La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 La vida con Snape. Capitulo 5. Uno se va uno se queda

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Valethsnape
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MensajeTema: La vida con Snape. Capitulo 5. Uno se va uno se queda   La vida con Snape. Capitulo 5. Uno se va uno se queda I_icon_minitimeJue Feb 26, 2009 6:25 pm

Capitulo 5
Uno se va, uno se queda


Pobra nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra;
Como un débil cristal;
¡Todo sucederá! Podrá la muerte;
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse;
La llama de tu amor.

Autor: Gustavo Adolfo Bécquer.




Era tarde cuando el día empezó hacerse más frío, si eso era posible, el cielo se tiñó de negro, casi temiendo una fuerte llovizna, pero claro, sabían que eso era imposible, porque la nieve parecía estar supliendo a las gotas de agua, golpeando las casas cada vez más fuerte. Harry no temía, porque en sus nevadas pasadas también el clima había demostrado ser “encantador” válgase el sarcasmo, pero ciertamente sabía que con esa temperatura los padres de Severus no mejorarían, solo estarían peores.

Ese día los ancianos no fueron a desayunar por lo que Severus y Sofía se encargaron de llevar la comida, Harry les saludó por un rato, viendo como nunca antes como su piel ya de por si blanca mostraba un tono morado que poco le parecía saludable; ellos se negaban a ver un médico o Medimago, afirmaban que ya estaban listos para irse y todo lo que deseban estaba en casa.

Él no podía más que admirar ese pensamiento, porque constantemente pensó en morir, no sólo por sentirse insatisfecho con su vida sino porque, deseaba dejar de tener esa culpa que sentía por las personas que murieron tanto por su varita, como por la de su oponente en la guerra, sin embargo, siempre supo que sería un egoísta redomado si acabada con su existencia, además, amaba vivir, vivir mal, pero vivir, siempre estaba presente un pequeño placer que le alegraba hasta el peor de sus momentos; ahora sentía que había valido la pena no sucumbir, porque estaba junto al hombre que siempre había deseado.

Era allí cuando entendía a Eileen y Tobías Snape, porque si Severus estuviera muerto y sus amigos le faltaran, lo más probable es que, hubiera buscado desesperadamente la muerte; pero no era así, la esperanza de tenerles algún día consigo y ser feliz, le hacía querer vivir el mañana, sin embargo, los señores Snape, ya tenían todo y lo disfrutaron en su momentos, ahora que gozaban con la compañía de su familia y un perdón forzado, bien podían sentir que descansar para siempre era necesario.

Levanto la vista, y miró por la ventana del pequeño cuarto; se sorprendió al ver una lechuza pequeña acercarse; abriendo la ventana, la dejo pasar

Cuando el montón de plumas rojas aterrizó en su cama, reconoció a Pig enseguida y sacando la carta de su pata, la abrió.

La nota decía:


Algo importante ha pasado, quisiera poder contarte las acciones que voy a emprender antes que a nadie; espero no equivocarme, pero no puede ser un error lo que se hace en nombre del amor.

Nos vemos dentro de media hora en el caldero chorreante, te espero.

Gracias hermano.

Ron Weasley.


Extrañado y curioso, guardo la carta y permitió a Pig quedarse allí mientras se calentara; cansado de estar acostado toda la mañana, se levantó, queriendo investigar que hacía el hombre de ojos negros y avisarle de su pronta marcha, aunque solo se iría por una horas, necesitaba avisarle.

Al bajar, no vio a nadie ni en la sala o cocina, por lo cual se dirigió a las habitaciones de los ancianos, esperando encontrarles allí; no se equivocó porque mientras que Severus leía un libro en una silla cercana a la cama de los mayores, Sofía hablaba en susurros con su madre y el patriarca de los Snape miraba abstraídamente la puerta, donde justo acabada de cruzar; dando una sonrisa de disculpa, como sintiendo vergüenza de entrar sin permiso, se acercó a Severus, quien al verle, bajo el libro y se concentro en observarle.

—Severus, tengo que ir a Londres mágico, necesito hablar con Ron, algo muy extraño está pasando, espero que mi ausencia no sea algún problema para ti. –sugirió buscando saber si eso disgustaba a Severus.

—Si tus amigos te necesitan es mejor que vayas, ¿Volverás esta noche? –Preguntó sin evitar sentirse molesto porque esos dos Gryffindor robaran la atención de Harry.

—Si, claro, solo me aseguraré que está bien, me parece que algo le pasa, yo… Volveré lo prometo. –inclinándose para dejar un beso en las mejillas del hombre, pero para su fortuna, éste fue más rápido atrapando sus labios, como marcando su territorio de cualquiera que le hiciera sentir amenazado.

Al separarse Harry dio una sonrisa picarona, y se despidió de los demás presentes.

>>—Nos vemos, no se preocupen estaré bien. –haciendo un gesto de adiós con la mano.

Lo último que alcanzo a oír fue la voz de Sofía diciéndole que se cuidara; asintiendo salió a las calle, donde el frío era abrumador.



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Tuvo que esperar un rato a que el pelirrojo apareciera, éste se tomó su tiempo, pidiendo unas cervezas y esperando que les sirvieran, tomando el primer trago y suspirando distraídamente; Harry tuvo la certeza de que allí pasaba algo.

Pronto el muchacho le saludó.

—Me alegra que vinieras, tengo mucho que contarte. –inició la conversación torpemente el pelirrojo.

Harry miro su reloj y respondió.

—Y solo tengo hasta las ocho para escucharte, así que empieza; aunque ¿Me marcho dos días y tienes mucho que contarme? –preguntó casi irónicamente.

—jaja… Definitivamente has copiado el sarcasmo de Snape, ¿se llevan bien? Ya lo tienes comiendo de tu mano, porque digas lo que digas, creo que toda tu ayuda, era para poder enamorarlo; aunque el patán no lo merezca, porque sabemos como te destrozó el corazón hace años, aunque no fuera intencionalmente, claro. –mostrándose indignado ante la actitud presurosa de Harry.

Harry bufó replicando.

—Si, somos novios –avergonzándose en un momento fugaz- él si hizo intencional esa declaración en séptimo año, quería que me alejara de él, porque, creo que le tiene miedo al amor, y ahora yo también, pero ese no es el caso y no me atrajiste aquí para que te contara mis dos días con Snape. –recobrando su actitud seria de siempre.

El pelirrojo bajó la mirada y reconoció.

—No, pero me alegro por ti amigo, merlín sabe que ni con Hermione te quitaste el grasiento de la cabeza y no entiendo porque; ella es maravillosa. –Suspirando enamorado.

Harry abrió la boca, exclamando.

— ¡Por Merlín y toda su raza! Esta a una semana de casarte con Fleur Delacour y me dices que Hermione es maravillosa, ¿Sabes cuanto tiempo conoces a Hermione? Años…Y justo ahora, cuando estas a punto de pisar el altar, te das cuenta que la amas. –mostrándose indignado por el comportamiento de su amigo, hay que pensaba que aunque Fleur no fuera un ejemplo de sencillez era una buena mujer que no merecía ese desplante.

—Harry lo siento, yo antes lo sabía, pero Hermione estaba contigo y ahora, en el ministerio hemos estado hablando; nos besamos –reconoció sonrojado- sabemos que esa atracción es algo que siempre ha estado allí latente, no quiero hacer sufrir a Fleur, pero si me caso con ella, nunca seremos completamente felices, porque esa pasión que genera el amor, esa que cualquier momento lo hace especial, hace falta entre los dos. ¿Entiendes? –quiso saber, mirando a su casi hermano.

Harry se pasó una mano por el cabello y asintió para luego apoyarle con palabras.

—Si es lo que siempre has querido, entonces está bien, pero no lastimes a Fleur porque es una gran mujer y en cuanto a mí y Hermione, si ella te gustaba tanto, debiste decírmelo –anunció, sintiéndose culpable- Ella me gustaba y la quería mucho, pero siempre supe que lo nuestro no podía pasar a ser más, porque yo no la amaba, si hubiera sabido tus sentimientos, entonces, te hubiera dado paso, porque, aunque Hermione me importa tanto como tú, siempre supe que ella solo sería feliz contigo. –explicó palmeando los hombros de Ronald en signo de amistad.

Ron volvió a tomar un trago de su bebida para luego contestarle a Harry.

—Ella te quería, te adoraba, estaba obsesionada contigo, desde 7 año, cuando supo que estabas enamorado de Snape, eso le destrozó el alma y lo sabía, así que al saber que le diste una oportunidad lo menos que deseaba era echarle a perder la felicidad, al menos tengo el consuelo, que ella misma dejó de quererte, sin presiones ni terceros de por medio. –sonriéndole a Harry como orgulloso.

El ojiverde acabó la bebida, diciéndole.

—Lo siento, parece que solo he traído problemas a su vida, me gustaría que muchas cosas fueran distintas, para empezar, me gustaría haber tenido el valor de enfrentarme a Severus y haber confesado mis sentimientos, aún cuando escuché esa terrible conversación.

—Harry, tú lo único malo que has hecho es tardar de derrotar a Voldemort, créeme, sin embargo, lo derrotaste y por eso, todos te debemos mucho, tuvimos una oportunidad solo gracias a ti.

—Gracias, Ron. –sintiéndose mejor de ánimos con esas palabras por parte de su amigo pelirrojo.

—Para eso estamos, siempre Harry. –dedicando la última sonrisa de la noche para con su amigo.



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Al llegar a la casa, Severus le estaba esperando en su sillón y sin decir nada le tomó el brazo y le instó a salir de nuevo, esta vez siendo él quien guiaba al muchacho. Pronto estuvieron en la calle, sintiendo el frío entrar en sus cuerpos, pero poco a Severus parecía importarle, porque, siguió adelante, hasta que en un oscuro abrazó a Harry y desaparecieron.

El ojiverde reconoció la calle enseguida, cuando vio el lugar donde habían aparecido de la nada, estaban en Grimmauld Place o mejor dicho frente a él. Harry comprendió, sacando las llaves de su casa, dejó pasar a Severus quien entro como un vendaval, sin mediar palabra.

Al entrar y situarse frente al hombre quien estaba sentado en el sofá, no consiguió abrir la boca, para ver a Severus levantándose y agarrándole de las manos, arrastrándolo hacia arriba, ya totalmente confuso, le siguió sin protestar.

El hombre se detuvo en la habitación de Harry y encarándole le dijo.

—Bésame. –era más una orden, clara y concisa como solía hacerlo cuando era su maestro.

— ¿Cómo? –pregunto Harry, sintiendo como Snape se acercaba.

Extrañado, pero sin duda alguna, complacido, cerró el espacio, juntando sus labios, besándole apasionadamente. El hombre abrió la puerta de la habitación, sin miramientos estrechando el cuerpo musculoso y fuerte de Harry.

Al tropezar con la cama, Harry cayó y Snape con él, pronto el ojiverde retomó la iniciativa, sentándose en horcajadas sobre Severus devorando la piel del cuello y los hombros, buscando desesperadamente sacar la molesta camisa negra que empezaba a ser un estorbo.

Severus por su parte luchaba por sacar el suéter del moreno, muchas veces bufando de frustración al ver que Harry en su propia tarea no se dejaba. Ya cansado de eso, saco la varita de su pantalón y con un simple hechizo les dejo desnudo a ambos. Harry se sorprendió, pero pronto, siguió su tarea, comiéndose a besos los pezones del mayor, arrancando placenteros gemidos y tocando inexploradas partes.

El pocionista se deleitaba con sentir el suave cuerpo sobre él, acariciándole y tocándole, además, traviesamente su mano se desviaba desde la espalda al respingón trasero de Harry.

Pronto el moreno inicio un roce de cuerpos, haciéndoles temblar de placer y perder el control de sus actos racionales. Harry empezó a chupar y morder cuanto se encontraba, deleitándose un buen rato con el hundido ombligo y después saboreando lentamente una parte más privada de su amante; haciendo que Severus solo hablara con gemidos e incoherencias que no entendía pero poco le importaba.

Harry también fue presa de las manos ágiles del ojinegro, quien constantemente le tocaba y al sentir su erección, se concentro en masturbarle al ritmo más lento que pudo habérsele ocurrido, era placentero, porque de hecho eso le motivaba a seguir adelante.

Aun con el ritmo lento de caricias y sus atenciones desviadas al cuerpo más grande, supo que pronto se vendría de seguir ese juego cargado de sensualidad, por lo cual, levantándose un momento fue por busca de lubricante, escuchando el gemido de protesta de Severus, pero este al verle de vuelta con algo se dio por aludido y asombrándole fue él quien se volteó ofreciéndose de voluntario.

Harry le acomodó las caderas con una almohadas, dejándolo expuesto y listo para ser preparado, untando el líquido en sus dedos, poco a poco fue dilatándolo, hasta que supo que estaba preparado.

Dejando el lubricante a un lado, se posicionó, pero distrajo a su amante, dejando tibios besos en su espalda, como tranquilizándole, pero al ver el rostro relajado y casi tranquilo de Severus, supo que debía hacerlo ya, por lo cual lentamente se fue introduciendo en su amado.

Al acabar, observo a Severus, aunque si bien mostraba una expresión de molestia, no parecía sentir algo más grave, tranquilo, volvió a salir y embistió certeramente en su próstata.

Severus se aferró a las sabanas soltando un gemido que ocasionó que el vello de Harry se erizara, buscando escuchar más ruidos placenteros como ese.

Pronto el ritmo se convirtió en algo frenético, ambos moviéndose contra el otro deseando llegar al orgasmo, sintiendo espasmos recorrerle por el cuerpo, casi desmayándose solo por la cercanía y unión de sus cuerpos.

Severus fue el primero en gritar disfrutando su delicioso orgasmo, haciendo que Harry se viniera al instante de solo escucharle gemir extasiado, después de dejar su semilla en Severus, salió del tibio lugar para caer satisfecho junto al hombre, quien intentaba controlar su respiración agitada.

Harry cubrió sus cuerpos con las sabanas, acercándose para abrazar al hombre que le volvía loco, éste sorprendentemente estaba llorando; impresionado preguntó.

— ¿Estás bien Severus? ¿Te hice daño? –mostrándose temeroso a cualquier reacción por parte del ojinegro.

El mayor le miró a los ojos y aseguró.

—No, no me lastimaste, es solo que. Mi padre murió, Harry, cuando llegaste acababa de ocurrir. –limpiándose molesto consigo mismo las lágrimas de su rostro.

—Lo lamento. –solo pudo susurrar Harry en medio de la total confusión.

—Es increíble. –confesó Severus mirando la oscura habitación.- que aún siendo como fue, me siento triste por su partida, pero me hace bien estar contigo, porque, me haces sentir parte de ti, es como si, a pesar de esa pérdida, aún hubiera mucho futuro para mí. –intento explicarse vanamente.

—Lo hay y yo voy a dártelo. –abrazando al mayor y dejando caer un beso en sus labios, mirándole en la oscuridad de la habitación, asegurándose de consolarle, pero sobre todo de cuidarle.


Capitulo 6
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La vida con Snape. Capitulo 5. Uno se va uno se queda
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