Desperté por la mañana con un pequeño dolor al final de mi espalda. Gemí un poco al moverme en la cama y descubrí que había alguien más en ella. Lentamente abrí los ojos y descubrí un mar embravecido de negros y lisos cabellos esparcidos descuidadamente sobre la almohada junto a mí. Un aroma a menta mezclado con azmicle impregnó mis sentidos.
Severus. Sonreí feliz. No había sido un sueño. Todo lo que habíamos hecho durante la noche no había sido fruto de mi imaginación. Noté que se removía a mi lado, tal parecía que estaba despertando.
— Potter, duérmete aun es muy temprano.
— Potter. Él no me había llamado Harry como la noche anterior. Acaso no había sido mas que sexo casual y no me había dado cuenta?. La desesperación me inundó y comencé a llorar.
— ¿Por que lloras? ¿Te duele algo? Perdóname Harry, tendría que haber sabido que era tu primera vez. Pude ser mas gentil - dijo atrayéndome a su pecho.
— Temí que esto no fuera real - dije llorando.
— Harry estoy aquí, haremos que esto suceda - dijo abrazándome mas fuerte, pero no sin antes besarme. Aquello me inundó de felicidad. Él me amaba y eso era un hecho.
Los años pasaron y Severus y yo terminamos teniendo una relación estable. Con mucho trabajo logré que él aceptase un puesto en el cuadro de profesores de Hotwarts. Podía negarlo, pero yo sabía que a él le gustaba enseñar, lo difícil fue convencerle de ello.
Nos casamos en una sencilla ceremonia oficiada por un juez del Ministerio. Nuestra felicidad parecía completa. Pero el destino aun me tenía una sorpresa. A mediados de 2006 descubrí que estaba embarazado de nuestro primer hijo. Estaba tan asustado en aquellos momentos. Nunca creí que eso fuera posible, pero Severus me explicó que yo era un mago poderoso y que era posible para mí condebir sin la ayuda de pociones de fertilidad, como la mayoría de los magos hacían cuando querían gestar un hijo con su pareja.
Estuve aun mas feliz cuando el día 23 de junio de aquel año nació nuestro hijo. Albus Severus Potter Snape¹. Recuerdo hasta la batalla que fue lograr darle ese nombre. Luché durante días con Severus hasta que aceptó.
.— Por Merlín, de verdad quieres llamarle a nuestro hijo Albus?
— Si. ¿Por que no? ¿O prefieres James Sirius? - Pregunté rotundamente.
— Santo cielo, eso nunca. Hasta prefiero que se llame Finneus, pero James y Sirius nunca.
— Severus, por favor, te lo ruego -supliqué con la misma mirada que uno de esos cachorritos abandonados - es nuestro primer hijo y quiero hacerle ese homenaje.
— Harry, entiendes que Albus Severus no es un nombre muy agradable para que tenga un niño?
— ¿Y por que no?
— ¿Por que? Ahhh Merlín, deja de mirarme así. Eres imposible. Está bien, me rindo puedes llamarlo como quieras.
— ¡Promételo Severus! ¿Aceptas de verdad ese nombre? - Pregunté de una manera tan radiante que apostaría 100 galeones que hasta estoy brillando.
— ¿Acaso lo que tu me pides con esa sonrisa yo no lo cumplo con los ojos cerrados, Sr. Potter?
— Potter no, ahora soy un Snape - dije convencido y alegre.
— Potter Snape mi amado marido. Y nuestro hijo también lo será.
— Si. Entonces está decidido. Albus Severus Potter Snape. ¿Ha quedado hermoso no es así Sev? Tiene el nombre del profesor Dumbledore y también pude hacerte un homenaje.
— Harry, el sólo hecho de tenermos este hijo ya me hace feliz. ¿O crees que toda mi dedicación era únicamente debida al riesgo en tu embarazo? estas aquivocado querido esposo.
Dijo Severus besando mi mano izquierda sin que me diera cuenta de que estaba entre sus manos.
— Te amo tanto que no sé que sería de mi ahora sin tí. Arriesgaste tanto por mi al rescatarme de aquel laberinto en el que se transformó mi mente. Aun inconsciente te escuchaba y deseaba poder tocarte.
No me daba cuenta, pero las lágrimas surcaban mi rostro. Estaba lleno de sentimientos, era un huracán de emociones. El embarazo ya me hacía mas sensible, y escuchar a Severus declarándome eso abiertamente - y, por cierto, una rareza - que me sentí en las nubes, y llorar parecía la única manera de demostrar toda mi alegría y lo contento que estoy con esto.
Pronto nacería nuestro hijo y nos volveríamos una familia aun mas feliz. E imaginar que casi lo perdí hace unos años. Doy gracias por la ayuda que he recibido, puesto que creo que yo solo no habría podido salvarme. Pero al observar a Severus aun no puedo creer que nosotros dos nos hayamos salvado. Él de la muerte y yo de la soledad. Puesto que ambos vivíamos en nuestros propios santuarios, sin imaginar nunca todo lo maravilloso y basto que es el mundo allá afuera.
— Gracias Severus.
— Quien te lo agradece soy yo.
Y nos besamos reafirmando allí nuestros sentimientos, mientras Albus se removía en mi interior.[/justify
FIN