Título: HASTA EL FIN DEL MUNDO.
Autora: Enide-Kant
Parejas: Severus/Harry y otras
Clasificación: M
Disclaimer: Todos los personajes y sus derechos son de J.K Rowling, sólo los utilizo por mero disfrute personal y el de los lectores.
Advertencia: Este es un fic duro, con lenguaje adulto y con escenas violentas, torturas, asesinatos,violaciones y con Slash, o sea que hay relaciones entre dos hombres (Snarry).
CAPÍTULO 01 : La vida patas arriba
El sexto curso de Harry había terminado mal, muy mal. Albus Dumbledore había muerto a manos de Snape y delante de sus narices, sin poder moverse para evitarlo.
Ahora estaba en el Expreso de Hogwarts a punto de llegar a la estación de King’s Cross para pasar el verano con sus tíos.
- Sí, el mejor remedio contra mi sufrimiento – murmuró irónicamente.
- ¿decías algo Harry? – preguntó Hermione posando su mano en su hombro llamándole la atención.
- ¿eh?, no… sólo divagaba. – le intentó sonreír aunque fracasó.
- Tranquilo Harry, de aquí unos días vendremos a recogerte para que pases en la Madriguera las vacaciones. – Intentó animarlo Ron.
- Sí, ¡y celebraremos la boda de Bill y Fleaur! – lo confortó Hermione de nuevo.
- Cierto… la boda. Es increíble que en estos tiempos aún sucedan eventos bonitos. – Los tres sonrieron en acuerdo.
Cuando llegaron a la estación los padres de Ron y los de Hermione ya los estaban esperando y corrieron a reunirse con ellos, entre abrazos y besos. La señora Weasley los revisó de arriba abajo verificando que no estuviesen heridos tras la pequeña batalla que había tenido lugar al final de curso con los mortífagos. Estuvieron charlando un rato más mientras se acercaban poco a poco a la salida.
- Bueno chicos – dijo Harry deteniéndose frente a las puertas de la estación que dan a la calle - nos vemos de aquí unos días. Os estaré esperando en casa de mis tíos.
- Harry ¿quieres que te acerquemos? – preguntó el padre de Hermione.
- No, gracias señor Granger. Mi tío debe estar en algún atasco, seguro que no tarda mucho… - dijo Harry agradecido.
- ¡hasta pronto Harry! – se despidió Ginny dándole un sonoro beso.
- No te metas en problemas con tus tíos. – le abrazó Hermione
- Nos reuniremos antes de que nos empieces a echar de menos – le golpeó Ron la espalda con un manotazo.
- ¡Eso espero! – rió Harry
Sus amigos y sus padres se fueron y se quedó él solo esperando a su tío. Le parecía extraño porque nunca en todos estos años su tío había llegado tarde a recogerlo. Le gustaba ser puntual para todas las ocasiones, aunque fuera ir a recogerlo a él.
Pasaron dos horas y Harry seguía de pie frente a las puertas, viendo como pasaban los coches, los autobuses, la gente… pero ni rastro de su tío. Cansado de esperar se acercó a una cabina telefónica y llamó a casa de sus tíos, le extrañaba pero tal vez se habían olvidado de él o había surgido algún problema con el coche.
La línea sonó y sonó pero nadie cogió la llamada. Extrañado y un poco enfadado decidió que ya había esperado suficiente y que volvería a la casa por sus propios medios. Por suerte había pedido a Grinwotts que le enviasen vía lechuza el cambio a moneda muggle de lo que le había sobrado de galeones para el curso.
Decidido salió de la estación arrastrando su baúl y la jaula de Hedwig y paró a un taxi. El hombre se bajó a ayudarle con su equipaje, y lo miró ceñudo por llevar algo tan grande y aparatoso, además de a su mascota.
- Al número 4 de Privet Drive, Little Whinging.
- Te va a costar una fortuna chaval, ¿ya llevas suficiente dinero? – preguntó el hombre todavía molesto.
- Por supuesto, y si se da prisa le pagaré el doble. – dijo Harry mirando desafiante al taxista.
El taxista hizo la carrera del año, llegó a la dirección en tiempo récord y estaba a punto de indicarle el importe al chico cuando lo escuchó exclamar una maldición.
- ¡Mierda! Esto no puede estar pasando….
- Ahora me dirá que no lleva dinero ¿verdad? – se giró el hombre a mirarlo. – Mira niño como no me pagues llamaré a la policía y no te moverás de aquí hasta…
- ¡Tenga, y ahora largo! – dijo Harry saliendo del taxi y corriendo como alma que lleva el diablo hacía el número 4 de Privet Drive.
- ¡Eh! ¡Sus cosas las dejo aquí mismo! – escuchó al hombre gritarle y luego un portazo y el coche lo adelantó alejándose calle abajo.
Harry se quedó plantado delante de casa de sus tíos, sus rodillas temblaban y sus nudillos se marcaban blancos por lo fuerte que agarraba su varita. Miró de nuevo al cielo y sobre el tejado de la casa se encontraba la marca tenebrosa, señalando que allí había ocurrido un asesinato.
Por eso su tío no había ido a recogerle… los mortífagos los habían asesinado. Y eso significaba que la protección de sangre que lo protegía había desaparecido.
Medio hiperventilando por los nervios entró en la casa con la varita apuntando a quien quiera que se le pusiese por delante. Estaba todo hecho un desastre, jarrones rotos, espejos, marcos de fotos tirados por el suelo…
La electricidad se había estropeado por lo que iba un poco a oscuras, ya casi era entrada la noche. Recorrió el pequeño espacio hacia el comedor con el corazón en la garganta.
“No quiero ver esto… no quiero más muertes” – pensaba con cada paso.
Pero lo que uno quiere poco importa, la realidad le impactó a pesar de sospechar qué era lo que se encontraría en esa habitación.
Su tío estaba clavado contra la pared de la chimenea, el atizador del fuego clavado en su cabeza, atravesándola y sujetándolo de pie. Su cara era una mueca de horror, la boca abierta y la lengua cayéndole a un lado, fláccida. Los ojos abiertos en sorpresa, vidriosos y muertos. La cara llena de sangre… sangre por doquier.
Su tía estaba sobre la mesa, con la ropa arrancada, las manos atadas y las piernas abiertas… estaba llena de moratones y sangre por todo el cuerpo. Su cara deformada por los golpes. Era evidente que la habían violado y torturado.
Su primo estaba sentado en el sofá con su cabeza echada hacia delante y metida dentro de un bol de comida. Parecía que le habían obligado a comer hasta reventarle el estómago. Había vómitos por todas partes….
Harry sintió que sus piernas flaqueaban y cayó al suelo del salón temblando en shock. Siempre había imaginado que los mortífagos eran crueles y unos asesinos que odiaban a los muggles, pero esto desde luego no lo había podido ni imaginar.
Estaba tan conmocionado que no se dio cuenta cuando una figura vestida de negro entró en la casa, silenciosa como una pantera, se acercó por detrás de él y lo inmovilizó a la vez que le tapaba la boca para no chillar.
- ¡Potter, soy yo, Snape! Escúcheme no tenemos tiempo
Harry abrió los ojos estupefacto, sus lágrimas se cortaron de golpe y una inmensa rabia brotó de él, y empezó a forcejear para intentar soltarse, pero Snape lo agarraba fuerte por la espalda.
- Yo no he matado a sus familiares. Albus me obligó a jurar que lo mataría, él estaba muy enfermo, se moría, fue su plan. – la voz de Snape estaba cargada de dolor pero sonaba fuerte y decidida. – Tenemos que irnos ya, volverán en cualquier momento a por usted. Potter, sé que no confía en mí, pero usted confiaba en Dumbledore y sabe que él confiaba en mí. Le mostraré toda la verdad, no era el plan que acordamos el director y yo, no debería saberlo aún, pero no esperábamos que esto sucediese, tendremos que improvisar Potter.
Harry intentó relajarse, pero estaba más tenso que la cuerda de un piano. Giró la cabeza todo lo que pudo para mirar a Snape a los ojos, y se sorprendió viendo su propio reflejo aterrorizado en esos pozos negros.
- Confíe en Albus, Potter. Vámonos ya, no puedo dejar que lo capturen. – Su voz era firme pero notaba la urgencia en las palabras.
- Si me traiciona lo mataré, aunque sea lo último que haga. – consiguió murmurar.
- Bien, ahora levántese, voy a desaparatarnos. – Snape lo ayudó a levantarse.
- Mis cosas… están fuera en la calle. Hedwig, mi baúl… - Harry agarró a Snape del brazo, impidiendo que se desapareciese todavía.
- Antes de entrar he encogido su baúl, lo tengo reducido en mi bolsillo. A su lechuza la he soltado y le he dado indicaciones de dónde encontrarnos. ¿nos podemos ir ya? – preguntó impaciente.
Harry asintió y aflojó un poco su agarre del profesor. Un “clak” se escuchó y cuando se dio cuenta estaban bajo una fuerte lluvia en un bosque verde y espeso, una pequeña cabaña se encontraba a unos metros de ellos, con una cálida luz filtrándose por las ventanas.
- Vamos, es allí. – y dándole un pequeño apretón en el hombro Snape empezó a correr bajo la lluvia, alentándolo a seguirle.
- Esto es una locura. – murmuró Harry y tras dar un vistazo a sus alrededores enfiló por el camino que llevaba a la casa como quien va a al matadero, aunque en su caso el matadero lo había dejado en Privet Drive.