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Severus al llegar a su casa vio a su madre y hermanas tejiendo sobre la cama de la mujer mayor, esta aunque se veía cansada y demacrada, los rastros de llanto era más que visibles, reía y se divertía viendo a su hija tejer un gorro para el bebé que se formaba.
Él las miró por largo rato y luego decidió acompañarlas, aunque solo fuera para ver.
Ya casi oscureciendo su hermana fue a preparar el cena, que por los comentarios emocionados de Sofía sería magnífica, justo lo que su madre prefería comer, él comería lo que fuera con tal de verla sonreír, el amor que sentía por ella iba mucho más allá de sus prejuicios y actitudes, sencillamente era una entrega, un amor incomparable, jamás después de su partida volvería a sentirlo.
Así que al estar solos la mujer aprovechó la ocasión, puso delicadamente, casi temiendo su reacción, las frágiles manos en sus rodillas y pidió.
—Cuéntame hijo, ¿qué hiciste de tu vida? –mirándole con dolor, por todo ese tiempo que se privaron de estar juntos y llenos de amor por lograr compartir ese momento.
El ojinegro bajó la mirada y más bien reflexionó junto a su madre.
—No fue lo que una vez pude pensar, solo me convertí en una pieza de ajedrez de la guerra, una que quedó destrozada en el tablero del mundo mágico, no sé que esperabas de mí, espero al menos no decepcionarte, porque cometí muchos errores, pero, siempre fue fiel a un ideal, el mío propio, jamás dejé que la maldad de apoderara de mí, cuando vi que tomé el camino equivocado, decidí hacer algo para arreglarlo, tal vez, el modo no me hace una mejor persona, pero, ahora sé que me siento libre, ahora estoy en paz, conmigo, con Albus y contigo. ¿Es una gran decepción saber la verdad? –quiso saber mirando los ojos de su madre.
Esta le miró y acariciando sus cabellos respondió.
—Yo no esperabas que fueras un buen hombre, solo esperaba que fueras feliz, veo que no, tu vida no ha sido fácil, pero quiero que me jures que aprovecharas a ese muchacho que se ve tan enamorado de ti, que dejarás que te quiera, porque jamás sabrás si eres capaz de amar si no te atreves a exponerte al daño, vale cada lágrima y cada sufrimiento, la pena, hijo, permítete amar. –suplicó dejando caer sus lágrimas.
Severus las limpió con esmero y contestó mientras le abrazaba.
—Madre, ya me estoy arriesgando; no sé que haré si todo esto es en vano, pero, no quiero volver a sentirme vacío, decepcionado y solo, no quiero volver a sentir la muerte tan cerca, quisiera que fueras eterna y poder vivir todos esos años que nos quitaron, pero, como es imposible, prometo vivir y darle mi amor alguien más como deseé dártelo a ti. –dejando un beso en su frente, mientras esta sollozaba en sus brazos emocionada.
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Esa noche al llegar a la casa Snape vio a Sofía cocinar tranquilamente, se acercó y saludó con cortesía.
—Buenas noches Sofía ¿has visto a Severus? –cuestionó a la mujer, ya echaba al hombre de menos.
La muchacha se volteó, mirándole evaluativamente, respondió.
—Está hablando con Eileen, después de nuestra conversación interrumpida, me preguntó desde hace unos días, ¿por qué mintieron? Porque cambiaste tu apellido, sé sabe que eres perfectamente que eres Harry Potter, ¿Acaso todo lo de ustedes es una farsa?
Harry la miró sorprendió, pero luego, diciéndose a sí mismo que era más que lógico que ella lo notara algo extraño después de antigua conversación, donde sus respuesta no fueron bien pensadas o mejor dicho, no fueron dadas, confirmó.
—Si mentimos, pero no porque fuera farsa, sino porque nuestra relación, siempre ha estado, pero hasta ahora nos permitimos vivirla, es como sabes que esa persona te atrae o te ama y no intentarlo hasta que te das cuenta que es tu única salida. –buscando hacerle entender que amaba a Severus.
Ella le miró por largo rato en silencio para luego dar su opinión.
—No sé si es saludable mantener una relación tan poco confiable, pero intentarlo no esta de más y desearía que fuera más que solo un intento, eres un buen chico y Severus merece ser feliz, eso no quiere decir que tengas una aliada, solo Severus puede decidir si darte una oportunidad o echarte de su vida, solo te deseo suerte. –mirándole agradecida para luego volver a su labor.
Harry suspiró y fue a sentarse en la mesa, mejor esperar que Severus saliera de la íntima conversación con su madre.
Al cabo de media hora Eileen y Severus aparecieron por la cocina, la mujer siendo ayudaba por su hijo, ya que se encontraba débil para caminar por su propia cuenta.
Harry quien había estado durmiendo se despertó por el cariñoso toque a su cabello, estando seguro de que no se trataba de Severus, miró, encontrándose con Eileen quien le susurraba.
—Más te vale estar soñando con mi hijo, porque esa sonrisa, pocas veces se ve en sueños. –siendo sentada por Severus junto al muchacho.
—En realidad estaba soñando con mis ahijados, se fueron hoy para España y recordaba una de nuestras salidas familiares, ellos son adorables. –mostrándose ilusionado con el solo recuerdo de un sábado en el callejón diagon.
Los demás también ocuparon la mesa mientras que empezaban a tomar la comida de los diferentes platos que estaban en la mesa, la anciana le dijo al ojiverde.
—Creo que serás un maravilloso padre, ¿has pensado en pequeños? –mirando de reojo como Severus esperaban tanto la respuesta como ella.
—Desde niño he pensando en una familia, me gustaría tener muchos hijos, pero, no creo poder –el brillo de la mirada de Harry es extinguió por un momento- después de la guerra, quedé muy maltratado y no puedo gestar, pero, quien sabe, si algún día, llega de algún otro modo. –no queriendo pensar más de allí, seguramente eso terminaría en lágrimas.
— ¡oh! –Exclamó con pena la mujer- seguro que te llegará hermoso, alguien como tú merece mucho. –siendo cariñosa como pocas veces, los demás presentes no quisieron volver a tocar el tema.
Más pronto de lo que hubieran pensado el postre hubo acabado y luego de haber discutido sobre política, religión, magia, juegos, amor, ética, y todo lo que pasó por la conversación, Eileen pidió a sus hijos que la llevaran a su habitación, Severus le pidió que le acompañara, aunque un poco excluido de la invitación le siguió.
La mujer se recostó con esfuerzo y mirando a los presentes, habló.
—Para mañana estaré con mi esposo, el hombre que he amado hasta su muerte y creo que hasta después de ella, queridos míos, sé, que no les pedí que me llevaran a la habitación donde reposa su cuerpo, porque no quiero verlo muerto, solo quiero irme con él, pero una vez que eso pase, deseo estar junto a él, porque, sacrifiqué mucho por amor y seguiré mi convicción hasta la tumba. No saben lo mucho que desearía que él estuviera bien y poder quedarme a disfrutarlos, pero ya no, es hora de descansar, el cuerpo me lo pide, ya hice todo lo que deseaba en la vida y queda lo mejor aquí, ustedes. –sonriéndoles como solo una madre podría hacerlo.
Ellos asintieron, curiosamente la resignación estaba instaladas en sus cuerpos y no lloraron, pero sabían que saberla muerta sería un golpe demasiado difícil de superar, ella les pidió estar sola, y todos salieron, viendo como ella les sonreía amorosa.
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Al llegar a la habitación de Severus, el silencio del hombre era perturbador y tranquilizante, esperaba que estuviera llorando o maldiciendo, pero solo estaba tranquilo, se metió al baño y regresó en pijamas, sentándose a su lado en silencio, como analizando las siguiente acción que debía tomar, le sorprendió escuchar la segura petición.
—Ámame Harry –susurró tan roncamente que las solas palabras estremecieron al ojiverde de pies a cabeza.
Se acerco más a él, muy lentamente le quitó la ropa dejándolo expuesto y a su merced, recorriéndolo sin tapujos con la vista como no había podido la noche pasada; el hombre se recostó en la cama, devolviendo la misma firme y ansiosa mirada que Harry le entregaba, el muchacho se levantó, desprendiendo su ropa al frente del hombre que amaba, ciertamente estaba un poco avergonzado, porque jamás se imaginó que él seria quien llevaría la batuta, pero lo deseaba y eso era lo que más le importaba.
Severus no perdía detalle del moreno cuerpo que se desnudaba frente a él, músculos marcados y vientre plano con un rastro de vellos en zonas más íntimas, le miraba como se aprecia a una poción de exquisita consistencia, Harry era hermoso pero era todo menos inestable como lo sería una poción, él era fuerte, valiente y sobre todo sincero.
El Inefable caminó hasta llegar a la cama, allí de encargó de silenciar la habitación utilizando su varita, luego fijó sus ojos en los pozos de luz nocturna que era los de Severus, sin despejar la mirada se recostó junto al hombre, susurrándole.
—Negros y totalmente impactantes. –para luego dejar a sus labios probar el cuello del de su objeto de deseo.
El hombre desvió la mirada un poco impactado y tal vez sorprendido con sus palabras, no comento nada, pero pronto, sus jadeos respondieron por él; el moreno se sentía satisfecho mientras mordisqueaba sensualmente el cuello del mayor y delineaba traviesamente con su lengua la sensible oreja de Severus.
Estremecido se sentía el ojinegro, su punto débil descubierto y era totalmente aprovechado, casi no fue consciente de cuando obligó a Harry a ponerse sobre él y entre sus piernas, mientras él se frotaba descaradamente contra el muchacho, era una danza de placer que ambos estaban disfrutando al máximo.
El muchacho jugaba con su cuerpo al antojo, succionaba su cuello dejando intensas y visibles marcas, también pellizcaba delicadamente sus pezones, al tiempo que sus erecciones rozaba cada tanto más frenéticamente, una visión obscena pero tremendamente placentera.
Estuvo tentado a obligar a Harry tenderse en el colchón y meterse lo que hacia hombre al moreno entre sus piernas, pero quitando ese absurdo pensamiento de su mente, vio como el muchacho dejaban su cuello para ir a jugar con sus partes más intimas, tocando su pene con delicadeza, pero en lugares que era imposible estarse totalmente quieto.
El muchacho, dejó unos cuantos besos y lengüetazos repartidos en esa zona, bajo su espasmo total; luego empezó a acariciar sus largas y blancas piernas pero al levantar la vista le pidió.
—Voltéate Severus. –mostrando esos ojos verdes llenos de fuego, como tanto habían ansiado ver, parecía que el muchacho de 15 años había vuelto a vivir.
Obedeciendo, dejó expuesta su entrada, el muchacho primero se deleitó frotando sus cuerpos en perfecta armonía de espalda, haciéndole sentir su deseo y jadeando muy cerca de su oído, excitándole más.
Pronto dejó de pensar, porque algo húmedo pero tibio entraba y salía de su pequeño agujero con destreza, intentando meterse cada vez un poco más, casi tiene un orgasmo al ver a Harry preparándolo con su lengua, era algo que jamás en su vida pensó que le gustaría tanto ver.
Al sentirse abandonado estuvo a punto de maldecir a su amante, pero voltear y ver se a si mismo siendo penetrado por Harry, toda protesta murió, solo se empujo contra él en una certera embestida, arrancándole gemidos a ambos, deseando más contactos entre sus cuerpos.
Harry se acomodó encima de su cuerpo, sujetando sus caderas y tocado en algunas ocasiones su espalda mientras dejaba de apoyarse a la cama; el ritmo de las embestidas empezó a aumentar al igual que el jadeo de ambos; Harry embestía dejándose guiar por los alaridos de placer de Severus, mientras éste hacía la penetración más profunda, queriendo sentirse completamente propiedad de alguien, vivo y feliz como nunca antes; quería sentir, quería explicarse, el amor que su madre le tuvo a Tobías, quien nunca fue bueno, pero incondicionalmente ellos se amaron.
Agarró fuertemente las sábanas cuando sus respiraciones se tornaron agitadas, casi cansadas, cada vez era más rápido, certero y profundo, ya no sabía como gritar, pero estaba consciente de que no deseaba parar. Harry hizo un toque final, que les llevó a ambos al orgasmo, aferrándose a las sabanas y al cuerpo del otro, queriéndose perder en la satisfacción pero sin dejar de estar juntos.
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Ellos despertaron al amanecer, Harry separándose de Severus intentando recordar cuando se había dormido, en el mismo estado se encontraba Severus, pero al darse cuenta que era de día, decidieron vestirse y bajar a averiguar el estado de Eileen.
Al ver a Sofía en el sofá llorando, supieron de inmediato que Eileen estaba junto a Tobías, ella contó entre gimoteos que ella estaba preparada y había llamado para estar listo para enterrarlos justo ahora, y solo quedaba despedirse; Harry dejó que Severus y Eileen lo hicieran después de todo, esta era su pérdida, él solo podía acompañarlos.
Fue en la tarde cuando estuvieron frente a la tumba de ambos, los dos Snape llorando silenciosamente abrazados, Harry mirando la escena como un guardaespaldas, cuando Sofía tomó camino a casa, Severus lo detuvo un momento y le anunció.
—Voy a ir con Sofía a Bulgaria, será por un tiempo, ella esta embarazada y necesitamos superar esto juntos, sé que nada está claro entre nosotros, pero quiero estar seguro que cuando regrese, estarás esperándome. –acariciando las manos del ojiverde con ternura.
El muchacho caminó hasta la tumba de Eileen y dejando un clavel encima, respondió.
—No tardes demasiado. –luego tomó su nuevo rumbo, Grimmauld Place.
Capitulo 7