Cuando una mujer, no hermosa, pero si de finos rasgos abrió, supo de inmediato que era familia de Severus, seguramente su hermana, Sofía, ya que, ésta era alta, de tez tan blanca como Snape y su mismo color de ojos, aunque para la bendición de la mujer, el rostro era simétrico, ovalado, haciéndola lucir glamorosa y aun más llevando ropa negra, que daba notar su evidente embarazo, el suéter que le cubría, se le ceñía de manera apropiada.
Pronto notó que Snape estaba a su lado, mirando a la mujer con deleite, sino supiera que era su hermana casi podría afirmar que Snape estaba enamorado, los ojos usualmente sin vida, brillaban más apuntando su atención al abultado abdomen de la chica.
Se sintió un intruso, pero recordó que Snape había pedido su presencia por lo cual, ese sentimiento no tenía cabida.
El mayor dio un paso hacia la mujer de negra mirada, estrechándola en un escueto pero afectuoso abrazo, no era algo lleno de efusividad, pero por la manera como ambos cerraron la mirada se notaban entusiasmados con la idea de reencontrase.
Al separarse, esta se percató de que Snape no venía solo, ella sonrió y sin pedir explicaciones innecesarias dijo.
—Por favor Severus, tú y tú pareja pueden pasar, son bienvenidos en esta casa, ahora todos somos bienvenidos. –mostrando cierto grado de veneno al pronunciar esa última frase “ahora todos somos bienvenidos”
El muchacho quien estaba más interesado en mirar el interior de la casa no quiso refutar la afirmación que hizo la mujer al llamarlo la “pareja” de Snape, lo cual hasta cierto punto le sorprendió, no tenía idea de que el maestro fuera homosexual, pero si se ponía pensarlo, era remover una vieja y dolorosa herida.
Al entrar, lo primero que notó, es que la casa era un poco oscura, tanto en iluminación como en los extraños objetos que servían de “adorno”, eran cosas tan extrañas, que él aun siendo Inefable del ministerio, hubo algunas que irremediablemente le hizo sentirse atraído, tanto que camino hasta una; era la más hermosa escultura, se plantó al frente para apreciarla mejor, parecían ser dos cuerpos entrelazados, pero esa no era más que una lámpara, pero una fina y seguramente costosa. Fue cuando recordó que los padres de Severus vivían como muggles y aunque las cosas eran extrañas, seguramente eran no mágicas, por lo cual se sintió estafado, pero igualmente no dejó de admirar con detalle la lámpara.
Estaba por ir a sentarse, cuando Severus explicó suavemente mientras caminaba hacia él.
—Significa lo prohibido, allí está simbolizado con la unión carnal entre dos hombres, mi padre odiaba la magia, pero no era discriminante en cuanto a otro tipo de “orientaciones” –quiso dar entender, con una cautelosa mirada.
–Ya veo. –fue la simple respuesta que ofreció, mientras junto al hombre caminaba hasta sentarse en el recibidor, que era bastante sencillo pero cálido.
Al sentarse, Harry notó que la estancia que era usada como sala, era pequeña, pero agradable, estaba llena de detalle que le daban presencia al hogar, flores, fotos, manteles, cojines, un árbol de navidad lleno de color y vida, todo muy acogedor.
Severus quien no despegaba la vista de su hermana apenas al sentarse lanzo las más obvias de las preguntas, pero lo que más le intrigaba.
— ¿Estás embarazada? –sin apartar los ojos de la visible redondez que lucía la mujer sobre la ropa.
—Si, es mi primer hijo, he esperado mucho, o mejor dicho al hombre que lo merece, ahora lo tengo y Merlín nos ha bendecido con esta dicha. –tocando su vientre con cariño.
Severus sonrió, esta vez con un poco de entusiasmo, Sofía era su opuesta, ella siempre alegre, dulce y bondadosa, merecía eso y mucho más.
Estaba por dar una respuesta cuando escucharon pasos, los tres se levantaron más por educación que por ganas de hacerlo, pronto, dos ancianos que caminaban lentamente, les miraron, al principio sorprendidos, luego suavizaron la sorpresa por la incredulidad.
— ¡Viniste! –exclamó la mujer vieja con alegría, con sus pasos lentos se acercó a darle un abrazo de bienvenida.
Severus le estrechó fuerte, casi fundiendo el cuerpo frágil de la mujer con el suyo, ambos concentrados en sentir más cerca la presencia del otro, ella era su madre y él su hijo, un lazo fuerte que les hacía imposible no amarse después de tantas tristezas y olvidos.
Al separarse la mujer le tocó el rostro, susurrándole.
—Mi hijo, mi Severus, has vuelto, has venido a verme, no sabes cuanto he deseado vivir este momento y ahora, no sé ni que decirte. –Mirándole de cuerpo entero, siguió- Ya eres todo un hombre, eres una persona madura, se nota en tu mirada. –mostrándose tan maternal como nunca antes.
—Madre han sido 28 años, solo y afrontando lo indecible, es sorprendente que aun este con vida, parece que viví para despedirme de ti, lo mejor de mi vida. –mostrando por segunda vez esa debilidad emocional ante alguien, sin saber por qué, Harry se sintió privilegiado.
— ¡Oh no te preocupes! De todas formas, algún día debía irme, mejor ahora junto al hombre que elegí amar hasta el final de mis días. –caminando de vuelta al lado de Tobías, quien había permanecido en silencio, observándole.
—Hola Severus, mucho tiempo ha pasado desde –mostrándose culpable- Te eche de esta casa, no creas que no lo he lamentado, pero ustedes “Son diferentes” no tenían cabida en mi hogar. –intentó explicarse banalmente, ganándose una exasperada mirada por parte de Sofía, la furia de Harry y el odio de Severus.
—Tranquilo, no te esfuerces en dar explicaciones que a estas alturas ya no tienen ninguna importancia, tal vez cuando fui un niño, hubieran sido necesarias, en aquel entonces no las diste, ya no son importantes. –la voz de Severus se notaba tranquila pero con esas huellas de dolor que serían imborrables.
El hombre suspiró y notando una presencia ajena, interrogó.
— ¿Quien es el muchacho? –mirándole despectivamente al notar por la ropa que era un mago.
—Es la pareja de Severus. –se aventuró a responder Sofía, dándole importancia.
— ¿Lo es? –preguntó Eileen ilusionada, tan feliz que Severus se extrañó y no pudo negárselo.
Snape miró al joven y pidiendo perdón con la vista, respondió.
—Es mi pareja, su nombre es Harry Evans. –carraspeando un poco hizo un pase de varita, ocultando la cicatriz de Harry.
El muchacho quien estaba en shock, reaccionó al sentirse atrapado en el caluroso abrazo de la señora Snape, quien exclamaba como poseída.
— ¡Bendito sea el cielo, tienes pareja Severus! Pensé que no habría nadie que te aceptara tal cual eres, porque tu carácter es de temer hijo mío. –soltando del abrazo al ojiverde y dejando un beso en su mejilla.
Sofía sonriente como solo ella podía serlo, anunció complacida.
—Ya es tarde, Severus tu habitación estará bien para los dos, es pequeña así entran en calor- mostrando un tono picarón que a Harry no le gustó nada.- Vayan, si tienen hambre bajen, les prepararé de comer.
Severus agarró su bolso y Harry también, juntos subieron las pequeñas escaleras que estaban detrás de la alacena, arriba que parecían haber solo dos cuartos, entraron al último. Por lo visto el más pequeño.
El ojiverde quien estuvo en completo silencio, no pudo más y habló.
— ¡Como que tu pareja! Joder Snape, está bien que me gusten los tíos, pero de allá a ponerme como tu hombre, eso es ir demasiado lejos. –tirando su equipaje sobre la pequeña cama.
El hombre quien se percató que su habitación seguida estando igual que como la dejó, respondió.
—No creo que te importe, Potter. –sin impedir que ese tono de “sé más de lo que te imaginas” saliera a la luz.
— ¿Qué quiere decir con eso? –temiéndose la respuesta.
—Séptimo año, sala de menesteres, le confesaste a tus amiguitos, lo mucho que te gustaba tu maestro de pociones, ¿o me lo vas a negar Potter? toda tu ayuda, tienes un interés de por medio. –mostrándose frío e hiriente de nuevo.
El ojiverde bajo la mirada, terriblemente afligido, agarrando su maleta, aseguró.
—No tiene ningún interés de por medio, porque si hubiera escuchado hasta el final, se habría enterado de que lo amo y no desearía que viviera esto solo y más si me tiene para acompañarle, pero eso no se lo merece alguien como usted. ¡Maldito! –dispuesto a marcharse de ese lugar sin importar nada.
Severus le retuvo, Harry le miró retadoramente, él se disculpó.
—Lo siento, no quería lastimarte, solo quiero saber que no has dejado de amarme, porque te necesito porque ya no puedo luchar contra la vida solo, ayúdame en este trago amargo y aunque no te ame, procuraré hacerte feliz, porque me gustaría verte sin esa amargura que llevas encima, sin esos ojos lleno de tristeza, quisiera verte así como estabas antes de que partiera el corazón, lo siento, yo sabía que me estabas escuchando y dije cosas horribles, pero quiero repararlo. –mostrándose hasta cierto punto amable y comprensivo.
— ¿Lo hiciste apropósito? –preguntó atónito Harry.
—Soy un maldito, pero había mucho en juego, la guerra acababa de terminar y tú eras el centro de atracción, no era sano que te mezclaras con un asesino, debías vivir y ser libre; aun pienso que es una locura, pero ahora quiero ser egoísta. –mostrándose seguro en cada palabra.
—Nunca más vuelvas a decidir por mí – pidió antes de tirar la maleta al piso y lanzarse a devorar la boca del hombre frente a él. Al principio no hubo respuesta, pero luego el hombre le respondió la misma pasión con la que era sometido.
Una vez acabado el beso, Severus anunció.
—Creo que tendremos que dormir muy pegados, nadie duerme aquí desde hace 28 años. –mirando al pequeña cama.
—No importa, el suelo también se ve cómodo ahora. –mirando al alfombrado piso de la casa.
—La compañía es bienvenida Harry –el muchacho se mostró avergonzado, por lo cual aclaró- Si no duermes conmigo te enfrentas al cruciatus mocoso, así que mejor ve cámbiate y nos acostamos, mañana será otro día.
—Si no queda más remedio. –dando una sonrisa divertida, quitándose la camisa de lanzó a la cama, cerrando los ojos sintió que pronto se quedaría dormido.
Severus le miró, si… No era algo que hubiera planeado pero estar mejor estar con Potter que solo. Acostándose al lado del joven, pensó que mejor dormir.
Mañana era otro día.
Capitulo 4