La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Master Snape’s Community. Capítulo 2. El joven bendito

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alisevv

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MensajeTema: Master Snape’s Community. Capítulo 2. El joven bendito   Master Snape’s Community. Capítulo 2. El joven bendito I_icon_minitimeDom Ene 24, 2010 10:57 pm

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Harry pensaba que podía haber sido peor… apenas. Podía haber sido Draco. Aunque el hecho de que fuera Justin tampoco le hacía sentir demasiado cómodo. Seguía compartiendo la habitación con él, y Justin podría contárselo a Draco, si así quería. Esperaba que no, no le sabía nada malo al joven Hufflepuff, pero no le conocía en absoluto y no podía estar seguro de que no lo contaría más tarde. Neville hubiera guardado el secreto, pero Harry no había tenido tanta suerte.

Terminó de ducharse rápidamente y regresó al dormitorio, donde Neville estaba acostado en su cama, haciendo un crucigrama de El Profeta y comiendo un paquete de Grageas Bertie Bott.

—¿Te apetece ir a dar una vuelta al pueblo, Neville? —le preguntó.

—No, he traído un montón de comida conmigo, Harry. Aunque no me importaría pasear a lo largo la carretera de la colina. Es el hábitat perfecto para encontrar Campánulas Marítimas*. No florecen es esta época del año, pero las espigas de semilla deberían ser reconocibles.

Harry sentía poco entusiasmo por la idea de buscar Campánulas, pero decidió que sería mejor que quedarse sentado en el dormitorio esperando que llegara la hora de cenar, así que aceptó acompañar a Neville en su caminata por la naturaleza.

El sendero era de una belleza casi increíble. Las precipitaciones eran frecuentes en esa parte de Escocia, y la ventaja de eso era que, incluso en verano, la campiña era verde esmeralda. El camino subía a lo largo del costado de la colina y los muchachos tomaron la trayectoria de subida, siguiendo cuando torció sobre sí misma luego de un centenar de yardas o algo así. Podían mirar hacia abajo a los tejados del mesón, y más abajo las casas del pueblo. Harry pensaba que incluso podría ver la rubia cabeza de Draco entre los compradores de la calle principal.

Después de una milla o algo así, se encontraron con una roca plana y Harry sugirió que se sentaran un rato y tomaran un respiro. Neville aceptó con bastante renuencia, hasta ahora no había encontrado nada fuera de lo común.

—Me pregunto si Malfoy realmente fue al pueblo a comprar comida —comentó Harry.

—No hay mucho que comprar allá abajo —replicó Neville—. Solo había una de esas tiendas de pueblo, que venden de todo y también funcionan como Oficina Postal. Apostaría que no hay la amplia selección de alimentos de calidad que él acostumbra.

—Ah, bien, en tanto nos alimenten en el mesón, yo no soy exigente —sus primeros años le habían enseñado a estar agradecido por cualquier alimento que le fuera ofrecido.

Los dos chicos pasaron un rato mirando hacia el mar, a la línea de islas a la distancia, una de las cuales, presumiblemente, era Eigg. El mar se mostraba calmado y Harry, quien nunca se había subido a un bote antes de cruzar el lago con Hagrid al comienzo de su primer año, se sentía bastante contento por eso. No estaba seguro de poder manejar un viaje con el mar picado sin terminar mareado. Probablemente, terminaría poniéndose tan verde como en el minibús y prefería pasar sin más de las burlas de Draco. Al menos las islas parecían bastante cercanas; así debía ser si podía verlas.

—Es gracioso que la isla se llame Eigg** —comentó Neville—. ¿Me pregunto si esa otra se llamará tocineta?

Harry miró hacia donde estaba señalando y se rió.

—¡No seas ridículo! Eigg no se deletrea como en huevos y tocineta. De todas formas, las otras dos islas cercanas también tienen nombres tontos.

—¿Si? ¿Cómo se llaman?

—Mugre y Ron —contestó.***

—¡Ni hablar! ¡No te creo, te lo estás inventando!

—Échale un vistazo al mapa del mesón si no me crees. Yo leí sobre las islas antes de venir. Nunca antes he estado en una isla y quería ver si me gustaría. No se permite utilizar vehículos en Eigg, así que no estoy seguro de cómo llegaremos a la Comunidad. Y de todas formas, es indetectable, así que los residentes tampoco la conocen. Quizás alguien se encuentre con nosotros para guiarnos.

—Todo es algo extraño, ¿verdad? —comentó Neville—. Un tanto secreto. Me pregunto cómo será este maestro Snape. Suena un poco chiflado en mi opinión.

—Excéntrico es el término cortés, Neville. Y, en todo caso, no puede ser peor que Trelawney, ¿cierto?

Estando completamente de acuerdo en ese punto, los dos jóvenes decidieron dar la caminata por concluida y regresar a la posada, pues era casi la hora de cenar y estaban ansiosos por comer lo que ‘Ye Wytche’s Tytte’ decidiera servirles.



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Muy previsiblemente, la comida resultó ser la ‘Celebración del Estofado de Caldera’, y no estuvo nada mal luego de la tarde caminando por las colinas de Escocia y respirar el vigorizante aire del Mar de las Hébridas. El estofado era espeso y caliente, acompañado por grandes trozos de pan hecho en casa para mojar en la salsa. Como Harry ya había notado, los ingredientes no estaban señalados en el menú, y se suponía que variaban de acuerdo con lo que estaba disponible para echar al caldero, pero eso no le preocupaba. Era una comida abundante y satisfactoria, y con eso bastaba. Draco pasó siglos examinando cada trozo de guiso, determinado a identificarlo antes de llevarlo a su boca. Harry ya iba por su segunda ración y comenzaba a sentirse realmente animado, pensando que en este viaje se adaptaría mucho mejor que Malfoy. Por alguna razón, no podía imaginar al rubio sintiéndose cómodo en el agreste paisaje escocés de la isla azotada por el viento.

Después de la cena, todos se sentaron alrededor del salón del bar y la profesora Sprout les dio un discurso sobre la historia y práctica de la magia monástica.

En lugar de ser una fundación religiosa como los monasterios muggles, la gente que vivía de este modo seguía las prácticas mágicas tradicionales. Sus vidas estaban dedicadas a la comunidad, y cualesquiera habilidades y riquezas que trajeran con ellos eran utilizadas para el provecho de todos. Todo lo que se hacía se vendía, y el beneficio se destinaba al funcionamiento del lugar. El maestro Snape tenía gran reputación como inventor y fabricante de magníficas pociones, y se rumoreaba que la comunidad obtenía un excelente beneficio anual.

—¿Cuantos miembros posee la comunidad? —preguntó Hermione.

—Diez viven allí permanentemente —contestó la Profesora—. La isla puede ser inhóspita en invierno y el estilo de vida no sirve para todo el mundo, como podrán ver cuando estemos en el lugar. Es un trabajo duro pero gratificante. El maestro Snape es reconocido por ser un tanto… excéntrico.

A pesar de las múltiples preguntas de los estudiantes sobre porqué el maestro Snape era considerado excéntrico, la Profesora no agregó nada más, replicándoles que lo descubrirían al día siguiente, cuando llegaran a Eigg. Terminaron la noche con un juego de ‘Verdad o Reto’, que se hubiera salido de orden con bastante rapidez si la educadora no se hubiera encontrado allí. La profesora Sprout era afable pero firme, y perfectamente capaz de reprimir cualquier actividad díscola que sus siete alumnos se vieran tentados a satisfacer.

A las diez y treinta convinieron en que era todo por esa noche y subieron por la retorcida escalera rumbo a sus dormitorios. Una vez sentado en su cama, Harry decidió leer un rato antes de dormir. Revisó su mesita de noche y encontró una guía titulada ‘Las Pequeñas Islas’. Aunque había leído bastante sobre el viaje antes de venir, eso era mejor que simplemente quedarse ahí tirado, tratando de dormir antes de tiempo, así que decidió darle una oportunidad.

Hojeó a través de las habituales descripciones del escenario, el viaje en barco, las casas en la isla y la forma de vida de los muggles que la habitaban. Había visto todo eso antes. Sin embargo, encontró un capítulo que era distinto, llamado ‘Las Leyendas de las Islas’. Dichas leyendas habían sido contadas y recontadas por generaciones de muggles que vivieron alrededor del área. En las islas se habían asentado familias mágicas desde hacía mucho tiempo, y muchas de ellas poseían criaturas mágicas como mascotas o para trabajo, así que, probablemente, había resultado inevitable que observaciones muggles hubieran ocurrido a lo largo de los años, perdurando como leyendas y cuentos folclóricos. Mientras leía, Harry se preguntaba si la leyenda de El Loco de las Colinas, quien alarmaría a los viajeros con su aspecto salvaje -aparentemente lucía como un vampiro- y sus insultos, estaría basada en el propio maestro Snape.

Al final del libro estaba un poema que Harry pensó que estaba bastante bien. Se preguntaba qué lo habría inspirado; parecía una especie de profecía, y pensó que la profesora Trelawney lo habría encontrado interesante.

La Leyenda del Joven Bendito


Un virgen con ojos tan verdes como la hierba
Con cabello tan oscuro como la turba en la tierra
Es bendecido con la fuerza de los Antiguos que pasaron
Y el poder de traer niños al mundo.

Bendito el que pueda ganar tal premio
¡Cuya cama pueda ser llenada con tal alegría!
Caldeado por la mirada de los ojos más verdes
Y la dulce inocencia de este joven.

El joven vendrá del mar a su encuentro
Su Destinado, con el corazón fragmentado
La fuerza de su enlace alejará el mal
Y los enlazados no se volverán a separar.

En la Isla de Eigg, cuando el Joven Bendito se quede
Toda Gran Bretaña volverá a estar completa
Entonces no habrá poder en crueles formas Oscuras
Y el mal perderá su última alma.

Una estirpe de poder, de Luz y alegría
Procederá de la pareja aquí sellada
Porque nunca ha sido visto un joven tan maravilloso
Y su Destinado, cuyo corazón será sanado.




El texto del poema estaba inscrito en una piedra que había sido encontrada en el campo por un granjero que estaba quitando rocas para obtener una mejor cosecha de su exigua tierra de cultivo. Su antigüedad y origen eran desconocidas.

Harry bajó el libro; ahora, sus ojos estaban lagrimeando por el cansancio. Se acostó y cerró los ojos dispuesto a dormir. Casi lo había logrado. Justo cuando su mente estaba deslizándose hacia la inconsciencia, fue distraído por unos sonidos amortiguados procedentes del extremo de la habitación. Al principio se sintió nervioso, preguntándose si ese ático transformado todavía conservaría algún demonio o quizás un boggart o dos. Mientras su mente se arrastraba de regreso a la vigilia, tomó conciencia exacta de lo que estaba escuchando.

Draco, quien le había acusado de mantenerles despiertos pajeándose, estaba haciendo lo mismo. Harry se atrevió a levantar la cabeza y clavar la vista en la otra punta de la habitación. Había un ambiente de penumbra a pesar de ser tan tarde, pues es esa época del año la oscuridad total no ocurría hasta pasadas las once de la noche. Draco estaba medio reclinado contra la cabecera de la cama mirando una revista. Tenía que admitir que estaba cubierto por una sábana, pero los movimientos de su mano bombeando su erección hacían que la sábana se moviera de forma evidente. En realidad, él podía muy bien haber estado desnudo, no estaba engañando a nadie. El cerebro de Harry suministró una útil imagen de un Draco estirado desnudo con las piernas abiertas, tirando de su polla y gimiendo audiblemente… justo como estaba haciendo ahora.

Fue demasiado para Harry. Se sintió repentinamente duro; erecto, caliente y necesitado. Su mano vagó hacia la parte baja de su pijama.

—¡Oh, sí! ¡Granger! —gimió Draco.

Harry abrió los ojos como platos. ¡Hermione Granger! Pero Draco la odiaba, la llamaba ‘Sangresucia’ siempre que sus caminos se cruzaban. ¡Seguramente si el rubio se estaba pajeando pensando en una chica, esa chica sería su omnipresente novia, Pansy!

Reflexionó sobre los méritos relativos de ambas jóvenes, su mano todavía posada, sin intentar desabrochar sus pantalones. Entonces, los gemidos de Draco reiniciaron y él pudo ver claramente sus caderas embistiendo. Estaba casi llegando al clímax. Al darse cuenta de ello, desató su pantalón lo más rápido que pudo y aferró su propia polla. Mientras el rubio gemía y se retorcía, bombeó su erección con urgencia. Necesitaba venirse con Draco; necesitaba sentir esa liberación.

Malfoy alcanzó el orgasmo. Gruñó y perdió su ritmo, retorciéndose igual que un pescado en tierra, y se desmadejó en la cama. Harry gimió ante la vista y le siguió.

—Draco… —susurró, esperando sinceramente que Neville ya estuviera dormido.

El rubio estaba usando un hechizo de limpieza y luego colocó la revista en su mesilla. Harry tenía que admitir que el pálido muchacho era hermoso, aunque fuera un completo hipócrita. Probablemente, le había acusado a él para ocultar su propia intención de masturbarse antes de dormir. ¡Demonios, probablemente había traído la revista del pueblo cuando había salido a caminar!

Susurró su propio hechizo de limpieza y se acomodó en la cama. Se inquietó pensando en cuan diferente era del rubio, y de los demás chicos que conocía. Draco fantaseaba con chicas, y había tenido novia por largo tiempo, así que probablemente sabría sobre besos, sexo, y todas esas cosas que él desconocía completamente. Él nunca había sentido de ese modo respecto a las chicas. Había visto revistas como las de Draco, que se pasaban por los dormitorios de chicos de Hogwarts, y no era sólo que las imágenes no le excitaran sino que las encontraba vagamente repelentes. Así que terminó sintiéndose extraño de nuevo, el fenómeno, y le costó un buen rato arreglar su mente lo suficiente como para sumergirse en la placentera inconsciencia del sueño.




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Última edición por alisevv el Vie Abr 29, 2016 5:05 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: Master Snape’s Community. Capítulo 2. El joven bendito   Master Snape’s Community. Capítulo 2. El joven bendito I_icon_minitimeJue Jun 12, 2014 5:22 pm

hahahah o por dioss....XD lo que es la juventud....u/////////////u
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