La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Corazón Helado 2

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Neki Snape
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Neki Snape


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MensajeTema: Corazón Helado 2   Corazón Helado 2 I_icon_minitimeVie Oct 23, 2015 7:51 am

~2~

Con el pasar de los años, Harry fue creciendo. Era un niño inexpresivo y seco, de cabellera blanca y rebelde, que su padre se esmeraba en acomodar, sus ojos color aceituna se volvían cada vez más brumosos, como las nubes que se cernían sobre el reino. Todo el que lo conocía no podía evitar reconocer que era hermoso –idéntico al rey pero con la gracia y la forma de los ojos de la reina–, brillante y bastante educado.
Sin embargo, en su condición, no mostraba emoción alguna y parecía no tener interés por nada ni por nadie, por lo que solía ser rechazado constantemente por las personas del exterior. Al principio, sin saber lo que ocurría, la reina se había visto golpeada emocionalmente ya que su hijo jamás le sonreía.

—¿Por qué mamá me odia? —Preguntó el pequeño Harry, después de que su madre le dijera que estaba castigado por no ser cortés con las visitas y sonreír. Su carita permanecía pétrea a pesar de todo.
—Ella no te odia, hijo. Te ama mucho —Le dijo, sentándolo en su regazo.
—Pero siempre me mira como si lo hiciera —Repuso el niño. El rey supo que, aunque su hijo no pudiera exteriorizarlo, se sentía muy mal.
—Lo hace porque le gustaría que le abrazaras y le sonrieras —Explicó—. Para ella, eso demuestra cuanto le quieres —Harry asintió—. Procura hacerlo ¿vale? Eso la hará feliz. Debes ser un buen niño, Harry.  Recuérdalo.

Fue ese día el que decidió contarle lo sucedido a su esposa, ella se echó a llorar y abrazó a su niño, preguntándose por qué no había sabido comprenderle. Su hijo dijo haberla perdonado por sus reproches de años anteriores y todo fue un poco mejor.


*


En su décimo cumpleaños, el pequeño príncipe descubrió sus poderes. Era una mañana fría y él estaba empapado. Los niños del pueblo le habían lanzado bolas de nieve en el jardín cuando su madre le había obligado a salir a jugar. Sabía que la reina solo deseaba verle correr y reír como un niño normal pero todo aquello solo le hacía sentir fuera de lugar.
Caminaba por los pasillos, goteando nieve que no le hacía ni cosquillas. Él era más frío aún y resistía perfectamente aquel clima. La sirvienta, una mujer bonachona y pelirroja que le consentía y le llenaba de besos babosos cuando le daba pastelillos en las cocinas, le miró y lanzó una exclamación de horror. Se acercó a él y comenzó a secarle las mejillas con el mandil.
—Príncipe Harry —Decía preocupada—. ¿Pero que le ha ocurrido?
—Me han lanzado nieve —Dijo con neutralidad, como era él—. Siempre lo hacen, en realidad.
—Esos críos —Refunfuñó la mujer—. ¿Cómo se atreven?
—Tranquila señora Weasley, no tengo frío.
—¡Pero si está helado! —Chilló ella. Entonces su rostro cambió a uno distinto—. ¿Ron… estaba allí?

Él no quería meter en problemas al hijo de Molly, el niño no lo había hecho pero tampoco se había esforzado en evitarlo. Era un miedoso y Harry lo sabía.

—No —Mintió, y le salió tan natural porque no podía expresar nada.
—¡Molly! ¡Mujer! —Exclamó entonces una voz masculina al principio del pasillo. Era Arthur Weasley, el asistente personal de su padre y esposo de Molly, que corría hacia ellos.
—¿Qué pasa Arthur? —Inquirió ella asustada.
—¡Es… es! ¡Han congelado parte de los jardines! ¡Tienes que verlo! ¡Hielo puro y sólido! ¡Es como una barrera!
—¿Estás tomado, querido? —La mujer se acercó y le tocó la frente—. ¿O enfermo quizá?
—¡No! ¡Ven, vamos!

Y la jaló, dejándole solo allí. Harry se miró las manos blancas y frías. Él lo había hecho, al sentirse amenazado la barrera se había creado a su alrededor. Los niños habían corrido despavoridos y Ron le había mirado como si fuera un monstruo. De solo recordarlo apretó los puños… ¿Por qué tenía que ser diferente? Corrió a su habitación, pasó el pestillo y no salió en lo que quedaba del día.

Sus padres acudieron a él cuando escucharon lo ocurrido de los involucrados, muchos habían dicho que su hijo hacía cosas raras. James tocó la puerta y Harry se dio cuenta de que no quería ver la mirada castaña intentando descifrar lo que le ocurría.
—¿Cariño…? —Escuchó entonces que decía Lily—. ¿Puedes abrir?
—Quiero estar solo, madre —Contestó.
—¿No quieres hablar, hijo? —Intentó esta vez su padre.
—No.
—Bueno… ordenaremos que te traigan la cena ¿vale? Vendremos cuando lo requieras.
—Vale.

Cuando los pasos dejaron de escucharse, Harry se dejó caer en la cama y miró el cielo raso, adornado con estrellas brillantes. Desesperado, se puso en pie… tenía ansiedad contenida que no sabía cómo sacar. No podía llorar, no podía gritar, las manos le temblaban.

Y entonces sucedió.

Aquella energía que iba desde su pecho hasta sus dedos se materializó y congeló una pared tapizada. Harry respiraba agitadamente y miraba sus manos sin creer que aquello estaba pasando. Colocó el índice en el hielo y de él brotó una energía verdosa que hizo una grieta. Imitó aquel movimiento muchas veces más, como si dibujara con un lápiz sobre ese lienzo congelado, la furia en aquellos movimientos era notoria.

A la noche, cuando sus padres lograron entrar, lo encontraron dormido en su cama, un reino congelado alrededor suyo. La reina se cubrió la boca con las manos para evitar una exclamación y el rey abrió los ojos asombrado. Mientras Lily sollozaba, él pasó los dedos por el frío hielo, que más parecía cristal. La imagen de un Harry sonriente le devolvía la mirada en el muro grabado con magia.


**

Harry se volvió un joven diestro con la espada, un ávido lector y un príncipe benevolente que tomaba las mejores decisiones en palacio. Al crecer, su porte masculino se acentúo y su frialdad se tornó su mayor atractivo. Toda doncella en el reino le admiraba. A sus quince años, los reyes estaban orgullosos de él, como antes jamás. Nadie había vuelto a hablar de sus poderes y preferían evadir el tema. Para Harry eso estaba bien, no deseaba que nadie más supiera su secreto y no los había vuelto a utilizar jamás.
No obstante, los problemas llegaron ese mismo año. Mientras miraba por el balcón hacia las montañas; la reina tejía a su lado y su padre leía un libro. Harry se preguntaba que había más allá de los límites del reino, si había algo –o quizá alguien– allí afuera, para él. Había empezado a tener una inquietud que no le dejaba en paz.

Sintió una especie de mareo y todo empezó a dar vueltas. Se tambaleó hacia atrás, atrayendo la atención de sus padres y se llevó una mano al pecho con un jadeo. El corazón le pesaba y ese miedo, aquel que siempre le acompañaba y le acechaba en cada esquina, empezó a envolverle como una bruma. Después de que Dumbledore lo estabilizara, los reyes supieron que era el momento de actuar.

Ordenaron que toda doncella del reino y los alrededores asistieran a entrevistarse con su hijo. El comunicado se expandió como reguero de pólvora y pronto llegó hasta el mismísimo fin del mundo. Encontrarían a su alma gemela así fuera lo último que hicieran, no dejarían a su niño morir.
A la mañana siguiente, una larga fila de hermosas doncellas esperaba en la puerta. Alguno que otro caballero pedía audiencia que no se le era negada pero, como si el destino conspirase en su contra, el rechazo hacia su hijo se hizo presente desde el primer momento. Las muchachas se echaban a llorar a viva voz y los caballeros salían de la habitación indignados y reprochando la frialdad del príncipe.

Harry no podía evitar perder la esperanza cada vez que ocurría, el pecho le punzaba dolorosamente… Y es que un corazón congelado también puede sufrir grietas.






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MensajeTema: Re: Corazón Helado 2   Corazón Helado 2 I_icon_minitimeMiér Mar 30, 2016 8:56 pm

Que horrible sufrir y no sentir que es ese dolor u.u
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