La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 10. Peleas

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 10. Peleas   Hangover and other secondary effects. Capítulo 10. Peleas I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 11:15 am

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—¿Enlazarme contigo? —preguntó Harry, mirándole como si le hubiera crecido una segunda cabeza—. Debes estar bromeando, Severus. No voy a hacer tal cosa. No voy a permitir que nadie tome control sobre mi vida de nuevo. No puedo creer que tan siquiera lo hayas considerado. Tú no quieres realmente enlazarte conmigo; no tenemos una relación, ni siquiera hemos sido amigos durante las últimas semanas. ¡Todo lo que quieres es a Ebony y ésta es tu manera de conseguirla!

Harry se estaba enojando realmente rápido. No le importó el hecho de que estaba en la enfermería y se suponía que debería descansar, todo lo que sabía era que el profesor de Pociones estaba amenazándole. Snape, por su parte, había palidecido ante las palabras del joven. Le hería escucharle diciendo esas cosas. Harry continuo, totalmente inconsciente de lo que sus palabras hacían a Severus.

>>¿Qué harás si rehúso enlazarme contigo? ¿La reclamarás como tu heredera? ¿La apartarás de mí, sólo porque piensas que tienes derecho a hacerlo? Te dire algo; puede que nunca lo haya aceptado, ni me haya gustado el título, pero soy el Salvador del Mundo Mágico. Nunca pensé usar eso para mi propio beneficio, pero si eso es lo que tengo que hacer para mantener tus manos alejadas de mi niña, lo haré.

Mientras estaba gritando, Harry se enfureció más aún. El aire comenzó a girar a su alrededor y sintió que la habitación se llenaba de energía estática. Estaba perdiendo el control de su poder una vez más. Un vaso estalló en algún lugar en el fondo de la habitación. Segundos después, Poppy se acercó corriendo hacia ellos, con la varita preparada.

—¡Harry…! —comenzó, pero se detuvo al ver que el joven mago desviaba su atención de Severus y la enfocaba en ella. Sus verdes ojos lanzaban puñales y una suave aura brillante apareció a su alrededor mientras la mujer le observaba. Sus poderes se estaban multiplicando por minutos.

—¡Déjenos solos, Poppy! —exigió Harry—. No voy a herirle, pero necesitamos aclarar esto.

—Me iré, Harry, pero tienes que calmarte. Todavía te encuentras lejos de estar restablecido, y estás poniendo en peligro tu vida y la de tu hija. ¿Comprendes lo que digo? —musitó la medibruja, intentando comunicarse con él a través de su furia.

Cerrando los ojos y tomando aire para tranquilizarse, Harry intentó tomar el control de sus emociones, por la seguridad de su hija. El aura se difuminó, pero cuando abrió los ojos y la miró, Poppy todavía pudo ver enojo en ellos.

—¡Me calme, ahora váyase! —siseó en una voz que la mujer no le había escuchado antes. Sin más preámbulos, se dio la vuelta y dejó a los dos hombres solos, consciente de que esa conversación era necesaria.

>>¿Ahora qué piensas, Severus…? —la voz de Harry destilaba sarcasmo—. ¿Crees que te darán la custodia de la hija del héroe? ¿Dar la custodia de una niña inocente a un ex-Mortífago que tomó ventaja de un hombre indefenso para engendrar a esa niña?

Ignorando el dolor que causaba al hablar de ese modo sobre una noche que en realidad nunca había considerado hiriente no abusiva, Harry observó que Snape cerraba los ojos, derrotado.

El profesor de Pociones sentía como si hubieran lanzado una Maldición Cruciatus sobre él. Hería más de lo que podía haber imaginado el que sus sueños y esperanzas fueran rotos de esa manera. Obviamente, Harry no lo quería; no sentía nada por él excepto, quizás, odio y rencor.

“Cometí un grave error de juicio”, pensó, ignorando el sentimiento de pérdida que quemaba en su pecho. “Fui un tonto al pensar que pudiera estar interesado en mí. ¿Qué podría gustarle de MÍ, entre toda la gente? Su pasión de esa noche, fueron las drogas hablando por él. Eso le permitiría conocerme lo bastante bien como para ver bajo la máscara que he llevado tanto tiempo. Soy un tonto, de hecho”

Su voz sonó baja y vacía mientras preguntaba al joven mago.

—¿Es eso lo que piensas de mí, Harry? ¿Qué te forzaría a un enlace para conseguir tu poder y el de la niña? ¿Qué trataría de reclamarla como mía y alejarla de ti? ¿Que yo… te dañaría? ¿Por qué haría eso? Todo lo que deseaba era que ella tuviera una familia, que tuviera sus padres. Pensaba que tú, de toda la gente, entenderías eso. Nunca tuve intención de gobernar o herir a ninguno de ustedes, de ninguna forma. Si piensas tan bajo de mí, quizás no me conoces en absoluto.

Levantándose de la silla con movimientos inestables, continuó:

>>Diré al Ministerio de Magia que ella es toda tuya. Más adelante, veré que pueda heredar la fortuna Snape algún día, si lo permites; es legalmente suya —mirando a Harry por última vez, con ojos vacíos, concluyó—: Sería agradable que le dijeras que soy su padre, aún si decides vivir y enlazarte con alguien más; pero dejaré la decisión en tus manos. Que siga bien, profesor Potter. Ahora debo ir a hablar con el Director.

Luego de eso, abandonó la enfermería caminando con largas zancadas, cerrando la puerta en silencio tras él. Harry se sentó en la cama, aturdido. ¿Qué era lo que acababa de pasar? Había sido todo tan rápido. Toda su vida era un lío y no sabía qué hacer.

“Acabo de espantar al hombre que amo”, pensó. Él no te quiere, sólo quiere hacer lo correcto para la niña, siseó una pequeña voz malvada en su cabeza. Esta vez no era su cuerpo el que dolía sino su corazón, cuando enterró la cara en la almohada y lloró hasta quedarse dormido.



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—¡Ah, Severus, mi muchacho! ¿Te sientes mejor? Realmente me preocupé cuando te desmayaste en la reunión. ¿Está todo bien? Todavía no te ves recuperado. ¿Poppy te dio permiso de abandonar la enfermería o sólo saliste corriendo una vez más? —el Director lanzó una pregunta tras otra a Severus, quien apenas entraba a la habitación, haciendo un gesto para que se sentara.

—Puedo asegurarte que, después del último incidente, no me iría de nuevo sin su aprobación —declaró Severus, tomando el asiento ofrecido y expulsando de sus pensamientos la embarazosa situación que su última escapada de la enfermería había ocasionado.

Al momento que se sentó, apareció una taza con té de camomila caliente sobre el escritorio, frente a él. Rechazando el caramelo de limón que le era ofrecido, dio un sorbo a su té y evitó la mirada del Director el mayor tiempo posible.

—¿Por qué estás aquí, Severus? —preguntó Albus Dumbledore—. Te desmayaste hace pocas horas y no te ves bien. Creo que, aún cuando Poppy te haya dejado salir, seguro te recomendó descanso. ¿Qué es eso tan importante que no podía esperar? —la preocupación en su voz no podía cubrir la curiosidad agazapada allí.

Severus sabía que no había una manera fácil de decir lo que tenía que decir. Había fecundado al precioso Niño de Oro de Albus, sus manos de Mortífago manchando lo que era puro y casto. No había manera de que él fuera lo bastante bueno para el maravilloso hombre que estaba gestando su niño. Harry había hecho lo correcto cuando le había rechazado. Ahora lo sabía. El joven mago había tenido razón de estar tan enojado. ¿En qué mundo el amor sería suficiente?

“En verdad le amo”, pensó Severus con una amarga sonrisa en los labios. “¿Quién habría imaginado que yo sería capaz de amar?”

—Estoy aquí para decirte que soy el padre de la niña de Harry… del profesor Potter. Yo fui quien durmió con él esa noche. Todo es mi culpa. No me di cuenta que él no estaba lúcido y salté a conclusions precipitadas. Reaccioné así por algo que el profesor Potter me había dicho más temprano. También es mi culpa que esté en su actual estado, porque olvidé usar protección… —Severus estaba haciendo su confesión en voz baja, sin matiz de emoción. Su tono era tan vacío como sus ojos, y ni siquiera hizo una mueca cuando escuchó la profunda inspiración del Director como reacción a sus palabras.

Después de un momento de silencio, Albus Dumbledore habló:

—Tengo que admitir, Severus, que estoy tanto decepcionado como furioso —se notaba que el anciano estaba controlando la voz—. Nunca imagine que tú serías tan descuidado. No solo dormiste con un hombre indefenso, sino que ni siquiera gastaste un pensamiento en las consecuencias de tus acciones. Aunque debo decir que lo peor a mis ojos, es que no le dijiste a Harry que dormiste con él, cuando te diste cuenta que no tenía recuerdos de esa noche. Nunca pensé que fueras un cobarde, Severus, pero en este caso actuaste como uno. Infiero de esto que no sabías de su embarazo, lo cual explica muchas cosas; el porqué te desmayaste cuando lo averiguaste, por ejemplo. Espero que ya hayas conversado con Harry y discutido toda la situación con él —el tono de Dumbledore era duro.

—Sí, Director, lo hice. Hablé con él en cuanto madam Pomfrey me lo permitió. Él ya está consciente de que soy el otro padre de su niño. Me disculpé y le dije que era, por supuesto, mi culpa. Debería haberme dado cuenta que estaba drogado y tenido más autocontrol. Todo lo que puedo decir es que en todo momento estuve bajo la impresión de que era lo que él deseaba. En realidad, me lo dijo. Estoy extremadamente apenado de no haber notado que eran las drogas las que estaban hablando por él. Como dije antes, saqué conclusiones precipitadas. Yo… yo… Toda la noche fue un gran error, pero ya no puedo cambiar nada.

Cuando la voz sin emociones del profesor de Pociones se quebró en la última frase, Albus Dumbledore le miró con atención. Algo andaba mal allí. Él tenía la impresión de que Severus y Harry se llevaban bastante bien y que había cierta chispa entre ellos, antes que Harry comenzara a actuar de forma extraña, lo que ahora cobraba perfecto sentido. Uno pensaría que ahora que los dos habían hablado y Harry sabía que había compartido esa noche con alguien por quien se sentía atraído y no con un extraño, las cosas se resolverían. Bueno, a juzgar por la expresión en los ojos del maestro de Pociones, algo había resultado terriblemente mal.

Decidiendo preguntar de frente, el Director habó de nuevo.

—¿Confío en que harás lo más honorable y le pedirás que se enlace contigo? Así qué, ¿cuándo será la ceremonia?

Para su completa sorpresa, una onda de dolor barrió el rostro del mago más joven, antes que declarara:

—No habrá enlace. Él me botó. Me dijo que nunca más permitirá que nadie tome el control de su vida —su voz se apagó y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Las siguientes palabras sonaron como un sollozo—. El cree que quiero controlarle, cuando todo lo que deseo es amarle y darle una familia a nuestra hija. Yo… yo le amo tanto; pero él nunca me creerá…

Albus Dumbledore miró la figura al otro lado de su escritorio y su enojo se disipó. Ese día había estado lleno de sorpresas.



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Harry se despertó cuarenta y cinco minutos después, cuando alguien susurró al lado de su cama.

—Shh… Ron, haz silencio o terminarás despertándole.

Bostezando y desperezándose con cuidado, el joven embarazado abrió los ojos y miró a sus amigos.

—Hola, chicos —murmuró, tratando de esbozar una débil sonrisa. Sus ojos estaban hinchados y su cabeza embotada, palpitando de dolor ante los gritos.

—Oh, compañero, estás despierto —declaró Ron, levantándose de su silla al mismo tiempo que Hermione. La bruja tenía lágrimas en los ojos cuando abrazó a Harry cuidadosamente.

—Hemos estado tan preocupados por ti. Poppy no nos permitía visitarte y nadie nos decía cuan mal estabas. ¿Te sientes mejor? ¿Quieres que busquemos a Poppy? ¿Te duele? Te ves como si hubieras estado llorando… —Hermione se interrumpió cuando Ron tomó su brazo y dijo:

—Mione, cálmate. Dale oportunidad para contestar tus preguntas, ¿vale?

Sonriendo a guisa de disculpa, la joven bruja se sentó al lado de su novio, sus ojos no se apartaron de la pálida figura en la cama del hospital. Harry cambió de posición hasta que se sintió cómodo y luego empezó a hablar.

—Como ya saben, una bludger me golpeó en el estómago. Juro que en ese momento pensé que iba a morir, realmente dolía mucho. Estoy seguro que pueden imaginar que lo que más me preocupaba era mi hija, a quien decidí llamar Ebony, por cierto. Afortunadamente, es una pequeña fuerte y reflejó el poder que la golpeó hacia mi cuerpo, dejándome bastante dañado…

Hermione y Ron jadearon al unísono.

>>No necesitan preocuparse, ya estoy mejor —les tranquilizó Harry mientras veía sus caras aturdidas—. Ebony está ilesa y yo sobreviviré una vez más —agregó, con un tono de voz ligeramente sarcástico.

—Nos alegra escuchar eso, Harry, ¿pero si todo va bien, por qué has estado llorando? —preguntó Hermione, y asió su mano ligeramente.

—Sí, compañero, ¿por qué estás tan disgustado? Oh, y no te atrevas a negarlo, podemos verlo.

Respirando profundamente, el joven profesor de Defensa decidió decir la verdad.

—Severus estuvo aquí para hablar conmigo. Él… me dijo que es el padre de Ebony —al lado de su cama, sus mejores amigos jadearon una vez más—. Parece que yo elegí sus habitaciones provisionales para acostarme esa noche. Cuando me encontró en la cama vestido solo con la ropa interior, tuvo una impresión equivocada. Me tocó para despertarme y le dije que quería `más`. Él no sabía que yo estaba drogado cuando se lo pedí. Vino a disculparse… y luego exigió que me enlazara con él…

Harry sonó tan aterrado que Hermione le miró con sorpresa.

—¿Qué te ocurre, Harry? ¿No te sientes aliviado? Quiero decir, acabas de averiguar que no solo no tuviste sexo con un total extraño, sino que el padre de tu hijo es alguien por quien te sientes atraído. Vale, no es como se suponía que pasaría, pero podría convertirse en una gran oportunidad. Nos dijiste que querías estar con él y pensabas que no podrías a causa del bebé. Ahora resulta que Ebony es su hija también y te pidió enlazarte con él… Así que conseguiste todo lo que deseabas… Bueno, vale, quizás no fue realmente en el orden correcto, pero no obstante… —se interrumpió cuando Harry se enderezó abruptamente, con una expresión de furia en el rostro.

—¿Aliviado? ¿Por qué estaría aliviado? Como ya dije, Severus no me pidió enlazarme con él, lo exigió. Lo está haciendo únicamente por poner sus manos sobre mi niña. No le importa que sea una niña, quiere reclamarla como su heredera. Va a tratar de alejarla de mí si no me uno a él. Quiere poder sobre mí y sobre mi bebé. Pero lo evité. Le dije que nunca lo permitiré. Le dije que nunca permitiría que consiguiera la custodia de mi hija. Que utilizaré mi tonto título para convencer al Ministerio de Magia que no deberán entregar al niño del héroe a un ex-Mortífago —la mirada satisfecha en su rostro hizo que sus amigos le miraran en pura incredulidad.

Ron, que había escuchado a Hermione y Harry en silencio, habló al fin.

—Erm, compañero, ¿estás seguro que te sientes bien? No me lo tomes a mal, pero estás actuando de una forma muy extraña. Nunca te escuche llamar a Snape ex-Mortífago, y definitivamente, nunca te ha gustado tu fama ni la has usado para tu propio beneficio. ¿Qué te está pasando? ¿Estás seguro que le entendiste bien? Quiero decir, no le tengo demasiado afecto, pero ustedes dos se estaban llevando bien y disfrutaban su mutua compañía. Si no hubieran estado atraídos uno por el otro, seguramente no te hubieras sentido tan deprimido cuando pensaste que le habías perdido; y muy probablemente, él no hubiera dormido contigo…

—¿Crees que estoy mintiendo? ¿Piensas que estoy reaccionando de manera exagerada al tratar de proteger a mi niña a toda costa? ¿Al lado de quién estás, Ron? —gritó Harry, su rostro rojo de furia.

Hermione se levantó de su silla rápidamente, tomó sus manos y las apretó con fuerza, deseando tranquilizarle.

—¡Escúchame, Harry! Te creemos, pero tienes que admitir que lo que nos acabas de decir es un tanto extremo, hasta para alguien como el profesor Snape. ¿Y por qué querría controlarte? No tiene razón para eso. Todo lo que Ron quiere decir es que pudiste haber malinterpretado sus palabras. Fuiste severamente herido y apostaría que estás tomando pociones fuertes. Si a eso añades toda la tensión psicológica por tu embarazo y el impacto de que fue Snape quien durmió contigo... Es una situación excepcional y puedes estar algo fuera de balance. Nadie te culparía por tener complicaciones para lidiar con todo esto.

Relajándose ligeramente, Harry se liberó del agarre de Hermione.

—Severus fue perfectamente claro. Sólo hice lo que debía para proteger mi niña y mi libertad —declaró el mago de pelo negro, tercamente. Ron intercambió una rápida mirada con Hermione, expresándole que no se preocupara por la situación—. Creo que tuve éxito; antes de irse, Severus me dijo que no iba a reclamarla y que le diría al Ministro de Magia que era mía —la mirada satisfecha que sus dos amigos habían visto antes en su rostro, apareció de nuevo.

Maldiciendo internamente ante tanta ignorancia, Hermione se obligó a sonreír. Podía imaginar que el profesor de Pociones debía estar profundamente herido por todo esto. Ella no le conocía tan bien como Harry, pero sí lo bastante como para suponer cuánto daño había sido hecho.

“Debemos hablar con el Director”, pensó. Afortunadamente, Poppy eligió ese momento para aparecer y decirles que tenían que irse. Harry necesitaba otra dosis de medicación y algo de descanso. Abrazando a su mejor amigo una última vez, Ron y Hermione abandonaron la enfermería con la promesa de regresar a visitarle al día siguiente.





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Última edición por alisevv el Jue Abr 28, 2016 12:39 pm, editado 3 veces
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MensajeTema: Re: Hangover and other secondary effects. Capítulo 10. Peleas   Hangover and other secondary effects. Capítulo 10. Peleas I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 1:17 pm

lloro1 lloro1 porque harry porque...porque tener que lastimar de esa manera a sev....si bien dicen que las palabras son las que lastiman mas que los golpes... lloro lloro espero y harry recapacite...u_u
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