alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241684 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: The Blesséd Boy. Capítulo 10. En el cambio de la estación Sáb Mar 13, 2010 6:53 pm | |
| Harry había estado ocupado tanto en su sala de trabajo como en la biblioteca. Su maestro le había asignado averiguar la historia de las pociones de longevidad que habían sido creadas en el pasado. Pronto, se dio cuenta de la razón para que las clasificaran como oscuras y no fueran aprobadas por el mundo mágico en general.
Para extender la vida de una persona, el poder debía ser tomado de otra fuente, robándolo incluso de ser necesario. La otra fuente no tenía que ser obligatoriamente humana, pero la mayoría de los magos oscuros que habían trabajado en pociones de longevidad, habían preferido utilizar fuentes de origen humano. Esto facilitaba la producción de la poción, y evitaba el riesgo de rechazo por el cruce de especies. La poción tomaba la fuerza vital del donante —muchas donaciones habían sido hechas en contra de la voluntad del afectado— e involucraba ingredientes estabilizadores para mantener la fuerza vital hasta que la poción fuera ingerida.
La sustancia más común para la donación era la sangre. Unos pocos investigadores habían usado el semen, con poco éxito, o intentado con cabello, piel o saliva, pero siempre habían fallado. La sangre menstrual de las mujeres también funcionaba, pero como estaba diluida con mucosidad y otros fluidos, tampoco era la favorita. Sin embargo, tenía la ventaja de que fluía naturalmente y no dañaba al donante, por lo que era una fuente que se había utilizado muchas veces. Cuanto más joven y sano fuera el donante, más fuerte era la fuerza vital extraída de su sangre, y relativamente menor la cantidad que se necesitaba, pero aún así se requería una gran cantidad para extraer una pequeña proporción de fuerza vital.
Harry cerró Highland Grimoire* y se estremeció. Severus no estaría planeando usar sangre, ¿verdad? ¿Pero qué otra cosa podría funcionar para extraer la fuerza vital? Todo eso le parecía muy oscuro y regresó a su sala de trabajo con una desagradable sensación.
—¿Trataste de hacer una poción de longevidad antes, Maestro?
Severus alzó la vista de las hojas de Heliotropo** que estaba examinando, eligiendo las mejores de esas hojas extremadamente grandes. Heliotropo tenía reputación de ser usada para embalar la mantequilla en tiempos antiguos, de allí su nombre***.
—He estado investigando este grupo de pociones hace tiempo, Harry. El Filtro del Bienestar es simplemente el primer paso para mejorar la salud. Es innecesario decir que la poción de longevidad sería el más extremo.
—Pero utiliza sangre, ¿verdad?
—La sangre es lo mejor, sí.
—¿Utilizas sangre menstrual? —se sentía realmente extraño al preguntar eso, pero sólo era un ingrediente de pociones.
—No. No dudo que nuestras damas se ofrecerían gustosas a suministrarme lo que necesito, pero es más fácil utilizar mi propia sangre para mis experimentos. La cantidad necesaria es pequeña. La producción, por el contrario, sería algo diferente.
—Entonces, no puedes hacer esa poción como producción. Se necesitaría mucha sangre, Maestro.
—De hecho. ¿Acaso dije que la pensara hacer para comencializarla? No. Será para el uso de la Comunidad, Harry. Algunos de nuestros miembros están envejeciendo.
Harry pensó en George y Richeldis, y entendió el porqué su maestro estaba preocupado. Eran personas hábiles… personas encantadoras… y él ciertamente quería que tuvieran una larga vida. Comenzó a sentirse algo mejor respecto a la investigación.
>>Siendo una cantidad tan pequeña de poción, los miembros más jóvenes de la comunidad podrán donar sin ser lastimados. Y yo me incluyo en eso, por supuesto. Recientemente, inicié un experimento utilizando unas plantas recién descubiertas en el Amazonas como ingrediente conductor, y tengo la esperanza de que también fortalezcan la poción. Las oportunidades presentadas por tal afluencia de nuevos ingredientes harán muy emocionante ser investigador de Pociones. Ve al cajón que está detrás de mí, está el nuevo lote de plantas que acabo de recibir.
Así, una nueva tarea y objetivo de investigación se abría ante Harry, y, nuevamente, el tiempo se deslizó rápidamente en tanto él aprendía con avidez
20 de Septiembre de 1998
Querido Neville
Es genial que estés disfrutando tanto como yo. La profesora Sprout siempre estuvo encariñada contigo… (¡Sólo bromeo!)
Estoy empezando a aprender cómo crear nuevas fórmulas, y es fascinante. ¡No sería capaz de decirte cuánto en una carta porque se convertiría en un ensayo!
Sería genial si pudieras volver a visitar Eigg; ¿la profesora Sprout tiene planes para el año que viene? O antes, sería mejor…
A Hedwig le encanta estar aquí, nunca la he visto mejor. No tiene mucho trabajo en estos días, excepto cuando va a Hogwarts, contigo.
Mañana será un día importante; es el equinoccio de otoño, y el maestro Snape me dijo que voy a formar parte de los ritos especiales. No sé lo que va a suceder, pero tengo lista mi botella del mago. ¿Has oído hablar de ello? Todo el mundo ha escuchado sobre botellas de bruja, pero esto está ligado a magia masculina. No voy a escribirte sobre eso; la verdad es que me da algo de vergüenza. Pero me pregunto si tú conocerás lo concerniente a magia de la tierra; la profesora Sprout debe saber de qué se trata…
Sonrió para sí mismo; estaba siendo travieso. Si Neville le preguntaba a la profesora Sprout, la lección resultante podría ser más de lo que estuviera esperando.
Lo único malo es la asistente del maestro Snape, Scylla Darke. No sé si la recordarás; es una bruja flaca de cabello oscuro, que no habla mucho. Cuando me habla —si el maestro Snape no está cerca— es muy insidiosa. Ahora que lo pienso, en cierto modo parece una versión femenina de Draco. No tengo que trabajar mucho con ella, gracias a Merlín. Supongo que siempre hay alguien que no se lleva bien con uno, dondequiera que esté. Y tú aún tienes que lidiar con Peerves, así que voy a dejar de quejarme. Al menos, esto es distinto de la escuela; allí sólo había una persona —tú— que se llevaba bien conmigo.
He obtenido un buen bronceado este verano, de tanto nadar en el estanque de peces. Bueno, es como un pequeño lago... ¡No vayas a pensar que es algo ornamental, con nenúfares y una fuente! Y, al parecer, mis músculos han dejado de crecer, de lo cual me alegro. ¡Estaba empezando a verme cuadrado! El maestro Snape dice que me veo bien, apenas lo suficiente como para mover sus calderos.
Bien, es todo por ahora. Contéstame y en la próxima carta cuéntame si sabes cómo son los ritos.
Cariños
Harry
Dobló la carta; la enviaría al día siguiente, antes del desayuno. Estaba escribiendo en la cama, pues Severus le había dicho que esa noche no iría a visitarle.
—Necesitamos una buena noche de sueño, Harry —le había dicho con una mirada significativa—. Y debemos conservar nuestra esencia para mañana. Tu botella deberá está sellada con un hechizo y lista para el rito. Reuniré a todo el grupo después del desayuno. Duerme bien.
Después del desayuno, Harry se sentó en la pequeña salita junto con los otros hombres que habían sido citados allí por el Maestro. El pequeño grupo estaba conformado por el propio Harry, el maestro Snape, Josiah, Jolyon y Danyel.
—Para beneficio de Harry, explicaré la composición de este grupo —comenzó Severus. Había notado la sorpresa de Harry ante los nombres que había llamado luego del desayuno—. Sólo magos pueden tomar parte, por lo que Argus queda excluido. George es demasiado viejo para acompañarnos, tanto por la caminata como para los ritos de protección, y Harry es un bienvenido reemplazo. Danyel no está entrenado, pero dado que es mago y posee su propio poder, puede contribuir tan bien como cualquiera de nosotros —hizo una breve pausa—. Y dado que ya todo está explicado, comencemos. ¿Confío en que todos tienen sus botellas? —cuatro cabezas asintieron y el hombre ordenó—: Síganme.
El grupo atravesó la cocina, encaminándose hacia la salida. Los demás miembros de la Comunidad, que continuaban allí reunidos, aplaudieron al tiempo que ellos pasaban. Harry se ruborizó; aunque no tenía idea de lo que iban a hacer más tarde, el peso de su botella contra su muslo parecía muy importante.
Miranda detuvo al maestro Snape.
—Aquí tienes el almuerzo, Maestro —dijo, entregándole una cesta.
Severus la tomó, y con un rápido hechizo la encogió y la guardó en su túnica.
—Gracias, Miranda —le sonrió, y ella asintió, feliz.
Severus continuó instruyendo a Harry mientras bordeaban el edificio.
—Los ritos de otoño comienzan y terminan en la Piedra del Oeste, donde ejecutaremos la ceremonia de la botella. Además, recorreremos los límites de la Comunidad, a lo largo de las protecciones, y haremos una invocación en cada una de las piedras. Eso fortalecerá las fronteras para la próxima estación.
Siguieron caminando, tomando el sendero que conducía hacia la granja, y de allí a la Piedra del Oeste. Ésta estaba rodeada de una cerca, y se veía muy similar a la Piedra del Sur, que Harry ya conocía de sus viajes al pueblo. Una vez se acercaron lo suficiente, pudo distinguir una entrada, que traspasaron para quedar frente a la cara occidental de una enorme piedra de granito, que yacía sobre el terreno. En su base se observaba un canal que bajaba hacia la tierra, pero demasiado pequeño para que pudiera ser atravesado. Harry quería preguntar qué era eso, pero Severus y los demás se habían alineado frente a la piedra con las manos extendidas. El Maestro habló:
—Guardián del Oeste, símbolo del otoño y de la riqueza de la cosecha, te ofrecemos nuestras alabanzas y agradecimientos.
Harry se unió a ellos, dándose cuenta que todos repetían las palabras de Severus. Cuando finalizaron, el jefe de la Comunidad se inclinó hacia la piedra y los demás le imitaron. Al final, cerró su capa alrededor de su cuerpo y les condujo fuera del cercado.
Harry siguió al grupo, preguntándose si eso era todo lo que iba a pasar. ¿En dónde encajaba la botella?
El aire era frío, el viento rápido, el tipo de clima que se solía encontrar en el equinoccio, que era conocido como la estación de las tormentas. Harry había imitado a su maestro, llevando su capa, y se sentía bastante alegre por ello, al ver que el terreno subía mientras caminaban a lo largo del borde del campo que conducía hacia las laderas del An Sgurr. Podía sentir que las protecciones se erigían a su izquierda. El camino que seguían no era largo, pero sí marcado. También se alegró de estar vistiendo sus botas de marcha, pues el terreno estaba húmedo por las lluvias recientes, y las rocas, bastante superficiales, amenazaban con doblarle el tobillo al menor descuido.
Después de caminar un rato —Harry no tenía idea de cuánto— alzó la vista y notó que el pico frente a él se veía mucho más próximo. Debían estar cerca del límite norte de las tierras de la Comunidad. El campo estaba terminando para ser sucedido por un área de matorrales, donde pastaban las ovejas marrones.
Jolyon notó que Harry observaba el rebaño.
—Las llevaré a los pastizales de invierno el mes que viene. Dejémoslas vagabundear mientras puedan.
—Como nosotros, Pa —dijo Danyel, sonriendo—. Vamos a vagabundear hoy.
—Yo no había subido hasta aquí —admitió Harry.
—No hay razón para hacerlo, chaval. Aquí no hay nada excepto pastizales y la Piedra del Norte. La verás cuatro veces al año, y, seguramente, eso será suficiente.
—Allí es —informó Josiah, señalando a su derecha, y Harry vislumbró por primera vez la Piedra del Norte.
Esta piedra era distinta de las dos que ya había visto; aunque estaba rodeada de una cerca, y era de granito, era más oscura y pesada.
—Debe haber requerido bastante esfuerzo moverla hasta aquí —reflexionó, asombrado.
—La piedra ya estaba allí —aclaró Severus, girando la cabeza hacia sus seguidores—. Es la única de las piedras que conforman nuestras protecciones, que es original. Creo que, probablemente, fue colocada ahí por el propio Merlín, y me gusta pensar que marcaba una de sus propias protecciones; aunque, por supuesto, eso es algo de lo que no tengo pruebas. La piedra de la profecía que ahora está en el Centro Patrimonial también fue una de sus piedras de marcaje, pero marcaba un lugar ubicado lejos, al este de nuestro territorio. Era conocida por la gente mágica, pero no había sido conjurada durante siglos. Fue una casualidad el que un muggle la encontrara el siglo pasado, para que yo pudiera protegerla. Ésta marca el punto donde Merlín anunció la profecía del Muchacho Bendito.
El grupo se alineó dando la cara a la Piedra del Norte. Hacían frente a las montañas del norte, un potente símbolo de las direcciones más oscuras, adonde el sol nunca viajaba, cuando el maestro Snape expresó una nueva dedicatoria.
—Guardián del Norte, recordatorio del invierno y la oscuridad, te ofrecemos nuestra reverencia y temor.
Harry repitió las palabras de Severus y se inclinó, emulándole. Por alguna razón, se sentía reacio a salir de ese recinto; la Piedra del Norte parecía exigir su atención y no le sorprendió cuando Severus permaneció frente al oscuro monolito, luciendo profundamente ensimismado.
Finalmente, el Maestro dio la vuelta y todos le siguieron. Se encaminaron a través de los matorrales, siguiendo hacia donde el pasto era más verde.
—Aquí es donde las ovejas pastan en verano —le comentó Jolyon a Harry.
Danyel, como si recordara la presencia de Harry en el momento que su padre le habló, saltó hasta él y asió su mano, caminando a su lado como si fueran niños en su primer día de escuela. Ahora se dirigían al sur, y Harry podía ver los distantes edificios de la Comunidad más allá de los campos y las colmenas, que en la distancia lucían como pequeños frascos de pimienta. La trayectoria a lo largo de los pastos era un poco más cómoda que la orilla de los campos que habían recorrido antes; las ovejas habían mordisqueado estos a lo largo del verano. Harry podía sentir la inminente presencia de las montañas detrás de él y echo un vistazo por encima del hombro.
Avanzaron rápidamente; Severus estaba guiándoles con grandes zancadas. Parecía que había mucho terreno que recorrer. Giraron hacia el este y pudo ver la línea de muro seco más adelante, pero ni señal de la Piedra del Este.
Treparon por la pared de roca y encontraron que nuevamente estaban marchando por una penosa trayectoria a lo largo del campo. El borde del campo se curvó gradualmente en dirección sur, y Harry pensó que debían estar cerca de la Piedra del Este, y que podría verla un poco más adelante. A esas alturas, su estómago se sentía vacío; sentía como si hubieran transcurrido varias horas desde el desayuno, y probablemente así fuera. Esperaba que Miranda hubiera empaquetado mucha comida para los cinco.
Jolyon y Josiah charlaban interminablemente sobre las cosechas de la estación, y si este resultaría un buen año o sería simplemente regular. Severus caminaba a grandes zancadas en un silencio impresionante. Harry trotaba detrás, con Danyel. Le gustaba la compañía del chico porque ya no se sentía como un agregado al grupo, pero la mano de Danyel, a pesar de la fría temperatura de la tarde —seguramente, a esas alturas ya sería de tarde— era caliente y sudorosa.
Se decepcionó al descubrir que lo que él pensaba que era la Piedra del Este, sólo era otro muro seco. Trepó con los demás, riendo al ver a Danyel, que saltaba con la exuberancia y elasticidad de un cordero. Vio una línea gris adelante, que debía ser el cercado de la piedra. Dejó que Danyel volviera a tomar su mano y caminó con renovada determinación, pasando otro campo.
Para cuando se dio cuenta que la esperada piedra solamente era otro muro seco, su estómago estaba rugiendo.
—¿Realmente hay una Piedra del Este? —preguntó a Josiah, mientras trepaba el muro.
Cuando el hombre contestó, Harry deseó haberle preguntado a Jolyon. Josiah tenía una voz profunda y resonante, y, aparentemente, no era consciente de que su volumen era permanentemente alto.
—Oh, hay una Piedra del Este. Es el largo trayecto desde la Piedra del Norte lo que hace que te lo preguntes. Un chaval como tú debería poder hacerlo sin trabajo, creo. El viejo George logró hacerlo el año pasado… Aunque creo que casi lo remató.
Danyel soltó una risita ante eso, y Harry frunció el ceño, haciéndole saber que su risa era inapropiada esta vez.
Severus se detuvo y dio la vuelta; no lucía complacido.
—Ésta es una obligación que cumplimos por toda la Comunidad. Estamos reforzando las protecciones e involucrando a los espíritus de las estaciones y de la tierra. Incluso si el trayecto fuera el doble de largo, lo recorreríamos. Ahora, continuemos.
Y lo hicieron. Y Harry supo que era mejor no volver a preguntar ¿todavía no llegamos?
Una vez fuera de los campos, pasaron a través de un pasto agreste. No era fácil cruzarlo, pues el terreno era rocoso y desigual, y descendía todo el tiempo hacia la costa de la isla, pero Harry no se dio cuenta que el esfuerzo que estaban haciendo era parte del rito.
Y entonces la vio, y esta vez definitivamente era la piedra, pues la línea de cerca que la rodeaba era evidente. Siguió a los demás hasta el cercado, intentando mostrarse devoto. No quería que su maestro tuviera razón para regañarle nuevamente.
Severus repitió la invocación, diciendo esta vez:
—Guardián del Este, promesa de primavera y nueva vida, te ofrecemos nuestras alabanzas y humildes súplicas.
Se inclinaron con reverencia, pero Severus no se quedó más tiempo. Les condujo hacia una pequeña parcela donde se sentó con la espalda apoyada en la cerca, la capa rodeando su cuerpo. Sacó el paquete del almuerzo y lo regresó a su tamaño real.
Harry se sentó, agradecido, alegre de dar un rato de descanso a sus pies, y aún más feliz por la perspectiva de poder comer. Danyel y Jolyon no parecían cansados en absoluto, y Harry supuso que era debido a que el trabajo manual que hacían era fuerte. Josiah resoplaba un poco, y su cara estaba más colorada de lo habitual. Severus estaba quieto, sin hablar más que para dar instrucciones a sus seguidores.
Harry comió pan y mantequilla, y un pedazo enorme de queso, seguido por una manzana y una rebanada de pastel de zanahoria. Había más disponible en la cesta, y comió hasta que se sintió lleno y no logró tragar otro pedazo. De alguna manera, estaba seguro que lo necesitaría antes que llegara la cena. Bebieron sidra; Miranda había empacado cinco pequeñas botellas de barro. Dudó que fuera suficiente, pero pronto descubrió que tenían un hechizo que hacía que se rellenaran automáticamente. Comenzó a sentir más calor conforme el alcohol penetraba en su sistema, y estaba mucho más animado para caminar de lo que pensó que estaría.
Severus empacó una vez que todos dieron muestras de haber comido y bebido suficiente. Harry se sintió bastante triste cuando el maestro se aseguró de guardar las botellas de sidra lejos de la vista. Josiah también lucía bastante disgustado por el hecho.
—Una piedra más y regresaremos para el rito —dijo Severus, mientras emprendían su marcha.
—¡Estoy listo! —gritó Danyel, luciendo algo sobreexcitado. Harry se preguntó si su botella habría contenido sidra. Aunque la sidra no era muy fuerte, a Danyel no se le solía permitir tomar alcohol, pues le excitaba en demasía; pero quizás fuera parte del rito. Tomó nuevamente la mano Danyel, quien pareció serenarse.
Durante un rato continuaron hacia el sur, pero el camino a lo largo de las protecciones pronto torció hacia el oeste. Harry pudo ver la casa de huéspedes a la distancia, y sabía que la Piedra del Sur yacía justo detrás de ésta. No parecía demasiado lejos, comparado con el maratón que habían hecho desde la Piedra del Norte. De nuevo, la mayoría del viaje transcurrió a través de terreno agreste, pero cuando pasaron por detrás de la casa de huéspedes, empezaron a flanquear pastizales de invierno una vez más. La Piedra del Sur yacía justó detrás del sendero de entrada.
Harry se colocó frente a la piedra, mirando al sur.
—Guardián del Sur, recordatorio del verano y el triunfo del sol, te ofrecemos nuestras alabanzas y humildes agradecimientos.
Todos se inclinaron profundamente y se retiraron, conscientes de que para ese momento ya se habían inclinado ante las cuatro piedras. Harry se preguntó qué vendría ahora.
Pasaron el estanque de peces y Harry recordó el calor de verano, que se había ido de repente, dejando la isla sumida en un clima otoñal. Se estremeció ante el pensamiento de nadar ahora, y fue consciente de que pasaría mucho tiempo antes que pudiera disfrutar del siguiente verano. El estanque se terminaba, en tanto se acercaban al corral de Relámpago.
El semental gris relinchó como saludo, y las cabezas de todos los caballos se alzaron, antes de acercarse al trote para observar a los hombres que pasaban caminando. Harry recordó la ‘exhibición’ de Relámpago cuando visitó la isla con el grupo de la profesora Sprout. ¿Iba Relámpago a observar a Harry esta vez?
Giraron a la derecha en el extremo del corral, y al llegar a uno de los graneros, se encontraron ante la Piedra del Oeste una vez más. Severus les guió hasta el cercado. El estómago de Harry saltaba de nervios. Algo iba a pasar, y él esperaba lograr hacerlo —fuera lo que fuera— y oraba porque los demás no le observaran muy detenidamente.
Severus sacó su botella de mago de su bolsillo y se acercó a la piedra. Se arrodilló y abrió la botella.
—Fortalezco las protecciones de otoño, el poder del Oeste —salmodió, mientras derramaba el contenido en el canal que conducía al interior de la tierra, debajo de la piedra. Finalmente, susurró—: Vacuus —y una niebla plateada emergió de la botella y siguió hacía el hoyo, con al resto del contenido.
Se levantó y retrocedió, haciendo señas a Josiah para que se adelantara
Cuando llegó el turno de Danyel, el joven se arrodilló, con su botella lista, y Jolyon se inclinó junto a él para apoyarle en su invocación. Era breve y el joven la pronunció correctamente, aunque con una risita al final. Su padre ejecutó por él el hechizo de vaciado de la botella, y luego le ayudó a ponerse de pie. Danyel, sintiendo la aprobación de su papá, abrazó al rudo granjero.
Ahora era el turno de Harry. Se arrodilló con seguridad y ejecutó todo de manera fácil y correcta. Había esperado algo horrible, y se sintió aliviado al ver que esta magia masculina, esta Magia de la Tierra —debía ser eso— esa simple y se sentía cómoda.
Permanecieron allí por un rato, mirando la piedra. Harry podía sentir cómo sus libaciones eran aceptadas por la Tierra. Al final, el maestro Snape dio la vuelta y les condujo fuera, de regreso a su hogar.
Danyel abandonó a su padre y corrió hacia Harry.
—¡Tú tenías un montón! —exclamó. El aludido enrojeció, pero ninguno de los otros hombres pareció tomar mucho en cuenta al ingenuo muchacho—. Se siente bien conseguirlo, ¿verdad?
—Cállate ya, chico —gruñó Jolyon detrás de él.
—Está bien, señor Tadcaster —aseguró Harry.
Para Danyel, esto no significaba nada. Para él, la masturbación era como comer, una placentera función corporal. Harry dudaba que las emociones del muchacho estuvieran involucradas. Deseó que sus propias emociones no estuvieran tan absolutamente atadas. Observó la oscura figura que les llevaba de regreso a las edificaciones de la Comunidad, y suspiró. | |
|