Beyrus Buscador de Quidditch
Cantidad de envíos : 1451 Fecha de nacimiento : 02/04/1982 Edad : 42 Localización : Sumergida en el mundo del snarry Galeones Snarry : 19352 Fecha de inscripción : 15/02/2009
| Tema: Las Apariencias Engañan. Cap 05. Algún que otro obstáculo. Dom Feb 22, 2009 5:12 am | |
| Y aquí dejo el capítulo quinto. 5. Algún que otro obstáculo.
Una vez fuera, no sabía qué hacer. Podía habérseme ocurrido coger el mapa del merodeador, porque así no hubiera corrido peligro de encontrarme con algún profesor o prefecto, y también hubiera sabido cuando la panda de ineptos que tenía por compañeros de habitación, se iba a dormir dejándome la vía libre para volver a entrar sin tener que cruzar palabra con ninguno.
Se oyeron voces dentro de la habitación, parecía como si estuvieran discutiendo. La puerta se abrió y yo me puse por inercia la capa invisible. No me apetecía hablar con nadie en ese momento. Esperaba que por la puerta saliera Ron, pero me confundí. Era Neville el que había salido.
-¡Harry! ¿Dónde estás? –gritó.
-Vamos Neville, déjale. Se habrá ido al baño a llorar como una niña, que es lo que es.
-Ron, cállate. Es tu mejor amigo.
-¡Lo era! –oí que gritaba Ron.
-¿Cómo puedes decir eso? ¡No hay quién te entienda! –protestó de nuevo Neville.
Parecía que me iban a perseguir con sus estúpidas discusiones, así que me encaminé hacia la Dama Gorda sin volverme, le di la contraseña y salí, ignorando sus quejas por haberla despertado a aquellas horas. No quería discutir con nadie más. Estaba claro que ningún año iba a poder estar tranquilo. Siempre acababa metiéndome en líos con mis compañeros.
En ese momento mis tripas rugieron. Era normal. Aquel día sólo había bajado a desayunar. Sonreí, aquello me acababa de dar una idea de hacia dónde podía dirigirme. Iría a las cocinas y le pediría a Dobby que me cocinara algo rico. Seguro que lo haría encantado.
Intenté bajar con cuidado para no tropezar con la capa o con los malditos escalones que parecían moverse más que nunca a propósito. Todo estaba en mi contra. Estaba harto.
En el camino, me encontré con la Señora Norris y Filch, pero antes de que pudieran percatarse de mi presencia me escondí detrás de una columna manteniendo la respiración. Ya lo que me hacía falta. Que Filch me pillase paseando por los pasillos de noche y me castigara. No quería ni pensarlo.
-¿Qué haces, Señora Norris?
Pegué un respingo cuando le oí, su voz había sonado demasiado próxima a mí. Cuando me tranquilicé, decidí asomarme un poco y tuve que contener un grito que quiso salir de mi garganta. Casi me había dado de bruces contra él. No me había imaginado que podía estar tan cerca. La Señora Norris empezó a olisquear por donde yo me encontraba, al instante pareció abrir más los ojos y empezó a señalarme con una de sus patas, si es que los gatos podían hacer eso.
-¿Pero qué te pasa, Señora Norris? –volvió a hablar Filch-. Si no hay nadie –añadió con voz afligida mientras se agachaba a acariciarla.
De pronto, sentí algo sobre mi cabeza, una brisa o una corriente. Miré hacia arriba ligeramente y descubrí a Peeves volando por ahí, haciendo de las suyas. Tuve que agacharme para esquivarle y al hacerlo, pareció guiñarme un ojo. No había impactado conmigo de milagro. Acaso ese bicho, ¿podía verme?
-Maldito Peeves, ¿qué haces aquí? –gritó malhumorado Filch mientras se incorporaba.
-Jugar, señor, sólo eso. Peeves es un poltergeist muy bueno –dijo poniendo cara de pena. Como si pensase que así nos iba a engañar.
-Sí claro –susurró Filch, que ya estaba acostumbrado a las mentiras de Peeves.
-Potter, pipí en el pote –dijo el fantasma de repente, sonriendo hacia el lugar donde yo me encontraba y entonces ya me quedaron claras mis dudas, ¡sí, me veía! Estaba claro que el maldito poltergeist podía verme.
-¿Qué dices de Potter, Peeves? Creo que te has vuelto loco –sentenció el celador.
Empecé a temblar. ¡Mierda, iba a ser descubierto! Temía las siguientes palabras que dijera el maldito fantasma. Pero para mi asombro, no dijo nada, al revés, intentó embestirme y esta vez no falló. Yo intenté permanecer lo más callado que pude, pero aunque lo intenté con todas mis fuerzas, ante el golpe, perdí el equilibrio y trastabillé, dando varios pasos hacia delante, pero sin llegar a caerme.
-¡¡¡Miau!!!
Había pisado sin querer la cola de la Señora Norris. Levanté el pie a toda prisa y retrocedí hasta ocultarme de nuevo tras la columna, intentando calmarme sin mucho éxito. Tuve que esforzarme al máximo. No me podían descubrir. Filch miró hacia donde me encontraba con incredulidad y cogió en brazos a la Señora Norris que no dejaba de maullar lastimeramente.
-¿Qué la has hecho? –preguntó cabreado, levantando la vista hacia donde se encontraba el poltergeist.
-Yo no he sido –se defendió Peeves.
-¿Ah, no? Entonces, ¿quién ha sido? –dijo el celador con sorna.
El fantasma me miró como si pensara delatarme diciendo mi nombre, pero debió pensar que no le creerían porque no dijo ni una palabra.
-No lo sé, pero es imposible que yo le hiciera algo –dijo Peeves cruzándose de brazos-, yo estaba aquí arriba. Tu gata necesita descansar, porque ya empieza a desvariar –empezó a canturrear, mientras se movía de un lado a otro en el aire, burlonamente-, Norris la gata, está como una cabra.
Filch le miró y ante lo que consideró una ofensa hacia su querida Señora Norris, se lanzó contra Peeves intentando atraparle.
-¡Verás lo que es bueno, maldito fantasma! ¡Como te atrape, ya puedes ir rezando! –le amenazó.
Aprovechando el despiste, yo me escabullí como pude y seguí mi camino alejándome de allí, y aproximándome a las cocinas donde Dobby me daría algo que saciaría mi apetito. Cuando entré, me quedé con la boca abierta. Se oían ruidos de cacerolas y sartenes, para arriba y para abajo, como si alguien estuviera cocinando.
Entonces recordé que llevaba la capa invisible encima y que no podían verme, así que me adentré un poco, curioso por ver quién era la persona que estaba haciendo aquellos ruidos en la cocina y a semejantes horas de la noche. Desde el ángulo en que me encontraba, no podía ver con claridad, porque la figura que se movía quedaba oculta tras una columna. Vi a Dobby ayudando a trocear verduras. Una sombra negra se acercó lentamente a mi amigo, cuchillo en mano. Como acto reflejo llevé una de mis manos hacia donde estaba mi varita, y palpé la zona para asegurarme de que seguía ahí.
La figura se movía con agilidad, de un lado a otro, seguro de lo que hacía. Era un hombre y debía medir cerca de metro ochenta. Llevaba puesto una bata oscura que para mi desgracia era más bien ancha, por lo que no insinuaba nada de su figura. La persona estaba de espaldas hablando con Dobby, el cuchillo lo estaba empleando para ayudar al elfo a trocear la verdura y no para amenazarle, como se me había pasado inicialmente por la cabeza, aunque ahora que lo pensaba hubiera sido una forma de amenazar muy Muggle para estar en el Mundo Mágico. Tenía hambre y estaba cansado, era normal que mi mente divagara un poco.
El hombre se giró levemente para decirle algo a Dobby. Era evidente que ya tenía una ligera idea de quién era aquella persona, aunque el motivo de porqué estaba allí y porqué estaba cocinando, me tenían un poco despistado. Al escuchar su voz me confirmó su identidad por completo. Era el profesor Snape.
-Dobby, cuando tenga listo eso, avíseme para ir echándolo en la sartén –dijo.
Un inesperado estremecimiento me recorrió todo el cuerpo. Al oír su profunda voz, sentí un desconocido cosquilleo en el estómago. Quise convencerme de que era debido al temor de que me pillara, intentando acallar la voz de mi interior que me quería gritar que en realidad, me ponía nervioso ante su presencia.
-Sí, profesor Snape, señor –contestó Dobby alegremente.
-Gracias Dobby –le contestó mi profesor.
Tuve que agarrarme a la mesa que tenía al lado para no caerme, porque mis piernas se doblaron ante la impresión. Dobby parecía tener una buena relación con Snape. Le había hablado con amabilidad y hasta le había dado las gracias, lo que hasta aquel momento me parecía algo imposible. Y no sólo eso, era el maestro el que estaba cocinando, en vez de dejar que lo hicieran los elfos. Era algo inaudito ver cómo éste asumía lo que era la responsabilidad y el trabajo de unos seres que eran considerados por la mayoría de los Magos, como inferiores. Y encima lo estaba haciendo por la noche, saltándose una de sus sagradas normas. Haciendo caso omiso a lo que él consideraba su deber. No me lo podía creer. Algo debía andar verdaderamente mal, porque parecía que el mundo se había vuelto definitivamente loco.
Agité varias veces la cabeza, como si todo lo que había visto antes fuese un espejismo y de esa forma se fuera a desvanecer, dejando paso a lo que en realidad estaba sucediendo. Pero no sirvió de nada, Snape seguía allí cocinando, ayudado por mi amigo Dobby. Encima olía muy bien, y yo tenía ¡tanta hambre!
De pronto un repentino y ensordecedor ruido hizo que me asustara. ¿Qué se le habría caído al profesor? Levanté la vista que había estado reposando hasta ese momento sobre mi dolorido estómago, para ver qué había pasado, y me sobresalté de nuevo al fijar mi vista en Snape, que a su vez me miraba a mí sin parpadear, con el ceño fruncido.Y aunque Harry y Sev no estén haciendo nada juntitos, como en este dibujo salían ambos, lo colgaré en la carpetita de Fanarts. Podéis pinchar aquíBesos!!! | |
|
Yuki Fer As de oclumancia
Cantidad de envíos : 1504 Fecha de nacimiento : 07/04/1992 Edad : 32 Galeones Snarry : 108296 Fecha de inscripción : 30/07/2011
| Tema: Re: Las Apariencias Engañan. Cap 05. Algún que otro obstáculo. Dom Ene 04, 2015 8:10 pm | |
| ah harry pobre harry...u_U ese ron es un big baka...u_u y regresando al momento de la cocina de seguro yo me estaria dando de peñizcos para ver si es cierto lo que veo o una ilusion.XD | |
|