Flash Black
Sólo habían pasado dos días desde que escuchó la terrible confesión del engreído, cabeza hueca y por lo visto hormonalmente inestable de Potter y ya se aterraba de encontrárselo en los pasillos, no es que, le “temiera” lo que le asustaba es que fuera a confesar esas locuras en medio del gran comedor, su vida ya era una mierda sin necesidad del que el niño de oro se atravesara.
Debía pensar en algo para hacer que el muchacho definitivamente sacara esas absurdas ideas de su mente; así que tuvo que recurrir a la ayuda de la única persona que no se reiría de él. Draco Malfoy.
Después de soportar por media hora la mirada de incredulidad del rubio y sus comentarios “Sarcásticos” el muchacho se ofreció haberle pasar a Potter el peor momento de su vida; con ayuda de Blaise, no es que destruir la esperanzas del muchacho fuera algo que le hiciera feliz, porque el “tonto enamoramiento” de Potter, le hacía sentirse halagado, como nunca antes, pero, era mejor que el joven, fijara mejor sus objetivos, al ser tan joven, equivocarse era fácil; además, no podría sentir más que ¿cariño? Por el muchacho.
Esa noche, cuando Blaise les dio la señal el rubio empezó hablar.
—He visto a Potter muy raro últimamente, ¿crees que se trate de algo tenebroso? –preguntó sin querer hacer notar que lo estuvo ensayando.
—Adolescentes, todos están locos, además de Potter nada me parece raro, lo ves, chiquito, menudo, y totalmente inestable, digno hijo de James Potter, nunca dejaré de aborrecerle por ser tan míseramente parecidos, hasta, los dos se producen la misma sensación de arcadas con su presencia, solo que siendo Potter tan poco atractivo el padre era más “aguantable” a la mirada. –buscando que sus palabras sonaran lo más hiriente posible.
Fue cuando alguien tosió y vieron que Blaise venía con un Potter totalmente pasmado atrás, éste les mirada con incredulidad y una reflejo de tristeza, pero fue por un momento fugaz, porque luego, el muchacho preguntó secamente.
— ¿Me mandó a llamar, señor? –haciendo lo posible para que su voz sonara normal.
—Si Potter, quiero que le entregue esto a la jefa de su casa, para mí es imposible porque ahora mismo el señor Malfoy va ayudarme hacer pociones para almacén de la enfermería, agradecería su colaboración.
El ojiverde miró el frasco y agarrándolo duro, aseguró mirando los ojos de Snape.
—Siempre a su orden, señor. –caminando de vuelta rápidamente, era obvio que deseaba desaparecer.
Severus bajó la mirada, culpable, por más que Potter no fuera de su total agrado, había sido un monstruo, solo por miedo a querer.
Fin Flash Black
Al darse cuenta que Harry estaba de vuelta pudo notar que el joven, ya venía duchado, solo le cubría su fina toalla en la cintura, lo más adorable era que el joven estaba como si no estuviera nadie frente a él, caminando por la habitación buscando su ropa. Dando una sonrisa pensó que darle una oportunidad a Potter, se sentía mejor que rechazarlo, esperaba poder lograr algún día, amarlo o al menos, estar muy cerca de ese paso.
Ambos bajaron listos, a desayunar, allí estaban Sofía, quien servía la comida, Eileen, quien hablaba pausadamente y con esfuerzo a su esposo, el hombre, que se sentaba en el pie de la mesa y se veía francamente demacrado.
Los ojos del hombre lucían opacos y sin vida, estaba blanco con muestras de haber dormido muy poco y su constante tos, les preocupó a todos. Eileen, aunque parecía estar consiente de eso, no prestaba atención, vivía la mañana como si fuera común y corriente, tratando de hacer reír y hablar a su marido lo más posible, el ojiverde casi siente envidia de la situación, de no ser porque Severus miraba con odio mal disimulado al hombre; aunque en el fondo Harry pensaba que Snape no quería verle morir.
Esa mañana pasó en tranquilidad; Harry aprovechó la tranquilidad de la tarde para trabajar en su computadora portátil, tenía muchas investigaciones pendientes, y aunque estuviera en vacaciones, algún día debía ponerse al corriente.
Eran aproximadamente las tres, Severus entró al despacho y pudo ver la escena más extraña del mundo su madre estaba sentada junto a Tobías, éste miraba las fotos como recordando; mientras ella describía los buenos momentos; justo uno le llamó la atención.
—Recuerdas cuando Severus aprendió a caminar, recuerdo que lo cargaste emocionado, diciendo lo orgulloso que estabas de tu pequeño campeón… -mirando la foto donde aparecía un niño menudo de ojos negros relucientes, abrazando a su padre. -A veces desearía que no existiera la magia. –mostrándose dolida consigo misma por hacer ese comentario.
El hombre le besó en las manos, mientras se excusaba.
—No quiero morir pensando que hice a mi esposa odiar lo que más amaba de sí misma, es cierto que me parece “repugnante” menos en ti, porque aprendiste aceptarme y a estar a mi lado, aún con mis ideas, mis errores, hasta algunos maltratos, pero me hiciste ver que aunque tengas esa “magia” corriendo en tu ser, la dejarías a un lado por hacerme feliz, no puede ser tan mala esa magia; no creo que pueda cambiar ahora y menos ser feliz por saber a mis hijos contaminados con poderes.
>>—Pero al menos, puedo mirarlos a los ojos y hacerles saber que los amo, de una forma muy antinatural y destructiva los amo, hubiera querido poder quitarle ese germen maligno en que se convirtió la magia en nuestra familia y darles todo mi amor, ese que, tan celosamente, siempre he reservado en mi corazón, pero ya no es posible, solo espero, que algún día dejen de odiarme tanto y vean que solo soy un viejo al que, cambiar de ideas, era cambiar de vida y yo elegí esta vida contigo, voy a morir feliz. –explicó lentamente a su mujer, al acabar tosió un poco, mostrado el esfuerzo realizado.
Eileen besó la frente de su marido, ayudándolo a toser más tranquilamente, ella aseguró.
—Yo también he sido feliz, aunque sufrí con la ausencia de mis hijos, ver lo que son ahora, lo que solos han logrado tener, me hace sentirme feliz y saber que traje a dos pequeños ángeles al mundo y eso fue lo mejor que pude hacer. –terminó sintiéndose un poco hiperventilada, pero feliz, llorando en el hombro de su esposo.
Severus cerró la puerta silenciosamente, era mejor dejarles hablar, recordar y despedirse a su antojo.
Al llegar a la sala vio que Harry tecleaba rápidamente en su aparato electrónico, sentándose a su lado, colocó la cabeza en su hombro, cerrando los ojos, deseaba quedarse así, en silencio y tranquilo junto a Harry.
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Fue de noche cuando Harry le alentó a despertar de su hombro, extrañado el muchacho le dijo.
— ¿Salimos un rato? –preguntó mostrándose satisfecho de su trabajo.
El hombre reponiéndose del sueño, quiso saber.
— ¿A dónde iremos? –sin dejar de considerar que irse por allí y dejar a sus padres enfermos, era desconsiderado.
El muchacho dio una sonrisa encantadora y respondió.
—Iremos a tomar algo en un lugar tranquilo. –sin dejar su sonrisa a un lado, se levantó.
Severus también se levantó, ambos caminaron hacia la puerta, saliendo sin hacer ruido, afuera la calle estaba llena de niños jugando; Severus extrañamente sintió una candidez, porque ver esas pequeñas criaturas jugando inocentes era como ver la esperanza. Siguiendo a Harry, cuando estuvieron en un lugar lo suficiente oscuro, desaparecieron.
Al aparecer Severus se maravilló al ver que estaban en Hogsmeade; extrañamente eso le hizo rememorar sus tiempos en Hogwarts, cuando en las noches se escapaba para tomar algo ligero en la tres escobas; pero en estos tiempos donde para todo el mundo él era un vil asesino, no estaba seguro de querer entrar a ese lugar.
Al parecer Harry tenía ideas contrarias, porque pese a todo le tomó de la mano y se mantuvo en esa posición durante toda la caminata hasta el local, ni siquiera cuando entraron y estuvieron ante la vista de todos le soltó, solo hasta que estuvieron en la mesa cómodamente sentados con sus cervezas en frente.
El ojiverde tomo un poco de su bebida y dijo.
—Su hermana es una gran persona, me ha comentado que vive en Bulgaria, tiene allí a su esposo, al parecer su marido trabaja en el departamento de aurores, ella sabe que soy Harry Potter, cuando me pregunto sobre “nuestra” relación, no supe que decirle, menos mal que Tobías llegó para salvarme, supongo buscara reiniciar esa conversación no quiero desilusionarla; espero que no le moleste. –mirando a través del cristal a la gente pasar.
—No Harry, esta bien, me molestaría si le quebraras las esperanzas; puedes tutearme. –concedió apreciándole lo más conveniente.
El muchacho río y aseguró.
—Lo sé, pero me gusta decirte Snape, pero lo intentaré, Severus. –recalcando su nombre, para Severus se escuchó perfecto en sus labios, no podía esperar algo mejor.
El hombre bebió su cerveza y tomando la mano de Harry la miró, delineando esas marcas que todo ser humano ostentaba y pocos prestaban verdadera atención.
—Mi hermana, Sofía, suele leer el futuro en las líneas de la mano, nunca he creído en eso, una vez me dijo que sería padre y aun estoy esperando ese hijo, pero con las demás personas, siempre ha acertado. –mostrándose orgulloso al nombrar a Sofía.
Harry miro su mano mientras le respondía.
—Lo comprobé hoy, intentó hacerlo, pero su madre llegó a rescatarme justo a tiempo, no estoy seguro de querer saber mi futuro a boca de otro, prefiero vivirlo. –mostrándose seguro al decir esas palabras.
—Completamente de acuerdo- aseguró, terminando su bebida.
Harry también la acabó y caminando a cancelar la cuenta, vio como Severus se levantaba y caminaba hacia la salida.
Cuando estuvo afuera de nuevo, con el inclemente frío y la nieve golpeando en su rostro, se sintió de maravillas al ser rodeado por unos fuertes brazos que le guiaron por donde caminar seguro; al cabo de un rato, estuvieron frente a uno de las orillas del lago, protegidos por los largos y frondosos arbustos que impedían el paso de la nieve, aunque el frío arreciaba más duramente que nunca, por lo que Harry no deshizo el abrazo.
Una vez frente a las oscuras aguas, en gran parte congeladas, Severus se agachó, sentándose tranquilamente a contemplarlas, Harry le imitó, esta vez siendo él quien puso su cabeza en el hombro del mayor, pero rodeándole duramente con sus brazos, como temiendo perderlo.
Severus sin apartar la vista del lago, susurró lo suficiente audible para que Harry le escuchara.
—A veces me siento como esas aguas, tranquilo, pero lleno de oscuridad, es como si supiera que cuando la gente me observa, siente escalofríos y deseara que me marchara, que estuviera muerto, o que no existiera, y en otros momentos, no entiendo mis sentimientos, porque a la vez desearía formar parte de algo. –mirando a Harry a los ojos, como asustado de que su reacción fuera huir.
—Si no te sintieras así, no serías humano; pero –tocando con sus dedos las mejillas y el cuello del hombre- ahora estás conmigo, somos dos, no somos nada. –mostrando un encantador brillo en la mirada que le hizo sentirse avergonzado de ser presa de esa admiración.
Harry se inclinó y depositó un beso en el cuello del hombre, fue un sutil gesto, pero el grado de sensualidad impreso en él, le dejó extasiado por un momento, queriendo sentir más, pero resignando vio como Harry se levantaba y decía.
—Vamos a casa. –tendiéndole la mano para guiarlo.
—Si, vamos. –respondió, envolviéndose en un renovado abrazo con el joven, aunque el frío seguía siendo fuerte y la nieve más fría que antes, el calor de sus cuerpos era lo único que importaba.
Notita: Las poesias no son mias, me enamore de ellas "googleando" espero que no molesten aqui.
Capitulo 5