La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Master Snape’s Community. Capítulo 6. Los placeres de la elaboración de pociones

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alisevv

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MensajeTema: Master Snape’s Community. Capítulo 6. Los placeres de la elaboración de pociones   Master Snape’s Community. Capítulo 6. Los placeres de la elaboración de pociones I_icon_minitimeDom Ene 24, 2010 10:40 pm

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Era una habitación oscura y claustrofóbica, con muy poco espacio para moverse. Todas las estanterías estaban repletas y todas las superficies parecían abarrotadas con el instrumental para el proceso de elaboración. El único espacio despejado estaba en la mesa central, que estaba iluminada por haces de luz que emergían de las cuatro esquinas de la habitación. Obviamente, habían sido creados mágicamente, dado que no había bombillos visibles, y la mesa iluminada, brillaba.

Los estantes llenaban las cuatro paredes de la habitación, sólo interrumpidos por el marco de la puerta. El recinto, al igual que la bodega, no tenía ventanas. En este caso, no era porque estuviera en el sótano, sino porque todo el espacio estaba dedicado a la preparación de pociones. Debajo de los estantes de cada pared estaban alineadas las despensas. En rejillas que colgaban del alto techo, se almacenaban ingredientes secos para preparar pociones e implementos. El cucharón más grande, un utensilio prodigioso que medía más de un metro de largo, colgaba de un gancho colocado justo a la altura correcta como para evitar ser golpeado por la cabeza de el más alto de los presentes, que era el maestro Snape. El resto de los implemento colgaban al mismo nivel, sus ganchos de variada longitud estaban indudablemente encantados para lograr que fueran accesibles sin ser molestos. Varillas para agitar de todos los tamaños, materiales y colores estaban colocadas en un estante que parecía un pequeño soporte de paraguas. Estaba posado encima de una de las despensas, junto con una fila de morteros y manos de mortero de diferentes tamaños.

Había varios espacios y estantes en el piso, dedicados al almacenaje de calderos. Allí había calderos de diferentes formas y colores, y con tamaños que variaban desde el de un huevo hasta el de una pequeña bañera redonda *. Harry pensó que, probablemente, allí había más calderos que en Slug & Jiggers, Suplementos del Boticario, en el Callejón Diagon. Algunas de las aleaciones de metales ni siquiera las conocía, pues tenían colores extraños.

—Como pueden ver, esta habitación está provista con una amplia gama de equipo e ingredientes. Esto me permite experimentar en el diseño de nuevas pociones, así como elaborar las que nos proveen el pan y la mantequilla, por así decirlo. Sé que todos ustedes son estudiantes que están al nivel de los EXTASIs, así que espero que estén muy conscientes de lo que están observando. Si algo no les resulta conocido, por favor, pregunten antes de tocarlo; estoy seguro que todos tienen claro lo que se acostumbra en este tipo de ambiente. Finalmente, espero que consigan algo que valga la pena de su viaje hasta aquí este fin de semana.

Harry deseaba preguntar algo, en parte porque estaba genuinamente interesado, y en parte porque deseaba que Snape le notara. Nunca examinó sus rezones para ese deseo, sólo sabía que era así.

—Por favor, maestro Snape, ¿podría explicar cómo diseña las nuevas pociones?

Los ojos del hombre se giraron y descansaron sobre Harry, quien sintió que era taladrado por su intensidad. Sintió que su rostro enrojecía y esperó que el Maestro no pensara que era un idiota sin remedio.

—Ésa es una buena pregunta… Harry, ¿cierto?

—Sí, señor.

—Es una combinación de experiencia, inspiración y suerte. Una cuestión de decir ‘si esto pasa, entonces puede resultar’ mientras estás trabajando. Ésa es una manera de hacerlo. Otro enfoque es comenzar con algo que deseas crear, elegir los que consideras que serán los ingredientes apropiados, y experimentar con diferentes combinaciones. A veces, las pociones pueden convertirse en algo predecible, así que ese enfoque puede funcionar, pero a veces haces combinaciones que producen efectos realmente extraños, que sólo pueden ser descubiertos por accidente o experimentación. Supongo que mi respuesta verdadera tiene que ser que no puedo decirte cómo diseño nuevas pociones. Simplemente, lo hago.

Snape sonrió, y Harry se sintió caldeado por su consideración. En ese momento, sentía como si fuera la única persona en la habitación con el maestro Snape, y tuvo que concentrarse en permanecer calmado, porque deseaba retorcerse de placer. Le correspondió la sonrisa al hombre oscuro.

—Gracias.

—¿Qué es este extraño objeto? ¡Nunca antes vi algo igual! —Draco arrastró las palabras mientras hablaba, desde algún punto detrás de Harry, y, repentinamente, la atmósfera de la habitación cambió marcadamente.

—¡No toque el equipo, muchacho tonto! —gritó Snape, haciendo que todos se sobresaltaran.

Draco dejó caer el implemento, que tenía la forma de una espiral de caracol y era de vidrio. Por supuesto, se hizo añicos contra el piso de piedra.

—¿Que demonios le poseyó, Malfoy? —gritó la profesora Sprout—. ¡¿Cómo se le ocurre tocar el equipo de otra gente, especialmente algo inusual -y sin duda invaluable- como eso?!

Draco, había que darle crédito, se veía convenientemente horrorizado.

—¡Lo lamento, usted me hizo saltar!

—¡No debería haber puesto sus manos en eso en primer lugar, desdichado imbécil! —bramó Snape—. ¡No puedo creer que esté tan avanzado en su proceso de educación y todavía se comporte como un muggle en una botica!

—Hogwarts te compensará, Severus, si no puedes repararlo —le prometió la profesora Sprout.

El hombre giró sobre sus talones y la miró.

—¡Por supuesto que puedo repararlo, Pomona! ¿Piensas que soy tan incapaz como tus estudiantes? ¡Reparo!

Los fragmentos y astillas del vidrio roto se movieron de regreso hacia la dirección en que habían venido y se unieron unos con los otros, recomponiendo la compleja espiral como estaba originalmente.

>>Sin embargo, la estructura quedará debilitada —Snape se giró hacia Malfoy, su voz todavía destilando furia—. De lo que esté en mi poder, muchacho, puedo asegurarle que será castigado con severidad por este estúpido descuido.

Los ojos negros se habían entrecerrado, y la boca se había convertido en una mueca desdeñosa. La vista hizo que Harry se estremeciera, imaginando cómo se debía estar sintiendo Draco. De hecho, la pálida piel del rubio había tomado un tinte verdoso, y Harry casi podía sentir el malestar de Draco.

>>¿Qué harás con él, Pomona? —la voz del hombre era severa.

—Bien, será severamente castigado, Severus, puedes contar con eso. ¡Le enviaré con el Director para un buen rapapolvo, su Casa perderá puntos y tendrá al menos una semana de detención!

Snape bufó, y fue obvio que pensaba que era un castigo lastimoso para alguien que se había atrevido a violar el orden y la paz de su sala de pociones.

El resto de la sesión consistió en Snape dando una demostración de cómo elaborar una de sus últimas creaciones, Filtro del Bienestar. La preparación de la poción tomaba sólo treinta minutos y los ingredientes requerían cocer apenas unos pocos momentos. El resultado era un líquido color naranja claro, de fresco olor, que conservaba el aroma de los tallos y flores que componían el mayor volumen de sus ingredientes. Harry imaginó que debía ser una de esas extrañas pociones que conservaban un sabor agradable.

—Yo he estado tomando una poción como esta durante años, y esta última preparación ha probado ser incluso más potente que la receta anterior. Contiene Garras de Jaguar; no las uñas del animal, sino las semillas y vaina de una planta del Amazonas llamada así. Tengo un proveedor habitual que me las envía por medio de un águila harpía. Desde que agrego ese ingrediente a mi receta anterior, la salud de todos en la comunidad ha mejorado. Nos sentimos más fuertes y alertas, y nunca atrapamos resfriados ni caemos enfermos. Tengo la intención de comercializarla en un futuro cercano, luego que salga la edición de Reseña Mensual de Nuevas Pociones del mes que viene. Van a publicar un artículo sobre el producto allí.

Mientras hablaba, Harry observaba los movimientos del hombre. Sus largos y elegantes dedos casi acariciaban el equipo. El joven envidiaba a la cuchara de medir mientras el Maestro preparaba cuidadosamente las porciones de semillas trituradas de Garra de Jaguar. Snape era preciso y delicado cuando manejaba los ingredientes, pero había una sensación de fuerza en esos dedos, como si hubiera podido triturar las vainas entre ellos sin el uso de un mortero. Sus movimientos fluidos, su voz profundamente melosa, y el entusiasmo que mostraba cuando hablaba de su oficio, calaban en Harry. Él había ansiado ver esto porque Pociones era una de sus mejores materias, pero ahora todo parecía cobrar mucho más sentido. No era sólo algo para conseguir buenas calificaciones y aprobar sus EXTASIs; era un arte, un oficio, algo bello y con propósito.

Snape continuó:

>>Scyla y yo estamos limitados en la cantidad que podemos preparar. Nuestras pociones son muy populares y ahora casi estamos al límite de capacidad. Sería agradable tener otro pocionista en la comunidad, pero nos las arreglamos como estamos. Mis productos patentados, Poción Mata Angustia y la Poción Para Mejorar las Articulaciones, son productos populares y reconocidos. Me gustaría que el Filtro del Bienestar se uniera a ellos, lo que aseguraría nuestro futuro financiero.

Mientras Snape terminaba su demostración, Harry escuchó a Pansy murmurar:

—Dudo que consiga a cualquier persona nueva que no esté loca. ¿Quién querría tener que azotarse a si mismo por cometer un error? ¡Eso es bárbaro! ¡No me extraña que este estilo de vida monástica esté desapareciendo! Odio pensar en lo que él habría hecho para castigarte, Drakey.

Harry hizo una mueca, tanto por el horrible apodo que había escuchado con demasiada frecuencia durante el viaje, como por la opinión de Pansy. Todo lo que él sentía del maestro Snape era calidez y aprobación. Draco hubiera merecido su castigo; siempre se comportaba como si las reglas fueran hechas sólo para los demás.

—Gracias por esto, Severus —estaba diciendo la profesora Sprout—. ¡Realmente, has organizado algo muy satisfactorio aquí! Es una institución única.

El hombre inclinó la cabeza.

—Gracias. Nos gusta pensarlo así. ¿Quizás ahora podrían seguirme a la cocina, donde la cata de vinos tendrá lugar antes de la cena?

Un zumbido de excitada conversación se desató mientras todos le seguían fuera de la sala de pociones. Harry sintió que el espíritu de sus compañeros se aligeraba. Era evidente que, luego del incidente con Draco, la mayoría de los presentes encontraba incómodo el santuario personal de Snape, y su humor iba mejorando a medida que se alejaban. Harry había perdido de vista al maestro de Pociones, quien iba conduciendo el grupo, cuando Draco y Pansy le empujaron al pasar, ansiosos por abandonar el recinto y ser los primeros en la cola para el vino.



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En un lado de la cocina-comedor había un gran aparador de madera que, aparentemente, almacenaba cristalería, pues ahora estaba cubierto de pequeñas copas y multitud de botellas de vino y jarritas conteniendo, presumiblemente, diferentes productos de la bodega.

Josiah, el vinatero, estaba parado junto a su esposa, Lydia, cuando el grupo entró. Parecía que toda la comunidad estaba presente, pues nadie quería perderse la cata de vinos. Josiah lucía exactamente igual que a la hora del desayuno, antes de su castigo, y parecía moverse con bastante facilidad, así que el Ungüento Calmante debía haber sido administrado con éxito.

—Antes que nada, aquí tienen dos jarras para recordar. La más grande tiene agua de manantial, por si alguien se siente un poco achispado, o simplemente sediento, aquí es donde deben venir. La jarra azul es jugo de calabaza, que es especialmente para Danyel… —miró de modo significativo al hijo de Jolyon, quien le dio una apenada sonrisa en respuesta— …y cualquier otra persona a la que puede que no le guste el vino.

El tono de voz de Josiah indicaba que él pensaba que a quien no le gustara el vino debía ser la más tonta alma viviente.

>>Entonces, para empezar, tomen una copa cada uno y probaremos el vino blanco más reciente, de hace dos otoños.

Harry aguardó pacientemente mientras los más enérgicos -o en el caso de Pansy, los más rudos- asistentes a la reunión, conseguían sus copas.

—Para ti, Harry.

El joven levantó la vista y miró con los ojos muy abiertos la alta figura oscura del maestro Snape, entregándole una copa.

—Gracias —musitó, superado por el inesperado gesto.

—Debes adelantarte con más frecuencia —dijo el mago mayor—. Tú eres mejor que esos patanes.

Harry no supo qué decir ante eso.

>>¿Cuál es la botella, Josiah? —preguntó Snape.

El vinatero le entregó una botella de vino y el Maestro sirvió, primero a la profesora Sprout, luego a Harry y por último a sí mismo, antes de regresar la botella a Josiah, quien sirvió muestras a los demás.

—Se ve que le has tomado simpatía al joven Harry, Severus —comentó la Profesora.

—Él es diferente de esos —replicó el maestro de Pociones, y Harry se preguntó si esa era una declaración ambigua.

—Es un buen chico —convino Sprout—. Pero todos mis estudiantes mayores son valiosos, Severus.

—Hmm.

Se hizo un silencio incómodo por un rato. Harry pudo escuchar a la gente que les rodeaba dando sus opiniones acerca del vino, siendo la más generalizada que era agradable y fácil de beber. Draco, por supuesto, fue bastante mordaz al compararlo con el contenido de la bodega de su padre, pero a esas alturas, no esperaba escuchar nada positivo saliendo de la boca del rubio. Definitivamente, Draco no era un candidato para el estilo de vida monástica.

Harry no estaba acostumbrado a beber vino. Podía contar con los dedos de una mano las veces que lo había probado, y siempre había sido vino rojo, que le había parecido amargo y pesado. Esta cosa blanca afrutada era bastante agradable y bebió un poco más, feliz al apurar la pequeña copa. El maestro Snape, notó, tenía una más grande, y ya la había vaciado.

—Debo decirles —continuó Josiah— que si no les gusta el vino que les entregué, no tienen que terminarlo. Sólo dejen la copa en el aparador y las limpiaremos después. Ahora, vamos con el siguiente. Éste es un vino de manzana, que elaboramos cuando tenemos capacidad luego de que se han cosechado las uvas.

Sirvió una copa para cada uno. La conversación comenzó a aumentar de volumen mientras la compañía sucumbía a los efectos del alcohol. Los miembros de la comunidad conversaban entre sí y con el grupo escolar. El maestro Snape seguía parado junto a Harry y la profesora Sprout.

—¡Oh, me gusta éste!

—¿Si, Pomona? Es fuerte, así que ve con calma —advirtió Snape.

Harry sorbió. Era distinto al vino de uva, pero de color parecido. También era muy rico, y bebió un poco más.

—Ten cuidado; es fuerte y debe manejarse con precaución —susurró la voz de Snape en su oído.

Él se estremeció al sentir la respiración del hombre sobre su mejilla, y consiguió asentir brevemente.

El siguiente fue un vino rojo de uva, luego uno rojo de baya de saúco, que era muy generoso y oscuro, pero suave. Harry apenas dio un sorbo a los vinos rojos, pues ahora estaba seguro de que prefería los blancos. Snape y la profesora Sprout bebieron los suyos sin dejar una gota. A este punto, la maestra de Herbología tenía el rostro un poco rojo y sonreía mucho. Harry pensó que Snape lucía igual que siempre -oscuro, serio y fascinante- pero sus ojos parecían extremadamente brillantes… mucho más de lo que habían brillado antes.

La habitación estaba considerablemente ruidosa, y Josiah aplaudió para atraer la atención.

—¡Ahora vamos a lo realmente serio! ¿Quién quiere dar una probadita al poteen?

—¡Eso me gusta más! —declaró Draco, empujando hacia el vinatero.

Snape se dio vuelta y fue hacia el mostrador, y Harry no pudo evitar notar cómo usaba su altura y fuerza superior para adelantarse al chico rubio. Trajo una pequeña jarra con él, y vertió un poco del líquido aparentemente similar a agua en la copa de Harry. Se giró y sirvió a la profesora Sprout, y Harry pensó que esa cosa no debía ser muy fuerte o seguramente no le hubiera dado tanto a ella.

—¡A tu salud, Harry! —dijo Snape, y levantó su copa.

El joven notó que no estaba tan llena como la de la profesora. Quizás a Snape no le gustaba el poteen tanto como el vino. Inseguro de cómo responder, levantó su copa imitando al otro, y cuando el hombre dio un sorbo a su bebida, le imitó.

—¡Oh! —debía haber sonado tonto, pero no pudo evitarlo. El poteen podía parecer agua, pero ahí terminaba la semejanza. Mientras bajaba, quemó su lengua y garganta. Pudo sentir el progreso hacia su estómago, donde se extendió y le calentó internamente—. ¡Oh! —exclamó de nuevo.

Snape le sonrió.

—Es una experiencia, ¿verdad, Harry? Trata de nuevo, pero sólo un pequeño sorbo esta vez. ¡No es para ser bebido como el vino, y, definitivamente, no se bebe como la cerveza!

Justin se acercó a la profesora Sprout, luciendo un poco indeciso de cómo hablarle, ya que la rechoncha bruja estaba lanzando más risitas tontas que Susan Bones, quien en ese momento estaba con los ojos muy abiertos, escuchando una historia que Neville estaba hilando. El vino parecía haber superado la timidez natural de Neville.

Snape vio que la atención de Harry se fijaba en Justin y se dio la vuelta. Entendiendo la situación de un vistazo, tocó el hombro de Sprout con su mano de largos dedos.

—¿Hmm? ¿Severus? ¿Quieres algo? —preguntó la bruja, en un tono de voz muy poco profesional, y luego soltó otra risita.

—Yo no, Pomona. Pero tu estudiante parece que sí —contestó, haciendo un gesto hacia Justin.

Sprout frunció el ceño; obviamente, su respuesta no le había complacido. Eventualmente, el mensaje llegó a su cerebro y se dio vuelta para notar a Justin por primera vez.

—¡Oh, Finch-Fletchley! ¿Qué sucede, muchacho?

—Draco se fue hace un buen rato… al baño. Sólo me preguntaba si estaría enfermo.

—¿Y me interrumpe para decirme eso? ¿Por qué no fue usted a investigar?

Justin enrojeció. Había pensado que estaba haciendo lo correcto al decirle a Sprout.

>>Oh, muy bien, echaré un vistazo —todavía gruñendo, la Profesora se dirigió hacia los sanitarios. Un minuto más tarde, regresó.

—¡No está allí, condenado chico! ¡Ni tampoco en esta habitación, a menos que yo esté ciega! ¿Dónde puede haber ido?

Hubo un estallido de risas provenientes de la dirección del aparador. Josiah estaba disfrutando los elogiosos comentarios de sus amigos e invitados. La profesora Sprout frunció el ceño y miró alrededor. Varias puertas conducían fuera de la cocina, así que decidió investigar el misterio de la desaparición de Malfoy.

Harry no pudo evitar preocuparse; donde quiera que estuviera, Draco probablemente no estaría haciendo nada bueno. Snape se giró hacia él y tomó su mano, colocando sus dedos alrededor de los de Harry, que estaban sosteniendo su copa.

—¿Terminaste esto? —preguntó suavemente, y sus dedos permanecieron.

—No… no —tartamudeó el muchacho. Pareció haber perdido la fuerza para hablar ante el tacto del hombre, y sintió que su rostro enrojecía.

—Entonces, no te daré más. No te quiero inconsciente.

¡Merlín! ¿Estaba la mente de Harry jugándole alguna clase de truco? Todo lo que Snape decía parecía tener una doble intención… ¿o era sólo que él se estaba haciendo ilusiones?

—¡Malfoy! ¡Parkinson!

La voz de la profesora Sprout era un chillido de indignación. Dos figuras tropezaron fuera de una alacena cuya puerta ella acababa de abrir. Dos figuras que más bien lucían como una bestia extraña: estaban abrazados, y los pantalones de Draco estaban alrededor de sus tobillos.

Hubo un estallido de carcajadas y risas contenidas, y las carcajadas de un divertido Josiah casi ahogaban al resto. Harry miró a Snape. El hombre oscuro miraba la escena con el ceño fruncido, como si le ofendiera. Pero en ese momento, giró sus ojos hacia Harry.

El joven se tambaleó hacia atrás, el rostro rojo ante la vergüenza de ver a sus compañeros; ¡habían estado follando! La mirada del hombre parecía quemarle; una sensación de calor parecía pasar por las zonas de su cuerpo que Snape estaba mirando. Con un rápido movimiento, la mano del Maestro salió disparada y le tomó por el codo antes que pudiera caer. Ahora se encontraba muy cerca de Harry y susurró a su oído:

—No quiero asustarte, Harry. No quiero hacerte daño; nunca lo haría.

Si era por haber bebido demasiado vino o por la cercanía del atractivo y maduro hombre, Harry no lo sabía, pero se sintió repentinamente débil. Nadie más le estaba mirando, lo que era entendible ya que todos estaban chillando y exclamando alrededor de Draco y Pansy. Mientras sus rodillas cedían, sintió con alivio como los brazos de Snape le recogían para luego ser elevado y acunado contra el fuerte pecho. Incluso mientras todo se tornaba oscuro, Harry se sintió protegido, como si hubiera llegado a casa.




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