Angustia, Drama, Romance.
Violencia. Lemon.
Sev no es mío… Harry tampoco lo es. Todos son de la maravillosa Rowling.
Por causa de los celos injustificados de Severus, Harry decide dejarlo e irse.
La puerta de un pequeño apartamento se abrió lentamente para dejar paso a un joven de cabellera revuelta. Las pesabas bolsas que llevaba en sus manos cayeron al suelo mientras el joven cerraba la puerta. Un suspiro brotó de sus labios.
- Londres estaba agitado hoy. - dijo Harry para si mismo.
Tomó de nuevo las bolsas y las llevo hasta la cocina. Sacó todo lo comprado y lo puso en la mesa para guardarlo. Ya dejado ordenada la alacena, se dirigió hacia la pequeña salita. Dos sillones individuales, una mesita entre los 2 sillones, un televisor al frente de ellos pegado a la pared, junto a el una pequeña biblioteca, del otro lado del televisor una puerta que llevaba a la habitación. Se sentó en uno de los sillones y su vista se fijó en el portarretrato que se encontraba en la mesita. Estiro su brazo derecho y lo tomó.
Se podía ver a una pareja abrazada. Un jocven de ojos verdes era abrazado por detras por un hombre de ojos negros. Harry amaba esa fotografía. Porque había sido en su cumpleaños, y era en el tiempo que Severus no desconfiaba de él. Aún, después de 6 meses seguía sin saber cual era la razón por la cual su ex-pareja se había puesto así.
Una lágrima bajó por su mejilla. Lo extrañaba. Pero a la vez le tenía miedo. Después de todos sus insultos y el golpe que le dio, no podía estar con él. La confianza que le había tenido se había esfumado. Es que, ¿Cómo tenerle confianza después de lo que le hizo?. No podía.
Pero aunque no volviera a estar junto con Severus, tenía que volver. Había estado demasiado tiempo lejos del mundo mágico, de sus amigos y de su trabajo. Aunque por el trabajo no se tenía que preocupar. Tenía suficiente dinero cómo para sobrevivir 10 años más. Pero extrañaba el mundo mágico. De todos modos, el apartamento era rentado, así que no tenía que perocuparse por venderlo, y además, podía irse a vivir al pequeño departamento que Sirius le había dejado en el Callejón Diagon.
Si, eso haría. De inmediato iría a hablar con el encargado del departamento para hacerle saber su decisión.
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Las clases por fin habían terminado. El ojinegro se encontraba dentro de las frías paredes de su despacho. El sonido dela pluma al corregir, la respiración de Severus y el arder del fuego era lo único que se escuchaba.
Una "T" fue escrita en la esquina superior derecha del pergamino. Supiró desganado. Ninguno de sus alumnos, solo contado algunos Slytherin y uno que otro alumno de otras casas, pero de resto, ninguno sabía hacer un ensayo.
Posó sus dedos en el puente de su nariz y la frotó.
Debía tomar un descanso. Posó la pluma en el tintero, colocó el pergamino en un montón que había a su lado, se levantó y fue hacia su habitación. Se quitó la túnica y los zapatos y se dirigió hacia el baño. Minutos después, se encontraba recostado boca arriba con algo entre sus manos. Una fotografía se hallaba en ella. En ella un joven de ojos verdes se ecnontraba sentado bajo un árbol y le sonreía a quien le tomaba la fotografía. Su pulgar se posó en el rostró del joven.
-Harry...- se esuchó un susurro. Tan suave y bajo que quedó en el olvido rápidamente.
La foto que antes se ecnontraba en sus manos ahora era estrujada en su pecho.
-Harry... Mi Harry...- susurró
Sin darse cuenta los brazos de morfeo lo cobijaron.
Gritos. Peleas. Discuciones. Insultos. Lágrimas. Culpa. Golpes. Severus y Harry peleando. Harry saliendo enojado de la casa. Severus borracho. Harry regresando a casa. Celos. Severus Gritando a Harry. Harry mirandole con terror. Golpes. Harry saliendo de su hogar y de su vidaSe despertó con un sobresalto. Odiaba soñar con eso. Porque recordaba que por su culpa Harry no estaba a su lado. Lo había lastimado y mucho. Y no se perdonaba por eso. La fotografía se hallaba en el suelo. Severus se agachó y la tomó, para después guardarla en la gaveta de la mesita de noche. Fragmentos del sueño que había tenido hace poco se presentaron en su mente.
–¡¿Qué sucede contigo Severus?! ¡Desde hace semanas que te has portado de manera extraña! ¡Al principio no te molestaba nada de esto!
–¡Es que al principió no te comportabas como un cualquiera! –Harry...
–¡Ya estoy HARTO de tus mentiras Potte!– gruño el ojinegro
–¡Severus, te lo juro por lo más sagrado que eres tú, no te estoy engañando con nadie! ¡Tienes que creerme! – suplicó Harry. –Perdóname...
–¡Solo eres una maldita puta que se quiere revolcar con cualquiera!-...- Un sollozó se escuchó. ¿Cómo era posible que sus celos lo hubieran cegado?. Tanto cómo para llamar a Harry de esa manera. No merecía su perdón. Pero no podía imaginar una vida sin Harry.
"Vida que arruinaste, Severus." Se reprochó internamente. Si tan solo hubiera confiado en Harry, si no le hubiera hecho caso a sus celos, ahora Harry estuviera junto a él.
Tanto que se esforzó para enamorarlo. Tantos intentos por que estuviera entre sus brazos. Tanto que luchó porque fuera su pareja. Y lo perdió por los estúpidos celos.
Estaba dispuesto a intentarlo de nuevo. Pasar por todo lo que pasó para enamorarlo. Si lo hizo una vez, podía hacerlo de nuevo. Pero el problema era que no sabía donde estaba. Pero eso no le impediría conquistarlo de nuevo. Si tenía que intentar durante 100 años más para enamorarlo, lo haría. No lo perdería. No perdería lo más importante en su vida.
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Ya había hablado con el dueño del apartamento y este había aceptado. Le había dicho que lo más seguro era que para el día siguiente ya no estuviera en el apartamento.
Después de hablar con el dueño, había regresado a su apartamento y había empezado a empacar. Trasladaría todo de una vez al apartamento en el Callejón Diagon.
Con magia todo era más fácil. Así que después de 2 horas todos los objetos de la cocina y la sala estaban ben guardadas y listas para trasladarse.
Ahora se encotraba en la habitación, guardando su ropa, objetos personales, ropa de cama. En eso estaba cuando de pronto, sacando los objetos de una gaveta, algo cayó al piso. Extrañado se agachó a ver que era, pero al verlo un nudo se formó en su garganta.
Lo tomó con cuidado entre sus manos y lo observó. Era un pequeño broche en forma de escoba. Severus se lo había regalado en su Primer Aniversario. De eso hacía 3 años atrás. Un sollozó escapó de su garganta. Era un objeto muy preciado para él. Lo guardaba celosamente de todos. Recordaba muy bien ese día.
En un restaurante se encontraba un ojinegro esperando impaciente a su pareja. Hoy era su priemr Aniversario. Había preparado esa cena, en dónde había reservado esta mesa aparte y lejos de miradas curiosas. Depués lo llevaría a dar un paseo y ya al final se la pasarían en su casa.
Un plan perfecto para esa noche.
Minutos después entraba en el local un joven de ojos verdes totalmente nervioso. Estaba impaciente e intrigado por lo que Severus había planeado. Muy pronto, el joven que lo recibió lo dirigió hacia la mesa reservada. Al ver a Severus se detuvo en seco y un tenue sonrojo apareció en sus mejillas.
El hombre estaba vestido con un smoking negro, con una camisa blanca y una corbata negra. Su cabello estaba totalmente liso y lo tenía un poco más largo que el día anterior. "Magia" Pensó Harry.
-Severus...- susurró Harry encantando con la imagen de su pareja.
-Harry... ven siéntate- Severus se paró y se puso detrás de la silla de Harry, indicándole que se sentara. Este no se hizo de rogar y se sentó dejando que Severus acercará la silla hacia la mesa. Después, Severus se sentó frente al joven y le dedicó una sonrisa. Segundos después, un mesero traía un par de copas y una botella de vino, sirvió el vino en las copas y luego se despidió.-Por nosotros - brindó el ojinegro tomando una de las copas.
-Por nosotros- le imtió Harry, bebiendo un poco del vino.
-Harry... quiero darte algo.- Dijo Severus dejando de lado la copa y metiendo la mano en su bolsillo para sacar una pequeña cajita de terciopelo negro y se la entregó a Harry
Este la tomó tembloroso y la abrió con cuidado. Al hacerlo jadeó sorprendido. Dentro de la cajita, había un pequeño broche hecho en oro en forma de escoba. Lo tocó con uno de sus dedos.
-Severus... ¡Es hermoso!- dijó Harry con los ojos humedecidos.
-Harry- Severus tomó la cajita y la dejó encima de la mesa para espués tomar las manos de Harry- Te prometo, que siempre te voy a amar, más que a mi vida. Voy a confiar siempre en ti. Te voy a cuidar cuando este vivo e incluso después de la muerte. Te amo, Harry.
Sin poder aguantarlo, Harry se levantó, se acercó hasta donde estaba su pareja y lo abrazó fuertemente.
-Yo también te amo, Severus.
Harry tenía el rostro bañado en lágrimas. Recordar aquel recuerdo tan hermoso lo hacía llorar.
-¿Por qué no cumpliste tu promesa, Severus?- gimió Harry. - Prometiste que siempre confiarías en mi. ¿Por qué no cumpliste?.- sollozó. A pesar de haber pasado 6 meses, le dolía. Sabía que no iba a olvidar a Severus, pero por lo menos podía superarlo.
Guardó el pequeño broche en la cajita que yacía al lado de donde se había caído y lo guardó en una cajita para la mudanza.
Tenía que terminar de empacar para poder mudarse al día siguiente.
Continuará...