alisevv
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| Tema: Un regalo inesperado. Capítulo 12 Jue Nov 05, 2009 6:20 pm | |
| La luz de la luna menguante se colaba entre las rejas de una de las celdas del ala oeste de la prisión de Azkaban, su brillo lechoso mezclándose con la luz de las velas flotantes que iluminaban el recinto y a sus dos ocupantes.
Desde su puesto en la pequeña mesa de madera, Severus levantó la cabeza y enfocó la mirada en su compañero de celda, que en ese momento estaba acostado en su catre y leyendo con avidez una hoja de pergamino que temblaba imperceptiblemente en su mano. Sonriendo con ternura, el hombre apartó la vista y volvió a fijarla en su propia hoja de pergamino, que reposaba sobre la superficie de la mesa. La tomó con cuidado para leerla por tercera vez, y si el joven rubio del catre hubiera levantado la vista en ese momento, hubiera notado que la mano del antiguo y rudo profesor de Pociones también temblaba.
Hola, mi amor
¿A que te sorprende recibir esta carta en Azkaban? Resulta que después que te fuiste pasé un día y una noche espantosos, así que a la mañana siguiente, Remus y yo fuimos a hablar con Arthur para encontrar un modo de comunicarnos con ustedes. El asunto es que en Azkaban no hay chimeneas con red flu, ni permiten la entrada de lechuzas ni las apariciones, a menos que tengan un objetivo legal y estén expresamente autorizadas por el Wizengamot. ¡Una verdadera mierda!
Severus movió la cabeza de un lado a otro y sonrió a pesar de sí mismo.
Dando vueltas al asunto, encontramos la buena noticia de que, dos días a la semana, sale una barca hasta la prisión, llevando alimentos, medicinas y ese tipo de cosas. Y te informo que, a partir de ahora, también va a llevar el correo. Arthur me prometió que iba a hablar con el señor Diggori para que les entregara nuestras cartas y recibiera las de ustedes, para que nos las traigan en el siguiente viaje del barco.
Arthur también me dijo que puedes fumar, así que te envío tu pipa y tu tabaco; te compré de la misma marca que tenías en el estuche de nuestra habitación. Si ves que se te va a terminar, avísame y te mandaré más. También te mando algo de ropa y un paquete con las galletas de canela que tanto te gustan. Remus también está enviando a Draco ropa y algunas chucherías.
Te extraño tanto. Cuando me escribas, por favor, cuéntame todo sobre Azkaban, sobre cómo te tratan y si estás bien. Y no me mientas o te la verás con la punta de mi varita, que sepas.
Te adoro
Harry
—Estoy muerto —musitó Harry, entrando en la salita de la casa de Godric’s Hollow y tirándose sobre un sofá, agotado—. A veces entiendo a Severus; esos chiquillos prueban la paciencia de un santo.
—¿Un día pesado, por lo que veo? —preguntó Remus. El joven asintió, sin fuerzas ni para hablar—. En ese caso, supongo que sería preferible dejar esto para mañana —comentó como al descuido, mientras levantaba un sobre y sonreía.
Lo siguiente que vio fue cómo un exaltado Harry, con una repentina ráfaga de vigor, saltaba sobre él arrebatándole la carta, para luego ir a acurrucarse en el sofá favorito de Severus y empezar a leer.
Harry
Esto de las cartas es una estupenda idea. De hecho, estuve hablando con Diggori cuando me la entregó y va a desarrollar la logística para que todos los presos tengan acceso a esto. Gracias.
Azkaban está mucho mejor que la última vez que estuve aquí. La comida, aunque austera, es nutritiva y agradable al paladar. Las celdas ya no son frías y húmedas, pues están climatizadas por medio de magia. También tenemos luz, y las antorchas y velas están hechizadas para prenderse o apagarse según queramos. Draco y yo tenemos una celda para nosotros solos; las camas no rechinan y tienen buenos jergones, nos pusieron un par de cómodas butacas y un escritorio, y hasta tenemos un pequeño retrete privado dentro de la celda que se limpia mágicamente. Como puedes ver, esto es el paraíso.
Harry sonrió ampliamente. Imaginaba a su pareja diciendo eso y casi podía escuchar la ironía en su voz.
¿Cómo está todo por allí? Espero que no hayas tocado nada de mi laboratorio ni te estés metiendo en problemas
—Sí, mi amor, estoy bien —susurró Harry, sonriendo ante la particular forma del hombre de decirle que se preocupaba por él.
En la próxima carta, cuéntame noticias del mundo mágico, aquí estamos muy curiosos al respecto. Y si puedes, mándame el libro de Pociones que estaba empezando a leer; como supondrás, aquí todavía no hay biblioteca.
Ah, y Draco te manda decir que, aunque las de canela sean mis preferidas, la próxima vez también podrías preparar galletas de chocolate.
Yo también te extraño… y te amo.
SS
Hola, mi amor
Las últimas noticias son estupendas. Como nos auguraron, el artículo que salió en Corazón de Bruja nos ha ganado un montón de fans
Severus hizo una mueca de desprecio.
Quita ese gesto que te estoy viendo. El asunto es que, además de nuestra entrevista narrando las vicisitudes por las que tuviste que pasar luego de todos los sacrificios que hiciste para ayudar a derrotar a Voldemort y lo injusto de tu condena, ahora todos los diarios, incluso El Profeta, están hablando acerca de la reestructuración del Ministerio y el Wizengamot, y la revisión que van a hacer de todas las sentencias. Con todo eso, la opinión pública está dando un impresionante vuelco a nuestro favor, apoyando a Arthur como Ministro y a su gestión, de forma que los pocos aliados de Scrimgeour que se atreven a protestar, están siendo ignorados.
Por cierto, se ha nombrado una comisión con miembros del Wizengamot y representantes de diversos sectores, con la misión de estructurar una propuesta de Ley para la Protección de los Semi Humanos y otras Criaturas Mágicas. ¿Y adivina quién va a participar en la comisión como representante de los semi humanos? ¡Nuestro Remus!
El antiguo maestro de Pociones bajó su carta. Por eso Draco llevaba unos minutos con esa sonrisa estúpida en su cara mientras leía la suya.
NO he tocado tu laboratorio, pero más vale que regreses pronto o lo voy a vender todo. Recuerda que debes alimentarte bien, que a veces eres muy descuidado, ¿vale?
Salúdame al huroncito y dile que esta vez también hice de chocolate para él.
Te adoro
Harry
P.d: Me dicen que pronto van a empezar con la revisión de los juicios. Apenas veo la hora de que eso suceda.
Harry
Gracias a Merlín que ya van a empezar esa dichosa revisión. No tienes idea el estado en que se encuentran estos jovencitos. Varios fueron vejados y abusados por los desgraciados que se decían sus amos, algo aberrante. Draco y yo estamos apoyando al psicomago de la prisión para ayudarlos a tomar mayor confianza, haciendo que hablen y expresen todo lo que están guardando, pero es algo realmente duro.
De manera inconsciente, Harry estrujó el extremo de la carta que estaba sosteniendo. Maldito Scrimgeour y su grupo de fascistas.
Diggori me pidió ayuda para organizar algunas cosas en beneficio de los presos y acepté; es una forma de mantenerme ocupado mientras esté aquí. Estamos empezando a organizar una biblioteca; no de libros de magia o hechizos, sino lectura ligera: novelas, biografías, historia, ese tipo de cosas. Diggori también quiere implementar algunos oficios; al fin y al cabo, algunos de los detenidos probablemente pasen varios años aquí, y es una buena forma de mantenerles entretenidos. Además, aprender un oficio quizás les sea de utilidad cuando salgan.
Con todo esto, los días pasan rápido, pero las noches se me hacen interminables.
Mi catre está demasiado frío y vacío.
Te amo.
SS
Hola, mi amor
No tienes idea de la impotencia que sentí al leer tu carta anterior. ¿Cómo es posible que individuos que se proclaman decentes y honestos, fueran capaces de hacer ese tipo de cosas, y que hubiera pasado tanto tiempo sin que nadie protestara? Todo por miedo, desidia, o quién sabe qué razón.
Ya empezaron las revisiones. Por lo que me contó Kingsley, incluso empezaron a emitir resultados, así que es probable que pronto vean movimiento por allí. Yo sólo espero que salga pronto la tuya y te liberen de una maldita vez. ¡Y no te atrevas a argumentarme, vas a salir en libertad! ¡Y Draco también!
Y por cierto, nuestros compradores están siendo realmente insistentes en el hecho de que, en cuando podamos retomar nuestra pequeña empresa, estarán más que encantados de recibir todo lo que fabriquemos. Según ellos, la calidad de tus pociones es muy superior a la de cualquier otra que hayan vendido.
Vale, ya sé que lo sabes, baja esa ceja ya.
Severus miró el papel con asombro, ¿acaso era tan predecible?
Y no es que seas predecible, sino que te conozco.
—Mierda, puede adivinar mis pensamientos hasta por carta.
Yo sigo cosechando y secando las plantas del jardín durante el fin de semana, y Dobby se encarga de cuidarlas entre semana. Rem nos ayuda de vez en cuando, pero ahora está realmente ocupado con lo de la Ley. En fin, que cuando regreses vas a tener una buena provisión de ingredientes para empezar. Y si Draco se anima a seguir con nosotros, mejor.
Severus apartó un momento la vista y suspiró. Si eso pudiera convertirse en realidad.
Nuestra cama también está fría y vacía, amor. Pero cuando siento que el peso de tu ausencia es demasiado para soportarlo, y doy vueltas y vueltas sin poder conciliar el sueño, comienzo a hablar en parsel y el sueño acude en seguida.
La venganza no sólo es dulce, tiene poderes somníferos.
Te adoro
Harry
Harry
Sí, ya empezaron a venir los resultados de las revisiones. Por una parte, es maravilloso cuando alguno de los chicos recibe su orden de excarcelación; su alegría y entusiasmo nos contagia a todos. Pero cuando la revisión trae consigo alguna condena, por pequeña que sea, es terrible. Aunque hasta ahora todas las decisiones han probado ser correctas, la mayoría de las veces los muchachos se hunden y tenemos que empezar a levantarlos casi desde cero.
Harry, perdóname por decirlo, pero por muy doloroso que esto sea para nosotros, estoy convencido que en este momento me encuentro donde debo estar, ayudando a mis chicos. Sabes que te amo con todo mi corazón, pero sólo puedo desear que mi caso sea el último en ser revisado.
¿La venganza es dulce? ¿Quién eres y qué hiciste con mi dulce Gryffindor?
Te amo
SS
P.d: Draco manda decir que más vale que cuides mucho a Remus durante su transformación o te la verás con él.
Hola mi amor
Hoy debo confesar que tengo sentimientos encontrados. Por una parte, estoy feliz de que Draco ya esté en casa, pero por otra me crea una angustia terrible pensar que ahora vas a estar solo.
Kingsley me aseguró que las revisiones están avanzando con extrema rapidez y pronto será la tuya, pero yo tengo un nudo permanente en la garganta que no me deja respirar.
Sólo quiero que recuerdes que pronto vamos a estar juntos; y no lo olvides, el día que atravieses la puerta de salida de Azkaban, yo voy a ser el tipo con la pancarta que te va a estar esperando afuera.
Te amo
Harry
—¿Pero por qué tardan tanto? —se quejaba Harry, caminando de un extremo al otro del pasillo, justo frente a la puerta donde en ese momento estaba reunido el Wizengamot en pleno, analizando el caso de Severus Snape.
—Tranquilízate, Harry —aconsejó Remus, que estaba sentado en un banco, sosteniendo la mano de Draco, que sentado a su lado se veía tan nervioso como el mismo Harry.
—¡Pero han pasado un montón de horas! ¿Cuánto tiempo más necesitan? ¡Merlín, tienen un montón de pruebas de la inocencia de Severus! ¿Qué…?
La diatriba de Harry se vio interrumpida cuando la enorme puerta del juzgado se abrió y un empleado del tribunal apareció en el umbral.
—El Wizengamot ha llegado a un veredicto.
Severus Snape miraba a través de los barrotes de su celda, al majestuoso cielo que en ese momento estaba gris y presagiaba tormenta. En su mano, la cálida pipa humeante le brindaba esa especie de sensación de sentirse extrañamente acompañado que sentía cada vez que fumaba.
Sabía que ese día estarían juzgando su caso en el Wizengamot, Amos Diggory se lo había comunicado esa misma mañana. Si dijera que no estaba nervioso, mentiría. A esa hora, lo más probable es que su destino ya estuviera decidido.
¿Y si le condenaban?
Era cierto que hasta ahora el máximo tribunal mágico había dictaminado decisiones justas, acordes con los delitos –o falta de ellos– en los casos que habían revisado. ¿Pero cuál sería la decisión en su caso? Sin importar las razones que tuviera para hacerlo, él había dado muerte a Albus, eso era un hecho. Y aunque a estas alturas ya no se culpaba a sí mismo, principalmente gracias a las largas horas que Harry se había pasado conversando con él para que aceptara las cosas como habían sucedido, quién podía saber lo que pensarían los jueces.
Si esto hubiera sucedido un año antes, quizás ni siquiera le importaría demasiado el resultado de la dichosa revisión. Azkaban ya no era un mal sitio para vivir, y ayudar a sus chicos, y a Diggori con su proyecto de reforma, le había tenido bastante entretenido últimamente.
Pero ahora tenía a Harry, y por él ansiaba salir de allí más de lo que había deseado cualquier cosa en toda su vida.
—Señor Snape —levantó la vista y vio un joven auror parado firmemente frente a él. Esa era otra de las cosas que se había ganado en ese lugar: respeto—. El Director Diggory le pide que haga el favor de acompañarme. Le está esperando en su oficina.
Severus se levantó con calma y dejó su pipa en el soporte que estaba encima de la mesa. Al parecer, el Wizengamot ya había tomado su decisión. Su suerte estaba echada.
La pequeña embarcación que se deslizaba silenciosa parecía una diminuta cáscara de nuez que se bamboleaba en medio del rugido de las furiosas olas, que azotaban su casco sin parar, salpicando a sus dos únicos ocupantes. Mientras el navegante sorteaba diestramente a través del encrespado mar, una figura vestida de negro estaba parada en la zona de popa, absolutamente inconsciente de todo lo que le rodeaba, su mirada clavada en un punto en la lejanía.
Navegaron en silencio durante veinte minutos más, hasta llegar a un pequeño atracadero. El lugar era el más inhóspito que los recién llegados hubieran visto en su vida. Una costa agreste y sin playa, donde las olas azotaban con un ruido seco. El hombre de popa saltó al atracadero de un ágil movimiento antes de volver su mirada hacia el navegante.
—Espéreme aquí, por favor.
Ante el breve asentimiento del otro, el hombre se giró y comenzó su ascenso por unas pequeñas escaleras rústicas que conducían a lo alto del encrespado farallón. Subía presuroso; el viaje a través del embravecido mar había sido más lento de lo previsto y él temía haberse retrasado. Debía llegar a tiempo; tenía una promesa que cumplir.
Cuando por fin llegó a lo alto de la empinada escalera, se detuvo unos instantes para recuperar el aliento y dirigió la vista hacia el oscuro edificio que se erigía ante él. Ya el sol estaba descendiendo en la línea del horizonte, y las luces se filtraban desde algunas ventanas de las altas murallas. Una vez recuperado el aliento, comenzó a correr a través de la explanada que le separaba de la imponente edificación.
Llegó casi jadeando frente a las inmensas puertas de hierro y se estremeció involuntariamente; quizás Azkaban hubiera mejorado internamente, pero desde afuera se veía absolutamente aterrador. La angustia oprimió su pecho al pensar en ese largo año que Severus había tenido que sobrevivir en el antiguo Azkaban, pero pronto sacudió la cabeza para desechar pensamientos tan amargos. Ahora todo había pasado, y sólo tenía que esperar a que esas puertas se abrieran de una maldita vez y por ellas saliera el hombre que amaba.
Se arrebujó mejor en su capa para protegerse del viento que azotaba inclemente; si Severus no aparecía pronto, lo iba a encontrar congelado. Diez minutos después, ya Harry apenas controlaba su impaciencia. Sabía que Severus debía salir por esa puerta, acompañado por su custodio, antes que ambos pudieran aparecerse con dirección al Ministerio, pero ¿y si había salido antes de tiempo y ya se había ido? Cinco minutos más y Harry estaba más que dispuesto a golpear la puerta a todo lo que pudiera y gritar para que alguien le abriera.
En ese momento, aun el medio del estruendo del viento y las olas, se escuchó el claro sonido de pesados cerrojos abriéndose. La pesadísima puerta de hierro comenzó a moverse con lentitud, y luego de unos segundos que a Harry le parecieron eternos, un rayo de luz se filtró al exterior, acompañando las figuras de dos hombres.
Harry no conocía al sujeto que estaba parado al lado de Severus, pero para él no existía en ese momento. Abrumado de emociones, permaneció allí parado, sin saber qué hacer, incapaz siquiera de pensar. Pero cuando el hombre de ojos negros y nariz ganchuda alzó los brazos y los tendió hacia él, algo en su pecho estalló. Emitiendo un gemido gutural, corrió hacia esos brazos, abrazando al hombre y enterrando su cabeza en su pecho.
Uno de los brazos de Severus le plegó contra su cuerpo mientras la otra mano empezaba a acariciar el alborotado cabello negro.
—Su cabeza parece un nido de pájaros, señor Potter —musitó la ronca voz.
Harry alzó un poco la cabeza y los ojos verdes se clavaron en los negros por interminables segundos, mientras se declaraban unos a otros todo el cúmulo de sentimientos que les inundaba en ese momento. Al fin, la cabeza del mayor bajó y apresó los ateridos labios de su pareja en un beso prolongado y pasional, el primero de los muchos que habría en sus vidas a partir de ese momento.
Severus Snape había regresado a los brazos de Harry Potter; había regresado a su hogar.
—Y por la presente, declaramos a Severus Snape libre de todos los cargos imputados en su contra, estimando que en todo momento actuó para el beneficio del mundo mágico y siguiendo las instrucciones expresas de Albus Dumbledore —tres días más tarde, Harry leía el documento emitido por el Wizengamot a todos los asistentes a la pequeña fiesta de celebración—. Asimismo, ofrecemos una indemnización de cincuenta mil galeones por todas las molestias ocasionadas al señor Snape durante su injusta reclusión en Azkaban
—Molestias ocasionadas —repitió Draco con desprecio, cuando Harry terminó de leer—. Casi lo matan dos veces y ellos lo definen como una ‘molestia’.
—Al menos le están indemnizando —razonó Hermione.
—Si, recuerda que este Wizengamot no tiene culpa de lo que hizo el pasado —intervino Remus—. Esto le permitirá tener algo de desahogo para emprender cualquier cosa que desee.
—¿Y qué quieres hacer ahora, Severus? —preguntó Kingsley, que en ese momento tenía una botella de champaña en la mano y estaba sirviendo a todos los presentes.
—Tu puesto de profesor de Pociones te está esperando si deseas regresar a Hogwarts —ofreció Minerva McGonagall—. Llevamos tres sustitutos desde que te fuiste y ninguno da la talla.
—No lo creo, Minerva —contestó el hombre, mientras abrazaba a su pareja, que estaba sentado a su lado en el sofá—. Mi socio ha estado preparando un montón de ingredientes durante mi ausencia, y ahora que Remus recuperó su cátedra de Defensa y Harry tiene más tiempo libre, los tres nos vamos a dedicar de lleno al negocio.
—¿Los tres? —repitió Ron, intrigado.
—A Draco le regresaron la parte de su fortuna que le correspondía por parte de Narcissa, así que decidió invertir también en la sociedad —explicó Harry—. La casa anexa a ésta llevaba varios meses en venta, y decidimos adquirirla para montar allí los laboratorios y la zona de almacenaje, y los jardines nos permitirán ampliar las siembras y diversificarnos hacia otras especies no tan comunes.
—Además, ya hablamos con Longbottom para que fuera nuestro asesor en esa área —agregó Draco.
—¿Longbottom? —exclamó McGonagall, preocupada, mientras miraba al joven detenidamente—. No pensará dejar su cátedra en Hogwarts, ¿verdad?
—No se preocupe, Profesora —contestó, sonriendo—. Será durante los fines de semana y en las vacaciones.
—¿Y van a seguir viviendo juntos? —preguntó Hermione, paseando su mirada por todos los residentes de Godric’s Hollow.
—Severus y yo estaríamos encantados, si Remus y Draco así lo desean —declaró Harry mientras su pareja asentía, sonriendo—. ¿Qué nos dicen?
Los dos aludidos se miraron y también sonrieron. Al final, el muchacho rubio guiñó un ojo a su pareja y se giró hacia sus amigos.
—Trato hecho, pero con una condición —al ver que le observaban, expectantes, agregó—: No más afrodisíacos en nuestras comidas. La próxima poción la prueban ustedes dos.
Era una calurosa noche de Agosto. En la silenciosa zona mágica residencial apenas se escuchaban los sonidos de algunos animales nocturnos, mientras todos los habitantes estaban sumergidos en sueños profundos.
En ese momento, un terrible alarido rompió la quietud de la noche.
—Percy —la esposa del pelirrojo se despertó sobresaltada para encontrarle jadeando de dolor y con la mano puesta en sus genitales—. ¿De nuevo te dio otro ataque? —el hombre asintió con la cabeza, aún no podía hablar—. Ya van tres esta semana —comentó con preocupación—. No puedo creer que esos ataques no tengan solución; ¿por qué no pides una segunda opinión?
—Harry, ¿quieres dejar de susurrar en parsel y regresar a la cama? —pidió Severus, mirando al joven que estaba sentado en el alfeizar de la ventana.
El Gryffindor le sonrió y se levantó de su sitió. Quitándose la bata, dejó ver su cuerpo desnudo y se acostó acurrucándose en el abrazo de su pareja.
>>¿Nunca vas a dejar de torturarles? —preguntó el antiguo profesor de Pociones, mientras elevaba una mano y apartaba un mechón de cabello para ver los luminosos ojos verdes.
—No podía dormir y me aburría.
—¿Y no se te ocurrió algo diferente para llamar al sueño?
—Sí, pero estabas dormido —hizo un pequeño mohín—. Tal vez si ahora me ayudas, esos dos puedan dormir en paz.
Mientras Severus tomaba los dulces labios en un beso ansioso, fue evidente que Rufus Scrimgeour y Percy Weasley podrían dormir tranquilos… Por esa noche, al menos.
Última edición por alisevv el Miér Feb 24, 2016 2:23 pm, editado 5 veces | |
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