—Disculpe, no debí tocarle. –Queriendo esconder sus ojos hinchados, estaba vulnerable, lo sabía. Dumbledore era su debilidad.
El Gryffindor se limpió con la mano la sangre, restándole importancia; se volvió a plantar frente a Snape para reclamarle.
— ¿Cree que con esto le devolverá la vida? O ¿Le hará sentir menos culpable? –Interrogó mirándole desafiante.
Snape levantó la vista, su mirada de dolor era palpable, estaba quebrado en alma, pedazos tan pequeños que era imposible repararla.
Harry comprendió y colocando una mano en el hombro de Snape habló de nuevo, esta vez, calmadamente.
>>—Es justo sentirse herido, pero no deje que ese sentimiento domine sobre su cordura. Usted es un gran hombre –reconoció Harry mirando a Snape, quien a su vez no le quitaba los ojos de encima, como sorprendido y alarmado- Por encima de cuantas personas haya matado, o el daño que haya traído, esta la verdad, que es las razones por las cuales empleó su varita y las buenas consecuencias que arriesgar su vida trajo. De no ser así, yo también soy un asesino. –recordándole que muchos mortífagos murieron bajo su avada.
El hombre asintió sintiéndose incapacitado para hablar, muchos recuerdos y emociones le recorrían en este momento, algunos desearía poder borrarlos.
Snape caminó hasta donde estaban sus sucias y mal olientes ropas, revolviendo entre ellas sacó lo que parecía ser una carta, estaba algo arrugada y sucia, pero sellada, seguramente eso era evidencia de las muchas veces que intentó ser abierta.
—Sé que anoche me hizo una gran promesa. –Habló Severus sin apartar la vista de la carta- Pero también sé que no arriesgué mi vida para tener que después cobrarle. Sólo quiero una cosa, lea esta carta, léala por mí… Yo no puedo hacerlo. Júreme que si dice algo malo, no va dejarme solo. Por esta vez, no deseo estar solo. –admitió sin mirar a la cara al muchacho, odiaba tener que reconocerlo, pero del todas las personas a quien decírselo, ahora sabía que Potter sería el único en comprenderle. El único en guardar silencio.
El ojí verde caminó hasta el hombre y extendió la mano para abrir el sobre y poder llevar a cabo su promesa, porque no había ni rastro de duda que la cumpliría.
Snape le entregó el sobre cuidadosamente, el joven se dio cuenta que por la intensidad de la mirada del mayor, esta era importante; abrió sin rasgar el papel, con sumo cuidado sacó la carta y la despegó para empezar a leer:
Londres, 5 de diciembre del 2006.
Amado hijo Severus.
Las cosas están mal por aquí, tu padre empeora cada momento un poco más y no puedo responder por mí, siempre ha sido tu padre el que me ha alentado a seguir, pero sin él no sabré que hacer, ya no tengo ánimos de seguir luchando por una vida plagada de tristezas y desgracias. Tu hermana Sofía ya esta aquí, llego hace una semana de Bulgaria, ella aunque es de mucha ayuda para esta madre que no puede ni sostenerse en pie por mucho tiempo, no es a quien necesito ver. Sé que muchas cosas te han alejado de la familia hijo mío, pero estamos muriendo, al menos ven a decirnos adiós. Creo que los años que pase a tu lado viéndote crecer, hacen que merezca tu presencia aquí.
Puedo sonar fría y un tanto cruel, pero no tengo la culpa de haberme enamorado. No debí permitir que salieras lastimado, que él te despreciara de esa forma, eras su hijo lo sé, y aunque diga que no le importe verte, es falso, siempre te ha extrañado. Por favor… perdónale no saber pedirte perdón, por no saber ser padre, por odiar lo que nosotros nunca dejaremos de apreciar, nuestra magia, perdóname no intentar evitar ese daño, pero por favor, no me abandones, ahora más que nunca te necesito a mi lado, estoy muriendo, no deseo hacerlo sin haberte escuchado, aunque sea una vez.
Severus esto más que una petición es mi suplica, han sido 28 años alejada de tu presencia, necesito estrecharte en un abrazo, deseo poder mirar a tus ojos y hablarte de muchas cosas, pero sobre todo tu mano junto a la mía cuando la muerte venga a buscarme. No tengo miedo, hace bastante años que estoy preparada, espero que allá el castigo no sea severo, porque ya he sufrido demasiado, por ti, por Sofía, ambos odiaron al hombre que les dio la vida, como él me odio desde que descubrió vuestra magia, verles lejos, saberles en peligro, es lo más doloroso que puede vivir una madre.
No tengo excusa, no busco disculparme, solo que entiendas que pagué las consecuencias de amar sin medida, setenta años, de los cuales muy pocos han sido felices, es injusto, solo por amar, termine siendo despreciada. No cometas los mismos errores, elije bien a quien amar o ama a quien te elija a ti.
No puedo esperar más que esto llegue a tus manos y soñar con que vendrás a recibir mi bendición por última vez. No olvides que todo lo malo que hice fue por amor, aunque no debí someterme a la voluntad de un hombre, si no hubiera sido así ustedes no estarían en este mundo. Es un juramento el que hago al decir que fueron muy deseados por mí, por tu padre, luego las cosas se echaron a perder.
Por favor, reúnete con esta vieja mujer que te dio la vida, no puedo más que esperarte, no sé si vendrás, pero igual te espero, porque te amo y este es mi último deseo.
Mi corazón siempre tuyo.
Eileen Prince de Snape.
PD: En caso de no contar con tu mano amiga, te perdono y comprendo que hay mucho dolor en tu corazón para volver.
Harry miró a Snape, el hombre tenía rastros de lágrimas en los ojos, su expresión era similar a un rictus de dolor, como si una herida no sanada volviera abrirse más profunda y dolorosa que antes.
Con voz pasiva le preguntó:
— ¿Va a responderle? –cerrando la carta con cuidado y entregándosela a Snape.
—No, no voy a responderle. –respondió con voz hosca, se notaba a leguas el esfuerzo que hacía el hombre por no dejarse vencer por la lágrimas.
El joven caminó hasta la cama, donde Snape se había sentado, colocándose junto al hombre le dijo.
—Llore, por favor, hágalo, usted más que nadie necesita llorar, no voy a burlarme y mucho a menos a evitarlo. Es duro, es muy duro ver morir a las personas que se aman. –viendo como Snape empezaba dejar sus lágrimas correr- Pero es más duro no tener tiempo para sentir su pérdida.
Severus sentía que no podía controlarse, cada vez las lágrimas eran más y visibles, pero no le importó, no eran por debilidad, eran por tristeza.
Harry vio al hombre estrujar la carta con dolor mientras dejaba salir sus emociones, era algo extraño e incómodo estar allí observándole, pero sabía que no debía dejarle solo, siempre cumplía sus promesas.
Severus se dejó caer en la cama derramando lágrimas en silencio; era duro, siempre alejado de ellos, pero nunca deseando su muerte. Eran su única familia.
Pronto unos dedos masajeaban sus sienes tranquilizándole, se dio cuenta que tenía su cabeza en las piernas de Potter pero no le importó, porque ahora solo deseaba llorar.
Nunca se permitió mostrar lo que su corazón pedía, pero ya no había guerras, y estaba demasiado cansado para detenerlo. Quería que supieran su dolor.
No fue hasta media hora después cuando el llanto silencioso del hombre paró, ninguno habló durante unos minutos como dejando a entender que no necesitaba ni disculpas o consuelos, solo compañía.
Fue cuando Harry se atrevió hablar.
— ¿Va ir a casa? –Preguntó refiriéndose a la carta.
—Es mi madre, es mi hermana, son la única familia que he tenido, si no voy, la voy a perder a ella, Sofía, nunca perdonaría mi falta. –explicó con voz ronca por el esfuerzo.
— ¿Desea que le acompañe? –interrogó mirando como Snape fijaba sus ojos en él aun estando en una posición incomoda.
— ¿Lo haría? ¿Por qué? Su promesa ya está sellada. –refiriéndose a leer la carta y quedarse haciéndole compañía.
—Lo haría porque también perdí a muchas personas amadas y hubiera deseado sentirme acompañado esos días de verano, sobreviví, pero aún pienso que necesitaba tener a alguien. –explico fijando su vista en la puerta del lugar.
—Su compañía sería muy bienvenida, no soy el mismo hombre fuerte que enfrento la muerte sin dudarlo, no sé donde quedo ese hombre, Potter, desearía volver a encontrarlo. –confesó fijando su vista el la sabana.
—Creo que no necesita ser ese mismo hombre para ser fuerte, solo recuperarse del dolor, empezar a vivir de nuevo. –dijo buscando que Snape saliera un poco de la depresión.
El hombre asintió a sus palabras, aunque no sabía que pensar sobre lo dicho, pero no tenía ni tiempo o ganas de meditarlo.
Estuvieron un rato en silencio hasta que Snape le habló.
—Ya no es mismo de antes, el niño travieso que solo pensaba en sí mismo. –acotó como buscando una respuesta.
—La gente cambia, pero nunca fui egoísta, solo un poco ingenuo y falto de decisiones. Pero no es así ahora, porque ahora estoy solo, yo mismo dirijo mi vida y ahora he decidido acompañarle. –aclaró rotundo.
Snape asintió y concluyó.
—Por esta vez Potter, decida por mí. –pidió el hombre antes de dejarse caer rendido por el cansancio y el sueño.
Harry le miró por largo rato para luego susurrar.
—Con gusto Snape, con gusto. –sin moverse del lugar, después de todo era de alguna forma alejarse de la soledad.
Notitas: Aclaro que las cicatrices de Harry son de la guerra, él no se maltrata.
Capitulo 3