La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

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Neki Snape
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Neki Snape


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MensajeTema: No me dejes ir 20 Bonus   No me dejes ir 20 Bonus I_icon_minitimeJue Jun 18, 2015 7:52 am

Aprendiendo a perdonar
*  *  *

En aquella gris celda, húmeda y fría, justo en un rincón, alguien abrazaba sus piernas contra su pecho encima de un catre desvencijado y sucio. Su ropa lucía igual de andrajosa, a pesar de no tener mucho tiempo allí. Tenía la sombra de una barba naciente en su rostro, con todo y bigote, y sus ojos lucían exhaustos y se cerraban por el cansancio. No había podido dormir mucho, tal vez ya no hubiera dementores en Azkaban pero era triste el solo estar allí.

Comenzó a recapitular… ¿Qué había hecho con su vida? La había destrozado, arruinado y echado por el retrete ¿y todo porque? Por un amor no correspondido, por el escozor en su pecho de saberse insignificante y por su orgullo terco. Cómo orgulloso Ravenclaw, poseía una inteligencia que sobrepasaba a los demás mortales… pero no era sabio, y la sabiduría había buscado -de la peor manera posible- la forma de llegar a él. ¿Qué tenía Harry Potter para lograr todo aquello? Ahora no lo sabía, solo tenía presente que no había actuado de la mejor manera y que ahora pagaba las consecuencias de sus actos.

Pensó seriamente en recomenzar, algún día saldría de allí, no había matado a nadie así que su condena no era tan drástica… solo cinco años, cinco años y sería libre… no, a quien engañaba, la culpa le estaba carcomiendo… ¡Había atacado a dos inocentes niñas! ¡Había hechizado a un joven que se había mostrado interesado en él una noche en un bar! ¡Y lo había utilizado para engatusar a alguien que ni tenía idea de que él sufría! Había una un sinfín de preguntas rondando en su mente, esas que no lo dejaban dormir y hacían estragos en su cuerpo… ¿Tenía perdón? ¿A caso esas personas a las que había dañado le perdonarían? ¿Podría perdonarse él mismo?

Un suspiro desesperado brotó de sus labios, convirtiéndose en vaho y evaporándose en el aire. Tenía demasiado tiempo para meditar y no hallaba ninguna maldita respuesta.

El sonido de la sólida puerta que custodiaba su encierro le hizo dejar de cavilar y se hundió más en su sitio, temeroso de aquellos guardias de miraba helada y desdeñosa. No podía saber qué hora era o si era momento de comer… pero no dejaron comida, ni se acercaron, solo unos pasos rompían el silencio y luego la puerta volvió a cerrarse. Alzó la mirada, pensando que quizá ya se habrían ido, pero lo que vio le hizo jadear y sentir que lágrimas se agolpaban en sus ojos, junto a un dolor sofocante y ardiente en su pecho.

—Hola Terry... ¿Cómo estás?

El tono bajito de esa voz le hizo estremecer cómo en sus buenos tiempos de estudiante, él siempre había admirado aquella voz, aquellas orbes, aquella sonrisa, aquel rostro… ¿Recordaba cómo se había enamorado? Sí, Dios, sí que lo hacía.

No respondió.

Su mente viajó a ese día en que entró al despacho de Dumbledore, listo para la reunión a la que habían sido convocados los prefectos de las casas.


Flash Back

Había llegado mucho más temprano que los demás al parecer, puesto que solo el anciano estaba allí. Dumbledore le pidió que le excusara por un momento en el que iba a buscar algo con la profesora McGonagall, así que se quedó solo.
Su vista recorrió el despacho, lleno objetos tan ruidosos y brillantes como curiosos. No pudo evitar que un brillo le deslumbrara, un brillo que provenía de un estante más arriba. Su ojos se abrieron de par en par mientras recorría la filosa hoja de la espada con la leyenda "Godric Gryffindor". Profirió una exclamación de asombro, acercándose un poco más al objeto, hasta quedar frente a él.

—Hey, chico —Había escuchado una voz de la nada, era el retrato de un personaje del cual no conocía el nombre pero sabía que había sido director de Hogwarts—. ¿Es una linda espada, verdad?

El asintió tímidamente, mientras se alejaba un poco. El retrato sonrió de forma afable y pareció regodearse con algo que él no entendía.

—Es la espada Gryffindor —Dijo, aunque eso él ya lo sabía—. Es solo para los valientes leones cómo nosotros.

Terry frunció el ceño, él pensaba que los Gryffindor eran de lo más pretenciosos y soeces, se creían la octava maravilla y subestimaban la inteligencia de los su casa, al parecer ese director era uno de tantos cabeza de aire que cumplía con esa descripción.

—Y muchos han demostrado ser de la mejor casta —Siguió el retrato—. Mira que el más reciente fue Harry Potter.

Su atención se centró al escuchar ese nombre, ya lo había escuchado muchas veces y más en esos momentos en los que la tal Umbridge no dejaba de graznarlo por los pasillos.

—¿Cómo es eso? —Preguntó como quien no quiere la cosa.
—¿No has escuchado la historia? —Inquirió con asombro—. ¡Ha derrotado a un basilisco con ella! ¡Y con solo doce años!
—Uhm…

Creyó recordar algo así, Michael y Anthony, sus inseparables amigos y compañeros de casa, le habían hablado sobre ese rumor que se extendió por todo el colegio durante su segundo año, que Harry Potter había entrado a la cámara de los secretos y había derrotado al basilisco que atacaba y dejaba petrificados a los estudiantes. Recordaba perfectamente el terror de aquella época y el solo escalofrío que le recorría la espalda cuando alguien le asustaba solo por bromear, generalmente los Slytherin.

—Sí… si la conozco.
—Pues vaya chico, es todo un héroe… rescatar a la chica Weasley y matar una criatura de ese nivel es una gran hazaña.

La imaginación activa de Terry voló, imaginándose a Harry con una capa ondeante encima del animal, del que solo había visto dibujos en los libros, con la pelirroja novia de su mejor amigo tomada de la cintura y la espada en la otra, brillando ante la victoria. Él era uno de esos chicos que soñaba con encontrar a su princesa y amarla para toda la eternidad, sí, un poco cursi pero ¿qué se podía esperar de un chico que no había tenido una novia real?
Su gran amor platónico siempre había sido Cho Chang, la linda buscadora del equipo de Quidditch de su casa… pero ella había comenzado a flirtear con Potter también. De un momento a otro, la visión de Harry y la chica Weasley se vio alterada y visualizó a Cho bajo su agarre, un apretado y sin vergüenza agarre a la altura de la cadera. Sintió una punzada en el pecho que no le agradó y de pronto se encontró imaginándose a él bajo ese agarre, la mirada verde y hermosa de Potter fija en la suya… esa sonrisa roba escenas principales de cualquier película.

Momento, momento… ¿Qué?

Sacudió la cabeza y se llevó una mano a la boca, apretando los labios y sintiendo sus mejillas arder. ¿Se había imaginado a él mismo, a él, él, él, con Harry Potter? No, no, no, no. ¿Qué rayos le sucedía?

—Sí… claro —Respondió con voz afectada al retrato, que le miraba con curiosidad al igual que los demás.

La puerta del despacho se abrió, dejando ver a Hannah Abott, la representante de Hufflepuff. Ésta le sonrió.

Por toda la reunión el no pudo concentrarse, por su mente solo pasaba el rostro del chico de ojos verdes y no dejaba de repetirse una y otra y otra y otra vez.

Estuvo varios días pensando en olvidar, más cada vez que se encontraba con Harry en los pasillos el solo se sonrojaba y salía corriendo de allí, claro, no es que el objeto causante de sus desgracias se diera cuenta de ellos pero él no podía evitarlo. Terminó pensando en que quizá, él no esperaba una princesa… él esperaba al "príncipe" que le hiciera feliz… Potter cumplía con los requisitos.

—¿Crees que sea normal que a un chico le guste otro chico? —Le preguntó a Michael un día en el gran comedor, cuando ya no pudo más al ver los ojos fijos en su dirección pero no mirándole a él, sino a Chang.
—¿Qué? —Contestó Michael con incredulidad mientras su cuchara caía ruidosamente en su plato—. Bueno… ehm… ¿Por qué me preguntas eso?
—Solo tengo… curiosidad —Bajó la mirada a su propio plato, el cual estaba solo jugueteado, y se sonrojó levemente—. Es que vi a unos Hufflepuff besarse en un rincón hace un rato…
—Yo creo que es normal —Se unió Anthony a la conversación—. Amor es amor ¿no creen?

Terry miró a Anthony con su blanca sonrisa y sus ojos amables, éste le dedicaba un guiño… que nunca supo de que era.

—Sí, tienes razón —Sentenció Michael—. Supongo que uno no elige la persona de la que se enamora.
—Eso es cierto —Suspiró Terry con resignación, él más que nadie sabía eso.

Fue así cómo llegaron a ese día, cuando acompañaron a Michael que, a su vez, llegó acompañando a Ginny Weasley a una reunión en cabeza de puerco, el pub más sucio que había pisado en su vida. Aquella vez le preguntó personalmente a Harry, y sin chistar, si la historia del basilisco era cierta. No es que él dudara… sino que quería escucharlo responderle. Su corazón dio un vuelto completo cuando sucedió y quedó más que prendado aquel día… Intentó acercarse, halagando a Granger y de mil maneras más… todos intentos fallidos.

Todo era inútil para ser notado por el famoso elegido, todo, incluso dar su vida por él. Uno no elige de quien se enamora había dicho Michael… Siempre pensó que no podía tener más razón.

Fin Flash Back

Terry bajó la mirada.

—¿Has venido a burlarte? —Susurró con desazón.
—Dímelo tú —Respondió Harry, el castaño subió rápidamente la mirada con asombro, a lo que él sonrió un poco titubeante—. Me conoces incluso mejor que yo mismo.

Terry soltó algo parecido a una risita, más era un poco triste.

—Sí… puede ser.
—Yo… Bueno… nosotros, nosotros queríamos… verte.

Los ojos azules le miraron con confusión, Terry no entendía de qué iba la palabra "nosotros" si solo estaba él allí… a menos que hubiera alguien más afuera. Un escalofrío de anticipación le recorrió la espina de solo imaginar a Snape frente a él, enviándole todo su odio bien merecido y luego torturándolo lenta y dolorosamente.
Sin embargo, una sombra se vislumbró detrás de Harry y pronto, un par de ojos verdes se asomó para mirarle con un poco de miedo. Un segundo par se asomó del otro lado. Esos tres juegos de esmeraldas le provocaban una sacudida extraña a su corazón, una mezcla de culpa y vergüenza.

—Vamos, tranquilas, no les hará nada —Les animó Harry.

Lily fue la primera en salir, con su porte altivo y arrogante muy digna de una Potter. Eileen en cambio, continuó asomándose y mirándole con el ceño fruncido. Terry se mordió el labio y las lágrimas pugnaron por salir de sus ojos, así que apretó la mandíbula.

—Yo no le tengo miedo —Dijo Lily con suficiencia—. Esa vez me tomó desprevenida, así que es justificable. Ahora yo le derrotaría con una sola mano.
—Sí, claro —Masculló Eileen detrás de Harry.
—Bueno… nosotros hemos estado pensado —Continuó Harry—. Y… llegamos a la conclusión de que deberíamos arreglar esto de una forma distinta.
—¿Por qué nos mencionas a nosotras también? —Inquirió Lily—. Tú eras el que deseaba venir y papá no quería acompañarte, por eso nos ofrecimos, como los ángeles que somos, a venir contigo.
—¡Oye! —Le riñó el ojiverde con bochorno.
—Yo sí quería venir —Abogó Eileen con un tono extraño, contradictorio—. Tú eras la que lloriqueaba para que no la trajeran
—¡Oye! —Se quejó Lily con las mejillas encendidas.

Terry no pudo evitar que una pequeña risa se escapara de sus labios. La primera desde hacía muchísimo tiempo. Ese solo acto le hizo sentir mejor que cualquier venganza que pudo haber planeado. Las lágrimas terminaron por desbordarse y sollozó entre su risa. Los otros tres le miraron, Harry sonrió condescendiente y dio un empujoncito a sus hijas para se acercaran junto a él.

—Terry —Llamó, poniéndose de cuclillas frente a él para quedar a su altura, posó una mano en su hombro y el castaño le miró con los ojos cristalizados. Harry sonrió—. Tranquilo…

Terry apretó los ojos y raudales y raudales de lágrimas contenidas por muchos años se escurrieron por sus mejillas, liberando su alma de un peso que le oprimía. Sí, era justamente por eso que se había enamorado de Harry Potter.

—Hey, ya no llores —Susurró Lily—. Se supone que las que deberíamos llorar somos nosotras.
—Merlín… ¿Qué hacen aquí? —Sollozó—. ¡Deberían odiarme! ¡Soy un monstruo!
—Te equivocas —Se escuchó, volteo a ver a Lily pero ella miraba hacia Eileen, quien realmente había hablado—. Te equivocas…

La mirada de la niña estaba en el suelo y su ceño seguía fruncido, más sus palabras parecían ser suaves.

—No eres un monstruo… solo cometiste un error. Papá nos enseñó eso el mismo día en que nos secuestraste.

Harry le miró sin comprender… ¿De que hablaba?

—Sí, es cierto —Concordó Lily, recordando ese día—. Papá pasó de ti… cómo nosotros pasamos de Alina.
—¿Alina? —Preguntó Terry desconcertado.
—Alina es una niña que siempre nos molestaba… pero ese día nosotros haríamos una fiesta e invitaríamos a todos… menos a ella —Explicó Lily.
—Papá dijo que deberíamos invitarla —Añadió Eileen—. Nosotros, por obligación, lo hicimos.
—Alina estaba muy triste cuando la encontramos, ella lloraba.
—Dijo que pensaba que la odiábamos.
—Y sus ojos brillaron cuando le dijimos que no y que podía ir a nuestra fiesta.
—Desde entonces ya no es tan mala y comprendimos que, cómo nosotras la ignorábamos, ella hacía de todo para llamar nuestra atención.
—Qué más que ser una odiosa, ella quería ser nuestra amiga —Concluyó Lily—. Es lo mismo que contigo, tú solo querías llamar la atención de papá.
—Pero les hice daño —Musitó con voz afectada—. Las herí…
—Bueno, en eso tienes razón… pero ¿qué clase de mundo sería este si no existiera el perdón? —Razonó Lily—. Yo herí a Eileen muchas veces… y ella me perdonó.
—¿Qué? —Esta vez fue Harry quien les miró con confusión—. ¿Cómo que heriste a Eileen?

Lily sonrió tiernamente, consciente de que había metido la pata. Al ver que su padre no desistiría hasta saber, suspiró.

—¿Recuerdas cuando me pelee en el colegio y te enviaron esa lechuza?
—Claro, no te reñí como era debido por todo lo que sucedió.
—Bueno… digamos que la niña con la que me pelee era Eileen…
—¿Y porque comenzó todo? —Inquirió Harry.
—Pues… yo… ahm…
—Ella rompió las gafas que el abuelo me dio —Respondió su gemela—. Eran tuyas y eran muy preciadas para mí… Lily, sabrá Merlín porque, pero se molestó de vérmelas y terminó por partirlas en dos. Una cosa llevó a la otra y terminamos dándonos patadas y jalándonos el cabello.
—Me dijiste gorila abusadora —Le recordó la leona.
—Da gracias al cielo que no te dije todo lo que pensé —Ironizó Eileen.
—Bueno… el caso es que, yo lastimé a Eileen, no solo ese día… la aturdí, la golpee, le tiré los libros, le dije palabras ofensivas, no dejaba que nadie se juntara con ella por lo que siempre estaba sola y… —Conforme enumeraba todas las cosas que le hizo, Harry se golpeaba una y otra vez la frente con su mano. Eileen rodó los ojos—. Ah y le quemé el cabello… pero ella me perdonó porque es buena —Agregó, sonriéndole cariñosamente—. Y me quiere.

Unos gruñidos de parte de la Slytherin fue lo único que se escuchó por un momento. Terry se preguntó el porqué de todo eso… ¿a qué querían llegar?

—Lo que queremos decir —Dijo Eileen como si leyera sus pensamientos, aunque, como hija de Snape, no dudaba que pudiera ser así—. Es que nosotros te perdonamos.

Terry jadeó.

—¿Q-Qué?
—Que te perdonamos —Replicó Lily—. Yo te perdono la aturdida.
—Y yo el absorvere —Suspiró Eileen—. Bailey, que no pudo venir porque tenía una cita, te perdona el Imperius y todas las locuras que cometió bajo tu control.
—Y yo…

La vista de Terry, que pasaba de Eileen a Lily sin poder creérselo, terminó en Harry, que le miraba con arrepentimiento.

—Te pido perdón.
—¿Perdón? —Repitió, su privilegiado cerebro no podía procesar esa información.
—Sí… por, por todo lo que te hice sufrir… realmente creo que merecía que me hicieras lo mismo pero no con mis hijas.
—Lo sé… fue estúpido —Aceptó el castaño—. Lo lamento Harry… no tienes que disculparte tú, no fue tu culpa.
—Oh vamos, yo no debí dejarte así como así en la batalla… fue horrible y no te lo merecías después de todo lo que hiciste por mí. Ni siquiera te di las gracias… me salvaste de Voldemort… por ti ganamos.

Otro suspiró brotó de lo más profundo de Terry, uno cansado. Negó con la cabeza, engurruñándose más en su lugar.

—No merezco esto.

Eileen bufó.

—Vamos, nosotros te hemos perdonado… vale, papá Severus aun te odia y te aborrece como no tienes idea, pero ignóralo… ¿Por qué no puedes perdonarte a ti mismo?

Las palabras de aquella pequeña resonaron en sus oídos, más allá de prestar atención a que Snape le odiaba, prestó atención a lo mucho que él mismo se odiaba. Esas niñas, aun pequeñas e inexpertas, sabían mucho más del perdón de lo que él, más viejo y con más experiencia, sabía.

—Mira, hicimos esto para ti —Dijo Lily de repente, estirando su mano y entregándole una rana de chocolate. Él sonrió débilmente puesto que estaba en una caja ¿cómo se supone que él pensaría que la hicieron si estaba aún en el empaque?—. Anda, ábrela.

La obedeció y retiró el seguro, la rana saltó y él Harry la atrapó por reflejo. Terry sonrió, recibiéndola en su mano y dándole un mordisco.

—Está deliciosa —Dijo.
—¿Qué? ¡No! —Respondió Lily—. ¡Mira el cromo!

Con aún más confusión, Terry vio la caja y su rostro le saludó en ella. Abrió los ojos con estupefacción y luego miró a los tres ojos verdes que le miraban con diversión.

—¿Qué es esto?
—¡Eres un cromo! —Saltó la leona.
—Si lo sé… pero… ¿Por qué?
—Eras el único al que le faltaba uno —Sonrió Harry—. Eres un héroe, merecías el reconocimiento.
—Irónico… ahora que estoy en Azkaban —Bromeó sin darse cuenta—. Da igual, soy famoso.
—Sí, eso parece —Rió Harry—. Bueno… creo que se acabó nuestro tiempo.

Terry asintió lentamente.

—Por cierto… tu condena de ha reducido a tres años —Dijo Harry, sacudiéndose el pantalón—. Lamento no haber podido hacer mucho…

Sintió un repentino mareo y le miró, dos Harry le veían con preocupación.

—No… eso… eso es suficiente…
—Entonces… andando chicas…

Lily le sonrió y le ofreció su mano, la cual acepto gustoso. Eileen, le miró con el ceño fruncido y se acercó.

—Enserio lo lamento —Le dijo a la niña, que no dejó de mirarle pero suavizó un poco su semblante.
—Vale…

Eileen ofreció su mano con indecisión y el la estrechó entre las suyas. Depositó un pequeño beso en ella. Ella la retiró con las mejillas rojas y salió corriendo detrás de su padre. Harry se despidió con la mano y una sonrisa.

Terry suspiró después cerrada la puerta y se estiró, mirando al techo. Realmente se podría considerar afortunado… y quizá, solo quizá, podría empezar a sentirse mejor. Después de todo… ¿En cuántas ocasiones tres ángeles irían a darte una lección sobre el perdón?


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MensajeTema: Re: No me dejes ir 20 Bonus   No me dejes ir 20 Bonus I_icon_minitimeMar Jun 23, 2015 8:17 pm

woah este cap me hace reflexionar un tanto en la vida real...perdon es una simple palabra pero cuanto cuesta decirlas desde el fondo de nuestro corazón...al menos yo me considero una persona muy dificil de perdonar..dado que se me complica mucho el olvidar las cosas incluso mis propios errores me los encaro a cada rato.. :/ ahh pero bueno eso es otra historia..>.< siii me encanto el bonus...ahora a leer el otroo..>.<
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