Título: HASTA EL FIN DEL MUNDO.
Autora: Enide-Kant
Parejas: Severus/Harry y otras
Clasificación: M
Disclaimer: Todos los personajes y sus derechos son de J.K Rowling, sólo los utilizo por mero disfrute personal y el de los lectores.
Advertencia: Este es un fic duro, con lenguaje adulto y con escenas violentas y con Slash, o sea que hay relaciones entre dos hombres (Snarry).
CAPÍTULO 05: Mortificando a Potter.
Era media tarde en La Madriguera cuando una lechuza negra y un poco vieja aterrizó en la cocina sorprendiendo a los que estaban en ese momento sentados en la larga mesa merendando.
- Vaya, no reconozco esta lechuza… veamos a ver qué nos trae. – comentó Molly Weasley desatándole la carta a la ave. – ¡Oh Merlín me ha picado! – exclamó sorprendida. – que mal genio se gasta… veamos, es para vosotros dos niños – dijo tendiéndoles el sobre a su hijo menor y a la que consideraba como su futura nuera.
Ron y Hermione saltaron de sus asientos y la chica cogió la carta, sintiendo en sus dedos un peculiar cosquilleo. Cuando giró el sobre para ver el remitente vio una frase aparecer donde hasta hacía unos momentos no había nada: “Leerla a solas. H.J.P”
Ron también vio la frase y ambos se fueron a la habitación del chico a leerla a toda prisa.
- ¡Es una carta de Neville! Vamos a leerla y a contestarla mamá. – explicó Ron mientras pasaban de largo de su madre.
Cuando llegaron a la habitación Hermione en seguida cerró la puerta, bloqueándola, y puso un hechizo de silencio.
- ¡Es de Harry! – y Hermione empezó a sacar la carta del sobre, impaciente.
- Vamos Mione, date prisa… - dijo el nervioso pelirrojo
Hola amigos,
Supongo que debéis estar sorprendidos con todo lo que ha pasado y mi desaparición.
Primero os quería asegurar que yo NO he matado a mis tíos y a mi primo, sino los Mortífagos.
Tranquilos, no estoy secuestrado. Estoy conviviendo con una persona designada por Dumbledore para protegerme y ayudarme con esa tarea que tenemos pendiente.
No intentéis localizarme, es un sitio intrazable. Estoy bien.
Estaré en la boda de Bill y Fleaur, pero apareceré con otro aspecto, tomaré poción multijugos. Podeis avisar a la Orden de mi presencia en la boda, hablaré con ellos cuando llegue el 1 de Agosto por la mañana.
Si aún estáis dispuestos a acompañarme en esta locura, deberéis estar preparados para desaparecer tan pronto termine la boda, no digáis nada de eso a la Orden.
Hermione, confío en que podrás preparar lo necesario para el viaje (tienda de campaña, sacos de dormir, comida y demás…) seremos 4.
Os echo de menos. ¡Nos vemos pronto!
Harry.
- ¡Está bien! – dijo aliviada. Y ambos se abrazaron fuertemente, contentos.
- Tenías razón como siempre Hermione. También te has adelantado a lo de preparar las cosas para desaparecer.
- Sí, era el curso a seguir más lógico. Aunque tendremos que coger más cosas de las que había calculado si esa otra persona también vendrá.
- ¿Quién será?... ¿alguien de la Orden?... – comentó Ron en voz alta sus pensamientos
- Seguramente, pero quien sea o no lo conocemos o ha estado fingiendo muy bien el otro día cuando todos estaban como locos buscando a Harry. Mejor vamos a informarles de las noticias. – propuso Hermione.
- Aún quedan 3 semanas para la boda, creo que es mejor avisarles un par de días antes, no conviene por ahora que nadie sepa de más, si se filtrase información al ministerio o a Quien-tú-ya-sabes… - dijo Ron pensativo.
- ¡Muy bien Ron!... – dijo Hermione admirada de que el pelirrojo hubiese pensado en eso y no ella.
- ¡Eh! Que yo también pienso a veces. – espetó molesto.
Los dos se sentaron en la cama y releyeron la carta varias veces más antes de destruirla.
- No le podemos decir nada a Ginny, tendrá que enterarse al mismo tiempo que el resto, sino va a estar atosigándonos a preguntas e insistirá en venir con nosotros.
- Sí, es lo mejor. – suspiró Hermione, sintiéndose un poco culpable por ocultarle a su amiga que tenían noticias de su amor.
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- ¡Venga Potter, es usted un inútil! ¿así piensa defenderse del Lord Oscuro? – le gritó Snape por enésima vez ese día, lanzándole otra maldición y él esquivándola con sus reflejos, pero sin magia, no le daba tiempo a utilizar nada de lo que había estudiado, Snape era demasiado rápido.
- ¡Cállese, me desconcentra! – le gritó de vuelta.
- Oh pobre Potter… ¿se piensa que luchar contra él va a ser un entrenamiento? ¿Qué va a estar en silencio y va a tener tiempo de pensar y rectificar? Que ingenuo… me sorprende que siga vivo, ¡qué vergüenza de salvador del mundo mágico! ¡un vago, eso es lo que es! – Y las maldiciones le seguían lloviendo encima al chico, cada vez más fuertes.
- ¡VÁYASE A LA MIERDA, Snape! Así… no puedo… aprender NADA! – Le gritó furioso. Ya no podía ni hablar de forma seguida, se estaba medio ahogando por el esfuerzo.
- ¡NO ME FALTE AL RESPETO! ¡Maldito mocoso imbécil! – Snape le lanzó un potente rayo violeta que esta vez sí hizo diana y le dio en todo el pecho, elevándolo en el aire y expulsándolo contra la pared del fondo de la sala con tal fuerza y velocidad que cuando chocó se escuchó ruido de huesos crujir con el impacto.
- AAAAAAAAAAAARGGGHHHH!!!!
El alarido del chico le congeló en el sitio. “¡Mierda, que me cargo a Potter!” fue lo que pensó al verlo hecho una piltrafa en el suelo, retorciéndose de dolor por la maldición y el golpe.
Le había lanzado una maldición precursora del cruciatus, mucho más débil sí, pero dolorosa de todas formas.
- Finite Incantatem – dijo apuntando al chico.
Inmediatamente su cuerpo dejó de tener espasmos. Se acercó poco a poco a él, intentando no alterarlo más.
De pronto Harry echó una bocanada de sangre por la boca, a chorro, como si de vomito se tratase. “Oh joder, joder, joder” se regañó mentalmente por haber sido tan duro. Terminó de cruzar los pasos que lo separaban del chaval corriendo y lo sostuvo de medio lado para evitar que se ahogara en su propia sangre. Apuntándolo con la varita hizo un hechizo de diagnóstico rápido y comprobó que tenía 3 costillas rotas y que una de ellas le había hecho un desgarro en el estómago. Sin perder ni un segundo empezó a realizar un hechizo de sanación avanzado, pasando su varita arriba y abajo del cuerpo del chico, ahora inconsciente, entonando viejas palabras en latín, tal como hizo con Draco el curso anterior cuando Harry lo atacó con el ‘Sectumsempra’.
Invocó su maletín de pociones y obligó a Harry a tomar varias botellitas, ayudándole a tragar con magia para que no se le fuera por el otro canal.
Realizó otro hechizo de reconocimiento y vio que el estómago estaba sanando, la sangre perdida se había recuperado y los huesos de las costillas aunque iban a tardar más de unas horas ya estaban en proceso de soldarse.
Levitó al chico para no hacerle más daño cargándolo él y lo llevó a su propia habitación para poder vigilarlo toda la noche sin tener que levantarse para ir a la habitación del chaval.
Cuando lo hubo acostado y limpiado con un hechizo de limpieza, le vendó el pecho para ayudar a sanar sus costillas rotas y cuando terminó se permitió ir a sentarse al sofá y servirse una buena copa de whisky de fuego. Cuando cogió la copa notó cómo le estaban temblando las manos e irritado la dejó de nuevo en la mesa. No podía beber ahora. Necesitaba estar alerta por si surgían complicaciones.
Levantándose se sirvió un par de sándwiches de pollo de la nevera y junto a una taza de té se lo llevó todo a la habitación y lo dejó sobre la mesita más cercana a su lado de la cama y se sentó en ella apoyando la espalda en el cabecero para no perder ni un detalle del herido. “¿Desde cuando este es mi lado de la cama y ese el de Potter?” Se preguntó confundido mientras se masajeaba el puente de la nariz.
Terminó de comer y desapareció el plato y la taza para que aparecieran de nuevo en el fregadero donde empezaron a limpiarse solos.
Potter parecía tener fiebre, su frente estaba perlada de sudor y tenía las mejillas coloradas, su cicatriz levemente irritada. Le quitó las gafas con cuidado de no despertarlo y las dejó en su mesita después de enderezarlas y reparar el cristal quebrado.
El resto de la tarde se lo pasó leyendo el libro de “111 Pociones para Viajes” por el punto donde se había quedado el día anterior, sólo parando cada hora para ver cómo evolucionaba el chico y darle más pociones si eran necesarias.
Sin darse cuenta, llegada la madrugada, se quedó dormido con el libro en su regazo, sentado en la cama, con sus ropas medio desabrochadas para estar más cómodo: sus mangas arremangadas, el cuello de la camisa y un par de botones desabrochados. Su pelo despeinado pues más de una vez esa tarde se había pasado las manos por él, nerviosas y furiosas consigo mismo.
De esa guisa se lo encontró Harry Potter cuando despertó al amanecer. Lo observó largamente, absorto por todo, desde encontrarse en la cama de Snape, otra vez, medio desnudo y con unas vendas comprimiéndole el torso, una compresa húmeda en su frente, la mano de Snape en su cabeza, enterrada entre sus cabellos, calentándole con sus dedos largos y finos casi como una caricia. Y el hombre… tenía toda la pinta de no haber dormido durante casi toda la noche, él no se hubiese dormido con esas pintas y en esa postura tan incómoda.
Se le veía relajado mayormente, pero aún conservaba una arruga de preocupación en su ceño. Harry no sabía por qué no apartaba la mirada del hombre, había estado muy muy cabreado con él, por ser una puta retorcida serpiente venenosa, pero viéndolo así… su enfado se había esfumado de golpe y porrazo dejándole con una sensación extraña en su pecho. No quería reconocerlo, pero lo primero que pensó al ver a su maestro a su lado de esa forma… había sido, por mucho que le horrorizara recordarlo, “Es hermoso”. Y lo segundo que pensó fue… “Es hermoso y me ha cuidado toda la noche”. Y desde ese momento un nudo extraño se había alojado entre su pecho y la boca de su estómago haciéndolo sentir de una forma rara.
La varita de Snape vibró en ese momento y Harry se topó de llenó con una mirada de ojos negros, que se habían abierto alarmados al darse cuenta que se había dormido. Aunque fue sólo por una fracción de segundo, porque cuando esos ojos registraron que él estaba consciente y observándolo, se entrecerraron como dos rendijas negras y oscuras.
- Señor Potter, ¿cómo se siente? – fue lo primero que su voz rasposa preguntó. Seguidamente carraspeó, incómodo. - ¿hace mucho que está despierto?
- Eh… no, sólo unos cinco minutos. – dijo bajito.
- ¿Y por qué demonios no me ha despertado de inmediato? ¿qué hacía? – le preguntó Snape levantándose de la cama de repente y mirándolo de pie con los brazos cruzados. No le gustaba nada haber mostrado debilidad o preocupación, y menos por Potter.
- Parecía usted exhausto, señor. No quise molestarlo. Me siento bien…
- Tiene que tomarse unas dosis más de pociones, voy a buscarlas. Hoy permanecerá todo el día en la cama, hasta mañana no tiene permitido moverse, a no ser que sea para ir al baño. – Y mirando a Harry ceñudamente otra vez, como esperando que le replicara, salió de la habitación como un torbellino para ir a por las pociones que le hacían falta al chico y a preparar el desayuno. Era muy temprano, apenas acababa de amanecer, pero Harry no había cenado nada y necesitaba nutrientes.
Severus se sentía un poco vulnerable e irritado. Se había descuidado y había cedido al sueño con lo que había descuidado la salud de Potter por un tiempo, no sabía cuánto, y encima había sido pillado infraganti con esas pintas y con su mano entre los cabellos del chaval. “Genial Severus, no podrías haberlo hecho mejor hombre”.
Preparó una sopa caliente de arroz con patatitas y zanahorias troceadas, un poco de pollo empanado y zumo de naranja y lo llevo en una bandeja que depositó sobre las piernas de Potter, flotando y sosteniéndose en el aire como de una mesa de hospital, para que pudiese comer cómodamente.
- Cuando termine de comer avíseme y le administraré las pociones que le corresponden.
Y con eso dicho salió de nuevo de la habitación y se puso a comer lo mismo que el chico, pero en la mesa del comedor. En su mente todavía la visión de ese pecho vendado, doliéndole y haciéndole sentir culpable. Se había pasado mucho con el chico para ser su primer día de prácticas. No le extrañaría que ahora le cogiese miedo. La poca confianza, entendimiento e incluso esos toques de humor que habían alcanzado estos días la acababa de echar por la borda el día anterior. Y todo porque se sintió frustrado con que el chaval fuera tan ágil y rápido que conseguía evitar todos sus ataques y maldiciones con sus reflejos innatos. Le sacó de quicio y lo atacó a mala leche. Que el chico le insultase y le hubiese espetado la verdad, que no le estaba dejando tiempo para practicar y probar lo que estudió, sólo incrementó su cabreo. Suspiró y siguió comiendo mientras miraba por la ventana. “Parece que va a llover”.
Harry estaba hambriento y la sopa caliente le estaba sentando como un trocito de cielo. “El capullo de Snape cocina de puta madre, aunque no se lo reconoceré” pensó mientras tragaba otra cucharada de la deliciosa sopa. “Nunca nadie se ha preocupado por mi como para traerme la comida a la cama y velarme la noche entera” “¿Se sentirá culpable el muy cretino?” “¡Oh Merlín, que bueno está el pollo también! Le ha quedado meloso y tierno a la vez que sabroso… puto Snape, debería estar prohibido cocinar así. A partir de ahora la cocina toda para él.” Y el joven de ojos verdes siguió comiendo su cena-desayuno con una sonrisa de satisfacción en su cara.
- Ehmm…. ¿Snape? .. – Llamó Harry cuando ya había terminado de comer.
Escuchó unos pasos que procedían del comedor y se acercaban a la habitación.
- Jaccio – murmuró Severus apuntando con la varita a los platos y la bandeja que desfilaron hacia la cocina para lavarse. – Tenga, tómese estas dos pociones.
Harry se las bebió sin dudar, no las había reconocido, pero a pesar de todo confiaba en el hombre y le parecía feo preguntarle qué eran.
- Potter… Acepte por favor mis disculpas por lo de ayer, no supe conducir bien la práctica y todo se desmadró. No debí atacarlo como lo hice.
El de ojos verdes lo miró pasmado, su boca abriéndose como formando una “O” por la sorpresa. No pudo evitar sonrojarse, el profesor seguía llevando la ropa y el pelo desarreglados como cuando había despertado hacía un rato, estaba de pie a su lado, con los brazos cruzados en una pose un poco defensiva, como esperando que Harry le insultara o algo. Dudaba que Snape se disculpase alguna vez con alguien. Se notaba que estaba terriblemente incómodo y demostraba que estaba en lo cierto, el hombre estaba preocupado y se debía sentir terriblemente culpable.
- Disculpas aceptadas señor. – Le dijo mirándolo a los ojos, seriamente. No quería sonreírle y darle una impresión de que se burlaba de él o algo así, el hombre era muy paranoico y retorcido y seguro que malinterpretaría una sonrisa amistosa por una de burla.
Snape asintió y se descruzó de brazos, un poco más relajado.
- ¿Le duele algo?
- Bueno, el pecho aún me duele… ¿qué me hice? – preguntó Harry mientras se ponía una mano en el pecho, frotando un poco la zona.
- Se rompió tres costillas y se desgarró el estómago, vomitó mucha sangre.
Harry lo miró sorprendido, no esperaba que hubiese sido tanto, aunque recordó que el dolor había sido muy muy intenso.
- Lo pude controlar enseguida, pero los huesos como ya sabe tardan varias horas en regenerarse y soldarse. Y aunque el desgarro del estómago se sanó inmediatamente prefiero que no haga ningún esfuerzo durante todo el día.
- Oh… de acuerdo, gracias señor.
- No me las de señor Potter, es lo mínimo que puedo hacer después de ser el causante…
Snape se agachó y le puso la mano en la frente para comprobar la fiebre. No tenía.
- Parece que la fiebre se ha ido al fin. Duerma un rato más Potter… - y se incorporó para irse de nuevo.
- Emm… Snape, me gustaría ir al baño, ¿me puedo levantar?
- Sí, le acompañaré para asistirle.
- ¡¿EEEEEHH?! ¡No, no es necesario! Yo mismo puedo… manejarme – Harry había pasado de su usual tono paliducho a un rojo brillante por todo su rostro y cuello. Los ojos abiertos en horror.
- No sea crio Potter, no va a poder dar ni cuatro pasos solo. Tranquilo que su cosita se la va a coger usted mismo, yo sólo lo sujetaré desde atrás para que no se vaya de bruces al suelo. – Espetó desdeñoso Snape.
- Ehmm….
- Venga, muévase. Le ayudaré a incorporarse. – Snape le tendió la mano para levantarlo.
Harry la alcanzó y se dejó alzar, la mano de Snape estaba caliente y él se sentía helado. Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al salir de la cama. Lo siguiente que notó fue como si se partiera en dos por el medio, las costillas y el pecho doliéndole como mil demonios.
- Oh joder, cómo duele… - gruñó sujetándose con ambas manos del pecho y mano de su profesor.
- Se lo dije. – murmuró Snape con suficiencia.
Poco a poco y con pasitos cortos Snape acompañó a Harry sujetándolo de la cintura, casi abrazándolo desde atrás. Harry podía oler el aroma de Snape, su pelo haciéndole cosquillas en la mejilla, pues el hombre se tenía que agachar un poco para poder sujetarlo bien por la cintura. Se llevaban todavía bastante altura y Harry le llegaba sólo por el hombro a Snape.
Cuando alcanzaron el baño, avanzaron hacia la taza de váter, Harry se giró y miró sonrojado al profesor, que bufó exasperado por la timidez del otro y giró la cara para mirar hacia otra dirección para no incomodarlo más. Pero aun así Harry seguía sintiendo las manos calientes y de largos dedos en su cintura y el cuerpo de Snape a su espalda, rozándolo.
“¡Joder, así no hay quien mee!, ¡me cago en la puta! Me está poniendo… nervioso” Harry pensó mientras se bajaba un poco el pantalón y liberaba su pene para poder orinar. Sentía la vejiga a punto de explotar, pero no salía ningún chorro.
- No tengo todo el día Potter. – Le susurró Snape en la oreja, haciendo que el chico pegase un saltito.
- No me ponga nervioso, esto es muy vergonzoso ¿vale?... – se quejó mientras se removía incómodo. - ¿puede esperar fuera?
- No. Hágalo ya. O se lo haré hacer a la fuerza. – Le susurró de nuevo.
- Joder…
Harry no podía, por mucho que quisiera liberar su vejiga, no podía con Snape en su espalda, con sus manos sobre su cuerpo y susurrándole idioteces en el oído.
- No puedo… - lloriqueó frustrado.
- Sujétese de la pared Potter. Ahora. – Le ordenó el hombre arrastrando las palabras.
- Pe-Pero…
Snape soltó un bufido enojado y colocó las manos de Harry en la pared, para que se aguantara y no cayera, luego sacó su varita y apuntó al miembro del chico a la vez que se lo agarraba con la otra mano para apuntar a la taza y murmuró un hechizo
- ‘Evacuare’ – y tal cual lo dijo Harry pudo por fin empezar a liberarse.
- Oh dios… - jadeó Harry de gusto y de vergüenza. “¡Snape me la está sujetando!, no sé si morir de asco o de vergüenza” pensó el chico mientras cerraba los ojos con fuerza.
Tras unos segundos de incómodo silencio entre ellos pero con el sonido de la orina de acompañamiento, Harry quería morirse. “La próxima vez que quiera mear durante el día lo haré en el suelo de la habitación y lo desvaneceré, pero NUNCA más va a suceder esto, como que me llamo Harry James Potter”.
Cuando terminó de orinar, Snape se la sacudió un poco, haciendo que se le erizaran todos los vellos del cuerpo como escarpias. “Oh dios, esto es muy, muy perturbador” pensó.
- Ya está Potter, relájese. O a este paso tendrá un derrame cerebral si sigue poniéndose más colorado, le explotará la cabeza. – comentó Snape en tono burlón en su oído mientras le subía el pantalón y volvía a agarrar a Harry de la cintura para acompañarlo de vuelta a la habitación.
Ninguno dijo nada más durante el trayecto de vuelta a la cama. Snape volvió a dejar a Harry sentado en la cama y se incorporó para irse.
- Ehm… gracias – murmuró Harry bajito, tan bajito que pensó que el hombre no lo había escuchado.
- No hay de qué. – murmuró también bajito, y lo miró a los ojos verdes y a la sonrojada cara. Sus propios ojos brillando divertidos. – Ahora descanse, yo estaré en el sofá.
Cuando Snape salió se dirigió de nuevo al baño para tirar de la cadena y se lavó las manos para luego ir a tumbarse unas horitas al sofá, no iba a dormir al lado de Potter, y menos después de lo del baño, ya bastante había mortificado al chaval. Sonrió con malicia, podría haber transfigurado cualquier cosa en un recipiente para que el chico meara a gusto, pero quería torturarlo un poco. Había sido divertido, muy divertido.
“No sé por qué me encanta que pase vergüenza, pero desde esa primera noche en que me despertó en el baño cuando me quedé dormido y luego me miró con esa cara de búho sonrojado… que no puedo evitar pincharlo un poco para sacarle sonrojos. El chico es demasiado vergonzoso, pensaba que los Gryffindors eran más despreocupados y carecían de pudores… pero al menos este en concreto no lo es. ¿Será por algo muggle? “
Y Snape siguió perdido en sus pensamientos sobre Harry hasta que se quedó frito en el sofá.
CAPITULO 6