Título: HASTA EL FIN DEL MUNDO.
Autora: Enide-Kant
Parejas: Severus/Harry y otras
Clasificación: M
Disclaimer: Todos los personajes y sus derechos son de J.K Rowling, sólo los utilizo por mero disfrute personal y el de los lectores.
Advertencia: Este es un fic duro, con lenguaje adulto y con escenas violentas y con Slash, o sea que hay relaciones entre dos hombres (Snarry).
CAPÍTULO 02 : Refugiados
Cuando Harry entró en la casa vio a Snape terminando de cambiarse de ropa por otras del mismo estilo. Vio que su baúl se encontraba en una esquina del salón.
- Sr. Potter, tenga esta varita. Es ilegal y no está registrada, así podrá usarla en caso de necesidad.
Harry tomó la varita que le ofrecía y la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón.
- Gracias…
- Escuche, me tengo que ir ya si no quiero que descubran todo esto. La casa está protegida dentro de un terreno intrazable, sólo quien yo quiera podrá acceder. Descanse, dese un baño y coma algo… volveré de aquí unas horas y entonces le explicaré todo lo que quiera saber, pero debo irme ya, ¿lo entiende?
- No… sí… Lo entiendo. – sacudió la cabeza para aclararse las ideas.
- No haga ninguna locura, quédese aquí y no salga para nada. No intente avisar a sus amigos ni a nadie ¿queda claro? – Snape lo cogió por los hombros y le hizo mirarle fijamente, necesitaba estar seguro.
- Cristalino. – se miraron a los ojos unos segundos, y a ambos les gustó lo que vieron. Harry encontró preocupación y sinceridad en el hombre y Snape encontró la suficiente confianza en el chico como para dejarlo solo unas horas.
- Volveré pronto.
Harry asintió y se apartó de la puerta para dejarlo salir.
- Harry… - el chico levantó la mirada de golpe, Snape nunca en su vida se había dirigido a él por su nombre – si no volviese… si algo me ocurre… en el cajón de ese escritorio hay una carta mía donde te lo cedo todo , incluidas mis llaves y mis cámaras de Gringgots. En una de ellas encontrarías las respuestas que aún no te he dado.
- ¿por qué?... – Harry no podía asimilar todo lo que le estaba diciendo.
- Porque necesitas saber para vencerle. Porque se lo debo a tu madre. Porque Albus murió por esto, por nosotros.
Harry asintió, un nudo en la garganta le impedía hablar.
Snape se fue sin mirar atrás y tras unos momentos un “clak” confirmó que se había marchado del todo.
Aún con la ropa empapada y manchando el suelo de agua Harry se dirigió al baño y empezó a llenar la bañera de agua caliente. Se quitó la ropa, quedándose sólo con su ropa interior. Salió hacia la cocina y miró por encima los armarios y la nevera muggle y se sirvió un vaso de zumo de naranja y unas galletas. Lo devoró todo sin apenas darse cuenta, con la mente en otra parte pero sin pensar nada, estaba como ido. Volvió al baño y la bañera ya estaba casi llena, por lo que paró el agua y terminando de desnudarse se metió en el agua caliente.
Se pasó casi una hora en la bañera, el agua caliente le había desentumecido los músculos y lo había dejado bastante relajado, cogió la ropa que había llevado anteriormente y con la varita ilegal las secó y transformó en algo más de su gusto. Era la primera vez que lo hacía pero ahora que tenía la oportunidad no quería seguir llevando algo andrajoso y grande que le recordara a su primo muerto. Los pantalones los cambió de color a unos negros más ajustados y la camiseta XXL azul la transformó en otra de la talla M de color rojo gryffindor. No era muy diestro en transformaciones pero para cositas así más básicas y poco complicadas era suficiente.
Se sentó en el alfeizar de la ventana con una taza de té en sus manos viendo la lluvia caer sobre la hierba y los frondosos y altos abetos que rodeaban la zona. No sabía dónde se encontraba, pero ahora mismo le daba igual, sólo quería quedarse ahí y no salir nunca más. Estaba muy cansado de todo, de las muertes, de la presión, de los mortífagos y de Voldemort, de la guerra y de ser el puto elegido y niño que sobrevivió.
Cuando se quiso dar cuenta ya era noche cerrada y aún no había rastro de Snape y se sorprendió temiendo que lo hubiesen descubierto y matado. No se sentía preparado para seguir adelante solo.
Durante todas esas horas había tenido mucho tiempo para pensar. No era estúpido, si lo pensaba seriamente se daba cuenta que su profesor más odiado siempre lo había estado protegiendo. Siempre. Y sólo hasta ahora que dejaba de lado los resentimientos lo veía claro.
Dumbledore nunca habría confiado en Snape si hubiese tenido la más mínima duda, nunca le hubiese dejado a su cuidado si no fuese de fiar. Y aunque Harry aún tenía muchas preguntas por hacer y por resolver iba a confiar en ese hombre.
Se levantó por fin de su lugar en la ventana y decidió prepararse algo para cenar. Estaba casi llegando a la nevera cuando escuchó el ruido típico de la aparición fuera de la casa. Se tensó por un segundo pero rápidamente cogió la varita sin registrar y fue corriendo hacia la puerta.
Cuando Snape entró se encontró una varita apuntándole directamente al corazón.
- ¿qué fue lo que me estuvo enseñando en 5º curso? – preguntó Harry mirándolo fijamente. Snape lo miró sorprendido y una sonrisa cansada apareció en sus labios.
- Oclumancia, Potter. – contestó
- ¿por qué dejó de hacerlo? – preguntó de nuevo.
- Porque metió sus narices en mi pensadero sin permiso. – Contestó el hombre alzando una ceja y cruzándose de brazos esperando que fuese suficiente el interrogatorio.
- Bien… yo… tenía que asegurarme - contestó Harry bajando la varita y sintiéndose un poco fuera de lugar.
- Lo ha hecho bien Potter, no esperaba que pudiese tomar medidas de seguridad.
- No me insulte. – respondió entre dientes, perdiendo la paciencia. Que fácilmente conseguía Snape tensarlo.
- No lo he hecho, creo que usted ya conoce perfectamente cómo son mis insultos. – contestó el hombre quitándose su capa y colgándola del perchero de la entrada.
Harry volvió a la cocina y abrió la nevera. Sacó un poco de carne y unas verduras y se puso a cocinar sin decir nada más. Snape lo miró desde el sofá donde se había sentado a descansar un poco.
- Si quiere le puedo preparar el baño mientras la cena se va haciendo… - propuso Harry, el hombre se veía realmente cansado y tenso.
Snape lo miró como si le hubiesen crecido tres cabezas y finalmente aceptó con un bajito “hmm” y una inclinación de su cabeza.
Harry preparó el agua bien caliente y con jabón que sacó de su baúl pues cuando él se bañó vio que no había ningún jabón en el baño excepto una pastilla de glicerina en el lavamanos. El perfume de su champú inundó el baño y se mezcló con el vaho.
- Profesor, ya puede entrar cuando quiera… - dijo Harry sacudiendo un poco al hombre que se había quedado dormido.
Snape se despertó bruscamente y lo agarró de la muñeca con fuerza, asustado, hasta que su mirada se posó en sus ojos verdes y la comprensión llegó, lo soltó suavemente.
- Gracias Potter. – dijo levantándose y estirándose como un gato negro grande.
- La cena estará lista en poco más de media hora… - contestó Harry alejándose de su profesor para volver su atención a las verduras que hervían en la cocina.
Snape lo miró un momento más antes de adentrarse en el baño.
Cuando cerró la puerta del aseo y vio tanta espuma en la bañera se sorprendió, él nunca utilizaba jabón muggle. Olía a Potter. Se desnudó y se metió en el agua caliente soltando un suspiro satisfecho. Aprovechando el jabón se limpió a conciencia y hasta se puso un poco en la cabeza y la masajeó con delicadeza. Realmente estaba agotado. Se aclaró el jabón y se tumbó un poco para relajarse.
Harry terminó de servir la cena en la mesa y se quedó dando vueltas por la casa ya que en todo el rato que llevaba allí ni siquiera había mirado las habitaciones ni nada. Había dos habitaciones, una con una cama de matrimonio común con una colcha escocesa de cuadros verdes, grises y negros, con un armario de doble puerta de madera de pino y dos mesitas a cada lado de la cama a juego y luego vio otra habitación un poco más pequeña con la colcha escocesa, de cuadros rojos típica, sobre una cama individual, un armario más pequeño y un escritorio bajo la ventana. Asumió que esa sería su habitación y decidió levitar su baúl y la jaula de Hedwig ahí dentro.
Ya pasaba un buen rato desde que la cena estaba lista y no se oía nada del otro lado de la puerta del baño. Preocupado dio unos suaves golpecitos con los nudillos…
- profesor, la cena ya está lista. – pero no recibió respuesta. Preocupado insistió un poco más… pero nada, así que a la tercera vez abrió con cuidado y en medio del vaho vio a Snape dormido en la bañera con la cabeza apoyada en el borde, tan en calma…
Suspiró, nervioso y se acercó a él. En verdad no le gustaba nada la idea de despertarlo después del sobresalto que se había llevado un rato antes en el salón, aunque menos aún le gustaba la idea de despertar a su profesor dormido y desnudo en la bañera…
Cuando llegó a su lado se fijó que la espuma ya había desaparecido prácticamente toda y pudo ver un cuerpo firme y atlético, fibroso, marcado con varias cicatrices y pálido, muy muy pálido.
Tragó saliva y acercó su mano al hombro de su profesor.
- Señor, despierte. – lo sacudió un poco, su cuerpo estaba muy caliente por el baño. – Profesor Snape…
Sus ojos de ónix se abrieron de golpe y se apartó bruscamente del chico, resbalando un poco en la superficie de la bañera y salpicando agua.
- ¿qué demonios…? - Snape volvió a la realidad al fin y su mano se fue directa a su corazón, asustado. – ¡Joder Potter! ¿Acaso quiere matarme a base de sustos? ¿qué mierdas hace aquí dentro? – preguntó furioso levantándose del agua, su cuerpo fuerte y varonil chorreando, sin ningún pudor. A Harry le pareció increíble que incluso mojado como estaba el hombre y desnudo pudiese seguir emanando esa fuerza y autoridad.
- La-la ce… - carraspeó nervioso - la cena lleva rato lista, he picado varias veces pero al no responder he entrado… y-y estaba usted do-dormido, por eso… - tartamudeó cohibido, sus mejillas traicionándolo al sonrojarse furiosamente.
- Oh… ya veo, me he dormido. – Snape se apartó el pelo mojado de la cara con los dedos y miró hacia otro lado. Esto era ridículo. Harry siguió su movimiento como ensimismado, estaba como petrificado en el sitio.
- Bien, muévase y acérqueme esa toalla… ¿o es que piensa seguir ahí observándome con esa cara de búho pazguato? – El tono no era de enfado, más bien parecía… ¿divertido con la situación?
Harry lo miró de nuevo a los ojos y vio cómo el hombre se cruzaba de brazos, a la espera. “¿Es que no piensa taparse? “Pensó el chico mortificado. Sonrojado y con el corazón latiendo acelerado cogió la toalla que estaba sobre el lavamanos y se lo entregó a Snape, que la cogió y se envolvió la cintura con ella… tapando por fin sus partes íntimas que Harry tan claramente había repasado.
- ¡Lo siento, ya me voy! Calentaré la cena. No tarde.
Harry salió del baño a toda prisa, dejando a Snape suspirando con una mueca divertida en sus labios y negando con la cabeza en un gesto contradictorio.