Aquí va el capítulo 10. Espero que os guste... me dio un ataque de vaguitis y dejé de subir por aquí pero gracias a Shulix de la actualización, ya que ella me animó 
Nota de Autor: quería comentar sobre la idea de Dumbledore y la Poción Multijugos: En los libros, creo que Rowling nunca dejó claro si la voz cambiaba al transformarse, y luego en las películas, en la segunda, cuando Harry y Ron se transforman en Crabbe y Goyle, no les cambia la voz, en cambio en la cuarta película Barty Crouch sí coge la voz de Ojoloco Moody cuando se transforma en él. Evidentemente, en esta historia la voz también cambia, porque sino, no tendría gracia. Respecto a la ropa, imaginemos que esta poción está perfeccionada y cuando se transforman las personas la ropa también se transforma, podría inventar que Dumbledore pide ropa a todos los alumnos y que luego con algún hechizo hace que según se transformen tengan la ropa adaptada, pero prefiero no complicar el tema. Así que en esta historia la Poción Multijugos fue perfeccionada y cuando se transforman, la ropa tambien lo hace *^_^*
10. Admitiendo lo evidente.
En cuanto dijo que ya podíamos cenar, Ron no se demoró más y empezó a servirse un poco de todo lo que encontraba en la mesa. Hermione me miraba de vez en cuando, aunque trataba de disimular, supongo que intentaba descifrar mi rostro y saber si estaba enfadado con el plan de Dumbledore o qué era lo que en realidad sentía.
-Bueno Harry, ¿podría haber sido peor, no? –dijo al final, al darse cuenta de que no iba a saber nada sobre lo que opinaba al respecto si no me preguntaba.
-Supongo –le contesté no muy convencido-, hasta que no vea en quién me transformo yo y quién se transforma en mí, no estaré tranquilo.
-Venga, no te compliques todavía, Harry. No creo que pase nada desagradable y seguro que será muy divertido. ¿Te imaginas transformado en McGonagall? ¿O en Flitwick? –dijo y le salió una risita traviesa que me arrancó una sonrisa involuntaria.
Sí, era posible que fuera divertido. Quizás pasar un día sin ser el maldito Salvador del Mundo Mágico lo fuera. Y además de esta manera, lo que había estado temiendo tanto: que era el quedar en evidencia delante del profesor Snape, no había forma de que se hiciera realidad. No estaba muy seguro de lo que sentía hacia él. Lo que sí sabía era que por alguna extraña razón, muchas veces me quedaba mirándole y no me daba cuenta hasta que sus ojos negros se clavaban en mí. Entonces, sonrojado, apartaba de inmediato la mirada. Sabía que Hermione se había dado cuenta, porque a su vez le había pillado mirándome después de estos encuentros visuales con el profesor. Además, las veces que nos habíamos cruzado por los pasillos, mi corazón empezaba a latir más rápido, y en más de una ocasión me había descubierto deseando chocar de nuevo contra él, sólo para sentir de nuevo su firme cuerpo bajo el mío, o sobre él, me daba igual. Lo que más deseaba era sentirlo; ya que con la inmensa capa que llevaba, apenas podía imaginar su silueta y especular sobre cómo se vería desnudo. Oh, Dios. Era muy posible que estuviera volviéndome loco. ¿Cómo demonios habían ido transcurriendo mis ideas para acabar llegando a semejante pensamiento? ¿Estaba intentando imaginarme a Snape desnudo? ¿A Snape? Bueno supongo que con todos estos pensamientos, no me quedaba otra que admitir lo evidente, era posible que el profesor de Pociones me gustara un poquito. Bueno, tal vez mucho. En realidad no lo sabía. Supuse que dejar pasar el tiempo era lo mejor para aclarar mis confusas ideas.
-Harry, vamos –me dijo Hermione dándome un codazo. No sabía en qué parte de la noche se había sentado a mi lado. Salí de mi ensoñación con brusquedad-. Todo el mundo ha terminado ya de cenar. ¿En qué estabas pensando?
-Nada, nada –me excusé, todavía sobresaltado. Mis amigos ya se habían puesto de pie. Me levanté y los tres nos dirigimos a nuestras habitaciones, Ron se despidió de Hermione y nosotros dos nos fuimos a dormir.
El día siguiente transcurrió relativamente deprisa. Qué cierto era aquello de que cuanto menos ganas tenías porque llegara un momento, más rápido pasaba el tiempo, y a la inversa. Yo no quería que llegara la hora del Baile de San Valentín. Tenía un mal presentimiento.
A pesar de que Dumbledore había prometido que no había planeado nada más que lo del baile, nadie pudo evitar que recibiera varias lechuzas con cartas de amor anónimas y no tan anónimas. Había algunas que me habían parecido hasta bonitas y poéticas, pero me había encontrado algunas maldiciéndome e insultándome por descubrir que era gay y que no tenían ninguna posibilidad conmigo, y había otras que rozaban lo obsceno. Ya podría haber sido alguna de éstas últimas, de cierto profesor gruñón al cual no podía sacar de mi cabeza últimamente.
-Qué nervios, chicos, ¿en quién nos transformaremos? –preguntó Hermione mientras bajábamos al Gran Comedor, donde iba a comenzar de un momento a otro el famoso Baile.
-¿No te has arreglado demasiado? –dije extrañado, observando el recogido que se había hecho en su pelo y la túnica rosa que llevaba, con volantes y bordados de color dorado.
-Es cierto Hermione. Si sólo te va a durar esa apariencia unos minutos –dijo Ron que iba cogiéndole de la mano. Me había sorprendido que Ron fuera tan observador. A mí no se me había ocurrido. ¿Para qué nos habíamos molestado en arreglarnos si nos íbamos a transformar en otras personas?
-Bueno, ¿y vosotros cómo lo haréis para acabar juntos? –pregunté cambiando de tema. Por una pareja que se había formado antes de San Valentín, era una pena que tuvieran que pasar esa noche separados.
-Hemos quedado después de la transformación en los baños de Myrtle la Llorona –me contó Hermione enigmáticamente.
-Qué buena idea. ¿Y yo podría…? –dije, quería ver en qué se transformaban mis amigos y estar con ellos, pero no quería incomodarles.
-¡Claro que puedes venir, compañero! –me contestó Ron efusivamente, dándome un golpecito en la espalda. Me alegraba que todo se hubiera arreglado con él.
-Señorita Granger.
Todos nos volvimos para encontrarnos con una gran capa negra ondeante. Snape se encontraba justo detrás de nosotros.
-¿Sí? –contestó, con un hilo de voz, mi amiga.
-Espero que usted no esté pensando en saltarse las reglas que Dumbledore ha impuesto para este baile. No olvide que una de las normas es permanecer en el anonimato para relacionarnos con otras personas, a parte de nuestros amigos.
¿Habría oído el plan de Hermione? No nos había prohibido reunirnos en los baños de Myrtle, por lo que deduje que debía haber oído algo, pero no todo. Nos miró con desprecio y se marchó, sin esperar una respuesta.
-¿Seguimos con el plan? –pregunté un momento más tarde. Después de que un profesor le echara la bronca por intentar saltarse las normas, no estaba muy seguro de si mi amiga querría continuar adelante con su idea.
-Por supuesto –dijo y comenzó a caminar firme hacia el Gran Comedor. Una vez en la entrada se detuvo, y Ron y yo nos unimos a ella, mirando hacia dentro, pero sin decidirnos a dar el siguiente paso.
-¿Y si fingimos que ya tomamos la poción y nos quedamos tal cual en la fiesta? –sugirió Ron, y a mí no me pareció una mala propuesta.
-Ya, claro. Y cuando las personas que hayan tomado la poción con nuestros cabellos aparezcan con nuestras formas, el profesor Dumbledore simplemente pensará, que es sólo un pequeño error el hecho de que los tres estemos duplicados.
-¡Mierda! Es verdad –exclamé desilusionado.
-¿Qué hacéis aquí, mis muchachos? –los tres nos pegamos un buen susto al oír la voz de Dumbledore de improviso, nos giramos para mirarle-, casi todos los alumnos han tomado ya la poción. No os demoréis. Debéis recordar que los efectos sólo duran una hora…
Hermione asintió y nos cogió de la mano a Ron y a mí para llevarnos hasta la sala donde se estaba llevando a cabo la transformación. No nos dejó decir ni una palabra. Debía suponer que lo único que haríamos sería protestar por no dejarnos más tiempo con nuestros apreciados cuerpos.
-Ho… hola –saludé cuando entramos.
Varios profesores estaban dando la Poción Multijugos a los alumnos, que se metían en cubículos individuales dispuestos a lo largo de la sala y luego salían después de transformarse.
-Llegáis un poco tarde –nos dijo como saludo, McGonagall-. Poneos a la cola.
Nosotros obedecimos, observando al resto de los compañeros. Cuando estaba a punto de tocarnos, vimos que de uno de los cubículos salía Hermione. Nosotros dimos un codazo a nuestra amiga por si no se había dado cuenta, y nos dio un ataque de risa, mientras la señalábamos a ella y a la nueva Hermione, que no paraba de alborotarse el pelo, en un gesto muy extraño. Andando como si tuviera las piernas rígidas.
-¡Qué bueno! Mi sueño hecho realidad –dijo Ron con lágrimas en los ojos de tanto reírse-. Dos Hermiones para mí solito –soltó, muriéndose de la risa.
-¿Será tan lista como tú? –pregunté entre carcajada y carcajada-. En realidad, esta Hermione parece una troglodita.
-No, imbécil. Sólo toma mi apariencia –refunfuñó ella, con el ceño fruncido y cruzándose de brazos.
La persona que se había transformado en mi amiga, parecía estar muy impactada. Snape se acercó, supuestamente para ayudarle. ¡Qué consuelo para la doble de Hermione!
-¿Qué le pasa? –espetó con su gutural voz, que me hacía estremecer. La nueva Hermione levantó la vista y la dirigió hacia el profesor.
-No había gente aquí, que voy yo y tengo la mala suerte de transformarme en la maldita sangre sucia –protestó. Supuse que con este comentario, a Ron se le habrían quitado las ganas de insinuar que iba a ser su segunda novia.
-Cállese ahora mismo. Está dejando más que clara su verdadera identidad –protestó McGonagall irritada.
-Es el hurón –susurró Ron con indignación-. ¡Qué mala suerte, Hermione! A saber qué hace ahora con tu cuerpo.
-Cierra la boca, Ron y deja de darme tantos ánimos –pidió Hermione, frunciendo el ceño. Parecía que ya no estaba tan contenta con la maravillosa idea del director. Avanzamos varios pasos en la cola.
-Vaya…, si es el trío de oro –dijo Snape al vernos, arrastrando las palabras. Sin darnos cuenta habíamos pasado a ocupar el primer lugar en la fila.
Pues aquí les dejé el capítulo 10. Dentro de poco, cuando tenga algo de tiempo, continuaré actualizando.
Besos! 
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Sáb Abr 25, 2009 6:13 pm
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