La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 13. Creando lazos

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 13. Creando lazos   Hangover and other secondary effects. Capítulo 13. Creando lazos I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 11:27 am

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La hora de la ceremonia de enlace llegó demasiado pronto para el gusto de Severus. Parado en medio de su habitación, miró su imagen reflejada en el espejo, encontrando aceptable lo que vio. No usaba su habitual túnica negra sino una verde oscuro, el broche de plata que Harry le había regalado brillando al frente. No sabía porqué se lo había puesto justo ahora, cuando nunca antes lo había retirado de su caja.

Sus pensamientos derivaron hacia otra pieza de joyería que pronto usaría: el anillo de bodas. No tenía idea de cómo lucirían, pues los había elegido quien realizaba la ceremonia, es decir, Albus. Los anillos eran más que un simple símbolo de matrimonio; eran artículos mágicos, encantados para desvanecerse si el enlace no se completaba en las cuarenta y ocho horas posteriores a la ejecución de la ceremonia. Una vez el enlace fuera completado, los anillos no podrían ser removidos hasta que el enlace hubiera terminado oficialmente; lo que, en el caso de ellos, sería en un poco más de diecisiete años.

“Marcado como propiedad de Harry Potter, para cualquiera que pueda verlo”, pensó Snape amargamente.

Suspirando con fuerza, miró alrededor de su habitación por última vez. No estaba seguro si sus aposentos serían ampliados y Harry iría a vivir con él o al contrarío; quizás hasta tendrían nuevas habitaciones. No podía imaginar el no vivir en las mazmorras, o en el territorio Slytherin. ¡Después de todo, era Jefe de la Casa Slytherin! Por otra parte, no estaba muy seguro de querer que su hija se criase en las mazmorras, por no mencionar que no veía a alguien tan Gryffindor como Harry siendo feliz en los terrenos Slytherin. De la forma que fuera, no le gustaba la idea de perder su privacidad así. Tener a Harry alrededor todo el tiempo, tenerle tan cerca, sería difícil y tenso.

“Ten cuidado con lo que desees, podría hacerse realidad…”, pensaba con sarcasmo al recordar cuan solo se había sentido poco tiempo antes. Ahora, no estaba realmente seguro de cuál tortura sería mayor, sentirse solo y anhelando al joven que sabía que siempre estaría fuera de su alcance, o tenerle cerca y no poder actuar como deseaba.

“Supongo que pronto lo averiguaré”.



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El Gran Comedor estaba decorado con flores e iluminado con más velas de lo habitual. En el medio del recinto se encontraba el altar, con nada sobre él excepto dos velas blancas y los anillos de enlace que Albus había elegido. El personal de Hogwarts estaba allí, además de Hermione y la familia Weasley en pleno. Todos habían rodeado a la pareja en un amplio círculo, Harry y Severus parados en medio, uno frente al otro.

Exactamente una hora después de la puesta de sol, la ceremonia comenzó.

Harry se estremeció. Estaba a punto de enlazarse con un hombre que nunca había mostrado más que un interés casual en él. Sabía que Severus nunca correspondería sus sentimientos de amor y pasión, sólo lo estaba haciendo porque estaba embarazado de él. Una oleada de abrumadora tristeza le golpeó mientras Albus comenzaba a hablar.

—Bienvenidos, familiares y amigos, a este día de celebrar y dar gracias. Estamos reunidos para atestiguar el matrimonio de Harry y Severus. Ellos nos han invitado a compartir el compromiso que hoy harán uno con el otro. Les piden su bendición en esta solemne y feliz ocasión. Si la vida tiene algún significado para todos nosotros, lo posee gracias al amor —el anciano mago, vestido con su túnica púrpura brillante, sonrió feliz, mientras sus ojos brillaban incluso más de lo habitual.

Severus se sintió enfermo. Su estómago estaba hecho un montón de nudos mientras sentía como si las palabras del Director vinieran de muy lejos. Era peor que cualquier pesadilla que hubiera tenido jamás. Estaba a punto de enlazarse con un hombre que no le amaba, para pasar junto a él los próximos diecisiete años, en una ‘relación’ que ni siquiera merecía ese nombre pues estaba basada en un contrato. Encima de eso, tendría que actuar como si disfrutara su vida de casado, sabiendo que el amor que brillaba en los ojos del otro hombre no era otra cosa que una estupenda actuación. Pocas horas antes, cuando Harry había anunciado que se enlazarían, la expresión en su rostro le había herido más que cualquier maldición que el Señor Oscuro hubiera utilizado contra él.

“¿A quién estoy tratando de engañar?”, pensó con sarcasmo, sin prestar la más mínima atención a las palabras de Albus. “Harry es la única persona a quien he amado verdaderamente en toda mi vida. Él y Ebony hacen que mi vida valga la pena ser vivida. Haría cualquier cosa por ellos, y tomaré cualquier cosa que Harry esté dispuesto a dar, sin importar cuan pequeña sea. Sé que soy un tonto al esperar que algún día pueda amarme, pero no puedo evitarlo.”

El maestro de Pociones fue sacado de sus pensamientos cuando Albus se paró delante de ellos y preguntó a Harry:

—¿Cuál es tu deseo?

El joven mago sonrió radiante y contestó:

—Convertirme en uno con Severus —parecía como si lo sintiera de verdad, pero Harry siempre había sido un gran actor.

Luego, el Director se volvió hacia él. Severus espero que su voz no le traicionara y delatara que esto no era real. Sería fatal que cualquiera excepto Ron, Hermione o Minerva supusiera que algo pasaba.

—¿Cuál es tu deseo? —preguntó Albus, y para su propia sorpresa, el profesor de Pociones se dio cuenta que lo que respondía era la verdad.

—Convertirme en uno con Harry.

Tomando su varita y lanzando un hechizo en dirección a Harry, el Director le habló.

—Repite conmigo: Yo, Harry Potter, vengo aquí por mi propia y libre voluntad, a enlazarme con Severus Snape. Vengo con amor, honor y sinceridad, deseando solamente convertirme en uno con él, a quien amo. Siempre lucharé por la felicidad y bienestar de Severus.

Harry tragó. Sí, estaba allí por su propia voluntad, pero eso no significaba nada. De nuevo estaba siendo forzado a hacer lo que otros esperaban que hiciera; lo que era mejor para su hija y para Severus. No era lo que él había planeado para su vida. Sí, había querido estar con Severus, había deseado descubrir lo que era tener una relación real con la persona que amaba, lo que era ser amado por sí mismo y no por su tan cacareada fama. Pero no tenía nada de eso. Sí, estaba a punto de enlazarse con Severus, pero eso era todo. No sería nada parecido a un matrimonio real. Severus no le amaba y no era probable que se enamorara, todo había sido atracción física. Si no fuera así, ¿por qué le había sido tan fácil aceptar las barreras que Harry había puesto entre ellos? ¿Por qué habría aceptado el contrato de matrimonio sin discutir, si no fuera sólo por responsabilidad? Severus no conseguiría de esta ‘relación’ ni siquiera control sobre él o sobre Ebony.

Obligándose a sonreír de nuevo, Harry repitió:

—Yo, Harry Potter, vengo aquí por mi propia y libre voluntad, a enlazarme con Severus Snape. Vengo con amor, honor y sinceridad, deseando solamente convertirme en uno con él, a quien amo. Siempre lucharé por la felicidad y bienestar de Severus.

Si sólo fuera verdad.

Severus sintió un vacío en el estómago cuando Albus lanzó el hechizo sobre él y luego le habló, diciendo:

—Repite conmigo: Yo, Severus Snape, vengo aquí por mi propia y libre voluntad, a enlazarme con Harry Potter. Vengo con amor, honor y sinceridad, deseando solamente convertirme en uno con él, a quien amo. Siempre lucharé por la felicidad y bienestar de Harry.

Sin vacilar, Severus repitió sus votos.

Cada palabra era cierta. Enlazarse con el hombre que amaba y adoraba era todo lo que había soñado, pero aún así era un gran error. Era un error porque Harry no le amaba, y nunca lo haría. Era un error porque él, Severus, no merecía a alguien tan puro y maravilloso. Era un error porque Harry nunca se hubiera enlazado con él de no ser porque estaba embarazado. Su joven esposo habría merecido casarse con alguien a quien amara.

Albus, que se había girado hacia el altar y lanzado un hechizo sobre los anillos de boda, ahora le entregaba a cada uno de ellos un anillo idéntico. Severus observó el suyo, encontrándolo hermoso y, de alguna manera, adecuado. El anillo estaba elaborado en plata y oro, entrelazado uno con el otro, fundido uno en el otro, sin que fuera claramente visible dónde terminaba uno y comenzaba el otro.

Ahora, dirigiéndose a ambos, el Director habló.

—Como la hierba en el campo y los árboles en el bosque se inclinan juntos bajo la presión de la tormenta, ustedes deberán doblarse cuando el viento sople con fuerza. Sepan que tan pronto como la tormenta llega, se va. Ambos serán fuerza y soporte del otro. Cuando amen, recibirán amor. Cuando den fuerza, recibirán fuerza. Juntos son uno, separados no son nada. Así, transformen la furia en amor, las lágrimas en alegría. No es debilidad admitir que se está equivocado, sino fuerza y la señal de un eterno crecimiento.

>>Eterno amor, soporte y respeto del uno hacia el otro.

>>El constante círculo del amor que comparten se simboliza en estos anillos. Dejen que ellos sean una señal de la amistad y unión que han venido a celebrar este día. Cuando las aguas estén agitadas, dejen que los anillos les recuerden los altibajos de la vida. Dejen que les recuerden la felicidad que sienten en este momento, y permitan que ese recuerdo tranquilice su espíritu.

“¿La felicidad de este momento?”, pensó Harry con sarcasmo. “¿Qué felicidad?”

Sólo quería que terminara. Todo era una farsa. No podía soportarlo más. Todo eso de hablar sobre amarse y apoyarse uno al otro. No quería escuchar eso, no necesitaba que Albus le dijera lo que nunca tendría: una unión real, basada en el amor, amistad, confianza y respeto. Un matrimonio que él no querría que terminara. Un sueño infantil que nunca se haría realidad.

Sintiendo como si estuviera en trance, harry tomó la mano de Severus y deslizó el anillo en su dedo. La piel del profesor de Pociones estaba incluso más fría que la propia. Un momento después, sintió como el hombre hacía lo mismo con él, el frío metal del anillo pareció quemar sobre su piel. Apenas segundos más tarde, Albus les declaraba enlazados y los Weasley, Hermione y los demás se acercaban a felicitar a los nuevos esposos.

Era una pesadilla.



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Eran nuevas habitaciones. ‘Nuevas habitaciones para el inicio de una nueva vida’, había dicho el Director, sus ojos brillando como loco. Y ahí estaban, instalados en su nueva salita. Mobiliario acogedor en frente de la chimenea, cálida decoración, colores sofisticados.

Severus caminó hacia las puertas que comunicaban con el resto de sus aposentos. Un gran cuarto de baño con una tina enorme, una habitación de invitados, otra que ya había sido convertida en una completa habitación infantil, y la habitación principal. Una sensación de mariposas revoloteando se instaló en su estómago al llegar a esa habitación. Era hermosa. En el medio se encontraba una inmensa cama con doseles, cuyas cortinas eran de color azul real. El resto del recinto, la tapicería de los muebles y alfombra, estaban elaborados en distintos matices del mismo color.

—Muy lindo —dijo una voz detrás de él. Harry le siguió al interior de la habitación—. ¿Te importa si me quedo con esta habitación? —preguntó el joven—. La de invitados es casi del mismo tamaño, pero me gustan más estos colores.

A Severus no le importaba en qué cuarto dormiría. De todas formas, sería lejos de Harry; excepto esa noche.

Como si el Gryffindor estuviera leyendo sus pensamientos, pasó delante de su esposo y comenzó a desabotonar su túnica, revelando una barriga encantadoramente redondeada. Severus siguió cada uno de sus movimientos con los ojos. Finalmente, dándose cuenta que el otro hombre no se había movido, Harry le llamó.

—Vamos, Severus, desnúdate. Sabes que debemos completar el enlace en las próximas cuarenta y ocho horas. Bien podemos salir de eso ya.

Sus palabras impactaron a Severus con toda su fuerza, dejando un ardiente dolor en su pecho.

Harry notó su expresión dolida y razonó:

>>Por favor, Sev, no me mires así. Sabes que tengo razón. No debemos hacer esto más difícil, ¿no estás de acuerdo? Podemos dejar de fingir y enfrentar los hechos; no nos amamos. Punto. Hacemos esto por Ebony y para que la prensa y el resto del mundo mágico nos deje en paz. Ha sido un largo día. ¿Por qué no actuamos con ese pedacito de atracción física que me dejó en mi actual estado y disfrutamos la noche en la cama? Después de esta noche, nunca tendrás que volver a tocarme. Así que, ven aquí…

Tomó la mano del hombre, rezando internamente.

“Por favor, Severus, por favor. No me lo hagas más difícil de lo que ya es. No puedo soportar esto; no puedo soportar esa mirada en tus ojos. Puedo dejar que te acerques a mi cuerpo, pero no puedo permitir que te acerques de nuevo a mi corazón. No soy lo bastante fuerte como para pasar otra vez por esto.”

Severus hizo una ligera mueca de dolor cuando Harry se refirió a la noche que habían pasado juntos como ‘un pedacito de atracción física’.

“Confiado el mocoso para decirme en mi cara que no me ama. No que yo no lo supiera ya…”

Concentrándose en la tarea que tenía entre manos, y diciéndose a sí mismo que disfrutara y acariciara cada momento único que tendría con su joven esposo, Severus se rindió finalmente y comenzó a abrir lentamente su túnica.

Harry le observó, mientras los largos dedos abrían el broche de plata y soltaban algunos botones.

—Estás usando mi regalo —declaró.

El maestro de Pociones asintió.

—Pensé que era adecuado…

“No sabes cuan equivocado estás”, pensó Harry con amargura. “El broche fue un regalo de amor, pero la farsa que estamos representando hoy no tiene nada que ver con el amor”

Harry continuó desabotonando su propia túnica para seguir con la ropa de abajo, pero fue detenido por las manos de su esposo.

>>Déjame desvestirte, ¿por favor? Lo he deseado por largo tiempo.

Harry dejó caer los brazos, permitiendo que Severus retirara su túnica y desabotonara la camisa oscura que llevaba debajo. Al primer toque de las manos del hombre sobre su ardiente piel, apenas fue capaz de contener un jadeo. Se sentía increíble. Puso todo su empeño en no moverse ni emitir sonido alguno mientras su esposo movía sus manos sobre su hinchado vientre, mientras el maestro de Pociones jadeaba sobrecogido cuando Ebony se movió un poquito bajo sus manos.

Cuando finalmente Severus se inclinó hacia delante para plantar sutiles besos a lo largo de la mandíbula y garganta de Harry para luego bajar hacia sus hombros, un ligero recuerdo se disparó en el joven mago. Sobresaltado, se alejó de la cálida boca sobre su piel.

Severus levantó la mirada.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien, Harry? ¿Hay algo que no te guste? —le preguntó con rostro preocupado.

Confundido, Harry sacudió la cabeza.

—No, se siente bien. Es sólo… Has hecho eso antes, ¿cierto? Quiero decir… la noche que me embaracé… La noche de la fiesta de la victoria… —se interrumpió, no muy seguro de lo que sentía o quería decir.

El mago mayor le miró, sorprendido.

—¿Recuerdas esa noche?

Harry, quien todavía se veía algo confundido, sólo murmuró:

—No estoy seguro, apenas son retazos, pero… —se detuvo, incapaz de decir nada más. En su recuerdo, Severus le susurraba palabras maravillosas, y él tenía la extraña sensación de que, de alguna forma, su cuerpo y su corazón habían sabido con quien se estaba acostando; Severus, el hombre que amaba, y no algún invitado a la fiesta.

—¿Cómo pudo ser?




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Última edición por alisevv el Jue Abr 28, 2016 2:48 pm, editado 3 veces
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MensajeTema: Re: Hangover and other secondary effects. Capítulo 13. Creando lazos   Hangover and other secondary effects. Capítulo 13. Creando lazos I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 1:37 pm

sev tiene toda la razon en llamar a harry tonto gryffindor...que no se da cuenta que sev lo ama profundamente...T_T ahh me enojaaa Evil or Very Mad wall wall ahh mi pobre sev....si me siento como se rompe mi corazón con cada palabra que harry le dice lloro1 lloro1
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