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| Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H | |
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alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:35 pm | |
| Ejercicios 1-. Indique cuál de las siguientes palabras llevan H al inicio. Notar que en algunos casos se trata de palabras compuestas tales como había venido ___ucha ___abanico ___alcantarilla ___aber ___aciendo ___a correr ___abía salido ___echarás ___a menudo ___ectogramo ___azafrán ___oquedad ___idroavión ___abitante ___ierbajo ___arrabal ___uella ___idráulico ___alabar ___úmero ___a medias ___a comido ___albergue ___acha ___allar ___igo ___allá ___aullar ___ablador ___acíamos ___echarán ___ago reír ___orfandad Respuesta - Spoiler:
Hucha Abanico Alcantarilla Haber Haciendo A correr Había salido Echarás Ha menudo Hectogramo Azafrán Oquedad Hidroavión Habitante Hierbajo Arrabal Huella Hidráulico Alabar Húmero A medias A comido Albergue Hacha Hallar Higo Allá Aullar Hablador Hacíamos Echarán Hago reír Orfandad
Última edición por alisevv el Sáb Abr 04, 2009 12:38 am, editado 1 vez | |
| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:36 pm | |
| 2-. Indique cuál de las siguientes palabras llevan H intercalada A___orrador An___alfabeto Bo___ina Alco___ol Almo___ada Des___inchar Pi___ojo Co___ibir Mari___uana Pa___ella Zana___oria Perme___able Pre___istoria Pro___eza Mal___ablado Mal___echor Perju___icio Pro___ibido Tras___umancia Re___abilitar Pe___aje Ve___emente Re___acer Pe___onza Re___ivindicar Ma___oma En___iesto In___erente Des___echar A___uyentar Des___echable Re___én Co___esión Respuestas - Spoiler:
Ahorrador Analfabeto Boina Alcohol Almohada Deshinchar Piojo Cohibir Marihuana Paella Zanahoria Permeable Prehistoria Proeza Malhablado Malhechor Perjuicio Prohibido Trashumancia Rehabilitar Peaje Vehemente Rehacer Peonza Reivindicar Mahoma Enhiesto Inherente Desechar Ahuyentar Desechable Rehén Cohesión
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| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:36 pm | |
| 3-. En las siguientes oraciones, coloque la H en los casos que corresponda para que las palabras sean ortográficamente correctas 1-. Nosotros __aremos un viaje en barco. 2-. Coloca la bicicleta en el __ueco de la escalera. 3-. Puedes ___echar azúcar en el café. 4-. Se __a caído el vino sobre la mesa. 5-. Tu potingue __uele apestosamente. 6-. Las guerras incrementan la __orfandad. 7-. No deshagas lo que está bien __echo. 8-. Estudia en un colegio de __uérfanos de Huelva. 9-. Voy __a hinchar el balón. 10-. En la __uerta tenemos frutales. 11-. Hoy me __an puesto una inyección. 12-. Mi en__orabuena por tus éxitos. 13-. El Señor puso __a prueba a Abraham. 14-. Habla bien y no des__onres a los demás. 15-. En la pizarra dibujé un __óvalo. 16-. Aquella __ecatombe conmovió a los __abitantes de la __aldea. 17-. Sólo se fracturó un __ueso: el __omóplato. 18-. El a__ijado __izó la bandera en su __asta. 19-. El __uérfano fue __internado en el __orfanato. 20-. La __era de los co__etes __ará __istoria. 21-. La raíz de la __ipecacuana se usa como __emético. 22-. El guiso de zana__orias quedó a__umado. 23-. El __ermitaño tenía una __ernia ___estrangulada. 24-. La __isteria y la __esquizofrenia son __incurables. 25-. Quiere re__usar el __ofrecimiento que su jefe le __izo. 26-. No __ay __uesos en ese __osario. 27-. Fuimos por el __atajo para no espantar al __atajo. 28-. Las __elecciones se __arán __oy. 29-. En el __invernadero puede __aber __ortalizas. 30-. El __ogro de los cuentos de __adas ___asustaba a los __ermanitos. 31-. Ata__ualpa era el rey de los __incas. 32-. El __ombre se encontraba ex__austo después de los ejercicios. 33-. El __éroe se __allaba cerca del __elicóptero. Respuesta - Spoiler:
1-. Nosotros haremos un viaje en barco. 2-. Coloca la bicicleta en el hueco de la escalera. 3-. Puedes echar azúcar en el café. 4-. Se ha caído el vino sobre la mesa. 5-. Tu potingue huele apestosamente. 6-. Las guerras incrementan la orfandad. 7-. No deshagas lo que está bien hecho. 8-. Estudia en un colegio de huérfanos de Huelva. 9-. Voy a hinchar el balón. 10-. En la huerta tenemos frutales. 11-. Hoy me han puesto una inyección. 12-. Mi enhorabuena por tus éxitos. 13-. El Señor puso a prueba a Abraham. 14-. Habla bien y no deshonres a los demás. 15-. En la pizarra dibujé un óvalo. 16-. Aquella hecatombe conmovió a los habitantes de la aldea. 17-. Sólo se fracturó un hueso: el omóplato. 18-. El ahijado izó la bandera en su asta. 19-. El huérfano fue internado en el orfanato. 20-. La era de los cohetes hará historia. 21-. La raíz de la ipecacuana se usa como emético. 22-. El guiso de zanahorias quedó ahumado. 23-. El ermitaño tenía una hernia estrangulada. 24-. La histeria y la esquizofrenia son incurables. 25-. Quiere rehusar el ofrecimiento que su jefe le hizo. 26-. No hay huesos en ese osario. 27-. Fuimos por el atajo para no espantar al hatajo. 28-. Las elecciones se harán hoy. 29-. En el invernadero puede haber hortalizas. 30-. El ogro de los cuentos de hadas asustaba a los hermanitos. 31-. Atahualpa era el rey de los incas. 32-. El hombre se encontraba exhausto después de los ejercicios. 33-. El héroe se hallaba cerca del helicóptero.
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Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:37 pm | |
| 4-. Dadas las definiciones de las siguientes parejas de palabras homófonas, escriba H en los casos requeridos para que resulte ortográficamente correcto (en caso de duda consulte el diccionario __abitar : amarrar el cable a las bitas (marinería) __abitar : vivir en un lugar __ala: Parte del ave. __ala: Del verbo halar. __ato: Del verbo atar. __ato: Manada del ganado. __ora: Del verbo orar. __ora: Cada una de las veinticuatro partes del día. __uso: Del verbo usar. __uso: Instrumento para hilar. __incas: Pueblo indio del Perú. __incas: Del verbo hincar. __ay: Del verbo haber. ¡__Ay!: Exclamación. __ojear: Mirar con los ojos. __ojear: Voltear las hojas de un libro o cuaderno. __a: Preposición para unir palabras o frases. __a: Del verbo haber. __echo: Del verbo echar. __echo: Suceso. __asta: Palo de la bandera. __asta: Preposición que denota cantidad o límite. __as: Carta de la baraja. __has: Del verbo haber. __onda: Movimiento en forma de ola. __onda: Instrumento para tirar piedras. __ojoso: Que está lleno de ojos. __ojoso: Que tiene muchas hojas. __abría: Del verbo abrir. __abría: Del verbo haber- __ola: Movimiento de las aguas. ¡__ola!: Saludo. Respuesta - Spoiler:
Abitar : amarrar el cable a las bitas (marinería) Habitar : vivir en un lugar
Ala: Parte del ave. Hala: Del verbo halar.
Ato: Del verbo atar. Hato: Manada del ganado.
Ora: Del verbo orar. Hora: Cada una de las veinticuatro partes del día.
Uso: Del verbo usar. Huso: Instrumento para hilar.
Incas: Pueblo indio del Perú. Hincas: Del verbo hincar.
Hay: Del verbo haber. ¡Ay!: Exclamación.
Ojear: Mirar con los ojos. Hojear: Voltear las hojas de un libro o cuaderno.
A: Preposición para unir palabras o frases. Ha: Del verbo haber.
Echo: Del verbo echar. Hecho: Suceso.
Asta: Palo de la bandera. Hasta: Preposición que denota cantidad o límite.
As: Carta de la baraja. Has: Del verbo haber.
Onda: Movimiento en forma de ola. Honda: Instrumento para tirar piedras.
Abría: Del verbo abrir. Habría: Del verbo haber.
Ola: Movimiento de las aguas. ¡Hola!: Saludo.
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Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:46 pm | |
| 5-. En el siguiente texto de Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, algunas de las palabras han perdido su H. busca a ver si las detectas todas Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida abitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K... abía tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se allaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le abía alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le umillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un ombre abatido por la vida. Por el contrario, se allaba desde acía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la ipocondría. Se abía abituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que reuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria abía dejado de ser para él un sufrimiento. El joven abía renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer. Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle. «¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el ombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen olgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los ombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no ago nada. Y también podría decir que no acer nada es lo que me lleva a divagar. ace ya un mes que tengo la costumbre de ablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de acer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo e pensado en serio? De ningún modo: todo a sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.» El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese edor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y orrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba. Respuesta - Spoiler:
Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...
había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.
En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer.
Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle.
«¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no ago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.»
El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba.
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Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:47 pm | |
| 6-. En el siguiente texto de Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, coloque correctamente las letras faltantes, ya sean B o V. Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un jo__en salió de la reducida ha__itación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K... Ha__ía tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba __ajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le ha__ía alquilado el cuarto con ser__icio y pensión, ocupa__a un departamento del piso de a__ajo; de modo que nuestro jo__en, cada __ez que salía, se __eía o__ligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que da__a a la escalera y esta__a casi siempre a__ierta de par en par. En esos momentos experimenta__a in__ariablemente una sensación ingrata de __ago temor, que le humilla__a y daba a su sem__lante una expresión som__ría. De__ía una cantidad considera__le a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un co__arde ni un hombre a__atido por la __ida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había ha__ituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le a__rumaba. Sin em__argo, últimamente esta miseria ha__ía dejado de ser para él un sufrimiento. El jo__en había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofa__a de la patrona y de todas las intenciones que pudiera a__rigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y __ulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con e__asivas, excusas, em__ustes... No, más __alía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inad__ertido y desaparecer. Aquella tarde, el temor que experimenta__a ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle. «¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como __uen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costum__res. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado di__agar! Mientras di__ago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lle__a a di__agar. Hace ya un mes que tengo la costum__re de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy __erdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me di__ierte... Un juego, sí; nada más que un juego.» El calor era sofocante. El aire irrespira__le, la multitud, la __isión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya __astante excitados, del joven. El insoportable olor de las ta__ernas, abundantísimas en aquel barrio, y los __orrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completa__an el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que re__asaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo des__arío, o, mejor, en una especie de em__otamiento, y prosiguió su camino sin __er o, más exactamente, sin querer __er nada de lo que le rodea__a. Respuesta - Spoiler:
Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...
Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.
En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer.
Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle.
«¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.»
El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba.
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Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:49 pm | |
| 7-. En el siguiente texto de Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, coloque correctamente las letras faltantes, ya sean C, S o Z. Una tarde extremadamente __alurosa de prin__ipios de julio, un joven __alió de la redu__ida habita__ión que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con pa__o lento e inde__i__o, se dirigió al puente K... Había tenido la __uerte de no encontrar__e con su patrona en la e__calera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de __inco pi__os y, más que una habitación, pare__ía una ala__ena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con __ervicio y pen__ión, ocupaba un departamento del pi__o de abajo; de modo que nuestro joven, cada ve__ que salía, __e veía obligado a pa__ar por delante de la puerta de la co__ina, que daba a la escalera y e__taba ca__i siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sen__ación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su __emblante una expre__ión __ombría. Debía una cantidad con__iderable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba de__de ha__ía algún tiempo en un estado de irrita__ión, de ten__ión in__e__ante, que rayaba en la hipo__ondría. Se había habituado a vivir tan en__errado en sí mismo, tan ai__lado, que no sólo temía encontrar__e con su patrona, sino que rehuía toda rela__ión con sus __emejantes. La pobre__a le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta mi__eria había dejado de ser para él un __ufrimiento. El joven había renun__iado a todas sus ocupa__iones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las inten__iones que pudiera abrigar __ontra él, pero detenerse en la escalera para oír __andeces y vulgaridades, recrimina__iones, quejas, amena__as, y tener que contestar con eva__ivas, excusas, embustes... No, más valía desli__arse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y de__aparecer. Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de a__ombro __uando se vio en la calle. «¡Que me inquieten __emejantes menudencias cuando tengo en proye__to un negocio tan auda__! –pen__ó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcan__e de la mano, y, como buen holga__án, deja que todo pase ante sus mismas nari__es... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor in__pira a los hombres sea aquello que les aparta de sus co__tumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría de__ir que no ha__er nada es lo que me lleva a divagar. Ha__e ya un mes que tengo la co__tumbre de hablar conmigo mismo, de pa__ar días enteros echado en mi rincón, pen__ando... Tonterías... Porque ¿qué ne__esidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capa__ de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pen__ado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imagina__ión, una fanta__ía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.» El calor era sofocante. El aire irre__pirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos espar__idos por todas partes, y ese hedor especial tan cono__ido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la ten__ión de los nervios, ya bastante ex__itados, del joven. El in__oportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se trope__aban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo di__gusto pasó por las finas fa__ciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien pare__ido, de una talla que reba__aba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos o__curos. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y pro__iguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba. Respuesta - Spoiler:
Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...
Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.
En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer.
Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle.
«¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.»
El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba.
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| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:50 pm | |
| 8-. En el siguiente texto de Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, coloque correctamente las letras faltantes, ya sean G o J. Una tarde extremadamente calurosa de principios de __ulio, un __oven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la calle__uela de S... y, con paso lento e indeciso, se diri__ió al puente K... Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba ba__o el te__ado de un __ran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de aba__o; de modo que nuestro __oven, cada vez que salía, se veía obli__ado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación in__rata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embar__o, últimamente esta miseria había de__ado de ser para él un sufrimiento. El __oven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo traba__o. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vul__aridades, recriminaciones, que__as, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer. Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle. «¡Que me inquieten seme__antes menudencias cuando tengo en proyecto un ne__ocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen hol__azán, de__a que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado diva__ar! Mientras diva__o, no ha__o nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a diva__ar. Hace ya un mes que ten__o la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad ten__o yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De nin__ún modo: todo ha sido un __uego de mi ima__inación, una fantasía que me divierte... Un jue__o, sí; nada más que un __uego.» El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del __oven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de traba__o, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amar__o dis__usto pasó por las finas facciones del __oven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, del__ado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos ma__níficos o__os oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, me__or, en una especie de embotamiento, y prosi__uió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba. Respuesta - Spoiler:
Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...
Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.
En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer.
Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle.
«¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.»
El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba.
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Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: Módulo 5. Práctica. Uso correcto de la H Vie Abr 03, 2009 4:51 pm | |
| 9-. En el siguiente texto de Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski, coloque correctamente las letras faltantes, ya sean LL o Y. Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la ca__ejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K... Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se ha__aba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humi__aba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con e__a. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se ha__aba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que ra__aba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer. Aque__a tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le __enó de asombro cuando se vio en la ca__e. «¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en pro__ecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es __a un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aque__o que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto __a es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me __eva a divagar. Hace __a un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo __o de dar este paso? ¿So__ verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.» El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladri__os esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una ta__a que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabe__o negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto ca__ó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba. Respuesta - Spoiler:
Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K...
Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. Su cuartucho se hallaba bajo el tejado de un gran edificio de cinco pisos y, más que una habitación, parecía una alacena. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina, que daba a la escalera y estaba casi siempre abierta de par en par. En esos momentos experimentaba invariablemente una sensación ingrata de vago temor, que le humillaba y daba a su semblante una expresión sombría. Debía una cantidad considerable a la patrona y por eso temía encontrarse con ella. No es que fuera un cobarde ni un hombre abatido por la vida. Por el contrario, se hallaba desde hacía algún tiempo en un estado de irritación, de tensión incesante, que rayaba en la hipocondría. Se había habituado a vivir tan encerrado en sí mismo, tan aislado, que no sólo temía encontrarse con su patrona, sino que rehuía toda relación con sus semejantes. La pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo.
En el fondo, se mofaba de la patrona y de todas las intenciones que pudiera abrigar contra él, pero detenerse en la escalera para oír sandeces y vulgaridades, recriminaciones, quejas, amenazas, y tener que contestar con evasivas, excusas, embustes... No, más valía deslizarse por la escalera como un gato para pasar inadvertido y desaparecer.
Aquella tarde, el temor que experimentaba ante la idea de encontrarse con su acreedora le llenó de asombro cuando se vio en la calle.
«¡Que me inquieten semejantes menudencias cuando tengo en proyecto un negocio tan audaz! -pensó con una sonrisa extraña-. Sí, el hombre lo tiene todo al alcance de la mano, y, como buen holgazán, deja que todo pase ante sus mismas narices... Esto es ya un axioma... Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera... ¡Pero esto ya es demasiado divagar! Mientras divago, no hago nada. Y también podría decir que no hacer nada es lo que me lleva a divagar. Hace ya un mes que tengo la costumbre de hablar conmigo mismo, de pasar días enteros echado en mi rincón, pensando... Tonterías... Porque ¿qué necesidad tengo yo de dar este paso? ¿Soy verdaderamente capaz de hacer... "eso"? ¿Es que, por lo menos, lo he pensado en serio? De ningún modo: todo ha sido un juego de mi imaginación, una fantasía que me divierte... Un juego, sí; nada más que un juego.»
El calor era sofocante. El aire irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo, todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo, completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto pasó por las finas facciones del joven. Era, dicho sea de paso, extraordinariamente bien parecido, de una talla que rebasaba la media, delgado y bien formado. Tenía el cabello negro y unos magníficos ojos oscuros. Pronto cayó en un profundo desvarío, o, mejor, en una especie de embotamiento, y prosiguió su camino sin ver o, más exactamente, sin querer ver nada de lo que le rodeaba.
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