alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 19 Dom Dic 06, 2009 2:22 pm | |
| Severus apagó la llama bajo el caldero y levantó la vista para notar a Harry observándole con una sonrisa cariñosa. El hombre también sonrió, preguntando suavemente:
—¿Qué estás viendo que hace que me mires así?
La sonrisa del joven no decayó.
—Al hombre que amo, haciendo lo que más ama hacer.
Los ojos oscuros se suavizaron con amor mientras le corregía.
—Hacer pociones sólo es algo que disfruto, Harry, no lo que más amo hacer.
—¿Qué es lo que más amas hacer, entonces?
Severus rodeó el banco de trabajo y deslizó sus brazos alrededor de Harry, una sonrisa repentina levantando la esquina de su boca.
—¿De verdad tienes que preguntar?
—No, pero me gusta oírtelo decir —contestó, ampliando un poco su sonrisa mientras elevaba los brazos para rodear el cuello del Profesor.
Severus rió entre dientes y se acercó un poco más, descansando su frente contra la del joven.
—Lo que más amo hacer —musitó suavemente, su voz llena de diversión— es amarte.
—Decir cosas así te conseguirá un buen polvo —sonrió.
El otro lanzó una carcajada y le besó, antes de alejarse lo suficiente como para dar a Harry una divertida sonrisa.
—Tu problema es que tienes una mente de un solo carril.
La sonrisa de Harry no se atenuó, mientras jugueteaba con el cabello de su pareja y replicaba:
—A veces, pero me funciona bastante bien. Tú amas mi carril.
Los labios del mayor se curvaron mientras contestaba:
—Entre otras cosas, sí.
—¿Cuáles son las otras cosas? —indagó el Gryffindor, los ojos brillantes mientras presionaba más cerca de Severus.
—Debo admitir que el hecho de que seas casi insaciable está muy alto en mi lista —replicó, divertido—. Pero tienes que aprender a cerrar la puerta del aula antes de asaltarme.
—Demuestra que me conoces —replicó Harry, engreído—. Lo hice mientras estabas recitando la última parte del hechizo. No quiero interrupciones esta vez.
—Creo que es la mejor idea que has tenido en todo el día —hizo una pequeña mueca traviesa mientras sus manos se deslizaban para cubrir el trasero del joven.
—Sólo cállate y bésame —replicó, sonriendo.
—Dos excelentes ideas en menos de diez minutos… Debe ser alguna clase de record para ti —comentó, sonriendo ante la indignada expresión de Harry y besándole rápidamente para conjurar cualquier protesta.
Uric el Bicho Raro tenía fama de ser un mago sumamente excéntrico que, entre otras cosas, usaba una medusa por sombrero. Nadie sabía sí él quería ser el mago más raro de todas las épocas o simplemente era algo natural, pero, definitivamente, estaba alto en la lista, y tenía el desconcertante hábito de probarlo cada vez que alguien hablaba con él. Eso no había sido problema por muchos años, dado que los Slytherin estaban felices de ignorarle, y nadie más tenía el valor de pasar en las mazmorras el tiempo suficiente como para conversar con los retratos; pero después que Harry solicitara las habitaciones detrás del cuadro de Uric, repentinamente, éste se encontró hablando nuevamente.
Harry no tenía contraseña en su puerta, pues quería que los estudiantes pudieran ir a hablar con él libremente, así que debería ser bastante sencillo para Sirius y Remus escabullirse dentro mientras Harry estaba ocupado con Severus.
Debería haber sido, pero no lo era
Uric había aprovechado la oportunidad que le permitía lo oculto de la puerta de la oficina de Harry y se había hecho el propósito de molestar un poco a todo el que intentase entrar en la habitación. Éste día en particular, estaba haciendo malabarismos con puñados de llamas azules y doradas, en un complejo patrón de ocho figuras, mientras sonreía a Remus y a Sirius.
—¡Les diré, viejos amigos, si verdaderamente quieren entrar, les pondré un reto! Consíganme un lindo sombrero rosado de pescado y les dejaré pasar.
—¿Rosado? —repitió Remus, perplejo—. ¿Por qué rosado?
—¡Porque estoy cansado del verde, por supuesto! —replicó como si fuera lo más natural; parecía no prestarles atención mientras continuaba haciendo malabares con una exasperante sonrisa boba.
—¿Por qué no cambias el que tienes a rosado? —preguntó Sirius razonablemente—. No es un hechizo difícil.
—¡¿Qué fue lo que dijiste?! —exclamó indignado, mientras dejaba caer las llamas, que se extinguieron al instante en tanto él se giraba a verles finalmente—. ¿Acabas de implicar que mis habilidades hechizando son inferiores a las tuyas?
—¡Por supuesto que no! —se apresuró a decir Remus, dando un codazo a Sirius antes que pudiera agregar nada—. Es sólo que para nosotros es muy difícil conseguir un sombrero de medusa como el que quieres que sea tan bueno como el que podrías transformar tú mismo.
—Vale, tienes un buen punto ahí, debo admitirlo. Ninguno de ustedes tiene buen gusto, si nos guiamos por cómo lucen y todo eso —replicó Uric, frunciendo los labios mientras examinaba las sencillas túnicas de Remus y Sirius, ignorando la forma en que Remus pisó con fuerza el pie de Sirius cuando éste abrió la boca para protestar indignado—. Tienen que saber la contraseña —siguió Uric luego de un momento, sonriendo de nuevo—. Entonces dejaré entrar a sus pobres personas sin gusto a mi habitación.
Remus frunció el ceño.
—¡Pero pensaba que Harry no tenía contraseña!
—Sí, es ‘bastante’ cierto, pero eso es para los niñitos —argumentó, petulante—. Ustedes dos no son estudiantes, así que no deberían meter sus narices en las habitaciones del profesor Harry.
—¡Pero soy un profesor! —protestó Remus, indignado—. No estoy metiendo las narices, tengo asuntos ahí.
—¡Oh, entonces bien. ¿Por qué no lo dijiste antes?! —exclamó Uric con un repentino bufido. Finalmente, su retrato comenzó a retirarse, mientras gruñía para si mismo—. Cretino chiflado. ¿Por qué no me dijo que era profesor desde un principio para evitarme el problema de discutir con él?
Sirius y Remus se apresuraron a entrar en la oscura oficina antes que Uric cambiara de opinión, dejando que el retrato se cerrada detrás de ellos mientras Sirius murmuraba con malas pulgas:
—No me asombra que nadie le quiera en su puerta.
—¡Escuché eso, sinvergüenza! —llegó la amortiguada y molesta voz de Uric—. ¡La próxima vez no pasarás a Uric sin contraseña, palabra de mago!
—¡Luces! —las antorchas alrededor de la habitación se iluminaron mientras Remus asía la manga de Sirius y le arrastraba lejos del umbral de la puerta antes que pudiera decir algo más, ganándose una cariñosa y exasperada sonrisa de su pareja—. No le enfurezcas, queremos volver a salir eventualmente.
Sirius bufó pero permitió ser arrastrado hacia el interior, observando alrededor de la espaciosa oficina mientras Remus le jalaba hacia una puerta ubicada al fondo de la habitación.
—Este lugar es malditamente frío; ¿por qué no hay fuego en la chimenea?
Remus miró hacia la chimenea que tenía el tamaño apropiado para la red flu y se encogió de hombros.
—Quizás a Harry le gusta frío —dejó ir a Sirius pero no siguió hacia el interior de la habitación, ignorando el brillante colorido y los cómodos muebles de la oficina mientras observaba a Sirius mirar alrededor—. ¿Qué te parece? Harry y Dobby lo hicieron mientras Sev dormía en el diván.
El animago se veía agradablemente sorprendido al ver que la oficina era absolutamente hogareña, a diferencia de los imponentes muebles que la mayoría de los profesores parecían usar. El escritorio de roble de tapa curva* en la esquina más alejada de la puerta era realmente hermoso. Lucía como si pudiera venir directamente de un estudio muggle, completado con una silla giratoria con un toque vagamente Victoriano. Sobre el escritorio había un tazón con una gran sonrisa pintada que contenía varias plumas de diferentes colores, así como más de una docena de lápices muggles; al lado, un pequeño montón de pergaminos en blanco y un pequeño cuaderno de espirales estilo muggle. El efecto global del escritorio era más moderno que cualquier otro que pudiera verse en Hogwarts, pero no tanto como para ofender a los más tradicionalistas.
El resto del mobiliario había sido muy bien elegido. Las paredes tenían tapices con los escudos de armas de las cuatro Casas, así como fotografías de los equipos de quidditch de todas las Casas a través de los años. Había un viejo sofá color púrpura oscuro que tenía multitud de pequeñas escobas y snitches bordadas, y varias sillas igualmente gastadas pero cómodas, con los colores de las cuatro Casas y más snitches y escobas bordadas en ellas. La mesa entre el sofá y las sillas lucía sospechosamente similar a una vieja maleta de quidditch, y había unas cuantas copias de El Semanario de Quidditch, Compendio de Hechizos y Actualidad en Transformaciones esparcidas encima.
—Definitivamente, es la más acogedora oficina de profesor en la que he estado —dijo Sirius finalmente, sonriendo y preguntándose porqué ningún otro de los profesores tenían oficinas como esa—. ¿Por qué estaba Severus durmiendo en el diván?
Remus bufó, divertido.
—Sirius, querido, ¿por qué crees que Sev estaría durmiendo en el diván?
Su pareja le miró, un tanto sorprendido de escuchar que Remus le llamara querido, antes de pensar en el asunto y echarse a reír.
—Vale, sí, esa fue una pregunta estúpida, Lunático. Lo admito.
Remus asintió, sus ojos ámbar brillando mientras se dirigía hacia la entrada más alejada.
—No tienes que admitirlo, Hocicos. Ya lo sabía.
Sirius volvió a reír y se apresuró a seguir a Remus, deslizando sus brazos desde detrás alrededor de su cuerpo y reclinando la barbilla sobre su hombro. Dejó que el otro le remolcara a través del cuarto que, en su opinión, no calificaba en absoluto como oficina, preguntando:
—¿Qué es la siguiente habitación?
—El proyecto preferido de Harry —contestó, lanzándole una divertida mirada por el rabillo del ojo.
El hecho de que la oficina elegida por Harry tuviera un espacio anexo más grande con salita de estar, una recámara de buen tamaño y baño, había sido un beneficio del cual el joven había tomado ventaja rápidamente, a pesar de que tenía toda la intención de continuar durmiendo en los aposentos de Severus. Había retirado el mobiliario existente para instalar las estanterías que Dobby había gorroneado de lo que Hogwarts tenía almacenado, convirtiéndolo en una pequeña biblioteca. Luego había dado instrucciones al elfo para colocar una mesa y cómodas sillas en el centro de la salita, con alegres almohadones tapizados también con telas de las cuatro Casas dispersos alrededor y más estanterías rodeando las paredes de la cámara más grande.
Después que la habitación estuvo amoblada, Harry había hablado con Sirius y entrado rápidamente en posesión de toda la biblioteca de la familia Black, algo que el animago estuvo más que feliz de no tener más en su casa. Harry había agregado sus propios libros a la colección y Severus le había ofrecido la parte menos peligrosa de su propia colección. Remus había entendido rápidamente la idea, agregando sus libros de licantropía y Defensa al ya considerable montón. Después de eso, Harry, Remus y Severus pasaron unos cuantos días catalogando todo, agradablemente sorprendidos por cuan completa era la selección. Las habitaciones de Harry ahora contenían una apreciable colección de libros, muchos de los cuales no se encontraban en la biblioteca principal de Hogwarts, por una u otra razón.
Una vez los libros fueron seleccionados en las estanterías, los tres pasaron dos largas tardes cambiando los tomos más raros y peligrosos de la colección de la familia Black al estudio de Severus, donde los alumnos no tuvieran acceso a ellos. Mientras trabajaban, discutieron sobre la idea de Harry de utilizar las habitaciones no sólo para su propia educación, sino para que los estudiantes de los últimos años que lo desearan pudieran estudiar allí. Severus había resultado más difícil de convencer que Remus, pero finalmente había conciliado con la idea de que Harry podría hacer mucho bien compartiendo su biblioteca privada con los estudiantes mayores. Y con el adicional de que el ayudar a los chicos en sus estudios sería beneficioso para Harry, e incluso decidió que él mismo pasaría algún tiempo allí por las noches, mientras corregía trabajos.
Dumbledore había aparecido poco después de eso, y cuando no se mostró en absoluto sorprendido por sus planes, los otros tres se convencieron más aún de que el anciano sabía todo lo que sucedía en Hogwarts. El Director les había dado su completo respaldo y agradecido profusamente por todo el duro trabajo para poner a punto una habitación que él consideraba era profundamente necesitada. La oficina y biblioteca fueron declaradas oficialmente un lugar donde los prejuicios de las Casas se dejarían en la puerta y todos serían tratados como iguales.
—¿Oh, ésta es la sala común de todas las Casas en la que estaba trabajando la semana pasada? —preguntó Sirius mientras miraba nuevamente la entrada, claramente mucho más interesado—. ¿Dónde colocó todos esos viejos libros mohosos que me sacó?
—Si, esto es —contestó Remus mientras se detenía para abrir la puerta, resistiendo la urgencia de echarse a reír ante la facilidad con la que su pareja se desprendió de una biblioteca llena de libros que, fácilmente, valían tanto como toda su casa—. Está muy orgulloso de esto, y Albus está encantado de lo que Harry está proyectando. Si alguien puede lograr que estudiantes de todas las Casas estén juntos en paz, ése es Harry.
Remus dio la vuelta a la manija de la puerta para abrirla.
Inmediatamente, se escucharon varias exclamaciones de sorpresa, seguidas por la inconfundible voz de Hermione, diciendo:
—Les dije que deberíamos haber protegido la puerta para alertarnos si alguien entraba, ¿pero alguien escucha? No, por supuesto que no. Es sólo que yo soy una exagerada.
Remus empujó para abrir completamente la puerta mientras Sirius le dejaba ir y miraba alrededor de la habitación. Hermione, Ron, Fred, y George estaban desperdigados por el lugar colocando serpentinas, mientras Dean y Ginny colgaban el extremo de una pancarta en la que se leía: ¡Felices dieciocho, Harry!
Remus pensó que era George quien le lanzaba una desagradable mirada a Hermione y decía:
—¡Bien, entonces ve tú a colocar uno en la puerta, señorita sabelotodo! Yo no conozco ni un solo hechizo de protección que pueda mandar que Harry y Severus no sean capaces de sentirlo en cuanto lo lance, especialmente aquí en sus mazmorras. ¿Por qué crees que estamos decorando sin magia? ¡Díme!
Hermione se mostró claramente sorprendida y más que un poco enojada ante eso, y Remus rió entre dientes.
—Él tiene razón, Hermione. Ellos tienen todo el lugar protegido para evitar que los Slytherin se metan en problemas el próximo curso, sólo en caso de que el hijo de algún antiguo Mortífago decida comenzar algo. Sentirán el hechizo tan pronto como lo lances, y ambos son todavía tan cautelosos respecto a magia inesperada que probablemente vendrían listos para maldecir a la primera cosa que se moviera.
—Lo cual no es el mejor modo de comenzar una fiesta sorpresa de cumpleaños, si todo el que saltara de detrás de la mesas consiguiera una maldición —concluyó el gemelo que aún no había hablado, sonriendo—. Así que simplemente regresa a poner serpentinas y no te preocupes por eso.
—Además —el primer gemelo -Remus casi estaba seguro de que era George- agregó—: Snape prometió que trataría de mantenerle ocupado al menos durante otra hora, y él es un hombre de palabra.
—Tienes mucha razón, Freddie —convino su hermano con una sonrisa, mostrando a Remus que estaba equivocado y en realidad era George el que regresaba al trabajo de colgar serpentinas—. Especialmente, cuando cumplir su palabra involucra follarse a Harry.
—¡George! —exclamó Hermione, ruborizándose, mientras Ginny y Dean reían por lo bajo en la esquina más alejada, y Remus y Sirius hacían esfuerzos para no echarse a reír—. ¡No sabes si ellos están… follando!, y aún si lo estuvieran, ¡no es cortés decir que lo están!
—Hermione, mi querida futura hermana —replicó George, mirándola sobre su hombro con una sonrisa exasperante—. ¿Desde cuándo yo he sido conocido por ser cortés? —todos excepto Ron y Hermione se echaron a reír, mientras la chica resoplaba. George se giró a mirar la serpentina que cubría la pared y, todavía sonriendo, agregó—: Y si Sev no está follándole, es más idiota de lo que creía. Harry es un tío bastante follable.
—Eso es malditamente cierto —convino Dean con una carcajada.
Ginny asintió, sonriendo.
—Puede que Harry sea apenas tan alto como yo, pero juro que esas piernas lucen como si continuaran por millas…
—Y Severus no se queda atrás —agregó Dean, sonriéndole a Ginny—. Esa piel pálida que oculta tan bien combina maravillosamente con los ojos negros, y esas manos.
—¡Merlín, sí! —Ginny asintió vigorosamente mientras Remus y Sirius observaban el intercambio conteniendo la risa—. Y esa voz, dioses… No estoy segura de lo que me gustaría más ser por una noche: Harry, Sev, o las cortinas de su cama.
Dean soltó una carcajada.
—Las cortinas de la cama, definitivamente.
Fred y George miraron impactados a Ginny mientras la chica sonreía ampliamente y manifestaba su acuerdo.
—Sí, eso sería un gustazo. Entonces podrías observarles foll…
Fred la interrumpió a mitad de palabra, exclamando:
—¡Gin! No te atrevas a terminar ese pensamiento, detente en este momento.
Ginny le sacó la lengua pero Fred no le prestó atención y se giró hacia Dean para añadir:
>>Y Dean, compinche, no necesitas hablar sobre chicos con nuestra hermanita. Especialmente, no sobre el profesor Snape; eso es como un increíble error…
—…porque ustedes dos nos están asustando —siguió George, todavía con los ojos abiertos de par en par.
—Y eso es algo muy aterrador —concluyó Fred con firmeza.
Ginny bufó y dio a Dean una pequeña sonrisa.
—Podemos hablar más tarde.
Dean asintió, haciéndole un guiño, al tiempo que Ron habló, luciendo como si estuviera oliendo algo desagradable.
—¿Podrían, por favor, dejar de hablar de Harry y Snape follando? No es la imagen mental en que quisiera pensar, muchas gracias.
Fred, Ginny, y Dean rieron mientras George lanzaba a su hermano menor una mirada fingidamente preocupada.
—Ay, ¿nuestro pequeñín todavía teme al grande y malo profesor de Pociones?
Ron sólo gruñó y se quitó a George de encima, haciendo reír a todos, Hermione incluida.
Severus estaba desmadejado, tendido boca abajo sobre un grueso tapete verde oscuro que cubría la mayor parte del piso entre la mesa de trabajo y el escritorio, debatiendo ociosamente si realmente tenían que ir a la fiesta sorpresa. Pensaba que Harry había estado verdaderamente inspirado al transformar el calcetín en esa cosa muggle llamado foo—algo**, y se sentía tan cómodo que no tenía prisa alguna en moverse. Estaba agradablemente cansado, con Harry tendido sobre su espalda sintiéndose cómodo y feliz, así que todo estaba bien en el mundo que compartían.
Sería muy fácil para ambos quedarse dormidos justo allí, aunque el sudor enfriándose en la piel desnuda de Severus estaba provocándole algo de frío. Lo que realmente quería era relajarse y disfrutar de la paz, amor y comodidad que fluía entre ambos, holgazaneando hasta quedar dormido en los brazos de Harry mientras el resto del mundo se deslizaba por unas pocas horas, pero sabía que no podría. Los demás habían trabajado mucho en la fiesta porque querían algo especial para Harry, y él deseaba ver cómo reaccionaba su compañero de vida al ver que su familia había hecho algo como eso para él. Eso significaba que no podría quedarse ahí acostado con él el resto de la tarde, por mucho que deseara hacerlo.
—Estás pensando demasiado —murmuró Harry en ese momento, distrayendo a Severus de sus reflexiones. Los labios del joven se movieron contra su hombro, besando la sudorosa piel prolongadamente antes de añadir suavemente—. Tendré que remediar eso.
Harry se quitó de encima de Severus, quien hizo un tenue sonido de protesta, girando la cabeza para mirarle. El joven frotó con la nariz el cabello lateral de la nuca de su pareja, lamiendo la piel salada antes de empezar a dejar lentos besos con la boca abierta a lo largo de su hombro. Después de un momento, una de sus manos se colocó en la cintura de Severus, acariciando lentamente su costado, logrando que el hombre se moviera ligeramente para inclinarse sobre su toque. Harry sonrió contra su espalda y lamió a lo largo del borde inferior de la paletilla, curvando la mano alrededor de su costado y acariciando lentamente sus costillas.
Severus se arqueó bajo sus manos, emitiendo un suave gemido de placer mientras su piel comenzaba a hormiguear, y en ese momento sintió que Harry le bloqueaba de su mente. Tragó con fuerza, recordando cómo la primera vez que le bloqueara, había intensificado sus orgasmos, y susurró suavemente:
—Harry.
—¿Sí? —otro susurro de respuesta, sus respiración etérea contra la húmeda piel.
Severus se estremeció mientras su pareja empezaba a trazar un camino de pequeños besos a lo largo de su columna, deslizando la mano de su costado para rodear y acariciar ligeramente los pezones con la punta de sus dedos. Se movió bajo el toque, luchando contra la urgencia de gemir mientras murmuraba:
—Creo que disfrutas mucho torturándome.
En lugar de responder, Harry giró su lengua contra una enrojecida marca en la piel sudorosa en la hendidura de su espalda, antes de mordisquear la curva superior de su culo. A pesar de sus mejores intenciones, Severus gimió y abrió un poco más las piernas, arqueando la espalda para elevar sus caderas hacia la gloriosa boca. Harry pellizcó su pezón mientras comenzaba a dejar pequeños besos a través de la tersamente sedosa piel, y Severus gimió suavemente mientras su trasero flexionaba contra los labios de Harry. El joven sonrió y lamió a lo largo de la curva inferior del trasero, frotando con la nariz la unión de sus muslos mientras murmuraba:
—Amo tu sabor.
Severus hizo un vago ruido de aprobación y abrió más sus piernas en obvia invitación. Harry lamió firmemente su entrada, probando el semen y el ligero sabor a menta del lubricante que habían usado. Severus se retorció ante el toque, empujando hacia atrás con un pequeño gemido de necesidad, mientras la lengua de Harry comenzaba a girar lentamente contra su piel. El Gryffindor movió sus manos a las caderas de su pareja, animándole a alzarse sobre sus rodillas y presionando más cerca para lamer la suave piel tras las bolas del hombre; en tanto una mano se deslizaba alrededor de la renovada erección de Severus, la otra permanecía en su cadera para estabilizarles a ambos. El Slytherin gimió y empujó en la cálida mano, haciendo que los labios de Harry se curvaran en una sonrisa al tiempo que volvía a lamer su entrada antes de mordisquear la sensible piel de la curva inferior de su trasero.
Severus se estremeció mientras sus caderas tiraban suavemente, su polla pulsando en la mano de Harry, quien apretó su agarre, acariciando el duro miembro con firmeza al tiempo que hacía un rastro de besos por la curva de su culo. El hombre gimió y empujo en su mano de nuevo, su voz suave y áspera mientras susurraba.
—Harry…
El joven casi pareció no escuchar mientras su lengua se introducía en la grieta del culo, arrastrando hacia arriba hasta encontrar la entrada de su pareja y bajando otra vez. Succionó y mordió suavemente la oscurecida marca que allí había, contrastando con la pálida piel alrededor, antes de moverse repentinamente y cubrir el cuerpo de Severus con el propio, mientras frotaba su nuca con la nariz. La cabeza de la polla de Harry se deslizó sobre la entrada de su pareja cuando presionó su cuerpo contra él, golpeando suavemente por debajo de las bolas de Severus, quien arqueó la espalda contra él y dejó escapar un nuevo gemido necesitado.
—¿Quieres algo, amor? —susurró Harry burlonamente en su oído, apretando de nuevo la polla de su pareja mientras sus caderas se mecían para frotar lentamente contra la sensible piel tras las bolas de Severus.
—A ti —gruñó el otro quedamente, empujando dentro de la mano de Harry
El joven sonrió y mordió suavemente el hombro del profesor de Pociones antes de volver a susurrar.
—¿Qué deseas que haga?
—Sólo fóllame ya —replicó Severus con impaciencia, meciendo su trasero contra él y dejando escapar un sonido de frustración cuando la polla de Harry se deslizó junto a su entrada.
—¿Cuál es la palabra mágica? —preguntó, sonriendo mientras apretaba la cadera de Severus abrazándole todavía y frotando el pulgar de su otra mano sobre la cabeza de la polla de su Maestro. Severus giró la cabeza, permitiendo que Harry viera como sus ojos oscuros brillaban de necesidad, y gruñó en voz alta.
—Ahora.
—Así se hará —replicó con una sonrisa, soltando el miembro del hombre mientras se presionaba contra su espalda y se estiraba hacia delante para besarle rápidamente. Luego se alejó casi por completo de él y guió la cabeza de su polla para apoyarla contra la entrada de Severus, que todavía estaba un poco distendida a causa de sus recientes actividades. El mago mayor se movió hacia atrás, gimiendo mientras Harry se deslizaba en su interior hasta que su estómago presionó contra el culo de Severus. Los brazos del joven se deslizaron alrededor de la cintura de su Maestro nuevamente, atrayendo su espalda hacia él al tiempo que susurraba—: Te sientes tan bien.
Severus siguió empujando para inclinar su espalda contra el pecho de Harry, acomodándose sobre sus muslos y moviendo sus manos lentamente para acariciar sus brazos. Luego se relajó contra el joven, dejando que sostuviera su peso y saboreando la sensación de estar lleno mientras musitaba suavemente:
—No tan bien como tú.
Las caderas de Harry se flexionaron para apartar un poco al hombre y empezó a embestir poco profundo dentro de él, comenzando un ritmo relajado que Severus imitaba ondulando lentamente contra él. Harry hizo un camino de besos a lo largo del fuerte hombro, susurrando entre beso y beso:
—Nada… se siente mejor… que… hacer… el amor… contigo.
Severus sintió que la unión entre sus mentes se abría de nuevo y cerró los ojos con un ronco gemido mientras sentía el calor del deseo de su amante y la oleaba de puro placer que le barría, apenas notando el modo en que los brazos de su Aprendiz se apretaban a su alrededor. Se permitió perderse en el lazo de retroalimentación que provocaban los anillos intensificando todo lo que sentían, aunque el hecho de hacer el amor con Harry ya era en sí mismo irresistible. Como de mutuo acuerdo, sus cuerpos comenzaron a moverse más rápido, conduciéndoles hacia un clímax cegador que terminó demasiado pronto, aunque parecía que había durado una eternidad.
Eventualmente, Severus se hizo nuevamente consciente de lo que le rodeaba, para encontrarse acostado de lado, con su espalda presionada contra el pecho de Harry y los brazos del joven rodeando su cintura. No tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido, pero el sudor que les había cubierto ya estaba seco así que debía haber pasado un buen rato. Harry había conseguido almohadas y una cobija en alguna parte, y Severus movió una de sus piernas para ponerse más cómodo, relajándose contra su pecho. El placentero cansancio que había sentido antes se había convertido en casi agotamiento mezclado con algo muy cercano a la felicidad, dos cosas a las que se estaba acostumbrando a sentir cuando yacía con Harry en sus brazos.
Después de un rato, el Gryffindor frotó su nariz contra su hombro, murmurando:
—Te amo más de lo que podría expresar con palabras.
Severus corrió las manos por sus brazos, deleitándose en el amor y la felicidad que fluía entre ambos.
—Lo sé, Harry, y yo te amo tanto como tú —Harry dejó salir un gemido de placer y frotó la nariz contra su cabello, mientras el Profesor sonreía y, en un repentino despliegue de irónica diversión, agregaba—: Aunque tú vas a ser quien me lleve a la muerte.
Harry soltó una risita y besó su nuca.
—Pero moriremos juntos y felices.
Severus gruñó placenteramente y giró la cabeza, dándose la vuelta entre los brazos que le cobijaban, para mirarle y murmurar:
—Suena celestial.
—¿Verdad que sí? —convino Harry con una sonrisa.
Miró los ojos negros por largo rato antes de darle a Severus un beso lento y prolongado, que dijo cómo se sentían de una forma que no podrían expresar con palabras.
Última edición por alisevv el Dom Abr 17, 2016 7:32 pm, editado 2 veces | |
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