La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 12. Por el bien de nuestro niño

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 12. Por el bien de nuestro niño   Hangover and other secondary effects. Capítulo 12. Por el bien de nuestro niño I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 11:25 am

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Severus Snape cerró la puerta tras él, un giró de muñeca les aseguró completa privacidad. Había seguido a Harry al interior del aula desierta, esperando conseguir algunas respuestas del joven mago, quien destilaba ira. Una vez más, el aire se vio lleno de energía estática, sin importar cuanta fuerza imprimía el profesor de Defensa en tratar de controlar sus emociones. Harry paseaba frenético por la habitación. Severus podía verle respirando profundamente, en un intento por serenarse un poco. Esto sólo confirmó lo que debería haber sido obvio todo el tiempo: Harry no sabía sobre el artículo ni tenía nada que ver con éste.

—¡Cómo se atrevieron! —explotó finalmente el Gryffindor, lanzando al piso un montón de libros con un movimiento furioso, mientras pasaba cerca de una mesa—. ¿Qué les sucede a todos esos idiotas del Ministerio? ¿Ahora venden información a esa mujer Skeeter? ¿Dónde más podría haber obtenido la información? Pero esta vez no dejaré que escapen sin castigo; esta vez pagarán, ¡todos ellos! ¿Cómo se atrevió a escribir que yo traté de matar a mi propio bebé?

Severus observó al mago de ojos verdes en un aturdido silencio. Ya el hecho de verle tan enfurecido era extraño. Y ahora había tenido el placer de presenciarlo dos veces en menos de una semana, un nuevo record. Hizo su mayor esfuerzo por mostrarse calmado, aunque él mismo estaba prácticamente hirviendo de furia. Se suponía que Harry debería estar descansando y no trabajando en controlar su ira. Sólo Merlín sabía el daño que podía hacerse a sí mismo o a su niña si no comenzaba a calmarse. Determinado a no perder el control, finalmente se arriesgó a hablar.

—Harry, ¿podrías calmarte y sentarte? No quiero que te derrumbes ante mí. Lo último que quisiera tener que hacer es enfrentar a Poppy y explicarle porqué te hundiste en un ataque de rabia en lugar de descansar como te ordenó.

Harry le miró durante unos segundos y luego se dejó caer en el sillón más cercano, enterrando la cabeza entre las manos.

>>Oh, y antes que preguntes, la respuesta es no. No tengo idea de quién es el responsable de este desastre. Obviamente, alguien que está tratando de arruinar nuestra reputación

Severus no dijo en voz alta su sospecha de que también podría ser una trampa para obligarles a enlazarse. Albus había estado demasiado determinado a que lo hicieran, y si la información de Severus era correcta, Harry había recibido el mismo tratamiento de parte de sus amigos. Esto podría ser alguna clase de plan. No le extrañaría para nada del entrometido Director.

—Esto es una catástrofe, Severus —susurró Harry con voz débil. Sentía que quería gritar. ¿Por qué, en nombre de Merlín, no podía el mundo dejarle en paz? ¿No había dado ya todo lo que se había pedido de él?

Suspirando pesadamente, con el conocimiento de que las cosas nunca cambiarían y de que no podrían permitirse el lujo de ignorar este último ataque, declaró:

>>Tenemos que enderezar esto. Tú no te deshiciste de mí y yo NO traté de matar a mi bebé. Fue un accidente, por Merlín —de repente, fue impactado con la comprensión de que quizás Skeeter no era la única que pensaba que había querido deshacerse de Ebony—. Severus, por favor —musitó, buscando en los ojos del padre de su hija cualquier señal de desconfianza—. Dime que no crees que yo intentaría matar a Ebony.

Había algo en los ojos del joven mago que puso a Snape piel de gallina. No sería capaz de poner nombre a la emoción que vio en esos ojos verdes, pero era algo fuerte. Se fue con tanta rapidez como había aparecido, dejándole confundido mientras observaba la máscara que había caído sobre el rostro de Harry. No había visto esta máscara en particular desde hacía un buen tiempo, pero la conocía bien. Era la máscara de yo-soy-el-niño-que-vivió-y-nada-me-asusta. Conteniendo un suspiro, aceptó en silencio que debería hacerse algo, pero las opciones eran pocas. Siendo totalmente sincero, había una sola opción real, pero se rehusaba a aceptarla; sería una pesadilla emocional. Después de un segundo, sin embargo, se sentó en el sillón justo enfrente del de Harry, encontrando sus ojos. No había necesidad de mentir al joven y hacerlo todo más difícil.

—No —pronunció en voz alta—. Por supuesto que no creo que trataras de matar a tu propia hija. Ninguna persona que te conozca realmente o esté en su sano juicio creería que hay alguna posibilidad de que tú hicieras tal cosa. Odias matar y todavía te sientes culpable por todas las pérdidas que tuvimos durante la guerra. Nunca harías eso a tu propia hija. Puedo ver cuánto la amas y cuan desesperadamente tratas de… protegerla.

El punzante dolor en su pecho regresó al recordar las duras palabras de Harry en la enfermería. Lo que el joven había dicho ese día no había sido un intento de proteger a Ebony. Severus estaba seguro que había pretendido lastimarle.

—No importa con cuanta fuerza lo intentemos, nunca nos dejarán en paz, ¿verdad? —preguntó Harry, bajando la voz de repente. Parece que hasta ahora había caído en cuenta de que la maliciosa historia de Skeeter no sólo tenía consecuencias para su vida privada. Aunque había rechazado la posibilidad de tener una relación con Snape, no deseaba más publicidad dañina sobre él. Ya había tenido suficiente de eso. Una cosa era que, estando furioso, le hubiera llamado ex Mortífago. Sabía absolutamente bien que era errado e hiriente decírselo, pero haberle descrito de esa manera públicamente era algo completamente… algo más siniestro.

Perdido en sus oscuros pensamientos, Harry recordó de repente algo que Severus había dicho. ‘Ninguna persona que te conozca realmente…’ ¿Era eso cierto? ¿Snape le conocía? ¿O tenía Hermione razón al decirle que nunca le había dado oportunidad de conocerle realmente?


Dos días antes, en la enfermería.

—¡Harry, realmente necesitas pensarlo! No puedes seguir así por siempre. ¡Sólo empeoras las cosas! —espetó a su mejor amigo.

Observándola con una expresión terca, el mago de ojos verdes contestó:

—¡Oh, ahora soy yo quien lo está empeorando! ¿Olvidas el pequeño detalle de que fue él quien me amenazó? Yo no elegí embarazarme de él, y él es quien está exigiendo que nos enlacemos. ¿Qué quieres de mí? ¿Qué esperas que haga? ¿Echarme en sus brazos y agradecerle eternamente que planeara hacer ‘lo correcto’? No, gracias. Eso no va a pasar. De todas formas, él estará ahí para verla crecer. Estará cerca de m… —tropezó con la palabra y comenzó de nuevo—. Estará cerca de ella para que le conozca y pueda compartir con él. No necesitamos enlazarnos para eso.

Ante esta última declaración, Hermione frunció el ceño. Todo se trataba de proximidad y salir lastimado. La expresión en los ojos de la chica cambió y su voz se suavizó. Tomando la mano derecha de Harry, musitó:

—Esto es lo que realmente te preocupa, ¿verdad? Que Severus se acerque a ti. Tú le diste pedacitos de tu yo ‘real’ y ahora tienes miedo porque él está realmente interesado. Nunca le permites a nadie que se acerque lo suficiente como para amarte, o conocerte completamente, ni siquiera a Ron o a mí. ¿Tengo razón? Apuesto que no tienes idea de lo que es entablar una relación, considerando que tus mal llamados parientes no fueron exactamente los mejores modelos. Pero atrajiste su atención, ya fuera que lo hubieras planeado o no. Entonces, ¿qué vas a hacer con esto? —le miró con curiosidad.

—Nada. No voy a hacer nada sobre eso —pronunció Harry con tono derrotado—. Admito que me siento atraído por Severus, pero eso ya no importa. No voy a enlazarme con él. No hay entre nosotros nada más que una noche con inesperadas consecuencias. Severus es una persona honorable, y estoy seguro que se propuso hacer lo correcto, pero le gusta llevar el mando. No voy a entregarle mi vida. Si desea ver a Ebony tendrá cada oportunidad que desee para hacerlo, sin estar enlazado a mí o tener el control sobre mí. No podemos esperar construir una relación real basada sólo en la atracción mutua… especialmente, no una que comienza así —el enojo en su voz no lograba cubrir el dolor que yacía debajo.

La chica se preocupó por su amigo, quien estaba demasiado asustado como para ver la oportunidad que estaba dejando escapar. Harry se acurrucó en el fondo de su cama, dándole la espalda y permaneciendo en silencio. Eventualmente, Hermione le dejó a solas.



Harry regresó al presente con un suspiro. Ya fuera que le gustara o no, se dio cuenta que no tenía otra opción. Aceptó que no había otra forma, tendría que enlazarse con Severus. El hombre había hecho mucho por él, y no era el único culpable de que estuvieran en la actual situación, pero primero necesitaba asegurarse de algo. Respirando profundamente y esperando que su voz no delatara el pánico que sentía, susurró:

—¿Así que realmente lo hiciste? Escribir al Ministerio, quiero decir.

—Te dije que lo haría y yo cumplo mi palabra. Cuando te aseguré que no quería controlarte ni herirte en modo alguno, ¿por qué no me creíste? ¿Te he dado razones en el pasado para que no confíes en mi palabra? ¿Cómo es que te has vuelto tan suspicaz últimamente? ¿Qué he hecho para merecer eso? —preguntó el maestro de Pociones en voz baja, tratando de ocultar el dolor que sentía.

—No es tu culpa —admitió Harry—. No sé porqué estoy reaccionando de esta forma. Culpa a mi embarazo si gustas. Francamente, no tengo una mejor respuesta —declaró, encogiéndose de hombros—. Lo único de lo que estoy seguro, es que necesitamos hacer algo. No dejaré que Ebony o tú sean dañados en un futuro, por la prensa o por alguien más —el antiguo Gryffindor no se daba cuenta de cuan asustado se escuchaba, cuan joven—. Creo… —vaciló. Su estómago era un lío de nudos y se sentía mareado. “Puedo hacer esto”, se repetía en silencio como un mantra, intentando convencerse a sí mismo. Sabía que no tenía otra elección; al menos, ninguna que le permitiera a su hija una vida normal. Fue su valentía Gryffindor la que al final le dio las fuerzas para continuar—. Pienso que deberíamos hacer un contrato.

—¿Un contrato? —preguntó Severus, claramente confundido y alarmado ante las palabras elegidas por Harry.

—Sí, un contrato —repitió, temblando levemente—. Nos enlazaremos y permaneceremos juntos hasta que Ebony llegue a su mayoría de edad. Ante la prensa y el público, actuaremos como si estuviéramos enamorados y enlazarnos fuera de lo más natural. Por supuesto, dormiremos en camas separadas y, si lo deseas, podrás encontrar… ya sabes… alguien con quien compartir tu cama. Sólo te pediré que seas discreto. Después de todo, no puedo esperar que vivas en celibato durante los próximos dieciocho años, ¿verdad? —intentó bromear. De hecho, el pensar en alguien más tocando a Severus le hacía sentir celos y dolor en el corazón.

El profesor de Pociones le miró durante unos momentos, inseguro de haber escuchado correctamente. ¿El joven quería enlazarse con él, pero sólo de apariencia? ¿Le había ofrecido cerrar los ojos si tenía un romance con alguien más mientras estuviera casado con él? Por alguna razón, ese pensamiento le había enfurecido más que todo lo demás junto, e incrementado el atroz dolor de su pecho. Tomó un momento para calmarse mientras trataba de dilucidar a dónde quería llegar Harry con todo eso. Si lo analizaba desde el punto de vista del muchacho, todo cobraba una clase de retorcido sentido. Harry era, después de todo, un chico hormonal de dieciocho años. Seguramente esperaba que él le ofreciera lo mismo a cambio, para no tener que vivir en celibato tampoco. El pensamiento de Harry teniendo sexo con alguien que no fuera él le enfurecía.

“¡Está embarazado con mi niña y sólo puede pensar en tener sexo con alguien más!”

Hizo a un lado su dolor y su rabia, su corazón perdiendo un latido al recordar algo más.

—Harry, sabes que tendríamos que… bien, compartir nuevamente la cama para que el enlace fuera legal, ¿cierto? —preguntó al joven. Finalmente, Harry asintió lentamente.

—Lo sé, pero sería sólo una vez —consiguió decir—. No es como si no lo hubiéramos hecho antes, o no estaríamos en la actual situación. Sabes que nos sentimos atraídos sexualmente. Quiero decir, nunca tuvimos una relación, pero deberíamos ser capaces de manejarlo… —dejó de hablar al darse cuenta que estaba balbuceando con nerviosismo.

Severus se limitó a mirarle fijamente. Tenía una mala sensación sobre todo eso. Finalmente, fue el deseo de Albus y sus expectativas acerca de que ellos dos se enlazaran lo que le hizo capitular. Si el mocoso lo decidía, se enlazaría con él. Aunque no estaba del todo seguro de cómo haría para soportarlo. Ya dolía como el demonio el simple hecho de estar cerca de él, ¿qué sucedería cuando estuvieran unidos y viviendo juntos en los mismos aposentos? ¡Por dieciocho años! De repente, la muerte parecía más tentadora que esa tortura… porque sería una tortura. En ese momento, Harry pronunció las palabras y selló su destino.

>>Entonces, está decidido. Iré a ver a Albus y le pediré que nos enlace hoy. ¿Podrías, como mi prometido, reunirte conmigo en el Gran Comedor para hacer el anuncio? Recuerda, lo hacemos por nuestra niña. ¿Puedo confiar en que tu talento como actor convenza a todos de que me amas?

Incapaz de responder, Severus, pálido y demacrado, sólo asintió. Sabía que, de alguna manera, pagaría por esto.



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Una hora más tarde, Minerva McGonagall estaba lanzando furiosas miradas a Albus Dumbledore. El tonto viejo entrometido estaba sentado tras su escritorio, sonriendo inocentemente, mientras ella caminaba alrededor de la habitación. Severus y Harry acababan de abandonar la oficina de la Dirección, con la confirmación de que el anciano los enlazaría en la noche.

—¡Esto fue obra tuya, Albus! Lo sé. Les pusiste una trampa para que se enlazaran y no van a ser felices —gritaba ante la intromisión del anciano.

Los ojos de Dumbledore brillaron con felicidad.

—Cálmate, Minerva —sonrió—. Todo va a estar bien. Ellos se aman pero no lo quieren admitir. De esta forma, pasaran tiempo juntos y, eventualmente, descubrirán esos sentimientos que han mantenido ocultos. Ya verás, muy pronto serán una pequeña familia feliz.

La bruja mayor echó humo.

—¡Esta vez fuiste demasiado lejos, Albus! ¡No va a funcionar! Lo único que has logrado es volver sus vidas aún más miserables y complicadas. Recuerda mis palabras; en poco tiempo, van a estar lanzándose uno a la garganta del otro. Ya lo puedo ver venir; ¡esto va a terminar fatal!

Sacudiendo ligeramente la cabeza y acariciando a Fawkes, que estaba posado en su regazo, el anciano replicó:

—Oh, Minerva, por favor, no seas tan melodramática. Nunca deberías subestimar el poder del amor.

—Y sería mejor que tú no subestimaras la terquedad de esos dos —espetó McGonagall, abandonando la habitación y azotando la puerta tras ella.





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MensajeTema: Re: Hangover and other secondary effects. Capítulo 12. Por el bien de nuestro niño   Hangover and other secondary effects. Capítulo 12. Por el bien de nuestro niño I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 1:29 pm

No No lloro1 me da tristesa sev y pensar que harry no esta pensado...T_T ahhh espero y harry pronto se de cuenta de lo mucho que sev lo ama..u:_u
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http://yukif.livejournal.com/
 
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