alisevv
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| Tema: Master Snape’s Community. Capítulo 10. La mañana siguiente Dom Ene 24, 2010 10:20 pm | |
| Harry despertó, como era habitual, alrededor de las siete de la mañana. Parpadeó con sorpresa ante lo que le rodeaba, nada le parecía familiar. A tientas, buscó sus anteojos de la mesita de noche, y cuando consiguió ponérselos, tomó consciencia de dónde estaba. Las luces se habían encendido, presumiblemente a las seis, que era la hora a la que Lydia había dicho que comenzaba el día. Estaba en Eigg. Y más importante, estaba en la Comunidad del Maestro Snape.
¿Habría soñado la visita del maestro de Pociones? ¿O verdaderamente había estado allí la noche pasada, abrazándole, teniendo sexo? ¿Lo que habían hecho juntos, si es que había sido real, contaba como sexo? ¿Y, realmente él le había pedido que viniera a convertirse en su aprendiz?
Frunció el ceño y se frotó la frente, para luego saltar de la cama y encaminarse al baño. Para su sorpresa, no tenía su erección matutina. Habitualmente, despertaba duro. ¿Eso probaba que había tenido sexo la pasada noche? ¿Qué estaba satisfecho? Se estremeció con el erotismo del recuerdo, y se apresuró a recorrer el pasillo antes que pudiera entumecerse y arruinar su oportunidad en el baño.
Neville justo estaba saliendo del baño.
—¡Hola, Harry! ¿Listo para desayunar?
—Sí, estoy hambriento —contestó, dándose cuenta que así era
Desayuno
El desayuno estará disponible entre las 6 am y las 8:30 am *
Una selección de huevos, tomates, champiñones, tostadas, pan frito, jaleas y mermeladas, siempre está disponible.
Harry consiguió un par de huevos marrones, dos tomates y un puñado de champiñones, y los puso a freír en la sartén que ya estaba dispuesta en la gran cocina. Neville estaba haciendo lo propio a su lado. Una vez que empezó la fritura, puso algo de pan a tostar sobre la parrilla. Estaba acostumbrado a preparar su desayuno, ya que había sido uno de sus trabajos cotidianos en casa. Neville, al parecer, lo estaba haciendo bastante bien, su desayuno estaba casi listo.
Los dos chicos llevaron sus comidas a la mesa, sentándose al lado de Susan y Hermione, y todos comieron en paz hasta que Draco y Pansy llegaron tomados de la mano.
—¿Qué mierda es esto? —la incrédula voz del rubio hizo que todos levantaran las miradas, alarmados—. ¿Desde cuándo tenemos que prepararnos el desayuno? ¡No soy un puñetero elfo doméstico?
—¡Y no pensarás que yo voy a cocinar sólo porque soy una chica! —agregó Pansy, su rostro arrugado con desaprobación.
Harry se estaba empezando a enfermar por esa actitud. ¿Qué tenía de malo cocinar su propio desayuno? ¿Ellos esperaban sirvientes?
—Bueno, tienes dos elecciones, Drakey poos —dijo Harry—. Puedes aprender, o puedes pasar hambre. Y a mí, francamente, me da igual lo que decidas.
Neville le miró como si se hubiera vuelto loco, con la boca abierta. Afortunadamente, primero tragó la comida. Hermione y Susan se veían preocupadas sobre lo que pudiera suceder ahora. Harry sabía que había conseguido un buen problema pero, por alguna razón, no le importaba. Era más importante defender el estilo de vida de la comunidad. Miró furioso al chico rubio.
—¿Qué? ¿Cómo te atreves a decirme algo así? ¡Pequeño fenómeno desagradable! —gritó Draco, avanzando hacia Harry, que ahora estaba resignado a su destino.
El cual nunca llegó.
¡Immobilus!
Harry se giró hacia atrás para encontrarse con la figura de Severus Snape, con la varita extendida.
—¡No toleraré esta clase de comportamiento en mi casa! —rugió.
Pansy, lamentándose con angustia, corrió al lado de su novio.
—Oh, no, ¡Drakey! —gritó, abrazando la rígida figura.
—¡Suéltalo! —gritó Snape—. Puede quedarse ahí mientras los demás comemos. No queremos imponerle trabajo alguno, ¿cierto?
A regañadientes, Pansy le dejó ir, girándose hacia la comida y tomando pan y mermelada. Aferró su plato y se sentó en el otro extremo de la mesa, lejos del resto del grupo.
Severus se preparó rápidamente un plato lleno de comida, para luego ir a sentarse al lado de Harry. Éste se estremeció de placer, esperando que nadie más lo notara. No era capaz de permanecer indiferente con Severus sentado tan cerca de él. Podía sentir la calidez del cuerpo del hombre… Estaba seguro de que podía.
—Buenos días, Harry, ¿todo bien? —su voz era profunda y cálida. ¿Seguramente, alguien más debía notarlo?
—S… sí, estoy bien —chilló, preguntándose porqué estaba aterrado.
—Todos se irán esta tarde. Les extrañaremos.
—Yo lamentaré tener que partir —admitió Harry.
—¡Yo también! —terció Neville—. Ha sido genial hacer este viaje.
Severus le sonrió a Neville, y regresó su mirada a Harry, sus ojos cálidos y brillantes.
En ese momento, entró la profesora Sprout, luciendo un podo soñolienta y con su cabello incluso más alborotado de lo habitual. Harry se preguntó si habría olvidado traer un cepillo para el pelo, pero seguramente podría haber transformado uno.
—¡Oh, Dios mío!! ¿Qué le sucedió a Draco?
—El chico necesita disciplina, Pomona. Estuvo a punto de atacar a Harry.
—¡Oh, Severus, que terrible! Él ha sido un verdadero fastidio en este viaje, ¿cierto? Hubiera esperado algo mejor de un prefecto, de verdad. Tendré que hablar con su Jefe de Casa en cuanto regresemos.
Pansy esnifó significativamente, pero no dijo nada. Nadie le prestó ni la más mínima atención. La profesora Sprout se concentró en conseguir su desayuno, evitando cuidadosamente el pan frito.
Durante la visita a la biblioteca y centro de caligrafía, que fue guiada por George Jackson, el habitante más viejo de la comunidad, Harry se sintió extrañamente separado. Su mente no podía concentrarse en la visita, regresando a cada momento a las sensaciones experimentadas la noche anterior. El recuerdo no le abandonaba, y esa mañana se sentía una persona completamente distinta. Debía ser por eso que había sido tan grosero con Draco, algo que nunca hubiera hecho antes. Algo en su interior había cambiado, estaba seguro, aunque no creía haber perdido su virginidad como tal. Se preguntaba qué efecto hubiera tenido sobre él si Severus y él hubieran llegado a…
Hermione estaba en éxtasis; libros, manuscritos, caligrafía… Eso era el cielo para ella. Estaba muy impresionada por el trabajo de George y miraba todo atentamente, mientras sus preguntas parecían no tener fin. La distracción de Harry no fue notada, o al menos no comentada, así que se sentía aliviado.
—…y hacemos hojas de receta manuscritas, que se venden a través de nuestra tienda de regalos —estaba diciendo George, moviendo una mano hacia un montón de pergaminos.
En la parte alta se podía leer: Sonrisas para Supositorios de Hemorroides. Receta del Maestro Snape. Moldes de supositorios están siempre disponibles; por favor, pregunte. Debajo, en una letra más pequeña pero todavía hermosa, estaba escrita la receta. Harry hizo una mueca, profundamente agradecido de no sufrir de hemorroides.
>>Y ahora nos dirigiremos a las Salas del Centro, donde podrán ver los artículos cuya venta contribuye enormemente a cubrir los gastos de la comunidad. ¿Si gustan seguirme?
El anciano calígrafo los condujo a través de una puerta y a lo largo de un pasillo hasta una habitación sencilla, lleno de estanterías que iban desde el piso hasta el techo. Cada estante individual estaba etiquetado con el nombre del producto que contenía.
Lydia y Abigail Jordan estaban ocupadas embalando artículos. Abigail estaba almacenando en los estantes los productos terminados; Lydia estaba empacando una caja, presumiblemente para ser enviada a un cliente.
>>Les dejaré con estas damas, gracias por su interés —dijo George con cortesía antes de regresar a su santuario.
—Echen una mirada a la gama de artículos que producimos —invitó Lydia—. Cualquier pregunta, Abigail o yo estaremos encantadas de responderles.
La profesora Sprout comenzó a levantar artículos y estudiarlos, exclamando cosas como ‘¡Encantador!’, o ‘¡Dios mío!’, o ‘¡Vaya!’ de vez en cuando.
Harry le sonrió; estaba muy contento con su profesora, quien había sido la responsable de traerle en este viaje, que el sentía como si cumpleaños, vacaciones y Navidades se hubieran combinado en una corta pero intensa experiencia que cambiaría su vida.
—Mira esto, Harry —musitó Neville con un susurro.
El otro se giró, preguntándose que querría mostrarle su amigo con tanto secretismo.
¡Lubricante cinco estrellas! ¡Mayor capacidad de deslizarse! *Humectante, *buen olor, *buen sabor, *anticonceptivo, *anti-viral y anti-bacterial. El único producto de su clase. ¡Satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero!
Era un tarro con una especie de ungüento, por lo que Harry podía ver. Una jarrita de vidrio verde muy linda, con una hermosa etiqueta, pero aún así no comprendía porqué Neville le estaba dando codazos y sonriéndole como si hubiera descubierto una copia de Playmago.
Ante la mirada de incomprensión de Harry, Neville se enfurruñó.
>>¿Cómo puedes se tan denso? ¡Es para el sexo! —susurró.
Harry esperaba que el ronco susurro de su amigo no hubiera sido escuchado por nadie más, pues a él no le había parecido muy discreto. Echó un vistazo alrededor. La profesora Sprout estaba hablando con Hermione y Susan sobre la sección de artículos de tocador. Justin estaba investigando los tarros de miel, con pedacitos de panal flotando en su interior. Draco y Pansy estaban tan lejos de los demás como les era posible, murmurando entre ellos mientras observaban la exhibición de artículos de papelería; la experiencia de haber permanecido inmóvil durante el desayuno, ciertamente, hacía que el rubio estuviera más tranquilo, y en ese punto, probablemente también bastante hambriento.
—¿Qué quieres decir con que es para el sexo? —le susurró Harry a Neville, mirando detenidamente el lubricante.
—Bueno, es para el sexo anal… ¡ya sabes!
Harry continuo mirándole sin expresión, y Neville se dio cuenta que, después de todo, probablemente no supiera.
>>¡Oh, por Merlín! ¡Es para cuando los hombres tienen sexo! Necesitan lubricante para la sodomía.
De inmediato, Harry adquirió el color de una cereza madura en verano y comenzó a asfixiarse.
>>¡Harry! ¡Cállate! —siseó Neville—. ¡Tienes a todos justo ahí!
Le empujó hacia uno de los laterales, a lo largo de los estantes, hasta que se detuvieron ante una inocente exhibición de crema hidratante de miel y avena.
—¿Estás bien, Harry? —preguntó la profesora Sprout.
Neville palmeó la espalda de un Harry que todavía resoplaba.
—Él está bien, fue sólo algo de tos —le informó.
Mientras el chico de ojos verdes comenzaba a recuperarse, ella regresó su atención a los productos que estaba examinando. El color de las mejillas de Harry fue achacado a la tos, y no a su vergüenza.
>>Apostaría que el maestro Snape pensó es esto. Parece del tipo, ¿no crees? —comentó Neville.
Oh, sí, Severus definitivamente era ¡el tipo! El asunto era que Harry también, pero no parecía que Neville se hubiera dado cuenta, y él no iba a mencionárselo.
—Hay tiempo para un café antes de visitar la tienda, ¿a alguien le gustaría? —preguntó Lydia.
Todos siguieron a la mujer de regreso al área de la cocina. La profesora Sprout camino junto a Harry, y para vergüenza del chico, colocó su brazo sobre él en un gesto maternal.
—¿Estás seguro que te encuentras bien? Me preguntaba si todavía estarías preocupado por el incidente de esta mañana.
—¡Oh, no! Estoy bien, de veras, Profesora —contestó—. Sólo me atraganté…
Ella le dio un apretón afectuoso.
—Sé que Draco se mete contigo, Harry. A veces ayuda enfrentarse a los matones.
—Lo hice, por eso se enojó tanto —admitió—. Él se estaba quejando por tener que preparar su desayuno. Yo le dije que dejara el asunto.
—No creo que él haya hecho nada parecido a preparar su desayuno jamás. Probablemente, ni siquiera sabe cómo hacerlo —comentó Sproud.
Ante eso, Harry se sintió algo culpable. Nunca se le había ocurrido que el rubio podría haber hecho esa escena para cubrir su propia ineficiencia. Aún así, no tenía porque haber sido tan grosero con la comunidad, ¿cierto? Había estado determinado a criticar desde el mismo momento en que llegaron, y no había parado de tratar de conseguir errores desde que había puesto un pie en la isla. Harry se sentía protector respecto a esto, y no aguantaría ese comportamiento de nadie más.
Grandes tazas de café fueron colocadas en la enorme mesa, junto con bandejas de galletas caseras. Harry había descubierto que le encantaban las tejas de avena, y de haber podido, se hubiera comido un plato él solo. Muchos miembros de la comunidad estaban sentados alrededor, tomando un respiro de media mañana, y los ojos de Harry derivaron inmediatamente hacia Severus, que estaba sentado en la cabecera de la mesa, en la que era ‘su’ silla. El hombre asintió tan ligeramente hacia él que Harry pensó que nadie más lo había notado. Él sonrió.
—Severus, sabía que eras un pocionista talentoso, por decir lo menos, pero estoy impresionada de la variedad de productos que elaboran aquí. ¿Tú haces todas las fórmulas?
—Hago muchos de ellos, Pomona, pero algunos los elaboran nuestros otros expertos. Cualquier cosa con miel, probablemente sea de Richeldis, y cualquier producto con alcohol, de Josiah.
—¿Todas las mercancías van a un solo vendedor?
—Oh, no, tenemos muchos puntos de venta, dependiendo del producto. Algunos son… bastante especializados.
Harry pensaba que había visto al menos una de esas ‘especialidades’. No pudo evitar sonreír, y Neville resopló positivamente. Draco lucía desconcertado, y disgustado por haberse perdido alguna cosa. Harry pensó que se lo merecía, por haber permanecido apartado de ellos durante toda la mañana.
—Pomona, me gustaría hablarte un momento, ¿podría ser? —pidió Snape.
La profesora Sprout asintió y le siguió fuera de la estancia. Harry se preguntó cuál sería el problema. Draco miró a Pansy furtivamente. Ellos regresaron rápidamente, y Sprout se veía bastante feliz, así que, presumiblemente, no había ningún problema. El muchacho rubio se mostró aliviado.
La visita final fue a la tienda, y todo el grupo salió aferrando sus bolsas de monedas. Harry esperaba que Draco gastara libremente, justo para enfatizar su estatus, y no le sorprendió verle eligiendo artículos de tocador para su madre y perfume para Pansy. La chica sonrió tontamente y le besó en la mejilla, mientras todos los demás lucían cara de asco, luego de haber visto ese despliegue con demasiada frecuencia para su gusto.
Harry no compró nada; no podía pensar en nadie a quien llevarle un regalo. A sus parientes no les importaría en absoluto que él les llevaba algo, y en realidad, no había nadie más. Notó que en una esquina discreta de uno de los estantes estaba almacenado el Lubricante 5*, pero nadie lo compró.
El maestro Snape caminó hacia él.
—¿Podemos hablar un minuto, Harry?
La mandíbula del chico cayó con la sorpresa, pero le siguió rápidamente fuera de la tienda y a lo largo de un corredor, hasta una salita lateral.
Tan pronto como la puerta se cerró tras ellos, Severus le rodeó con sus brazos y le estrechó con fuerza.
—¿Está todo bien?
—Sí, estoy bien. Severus… yo… —deseaba decir algo, pero no tenía idea de qué decir o cómo decirlo.
—Shh —le silenció, besándole los labios suavemente—. Todo va a estar bien, Harry. Hablé con Pomona hace un rato. Le dije que pensaba que tú podrías encajar aquí y que serías bienvenido si así lo deseabas. Le ofrecí tomarte como mi aprendiz, si ella lo aprobaba. Pareció complacida.
—¡Oh, Severus! —se balanceó en las puntas de sus pies con excitación. El hombre lo había mencionado la pasada noche, pero Harry se había preguntado si él realmente quería eso o sólo lo había dicho por decir. Su rostro esbozó una enorme sonrisa.
—Entonces, ¿también estás complacido?
—¡Oh, sí! ¡Me encanta! Creo que estaré bien aquí; no hay demasiada gente, y todos parecen geniales. Y parece que le gusto a Danyel.
—Sí. Pocos lo sabrían, pero Danyel es bueno juzgando el carácter de la gente. Si alguien le gusta, es una buena recomendación.
Severus le atrajo más cerca, besándole profundadamente. Harry abrió la boca y el beso se volvió ardiente. Cuando sus labios se separaron, ambos respiraban con fuerza, y sus corazones retumbaban.
>>Voy a extrañarte, dulzura. Pero no falta mucho para tus exámenes. Cuando el curso concluya, puedes venir a la isla, si estás listo…
—Sí, lo haré, inmediatamente. Mis parientes se sentirán contentos de librarse de mí, Severus.
—¡Entonces, son unos tontos!
Severus le besó nuevamente. No parecía obtener suficiente del sabor del joven. Por primera vez en su vida, creía que realmente podría lograr una vida completa, al lado de otra persona.
>>Toma esto. Úsalo bien, y con frecuencia.
Harry bajó la mirada. Severus le estaba ofreciendo una caja plana. La tomó y abrió la tapa.
Un juego de artículos de escritorio. Papel hecho a mano, una pluma y un pequeño bote de tinta. El papel estaba marcado a agua con el perfil de la isla. Harry sintió que sus ojos ardían. No podía recordar la última vez que alguien le había dado un obsequio.
—Gracias —musitó con voz ronca—. Te escribiré en cuanto llegue a Hogwarts, y te haré saber sobre el progreso en mis estudios.
—Hazme saber todo sobre ti, mi dulzura —pidió Severus, su voz profunda y significativa—. Apenas puedo aguardar a que vengas a vivir aquí. Voy a aumentar tu poder más de lo que nunca soñaste, Harry. Eso pasará cuando pierdas tu virginidad… ¿comprendes?
Harry asintió. Había un nudo en su garganta y sus piernas temblaban. Sabía lo que Severus estaba planeando hacer y él también lo deseaba, aún sin saber completamente lo que pasaría.
—Yo no sé mucho, Severus…
—Ya te dije que yo te enseñaré. Todo. No necesitas saber mucho por ahora, excepto que me quieres, y que yo te quiero.
Harry asintió y se inclinó a buscar otro beso, que Severus le dio de buen grado. A regañadientes, se separaron.
>>Debo llevarte de regreso, antes que sea demasiado sospechoso. Sin embargo, puedes contarles sobre mi ofrecimiento si así lo deseas. Diles que dependerá del resultado de tus exámenes, si lo prefieres. Aunque no es así, Harry, porque te quiero aquí de cualquier modo.
Así, Harry Potter y su grupo de clase regresaron a Hogwarts, desde la Isla Eigg. Cada uno de ellos llevaba sus propios recuerdos del lugar donde habían encontrado un estilo de vida distinto. Esta isla agreste y salvaje, con una enorme herencia mágica, era el lugar donde uno de los caracteres más excéntricos del mundo mágico había establecido su pequeña y extraña comunidad. La mayoría del grupo de Hogwarts se había divertido, uno o dos desaprobaban la vida monástica restablecida, y dos estaban definitivamente horrorizados. Pero Harry Potter estaba extasiado. Tenía un futuro, y eso bastaba para hacerle feliz.
Última edición por alisevv el Sáb Abr 30, 2016 7:12 pm, editado 2 veces | |
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