La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

  Death Eater takes a Holiday. Capítulo 61. Experiencias Humillantes

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 61. Experiencias Humillantes     Death Eater takes a Holiday. Capítulo 61. Experiencias Humillantes  I_icon_minitimeDom Ago 05, 2018 4:27 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 61

Experiencias Humillantes

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Harry se encontraba en la cocina preparando la cena mientras en compañía de Ron y Hermione esperaban la llegada de Severus. Hermione, sentada en el sofá, repasaba sus notas para ejecutar las Protecciones de su casa. Estaba revisando sus datos cuando Severus apareció con una pequeña caja blanca y una botella de vino.

—Buenas noches, Hermione —la saludó con una leve sonrisa y una inclinación cortés.

La joven contestó el saludo y agradeció profusamente su asistencia al levantamiento de sus Protecciones. Harry empujó la puerta abatible de la cocina para dar la bienvenida a su pareja, y se contuvo de besarle frente a su amiga.

—¿Qué trajiste? —preguntó como un niño esperando una sorpresa—. Ohhh —gimió en deliciosa anticipación—. Trajiste esos chocolates que comimos la noche de los ravioli... —su voz se apagó al recordar que Severus no había tenido oportunidad de disfrutar el postre esa noche, dado que había sido convocado. Ron entró en la salita con una cerveza de mantequilla en la mano.

—¡Me encantan esos! —exclamó, mirando la caja por encima del hombro de Harry. Hermione, no queriendo sentirse fuera de lugar, también escudriñó para ver de qué se trataba todo eso.

—Lucen verdaderamente pecaminosos. Miren cómo escribieron con azúcar glas el nombre de la tienda sobre el plato —señaló las letras blancas dibujadas sobre el vidrio.

—No lo noté la última vez —comentó Harry, sin darse cuenta de que esa vez Ron había pasado su dedo sobre el azúcar antes que él hubiera podido darle un buen vistazo.

Hermione esperó con paciencia mientras Severus se quitaba su capa de viaje y ponía el vino a enfriar, pero no pudo resistir por más tiempo. Estaba excitada por averiguar lo que era más importante y personal para ella.

—Severus, ¿trajiste la lista? —preguntó, animada.

—¿La lista? —levantó una ceja interrogante, sin tener idea a lo que se estaba refiriendo. El ver que Harry hacía una mueca, le dio una buena indicación de que su amante había olvidado mencionarle sobre la lista.

—La lista de Protecciones que fueron colocadas en la casa de mi familia hace unos años. Pensé que nos sería útil para planificar las Protecciones de mi casa —ella no creía que tuviera que explicarle eso a un mago con la experiencia de Severus. Frunció el ceño, entendiendo el porqué lucía confundido—. Harry no te dijo que la había pedido, ¿cierto? —se enfurruñó. Su amigo era muy maduro en la mayoría de las áreas, pero cuando se trataba de transmitir mensajes o abrir la red flu para ella, era tan irresponsable como los dieciocho años que tenía.

—Tengo la lista —la tranquilizó Severus. Harry intentó no mostrarse sorprendido, y se preguntó cómo su pareja habría traído esto, ya que nunca se lo había mencionado.

Con todo, la cena fue bien. Severus preguntó a Hermione y Ron sobre la Celebración para las Protecciones y se disculpó por haber tenido que reprogramar la reunión para discutir los planes unas cuantas veces. Él había esperado que Hermione le desesperara un tanto con todas las preguntas que inevitablemente tendría, pero una vez que la cena comenzó se vio agradecido por tener un buen tema de conversación. Era la primera vez que los cuatro comían juntos, y Severus había estado preocupado de que no hubieran tenido nada que decir luego de los primeros diez minutos.

Hermione preguntó a Harry sobre su evaluación para la Orden. Sentía mucha curiosidad sobre cómo había resultado y si había sospechado que se trataba de la prueba o no. Harry no estaba seguro de sentirse cómodo hablando sobre esto; él había llegado a creer que era real. Tampoco creía que Ron estuviera demasiado cómodo con la conversación.

Recordaba cuando su amigo había regresado de la misión en la cual había estado brevemente 'invitado' por los Mortífagos. No había preguntado a su amigo detalles del asunto, pero le había visto ingresar en la enfermería luego de su captura, luciendo aterrado. Estaba seguro de que el asunto real había sido mucho peor que su prueba.

Cambiando ligeramente de tema, le contó a Ron que los gemelos hechizaron el traslador para su captura. Había convencido a George y Fred de que no estaba molesto, pero se alegraba de no haber encontrado ni sido víctima del más simple de los productos Weasley desde su regreso. Severus lanzó una carcajada, contándoles cómo había logrado que los pelirrojos le ayudaran con lo del hechizo.

Ron quedó convencido de que el hombre había usado sus impresionantes actitudes intimidatorias sobre sus hermanos, pero Harry había visto la letra de Sev en algunas de las notas de los gemelos, junto con una increíble idea que estaba seguro no había surgido ni de George ni de Fred. También tenía que dar algo de crédito a su pareja. Él había caído en la trampa, abriendo la carta al reconocer que la magia provenía de los Weasley, para terminar siendo sorprendido por el traslador.

Retiró los restos de comida mientras Hermione regresaba a la salita para extender todos sus pergaminos llenos de hechizos de protección y toda clase de dudas que ella deseaba aclarar. Ron la siguió con una bebida en cada mano. Harry, quien acababa de cerrar la nevera, dio un paso atrás para encontrarse chocando contra una suave pared de tela. Se dio vuelta para ver a su Slytherin favorito mirándole con el ceño fruncido.

—¿Había un mensaje que yo debería haber recibido? —.

Harry hizo una mueca, asintiendo.

—Supongo que lo olvidé —admitió en forma de disculpa.

Severus seguía luciendo ofendido. No tenía que recordarle a Harry cuán decepcionada hubiera estado Hermione si sus planes hubieran fracasado por la falta de consideración de su mejor amigo.

>> Le dijiste que tenías la lista. ¿Cómo? —Harry hizo una pausa antes de responder a su propia pregunta—. También pensaste en revisar las protecciones que habían sido colocadas anteriormente—.

—Eso es parcialmente correcto —contestó, saliendo de la cocina antes que su pareja pudiera preguntarle a qué se refería. Dejó escapar un suspiro exasperado, regañándose mentalmente, consciente que lo merecía por haber olvidado informarle de la petición de Hermione en primer lugar.

La discusión sobre las Protecciones no tomó mucho tiempo. Harry les contó algunas cosas sobre su propia ceremonia, pero la conversación fue principalmente entre Severus y Hermione, con algunas interjecciones por parte de Ron. Severus les felicitó por su decisión de pedirles a Arthur y Bill Weasley que participaran en la ceremonia junto con Ron, Hermione y Harry. Hubo algo de preocupación sobre elegir a Harry en lugar de a otros miembros de la familia. Luego de una ardua deliberación, Ron insistió en que Harry también era parte de la familia y nadie podría argumentar sobre la fuerza de su magia.

Casi se pudo escuchar el suspiro de alivio de los hombres cuando Hermione metió el último de sus pergaminos en su bolso. Harry sirvió los muy esperados chocolates que Severus había traído. La chica miró las palabras en la caja, escritas en un idioma extranjero.

—Voy a presentar mi prueba de Aparición en unos meses, pero ni siquiera puedo imaginar el viajar al continente para buscar un postre —ella había estado encantada cuando supo que la Aparición mejoraba con la práctica y no dependía de la fuerza mágica—. El libro dice que el mago promedio puede aparecerse entre cincuenta y setenta y cinco kilómetros de distancia con seguridad. ¿Creen que sea correcto? —.

Esta pregunta les zambulló en una discusión completamente nueva sobre hechos, regulaciones ministeriales, y sentido común. Ron le contó que él se había Aparecido distancias superiores a los ocho kilómetros varias veces. Harry comentó que junto con Ron probablemente se había Aparecido una distancia similar. Severus sonrió, sabiendo que la distancia que su pareja recorría en sus Apariciones para ir a entrenar era mucho mayor de lo que el propio Harry imaginaba. Ron aprovechó para revisar los detalles de la Aparición de Dudley fuera de San Mungo.

—¿No es algo peligroso para los muggles? —indagó Hermione—. Leí sobre una investigación que estaba tratando de probar que la Aparición forzada puede causar en los muggles una pérdida temporal de la función cerebral. Piensan que es muy breve, y que sólo causaría problemas si se hiciera de manera repetida, pero no poseen muchos datos para probarlo ya que no muchos magos han intentado hacerlo —la chica observó la expresión incrédula de los dos hombres más jóvenes. Ron y Harry se miraron uno al otro, conviniendo en que al parecer ella lo había soltado sin respirar.

—La mayoría de la gente estudia el folleto suministrado por el Ministerio, pero por mis galones que ella analizó toda la historia y los estudios disponibles sobre Aparición antes de tomar la prueba —bromeó Ron—. Harry, ¿crees que matamos alguna de las células cerebrales de tu primo? —.

Harry se encogió de hombros, riendo.

—Podría ser, pero cómo saberlo —señaló a Ron como si acabara de recordar algo—. Él se desmayó, ¿cierto? No te preocupes, no se volverá a repetir, así que su función cerebral está a salvo, o al menos tan segura como antes —sonrió y lanzó un bombón de chocolate en su boca. Cuando el celestial dulce alcanzó su paladar, cerró los ojos en un éxtasis de chocolate—. Hmm, tan rico —gimió.

Severus permaneció inmutable ante esto: no mostró vergüenza alguna ni tampoco excitación al ver a Harry disfrutando su postre con tanto entusiasmo. Fue difícil, pero lo consiguió.

—Si quieres, podemos dejarte a solas con tu dulce —comentó una sonrojada Hermione.

—Él ha comido así por años, ¿por qué te importa ahora? ¡Te ruborizaste! —Ron señaló sus rosadas mejillas, riendo. Severus prefirió no hacer ningún comentario.

—Lo sé, pero en aquel tiempo no estábamos comiendo con alguien que en realidad conoce los sonidos que Harry emite en el éxtasis de la pasión —ella se sorprendió por haber dicho tal cosa, pero la reacción de Harry bien valió el calor extra en el rostro de la chica.

—¿Qué...? —exclamó sacando el dedo de entre sus labios, que un momento antes habían estado rodeando su azucarado dígito, mostrándose ignorante de la conversación mientras había estado lamiendo y chupando los restos de dulce.

—Ugg, ¿tenías que mencionar eso? —se quejó Ron—. No quiero la imagen mental de ese tipo de sonidos —murmuró, y dio un gran trago a su bebida. Hermione puso los ojos en blanco ante su exagerada reacción. Estaba segura de que a veces actuaba así a propósito. Harry se retiró de la mesa y miró a su mejor amigo.

—Vale, te dejo el resto —empujó el plato lejos de sí—. No es como si yo no supiera como suenas tú en el 'éxtasis de la pasión' —levantó los dedos haciendo un gesto de comillas, al usar las palabras de Hermione. Ella se asombró y miró a Severus, quien mostraba una expresión de curiosidad similar a la suya.

—¿Cómo podrías saberlo? —preguntaron la chica y el maestro a un tiempo, logrando que todos se echaran a reír. Ron estuvo riendo con los demás hasta que las ruedas de su cabeza hubieron girado lo suficiente como para que procesar las palabras. Miró a Harry, furioso.

—¡No puedo creer que dijeras eso! —realmente se veía enojado. Harry no podía imaginar el porqué eso era tanto problema. Hermione y Severus volvieron a mirarse con sorpresa. El Slytherin entregó a la joven un chocolate relleno de caramelo antes de sentarse con los brazos cruzados, listo para el espectáculo. No había visto a Ron enojado con Harry desde el episodio de 'Dulces Sueños', y esto prometía ser igual de entretenido.

—¿Por qué te pones nervioso por eso? No es gran cosa —Harry estaba haciendo grandes gestos con las manos, así que había bajado su bebida para evitar que salpicara sobre el piso—. ¿Crees que eres el único tío en el mundo que tiene sueños húmedos? —.

Ron había acallado deliberadamente las últimas palabras de Harry.

—Tú eres quien no quería que nadie supiera que berreas igual que un niño—.

Las palabras de Ron resonaron en el silencio. Nadie habló. Harry quedó congelado en su sitio, y lucía como si su cabeza estuviera a punto de explotar.

—¿Puedo hablar contigo en la cocina? —gruñó entre sus dientes apretados mientras hablaba, manteniendo un tono plano. Al momento, ambos entraron en la cocina. Severus lanzó un hechizo a la puerta oscilante.

—¿Qué fue eso? —preguntó Hermione, curiosa—. Y, por cierto, ¿qué demonios pasa con ellos? —.

—Un encantamiento sencillo. Hará que el hechizo de silencio sea inútil —Severus esbozó una rara sonrisa, divertido al notar que ella parecía ansiosa por escuchar. En parte, había esperado que la joven protestara por la intrusión. Pero por lo visto era de las que pensaba que no debía haber secretos entre las parejas.

—Este hechizo es realmente muy bueno —comentó Hermione distraídamente, y se sentó de nuevo, esperando a que las voces en la cocina subieran de tono, y sonriendo al escuchar la palabra 'silencio'.

—¡No puedo creerlo! —la voz de Harry no sonaba amistosa—. ¡Estuvimos de acuerdo en que no había necesidad de que se supiera sobre esa noche! ¡Esas noches, en todo caso! Eres un cretino —continuó, hasta que Ron saltó nuevamente.

—¿Yo soy un cretino? Tú eres quien sacó el tema a colación, contándoles que sabes los sonidos que hago en el sexo—.

Se pudo escuchar el ruido de una silla siendo arrastrada por el piso antes que Harry se tirara en ella.

—Yo no estaba hablando sobre lo que tú piensas en modo alguno. Me refería a los ruidos que haces cuando tienes sueños húmedos. ¿Realmente piensas que le diría a Hermione que te había escuchado teniendo sexo con ella en la cama de al lado? —preguntó con incredulidad.

Severus y Hermione observaban la puerta de la cocina como si fuera un televisor. La mandíbula de la chica cayó ante la última información. Severus volvió a llenar su vaso, sonriendo ante el melodrama. Y pensar que había creído que iba a ser una noche mortalmente aburrida, teniendo que jugar el papel del Señor Social con los amigos de Harry. A ese punto, estaba volviéndose bastante entretenida. De regreso en la cocina, Ron también tenía un problema de caída de mandíbula.

—Yo creía que estabas hablando de eso. ¿Cómo diablos iba a saber lo que estabas pensando? —.

—Se supone que confías en mí, y sabrías que no traicionaría tu confianza. Eres un asno —Harry sonaba cansado.

—Soy un asno —admitió, sorprendentemente, palmeándose la frente repetidamente al estilo de Dobby—. Pero tú comentaste sobre sonidos de sexo e imaginé que... —la voz de Ron se apagó.

—Después de todos estos años escuchando a Seamus, hubiera pensado que sabrías a lo que me estaba refiriendo —Harry se echó a reír, y sus carcajadas aumentaron al empezar a imitar a su viejo compañero de dormitorio; una imitación a la que Ron se unió.

—Oh, bebé. Oh, bebé. Oh, bebé. Oh, bebé. Oh, bebé. Ohhh —corearon a la vez.

—Siempre se podía contar con Seamus para cinco 'Oh, bebé' antes de despertarse pegajoso y mirando alrededor para verificar si el resto de nosotros estábamos dormidos —volvieron a reír, pero Ron se puso serio.

—Respecto a lo que dije sobre que berreabas como un bebé... lo siento, compañero —se disculpó, avergonzado.

—Está bien. Supongo que me hubiera enfadado más si no hubiera llorado sobre tu hombro dando material para hacer la portada del periódico, cariño —agregó, bromeando con su amigo mientras le daba un puñetazo amistoso.

—Supongo que me asusté —Ron se encogió de hombros—. No quiero que ella se enoje conmigo. Quiero que me diga sí mañana, cuando le dé el anillo—.

—Oh, joder —murmuró Hermione, impactando a Severus con su lenguaje—. Hechízame —pidió, sin otra explicación.

—¿Te molesta tanto saber que Harry escuchó un momento privado entre Ron y tú? —preguntó Severus, pues no creía que fuera tan mojigata.

—No —contestó ella, aunque no sonaba convencida—. ¿Cómo crees que quiero recordar mi compromiso? Miraría eternamente mi anillo y recordaría a Seamus gimiendo 'Oh bebé' —hizo un gesto de disgusto. Sabía que estaba exagerando, por supuesto, pero estaba cerca del punto.

—Ésta es la última vez —gruñó el hombre en voz baja—. Obliviate —pronunció claramente, permitiéndole la oportunidad de recordar su compromiso con una imagen feliz. Expresó su encantamiento justo en el momento en que Harry y Ron regresaban. Por segunda vez, Ron abrió la boca con asombro.

—Maldición —exclamó el pelirrojo. Severus continuaba con la varita alzada, mientras Hermione estaba sentada con una expresión ida—. ¿Qué le hiciste? —exigió con fiereza.

—Ron —dijo Harry tranquilamente, colocando una mano sobre el hombro de su amigo—. Piensa en esto por un minuto. Vamos, piensa como Auror. Dejamos a una mujer y un espía aquí mientras nos lanzamos a la cocina a discutir sobre mi conocimiento de los sonidos que tú generas durante el sexo. ¿De verdad esperabas que no escucharan? —.

Harry notó el instante en que Ron entendió todo. Severus sonrió; era evidente que estaba disfrutando mucho todo el asunto.

—¡Oh, no! Dije que iba a entregarle el anillo. ¿Escuchaste eso? —inquirió, dirigiendo la pregunta a Hermione, pero se dio cuenta que Severus todavía la apuntaba con su varita, dejándola fuera de la realidad un poco más de tiempo.

—Ella no quería que se dañara ese momento tan especial —explicó el Slytherin.

—Supongo que eso significa que planea decir que sí —Ron resplandeció con una sonrisa bobalicona.

Harry quitó la mano del hombro del pelirrojo y le dio un amistoso puñetazo.

—Como si hubiera alguna duda, cretino—.

Hermione quedó con la impresión de que los chicos habían ido a hablar sobre sueños húmedos y la retahíla de los cinco 'Oh bebé' nocturnos de Seamus. Poco después, la noche terminó. Los amigos partieron, Harry se prometió que limpiaría en la mañana, y cayó feliz en la cama.

>> ¿Sigues enojado porque no te di el mensaje de Hermione? —preguntó a Sev antes de dejar caer el peso de la mitad de su cuerpo sobre él.

—No estaba enojado sino decepcionado —Severus dejó correr sus dedos a través del cabello de su amante. Harry notó que había dicho 'estaba', lo que significaba pasado, y se relajó un poquito más—. No pareciste demasiado sorprendido o disgustado porque hubiéramos oído su conversación —Severus pensó que éste sería el mejor momento para preguntar y tomó ventaja de la situación. De manera casual, observó el comportamiento de su pareja, y no estaba seguro de si el chico estaba aspirando su aroma o suspirando. El rápido golpe de la nariz de Harry sobre su oreja le aclaró la duda.

—No sé si lo hubiera ignorado tan rápidamente de no haber sido porque quería calmar a Ron. Tal vez hubiera estado más enojado si se hubiera tratado de mi gran secreto y no del de Ron. Egoísta, lo sé, pero es lo que hay —admitió Harry—. De haber sido un gran secreto que no quisiera que descubrieras, hubiera colocado hechizos más fuertes. No imaginé que Ron hablaría del anillo ni que Hermione y tú lo escucharían—.

—Hice un encantamiento básico para cancelar tu hechizo de silencio; no podía decidir quién escuchaba —Severus dio vuelta a un lado y Harry giró la cabeza para besarle. El beso terminó cuando Sev abandonó sus labios para mordisquear y lamer su mandibular, siguiendo por la clavícula y regresando hacia el otro lado del cuello, logrando que su joven amante se estremeciera y gimiera. Mordió un poco más fuerte, forzando un gruñido de Harry—. Podría conseguir un bombón y comparar tus gemidos de placer —bromeó.

—No. No voy a permitir que te apartes el tiempo necesario para conseguirlo—.

Frotó sus caderas contra las de su pareja, creado una deliciosa fricción entre ambas. El maestro sonrió y le recordó que era un mago y no tendría que levantarse en lo absoluto.

—¿Te masturbaste escuchando a tus amigos en la cama de al lado? —Sev susurró la pregunta al oído del joven. Sonrió al ver que sus mejillas se coloreaban otra vez.

—No al principio —replicó, avergonzado.

—¿No? ¿Cuántas veces les escuchaste antes de cambiar de opinión? —siguió sonriendo mientras Harry abría los ojos de par en par.

—Sólo les escuché una vez —aseguró, haciendo una mueca y levantando la nariz—. Al principio fue extraño; ellos son como familia. Después de un rato, cuando alcanzaron un buen ritmo, fue —en cierto modo— excitante—.

—¿Ron sabía que estabas escuchando o lo descubrió después y estalló con su dramatismo habitual? —.

—No responderé más preguntas respecto a eso, al menos no esta noche. La vergüenza no es buena para la libido —a despecho de las palabras de su pareja, Severus se movió y se frotó contra él de nuevo. Estuvo tentado a ironizar que con dieciocho años Harry no era otra cosa excepto libido, pero no era cierto, y recordó otra cosa con la que hostigarle.

—Hablando de vergüenza, Kieran mencionó que ruborizaste a una sanadora. No creía que eso fuera posible —comentó, riendo, y a continuación sintió la prueba física de que la vergüenza no hacía ningún bien a la libido de Harry.

—¿Ya estás feliz? —bufó un indignado y ahora flácido Harry—. Jugar a las veinte preguntas no va a hacer que tú folles, profesor Snape —volteó la cabeza, incapaz de dar vuelta a su cuerpo pues Sev estaba trepado encima de él y presionando su semi endurecido miembro entre sus muslos.

—¿Piensas que me quedé sólo por el sexo? —Severus esbozó una sonrisa malvada—. No necesito sexo para encontrarte entretenido —bromeó, pero el otro no le miró—. Estás enfurruñado por mis preguntas, o por esto —indagó, ejerciendo presión contra la desinteresada polla de Harry.

—Yo puedo manejar las burlas y la humillación ocasional —contestó, rodando los ojos y dirigiéndose a su polla—. Aparentemente, ella no—.

Severus se echó a reír y recorrió con su dedo el pecho del joven, deleitándose en cada escaso vello.

—Nuestro tiempo es limitado durante el ciclo escolar... —.

—Que es la mayor parte del año —interrumpió Harry.

—Me alegra pasar tiempo contigo —Severus hizo una pausa y giró la cabeza para mirar al joven por el rabillo del ojo—. Pero... —sonrió, consiguiendo que Harry le lanzase una mirada de ¿pero qué? —dado que ya estás avergonzado, puedes muy bien responder mi pregunta. Preguntas —rectificó—. Kieran no me contó cómo fue que lograste ruborizar a la sanadora—.

—En realidad, ni yo mismo lo sé. Phoebe se molestó cuando sintió que se había utilizado una varita mágica, y todos me miraron como si hubiera roto una regla fundamental —explicó—. Cuando le dije que la había utilizado para desvestirme, ella prácticamente se sacó los dientes al golpear su mano contra la boca. Tenía la misma mirada que Molly Weasley cuando me encontró besándome con Charlie. Francés estaba igual de mal, jadeó tan fuerte que se atragantó. Creo que hasta me escupió —comentó distraídamente, y frotó un punto de su pecho en recuerdo del evento.

Severus se enderezó y sostuvo el rostro de Harry entre sus manos. Parecía estar sacudiendo la cabeza en negación. Cuando levantó la cabeza, sus manos bajaron por el rostro de su amante, y eventualmente se juntaron como si estuviera rezando. El maestro había comenzado a inclinarse y pronto sus hombros se tocaron. Fue entonces cuando Harry se dio cuenta que su pareja se estaba sacudiendo en una risa silenciosa. Resistió la urgencia de hacer un mohín y aguardó.

—¿Recuerdas la conversación que tuvimos sobre hablar de la maldición Cruciatus en un grupo social? —preguntó con tono amable, a lo que Harry asintió.

—¿Te refieres a la vez que un mesonero nos golpeó accidentalmente a Ron y a mí con una silla? —miró a Severus esperando su confirmación—. Ron le dijo al camarero que no se preocupara, que dolía menos que el golpe de una bludger, y yo convine y agregué que no era nada comparado con el dolor de un crucio. Todo el bar se quedó en silencio—.

—Eso es una estimación bastante conservadora —el tono del hombre estaba cargado de sarcasmo, y nuevamente sacudió la cabeza como muestra de incredulidad.

—Lo sé, lo sé... —Harry suspiró—. La gente respetable no se pone en una situación donde pueda recibir una imperdonable. Esto hace que seas culpable por asociación —habló como si estuviera recitando una lección.

—Sí, y esos mismos magos y brujas respetables nunca admitirían haber ejecutado un hechizo que sólo manejarían los pervertidos sexuales. Los putitos —bromeó.

—Genial —masculló Harry—. Para el futuro, ¿podrías mencionar ese tipo de cosas antes de que haga el tonto? —.

—¿Dónde estaría la diversión entonces? —le guiñó un ojo—. Yo no le daría mayor importancia. Hace años, sólo las prostitutas conocían esos hechizos, pero con la aparición de los clubes de sexo, los hechizos especialmente provocativos empezaron a utilizarse más extensamente. Hoy en día, son usados con mucha más frecuencia de lo que la gente tiende a admitir —Severus notó que su pareja no lucía aliviado por sus palabras.

—Las sanadoras parecían sinceramente impresionadas. Quizás Phoebe más que Frances, pero, aun así, tengo que enfrentar a esas mujeres de nuevo —fue un quejido infeliz.

—Ellas lo olvidarán —le aseguró Severus—. Además, necesitas endurecerte si vas a seguir tu relación con un malvado y oscuro mago inclinado a enseñarte todas las indeseables cosas contra las cuales las madres advierten a sus pequeños —movió sus cejas arriba y abajo logrando que el joven se echara a reír.

—Espera —musitó Harry—. Mi mamá nunca tuvo oportunidad de advertirme sobre los sujetos de mala calaña que intentarían corromper a un jovencito. Eso me coloca en desventaja —levantó la sábana hasta su barbilla como si protegiera su virtud.

—Eso es lo que te hace tan delicioso. Pero... —la voz ronca se apagó como si Severus reflexionara profundamente, pero Harry le conocía bien—. Tú conocías los sonidos que hace Ron durante el sexo. No parecías tan ingenuo, en mi opinión—.

—Imagino que quieres saber de qué estaba hablando Ron —acusó Harry, pero Severus pudo ver que sonreía.

—Por supuesto —replicó en tono casual, y se apoyó sobre su codo. De manera distraída levantó una mano de Harry y trazó las líneas de su palma con el dedo índice.

—¿Cómo es la línea de mi vida? ¿Corta? —Harry no pudo evitar pensar en Trelawney mientras Sev examinaba su palma.

—Deja de ganar tiempo y cuéntame tu historia —frotó sus pulgares contra la suave palma, masajeándola—. Vamos, fuiste tú quien dijo que deberíamos conocernos más —bromeó.

—No soy el único que tiene que contar —Harry hizo un mohín—. Oh, eso se siente tan bien —gimió, no imaginaba que un masaje en las manos pudiera ser tan delicioso—. Esto funciona en las dos direcciones, ¿sabes? Tú vas a tener que pensar en una buena historia para contarme. Una realmente buena, pues ya me la debes —insistió. Severus ronroneó su aceptación del trato y escuchó mientras su pareja contaba su historia.

>> Ron me ayudaba siempre que podía —comenzó Harry, y le gusto el modo en que Severus jaló de él atrayéndole hacia sí, abrazándole desde atrás, y continuando la caricia sobre sus manos—. Eventualmente, nos acostumbramos a lanzar un hechizo de silencio alrededor de ambas camas, de forma que él pudiese oír si yo necesitaba ayuda con las pociones luego de una visión, o alguna otra cosa —'alguna otra cosa' era una pesadilla, pero no necesitó pronunciarlo para que Sev lo supiera—. Una noche, Ron quiso un poco de privacidad. No sé si Hermione había entrado en el cuarto, o si tan sólo se estaba masturbando; en todo caso, hechizó su propia cama, separándola de la mía. Él planeaba revertir los hechizos más tarde, pero se quedó dormido —Harry cerró los ojos, concentrándose por un momento únicamente en la presión que estaba siendo aplicada sobre sus dedos, mientras Sev prestaba especial atención a cada uno de sus dígitos.

—Permíteme adivinar —la voz profunda en su oído provocó un estremecimiento—. La única noche que no pudo escucharte, tuviste una visión; él se sintió miserable, así que la siguiente vez te encontraste escuchando a los dos tercios del trío en la cama de al lado mientras fingías dormir —comentó Severus. Levantó la mano de Harry, inspeccionándola, antes de convocar una lima.

—Ése es un buen resumen—.

A Harry le gustó la versión de su pareja. Era correcta, y había dejado convenientemente fuera la parte donde él también pensó que tenía privacidad y fue descubierto por Ron, llorando. Todo empezó como un dolor suave que fue aumentando. Después de su visión, había chillado de frustración y enterrado la cabeza en la almohada, deseando estar frente a Voldemort. Había gritado y despotricado hasta el límite de sus pulmones, liberando la energía contenida, y pateado la cama y dado puñetazos contra la almohada como un chiquillo en medio de una rabieta. Luego de eso, exhausto, se había derrumbado en posición fetal y llorado, o, como Ron había señalado con poco tacto, 'berreado igual que un niño'.

Dejó escapar una risa cansada al recordar esa noche, al tiempo que pensaba:

"¿Ron no podría haberme encontrado gritando y despotricando? ¿Tenía que esperar hasta encontrarme con la cara llena de lágrimas y mocos?"

Salió de sus reflexiones al escuchar sonidos de rasguños, y se dio cuenta que mientras estaba perdido en sus pensamientos, Severus había empezado a limarle las uñas.

>> ¿Qué estás haciendo? —le preguntó con una risa burlona—. ¿Vas a seguir con mi cabello después? —pensó que hacer un comentario sobre Sev actuando como una vieja matrona posiblemente no fuera bien recibido—. Acabo de arreglármelas —se quejó.

—Bueno, estoy arreglándotelas de nuevo. Me gustan suavemente redondeadas —levantó una mano de Harry, mostrando sus uñas—. Así—.

—Así redondeadas parecen manos de chica —gruñó el otro, aunque no estaba exactamente seguro del porqué.

—¿Estás insinuando que mis manos lucen como las de una 'chica'? —pronunció chica como si se tratara de una blasfemia.

—No, pero mis manos son más pequeñas que las tuyas. Necesito toda la ayuda que pueda conseguir —observó su mano, notando que las uñas lucían bien. Severus trepó sobre él con una sonrisa.

—Que seas de baja estatura no quiere decir que seas menos masculino. Puede que no te guste cómo se ven tus uñas, pero a mí me gusta cómo se sienten —colocó la mano sobre su propio trasero para enfatizar sus palabras. Levantó una ceja, sintiendo que el cuerpo juvenil mostraba interés. Harry le atrajo para besarle, y gimió cuando sus erecciones se deslizaron una contra otra sensualmente. Con la diferencia de altura entre ambos, Harry pudo mordisquear el cuello de su pareja mientras sus pollas seguían deliciosamente alineadas. Más que escuchar, sintió un suspiro de felicidad sobre su despeinado cabello.

—Se sientee ricooo —Harry alargó sus palabras, enfatizando su placer. Sentía el pene de Sev sacudiéndose contra el propio. Tiempo para experimentar, pensó—. Amo tu enorme polla, Severus —siseó en pársel, aunque pronunciando Severus en inglés, de modo que su amante pudiera escuchar su nombre entremezclado con el lenguaje de las serpientes.

Severus soltó el aire retenido con un profundo estremecimiento. Su polla creció hasta un punto imposible y chocó con fuerza sus caderas contra las del joven.

—Hmm, igual que nuestra primera vez juntos —Harry elevó sus caderas; sus ojos se encontraron—. Eresss tan missteriosso y ssexy como el demonio —notó una inconfundible voracidad en los ojos negros mientras observaban sus labios rojos enunciar cada sílaba siseada en pársel. El ardor de su deseo fue más evidente con cada embestida, llevándoles a ambos a la cumbre de su éxtasis.

—Joder —jadeó el maestro de Pociones.

Harry estaba cerca del fin, pero quería contenerse, sabiendo que su pareja no estaba en el mismo punto. Sev perdiendo toda su compostura era casi suficiente como para que él explotara. Mordió la primera carne que pudo alcanzar.

—¡Severus! Eress una ssexy sserpiente Sslytherin —siseó, lamiendo la magulladura que había hecho. Repitió la frase varias veces, hasta que el maestro reconoció el patrón—. Severus, eres una sexy serpiente Slytherin —volvió a repetirlo, esta vez en inglés, dejando escapar cada jadeante palabra al tiempo que se corría.

A ese punto, su Serpiente Slytherin había perdido todo pensamiento coherente. Escuchar su nombre siendo siseado al tiempo que Harry le salpicaba con su caliente semilla fue la perdición de Severus. Llegó a su clímax con un grito.


Harry despertó, sobresaltado; no se había dado cuenta del momento en que se había quedado dormido. Estaba levemente consciente de la punzada de dolor que emitía su cicatriz. Al parecer, Severus también había caído dormido. Todavía sus piernas seguían entre las de Harry, pero la parte superior de su cuerpo estaba torcida y acostada a su lado, para evitar sofocar a su joven amante. Severus se veía en paz en medio del sueño. Habían pasado una linda noche juntos. Le gusto pensar que él había regalado a Sev buenas cosas para soñar esa noche.

Observó el rostro pacífico y contento unos momentos más, y frunció el ceño cuando el hombre se retorció en su sueño. No quería que su amado tuviera pesadillas, y trató de apaciguarlo frotando su nariz contra su piel y dando suaves besos en sus delgados labios. Con un fuerte jadeo, los ojos negros se abrieron.

—Sólo fue un sueño, amor —ronroneó Harry, jalando a su pareja para acercarle más a él, pero el cuerpo a su lado permaneció rígido.

—Desearía que lo fuera —contestó, rotundo—. Tengo que irme —agregó al tiempo que se enderezaba, una mano sobre la Marca Oscura de su brazo.

—¿Quieres que envíe a Hedwig con Albus? —la preocupación de Harry se reflejaba claramente en su rostro.

Severus asintió brevemente y abandonó el cálido lecho, demasiado disgustado para notar el daño que ocasionaba con su crueldad. Le irritaba cuando el Señor Oscuro interrumpía su tiempo privado, que era tan limitado desde que las clases habían comenzado. Harry le conocía lo suficiente como para no tomárselo como algo personal, pero el saberlo no evitaba sus emociones. Severus había partido abruptamente, sin darle tan siquiera un beso de despedida.

Con el genio atravesado, Voldemort estaba sentado en su silla de espaldar alto tapizada en terciopelo rojo sangre. La exuberancia de su silla favorita no mejoraba su humor. Tragó la bilis que amenazaba con subir mientras reflexionaba sobre a quién, de su círculo interno, podía confiar tan delicada información.

Había estado a punto de contar esa información personal a Lucius, pero el hijo de su subordinado había emprendido un sospechoso viaje justo cuando él estaba necesitando un favor del muchacho. Confiaba en la lealtad de Lucius, pero no era el momento de mostrar debilidad alguna ante sus seguidores. No permitiría que ellos dudaran de sus capacidades, ya fueran físicas, mentales o de cualquier otra clase.

Todo había comenzado a raíz del ataque a Privet Drive. Había empezado a notar emociones que no eran suyas. Sentimientos de desesperación, dolor y congoja fluyeron por él como si verdaderamente los estuviera sufriendo. No fue sino hasta el ataque más reciente, cuando el mocoso Weasley había sido secuestrado y violado, cuando pudo unir todas las piezas. Fue posteriormente confirmado cuando la angustia que sentía fue seguida por la historia narrada en la portada de El Profeta, mostrando una foto de un desgarrado Potter sollozando en brazos de su pelirrojo. La revelación había sido un descubrimiento sorpresivo, pero satisfactorio.

Una vez identificada la fuente, encontró que el dolor y la angustia de Potter era, de hecho, bastante placentera. La comparaba con la aceleración que podía sentir luego de una sesión particularmente satisfactoria involucrando un muggle y varios crucios. El dolor, la congoja, y algún ocasional sentimiento de traición, ayudaban a mantener la vitalidad en la alegría del Señor Oscuro. Ocasionalmente, reflexionaba sobre cómo se sentiría perder la conexión cuando finalmente matara al amenazante muchacho.

Había sido bastante divertido hasta que comenzaron las molestias. Al principio fue un pequeño dolor que fue transformándose en algo mucho peor. Le había ordenado a Snape que elaborara algunas pociones que mantuvieran su salud, evitando que pescara cualquier enfermedad que estuviera alrededor, pero sus intentos resultaron inútiles. Potter se había enamorado.

Los constantes asaltos sobre Potter y sus amigos ayudaron a mantener apagado el espíritu del chico, pero esos continuos ataques fallidos contra el Niño Que Vivió le estaban haciendo lucir mal. La moral de los Mortífagos caía en picada. El perder a varios seguidores, encerrados en Azkaban meses atrás, tampoco había ayudado.

Voldemort jaló una borla que colgaba cerca de él. En momentos, un agotado servidor entró, postrándose ante él, tratando de mantener su balance, como si hubiera estado durmiendo justo antes.

—Tu brazo —ordenó el Señor Oscuro. Ante el toque de la varita de acebo, el lastimoso hombre se quejó al sentir el ardor que ennegrecía su Marca mientras el mensaje era enviado a aquellos a quienes el Maestro estaba convocando. El mago con aspecto de serpiente aspiró profundamente, exhalando sonoramente. En ese momento no percibía ninguna emoción de parte de Harry. Aunque le hubiera gustado sentir el dolor y la desesperación del joven, se preparó para evitar la alegría y felicidad, o cualquier otra de esas molestas y repugnantes emociones que el mocoso le había enviado, ignorándolo, a través de su conexión.

Con un giro de su varita, despachó al lastimoso sirviente ubicado a sus pies. El hombre se escurrió hacia la salida, pasando al lado de Lucius Malfoy en el pasillo. Malfoy caminaba con orgullo a través de la mansión, con gracia y refinamiento. Su cabello y ropas eran perfectos, como era previsible. Nadie sospecharía que, minutos antes, el aristócrata había estado durmiendo en un cómodo sofá de su estudio, con un vaso medio lleno de whisky balanceándose precariamente en su mano. Un silencioso y aterrado elfo doméstico había estado sentado en el piso, esperando el momento en que el vaso se deslizara de la mano de su propietario, lo que desafortunadamente ocurrió cuando la Marca quemó. Mientras el elfo observaba como su amo desaparecía al instante, recordó tardíamente que había olvidado limpiar las salpicaduras de whisky de su túnica. 'Al menos su cabello lucía perfecto', pensó la criatura, antes de salir a castigarse.

Severus se Apareció en el interior de la mansión, aterrizando junto a Lucius. Ninguno de los dos mostró sorpresa ante la repentina proximidad. Simplemente, continuaron andando con paso enérgico, sin mirarse mientras hablaban.

—Severus—.

—Lucius—.

—Hueles a sexo —comentó el rubio, divertido.

—Y tú a whisky —contestó Severus en tono igualmente ligero.

—Odio cuando se me vuelca. Me atrevería decir que una botella decente cuesta más que los putos que tú ocultas por la noche—.

"No, aunque probablemente el whisky era más viejo", pensó Severus, pero sólo sonrió. Sus bromas concluyeron al alcanzar la habitación donde aguardaba Lord Voldemort.

El Señor Oscuro observó satisfecho mientras ambos magos se arrodillaban, besando su túnica. Era como ver una competencia sobre quién podría ser más halagüeño. Ante un desinteresado gesto de su mano ellos se levantaron, inclinando simultáneamente sus cabezas, esperando órdenes. La melena plateada de Lucius contrastaba considerablemente con los mechones negros de Severus. Eran casi completamente opuestos, aunque parecidos en muchos aspectos.

—Dime, Lucius, ¿has sabido algo de tu hijo? —Voldemort habló lentamente, haciendo que el rubio dudara, inseguro de si su maestro había terminado de hablar.

—No, mi Señor. Draco continua de vacaciones —Lucius seguía pagando por la 'oportunidad de su hijo', desde que el Señor Oscuro había necesitado un favor y Draco no estuvo disponible. Lejos estaba el otro de saber que no había sido Draco quien había hecho los arreglos. Y, con suerte, nunca lo averiguaría.

Severus resistió la urgencia de sonreír y permaneció en silencio. Voldemort continuaba refiriéndose al muchacho como el hijo de Lucius. Lucius, por su parte, continuaba refiriéndose a su hijo como Draco, dándole su propia entidad. Nada de eso importaba realmente; si el Señor Oscuro estaba lo bastante enojado, Lucius soportaría el dolor de la imperdonable. Sin embargo, no parecía ser el caso esa noche. Severus se preguntaba por qué el Señor Oscuro les habría llamado. Los asuntos insignificantes rara vez eran una razón para ser convocados tan tarde. El día siguiente resultaría realmente largo, pensó.

—Severusss —siseó Voldemort. Disfrutó al sobresaltar a su usualmente impasible seguidor. El Slytherin, aunque no era capaz de descifrar el siseo de la serpiente, no pudo evitar notar que Harry siseaba en un tono muy diferente al frío y despiadado siseo ante el que estaba obligado a inclinarse.

>> He recibido la noticia de que tomaste un amante —con gesto casual, Voldemort rodó su varita entre los dedos. Severus trató de no mirar esa varita, que hacía un juego casi perfecto con la de su amante. Por un breve segundo temió lo peor, pero luego se dio cuenta que su maestro probablemente estaba refiriéndose a Lupin, no a Harry.

>> Sabes que deseo hacer un pacto con los hombres lobo, y aun así decidiste no informarme que tomaste uno como amante. Y no un lobo sarnoso cualquiera, sino uno tan cercano a Dumbledore. ¿Lo vas a negar, Severus? —no dio tiempo a la respuesta del maestro de Pociones antes de lanzar la imperdonable—. ¡Crucio!

—Mi Señor —jadeó Severus mientras su cuerpo se sacudía con oleadas de dolor que atravesaba cada una de sus terminaciones nerviosas—. No es mi amante —consiguió borbotear en medio de los espasmos.

—¿No? —el Señor Oscuro detuvo la maldición, pero no dio a Snape permiso de levantarse.

Agradecido por permanecer de momento en el suelo, Severus explicó:

—Mi Señor, Lupin y yo no somos amantes. Yo preparo la poción Matalobos para él a cambio de sexo. No estoy en posición de ganar su confianza; sencillamente, tomo ventaja de una oportunidad que, por coincidencia, se presentó cuando estaba probando la poción contra la impotencia —mantuvo su rostro impasible, recordando que había tomado la poción en la reunión previa a que Ron Weasley le fuera entregado como 'recompensa'. Esperaba que su historia fuera convincente.

—Si me permite, mi Señor —Lucius hizo una reverencia y recibió un asentimiento en respuesta—. Como miembro de la Junta Escolar, he tenido oportunidad de leer el contrato de Severus. Éste plasma claramente que a Snape, como maestro de Pociones, se le exige proveer todas las pociones necesarias tanto para el cuerpo estudiantil como para el profesorado —Malfoy sonrió con malicia.

Una vez que le fue dado permiso para levantarse, Severus se paró con tanta dignidad como pudo lograr.

—Se me exige elaborar pociones que podrían estar disponibles para la venta en una botica pública, nada más. Yo he hecho grandes avances en la Poción Matalobos. Si Lupin quiere que agregue las propiedades que he desarrollado, que logra que la transición sea menos dolorosa e incorpora relajantes musculares que no reaccionan con la poción, lo que además ayuda a que el día siguiente sea más soportable, debe pagar mi precio—.

—Crucio—Voldemort le creyó, pero se sentía mucho mejor y necesitaba entretenimiento—. Yo estoy a favor de tomar ventaja de una buena situación, Severus —siseó—. Sin embargo, como mi servidor, siempre deben ponerme por encima de tus propios deseos. Si yo requiriera algo del lobo, te asegurarás de satisfacer mis necesidades—.

Hablando de servidores, de repente, Voldemort recordó algo, y volvió a jalar la borla de satén. En su rostro de serpiente apareció un fruncimiento de ceño cuando nadie respondió. De nuevo jaló con una fuerza tal que la borla se rompió. El mismo lamentable servidor tropezó en sus prisas por entrar, arrastrándose hasta arrodillarse ante su señor. Tembló, aguardando lo inevitable.

—Crucio—.

Lucius observaba, divertido, alegre de no ser él, mientras los ojos de Severus estaban fijos en el piso, rezando a todos los dioses que pudieran oírle para que Harry no estuviera sufriendo el tercer crucio que había sido lanzado en cuarenta minutos. El servidor fue eventualmente liberado de la maldición y enviado a buscar algunas notas que su maestro había hecho. Lucius fue despedido en tanto Severus tuvo que quedarse para revisar dichas notas.

Una hora más tarde se pusieron de acuerdo sobre una serie de pociones que ayudarían a restaurar los rasgos faciales del Señor Oscuro. Después de matar a Potter y tomar el Ministerio, planeaba autonombrarse como el nuevo Ministro de Magia. Estaba bajo la impresión de que las masas le aceptarían con más rapidez como su guía si lucía, al menos, humano. Se sintió muy decepcionado al descubrir que uno de los ingredientes esenciales para la primera poción era una planta ilegal que requeriría al menos una semana para conseguirla. Un segundo ingrediente debía ser obtenido de una rara criatura mientras todavía estaba viva. A Severus le resultaría difícil conseguir ambos ingredientes. Llevaría algo de tiempo

Severus sabía que incluso si todo saliera bien, el Señor Oscuro no podría haber logrado todavía todo lo que había planeado sobre ser Ministro en algún momento en el futuro. ¿Por qué necesitaba estas pociones en particular en este momento, al punto de llamarle en mitad de la noche? Empezaba a pensar que su Maestro había buscado una excusa para llamarle, lo cual era correcto. Fue despedido, luego de prometer que de inmediato comenzaría a buscar esos raros ingredientes. Después de un último 'Crucio' como recordatorio, Severus se arrastró hasta el área desde donde podría Aparecerse de manera segura.

Al no tener nada de importancia que reportar a Albus, consideró preferible ir a ver a Harry. Trataba de recordar si su pareja se había quedado dormido antes de que él partiera. Había estado adormilado cuando él había sido convocado, así que era posible que no hubiera esperado despierto. Fue en ese momento que recordó la expresión en el rostro de su pareja cuando le dejó. Habitualmente, era bastante seco con Harry en estas situaciones, pero ni siquiera podía recordar haberle dicho que le amaba antes de irse. Harry le había tendido la mano antes que desapareciera. ¿Le había dado al menos un beso de despedida? Si hubiera muerto, ¿era ése el último recuerdo que quería que le quedara a su amado?

Al llegar a la habitación de Harry la encontró vacía. Revisó el baño y las demás habitaciones sin éxito. Revisó la mesilla de noche, no había ninguna poción a la vista. Levantó el edredón y revisó el piso bajo la cama, encontrando varias tapas azules y verdes que una vez habían sellado los viales de poción de Harry.

El camino desde el punto de Aparición hasta el castillo se le hizo realmente largo. Se apresuró hasta la oficina de Albus. Sorpresivamente, la gárgola le despejó el camino sin necesidad de recitar la detestable contraseña. Eso sólo podía significar una cosa: Albus le estaba esperando. Abrió la puerta de la oficina, esperando escuchar al director diciéndole que entrara, pero encontró vacía la habitación. Fawkes descansaba en su percha, compartiéndola cortésmente con Hedwig. La lechuza blanca alzó vuelo, aterrizando en el hombro de Severus. Ella ululó brevemente, indicándole que se alegraba de su presencia. Luego mordisqueó su oreja, lo bastante fuerte como para sacarle sangre, y voló de vuelta a su puesto en la gran percha.

Fue en ese momento cuando notó que la puerta de la habitación de seguridad estaba abierta. El saber que Harry debía haber usado la piedra para llegar junto a Albus le puso nervioso. En la vacía habitación, la única señal del arribo de Harry eran cuatro viales vacíos en el piso. No había nada más, pero el ligero olor que permanecía en el aire indicaba que había vomitado.

Después de revisar en la habitación de Harry en la torre, Severus se encontró con una barrera de magia. La firma mágica de Albus era imposible de ignorar. Era extraño sentir tanto poder. Cuando el zumbido de magia en el aire cesó, apenas debió esperar un momento antes que la puerta de la habitación del anciano se abriera. Severus entró con cautela. Una enorme cama con cortinas blancas adornadas en dorado ocupaba casi por completo la habitación. Harry, dormido en el centro, lucía como un niño. Albus estaba sentado a su lado; se veía muy cansado, vestido con su ropa de dormir azul eléctrico con círculos en fucsia y su gorro a juego.

—¿Albus? —susurró Severus, para no molestar a su amante dormido.

La voz del anciano se notó ronca, e incluso más cansada de lo que se veía el mago.

—Harry tomó todas sus pociones, y se aterró cuando las maldiciones continuaron. No pude soportar ver a mi niño sufrir un minuto más —retiró un mechón húmedo de la cara del joven dormido, exponiendo su cicatriz. Se giró para mirar a Severus más atentamente; los temblores eran fáciles de detectar cuando se sabe dónde buscar—. Ven, pequeño —musitó Albus, con tono agotado.

Sin pensar, se acercó a la cama y se sentó al lado del director. No podía pensar en nada excepto en Harry. Albus creía que ni siquiera había notado cuando lanzó un hechizo relajante sobre él.

>> Es inevitable que un viejo corazón duela al ver a sus niños sufrir de esta manera —musitó, al tiempo que entregaba a Severus unos viales de pociones con tapas azul y verde para mitigar los efectos de la Imperdonable.

Al principio, Severus había pensado que Albus se estaba refiriendo a Harry, pero se dio cuenta del uso del plural y se sorprendió al sentir una mano sobre su hombro y otra que le ayudaba a beber la poción.

—¿Qué hiciste por él? —preguntó, recordando la magia que había sentido antes. Luchaba contra la gran urgencia de abrazar a Harry.

—Conjuré una esfera de aislamiento sensorial —Albus vio que el otro se sobresaltaba—. Sé que es un pensamiento muy perturbador el que alguien lance un hechizo para desconectarte mental y físicamente de ti mismo, pero si quien lo lanza es completamente confiable, no tiene por qué ser una experiencia desagradable. Él solo tiene que saber que le amo y siempre le mantendré a salvo —sabía que Severus comprendería. Además, él siempre se había sentido seguro en la torre. No era frecuente que el maestro de Pociones durmiera en la habitación que tenía allí, junto a la de Harry, pero a veces el sólo saber que estaba ahí para él, era un consuelo.

Albus también sabía que Severus estaba muy preocupado por Harry. Nunca antes había entrado por su propio pie a la habitación del anciano. Sólo había sido llevado allí una vez, casi muerto. Albus le había cuidado hasta que recobró la salud y finalmente despertó, días más tarde. Severus había despertado en su cama al otro lado del pasillo, pero luego soñó con una cama grande con cortinajes decorados con dorado. Había pensado que había soñado con su muerte, pero ahora había reconocido la cama en cuanto entró en la habitación y vio a Harry perdido en medio de un mar de almohadas. En medio de los recuerdos de su pasado y su preocupación por Harry, Severus reconoció las señales del hechizo relajante.

—¿Qué me hiciste, anciano? —sus palabras fueron bruscas, pero su tono no. Una suave risita fue oída. Era la primera señal de que no estaban solos. Minerva McGonagall, en ropas de dormir, salió de entre las sombras.

—Harry estaba muy preocupado por ti —comentó ella con suavidad—. Estará bien —agregó, esperando que eso ofreciera algún consuelo. Albus estaba convenciéndole de que el joven sólo dormía. La esfera había sido retirada justo antes de la llegada de Severus. La preocupación que el Maestro sentía sobre la salud de su pareja se vio aliviada al escuchar que Kieran estaría allí en la mañana, citado para conversar sobre el tratamiento para manejar la reserva de magia no disponible de Harry. Albus aseguró que movería al chico a su propia cama antes que amaneciera. Severus podía ver que dicho amanecer no estaba lejos. Regresó a su habitación a través de la red flu de Harry, dejándola abierta en caso de que su pareja le necesitara.


Severus despertó temprano. Ni siquiera intentó hacer el cálculo. No lo necesitaba para saber que apenas había dormido hora y media. Lo primero que vio al despertar fue la todavía abierta chimenea. Harry estaba dormido, y Albus parecía dormir en una silla al lado de su cama. Tenía la sensación de que el anciano no dormía realmente. Luego de salir de un vaporoso baño revisó nuevamente la red flu. Harry dormía tranquilo. Luego de vestirse chequeó la red. Escribió una carta para un vendedor de plantas raras y volvió a revisar. Harry seguía durmiendo.

Cuando ya no pudo encontrar más razones para permanecer en su habitación, pasó a su oficina, lanzó las protecciones sobre ésta, y estaba casi en el pasillo cuando le llegó un débil sonido: su nombre estaba siendo pronunciado en voz alta. Para cuando logró regresar a sus aposentos, Harry había gritado su nombre dos veces más. Albus se encargó enseguida de la situación. Severus se mordió el labio para contenerse y no gritarle al anciano que se apartara de su camino para que pudiera cruzar la red flu.

—Está herido —gritaba Harry, al tiempo que Albus vertía una poción en su boca.

—Severus está bien, ya regresó a Hogwarts. Oh, aquí llega, ¿lo ves, Harry? —susurró Albus, señalando a Severus en la chimenea. Harry tendió la mano hacia su pareja, desesperado por asegurarse de que estaba a salvo. Entrecerró los ojos para distinguir la borrosa figura en el fuego, pero se desvaneció al tiempo que la poción hacía efecto.

Severus atravesó la red flu en cuanto Albus le vio y se quitó de su camino. Se dirigió hacia la mano extendida de Harry, pero ésta cayó sobre la cama antes que pudiera tomarla.

>> Lo lamento, Severus. Si hubiera sabido que estabas ahí, hubiera esperado para darle la poción. Necesita dormir si quiere estar en forma para la reunión que tendrá con Kieran y la sanadora Frances Wellingfield en unas horas —Albus suspiró, pidiéndole disculpas.

Severus cerró los ojos, inspiró con fuerza y asintió brevemente en señal de entendimiento. Había deseado tan desesperadamente que Harry supiera que estaba ahí para él.

>> Él lo sabe —musitó Albus, tranquilizándole. A Severus le hubiera preocupado que el anciano estuviera leyendo sus pensamientos si no hubiera sabido que lucía verdaderamente patético. Albus le convenció que bajara a desayunar con la promesa que le avisaría tan pronto como Harry se reuniera con los sanadores.



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Harry estaba cómodamente sentado en la oficina de Albus, hablando con Kieran. El director entró, sosteniendo la puerta abierta para Frances. Para sorpresa de Harry, ella no vestía la túnica blanca tradicional en los sanadores, sino ropas muggles. Llevaba unos pantalones negros con una blusa verde Slytherin, complementando su atuendo con pendientes y collar blancos. Vestía muy a la moda, en su opinión.

—Guau, apenas si te reconozco con esa ropa —comentó, ofreciéndole la mano a la sonriente sanadora. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, quedó boquiabierto y ella rió en voz alta—. Yo, umm... me refería a la ropa muggle, por supuesto —agregó rápidamente, ruborizándose.

—Ella podría decir lo mismo sobre ti, Harry —bromeó Kieran.

Francés les contó que tenía planes para, luego de la reunión, visitar a una compañera sanadora que era muggle. Continuaron con una charla amigable mientras el té era servido. Albus fue lo bastante amable como para ofrecerles privacidad, y se sintió complacido cuando Harry le pidió que se quedara con él.

Francés les explicó que, en el pasado, cuando se descubría que un mago tenía magia almacenada, habían encontrado que el problema se resolvía por si solo con el paso del tiempo. Consciente de que ésa no era la respuesta que querían escuchar, les explicó que para acelerar el proceso era muy importante que Harry se asegurara de ser curado de cualquier herida que recibiera tan pronto como fuera posible. Su cuerpo precisaba saber que ya no necesitaba cuidarse por sí solo. Le instruyó para que sanara cada pequeña herida; hasta para una pequeña astilla debería lanzarse un hechizo desinfectante.

—Aunque creo profundamente que un Sanador 'no debe dañar' —declaró ella con énfasis, mirando en dirección a su amigo escocés—, puede haber algo de mérito en el plan que ha diseñado Kieran. A pesar de que personalmente tendría problemas en ofrecer tal sugerencia, admito que, si funciona, será una respuesta más rápida a tus problemas que cualquiera que yo hubiera considerado —inclinó brevemente la cabeza ante el sanador, que él le agradeció con una sonrisa. Sabía cuán difícil había sido para ella justificar métodos no convencionales.

—Hemos discutido todo esto con Phoebe. Personalmente, no aprueba el plan que he diseñado para ti, Fawkes. Ella no dijo que no vaya a funcionar, sólo que lo desaprueba—.

Harry tomó un sorbo de té, esperando que ellos explicaran mejor, o más profundamente, lo que no habían explicado todavía. Confiaba en Kieran, y no era una sorpresa escuchar que algunos de sus métodos eran poco ortodoxos.

—Aconsejaría que hicieras todo lo que la sanadora Frances sugirió antes. Además de su esquema, propongo que volvamos a curar las heridas que te curaste a ti mismo en el pasado. ¿Recuerdas de una de nuestras reuniones previas, te expliqué que si fueras un verdadero Sanador, no debería haber encontrado tejido cicatrizado? —preguntó, obteniendo un rápido sí de parte de Harry—. La completa sanación de esas heridas podría convencer a tu cuerpo de liberar la magia de emergencia almacenada. Esto podría llevar algo de tiempo, pero sería un tiempo considerablemente menor que si dejaras que sucediera de forma natural—.

—¿Qué significa exactamente volver a curarlas? —Harry casi temía preguntar—. ¿Sería algo así como quebrar mi brazo de nuevo porque no sanó apropiadamente la primera vez? —siguió indagando, con algo de nerviosismo. Francés hizo una mueca de desagrado; su amiga muggle le había explicado algo sobre sus típicas prácticas médicas. En su opinión, eran realmente bárbaras.

—Creo que puedo probártelo con algo pequeño —Kieran tendió su mano y tomó la de Harry—. Tú tuviste un proceso de recuperación de piel luego del incidente de la ventana rota, ¿verdad? —indagó, y de inmediato vio que los ojos de Harry se abrían con alarma—. No será tan malo. Debes recordar que hay muchas terminaciones nerviosas con las que enfrentarse cuando se está generando piel nueva. Los arreglos internos no deberían ser tan malos.

Harry recordó respirar mientras Kieran sostenía su mano, buscando un buen lugar para hacer su demostración.

>> ¿Qué es esto? —el sanador señaló una pequeña herida en el antebrazo de Harry. El joven explicó que el gato de Hermione le había arañado. Kieran pasó su varita sobre el brazo mientras musitaba un breve cántico, haciendo que el rasguño se convirtiera en una herida fresca de nuevo. En pocos segundos, se había curado completamente—. ¿Te dolió? —preguntó, mirando los ojos verdes.

Harry se preguntó si el hombre estaba tratando de evitar mirar a Frances. Había escuchado como ella siseaba cuando la cicatriz fue retornada a la herida original.

—Apenas lo sentí; sabes que tengo un umbral del dolor bastante alto —Harry volvió a levantar su taza de té—. Ése fue sólo un pequeño rasguño. ¿Lo demás va a doler como la primera vez? —no creía poder soportar nuevamente el dolor de algunas de sus pasadas heridas.

—No tanto como la primera vez, pero no te voy a engañar, puede que sea difícil a veces. Si encuentras que es demasiado, siempre podría detenerme. No es como si tuviera que continuar una vez empiece. La decisión siempre será tuya —Kieran miró nervioso a Frances, antes de regresar la vista hacia Harry con una sonrisa tranquilizadora.

—Hay hechizos que han sido diseñados para evitar que sientas dolor —Frances sorprendió al hombre al estar compartiendo esa información—. No se usan habitualmente, puesto que son complicados de lanzar. No es común que los sanadores utilicen tales hechizos. Hay medimagos en San Mungo que los aplican en pacientes que requieren cirugía de emergencia y por alguna razón no pueden ser anestesiados. No muchos son capaces de lanzarlos bien, y es peligroso si se hace de manera incorrecta. No debería haberte contado esto, pero me parece que preferirías no tener que esperar a que la naturaleza siguiera su curso en esto —la sanadora sonrió a Kieran, quien sintió alivió, pues no quería hacer algo que estuviera totalmente en contra de los deseos de una renombrada Sanadora, o amiga.

—¿Puedes lanzar esos hechizos? —preguntó Harry a Kieran, antes de girarse hacia Albus—. ¿Si él no puede, podrías tú? Para las heridas muy dolorosas —trataba de no sonar patético, pero temía que estaba fallando miserablemente. El anciano le tranquilizó explicándole que estaba familiarizado con los hechizos en caso de que Kieran necesitara ese tipo de asistencia.

Francés y Kieran respondieron unas pocas preguntas más de parte de Harry y Albus, y mostraron un programa que coincidiría con el entrenamiento de Harry. Albus les invitó a almorzar en el Gran Comedor. El joven sugirió que podía sentarse con Ginny, dando a Severus oportunidad de invitar a Kieran a sentarse en su mesa. De esa forma, su pareja no tendría que esperar más para saber cómo había resultado la reunión.

Había esperado poder ver a Severus antes del almuerzo, pero Kieran notó un temblor en su mano e insistió en curar cualquier efecto residual; el joven todavía sentía molestias por la ronda de Crucios de la noche anterior. Más tarde, ya en el Gran Comedor, pudo ver los ojos negros de Severus y sonreírle levemente. Casi pensó ver alivio en el habitualmente impasible rostro 'público' de su amante.




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