otoño todavía no habían comenzado. Los miembros de la Comunidad se sentaban afuera cada vez que podían, con frecuencia acompañados por sus invitados. La casa de huéspedes estaba completamente reservada el mes de vacaciones.

Con tanta fruta fresca, ensaladas y vegetales, incluso Miranda disponía de tiempo libre. La única excepción eran las salas de Pociones, donde las órdenes todavía esperaban para ser surtidas. Ahora, Harry se sentía mucho mejor. Al tiempo que su abdomen se hinchaba y el malestar cesaba, se apoderó de él una sensación de bienestar que no habría creído posible un mes antes. Ayudaba a Severus cada mañana, elaborando las pociones que no representaban ningún peligro para él. En las tardes proseguía sus estudios, sentándose tranquilamente a leer o escribir ensayos.

Era feliz pasando mucho tiempo con su esposo, pero ahora tenía una desventaja. Porque Harry estaba cachondo. Le excitaba el simple hecho de observar los largos dedos de Severus manejar los cuchillos, o preparar los ingredientes, o agitar el caldero… Al principio se sintió un poco impactado por ello, creía que las mujeres embarazadas pasaban todo el tiempo pensando en sus bebés y preparándose para el alumbramiento. Pero, al parecer, las hormonas le mantenían cachondo, algo que nunca había esperado. Se preguntaba si sería sólo porque era hombre, así que, eventualmente, echó mano a su coraje y tímidamente preguntó a Lydia si eso era normal. La bruja había sonreído y le había abrazado.

—Oh, sí. ¡El pobre Josiah se la vio complicada para mantenerme satisfecha! —rió—. Yo quería sexo a todas horas del día y de la noche. Una vez estábamos comprando una ropa de maternidad y tuvimos sexo en uno de los probadores de Madam Malkin.

Harry puso ojos desorbitados. Cómo alguien podía esquivar los penetrantes ojos de Madam Malkin y hacer eso era un misterio para él. Quizás Madam Malkin, al igual que él hasta ahora, pensaba que las mujeres embarazadas no hacían esa clase de cosas. Ciertamente, no en un probador, en todo caso. Se echó a reír.

—En ese caso, voy a dejar de sentirme culpable. Y no voy a decir nada a Severus. Pero esta tarde voy a saltar sobre él, justo cuando esté en medio del proceso de embotellar la Poción Mata Angustias. Él no tiene que preocuparse mucho con eso, estoy seguro.

Lydia se encogió de hombros.

—No, quizás sea mejor que no intentes nada en la sala de Pociones, Harry. Pero en cualquier otro sitio, ¡adelante! Apuesto que al maestro Snape le encantará.

Harry sonrió, decidido a aceptar su consejo. En la cena comió un enorme plato. Ahora que los malestares habían pasado, habían sido reemplazados por un apetito permanente que divertía a Severus y complacía a Miranda. La enorme mesa estaba llena de visitantes, y durante la cena Severus les había estado instruyendo sobre el modo de vida en la Comunidad. El embarazo de Harry ya era bastante notorio, y en opinión de la mayoría de los huéspedes, si habían sido bendecidos de tal manera su forma de vida debía ser correcta.

Una de las huéspedes estaba más interesada en el trabajo de Severus que en el embarazo de Harry. Su nombre era Tansy Wainwright e iba a comenzar su séptimo año en Hogwarts el próximo septiembre. Harry la recordaba, pero no la conocía realmente ya que era más joven que él. Ella provenía de una familia de granjeros y era la hija menor. Admitió que estaba buscando algo a lo que pudiera adaptarse al terminar en Hogwarts. Tansy estaba acostumbrada a convivir con una gran familia en el medio del campo y no quería trabajar en Londres. Además, no quería seguir estudiando pues ya estaba luchado bastante con su trabajo escolar; excepto Pociones, todo lo demás le resultaba complicado. Pero Pociones le fascinaba. Le contó a Severus cómo su abuela le había enseñado a elaborarlas desde temprana edad, primero observando a la vieja bruja trabajar y después trabajando con ella.

A Harry le caía muy bien y se sentía feliz de que Severus pudiera tener una asistente el próximo año. Esperaba que pudieran arreglárselas hasta entonces, aunque sería difícil con el bebé naciendo en Navidad. El pensamiento de su bebé era tan extraño. A veces no podía imaginarse viviendo con un pequeño; sabía tan poco sobre ellos. Pero el bulto creciendo en su interior le recordaba que era real, y que en apenas cuatro meses daría a luz al bebé de su esposo. Eso le hacía sentir nervioso, pero tenía fe en Severus y en la profecía.

Esa noche, en la salita de estar, El Profeta estaba siendo pasado de mano en mano.

—Estas son buenas noticias —comentó Jolyon, sonando aliviado.

Harry levantó la vista.

>>Mira, Maestro —siguió Jolyon, entregando el periódico a Severus—. Este artículo, aquí —golpeó la página con su grueso dedo. Severus tomó el diario y leyó. Harry quería saber de qué se trataba, pero se abstuvo de mirar sobre el hombro de su esposo; sabía que eso le molestaba realmente, incluso cuando se trataba de él. La lectura parecía tener una intensidad casi religiosa para el maestro, así que el joven aguardó, sabiendo que su pareja le contaría cualquier cosa que fuera importante.

—Buenas nuevas para todo el mundo mágico británico, de hecho —convino Severus—. Toma, Harry, échale un vistazo.


Las actividades Mortífagas disminuyen
Por Aloysius Snoop


Este corresponsal ha notado una disminución en los reportes de actividades mortífagas este verano. Aunque algunos pueden decir que se trata de un efecto estacional, no creo que ése sea el caso. En los meses de junio y julio del año pasado, ocurrieron doce ataques contra hogares particulares y negocios, dejando daño, destrucción, heridos y—en dos casos— pérdida de vidas. Este año, desde inicios de junio, sólo se han presentado dos incidentes, ninguno de ellos con heridos. Ésa es una reducción enorme y considero que debe tener alguna trascendencia.

¿Debemos agradecer esto al nuevo y mejorado Departamento de Aurores? Es posible, pero en la práctica he visto pocos cambios en sus procedimientos durante el último año. Creo que algo más ha debilitado seriamente a la organización criminal y sólo espero estar en lo correcto. Quizás el mundo mágico británico pueda encontrar la anhelada paz en un futuro cercano, algo que ninguno de nosotros se había atrevido a esperar desde que reforzaron sus actividades en 1994, dejando a nuestra sociedad imposibilitada para protegerse contras sus ataques al azar.



—Creo que estamos observando la razón de la ira de Malfoy. Si se están debilitando, tiene que deberse a algún efecto físico en su líder. Lord Voldemort es un fanático, pero un fanático carismático. Sin su empuje, la organización no tiene el poder para ocasionar problemas. Ese tipo de organización sólo puede ser detenida cortando la cabeza.

—¿Crees que Voldemort esté muerto? —preguntó Harry.

—No estoy seguro —musitó Severus—. Aunque me encantaría que así fuera, creo que en ese caso ya hubiéramos tenido noticias de ello. No es algo que puedan mantener oculto por siempre. No, quizás no esté muerto, pero pienso que está sufriendo, quizás con alguna enfermedad que está provocándole una pérdida de magia.

—¡Eso sería estupendo! —se entusiasmó Harry, logrando que Danyel alzara la vista de su juego de gobstones y aplaudiera—. ¿Pero es probable? ¿Cuál podría ser la causa?

—Él maneja materiales Oscuros con frecuencia, supongo que algo podría haberlo maldecido —comentó Severus, realmente pensativo.

—Conozco esa mirada —bromeó Harry—. Tienes una idea, ¿verdad? ¿Me la cuentas?

—Ciertamente, no. No te voy a contar cada especulación al azar que viene a mi cabeza. A menos que tenga evidencia, no pienso especular —declaró el maestro, frunciendo el ceño.

Pero Harry pudo ver el brillo en los ojos negros y eso bastó para tranquilizarle. Alargó el brazo y tomó la mano de Severus, susurrando:

—¿Nos vamos a acostar?

El maestro vio la súplica en la expresión de su joven esposo y la excitación que irradiaba casi visiblemente de su cuerpo. Debido al enlace, captaba mucho mejor que todos los demás los cambios de humor de Harry. Había notado su frecuente excitación, pero había esperado que el joven fuera a él, ya que no quería presionarle. Pero ahí estaba la invitación, y sus ojos brillaron con deseo mientras decía a los demás:

—Nos retiramos. Creo que Harry está muy cansado esta noche. Diviértanse.

Al tiempo que salían, Harry pudo escuchar como Richeldis susurraba a George.

—¿Cansado? No me parece que luzca cansado. Pero apuesto que se van a divertir.

La risita de George fue lo último que escucharon mientras cerraban la puerta de la salita.

Severus cayó sobre Harry, besándole con urgencia. Harry respondió al instante, aferrando a su pareja estrechamente y abriendo la boca, dándole la bienvenida. Por suerte, Severus había respondido a sus indirectas.

—Cama —jadeó el maestro, casi con incoherencia. Su joven, ansioso y saludable esposo estaba de vuelta. Los malestares de los meses anteriores estaban olvidados y Harry estaba listo para sus atenciones.

El joven no contestó pero jaló a su esposo hacia la habitación, con evidentes muestras de necesidad y deseo. Empujaron la puerta que se cerró detrás de ellos y empezaron a jalar de las ropas hasta que Harry, sin usar varita, lanzó un Divestio para acelerar las cosas, pues ya estaba muy duro.

Severus empujó a ambos sobre la cama, lanzando un Accio al tubo de lubricante en cuanto tocaron las sábanas. Se lo entregó a Harry con una mirada elocuente y el joven gimió. El hombre se extendió sobre la cama, levantando la mirada hacia su esposo. La mano de Harry tembló de excitación; su pareja deseaba que fuera rápido y con pocos preparativos y él se alegraba de eso, pues necesitaba clavarse en el cuerpo de Severus y liberar su energía sexual.

El joven lubricó sus dedos y dio un par de golpecitos en la polla de Severus, que descansaba sobre su barriga, dura, roja y caliente. Se sentía realmente bien sostener la erección de Severus, pero no tenía tiempo para explayarse; la sangre estaba latiendo en sus oídos y su polla tironeaba con necesidad, goteando pre semen sobre las sábanas. Le asombraba la rapidez con que se ponía duro y lo necesitado que estaba desde que su embarazo se había tranquilizado, pero no iba a quejarse; y en vista de las ardientes miradas que le lanzaba, no tenía la menor duda de que su esposo tampoco.

Deslizó dos dedos en el cálido interior y empezó a hacer movimientos de tijera. Estaba impaciente, pero se molestó consigo mismo al darse cuenta que Severus lo había notado.

—Tómame rápido, Harry —gimió, y se colocó sobre sus brazos y rodillas, presentándose ante él.

El joven no estaba por la labor de discutir, pero se tomó unos segundos para apreciar la visión de Severus, Maestro de la Comunidad, sobre sus manos y rodillas ofreciéndose a él. Una sacudida de excitación le atravesó y jadeó. Severus miró sobre su hombro para verificar si algo andaba mal, pero la expresión fiera y apasionada de Harry le dijo todo lo que necesitaba saber.

Y Harry entró con una embestida larga y segura. Severus gritó con deleite ante la sensación de ser llenado con tanta seguridad. Su esposo no había dominado en muchas oportunidades pero estaba tomando confianza. Severus no dejó de gemir mientras Harry empezaba a embestir, con urgencia y amor a la vez. El sentir las emociones del joven a través del enlace era como ser llevado por una marea, una corriente demasiado difícil de resistir. No que Severus deseara resistirlo, e inclinaba sus caderas con cada empuje, deseando que su esposo se convirtiera en parte de él.

El aura de sudor, deseo y emoción que rodeaba a la pareja era densa y embriagadora. También había un tercer elemento allí, un filamento más apacible en la trama que estaban entretejiendo. Ninguno de los hombres se detuvo a examinarlo, pero ambos estaban conscientes de ello. La corriente oculta de la familia.

Cuando Harry vació su semilla en el interior de su esposo, y Severus apretó su bienvenida alrededor del regalo, el niño saltó con alegría. Y Harry lo sintió.




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