alisevv
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| Tema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 9. Reclamos Dom Dic 06, 2009 11:10 am | |
| Parpadeando unas cuantas veces con sorpresa, la expresión de Harry se suavizó y miró a Severus con una débil sonrisa. Ahora comprendía de qué iba todo eso. Contuvo un suspiro mientras le miraba directo a los ojos. No podía permitir que Snape asumiera la responsabilidad de su embarazo como un medio para protegerle de los chismes viscosos.
—Sé lo que estás tratando de hacer, Severus. Lo comprendo muy bien. Por favor, no lo hagas. Has intentado protegerme desde el primer momento que puse un pie en Hogwarts. Me has vigilado, entrenado, salvado mi vida más veces de las que puedo contar; estoy en deuda contigo —el joven mago alzó una mano para silenciar al hombre, que quería interrumpirle. No se dio cuenta de cuan destruido se veía Snape, cuan increíblemente joven.
>>Severus, no puedo dejar que hagas esto. Sabes que no debes hacerlo. No puedes protegerme reclamando la paternidad de mi hijo. Sé que probablemente pienses que es necesario resguardarme del dolor, pero esta vez las cosas son diferentes. Mi vida no está en peligro, ni la vida de mi hija —escuchó una aguda inspiración de aire en el mago mayor—. Si vas y les dices a todos que es tu niña, aunque no sea verdad, las cosas terminarán empeorando. Yo ya he decidido no buscar a su otro padre y criarla solo.
Moviéndose un poco para tratar de aliviar el dolor localizado cerca del torax, una vez más interrumpió la respuesta del hombre.
>>¡No, espera! —exclamó con precipitación—. Por favor, déjame terminar, ya está siendo bastante difícil.
—Pero…
—¡No, Severus, por favor! —suplicó—. Necesito decir esto. Era tu reacción a la noticia lo que más temía. Tu enojo, o peor, tu asco por lo que había hecho —el hombre al lado de la cama cerró los ojos como si doliera, y Harry le observó con cuidado—. Sev, sé que tienes las mejores intenciones, pero vamos, ni siquiera te gustan mucho los niños. Sé que te preocupas por mí, quizás lo suficiente para que hubiera podido haber más, pero eso ya no importa. Todo lo que me importa es mi hija, nada más. No necesito tu caridad ni tu lástima. Ciertamente, no permitiré que te metas de cabeza en un gran error. Un hechizo sencillo podría probar que no eres el padre de Ebony* y, aunque yo decida negarme a usar cualquiera de esos hechizos, cualquier día alguien podría descubrirlo. Créeme, sería peor si la verdad fuera descubierta más adelante. Tal como estamos, los rumores morirán eventualmente y todos aceptarán los hechos —dudó y sonrió a su antiguo profesor, murmurando suavemente—: Gracias por preocuparte.
Severus Snape estaba aturdido. Esto no era exactamente lo que él había pensado que sucedería. ¿De verdad Harry estaba pensando que él fingiría ser el padre de su hija para protegerle de los rumores? Bueno, la idea quizás no estuviera tan lejos de la verdad después de todo. Si no hubiera sido su niña, quizás… Sacudiendo ligeramente la cabeza antes de permitirse una pequeña sonrisa, preguntó:
—¿Terminaste? ¿Puedo aclararte algunas cosas? Porque si fuera tú, no estaría tan seguro de que ese particular hechizo no me identificaría como el padre de Ebony. Lindo nombre, por cierto.
De repente, el profesor de Pociones encontraba toda la situación bastante divertida. Había venido a disculparse con Harry por lo que había hecho; ofrecerle ayuda y hacerle saber que no le dejaría solo, que aceptaría sus responsabilidades. Había esperado enojo, gritos, quizás incluso lágrimas, considerando el hecho de que Harry estaba embarazado; pero, definitivamente no había esperado ser rechazado después de su primera frase.
—¿Qué quieres decir con que no debería estar tan seguro de que el hechizo no te identificaría como el padre de mi niña? —preguntó, mirándole con suspicacia.
Ahora, Severus veía miedo en su rostro, junto con enojo y algo más que no podía identificar. Quizás negación.
—Significa exactamente lo que dije antes, Harry. Esto no es un noble acto de auto-sacrificio o algo igual de estúpido. Es la pura verdad. Yo fui quien durmió contigo aquella noche en la habitación de invitados. Yo fui quien te fecundó. Lamento haber tomado ventaja de ti, pero para ser honesto, no sabía que no estabas en control de tus sentidos. Viéndolo en retrospectiva, me doy cuenta que no sabías que me estaba quedando en esa habitación temporalmente, incluso aunque te lo dije durante la fiesta. También me di cuenta que no recordabas lo que había sucedido esa noche, así que no podías sabes que yo era el padre de tu… nuestra hija.
—¡Détente! —gritó Harry, presionando las manos contra sus oídos, los ojos abiertos con pánico—. No quiero escucharte. ¡Estás mintiendo!
El joven sabía que estaba actuando de manera infantil pero no podía evitarlo. Se había reconciliado con la idea de que algún invitado a la fiesta había dormido con él. Había aceptado el hecho de que había perdido a Severus a causa de su embarazo. Había estado preparado para ser un padre soltero. Había temido la reacción de Severus ante la noticia, pero esto era demasiado. ¿El hombre que amaba acababa de decirle que había sido quien durmiera con él? Y si era cierto, ¿qué haría? Considerando lo que Hermione le había dicho, había una posibilidad de que Severus pudiera reclamar a la niña como su heredera, incluso aunque fuera mujer.
Recordó que ésa era una de las primeras cosas que había buscado; lo que contemplaban las leyes mágicas acerca de los embarazos masculinos. Al parecer, dichas leyes eran muy antiguas y complicadas. Al principio, Hermione le había contado que los magos sólo podían ser fecundados por otros magos cuyas habilidades mágicas fueran iguales o superiores a las propias. Si la pareja tenía el niño estando casados, la cuestión de cual padre podría reclamar el primer niño como su heredero siempre se establecía en el contrato matrimonial. Entre magos que no estaban casados o enlazados el asunto era un poco más espinoso. Históricamente, la custodia había sido entregada al mago más poderoso, y en caso de magos con poderes similares, aquel cuya línea de sangre fuera más pura era al que se le permitía reclamar al primer niño como su heredero. Si el primer bebé nacido era niña, el mago que tuviera el primer derecho de reclamación no estaba obligado a nombrarla como su heredera; era su opción elegir si la reclamaba o no.
Hermione había estado lívida al alzar la vista del libro donde hablaban de las leyes que contemplaban la custodia,
—¡Esto es increíble! —había gritado—. ¡Estas leyes son arcaicas y discriminatorias! ¡No puedo creer que no las hayan cambiado en más de quinientos años!
Harry había tratado de calmarla diciéndole que lo más probable era que el otro padre no quisiera reclamar a su niño, especialmente considerando la forma en que había sido concebido. El hecho de que más adelante Poppy le dijera que era una niña los había tranquilizado a todos.
Ahora, sus preocupaciones regresaban con toda su fuerza. A Severus no parecía importarle en absoluto que fuera ‘sólo’ una niña. ¿Qué haría? ¿Aceptaría compartir la custodia? ¿Intentaría reclamarla como su heredera? ¿Trataría de alejar a Ebony de él? Ella es mi hija, pensaba furioso, sin darse cuenta de lo irracional que estaba siendo. Al Snape ‘real’, la persona que había podido conocer mejor, nunca le habían importado las líneas de sangre ni la herencia. Desafortunadamente, en ese momento, el joven mago no recordó nada de eso.
Levantando la barbilla de manera desafiante, exigió:
—¡Pruébalo! —sabía muy bien que era muy pronto para poder ejecutar un examen de paternidad—. Recuerdo algunas de las cosas que sucedieron esa noche. Pruébame que realmente estuviste allí, ¡y no me digas sólo cosas que revelaron Dumbledore o Poppy!
Sonriendo internamente ante el extraño comportamiento de Harry, Snape ordenó:
—Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga que lo hagas.
—¿Qué…? —preguntó Harry, pero fue interrumpido por el mago mayor.
—Sólo haz lo que te digo y te probaré que yo estaba ahí esa noche. Sabes que puedes confiar en mí. Por favor, Harry, cierra los ojos.
Obedeció y, un segundo después, sintió una cálida respiración rozando su piel mientras Severus susurraba en su oído con voz sedosa.
—Te encontré acostado en mi cama, durmiendo y vestido solamente con unos boxers de seda negra. Cuando toque tu hombro y traté de despertarte, aferraste mi mano y me dijiste que deseabas ‘más’. Me atrajiste para besarme…
La oscura voz del mago se fue apagando y Harry sintió unos cálidos labios que cubrían los suyos, temblando. Después de un instante de pánico, se relajó. Se sentía maravilloso, pero terminó demasiado pronto.
>>Yo sospechaba que se trataba de una broma, así que decidí preguntarte —prosiguió Severus, y de repente su mano tocó su mejilla derecha, acariciando su piel con el pulgar. Harry jadeó cuando el recuerdo cobró vida, mostrándole lo que seguiría.
—Harry, mírame. ¿A qué clase de juego estás jugando?
Sintiendo como si estuviera siendo transportado hacia el pasado, el joven mago abrió los ojos lentamente e, igual que había hecho la noche de la boda, respondió:
—¡No es un juego!
Luciendo como alguien que estuviera siendo hipnotizado, Harry siguió mirando fijamente el rostro de Severus, enfocado sólo en él, totalmente inconsciente de lo que le rodeaba.
Sin romper el contacto visual, Snape volvió a hablar.
—¿Estás seguro? ¿Esto es realmente lo que deseas? ¿Yo soy lo que deseas?
Un expectante Harry contestó.
—Sí, estoy seguro. Eres todo lo que deseé.
Antes que Harry pudiera inclinarse hacia él y completar el beso que había seguido a esta pequeña conversación, Severus se alejó. Sonriendo ampliamente, continuó:
—Eso es todo lo que necesitaba oír. Así que recuerdas. Ahora estarás de acuerdo conmigo en que, de hecho, soy el otro padre de nuestra hija, ¿o necesitas más pruebas?
Mirando a la persona frente a él con los ojos muy abiertos, todo lo que el joven pudo decir fue:
—¡Fuiste tú!
—Creo que eso fue lo que dije —declaró Severus secamente. Le dolía que Harry se mostrara tan aturdido y asustado.
“¿Hubiera preferido estar embarazado de un completo extraño?”, pensaba. “Pudimos haber tenido algo especial si esa conversación en la enfermería hubiera sido diferente. Quizás yo no me sentiría tan culpable por haber tomado ventaja sobre él si Harry no me hubiera alejado al comportarse tan distante…, llamándome profesor Snape una y otra vez… Aunque, claro, él creía que estaba embarazado de un completo extraño, luego de una noche que apenas podía recordar. Ciertamente, sería una reacción natural no querer estar cerca de mí, no querer darme esperanzas de que podríamos tener una oportunidad juntos.
Ese pensamiento le infundió esperanzas y cambió lo que tenía planeado decir.
Originalmente, había planeado ofrecer a Harry su ayuda y apoyo, conversando con él la posibilidad de compartir la custodia. Había desistido de la decisión de buscar una relación con él. Ahora, después de todo lo que había visto y oído, estaba convencido de poder hacer que esto funcionara. “Este niño no estará entre nosotros, nos acercará”, reflexionó. No reconoció el pánico que apareció en los ojos de Harry.
Harry se estremeció… ¿Habría juzgado mal a Severus? El hombre no había hecho nada por tratar de tender un puente sobre la distancia que había puesto intencionalmente entre ellos cuando descubrió que estaba embarazado. Parecía haberlo aceptado y le había tratado de manera distante. Y ahora que el Profesor estaba seguro de que estaba gestando a su niño, actuaba como si no hubiera distancia entre ellos en absoluto. De repente sospechó de los motivos de Severus, y podría haberse abofeteado por decirle todo lo que él había querido, aunque fuera verdad. Le había dado al otro hombre demasiado poder sobre él.
De no haber sido por las hormonas del embarazo que corrían embravecidas por su cuerpo, Harry se hubiera dado cuenta que estaba inusualmente sospechoso de Snape. Como estaban las cosas, el estrés de ocultar su embarazo y las semanas de distanciamiento de Severus, le habían vuelto protector de su hija así como de su corazón. El repentino reclamo de su paternidad por parte del profesor de Pociones, sólo agregó combustible al instinto protector de Harry, y por primera vez en largo tiempo se sintió un poco temeroso del hombre.
Severus, completamente inconsciente del actual estado de ánimo de Harry, estaba feliz. Tenía la sensación de que eso podría funcionar. Sería perfecto. Miró con cariño a la pálida figura acostada en la cama de la enfermería y anunció:
—Harry, al principio estaba bastante impresionado por escuchar que estabas embarazado, pero ahora creo que es algo maravilloso. En realidad, estoy ansiando convertirme en padre. Ya verás, todo va a salir bien. Juntos lograremos que todo tome su rumbo. Fuimos un buen equipo en el pasado y seremos buenos padres también.
El joven le miró con pura incredulidad. Las palabras de Severus parecían confirmar que sus miedos eran justificados. El hombre estaba asumiendo el mando de su vida, de su hija, y ya estaba haciendo planes por él.
—Severus, no creo… —empezó.
Pero fue interrumpido por el mago mayor, que pensaba que sólo era la inseguridad del Gruffindor la que hablaba y declaró:
—Harry, no seas tonto. Por supuesto que funcionará bien. Seremos muy fuertes juntos y al mismo tiempo haremos lo mejor para nuestra niña —ligeramente irónico y con una pequeña sonrisa que fue completamente perdida por el joven, continuó—: Insisto en que te enlaces conmigo. | |
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